Este fic participa en el minirreto de abril para La Copa de la Casa 20/21 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black
Época elegida: Regencia
Mil gracias a Nea Poulain por el beteo
Oh Philip, when you smile I am undone
My son, look at my son
Pride is not the word I'm looking for
There is so much more inside me now
Oh Philip, you outshine the morning sun
Dear Theodosia - Hamilton
Cuando el mundo se detiene
Ted recuerda la primera vez que su mundo se detuvo. Había viajado a un pequeño pueblo de costa con su madre. El médico le había dicho que el aire del mar le ayudaría con la dolencia de sus huesos. Jane Tonks, que no había salido nunca de su pueblo encorsetado entre montañas, resistió hasta casi no poder moverse, pero al final tuvo que dar su brazo a torcer.
Incluso ahora, después de haber pasado años en alta mar como almirante, Ted sigue sin poder encontrar una palabra para describir esa masa enorme de agua que le hipnotiza cada vez que se acerca, que parece tener carácter propio, infinitas maravillas por descubrir y que puede hacer a cualquier hombre ser consciente de su propia pequeñez. Ted sabe que ese mismo día descubrió su magia, pero ni siquiera el despegar sus pies del suelo, flotando en el aire durante unos segundos, le hizo retirar la mirada del mar. Casi como castigo por no prestarle atención, nunca fue un gran mago. No pudo ir a Hogwarts, no podía dejar sola a su madre sin ningún tipo de sustento, así que comenzó a trabajar en lo que pudo y terminó en el ejército, desde donde consiguió que a Jane Tonks no le faltase de nada hasta el fin de sus días.
La segunda vez que el mundo siguió avanzando sin él fue en su primer encuentro con Andrómeda. Fue en un baile popular. En ese momento Ted no lo sabía, pero ella se había escapado de su casa para asistir y estaba intentando no llamar la atención, pero destacaba sin quererlo solo por la elegancia de sus modales. En ese tiempo aún no había aprendido a estirar las comisuras de los labios para formar una sonrisa, pero Ted era capaz de ver el disfrute en sus ojos. Fueron esos ojos, grises y, a primera vista, duros como piedras, los que tiraron de él hasta el otro lado del salón, y sus palabras —con su aparente falta de decoro y sus afiladas deducciones— lo que hicieron que el mundo de Ted se concentrase solo en ella.
Pero ninguno de esos dos momentos se acerca a tener a Nymphadora en brazos. Andrómeda está dormida en la cama; la matrona acababa de marcharse, después de asegurarse de que estaba todo en orden, y Ted se ha quedado solo con el bebé. No se ha dormido desde que ha llegado al mundo y parece que a cada momento, sus ojos se abren más, como si quisiese verlo todo a la vez. Cada vez que trata de alcanzar algo, el corazón de Ted se contrae, como si se fuese a parar solo de felicidad. Cuando Nymphadora agarra su dedo, los ojos empiezan a picarle. No hay ni un ruido a su alrededor y Ted está seguro de que esta vez no solo su mundo se ha parado, sino que cada árbol del camino y gota del océano están pendientes a la niña que ahora sostiene en sus brazos.
Nota de autora:
(1) ¿Este fic ha surgido porque llevo dos semanas con Dear Theodosia de Hamilton en bucle? Definitivamente sí. No podía sacármela de la cabeza y de repente necesitaba escribir sobre un padre sosteniendo a su hija en brazos por primera vez, no preguntéis.
(2) Para este fic he conjurado a mi Jane Austen interna y todos los detalles de la Regencia que leáis en el fic (pocos, lo sé) salen totalmente de sus libros (la única vez que saberme casi de memoria algunos libros suyos me sirve de algo)
(3) Quiero mucho a Ted y a Andrómeda y no escribo lo suficiente sobre ellos.
¡Mil gracias por leer!
