"Tenemos que ser más rápidos que ellos." Comentó Heiji cerrando la puerta de su despacho a la vez que Shinichi y Akai se sentaban en las sillas frente a su escritorio. "Y Kudo, no puedes ir por tu cuenta." Le especificó.

"Lo entiendo." Contestó el moreno rascándose la nuca. "Daré lo mejor de mí, esto agradecido de que de al fin me dejéis colaborar."

"Es peligroso, pero toda la información que puedas darnos, puede ser relevante." Añadió Akai. "No la cagues esta vez."

Kudo asintió.

"Los neumáticos que hemos encontrado en el jardín, corresponden a una marca poco conocida. Hemos medido la longitud y posición de las ruedas para deducir el tamaño y tipo de vehículo y por suerte hemos encontrado una escama de pintura de color negro." Explicó Heiji a la vez que abría un cagón y sacaba un sobre con fotografías. "He mandado a revisar las cámaras de las carreteras más próximas y hemos encontrado tres vehículos que pueden coincidir con lo que tenemos." Dijo acercándole las fotografías a Shinichi. "¿Reconoces algún coche?"

"¿Por qué tendría que reconocerlo?" Preguntó confundido. "¿Qué tiene que ver esto conmigo?"

"Te infiltraste por tu cuenta para destapar sus crímenes, fue la razón por la que acabaste en el hospital. Esto, empezó contigo." Soltó Akai.

"Oye, oye, no seas tan directo." Intervino Heiji.

Kudo se quedó sorprendido y frunció el ceño a la vez que pensaba. "¿Han ido a por ellas por mi? ¿Es una venganza?"

"No podemos sacar conclusiones por nuestra cuenta." Comentó Heiji moviendo las manos. "Tenemos que investigarlo antes de precipitarnos." Dijo señalándole las imágenes.

Shinichi se quedó callado y prestó atención a las imágenes de los coches. Un Toyota descapotable de ese mismo año, color negro mate. Un Nissan Skyline bastante bien cuidado, con la pintura negro brillante impoluta. Y un coche clásico extranjero, bastante inusual de ver, con los espejos pintados.

"Este coche…"Comentó señalando el último. Era extrañamente familiar para él.

"Es un Porsche clásico muy bonito." Comentó tecleando en su ordenador. "Me he adelantado al recibir las fotografías y he intentado localizar alguno de esos vehículos por las zonas que estamos investigando y... observar esto." Dijo girando la pantalla para enseñarles las imágenes. "He localizado ese mismo coche varias veces por los alrededores de Shibukawa. Parece que el propietario ocasionalmente frecuenta un par de locales de la zona y el perfil del vehículo concuerda con las marcas que hemos encontrado en casa de Shiho."

"Vaya..esto es un gran progreso." Comentó Akai con una media sonrisa.

Kudo sin embargo no podía decir nada al respecto. Sus ojos no dejaban de mirar al vehículo negro y el propietario que observaba salir de él en la pantalla que le mostraba Heiji. Sus puños se apretaron sin saberlo.

"¿Lo reconoces?¿Has llegado a conocer a este hombre?" Preguntó Heiji al ver su cara de confusión.

"Recuerdo su sonrisa fría, pero no puedo relacionar muchas cosas con él, las cosas siguen siendo un poco borrosas en mi cabeza…" Dijo intentando esforzarse y recordar todo lo posible. "Puede que lo conociese o que me hablasen de él…solo sé que al verlo siento mucha rabia."

"¿Sabemos algo más de él?" Preguntó Shuichi.

"Estamos en ello, tengo a unos agentes investigándolo." Comentó Heiji.

"¿Y con quien se veía?" Preguntó Kudo.

"No lo sé, probablemente siempre con la misma persona. El profesor ha confesado que visitaba a Shiho por las noches para que ella pudiese reunirse con ellos. No sé si fueron ellos quien la encontraron o fue ella la que les buscó, pero esto no es nada bueno." Comentó Heiji, bastante preocupado.

"Ella vio algo que nosotros pasamos por alto." Comentó Akai, observando fijamente al hombre rubio de la imagen.

"Si lo recordase todo, sería más fácil." Comentó Kudo apretando los puños.

"Está bien, tomemos un descanso. Es hora de comer." Comentó Heiji con una sonrisa, intentando animarle. "Te toca pagar a ti."

Los tres se subieron al coche y condujeron por la ciudad en busca de un buen restaurante para saciar su hambre.

Shinichi sin embargo, observó las calles por un par de minutos y sacó su cartera para volver a ver la fotografía que le entregó el profesor. Últimamente soñaba con ellas. No sabía si era porque las extrañaba, por el deseo de verlas o por el deseo de aclararlo todo al fin. Parte de sus recuerdos empezaban a verse con más nitidez y pese al nerviosismo que sentía, estaba realmente agradecido de ello.

El amor es algo tan inmenso, que puede consumir tu identidad para alimentarse. Te adentra en una espiral hasta el punto que ya no puedas siquiera disfrutar de ello, sino convertirte en su esclavo.

"Por favor…"

"Se acabó."

Con la voluntad anulada, oscilando como los juncos a la merced del viento, Kudo se dio cuenta en ese momento, que necesitaba hacer algo para no enloquecer.

"¿Todo bien?" Le preguntó Heiji mientras lo observaba por el retrovisor.

"Sí, solo estoy pensando." Contestó guardando la imagen.

Las cosas empezaban a ponerse en su lugar, pero los malos recuerdos también aparecían. Y esos aparecían con más intensidad.

"Ya no se cual es mi casa."

No podía parar de reproducirlo una y otra vez.


A Shiho cada vez le costaba más fingir. Estaba cansada de fingir delante de su hija diciéndole que todo iba bien, cansada de fingir delante de sus compañeros de laboratorio sin poder permitirse bajar la guardia ni un solo segundo a ninguna hora del día, pero sobretodo, estaba cansada de fingir al pensar que podía controlar una situación como esa por su cuenta.

Cerró la llave del grifo y se mojó la nuca a la vez que observaba su reflejo en el espejo del baño.

No se reconocía. El tono esmeralda de sus ojos, se había opacado y oscurecido y su rostro, se veía inexpresivo. Era cómo si su madre viviese en ese reflejo. Cómo si la historia que había vivido en su niñez, la viviese ahora ella en primera persona.

Había llegado hasta allí en busca de respuestas y algo de consuelo, intentando confirmar entre otras cosas, que el veneno de su vida se hallaba en sus genes y así poder seguir culpándolo de sus males. Pero se sintió la misma miserable de siempre.

La puerta se abrió a su espalda y un taconeo familiar se hizo paso hacia ella.

La pelirroja se secó las manos y se dispuso a salir para ahorrarse el enfrentamiento. Esa mujer, lo único que quería, era acabar con ella. Y ella, no le iba a dar ni el gusto de molestarla.

"¿Ya te vas?" Preguntó la rubia con una sonrisa, interponiéndose en su camino para que no se alejase más. "Te estaba buscando." Le comentó acariciándose el pelo.

"¿Qué quieres?" Preguntó sin rodeos, cruzando los brazos ante la desaprobación.

"Quiero que dejes de mentir." Le exigió.

"Déjame en paz, ni siquiera me conoces." Contestó intentando apartarse a un lado para continuar con su camino. Pero la rubia no le permitía dar ni un paso.

"Creo que se lo suficiente de ti." Dijo frenándola por el brazo. "Se te acabó el juego. ¿Dónde está el cuaderno azul?"

"¿Qué?No sé de que me estás hablando." Contestó intentando soltarse de su agarre. "Tengo que continuar con mi trabajo."

"¿No sabes de que estoy hablando?¿De verdad nos considerabas tan estúpidos?" Preguntó sin dejar de reír. "No ha sido muy difícil descubrir quien era el padre de tu hija, lo has escondido muy bien todas estas semanas, pero ya sabes…el ADN no engaña."

Shiho arrugó las cejas y estiró fuertemente para soltarse de ella. Estaba furiosa, pero apenas sabía como reaccionar.

"¿Cuál era tu plan?¿Intentar destruirnos para vengarte?" Le preguntó arrinconándola en la pared. "¿Tú sola? Que patético."

La pelirroja empezó a mirar a su alrededor, buscando cualquier cosa que le ayudase a salir de ahí, pero estaba completamente acorralada y su miedo aumentó cuando el rubio de larga melena cruzó la puerta para agregarse a su conversación con una sonrisa gélida.

"Vaya, vaya…parece que esto se ha convertido en una venganza pasional." Comentó Gin, disfrutando de la angustia que le causaba. "¿Quién iba a decirme a mi, que la hija del ángel del infierno acabaría con un detective como ese?" Preguntó acercándose a ella.

"Acabaré con vosotros." Contestó enfadada, llena de impotencia por la situación.

Gin le cruzó la cara sin pensárselo. "Shhh…No me gusta que me amenacen."

Shiho se tocó la mejilla, caliente y roja por el golpe y levantó la mirada para mirarle con puro odio.

"¿Dónde está el cuaderno?¿Lo tienes tú, verdad?" Le preguntó mirándola fijamente.

"No sé de que me estás hablando." Mintió.

"No te va a servir de nada seguir mintiendo, recuerda que no estás aquí sola." Le contestó con una media sonrisa, disfrutaba tener el control de la situación de esa manera. "No me gustaría que le pasara nada a tu hija por tus errores."

Ella apretó los dientes y se intentó soltar de su agarre inútilmente. "Eres un capullo, déjala en paz."

"Fue una pena que ese detective nos traicionara, trabajaba muy bien dentro de la organización." Le comentó recordando. "Esa rata, se posicionó en lo alto y luego intentó robarnos y huir inmune…bueno, ambos sabemos como acabó pagando sus actos. Lo mismo pasará contigo, ratita."

"Esta vez, tendrás que apuntar mejor." Le vaciló sin miedo.

Gin la cogió más fuerte del brazo y la sacó a rastras del baño mientras su sonrisa crecía. "¿Has venido aquí a jugar? Pues juguemos todos juntos…"