CAPITULO 41
Durante un momento Kagome pensó completamente en acabarla incrementando su reiki, pero estando en su estado de embarazo no deseaba hacer algo que pusiera en riesgo al cachorro, lo que más podía hacer y era de lo único que estaba segura era ocupar su poder espiritual para solo mantenerse fuerte y poder brindarle al pequeño la energía suficiente que necesitaba.
-Disculpa, pero ¿Por qué debería matarme? – devolvía Kagome con cierto toque de cinismo en la voz
-Mira niña ingrata lo mejor que puedes hacer es mantener la boca cerrada y respetar a quienes están más alto que tu simple nivel mortal – reclamo al blandir un látigo venenoso muy similar al de Sesshomaru e intentar golpearla sin éxito. Frente a ella estaba un enojado lord sujetando la venenosa fusta de la youkai
-Parece que tu queridísimo amo prefiere proteger a los humanos – bromeo con sorna Kagome soltando una ligera carcajada
-Mi señor ¿Por qué protege a esa escoria? Usted más que nadie odiaba a los humanos…
-Lo has dicho bien – interrumpió sorprendiendo a la mujer
- ¿Qué intenta decir? ¿ahora los protege? – contestaba en un claro interrogatorio
-Escucha Megumi, lo único que debes entender es que ya no te necesito – dijo sin más soltando el arma que sostenía y mirando su lastimada mano, Kagome de inmediato se acercó tomándola con cuidado para utilizar un poco de su poder curándolo de esa forma – vas a contaminarte, es veneno – advirtió retirando su extremidad
-No me importa, estas herido y puedo ayudarte – resoplo Kagome tomando nuevamente la mano del hombre entre las suyas curándola poco a poco
-Pensé que serias más poderoso y leal a tu raza, estas rebajándote al permitir que una humana te ayudé, ja ¡es inaudito! ¡Ella debe morir! – grito saltando con gran rapidez en dirección a Kagome y está por simple reflejo y sobreprotección blandió su arco espiritual y disparo una flecha directa a su pecho sorprendiéndose a si misma ante su rápida puntería y reflejo
- ¡Maldición… - gimió escupiendo sangre a borbotones – eres una…sacerdotisa? – Kagome sonrió en respuesta acercándose a ella colocando una de sus manos en el rostro, cubriendo los ojos y descargando un poco de poder, lo suficiente para terminar de apagar la vida femenina
-No soy una simple sacerdotisa, soy la compañera y mujer de tu amo Sesshomaru … lástima que no pudieras notar la marca que tenía con el maravilloso poder que profesabas tener – confeso Kagome sintiendo como la youkai hembra desfallecía mientras caía en un sueño infinito
-Hmmp
- ¿Tu mano…esta mejor? – pregunto preocupada mirando al youkai este sonrió
-Parece que te he subestimado – Hablaba el lord mostrando una media sonrisa
- ¿eh? - Kagome lo miro escéptica
-Te has protegido bien, has protegido bien al cachorro – dijo causando una mueca de felicidad en Kagome
-Pensé que me detendrías – respondía aun sin creer la frialdad con la que Sesshomaru se tomaba el hecho de que la mujer con la que compartió más que simples caricias en el pasado hubiese muerto
-¿Debí hacerlo?...
-Tuviste una historia con ella…
-Ella intento hacerles daño y no perdonaría a nadie que lastime a las personas que amo – dijo mostrando una sonrisa inusual, dejaba ver ligeramente su dentadura junto a unos asomados colmillos
-¿Qu-Que has dicho? – balbuceo al escuchar tales palabras salir del youkai sintiendo su corazón increíblemente rápido, estaba palpitando de una forma tan intensa que podía sentir como el aire le faltaba ante el sofoco de emociones que experimentaba, sabía que si se miraba en un espejo podría asegurarse de lo rojo que estaba su rostro.
-Lo que has escuchado – molesto marchándose en dirección al palacio
-¡Oye Sesshomaru! – exclamo siguiéndolo dejando a un pequeño kitsune atónito ante lo que acababa de escuchar.
La Miko seguía al youkai, definitivamente las últimas palabras que el pronuncio habían dado un vuelco en su corazón, deseaba con todo su ser escucharlas nuevamente y lo seguiría insistentemente hasta robárselas nuevamente de su boca.
Luego de la muerte de Megumi transcurrieron seis meses, tiempo en el que su cuerpo se hizo más pesado haciéndola lenta y sedentaria. La mayor parte del tiempo lo ocupaba en la habitación siendo atendida por el personal youkai del palacio, aunque lo que más deseaba era sentir la compañía de cierto youkai.
Deseaba salir, pero la realidad era que no poseía ropa adecuada, nada le quedaba bien y su estima personal había descendido abismalmente, pero al sentir la pequeña patada de su cachorro sonreía y acariciaba su vientre con el más puro amor maternal que podía profesarle.
Gracias al desarrollado olfato de Sesshomaru sabía que el cachorro sería un varón, ese hecho parecía enorgullecerlo resultándole gracioso el hecho de recordar la ilusión con la que el youkai le confeso en genero de su cachorro
-Sesshomaru…-susurraba acariciando su vientre mirando el atardecer – quiero verte…
Una ligera patada volvió a sentirse en su vientre y le extraño que el pequeño estuviese tan incómodo recordando entonces cuando su madre cantaba para sota en los momentos que más inquieto estaba
-Mira dentro de mi corazón y dile adiós al invierno… - la melodía esa suave y casi su voz parecía un susurro, el youkai estaba al otro lado de la puerta y escuchaba a la perfección la voz de su mujer - El viento sopla y aúlla, el cielo gris gime, pero nosotros tenemos primavera…Pídele a las nubes que nos regalen sueños blancos, la noche avanza y nosotros tras ella en un mundo de misteriosas luces…
Al escuchar el clic de la puerta al abrirse y vislumbrar al peliplateado entrar con esa calma y esa mirada arrolladora no pudo más que dejar caer una lagrima que el youkai limpio inmediatamente evitando herir el rostro femenino con sus garras
-Ya estoy aquí… -susurro sentándose a su lado con total serenidad - ¿te sientes mal? – ella negó con la cabeza
-Te extrañe… - confesaba mirándolo anhelante, gesto que el youkai entendió y en respuesta beso con ternura los labios femeninos acunando el rostro femenino – quiero estar más tiempo contigo, ambos lo necesitamos
-Deseo hacerlo, pero entenderás que el castillo estuvo mucho tiempo sin mí a la cabeza y hay cosas que debo poner en orden nuevamente – dijo sonando tan sereno como fuese posible, Kagome se hacía cada vez más sensible
-Quiero… quiero hacer el amor contigo – susurro acariciando el rostro masculino, deslizando sus manos por la yukata del youkai con un deseo completamente palpable, el youkai sonrió tomando sus manos y deteniendo el recorrido femenino, ella lo miro suplicante – te necesito… - murmuro sonrojada
-Yo también pero no podemos Kagome – soltó acomodándose a un lado del cuerpo femenino acunándola en su regazo, ofreciendo estimulantes caricias en la delicada espalda femenina – a decir verdad, no creo que pueda contenerme mujer
-Yo…- musito Kagome acariciando nuevamente el rostro masculino, exactamente las marcas magenta que surcaban el masculino rostro de su compañero este gruño en respuesta tomando las manos de su mujer
-No pequeña ingrata – gruño de manera estimulante para la mujer con los ojos cerrados y cuando abrió los ojos para enfocarla tan sumisa y deseosa frente a él se sintió desfallecer, kami sabia como deseaba devorar completamente a su mujer – Cuando Hiroki nazca, créeme que voy a devorarte completamente Kagome – confeso dando un sutil beso en los labios femeninos dejándose ir al mundo de los sueños con la mujer en su regazo
-Hiroki…Me gusta ese nombre – confeso somnolienta abrazando a su esposo por leyes humanas y compañero por leyes youkai
La mañana llego y junto a ella unas horribles nauseas que obligaron a la miko a correr al lavabo y devolver todo lo que había comido el día anterior, se sentía más horrible, pesada, ojerosa, débil y acabada que en día anteriores. Limpiando un poco su boca se incorporó y fue hasta el espejo que el youkai poseía y solo confirmaba su propio aspecto "quizá por esta razón el no desea hacer el amor conmigo" pensaba desanimada lavando su rostro con completo desgano
-No repitas eso ni soñando Kagome … - escucho esa voz ronca y aguda desde el marco de la puerta girando su rostro y confirmando que el hombre más sexy del planeta estaba allí frente a ella
-Es la verdad…-replicaba desanimada, estaba semidesnuda, solo el fundoshi cubría sus partes íntimas, en especial su centro
-Para mí eres lo más hermoso que pueden ver mis ojos – su voz era casi un gruñido demandante y tierno al mismo tiempo, ese hombre sabia como subir su estado de ánimo y hacerla sentir segura solo con hablarle a eso le agregaba el hecho de ese dorado en el iris masculino, era tan sensual y tan vivo como el amanecer frio y lluvioso.
Se sentía en ese momento completamente dichosa y cuando quiso mover su cuerpo para abrazar al youkai que estaba sonriendo frente a ella mientras decía cosas dulces sintió un escalofrío correr su espalda y abrazar su vientre, dejándola inmóvil por un segundo para luego sentir ese dolor punzante que la obligo a acuclillarse sosteniendo su vientre
-Kagome… - llamaba el youkai abrazándola, pero al observarla privada de un dolor que casi podía sentir la tomo en brazos llevándola a la cama y al olfatear el aroma dulce mezclado con la sangre sus sentidos se dispararon al cielo. Fue entonces cuando detallo completamente el cuerpo femenino y pudo verlo – dará a luz ahora…
