41 - Recorrido Turístico *

Luego de mi examen de español, Kanna y yo nos sentamos con cuidado en una de las bancas del jardín trasero del St. Meyer. Justo frente a la fuente. Kanna aún se sentía un poco dolorida. Ayame y Tsubaki nos habían secuestrado y nos llevaron con ellas a su cita de depilación. Kanna grito y maldijo a medio mundo, cuando escuchamos como la tira con cera caliente, arrancaba desde la raíz su área del bikini. No negare que cuando fue mi turno, hasta llore. Pero ya no me dolía.

Tengo ganas de ponerme este helado... - murmuro Kanna antes de pasar la lengua por su cono de fresa.

Me reí en voz alta.

¡No te rías, Kagome Higurashi!

Lo siento... - me reí otra vez.

Nueve punto cinco! - escuche a lo lejos una voz muy familiar. - Bicho! ¡Ahí estas!

Inu se acercó casi corriendo, con la corbata suelta, el saco en la mano y el examen en la otra.

¿Porque esas fachas? – le pregunte riéndome

Me levanto de la banca y me estampo contra su pecho. Y cuando menos lo imagine ya me tenía dando vueltas en círculos.

Gracias, Bicho! - lleno de besos mi cara. -Con este nueve punto cinco, promedio matemáticas con ocho. Con ocho! Gracias.

De nada, Yeti.

Escucha... - me tomo de la mano y nos sentamos en la orilla de la fuente. - No... no tienes que hacer nada de lo que dijiste antes de ayudarme. Sé que no te sientes cómoda... - suspiro. - Sabes que te quiero y...

Si, lo sé. Yo también te quiero.

Estábamos teniendo una conversación privada y algo delicada, frente a medio mundo. Pero nuestras voces apenas eran un murmullo y estábamos sentados como si fuera una conversación de lo más normal y cotidiana.

Esa última semana, solo hacíamos los exámenes y recogíamos resultados de estos.

La doctora McDowell y el Doctor Harrys, también nos entregaron los resultados de nuestros exámenes médicos. Claro que yo no tenía ninguna enfermedad, pero algunos de los chicos de último año, se veían realmente preocupados.

El viernes fue la asamblea de fin de curso y tuvimos que usar el uniforme de gala a pesar de ser el último día de la semana.

Me encantaba ver a Inu con ese uniforme. Se veía tan guapo, tan formal... tan... sexy. Ese día más que nunca, quería cumplir lo que le había ofrecido semanas atrás.

Cuando regresamos de la escuela, aventé mi mochila al último rincón de mi habitación. Abrí mi puerta y la de Inuyasha.

Inu... - estaba encendiendo su computadora.

Si.

¿Puedes...ayudarme con algo? - le hable como si quisiera que me ayudara a mover algo pesado.

Dime – me dijo cuando se acercó a mí desprevenido

Rápidamente lo tomé por la corbata de seda del uniforme y lo fui jalando hacia abajo, para besarlo. Rodeo mi cintura con sus brazos, haciendo que me arqueara contra él. Me fue empujando hacia mi cama y me sentó con suavidad. Me recosté en las almohadas mientras Inu se pegaba más a mí, pero aguantando su peso con sus brazos.

No tarde en entrelazar mi pierna derecha en la suya, para estrecharlo más hacia a mí.

Nuestra respiración era agitada y nuestros labios se movían en perfecta sincronía, era lo único que se escuchaba.

Inuyasha metió su mano bajo mi falda y con un ligero toque de sus manos recorrió mis muslos, hasta llegar a mis caderas desnudas. Trato de encontrar a tientas mi ropa interior, pero no encontró ninguna.

De sus labios salió un jadeo salvaje.

Gomy... - suspiro.

Me mordí el labio mientras le quitaba la corbata.

¿Estas segura? – me miro intenso, me mordí el labio y luego sonreí

Es solo un recorrido turístico... - desabroche su camisa y su abdomen plano y ligeramente marcado quedo expuesto.

Nos despojamos del estorboso saco azul y me quito la corbata, mientras desfajaba mi blusa.

Mi habitación no estaba tan iluminada, siempre tenía unas cortinas delgadas cubriendo las ventanas, para que los vecinos no vieran lo que hacía con mi hermanastro.

Su mano derecha, acaricio mis caderas y mi abdomen con suavidad y timidez. Uno de sus dedos comenzó a acariciar la zona más intima de mi cuerpo.

Me estremecí ante su contacto. Sus caricias avanzaron un poco más y sentí como resbalaba su dedo con suavidad, dentro de mí.

Él se estremeció aún más que yo, ante ese roce. Mi corazón estaba a punto de estallar. Nuestros labios no se habían separado ni un instante.

Con mucha suavidad, movió su dedo dentro de mí.

Era muy extraña la sensación que me provocaban sus caricias. Por una parte no quería que dejara de tocarme, pero a la vez quería empujarlo y que se fuera de mi habitación.

Recorrí su pecho y su abdomen con mis dedos, hasta que encontré un obstáculo: su cinturón.

Con el corazón en la garganta, baje aún más mi mano. Sonreí contra sus labios, al sentir lo que yo provocaba en su cuerpo. No era la única a punto de ebullición.

Era presa de aquellas extraordinarias emociones compartidas y era incapaz de pensar con claridad. En todo lo que pensaba era en Inuyasha. En sus besos, sus caricias, su respiración, su piel, el latir de su corazón...

No podía recordar si había cerrado la puerta o no. Si Joka y mi papa estaban en la casa o no.

Te quiero Kagome - murmuro en mi oído.

Te quiero, Inuyasha.

Retorcí un puñado de su cabello en mi mano y continué besándolo sin medida.

Kagome! - Sango toco a mi puerta - Cielo quieres comer?

Asustada, aventé a Inuyasha y se cayó de la cama.

Cariño estas bien?! - Sango trato de abrir mi puerta, pero gracias al cielo, si le había puesto el seguro.

¡Si! - me baje la falda - Estaba dormida y me caí - le hice señas a Inu de que se fuera.

Lo siento princesa!

Me acosté de nuevo a tratar de que mi respiración volviera a la normalidad.

Inu! - escuche a mi nana tocar su puerta - Ya está lista la comida. Hice tus favoritos: Rabioles rellenos de queso.

Me asome a ver a Inu y estaba tirado en su cama. Su pecho desnudo subía y bajaba imperiosamente.

Inuyasha! - toco de nuevo mi nana. - Kagome, Inu está contigo? - pregunto fuera de mi habitación.

No!

No me contesta!

Tal vez tenga los audífonos puestos. ¡Sango quiero dormir! - grite poniéndome ropa interior.

Lo siento. Bajen cuando tengan hambre.

Cuando escuche sus pasos en el segundo piso, entre a la habitación de Inu.

Aún seguía acostado. Me subí en su regazo y lo besé.

Tienes hambre? Quieres comer? - pregunte entre beso y beso.

Si tengo hambre. Y te voy a comer a ti!

Me dio la vuelta y me aplasto con su cuerpo.

Eres tan hermosa, tan suave... - mordió con fuerza mi lóbulo izquierdo.

¿Cariño, quieres que comamos juntos? - pregunto Onigumo tocando la puerta de mi habitación.

Maldita sea! - masculle enfadada.

Inu me libero de sus brazos y corrí de puntitas a mi habitación.

Me estoy cambiando Onigumo, en un momento bajo.

Claro, te veo en el comedor.

Me cambié de ropa, una vez que cerré mi puerta compartida.

Me puse una falda de mezclilla a medio muslo, una simple playera sin mangas color azul marino y mis conversé.

Antes de bajar al comedor, me cerciore de que a Inuyasha no se le hubiera ocurrido marcar su territorio con sus labios, en mi cuello o en mi pecho.

No, todo estaba limpio, e igual de pálido que siempre.