El viernes fue un día difícil, había pasado tanto tiempo desde la última vez que Rick y yo nos habíamos separado por trabajo, que ahora era difícil no tenerlo cerca, los ojos de mi pequeño me observaron con interés, su rostro se parecía cada vez al de su padre pero sus ojos eran más bien inquisidores como los míos, sentí su mano en mi mejilla, levantó la cabeza y se dejó caer sobre mí abrazándome.
Desayunamos, después del desayuno mi madre me llamó, iría a visitarme esa tarde, luego Martha llamó intentando saber si necesitaba algo, claro que lo necesitaba, necesitaba que Rick estuviera en casa pero después de hablar con ella y decirle que no se preocupara me di cuenta de que lo mío se había convertido en una especie de capricho, uno muy infantil.
Al mediodía salimos, necesitaba algunas cosas, caminé hasta el mercado local, volví completamente abrumada, como hacía Rick para hacer las compras, mientras llevaba al bebé en sus brazos y la bolsa con las compras, sin embargo no fue eso lo que más me sorprendió, la mitad de las personas que encontramos por el camino saludó a mi hijo llamándolo pequeño castle, no creí conocer a nadie y solo les saludé por cortesía, todos eran muy amables y por lo menos un par de ellos le obsequiaron alguna fruta o dulce.
Tendría que hacer esto con mayor frecuencia, me estaba perdiendo ee cosas importantes que le pasaban a mi hijo.
Preparé la comida para ambos, miramos televisión un rato y luego llegó la hora de la siesta, para entonces yo ya había revisado mis mensajes y llamadas por enésima vez sin embargo no había noticias de Rick, miré la hora suponiendo que aun se encontraba en el autobús, recordé todas las veces que había viajado junto a él, imaginé la posibilidad de volverlo a hacer, era como si hubiesen pasado años desde entonces, de nuevo me sentí miserable, lo extrañaba tanto.
El trabajo había quedado olvidado, miré las carpetas sobre la mesa luego escuché un sonido en la puerta, mi madre había llegado, el bebé despertó justo después de que ella llegase.
Cerca de anochecer y después de que mi madre se marchara, el teléfono sonó, corrí para contestar, el rostro sonriente de Rick apareció en la pantalla.
-hola.-dijimos al mismo tiempo.
-como estas?.- dijo Rick en un tono bajo.- sin novedades?
-bien, sin novedades, que tal todo, estas bien tu?
-había olvidado lo incómodo que es viajar en autobús, me duele todo.
-lo lamento.
-esta bien, es parte de todo esto…-hizo una pausa.- que has hecho hoy?
-nada, hicimos algunas compras, jugamos, mi madre vino de visita por la tarde… esperaba tu llamada.
-si, yo, lo siento, estaba tan ansioso que olvidé llamarte, pero ahora estoy en el hotel y he podido descansar un poco.
-bien.
-escucha… puede ser que demore un par de días.
-por qué?
-bueno, parece que hay un nuevo programa, me han agendado un par de presentaciones más y eso significaría que volveré hasta el miércoles o jueves.
-es en serio Rick?, aceptaste asi nada más.
-no, yo, Kate fue algo de último minuto, no lo sabía, me lo dijeron justo ahora que llegué, no puedo decir que no.
-claro, ya estas allí.
-Kate, no quiero discutir, creí que habías dicho que estaba bien.
-y lo estaba hasta que dijiste lo que acabas de decir.
-lo escuché suspirar.- ambos estamos cansados, tal vez si hablamos mañana con calma.
-tal vez.-repetí.
-dale un beso de buenas noches a mi pequeñín.
-bien.
Solo silencio pude escuchar por algunos segundos, hasta que el decidió terminar la llamada.
Dejé el teléfono sobre la mesa, suspiré un tanto desconcertada, no recordaba cuando había sido la última vez que tuvimos una discusión, me pregunté si solo estábamos cansados, si quizás estábamos exagerando o tal vez había algo más que ninguno de los dos se atrevía a decir.
Esa noche no pude dormir, no podía dejar de pensar en lo mal que me sentía al estar lejos de él, no podía evitar pensar en él y en que quizá nos estábamos olvidando de algo muy importante, hablar.
La mañana siguiente esperé ansiosa su llamada, me vi en la tentación de llamarle yo, sin embargo me arrepentí al pensar que quizás estaría ocupado, por una razón desconocida para mi, lo extrañaba y al mismo tiempo me sentía culpable por lo ocurrido las últimas semanas, me pregunté por que todo parecía difícil, por que de pronto no me salían las palabras para decirle que lo amaba y que no encontraba la manera de enmendar mi desliz, pasé la mitad del día pensando en lo que pasaría a su regreso, luego, por la tarde, después de pensar, comencé a sentirme enojada, no podía creer que aceptara quedarse más tiempo sin consultarlo antes conmigo, supuse que quizá solo quería escapar de nosotros y de lo aburrida que quizás ahora era su vida.
De nuevo las lágrimas lo inundaron todo, que tal si yo lo había orillado a abandonar esa vida que él tanto amaba, mis pensamientos iban y venían, pensaba, imaginaba cualquier cantidad de cosas, abracé a mi bebé mientras lo alimentaba, y si yo no había hecho lo posible por mantener nuestra relación como había sido antes, luego fui mas lejos aún, y si yo ya no le gustaba, y si mi cuerpo había cambiado lo suficiente como para que Rick no se sintiera atraído.
Suspiré frustrada, era verdad, aun no podía eliminar el exceso de peso adquirido en el embarazo, quizá había puesto mas atención a mi trabajo y había descuidado nuestra relación, suspiré mientras veía a mi hijo dormir, me sentí terriblemente culpable por no saber llevar la situación como correspondía.
Aun cuando Rick prometió llamar ese día, no lo hizo y yo no me atreví, repasaba en mi cabeza lo que le diría y cuando por fin me decidía a tomar el teléfono y llamarle, no podía.
me levanté la mañana siguiente con un par de mensajes, Rick había enviado uno a mitad de la noche, se disculpaba por nuestro intento de discusión, luego ya casi al amanecer volvía a prometer que me llamaría, que no lo había olvidado simplemente no había encontrado las palabras.
Mas tarde sentada a la mesa, mientras bebía una taza de té e intentaba que mi hijo no derramara su leche, Rick llamó, vi su rostro en la pantalla, suspiré al mismo tiempo que mi mano temblaba sosteniendo el teléfono.
