Point Place, Wisconsin.
Lunes 24 de febrero de 1992.
Jardín de escocesas de los Hyde.
Uno de esos días lluviosos Jackie había aparecido con un mameluco gigante. Hyde se había burlado porque estaba empapada. Aunque luego de mucho decir quedó convencido de que era un disfraz sensual y la había subido en la barra del mini bar para hacerle el amor; cuando se estaban besando Jackie lo detuvo y le pidió que no se pusiera el condón. Hyde no estaba seguro de querer tener un hijo. No estaba seguro de querer tener esa conversación pero Jackie no quiso postergarlo más.
— ¿No quieres una familia?— Hyde había perdido el apetito sexual y se retito hacia su sillón preferido para encender el televisor y dejar la discusión a un lado. — ¿Un legado?
—Jackie, yo ya tengo una familia. Eres tú.
Jackie se sentó en el descansabrazos del sillón.
—Pero yo si quiero un bebé. Lo sabías, siempre lo has sabido. Te lo dije antes de casarnos.
—Dije basta, no quiero hablar de eso ahora.- Espetó Hyde.
— ¿Entonces cuando? Nunca tienes tiempo para hablar, ni siquiera tienes tiempo para estar conmigo.
—Y no tendré tiempo de cuidar a un niño berrinchudo y limpiarle el trasero.
— ¿Eso es lo que piensas que será? ¿Un tormento?
— ¿Por qué siempre tienes que molestarme de esa forma?
— ¿Te molesto? ¿Te molesta tu esposa? Es lo que soy para ti ¿no? ¡Una molestia!
—Jackie, no quiero tener hijos. Lo sabias desde que te casaste conmigo. Si no te parece entonces…
— ¿Entonces qué?
—Entonces busca a alguien más.
Jackie hizo un puchero deforme. Hyde se dio cuenta y puso los ojos en blanco.
—Muñeca— rectificó acercándose a ella. Pero ella rehuía de su agarre y fue a refugiarse a la cocina. — Muñeca, Jackie… oye. Lo siento. — La detuvo— No puedo ser padre, sería un terrible padre, Jackie. No soy bueno en eso… mi familia nunca ha sido buena con los hijos, tú lo sabes…
— ¡Tú no eres como ellos!
—Es que si lo soy, Jackie. Es lo que soy… No voy a traer un niño a este mundo de mierda para que se avergüence de mí.
— ¿Pero qué estás diciendo? ¿Acaso te escuchas? ¿Crees que tu mundo conmigo es una mierda? ¿Eso es lo que crees?
— ¡No! Jackie, espera… — la persiguió— es que no lo entiendes.
— ¿Qué es lo que no entiendo, Steven? ¿Que tú matrimonio es una mierda? ¿Qué tienes una esposa de mierda?
—Jackie, no fue eso lo que dije. — la tomó entre sus brazos con fuerza, era lo que hacía para impedir que se le escapara como siempre. Jackie trataba de zafarse. — ¡No puedo darte nada de lo que me pides! — exclamó de repente. Jackie detuvo el forcejeo al escuchar el cambio de voz. Petrificada por ese nuevo tono desconocido. — ¡NO PUEDO HACERLO! ¡NO TENGO DINERO, MALDICIÓN! ¡NO PUEDO MANTENER A MI FAMILIA! ¡NI SIQUIERA PUEDO HACERTE FELIZ A TI!
Jackie se quedó quieta mirándolo a los ojos. Debajo de las gafas se asomaban las lágrimas de impotencia más dolorosas que Jackie hubiera presenciado jamás. Steven Hyde nunca se alteraba por nada. No enloquecía nunca. Nunca le había demostrado una sola debilidad. Se dio cuenta de toda la presión que había estado poniendo sobre sus hombros y se puso a llorar también.
—Yo soy muy feliz. Si me haces feliz. — lo abrazó. —Soy la mujer más feliz del mundo, Steven.
— ¿Entonces porque no es suficiente con lo que tenemos? ¿Por qué nunca es suficiente para ti? Cuando estábamos juntos querías casarte, y ahora que estamos casados quieres hijos ¡Nunca es suficiente para ti! ¡He hecho todo lo que has querido y todavía no te entiendo!
—No es eso, Steven soy feliz, soy muy feliz contigo. Pero no quiero perderte y a veces siento que te aburres de mí y que si no te doy un hijo vas a dejarme en cualquier momento.
—No voy a dejarte jamás Jackie, si quisiera dejarte ya no estaría aquí. No puedes vivir conmigo esperando que un día me vaya, no quiero que vivas eso y yo no quiero vivirlo de nuevo. Tienes que confiar en mí o no podremos hacer esto más.
—Entonces tú también confía en mí, confía en que puedo hacerlo. Conseguiré un empleo también, seré una buena madre, déjame intentarlo.
Hyde se quedó callado.
—Dame la oportunidad. — Le dio un beso corto. — Date la oportunidad.
Sus labios se juntaron de nuevo. La boca de su marido tenía un gusto salado por la única lágrima que había llegado hasta allí. Steven se relajó entonces y el beso se intensificó. Hicieron el amor encima de la consola junto a la estufa y Jackie se agarró del ros tan fuerte durante el orgasmo que rompió la figurilla cabezona de la repisa.
Hyde miraba los vestigios de la figura con una sonrisa pícara en el rostro y el recuerdo cayendo del brillo al blanco entre sus ojos, cuando Eric lo pescó en el acto y llamó su atención preguntándole que tanto le miraba a esa vieja repisa. Hyde se sobresaltó y volvió la vista hacia su compañero.
—No creo que lo entiendas. — le dijo.
Fez había estado paseándose de un lado para otro dibujando una raya en el piso con el vaivén y mordiéndose las uñas, nervioso.
—Si Kelso no quiere decirnos lo que pasó, significa que saben que fue él. — dijo Eric
—El policía dijo "bajo sospecha de homicidio" no por el "homicidio"— Lo consoló Hyde.
Deberíamos llamar a su esposa. — Propuso Jackie —Fez tragó saliva entonces y escondió la cara.
—No me parece una buena idea. — Murmuró. — Él mismo dijo que no quería involucrarlos en todo esto.
Eric se rascó el vendaje que rodeaba su nariz enrojecida por el golpe de Hyde.
— ¿Entonces se supone que nos sentemos aquí a esperar a que vengan por el siguiente? Que no lo hayan encerrado no quiere decir que sea libre.
Donna bajó los escalones con una maleta y la puso sobre el sofá, los tres la siguieron con la mirada. Donna abrió la maleta y comenzó a disponer documentos adentro, junto a su ropa.
— ¿Pero qué demonios estás haciendo?
Donna ni siquiera levantó la vista para responder.
— Tengo trabajo que solucionar en Nueva York y creo que lo más inteligente es dispersarse, después hablaré con mis abogados para que solucionen lo de Kelso. Hyde se paró frente a ella.
— ¿Estás de coña?
— ¡Estas huyendo!— acusó Fez
—No estoy huyendo solo… solo…
Jackie la detuvo.
—No puedes irte. Todos estamos en esto juntos. ¡Se lo debes a Michael!
—Primero que nada, todos asumimos riesgos individuales, Jackie. Segundo: tú no tienes que preocuparte porque tenemos un trato que nos impide responsabilizarte por esto. — dijo Donna mirando a Hyde. — Tercero: ¿Qué paso con el "cada quien se rasca con sus propias uñas"?
—Kelso tiene dos hijos, tiene las uñas ocupadas en otras cosas. — dijo Hyde. — Si él cae, todos lo haremos. Lo sabes perfectamente, por eso tienes prisa por irte, para que no te relacionen con él.
— ¿Y de qué va a servir que nos quedemos aquí esperando a que nos arresten a todos? ¿Cómo vamos a ayudarlo si estamos todos en prisión? Además ya hablé con Kelso. Cree que es una buena idea.
—Lleva encerrado en ese baño desde que volvieron de la comisaria ¿Cuándo hablaste con él?
Eric se levantó de repente como si hubiera sufrido una epifanía.
—No, chicos, Donna tiene razón. Estar todos juntos aquí nos vuelve sospechosos a todos y no podremos ayudar a nadie si todos estamos encerrados. Creo que volver a nuestras casas es lo mejor.
Hyde le dio una bofetada.
—Salir de Wisconsin justo después de que interrogan a uno de nosotros es lo que parecerá sospechoso, Forman.
Eric agitó la cabeza.
—Los mantendré informados— dijo Donna y bajo su maleta. Se colgó el bolso en el hombro y comenzó a caminar hacia la puerta.
—ah, no. — Jackie le cerró el paso— Da un paso más y te arranco esa greña pelirroja.
Donna abrió los ojos al tope.
Kelso salió del baño con una servilleta columpiándose con mucha prisa.
— ¡KELSO!
— ¡Kelso!
Los otros lo siguieron.
— ¡No des un paso más, Donna!— amenazó Kelso — la policía recibió un archivo de Heinz, un archivo que no existe en dicha bodega porque yo lo robé de ahí. La "pista" que los encaminó hasta mi firma en ese documento fue entregada a la policía y las únicas personas que tenían acceso a mi portafolio son las seis personas que están aquí. Así que a menos que la policía haya aprendido a hacer magia o Carl Butcher haya entrado a escondidas a este sótano ¡El extorsionador es uno de nosotros! Así que no me dejan otra opción. — Kelso sacó su pistola. Jackie soltó un chillido. Donna levantó las manos. — ¡Que nadie se mueva! ¡Todo el mundo deje lo que está haciendo y enséñenme las manos!
Hyde soltó la figurilla cabezona y subió las manos caminando hacia su esposa, Eric puso una mano enfrente como si fuera a detener la bala con eso en caso de que a Kelso se le escapara un disparo. Fez se tapó los ojos con ambas manos. Jackie corrió a esconderse detrás de su esposo.
— ¡Kelso, baja esa cosa!— ordenó Hyde agachándose para salir corriendo si se hacía necesario.
— ¿Qué crees que haces?— se quejó Donna
—Tranquilo, amigo. — dijo Eric
—Estas llegando a conclusiones equivocadas, viejo.
—No estoy seguro de eso. Hyde ¿Por qué no me dices quienes son los hombres de la camioneta verde donde te reúnes todos los miércoles?— le preguntó Kelso.
Hyde contuvo un suspiro. Jackie lo miró desconcertada.
—Kelso, por favor, ya discutimos eso. — empezó Donna pero Kelso le apuntó de inmediato a ella.
— ¡Kelso!— Eric llamó preocupado — ¡Deja eso!
— ¿Qué haces?- Espetó Jackie.
— ¿Dónde has estado de verdad cuando dices que recibes llamadas de tu trabajo, eh roja?
Donna negó con la cabeza.
— ¡Kelso ya basta!— Fez se acercó él como si no recordara que su amigo tenía problemas médicos de verdad, tan seguro de que no le dispararía que los otros contuvieron el aliento por el desenlace. — ¡Deja eso, estás haciendo justo lo que ellos quieren! ¿No lo ves? — Le agarró la mano con gentileza y Kelso tembló al tacto y bajo la pistola — Nos ponen unos contra otros. ¿Por qué nos pediría entregar a uno de nosotros, si fuera uno de nosotros el responsable?
Kelso lo miró en busca de cordura y la encontró. Fez lo desarmó con tanta facilidad que parecía haberlo hecho antes.
—Por favor, Kelso. Dámela.
Kelso soltó la pistola y Fez la pasó a Hyde por lo bajo aunque su esposa se la arrebató casi de inmediato.
— ¿Qué fue lo que pasó en la comisaria Kelso?— preguntó Hyde
Kelso miró a Fez y suspiró frustrado.
—No lo sé. Carl Butcher estaba ahí. Lo detuvieron bajo sospecha del homicidio del hijo adolescente del mayor Regano. El oficial a cargo de la investigación de Polly.
— ¿Quién?
—Su hermano. El que firmó el reconocimiento del cuerpo. Recuerdo su cara de los diarios. ¡Leí esa noticia una y otra vez!
— ¿Asesinaron al hijo del detective?— Eric se mordió las uñas.
—Son especulaciones. Pero si de verdad tuvo algo que ver, entonces estuvo investigando por su cuenta. — aclaró Kelso
—Significa que podría ser el extorsionador. — inquirió Donna
—Y piensas que está buscando justicia. Si él estuviera tras nosotros o supiera que somos los responsables ¿no crees que estaría tratando de asesinarnos?— dijo Jackie
—Le gusta jugar con la comida primero. Como sea nos estamos quedando sin tiempo para que archiven esto, necesitamos aclarar esto ya. — Dijo Hyde — ¿Tienes su dirección?
—Algo mejor. — Dijo Kelso y les enseñó la servilleta— tengo un plan.
