Tres chicas, las tres de overol rosado, metían sus maletas a una camioneta que las llevaría a Karuizawa.
Kyoko estaba totalmente agotada, había sido una ardua semana... Una semana sin él. Ya estaba harta y eso que todavía no acababa su tiempo sin él, pues no lo vería hasta la filmación en Guam.
"Casi un mes..."
Suspiraba decepcionada con ese pensamiento. Además, él estaba muy extraño, era como si de pronto le estuviese coqueteando. Ella no sabía qué pensar y le ponía muchos nombres, varias excusas para no creer en lo que para muchos sería obvio: un coqueteo.
"Ren..."
Le hablaba de tú a tú, y le hacía insinuaciones cariñosas... ¡Muy cariñosas!
Aún podía recordar cómo esa noche del martes le dijo por su nombre de pila. Ella no pudo aguantar las miles de emociones que le causó el escuchar su nombre salir de su boca, con su voz, tan irresistible, y luego en los mensajes de texto la siguió tuteando.
¡Ya no sabía cómo reaccionar!
Pero de repente, volvió a decirle "Mogami-san" y de alguna forma todo volvió más o menos a la normalidad. Y de pronto de la nada ya no la llamaba y ella no tenía el coraje de llamar o enviar mensajes porque algo le decía que tal vez le volvió a decir "Mogami-san" porque estaba molesto o algo así. Entonces, por ese motivo, en lugar de hacer algo al respecto, se limitó a mirar como estúpida el teléfono por horas y horas, aunque no quería admitirlo, esperando su llamada. Esa noche, osea horas atrás, tenía una "Pijama Party" con María, Kanae y Chiori. Todo fue felicidad para Kyoko hasta que la sorprendieron mirando su celular con tristeza, dudando si llamarlo o no; en ese mismo momento se lo quitaron, marcaron el número por ella y se lo dieron cuando ya era muy tarde.
Hasta el momento seguía haciéndoles mala cara a sus amigas quienes le sonríen con culpa, excepto Kanae, ella estaba tranquila porque ella no tuvo que ver con la travesura.
Pero, volviendo a pensar en eso se volvía a preocupar, estaba asustada.
¡Había dicho algo que pudo haberla expuesto!
Estaba bastante preocupada por eso aunque intentaba mantener la calma para no enloquecer.
Y además estaba el oxigenado de sus pesadillas.
Sho también se comportaba extraño, había decidido llamarla "senpai", y aunque no le gustaba era mejor a que la llame por su nombre y la gente siga haciéndose erradas ideas sobre ellos.
Estaba muy... ¡Muy meloso! Parecía que... ¡Parecía que la trataba como a una chica!
Eso era algo demasiado traumatizante, pero al instante sacaba su verdadera personalidad golpeando su ego y así todo volvía a ser normal. No, eso no era algo normal pero para ellos sí. Porque Kyoko en serio se sentía muy extraña con Shotaro tratándola de esa forma jamás pensó que lo que fue su sueño en el pasado se sienta tan desagradable y en verdad prefería cuando la trataba como un ser asexuado en Kyoto. Tal vez en el fondo porque ella tampoco lo vio de la misma forma en la que ahora ve a Ren y en realidad ella solo se enamoró de la idea. Ah, mucho que reflexionar. Por otro lado, no volvió a tener pesadillas, sin embargo el miedo seguía rondándola, atormentándola, pues ella tenía ya el presentimiento de que de alguna forma él lo sabía.
No dejaba de pensar en Reino y en lo que podría estar tramando.
— ¡Kyoko-senpai! ¡Kyoko-senpai! ¡Ya salió la canción de Fuwa-san en Spotify! ¡Love ya! —gritaba Chiori con celular en mano, Kyoko suspiró agotada, no tenía ganas de escuchar la canción, mucho menos de ver el vídeo— ¡Oh! ¡Kyoko-senpai! ¡Apareces en la portada del álbum! —Kyoko rodó los ojos, y entonces llegó el transporte, se despidieron de María y todas entraron al auto.
Terminaron escuchando la canción, no podían ver el vídeo porque no tenían conexión, pero Chiori tenía el servicio Premium por lo que sí podían al menos oírla. Kanae y Chiori se quedaron lelas escuchando la letra, esa letra no solo era una declaración de sus intenciones con Kyoko —porque claramente la letra era sobre Kyoko—, sino que también era una clara declaración de guerra para Tsuruga Ren... Y la única que no lo notaba, o al menos no lo relacionaba del todo, era Kyoko, quien estaba inexpresiva.
— No canta mal...
Fue el único comentario que hizo al terminar la canción, y Chiori y Kanae se miraban entre ellas con duda. Luego Kanae suspiró y comenzó a dormir, mientras Chiori escuchaba su música. Kyoko solo meditaba, esa letra casi sintió que era para ella, pero luego se convenció de que no era posible. Siguió meditando en lo que le dijo a Ren, le preocupaba que tal vez con eso él lo haya notado, y en cuanto tiempo podría mantener sus sentimientos ocultos. Haría lo posible porque nadie lo notase, pero no ayudaba que cada vez sea más grande el número de personas que lo sepan o sospechen. Sus amigas por ejemplo, tenía el presentimiento de que ya lo sabían; y aunque de todos modos le aliviaba que todavía podía sortear la situación, el beaggle era otro asunto.
"¡¿Y si con sus poderes demoníacos lo descubrió?!"
Lo peor de todo era que no estaba tan lejos de la realidad.
"Ya estás viniendo, caperucita, ya estás viniendo..."
Reino estaba tomando una bebida en un hotel de Karuizawa, recordaba la entrevista que dio en la mañana, seguro ya se estaba transmitiendo.
Sho estaba en su camerino, en el estudio de "Demonds Heaven". Se encontraba mirando televisión tranquilamente para contemplar su éxito. Ya estaban todos los canales hablando de su nuevo PV y se estaba desatando el escándalo sobre su traslado a LME. Los principales comentarios eran sobre lo genial que fue su nuevo PV, del trabajo de primer nivel tanto en la composición de la canción como en el video... Oh, y de lo bella que se veía Kyoko en este. De hecho hasta le irritó un poco lo mucho que se centraban en alabarla y babear por ella en los programas a un punto que le pareció algo irrespetuoso incluso.
"Todavía es menor de edad, gordo estúpido. Tcht."
No paraban de resaltar de que si no fuera porque su nombre aparecía bien grande en los créditos nadie la hubiese reconocido, lo de siempre y aunque era cierto también le irritaba un poco. Afortunadamente, el humor de Sho no se vio amenazado por esos detalles puesto que de lo que principalmente hablaban era del beso. Sí, el beso que no se acabó ni si quiera con las ordenes de Asami, quien seguro en estos momentos estaba enfadada ya que ella no había autorizado que eso también salga en el vídeo. Sho había hecho unas tretas con el equipo de edición sin decirle. No se hicieron esperar los rumores y las suposiciones, bastantes favorables para Sho, que se hicieron los periodistas y conductores de los programas.
Sho se reía. Estaba muy peligrosamente feliz. Se sentía un triunfador, ya solo esperaba ver la reacción de Tsuruga Ren cuando se ponga al tanto de todo. En especial porque no sabía que Kyoko le había contado de antemano; así que pensaba que Ren se iba a sorprender y así lo iba "hacer entender" que nunca podría arrebatarle a Kyoko. Además, así fuese que de alguna forma se hubira enterado, seguro no se esperaba el beso apasionado del final ni el mensaje que juntos fueron la cereza del pastel.
"Cuánto quisiera poder ver tu cara cuando lo veas, Tsuruga."
Y en eso, justo como "hablando del rey de Roma", en los programas empezaron a hablar también del vídeo de Ren cantando. Escupió su gaseosa por la sorpresa y, cuando se recuperó de su asombro, un poco de envidia le nació.
"¡Ja! Con que ahora el actorcito de quinta se cree cantante... ¡Ja! Ni que llegase a notas dignas de apreciar..."
Pero de repente apareció lo que menos hubiese querido que sucediera, y lo que menos se esperaba ver en el momento. Reino y su grupo estaba ahí, en televisión, anunciando su regreso y que ya estaban grabando su nuevo sencillo en... ¡Karuizawa! ¡Karuizawa! ¡A dónde estaba yendo Kyoko en esos momentos, si es que no estaba ahí ya!
Sho apagó la televisión, enfadado era poco para describir su estado emocional en ese momento. No lo pensó más, estaba ansioso y preocupado, así que tomó el móvil y marcó.
Kyoko y las chicas ya habían llegado y se reunieron con Ruriko y el director que sería responsable de los vídeos del nuevo álbum de la idol, el álbum que prometía quitarle la corona a Fuwa Sho. Aunque, claro, Ruriko le reclamó a Kyoko por haber estado en el vídeo de Sho y la acusó de traidora. Ante esto Kyoko le prometió a Ruriko que trabajaría mejor en su vídeo que en el de Sho y ella se calmó. Tal vez eran "enemigas", pero a ambas les gustaría aplastar un poco el orgullo del "rubio". Bien se dice que el enemigo de tu enemigo es tu amigo. Al final las tres amigas se fueron a pasear por los alrededores y encontraron un hermoso jardín, estuvieron un largo rato disfrutando de este hasta decidieron ir a descansar a sus habitaciones. Kyoko no siguió a sus compañeras, se quiso quedar un rato más y les pidió que se adelanten. Ellas, un tanto inseguras, finalmente aceptaron por la insistencia de su amiga.
Cuando se fueron y la dejaron sola, Kyoko seguía pensando y pensando, suspirando una y otra vez. Vomo no había nadie cerca, luego de besar a su princesa Rosa, sacó el móvil y comenzó a releer los mensajes de él. Entonces no aguantó y buscó en su galería esa foto.
Sí, esa foto, su tesoro.
Kyoko estaba embelesada con su tesoro secreto, tanto que por poco y le dio un ataque al corazón cuando su teléfono comenzó a sonar inesperadamente; y casi se le sale el alma por la impresión. Cuando sus latidos volvieron a ser regulares se fijó en el número, era un número desconocido.
Le entró el temor pero se hizo de valor y contestó, tendría que enfrentar lo que sea.
—¿Hola? —respondió tranquilamente la llamada—¿Ho...? ¿Hola? —volvió a preguntar al no recibir respuesta, esta vez ya no tan tranquila, aunque le consolaba darse cuenta de que no se sentía esa nefasta energía— Vaya... Parece que se equivocaron...
Ella tenía miedo de que sea Reino, pero algo le decía que no era él.
No tenía esa extraña sensación de terror.
No, no era Reino.
Sho, no quería responder porque quería darse el tiempo para disfrutar de esa tierna voz. Cuando ella sabía que se trataba de él no le hablaba de esa forma tan tierna, pero, al darse cuenta que iba a cortarle si seguía en silencio, habló de inmediato.
— ¡Ja! ¡Hasta por móvil tienes voz de idiota! —le dijo con sorna, pero una extraña forma de sorna.
¿Cariñosa, tal vez?
— ¡¿Shotaro?!
— Hola, senpai...
— ¡¿Tú... ?! —no hacía falta mirarla para saber que su expresión se convertía en una aterradora.
— ¿Esperabas a alguien más?
— ¡A cualquiera menos a ti! —se sobaba la frente irritada— ¡¿Cómo conseguiste mi número?!
— Fácil —sonrió ladinamente—... Solo tuve que recurrir a un pajarito.
— ¡¿Qué?! —suspiró— ¡¿Quién demonios te dio mi número?!
— No te puedo decir... Es un secreto...
— ¡¿Qué?! ¡¿No me vengas con esto, Shotaro?! ¡¿Quién demonios te dio mi número?!
Sho no sabía si decirle o no, pero al final solo soltó una risita, de esas que dan mala espina y le respondió.
— Lo siento, son cosas de hombres...
Y es que Sho tuvo una gran odisea para conseguir el número de Kyoko.
Primero se lo intentó sacar a Asami y a Shoko, pero ambas se negaron. Y entonces, el Martes, filmando otro de los vídeos promocionales con Nick, sin darse cuenta que este lo hacía por molestarlo, escuchó que el modelo extranjero hablaba de lo feliz que le hacía haber conseguido el número de Kyoko.
— Ay, por favor, ¿en serio te emociona? —bufó— Es una chica plana y sin atractivo... Ja... Quítale el maquillaje y nunca la notarías...
— ¿Crees que eso me importa, Fuwa-kun? —sonríe ladinamente— Me interesa y ya...
— Ja... Pero para colmo es una santurrona de primera... A ver, dame el número, tal vez te dio uno falso... Ja...
— Espera —sonríe burlón—... Oh, Fuwa-kun... ¿De verdad crees que le daría a otro hombre el número de la mujer que me interesa? ¡Ja! ¡Tienes que estar bromeando! —suspira recuperandose de las risas— Ni que fuera un idiota —le dio palmadas "amistosas" en el hombro.
Ese gesto no le gustó para nada a Sho, porque le hacía pensar, y no se equivocaba, que Nick lo tomaba por un idiota.
— Y aparte —el modelo mira fijamente al cantante—, que tú no hayas podido conseguir algo de ella no quiere decir que yo no pueda —termina de decir con una maliciosa sonrisa de satisfacción al haber conseguido el objetivo de sacarlo de quicio y dejar su ego por los suelos.
Lo dicho por ese modelo realmente dejó a Sho hirviendo en furia. No solo porque alguien más tenía el número de Kyoko, sino que para colmo habían puesto en duda su virilidad.
Antes de poder responder, Nick se había comenzado a reír de él, pues disfrutaba jugar con el hecho de que el cantante no conociese su verdadera orientación. Obviamente, Sho lo tomó como que disfrutaba la humillación que le acababa de hacer y enojado se retiró de ahí porque su mente no le dio para ninguna respuesta y estaba demasiado frustrado como para intentar seguir pretendiendo.
Pero, volviendo a la respuesta de cómo logró Sho conseguir el tan ansiado número de la pelinaranja, fue unos minutos antes de que Sho se tope con la desagradable noticia; aquella que ahora tomaba como excusa para su llamada.
Kijima y Murasame jugaban póker en el estudio mientras Sho tomaba una bebida en un sofá cerca de ellos.
— Ah —suspiraba con aburrimiento—... Todo está aburrido sin las chicas —se quejaba el mujeriego.
— ¡Ja! —sonreía Murasame con sorna— Parece que nunca cambias...
— ¡Bah! —se recostaba en su asiento— Ni si quiera sé jugar póker —aventó a la mesa con desdén las cartas que tenía en su mano.
— ¿Entonces que quieres hacer? —Murasame imitó a su compañero— No hay nada divertido qué hacer y cómo dijiste no hay chicas...
Kijima miró de reojo a Sho, se le ocurrió una idea para divertirse un poco.
— Voy a llamar a Kyoko-chan, por supuesto.
Al instante Sho salió de sus cabales.
"¡¿Ella le dio su número a este también?!"
— Esa chica — se acercó a ambos jóvenes, con su típico ego y sensación de superioridad— ¿Esa chica te dio su número? —preguntó con cierto tono burlón y en su pose de relajado egocéntrico, aunque no pudo evitar hacerla medio disforzada.
Estaba celoso y no podía ocultarlo.
— ¿Sí...? —sonríe divertido al notar la apenas oculta irritación de Sho al recibir la respuesta— Es lo que acabo de decir...
— ¿Voluntariamente? —hizo con una sonrisa de medio lado.
— No le apunte con ningún arma para que me lo diera —decía con sarcasmo, tanto en su tono como en sus gestos—... Así que creo que sí, me lo dio voluntariamente.
— Ah, Kijima, Kijima, Kijima —suspira teatralmente— Te lo digo porque la conozco —se encoge de hombros—... No conseguirías nada con ella, es tan mojigata que parece no ser de esta era.
Kijima sonrió y luego comenzó a reír recordando que lo que decía Fuwa le constaba.
— Es cierto, yo mismo lo he comprobado, pero —sonrío desafiante a Fuwa—... Eso lo hace más interesante —agrega con voz melosa adrede— ¿No lo crees, Fuwa-kun?
— Como sea —Sho estaba muy arrepentido de lo que tenía que hacer—... Dame su número —susurró casi inaudible.
— ¿Qué? —preguntó Kijima, sí lo había escuchado pero quería fastidiarlo.
— Que me pases su número.
— ¡¿Qué?! ¡Fuwa-kun! —arquea las cejas— Por favor habla como hombre porque no te escucho —le decía con socarronería.
— ¡Que me des su maldito teléfono! —terminó gritando desesperado y harto.
Kijima no pudo evitar reír internamente.
— ¡Ah-ah! —negó con la cabeza conteniendo mal su sonrisa burlona— Fuwa-kun, no dijiste las palabras mágicas...
Sho puso los ojos en blanco, lo pensó un poco y volvió a dar su petición.
— Por favor, Kijima, ¿me pasas el número de Kyoko?
— Oh, bueno —hace una risita— Me gustaría hacerlo, Fuwa, pero Kyoko me dijo específicamente que no se lo de a nadie, y menos a ti.
— Lo necesito —finalmente lo aceptó.
Kijima casi se peñisca, al fin ese chiquillo engreído actuaba como un hombre. Suspiró y decidió que se lo daría, no porque le agrade personalmente el cantante o la idea de que consiga a Kyoko, sino porque él ya tenía casi por completo la certeza de que el chico frente a él ya no pintaba más en la historia.
Ya qué más daba si le daba el número o no, aparte podría sacar ventaja de la situación, y no iba a perder oportunidad de hacerlo.
— De acuerdo, hagamos un trato —sacó un lapicero y agarró una de las cartas de poker, para apuntar en esta el tan solicitado número— Tú me das el número de tu sexy representante y yo te doy el de Kyoko-chan...
Y entonces, al intercambiar el número de las mujeres, Sho se fue muy contento a su camerino y el resto ya se supone.
— ¡¿Y para qué me llamaste?!
— Para aparecer en tus sueños.
— ¡Querrás decir pesadillas!
— Mientras este en tus pensamientos esta bien por mí —dijo ahora con un tono mucho más serio y tenso, que a Kyoko dejó confusa.
"¡¿Qué-qué mosco le picó a este?!"
— Ya enserio... ¡¿Qué es lo que quieres ahora?!
— ¿Ya sabes lo del "beagle"?
— ¿"Beagle"? ¿Qué tiene el "beagle"?
— Está de vuelta —anunció con asco—... Está en Karuizawa, Kyoko
— ¡¿Qué?!
Kyoko miraba aterrada a su alrededor. No, aterrada era poco.
¡Empezaba a entrar en pánico!
—Ten los ojos abiertos... —le decía con seriedad y preocupación— Ahora no estaré ahí para defenderte...
— ¡Espera! ¡¿Quién te ha dicho a ti que te necesito para defenderme?!
— No, caperucita —susurró alguien desde la espalda de Kyoko—, creo que deberías hacerle caso.
— ¡Uahhhh! —escuchó por ultimo, Sho, antes de que la llamada se corte.
— ¡¿Kyoko?! —Sho estaba aterrado y entonces volvió a marcar y contestaron— ¡Kyoko, estúpida! ¡No cortes así de la nada! —reclamó y esperó respuesta pero entonces se dio cuenta de que no recibiría alguna, todo estaba en silencio— ¡¿Qué mierda sucede?! ¡Kyoko! ¡Contesta de una buena vez idiota!
— Hola, Fuwa —Sho se quedó impactado, no creía volver a escuchar esa voz tan pronto—, tiempo sin escuchar tu voz...
— ¡¿Dónde está Kyoko?!
— Wow —se admiró irónicamente— ¡Cuánta agresividad!
— ¡Te lo advierto, maldito perro del infierno, si le haces algo te juro que...!
Él no terminó su amenaza cuando la llamada se cortó.
Ella sintió como su cuerpo se congelaba, la voz no le salía, él había llegado, su peor pesadilla. Ni si quiera podía luchar. Luego de que le cortó a Sho, comenzó a aplastar y a revisar el móvil, para entonces por fin ella pudo gritar, pero seguía sin poder moverse.
— ¡¿Qué haces, perro demoníaco?! —luchaba por moverse pero era como si unas cuerdas invisibles la tuviesen inmovilizada— ¡Dame mi celular!
— No.
— ¡Dámelo!
— ¡Dame mi celular o no respondo!
Reino solo la miró con una sonrisa maliciosa, una que por instantes la dejó petrificada, podía ver su vida pasar por delante.
— ¿Qué...? ¿Qué le haces a mi celular? —susurraba aterrada— ¡¿Lo estás convirtiendo en un portal hacia el inframundo?!
—... Nunca dejas de sorprenderme —le dijo luego de soltar una pequeña carcajada, que daba mucho más mala espina que la sonrisa maliciosa.
Pero entonces Kyoko se llenó de valor cuando lo recordó, lo recordó a él.
Reino le tenía miedo a su amado, sintió como esas ataduras invisible la liberaron. Ella se comenzó a reír sarcásticamente y avanzaba lentamente a Reino, quien la miraba inexpresivo, ella le sonrió confiada.
— Bien, ríe cuánto quieras... Pero... ¿Sabes? Tsuruga-san aparecerá en cualquier momento y ahí vamos a ver que haces —se cruzó de brazos y lo miraba desafiante.
Hubo un silencio, ella se sentía victoriosa y sonreía, pero su sonrisa se borró cuando Reino comenzó a reír, burlándose de ella, claro está.
— No creo que tú en verdad quieras que aparezca —se acercó a ella y le acarició el rostro con una sonrisa—... No te conviene.
— ¿De qué hablas, estúpido perro...? —ella no terminó de formular su pregunta pues Reino le mostró la pantalla de su móvil, y así Kyoko se quedó impactada viendo ante ella su mayor tesoro y a la vez su mayor vergüenza.
— Ah, caperucita, no entiendo cómo es que pudiste dejar que te sorprenda, incluso me tomé la molestia de meterme en tus sueños para advertirte de mi llegada —suspiró y se acercó a su oído para susurrar con picardía—... Me pregunto qué diría tu "respetado senpai" al ver esto, ¿quisieras averiguarlo? —le acaricia el rostro— aunque también esta Fuwa, esto le parecería muy divertido, ¿no? —la mira a los ojos— Dejarlo de lado estaría mal...
"¿Qué...?"
— Vaya... Kyoko las apuestas son para cumplirse, ¿no? —ríe—. Parece que has estado haciendo trampa...
"¡Esto no...!"
— Pero eso me gusta de ti...
"¡Esto no es posible!"
— Lo único malo es que —le olfatea el cuello—... Ahora apestas a amor...
