Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.
Cosas Simples
Parte 2
Charlie, Isla y Finn están acurrucados a mi alrededor, dormidos. Colocaré a los bebés en sus moisés esta noche para mantenerlos cerca, pero Charlie se quedará en la cama conmigo. No tengo ganas de dormir sola.
Es tarde, cerca de las once. Edward debería haberme llamado ya, pero a veces él se entretiene. Esto lo sé. Simplemente estoy ansiosa por cómo dejamos las cosas temprano. Mi teléfono vibra y lo tomo, aliviada cuando llega un mensaje de él.
Perdón por no llamar. Vuelo retrasado, día largo.
Me iré a dormir ahora. Hablamos mañana. Te amo.
Leo las palabras una y otra vez, odiando mi soledad.
Te amo. Buenas noches.
Deslizando mi teléfono de vuelta en mi bolsillo trasero, salgo de la cama así puedo colocar a Isla y Finn en sus moisés. Una vez que están acomodados, empujo a Charlie hacia el lado de la cama de Edward y ajusto la colcha a su alrededor. Ella masculla algo y se da vuelta, sus rizos largos enredados sobre su rostro. Los aparto, permitiéndome un momento. Ella está creciendo tan rápido. Todos lo están.
Me estoy cepillando los dientes cuando mi teléfono vuelve a vibrar, esta vez con una llamada. Escupiendo la pasta, me limpio rápidamente la boca y lo contesto, cerrando la puerta del baño así no se escucha mi voz.
—¿Hola?
—Hola. Soy yo.
—Hola...
—No podría irme a dormir sin escuchar tu voz.
Mi corazón se derrite. Cierro los ojos, inclinándome contra la encimera.
—Sí, yo tampoco. La... lamento lo de hoy. Esta mañana.
—Está bien. También lo siento. No me gusta dejarlos. —Hace una pausa—. Se hace cada vez más difícil.
Asiento, más para mí misma porque él obviamente no puede verme.
—Lo sé.
—Como sea, en serio debo irme a dormir. Pero te amo.
—Te amo.
—¿Estás segura? —bromea él.
—Sí. Ve a dormir.
~tbts~
Hago todo lo posible para mantenerme ocupada durante los próximos días. Los niños y yo visitamos a mi papá y a Sue, nos quedamos a cenar una noche, y llevo a Charlie a la casa de Nessa para jugar otro día.
—Déjala aquí —insiste Angela—. Déjala jugar.
—¿Estás segura?
—Por supuesto. Tomaría a los gemelos también, pero...
—Nah, está bien —digo con una risita, aliviando su culpa. Isla y Finn son complicados, pero son míos.
Esa noche, acabo entrar a tomarme una ducha rápida cuando mi teléfono suena. Por supuesto que debía pasar cuando no estoy disponible. Maldiciendo, me apresuro a terminar la ducha y luego salgo, levantando el teléfono. Hay un mensaje de voz, pero solo es Alice, preguntando por un cliente que tuvimos en el pasado. Decepcionada, envuelvo mi cabello en una toalla y le marco a Edward, sorprendida de que no haya llamado.
El teléfono suena varias veces, y me estoy preparando para dejar un mensaje cuando de repente conecta. Inmediatamente escucho voces gritando y música—debe haber salido con los chicos. Esto me sorprende. Normalmente se toman con tranquilidad la noche anterior a un partido.
—¿Hola? —intento—. ¿Hola? ¿Edward? ¡Hola!
Esto es tan ridículo. Me siento en la universidad de nuevo, perdiéndome una fiesta. Poniendo los ojos en blanco, suelto el teléfono y termino de secarme.
Suena. Lo levanto.
—¿Edward?
—Hola, cariño —masculla él.
Mi reflexión en el espejo no podría estar más asombrada si lo intentaba. Quiero decir, él sigue asistiendo a fiestas. Ambos lo hacíamos antes de que quedara embarazada. Pero esto se siente inusual. Especialmente porque el partido de mañana es importante.
Especialmente porque no estoy allí con él.
—¿Qué pasa? —pregunto, encogiéndome al notar mi tono crítico.
De repente, el ruido de fondo se esfuma, como si se hubiera ido a un lugar silencioso.
—Es el cumpleaños de Sammy. Estamos en el salón del hotel. —Él le grita algo a alguien y luego vuelve—. Iré a mi cuarto ahora.
—Oh. —Me inunda el alivio. Son solo las nueve, después de todo.
—Iba a llamar...
—Está bien. No sabía que iban a salir.
—¿Cómo están mis hijos? —pregunta.
Sonrío para mi pesar.
—Están bien. Acabo de acostarlos... acabo de salir de la ducha.
Él no responde, y entonces escucho voces de fondo, las cuales algunas definitivamente son femeninas. Hemos lidiado con esto antes, y no hay nada que pueda hacer más que amarlo y confiar en él y no volverme loca con las ideas. Pero apesta. Quiero estar allí. Quiero que él esté aquí.
Creo que mayormente quiero ser la chica autosuficiente que era antes de enamorarme por completo de Edward Cullen.
—Dios... te extraño, Bella —dice él, incluso a millas de distancia suena muy cachondo.
—Bien, porque yo también te extraño.
—Realmente te extraño. Extraño... —Su voz es ahogada por otras voces, fuertes y molestas.
—Llámame cuando estés en tu cuarto, Edward.
—De acuerdo. Te amo, cariño.
—Te amo.
Sin embargo, él no llama. Finn se despierta varias veces durante la noche, y cuando me levanto en la mañana, exhausta y cascarrabias, no puedo evitar desear que Edward tenga una resaca que compita con mi cansancio.
~tbts~
Por tradición, Emmett, Rosalie, Makenna y Embry vienen el día del partido.
Usualmente tratamos de juntarnos para los partidos afuera de Edward, incluso si es para comer pizza y estar frente al televisor. Es bueno estar con la familia, y aprecio los pares de brazos extra para sostener a los gemelos, jugar con Charlie, y ayudar a limpiar.
Es especialmente bueno que estén aquí hoy porque estoy de un humor terrible. Difícilmente le presto atención al partido y me encuentro pensando en la noche anterior, en lo distraído que Edward ha estado y lo penosamente dependiente que me he vuelto.
—¿Puedo pasar la noche, tía Bella? —pregunta Makenna cuando el partido va a su primera tanda comercial.
—Makenna, cariño —dice Rosalie, jalando de la coleta de su hija—. Bella probablemente esté cansada...
—Me encantaría —digo suavemente, encogiéndome de hombros—. Quizás las dos puedan quedarse.
Nuestras miradas se encuentran y Rose hace una pausa, asintiendo. Ella entiende muy bien por lo que estoy pasando. Estuve allí cuando ella tuvo a Embry, pero recuerdo a Emmett contarme todo sobre su depresión postparto. Sue a menudo se quedaba con ella, ayudándola de la manera en que ella me ayuda ahora, y ella fue al terapeuta por un par de meses.
La mía es leve en comparación, pero los viajes frecuentes de Edward tienden a agravarla.
El partido continúa, así como las bromas de mi hermano. Él ama hablar mierdas de los jugadores—especialmente de Edward. Normalmente, es gracioso, pero soy una aguafiestas hoy. En vez de arruinar el ambiente, me disculpo y escapo hacia la cocina.
La cocina es un alivio. Nadie me necesita en estos momentos, nadie está llorando o quejándose. Nadie se está yendo. Solo soy yo. Afuera, está lloviendo, y me paro allí por un largo tiempo frente a la ventana sobre el fregadero. ¿Cuántas veces he estado aquí parada en este lugar, mirando a Edward y Charlie en el patio?
Isla y Finn sólo tienen tres meses. No es que serán pequeños por siempre. Y no es como si estuviera deprimida todos los días. La mayoría de los días están bien. Me encanta mi vida. Simplemente... es difícil, lo que son mentiras porque vamos. Vivimos una vida de lujos. Es mucho más fácil, en muchas formas, de lo que era cuando solo estábamos Charlie y yo.
Aún así, preferiría tener a Edward aquí.
Hay unos gritos de aliento en la sala seguido por los provenientes del televisor; supongo que anotamos. Mi ojos caen hacia el fregadero lleno de platos y comienzo a enjuagarlos, cargándolos en el lavavajillas.
Rose se une a mí después de un rato.
—Oye. ¿Qué pasa?
—Solo limpio un poco.
—Makenna puede hacer eso...
—Lo sé. Está bien. —Me encojo de hombros, forzando una sonrisa—. Tengo ganas.
—De acuerdo. —Ella se queda para a mi lado por un rato, sin decir nada. Aprecio la cercanía, el silencio. Después de un momento, se une a mí, enjuagando y cargando, limpiando las encimeras.
—¿Sabes que está bien, cierto? Extrañarlo.
Asiento, echándole un vistazo.
—Sí. Lo sé. Simplemente... sabía lo que me esperaba, ¿sabes?
—Sí y no. —Ella sacude su cabeza, colocando un plato dentro del lavavajillas—. Esto es algo que se aprende en el camino.
No sé por cuánto tiempo he estado aquí cuando Emmett entra y toca mi brazo. Desconcertada por su expresión, cierro el grifo.
—¿Qué?
—Edward está herido.
—¿Qué? —Secando mis manos en mis jeans, me apresuro hacia la sala—. ¿Está bien? ¿Qué pasó?
—No lo sé...
—¿Su ligamento de nuevo?
Charlie está quieta como una piedra, observando la pantalla. Incluso Embry está callado, mordiendo la uña de su pulgar ansiosamente.
—Él estaba corriendo y entonces otro tipo lo golpeó y fue un desastre y entonces... —él divaga sin parar, pero su voz se esfuma mientras me pego a la pantalla, esperando a que el grupo de jugadores se mueva así puedo ver a mi marido. Entonces pasan la repetición, mostrando todo en cámara lenta: Edward y un jugador del LA Galaxy corren hacia el balón al mismo tiempo, estrellando sus cabezas tan fuerte que ambos caen. Ambos permanecen en el suelo, pero es Edward quien está sangrando, como veo ahora que la cámara volvió al campo.
Mi estómago da un vuelco. Me siento en la otomana más cercana al televisor, esperando, escuchando a los locutores hablar sin cesar sobre lo que acaba de pasar. Las estadísticas de Edward aparecen en la pantalla, porque eso es tan importante, y entonces los paramédicos están allí, subiéndolo a una camilla.
—Oh, por Dios —susurro—. No. Yo... debería estar allí. ¿Cierto? Rose. —La miro en pánico.
—Sí. Quiero decir, quizás... —Ella mira con impotencia a Emmett, quién cierra los ojos y toma aire profundo.
—Mamá —dice Charlie, acercándose a mí. Ella está aterrada. La tomo en brazos, permitiendo que presione su rostro contra mi cuello de la manera en que lo hacía cuando era pequeña.
—Va a estar todo bien —dice Emmett. Él debe ver la locura en mi rostro, porque se encuentra a mi lado en un instante—. Luce feo. Pero estas cosas pasan todo el tiempo. No es su primera lesión.
—Es en su cabeza...
—Tampoco es su primera herida en la cabeza, Bella.
—No es consolador —digo, mi voz tiembla mientras intento calmarme en vano. Sigo mirando la pantalla, donde siguen repitiendo el golpe—. Debería ir, Emmett. Él me necesita allí. Llevaré a los niños. Llevaré a Makenna para que me ayude.
—Yo iré —dice Rose—. Contigo y los gemelos. Chuck puede quedarse con Em, Makenna y Embry. ¿Cierto? —Ella mira entre Emmett y yo.
Mi teléfono comienza a sonar en mi bolsillo. Rápidamente lo busco, casi dejándolo caer.
—¿Hola?
—Bella —chilla una voz familiar—. ¡Soy Kate!
—¿Kate? ¿Estás allí? —pregunto, dejando que Emmett tome a Charlie.
—Sí. Estoy tratando de bajar hacia allí, pero no me lo permiten por obvias razones. Pero creo que Garrett está con él.
Mi corazón late tan fuerte que lo siento en mis oídos.
—¿Puedes ver algo? ¿Él está bien?
—Están trabajando en él ahora, así que está algo agitado. Pero te mantendré al tanto.
—¿Está despierto?
—Sí. Solo estuvo desmayado por un segundo.
—Tomaré un vuelo esta noche.
—Yo lo haría —dice ella de inmediato—. Definitivamente.
El hecho de que ella esté tan segura me consuela de alguna forma. Como si no estuviera siendo exagerada.
—Sé que es difícil con los niños —continúa—. Pero si puedes, Bella... oh, espera. Deja que te vuelvo a llamar. —Ella cuelga antes que pueda decir algo, haciendo que mi corazón se acelere.
—¿Qué dijo? —demanda Emmett.
—Solo que... Edward está despierto. Y que Garrett se encuentra con él... —Mi teléfono suena otra vez.
—¿Kate?
—Bella. Bien. Él está bien, Bella. Va a necesitar puntos, y probablemente lo lleven al hospital para un chequeo rápido, pero se encuentra bien.
Los puntos parecen ser serios, pero Kate suena aliviada y ella está en el partido. Abrumada por el alivio, me siento en el sofá.
—Él está bien —repito.
Rose se cubre la boca, asintiendo, y Emmett sonríe. Charlie sigue envuelta alrededor de él como una pitón, y sé que ella y yo tendremos una charla sobre ello más tarde. Pero por ahora, es suficiente con que Edward esté bien.
E iré. Definitivamente iré.
~tbts~
Para las ocho, estoy esperando un vuelo de American Airlines a Los Ángeles.
Soy un desastre. Entre mi preocupación por Edward y mi culpa por dejar a mis hijos, he estado llorando toda la tarde. Odié dejar a Charlie, que lloró más fuerte de lo que jamás la he escuchado. Y odié dejar a mis bebés también, que estaban dormidos cuando los dejé con Rose y Emmett. Jamás he estado sin ellos, y no había planeado hacerlo tan pronto, pero al final decidimos que sería menos estresante pera todos si iba sola. Es solo por una noche.
Alguien me choca, y jadeo. Mis pechos están sensibles y algo adoloridos. Tendré que extraer leche no bien llegue a mi hotel, algo que no disfruto a pesar de que lo hago en casa.
Kate me envía un mensaje, haciéndome saber que Edward ha sido dado de alta del hospital y que se encuentra de camino al hotel. Me quedaré en el cuarto de al lado, pero planeo hacer que Edward se quede en mi cuarto esta noche. Lo necesito conmigo.
No. Él me necesita.
Trato de dormir durante el corto vuelo al LAX, pero es prácticamente imposible. Estoy demasiado ansiosa como para relajarme, así que miro la revista que ofrece el avión. Le mensajeo a Kate ni bien tocamos suelo, y ella responde de inmediato.
Estoy en la acera. American, ¿cierto?
Sí. Gracias, Kate.
No hay problema. Nos vemos pronto.
—Es bueno verte —dice Kate luego, palmeando mi rodilla mientras sale del aeropuerto—. Desearía que fuera bajo mejores circunstancias.
—Yo también —digo, haciendo una mueca cuando mis pechos presionan contra mi sostén maternal. Agh, me siento asquerosa.
—¿Estás bien? —Kate me echa un vistazo, preocupada.
—Mis pechos. No estoy acostumbrada a estar lejos de los gemelos.
—Oh, mierda. —Sus ojos se ensanchan, casi graciosamente—. ¿Necesitas que me detenga o algo?
—No —respondo, dándole una sonrisa irónica—. Lidiaré con ello en el hotel.
—Sí, ni siquiera quiero saberlo —bromea, sacudiendo la cabeza—. Eres como Súper Mamá con esas cosas.
—Sí, sí. —Pongo los ojos en blanco—. ¿Cómo está Garrett?
—Bien. No está tomando bien su derrota —dice ella. LA Galaxy perdió ante los Sounders, 2 a 3—. Y él hubiera venido conmigo, pero quería estar con Edward hasta que llegaras aquí.
—Eso es muy bueno de su parte.
—Oh, siempre han sido así de leales... Edward estuvo aquí cuando Garrett tuvo una conmoción hace unos años.
—No sé cómo lidias con esto.
—No es tan malo. Quiero decir, la posibilidad está allí y definitivamente ocurren, pero podría ser peor. Podría ser motocross o montar toros o algo.
—¿Entonces Edward realmente está bien?
—Sí. —Asiente—. Ellos se toman en serio las heridas en la cabeza, así que proceden con cautela, pero él debería estar bien para el próximo partido.
El próximo partido. Mi estómago da un vuelco.
Después de atravesar el tráfico de LA, el cual aún es pesado a pesar de la hora, Kate y yo llegamos al hotel. Ella deja el coche con el valet mientras nos dirigimos hacia el séptimo piso, donde gran parte del equipo de Edward se aloja.
—Cuarto 715 —dice Kate, sacándome del ascensor—. Al final del pasillo.
Garrett responde a la puerta, abrazándome mientras toma mi bolso.
—Él te está esperando.
