Inerte, esa era la palabra que lo caracterizaba en ese momento, estaba inerte. El universo se detuvo en ese momento y no volvió a moverse, hasta que una mano tocó su hombro.

-Es ella- afirmó, mirando el cadáver desecho delante de sus ojos -Esta mujer es mi esposa- volvió a hablar en estado de shock.

No podía reconocerse nada de ella, su cara y su cuerpo estaban completamente quemados, sólo una de sus botas seguía adherida a sus pies, después, nada más.

El accidente fue brutal, su coche fue reducido a cenizas en cuestión de minutos, al caer por un acantilado y nadie pudo salvarla de ese destino, ni siquiera él, siendo el más fuerte. Según los peritos y la policía científica, otro vehículo de gran porte, había envestido contra el de ella, unas tres veces, huyendo después del hecho. En simples palabras, fue un acto premeditado, una simple venganza contra él.

-Ella no es mi hermana- habló en un sollozo detrás -No lo es, yo sé que no- temblaba de nervios entre los brazos de su esposo -No lo es Kylar, no lo es- estaba a punto de sufrir un ataque de nervios -Yo sé que no-

-Sssshhh- la meció con cuidado, aferrando su cabeza con una mano y sosteniendo su cintura -Está bien, bonita- cerró sus ojos y colocó los labios en su cabello -Te esperamos afuera, Gojo-

Seguía de pie junto a esa camilla, inerte como lo estaba, mirando a los restos de su hermosa esposa en ese mundo. No quedaba nada, era un cuerpo sin vida, vacío de ella, al igual que él.

-Voy a averiguar quién te hizo esto, mi amor- su voz no era la suya, era la de un monstruo -Y destruiré todo lo que más ama en este mundo, te lo juro-

Tragó con dificultad todo el dolor que sentía y cubrió sus ojos con sus lentes, después de salir de allí en completo silencio.

Un infierno, su vida se convertiría en un infierno a partir de ese día, ya nada sería igual, él no sería el mismo. Le habían arrebatado lo único que tenía, lo único que amaba más que a sí mismo e iba a destruir al que lo hizo. No podía dormir y nunca más lo haría, su cama, ese lecho que compartía con ella, inundaba sus sentidos con su dulce aroma y conservaba miles de recuerdos que lo atormentarían por siempre. Nunca más volvería a dormir allí.

-¿Papi?-

Habló una vocecita desde la puerta y él levantó sus ojos desde la silla donde estaba.

-No puedo dormir sin las historia de mi mami-

Fregó sus ojitos con cansancio.

-Ven- estiró sus brazos -Yo tampoco- lo sentó en su regazo, arrullándolo -Vamos a estar bien, Gaudy-

-Si- se arropó en él -Mi mami me dijo que somos valientes- escondió su rostro al escucharlo -Papi...-

Un sonido en la casa, se escuchó, poniéndolo en alerta. Estaba seguro que, serían los malditos que acabaron con la vida de su esposa y ahora venían por la de su hijo, pero desconocían el infierno que se cernía frente a ellos.

-Quédate aquí, hijo- lo sentó en la silla donde había estado -No salgas, ¿Sí?- acarició su rostro de cuclillas frente a él -Papá vendrá por ti en unos minutos-

Asintió, juntó sus manos y desapareció en el aire. Estaba ciego por el dolor y la furia, habían dejado a su hijo sin su madre y a él, sin su esposa, nada lo detendría ahora. Se materializó en la cocina y esperó a que ingresaran por la puerta de servicio, sentado en una silla y mirando en esa dirección, tranquilamente, con sus temibles ojos azules para aniquilarlos con su infinito.

-Gojo...-

Pronunció esa voz que creyó que jamás volvería a escuchar, entre la penumbra.

-Ayúdame...-

Murmuró tambaleante, la ropa destrozada y cubierta de sangre, caminando en su dirección sosteniendo su abdomen.

-Quisieron matarme-

Rompió en llanto cuando la sostuvo entre sus brazos, en una fracción de segundo. Era ella, no podía ser cierto lo que veían sus ojos, no había perdido la cordura, era ella.

-¡Quisieron matarme!- se aferró a él como si fuera un salvavidas.

-Tranquila, mi amor- aferró su rostro como si fuera una alucinación -Tranquila- la besó infinidad de veces -Creí que...- sus palabras lo ahogaban -Creí que, nunca más volvería a verte-

Cayó de rodillas frente a ella, abrazando su cintura y escondiendo su rostro, para llorar como no lo había hecho en todo el día.

-Creí que estabas muerta- un quejido salió de ella cuando afianzó su agarre -¡Lo siento! ¡Lo siento!- la cargó con cuídado y la llevó con él hacia la tina del baño más cercano -Lo siento...-

La recostó allí con ropa y todo, abriendo el grifo de la ducha y ayudándola a limpiar sus heridas.

-Estás viva-

Susurró, apartándole el cabello de ese maltratado rostro y descansando sobre el borde con un brazo, mirándola con adoración y restos de lágrimas.

-Si- inhaló profundo para soportar el dolor -Pero caí de un acantilado al arrojarme del auto- cerró sus ojos, descansando su cabeza hacia atrás -Usé todo mi potencial mágico para sanar mis heridas internas- sonrió -Pero me duele todo, me desmayé tres veces antes de llegar aquí- rió con sufrimiento abriendo los ojos -¿Podrías llamar a Gaia o a Kylar?-

Él tomó su teléfono, pero se detuvo antes de llamarlos.

-¿De quién era el cuerpo que halló la policía en el auto?-

-Lori- respondió seria, recordando a una de las empleadas de esa enorme casa -Seguro que pensaron que era yo por las botas pero, se las regalé esta mañana- miró hacia la nada -Le gustaban mucho- limpió una lágrima que escapó, volteando su rostro -No tenía ganas de conducir hoy, entonces, ella ofreció llevarme-

-Lo lamento mucho, mi amor- aferró su mentón, girándolo, para que lo mirara - Sé que esto no la hara regresar, pero su familia seguirá recibiendo su salario por el resto de su vida-

-Es lo mínimo que podemos hacer- lloraba, intentando no romperse -Ella me empujó del auto porque no quería dejarla- secó sus lágrimas -Aunque la caída fue dolorosa, le debo mi vida-

-Recibirán el doble o el triple de lo que ganaba- aseguró, llevando el teléfono a su oído -Ejecutor, te necesito aquí y ahora...- él respondió como un soldado -Y trae a Gaia, Gaudy no se siente bien- guardó silencio -Nos vemos- cortó.

-¿Mami?- habló su hijo ingresando al baño -No le pude decir a papi que estabas bien-

-No importa, hijito- estiró sus manos a él, pero su padre lo metió al agua con ella -Dile a papi quién le hizo esto a mami-

Besó su pequeña manito y esperó a que revelara la verdad.

-¿¡Dónde está Gaudy!?-

Preguntó, atravesándo esa puerta como un vendaval, con sus ojos hinchados y la nariz roja, había llorado muchísimo y todo el día.

-¡Gaudy! ¡Aquí está la tía, angelito!-

Corrió hacia la habitación y cuando abrió la puerta, gritó de la impresión y volvió al recibidor de la casa, blanca como un papel.

-Acabo de...- señalaba en esa dirección con una mano temblorosa -¡Acabo de ver al fantasma de Dea! ¡Mi hermana es un fantasma!- mordió sus uñas aterrada y mirando hacia allí -¡No estoy loca!- exclamó a los dos que la miraban con sus ojos bien abiertos, al igual que su hijo -¡Mi realidad es diferente a la de ustedes!-

-¡Hola, tía Dea!-

Exclamó su sobrino al verla y su madre volvió a gritar, corriendo hasta su esposo para colgarse de él y no verla, llorando como una niña desamparada abandonada en el bosque.

-Los Fenrir me dijeron que te ayudaron a regresar-

-Hola, bichito- le lanzó un beso con su hijo en brazos, vestida con un camisón blanco y una bata para dormir -¿Eso era un Fenrir?- él asintió -Pero era blanco-

-Era una niña- se acercó a su primo regalándole un dulce -Se llama Mirna, es la hermana de Aslan- explicó como si fuera lo más normal del mundo -La más grande-

-Eso es muy bello, bichito- le acarició la cabeza al pasar a su lado -Dile a los Fenrir que muchas gracias por guiarme a casa- miró a su hermana con semblante burlesco -Gaia, ¿Puedes dejar de hacer tanto escándalo?- habló con su típico desden -Necesito que te calmes y me cures las heridas- inhaló y exhaló profundo -Me duele hasta el alma-

Ella volteó, aún colgada del torso de su esposo y con sus ojos más hinchados que antes.

-Intercambio equivalente-

Pronunció, temblando como nunca, juntando sus manos y acercando una de ellas a la frente de su hermana, tocándola con dos dedos y sanando sus heridas en un instante.

-Me hiciste llorar- su voz se rompió al decirlo, bajando de donde estaba -Y descubrí que, ahora soy alérgica a mis propias lágrimas- rió entre sollozos -¡Mírame!- reclamó, señalando a su rostro -¡Soy un monstruo!-

-Lástima que Edward se está perdiendo de esto-

La abrazó, riendo con toda el alma, después de tomarle una fotografía con el celular de Gojo.

-Él te decía monstruo alquímico-

-Cállate, bruja maldita-

La insultó, como lo hacía siempre su amigo hechicero.

-¿Estás seguro de lo que dices, Gojo?- él asintió desde su lugar.

-Mi hijo no miente, ejecutor- como nunca, tenía un pequeño vaso de licor en una de sus manos -Es un vidente y es uno de sus principios- terminó el trago de un solo golpe.

-¿Tus padres? ¿En serio?- volvió a preguntar -Pensé que eras el único de tu clan-

-Soy el único en este lugar, me enviaron aquí hace años- aclaró, dejando el vaso a un lado -Ellos están en Osaka-

-¿Y que harás?- bebió de la botella de cerveza, mirándolo -Sea lo que sea, cuentas conmigo y lo sabes-

-Los mataré- no titubeó al decirlo.

-¡Tú no matarás a tus padres, Gojo!- gritó su esposa, ingresando de golpe a esa habitación -¿¡Te volviste loco!?-

-Ellos quisieron matarte y casi lo logran- respondió tranquilo -Y es obvio que me volví loco- señaló sus ojos que parecían ajenos -No saben lo que les espera, es traición a la cabeza del clan-

-Pero, Gojo...- intentó intervenir la hermana de ella -Son tus padres, te dieron la vida, tu existes en este mundo gracias a ellos-

-Gaia, no interfieras- habló su esposo -Yo haría lo mismo, si el clan Zenin intentara hacer algo así contra ti-

Lo miró sin intentar refutar nada, pero lo que harían ambos, era una abominación.

-Escúchenme las dos- pronunció sombrío -Ellos intentaron arrebatarme lo más importante que tengo- se incorporó, mirando a ambas -Y van a pagar por esto-

-No quiero que lo hagas, Gojo- suplicó con sus ojos -Por favor, no lo hagas- volvió a decir con una terrible angustia -Es algo horrible y muy doloroso lo que quieres hacer, no podría vivir con eso, no puedo-

-No me mires así, Dea- inhaló profundo y con el corazón desbocado -Por favor, no...- dio un paso, estirando un brazo para poder tocarla -No, no llores- dio dos pasos más y la estrechó entre sus brazos -No lo haré, no llores- besó su cabello y descansó su cabeza en ella -No lo haré, te juro que no-

-Es que, Gojo...- habló escondida en su pecho, tratando de ahogar el llanto -Son tus padres, no puedes hacer algo como eso-

-Mi relación con ellos, no es la misma que nosotros tememos con Gaudy- intentó justificarse -No sabes lo duro que es para un niño, ser criado en un clan tradicional de este país- la apartó un poco -Mis padres son extraños para mí y dudo si alguna vez me amaron, más allá de mi poder-

Ella asintió, pero había algo en él, que no la convencía del todo.

-La crianza de los niños en esta parte del mundo, es un asco- dijo con gracia, tratando de romper la tensión -Gracias a los dioses que soy Amestrisana- llevó las manos detrás de su nuca -Aunque nacimos en Hara, ¿No, Dea?-

-Si, así es- limpió sus lágrimas, mirándola -Nuestros padres fueron grandiosos, nos amaron mucho-

-Nuestros cuatro padres, diría yo- afirmó, recordando a sus padres adoptivos -¿Qué hay de ti, Kylar?-

-¿Acaso no conoces a mi madre?- habló con orgullo -Sigo siendo su bebé hasta el día de hoy y tengo esposa e hijo- miró al otro hombre allí -Aunque, hubiera sufrido el mismo destino que Gojo, si me hubieran llevado con los Zenin-

-Si, suertudo- lo palmeó con fuerza -Siempre te envidié por eso, tu madre te abrazaba y besaba en público, todo el tiempo, antes de dejarte en la escuela y sin importarle nada- apretó tu hombro -Siempre me pregunté como sería o que se sentiría- divagó en su mente -Aunque ella sola cuidaba de ti, al igual que tus abuelos, siempre te quiso y peleó miles de veces con los Zenin por ti-

-Si y según me dijeron una vez, mi padre estaba loco por ella, pero bueno...- levantó sus hombros sin importancia -Él tenía que cumplir con la obligación de casarse con otra mujer y a mamá no le importó mucho que lo hiciera, porque me tenía a mí- adoraba a su madre con toda su alma -Éramos pobres, en una familia chiquita y rota, pero felices-

Llantos se escucharon en esa habitación, llenándolos de confusión y dirigieron sus miradas a su procedencia.

-¡Las lágrimas que he derramado hoy, Gaia! ¡Las lágrimas!-

Abrasaba a su hermana juntando sus mejillas y escuchando las tristes historias de vida de esos hombres.

-¡Tanta lágrima inútil y dolor mal gastado!-

Respondió con su rostro lleno de lágrimas, sorbiéndo su nariz. Fue un día muchas emociones para ambas.

-Bien...- se separó de ella y caminó a un minibar que había allí -Si te va mal en la vida...- destapó una botella con fuerza -Entregate a un vicio- la llevó a sus labios, bebiendo la mitad.

-¡No te la acabes toda, Dea!- reclamó, intentando quitársela para beber hasta el fondo -Voy a emborracharme hasta el amanecer-

-Mañana...- habló por lo bajo, mirando a su esposa con locura -Nos vamos a Osaka, ejecutor-

-Cuantas conmigo, hermano- chocaron puños -¡Gaia! ¡No!-

Corrió hacia su esposa que quería volar, tirándose del alféizar de una ventana. Había llegado la hora de regresar a casa.

-¡No puedo creer que lo hiceras!- reclamó al borde de perder la cordura -¡Lo hiciste! ¡Lo hiciste!- a cada paso que él daba, ella retrocedía -¡Me prometiste que no lo harías!- no quería que la tocara.

-Ellos...Iban...a...matarte- pronunció calmado y sus ojos dilatados -¿Entiendes lo que es eso?- la aferró de sus brazos con ambas manos -¿Entiendes que no iban a detenerse hasta verte muerta?- ella temblaba entre sus manos -¿Lo entiendes?-

Sus labios temblaron, no podía hablar, la angustia la ahogaba.

-¿Lo entiendes, Dea?- volvió a preguntar.

-Me lo prometiste- tragó su decepción -Me lo prometiste- repitió y una lágrima surcó su mejilla -Me dijiste que no lo harías-

-Iban a matarte- reafirmó.

-No me importa- intentó soltarse de su agarre.

-A mí sí- afianzó sus manos -Porque no irían sólo por ti, también irían por Gaudy y no lo iba a permitir-

-Suéltame, Gojo- pidió sombría -Suéltame- no lo hizo -Tus manos tienen su sangre-

Bajó sus ojos y era cierto, sus manos estaban manchadas de sangre.

-Si, es la sangre de tu clan- la soltó de golpe -Es la sangre de tus padres-

Miró los cuerpos destrozados que había en ese recinto. Él había hecho eso, era algo horrible y degradador como ser humano.

-Eres un monstruo-

Habían llegado con su hermana a Osaka después de la masacre, no pudieron detenerlos, no los alcanzaron. Habían acabado con algunos seguidores de los padres de la cabeza del clan, que se habían rebelado contra él, al casarse con una hechicera impura de otras tierras y además, tener la osadía de procrear descendencia. Había ensuciado al clan Gojo y no podían permitirlo, ella tenía que desaparecer, al igual que su vástago. Pero no advirtieron que, el portador de los seis ojos, su líder, lo supiera y actuaría en su contra, aniquilándolos.

-¡Basta, Kylar!- chocaron armas -¡Basta!-

Cayó al suelo, cuando él, la embistió. No la había reconocido y la apuntó con su espada convertido en el mismísimo demonio por el poder del alfa. Mataba a todo lo que tuviera en frente, no tenía piedad alguna y tampoco la tendría, después de la amenaza que le hicieron. Nadie lastimaría a su esposa mientras él estuviera en pie, nadie.

-¡Basta!- gritó una vez más, mirándolo a esos diabólicos ojos verdes -¡Basta, Alfa!- colocó la punta de su lanza en su propia garganta -Basta o lo hago-

Advirtió con los dientes apretados y temblando por la adrenalina.

-No- pronunció al volver en sí, al reconocer esos ojos avellanas llenos de miedo -No, por favor...- arrojó su espada al suelo, desarmándose -No, Gaia...No- caminaba hacia ella a paso lento, estirando un brazo -Dame esa lanza...- pidió con cuidado.

-No me toques, Kylar- lo apuntó a la cara -Y no te me acerques- miró en todas direcciones -Esto...- señaló el entorno -Es el infierno y lo hiciste tú- señaló a cada cuerpo tendido allí -Esto es lo que eres, un asesino, un arrebatador de vidas...-

Clavó su lanza al suelo, sin querer saber más nada de su persona.

-Un ejecutor-

Volteó y corrió en otra dirección, siendo perseguida por él. Tenía que explicarle todo.

-Mira lo que hiciste, Gojo- apuntó con su mano detrás de ellos -Míralos- no lo hizo, sólo la miraba a ella -¡Maldita sea! ¡Míralos!- lo apartó con energía que expulsó de su cuerpo -¡Míralos!-

Él volteó y lo que vio, lo llenó de deshonra, se había convertido en aquello que tanto juró destruir, en una maldición, en un tirano, en un monstruo.

-¡Dea!- abrió esas puertas de par en par -¡Vámonos ya!- la aferró de un brazo y miró a dos hombres con ellas -¿Vieron lo que hicieron?- apuntó a cada uno -Esto es producto del odio...- su voz se rompió -La muerte es producto del odio-

-Si...- dijo su hermana mirando hacia arriba y levantando sus manos, lentamente -Estamos casadas con dos monstruos sedientos de sangre y venganza- suspiró entre temblores, se sentía tan traicionada -Algo que Keilot y Lai jamás hicieron, Gaia-

Eso no era del todo cierto, pero les había dado un golpe bajo.

-Y ya es hora de que aprendan la lección- sus ojos estaban en blanco, literalmente -Dispersión de ilusión- pronunció y palmeó sus manos, cambiando todo alrededor -Buenas tardes, clan Gojo-

Hizo una reverencia a todas las personas presentes y saliendo, dignamente, con su hermana detrás y dejándolos allí, aplastados por una total miseria. Todo lo que habían hecho, fue producto de una cruel y real ilusión, convirtiéndolos en los monstruos que eran.

-Satoru- habló la voz de su padre detrás de él -Ella es digna de estar aquí...- volteó, dándole la espalda -Pero no puedo decir lo mismo de ti-

Caminó por ese enorme recinto, perdiéndose de su vista con todos los demás. Después de tantos años, su hijo seguía siendo el mismo de siempre, un arrogante con un increíble poder y nada más. Era el líder de su clan, pero aún quedaba mucho que aprender y le quedaba un camino bastante largo por transitar.

La noche cayó sobre todos los mortales de esa ciudad, pero él estaba allí, en su coche y fuera de su casa negándose a ingresar. Todo era un caos, no podía darle la cara a ella después de lo que hizo, no podía ver de nuevo la decepción en sus ojos, no lo toleraría una vez más. Bajó del auto e ingresó, todo estaba oscuro y en silencio, ni un alma se apreciaba allí. Caminó hasta su habitación, también estaba vacía y en penumbras, al igual que la de su hijo. Miró por la ventana la inmensidad del extenso jardín y una pequeña silueta mirando la luna, sobre una banca, le hizo dirigir sus pies a ese lugar.

-¿Dea?- habló despacio a sus espaldas -Yo...- levantó una mano haciéndolo callar.

-No quiero que digas nada, Gojo- él tomo asiento a su lado, mirándola con terror -No hay nada que decir-

-Lo siento- era lo único que podía decir -Lo siento...- escondió su rostro en el regazo de ella, abrazándola -Te juro que lo lamento- acarició su cabello, parecía un niño arrepentido -Por favor, no me dejes...- suplicó como jamás lo hizo -Te prometo que voy a cambiar, por ti, por Gaudy y por el clan-

Una fuerte carcajada salió de su garganta y besó su cabeza como si fuera una madre.

-Gojo...- se incorporó, mirándola a los ojos. Él amaba sus ojos, decían muchas cosas -Estoy enojada contigo, es cierto, pero no voy a dejarte por eso- le apartó el cabello del rostro y le quitó los lentes despacio -He vívido mucho más tiempo que tú, demasiado y sé distinguir, cuando una persona no cumplirá con su palabra en momentos así- tocó su rostro con la punta de sus dedos -Sólo quería enseñarte que, la arrogancia...- golpeó su pecho con un dedo -Tú arrogancia...- rectificó -No va a llevarte a ningún lado y que perderás mucho por eso- besó su mejilla -Le prometí a tus padres que voy a educarte y así lo haré-

-Creo que ellos te aman más que a mí- sonrió con su alma regresando al cuerpo.

-¿Qué duda cabe?- respondió obvia -Sólo debían conocerme y ya- rodeó su cuello con ambos brazos -Por cierto, dijeron que en estos días les llevemos a Gaudy-

-Lo haremos- aseguró -Y por cierto, ¿Dónde está?-

-Durmiendo con Daven en lo de Selene- besó sus labios -Así que, esta noche estamos solos-

-Me gusta eso- profundizó su beso -¡Vamos al cuarto!-

La cargó por impulso en sus brazos y corrió con ella su habitación.

-¡Gojo! ¡Estás loco!-

Gritó entre risas al ingresar a la casa.

Amaneció, no había regresado a casa hasta el siguiente amanecer, era su noche de guardia y no había podido regresar antes. El silencio susurraba en sus oídos dentro de esas cuatro paredes, pero lo que divisó sobre la encimera, lo dejó sin aliento. Su preciosa esposa estaba allí, bebiendo su café, con sus piernas cerca de su pecho y mirando al sol con sólo una camisa cubriéndola.

-Sabes que es de mala educación hacer eso, ¿Verdad?- preguntó, mirando al astro levantarse.

-Si, lo sé- dejó su mochila sobre una silla -Pero aún no sé sigues molesta conmigo o no- se quedó descansando en el umbral, mirándola -No sabía si es prudente hablarte-

-No, no lo estoy- estiró sus brazos a él, después de dejar su taza en el fregadero -Ven- movió sus dedos y él lo hizo -Mira esto-

Desprendió un poco su camisa, enseñando la parte baja de su cadera que era adornada por un enorme cardenal.

-Mira lo que me hiciste, ejecutor- él pasó sus dedos por esa zona, erizándole la piel -Mira lo que puedes hacer, como puedes lastimar- se hincó delante de ella buscando más heridas -Tus manos pueden matar y también dar vida- se incorporó al escucharla -Sólo tienes que elegir cual de las dos quieres-

Aferró su rostro con ambas manos, observando aquellos iris esmeraldas que se veían confundidos e impactados.

-¿Qué es lo que quieres, Kylar?-

Mordió sus labios esperando su respuesta y él los separó con su pulgar. Cada día y cada año que pasaba, se le hacia cada vez más diferente o lejano a su difunto esposo, incluso ahora, tenía el cabello más largo que hace un tiempo atrás. Tenían el mismo linaje de sangre, pero nada más, eran tan lejanos, como la primera historia contada de la humanidad y que formaba parte de las leyendas del mundo.

-Te quiero a ti- juntó sus labios con fervor -Te quiero a ti, a mi lado, todos los días- volvió a besarla -Eso quiero- acarició su rostro -Prometo que nunca más volverás a ver lo peor de mí, te lo juro, bonita-

-Te creo- mordió su lengua haciendo un gesto raro -Ahora, cállate y bésame- así lo hizo.

-Bueno...- alejó sus labios después de ese beso -Es hora de que me vaya a descansar- suspiró fuerte -Estoy muerto, la guardia fue terrible-

Se apartó de ella, estirando un brazo sobre su cabeza y rascando su abdomen al levantar su camiseta.

-Si, tienes razón, fue una noche muy larga-

Bajó de la encimera y desprendió hasta el último botón de la camisa, revelando un delicado babydoll en tonos claros debajo.

-Buenos días, Kylar-

Acarició el lunar de su mentón con un dedo y siguió su camino escaleras arriba. La perdió de vista después de seguirla con la mirada, sonrió como un psicópata y salió tras ella a toda velocidad, escuchándose un fuerte portazo, después.

Tomó la cámara fotográfica sobre el buró y se acercó a ella sin hacer ruido, ajustó el lente y le tomó una fotografía a su pequeña mano, que descansaba con delicadeza sobre el colchón. Volvió a ajustarlo una vez más y tomó otra de su angelical rostro, cubierto parcialmente por sus rizos mientras dormía, para admirarla, después.

Abrió sus ojos y lo vio frente a ella, tomándole otra fotografía, muy cerca de su campo de visión y sonrió.

-¿Más fotos?- habló adormilada y el obturador, volvió a escucharse -¿No te cansas de hacer eso?-

-No- respondió sonriendo, mirando sus obras de arte -A esta la enmarcaré- se la enseñó -Es perfecta- le dirigió la mirada -Tú eres perfecta-

Sonrió escéptica, abrazando la almohada bajo su torso.

-Es la primera vez que te escuchó decirme eso-

Volvió a tomar otra fotografía, pero ahora, del tatuaje de su espalda cubierto por su largo cabello.

-Basta, Gojo- se cubrió un poco -Estoy sin ropa-

-No me importa eso- besó su hombro apartando la cámara -Me gusta lo que veo-

-No sé que responder a eso- se recostó sobre la almohada, mirando a la nada -¿Te puedo preguntar algo que hace mucho tiempo quiero saber?- lo miró de reojo y él, asintió -Es cierto que, ¿Cuándo eras adolescente estabas enamorado de Iori Utahime?-

-Si, es cierto- respondió sin titubeos -Pero ella siempre me odió y a mí me encantaba molestarla, diciéndole todo el tiempo que era débil- se hincó a su lado con esa sonrisa arrogante que ella odiaba -¿Estás celosa?- acercó su rostro unos centímetros del suyo.

-No seas ridículo- lo apartó con una mano -Ni que fueras Lai- su sonrisa, desapareció -¿Estás celoso?- ahora llegó el turno de ella de burlarse.

-Algo- tosió un poco para pasar la incomodidad -Nunca me amarás como a él, ¿Verdad?-

Se miraban a los ojos y ella se sentó en la cama, cubriendo su pecho y pensando muy bien en sus siguientes palabras.

-¿Quieres que sea honesta o que sea cruel?-

-Quiero una respuesta...- tomó asiento frente a ella, sin saber como sentirse -No me importa si eres honesta o cruel, sólo quiero saberlo-

-Bien...- divagó un poco en su mente, inhaló profundo y exhaló, aún peor -La verdad, es que, no- lo destruyó -Pero...- lo detuvo cuando quiso incorporarse y huir de ahí -Déjame terminar- volvió a su lugar -El fue el padre de mis hijos, el compañero de toda mi vida...- se detuvo un momento -De dos vidas...- levantó dos dedos, riendo -Y el hombre que más amé en el mundo, es cierto- miles de recuerdos invadieron su mente, en un segundo -Pero llegó el momento de amar a alguien más y ese, eres tú, Gojo- lo picó en el pecho con un dedo -Tú fuiste el que me ayudó a repararme y no estar tan rota- lo miró a los ojos -Eres por el que perdí mi inmortalidad y el que me dio un hijo hermoso- acarició su rostro con los dedos -No te amo ni más ni menos que Lai, porque lo que tú me das, es diferente- le regaló un pequeño beso -Eres diferente, muy diferente y eso me encanta-

Fue tan honesta que lo conmovió.

-¿Por qué no llegaste a mi vida antes?- sostuvo una mano en su mejilla -Te necesité tanto- le acarició el pómulo con su pulgar -Tú me hechizaste...- confesó -Hechizaste al chamán más fuerte y sin quererlo-

Dormía, dormía plácidamente, hasta que un cuerpo se sentó a horcadas sobre su espalda, irrumpiendo su paz.

-Kylar...- lo picó con un dedo -Kylar...- repitió y se acercó a su oído.

-¿Huh?-

Respondió en un quejido y escondiendo la cabeza en la almohada

-Kylar...- picó su mejilla, ahora -Son las tres de la tarde y tengo hambre...- habló muy bajito -Estoy hambrienta y eso no es bueno para esta relación- sonrió al escucharla -¡Despierta!- lo movió un poco -¡Eres tan perezoso como lo era Keilot!-

Reclamó y bajó al suelo, pero él la metió a la cama de un rápido movimiento, al aferrar su cintura con un brazo.

-¿Qué te he dicho?- cuestionó con su voz profunda y cargada de sueño sobre ella -Contéstame...- exigió, inclinando la cabeza.

-Que no te compare con Keilot- respondió, cerrando un ojo con culpa.

-Y entonces, ¿Por qué lo haces?- tragó despacio.

-No lo sé- aseguró en un susurro -Hay ciertas cosas en ti que me lo recuerdan mucho-

-No quiero que lo hagas, Gaia- se separó de ella -Me haces sentir mal cuando lo haces- miró el techo de esa habitación -Me aterra pensar que soy un recuerdo y que por esa razón, te casaste conmigo-

-No digas eso- se recostó sobre su pecho con una mano bajo su barbilla -Tú no eres él, no se parecen en nada- observó sus ojos -En nada- reafirmó -Son como el día y la noche pero, esas pequeñas similitudes de su linaje, son las que me lo recuerdan- giró sus ojos hacia arriba, ya que él, no le creía -Yo te amo, Kylar y no porque tengas sus mismos ojos, su poder o lo que sea que compartan, que es en lo único que se parecen- mencionó sin tapujos -Tú no eres él y nunca lo serás- apretó sus labios, muy segura de sus palabras -Sino nada de esto tendría sentido, nuestra familia y todo lo que somos, no tendrían sentido, ¿No crees?-

-Si, tienes razón- la levantó sobre su cabeza con dos manos -Mi paciente favorita- la bajó besándola en todo el rostro -Mi chica del tren- la abrazó fuerte -Vamos a comer-