Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.
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Capítulo 43
EPOV
—¿Estás listo? —me pregunta Bella con una mano preparada para tocar a la puerta de mi papá.
—Estoy lista —comenta Emilia. Ella está ubicada sobre la cadera de mi esposa, jugando con los aros de Bella.
Asiento una vez hacia Bella.
Ella sonríe en respuesta y toca a la puerta antes de abrirla.
Respira profundo, hombre.
Entrando primera, Bella llama a mi padre, lo que hace que mi corazón comience a latir más rápido. Ya estaba acelerado, pero ahora amenaza con escaparse de mi pecho. Santo cielo. Esto está pasando. Tragando mis nervios, sigo a mis chicas adentro, rodeado inmediatamente por la misma colonia que mi padre usaba hace diez años. Todavía hay un olor a casa de viejos, pero el aroma a papá está allí también. Él siempre ha sido un hombre de consistencia; el mismo jabón, papel de baño, colonia, detergente...
El pasillo es pequeño, y puedo ver la sala en frente, pero no toda. A mi derecha parece haber una pequeña cocina, y no puedo imaginar que a mi papá le agrade mucho. A mi izquierda se encuentra el baño, y hay una puerta al lado de la cocina también, quizás es su cuarto.
Mientras Bella le quita el abrigo a Emilia, el gorro, y los zapatos, yo me quito los míos y me paso una mano por el cabello. Automáticamente levanto las mangas de mi camisa hasta mis codos.
Sin quejarse, Bella sonríe y toma la mano de Emilia antes de seguir caminando en el departamento.
—Oye, viejo. Ella es Emilia. —Entro justo cuando Bella se agacha al lado de la bebita y la presenta a mi papá, pero las palabras no llegan a mis oídos. Estoy parado como un estúpido, observando al hombre sentado en el sofá.
Él... ha envejecido. Mucho. Su cabello ha perdido su tono marrón, está arrugado, y tiene una pequeña barriga asomándose, y está ligeramente encorvado. Aún así... aparte de eso, sigo viendo sus fortalezas también. En su postura, puedes ver a un hombre orgulloso. Alto. No ha perdido mucho cabello, solo está... gris. Sus ojos se arrugan cuando sonríe y saluda a uno de los dos amores de mi vida.
—¡Papi! —Emilia se ríe y corre hacia mí, aferrándose a mi muslo—. Ese es tu papi. —Ella señala, y lo dijo tan natural que no puedo evitar sonreír. Tomándola en brazos, la coloco sobre mi cadera, y ella junta sus manos alrededor de su boca para susurrar en mi oído—: Él me dijo que tiene cajas de jugo y galletas en la cocina para mí, pero no lo conozco aún. Porque tú y mami dijeron... —dice, elevando sus cejas.
—Tienes razón. —Sí, soy un papi orgulloso aquí—. Eres increíble, bebita. —Beso su frente—. Y muy inteligente. —Asiento, diciéndolo en serio—. Pero creo que puedes confiar en... él. —¿Papá? ¿Abuelo?
—Cariño. —Bella se acerca, sonriendo—. ¿Qué tal si tú y yo buscamos algo de jugo y galletas, eh?
—Sí, papi también dice que está bien. —Emilia asiente y se retuerce para bajar, lo que le permito, y entonces ambas desaparecen en la pequeña cocina.
Eso nos deja...
Con las manos en mis bolsillos, enfrento a mi papá y encuentro su mirada por primera vez en una década. Sus ojos brillan de emoción, lo que hace que se forme un nudo en mi garganta.
—Toma asiento —ofrece él, visiblemente nervioso y... ansioso, quizás.
Ya que él señaló al lugar a su lado en el sofá, camino alrededor de la mesa y me siento antes de poder acobardarme y elijo la silla en cambio.
Es... incómodo.
—Gracias por venir, hijo —dice suavemente.
Hijo.
Asiento y me aclaro la garganta; tengo que tragar un par de veces.
—Sí...
El miedo se asoma por un segundo mientras sus ojos recorren mi rostro, cabello, mis brazos ahora expuestos, así que aparto la mirada y encuentro otra—la de mi esposa. Ella sigue en la cocina, pero la veo. Ella me dedica una sonrisa reconfortante y señala a su antebrazo.
Mis labios se hacen a un lado, sabiendo a lo que se refiere. El tatuaje en mi brazo—la frase. Oscar Wilde dijo: «Sé tu mismo. Los demás puestos ya están ocupados.» Y Bella la encontró para mí, dijo que era perfecta. Estuve de acuerdo. Estoy de acuerdo. Ahora la esposa solo me lo está recordando. Porque ella sabe que lo necesito.
Así que, miro a mi papá una vez más, con la confianza que usualmente tengo en mí mismo.
¡Ah, qué emoción! Padre e hijo reunidos *-*
