Declaración: Todos los personajes que se aprecian de la Saga Harry Potter hijo propiedad de JKR. Sin embargo, la trama es Total y absolutamente mía y no hay permiso para publicarlo en otro lugar (Texto con Copyright). Esta historia está disponible en fanfiction. net, con la autoridad de AliceMlfy (Firma Alice ~). Di no al plagio

Los leo abajo.

(OBSERVACIÓN: desactiven la traducción de la página; provoca que el texto se desconfigure :S)


Capítulo 43: El poder del amor

Abrió los ojos escuchando un grito en la distancia, se sentía mareado y con una varita en la garganta. Miró a su atacante; un castaño de ojos grises lo miraba con el ceño fruncido.

—Mi nombre… —preguntó el castaño

—Lobo —dijo Lucius aún mareado, reconociendo a su hijo bajo el maquillaje mágico.

—¿Y madre?

—Con él… estaba salvo, Bella la cuida —explicó. Draco asintió a tiempo que Lucius recuperaba totalmente su consciencia—. Blaise… estás herido, tengo que ayudarlo.

—No podrás así — dijo el muchacho sacando de su bolsillo un dado. Lo colocó en el piso y se transformó en un bolso—, cámbiate y deja tu varita aquí. Tendrás que robar una para atacar o se darán cuenta.

—No es necesario —murmuró Lucius a tiempo que se colocaba la chaqueta de cuero negra y Draco enrollaba la túnica y la dejaba en el bolso.

Cuando terminó de vestirse con pantalón de tela negro y camiseta de cuello alto tipo Beatle del mismo color, Lobo levantó su mano y cambió el color del cabello de Lucius que en ese momento había terminado de amarrar en una cola de caballo alta. Cómo pasaba con Astoria, las puntas del cabello de Lucius quedaron del color original gracias a la extensión del cabello, en este caso, de un color plata despampanante. Draco torció el gesto, pero tomó un cabello de su padre y este lo miró extraño.

—Tranquilo, es para cubrir tus huellas —dijo a tiempo que colocaba el cabello en un frasco.

—Vamos. Blaise nos necesita —apuró Lucius abriendo la puerta.

Lobo lo miró extrañado, pero cuando salieron pudieron escuchar el grito de su moreno amigo. No había pasado ni dos minutos desde que Draco había aturdido a su padre y lo había llevado a una sala cercana.

Lucius –ahora llamado León– corrió al encuentro del muchacho mientras su hijo corría en dirección opuesta, confiando en que su padre ayudaría a su amigo. Un mortífago estaba a punto de atacarlo, sin embargo, el ahora castaño estiró la mano hacia él.

Desmayus —dijo dándole de lleno en el pecho.

—¿Quién es usted? —preguntó Blaise sudando por el dolor.

—León Black, el padre de Lobo —dijo agachándose para revisar la herida—. ¿Puedes seguir?

—Sí, sí, señor Black… solo necesito una venda —dijo a tiempo que rompía una manga de su camisa. León se la quitó y la vendó. Sentía un fuerte olor a fresas y León frunció el ceño.

—¿Qué te lanzó?

—No lo sé… no lo había escuchado nunca.

—Trata de recordar —dijo a tiempo que terminaba y lo colocaba de pie.

— Creo que era algo de flos… flosmo…

—¿Flos Mortem?

—Sí.

—Necesito llevarte al gran comedor. Ahí estarás a salvo.

—Tengo que pelear.

—Pelearás desde ahí, no hay tiempo que perder. Vamos.

León ayudó al moreno a llegar al gran comedor y buscó con la vista a madame Pomfrey.

―Madame Pomfrey, necesito que revise a Blaise —pidió León con urgencia al llegar

―Estoy bien, señor Black…

―¿Quién es usted? —preguntó la mujer mirando a Blaise quien solo cojeaba de su pierna adolorida que ella misma había arreglado un año atrás.

―León Black, padre de Lobo… tiene una maldición. Estoy seguro de que es Flos Mortem.

Pomfrey lo miró impresionada y aterrorizada. Toda la comunidad mágica sabía de esa maldición.

―¿Está seguro?

―Necesito saber el grado.

―¿Podrían explicarme?, es de mi pierna de la que hablan. Hay mortífagos fuera y necesito pelear, así que, si me disculpan, iré a patear traseros.

―Lo siento, Blaise—interrumpió madame Pomfrey—, pero si te dejo ir, puedes morir por culpa de la maldición. Al menos deja que te evalúe…

Blaise rodó los ojos. Se sentía bien, solo le dolía la pierna, ¿por qué tanto alboroto? Madame Pomfrey movió la varita frente a Blaise y de su pierna salieron destellos color violeta.

―Está… pero es muy pequeña. Se puede remover con un Finite Incantatem.

―Inténtelo, por favor —pidió León. Pomfrey movió la varita en dirección a las chispas y luego hizo el mismo movimiento inicial. No había chispas.

―Ya no me duele.

―Ya no tienes el hechizo. Tuviste suerte, muchacho; pudiste haber perdido la pierna— dijo madame Pomfrey haciendo sonreír a Blaise y suspirar aliviado a León.

―Gracias… ahora, si me disculpan, iré a patear traseros.

―Blaise —detuvo León, el moreno lo miró—, si vuelves a sentir olor a frezas, vuelve… por favor.

El muchacho asintió, y con su juventud intacta, Blaise corrió cojeando hacia el pasillo del que había sido rescatado.

―¿Ahora me explicará quién es usted? Por lo que sé, el joven Black es hijo de muggle.

―Mi mujer y yo somos hijos de muggle —mintió León—, por eso nuestros hijos, Lobo y Ángel, se denominan así. Madame Pomfry —comenzó León interrumpiendo a lo que sea que la enfermera diría—, tengo estudios de medicina, tanto mágica como muggle, solo no alcancé a graduarme como sanador. Le pido me deje ayudarla aquí, Dumbledore en persona me lo ha pedido. También soy bastante fuerte y puedo defender esta improvisada enfermería… además —dijo mirando a su alrededor—, se ve que necesita ayuda.

―Mucha… está bien, señor Black, bienvenido a los sanadores de la Orden del Fénix.

―Es un honor.


Draco corría por los pasillos del castillo. Tenía que tratar de eliminar a la mayor cantidad de mortífagos. Se encontraba cerca de las mazmorras. Vio a uno de los gemelos Weasley junto a Percy y decidió ir en su ayuda. No sabía qué podía estar tramando el mayor.

―Fred, ¿estás bien? —preguntó desconfiado por Percy, quien sonreía.

―Sí, Lobo, solo bromeaba con mi hermano –dijo sonriendo.

Un estruendo sacudió las mazmorras. Percy y Fred lograron reaccionar, saliendo del camino de un gran pedazo del castillo que podría fácilmente haberlos matado.

―Eso estuvo cerca.

―¡No se queden parados y vamos! —pidió Alicia corriendo por un pasillo aledaño.

Todos siguieron corriendo y atacando. Podían escuchar los gritos y las explosiones. No sabían cómo estaban sus amigos, pero sentían que todo estaría bien mientras se quedaran unidos.

Llegaron al pasillo del gran comedor. Había una gran cantidad de mortífagos en las puertas, tratando de rematar a los que estaban heridos en aquel lugar. León Black junto al resto de los profesores estaban defendiendo. El hombre de cabello castaño y cola alta utilizaba movimientos con las manos para hacer los hechizos, cosa que impresionó a Lobo; no tenía idea de lo poderoso que podría llegar a ser su padre.

Un segundo.

Fue solo un segundo de descuido que tuvieron todos en el que uno de los mortífagos estiró su brazo con su varita en alto y lanzó la maldición imperdonable directo al pecho de Fred, lanzándolo en el piso del gran comedor. Solo se escuchó el grito desgarrador de Alicia y Molly, quien justo había llegado para ver la escena.


Dumbledore se encontraba en los terrenos junto al lago. Había un montón de niños del E.D peleando junto al anciano director. A su lado, Pansy Parkinson y Theodore Nott apoyaban y protegían a los más pequeños.

Los mortífagos estaban o encadenados, desmayados o muertos. Estos últimos por Dumbledore. Les dijo específicamente a los niños que no perpetraran la maldición imperdonable, pues sus almas eran muy puras para ello, incluyendo en este discurso a los mayores.

Cuando ningún mortífago quedaba despierto, el anciano director se sentó mientras Pansy se encargaba de hechizar a los encadenados vivos para que no volvieran a molestar hasta que todo acabase, y Theodore atendía las heridas de los niños. El muchacho sintió una presencia tras de sí, y decidió lanzar un Protego Totalum a todos los niños que tenía en frente.

―Me prometiste que no me dejarías mal.

―También te dije que tenía el don de aparentar, y tú me creíste —dijo Theodore dándose media vuelta para encontrarse con su padre. Estaba más flaco de lo que recordaba, y llevaba rastros de sangre en la cara. La túnica esta algo roída y se sentía que había envejecido desde la última vez que lo había visto.

―¿Qué haces con estos niños? —preguntó mientras los niños levantaban sus varitas tras de Theo.

―Curándolos. Adrián, te pido que te vayas o tendré que atarte —dijo a tiempo que estiraba su mano.

―¿intentarás detenerme? No pudiste cuando maté a tu madre, menos ahora.

―Es porque no estaba yo —dijo una voz a espaldas de aquel hombre.

Adrián se dio media vuelta y solo pudo sentir un golpe seco en su mandíbula al más puro estilo muggle antes de caer noqueado al piso, sin saber quién fue su agresor. Snape agitó su derecha con un gesto de dolor e incomodidad en la cara.

―Profesor —dijeron algunos estudiantes sorprendidos.

―Niños, manténganse a salvo —dijo Snape—. El Lord está planeando algo. Iré a ver qué trama, así que ten cuidado —dijo mirando a Theo a tiempo que tomaba a Adrián Nott de la túnica—. Yo me encargo de él —dijo a tiempo que se desaparecía con el hombre inconsciente.

Theodore se quedó mirando donde su padre se había ido. ¿Se había aparecido ahí exclusivamente para atacar a Adrián?, ¿o era una mera coincidencia? Reunió a los niños y los llevó con Dumbledore, quien estaba junto a Pansy. La muchacha estaba con la mano en la sien y con los ojos celestes.

―¿Qué le pasa?

―Al parecer se está comunicando con alguien —dijo Dumbledore aún sentado, sudoroso y cansado.

―Es Ron —dijo Pansy—, algo pasa en el gran comedor. Siento mucha angustia.

―Creo que… es hora de ir al castillo. ¿Dónde fue Snape? lo escuché llegar —preguntó Dumbledore mirando al castaño.

―Dijo que se haría cargo de Nott, pero no sé dónde fue.

―Bien… bien… vamos, muchacho, caminemos al castillo.


Un grito desesperado se escuchó en el gran comedor. Los mortífagos se habían retirado por un momento y el resto que quedaba dentro estaba siendo repelido por la orden del fénix.

Alicia se encontraba sobre el pecho de Fred, quien miraba el cielo con los ojos apagados.

Draco miraba la escena justo cuando el trio dorado aparecía. Recordaba a Marlek decir "un pelirrojo muerto" y lo supo. Fred había muerto. Hermione y Harry se colocaron al lado de Draco, y ambos tomaron las manos de su amigo. Ron corría hacia su madre para contenerla, llorando en el camino.

León Black se acercó a la pelirroja quien lloraba desgarradoramente, pero se alejó rápidamente, cubriéndose con su brazo; Alicia estaba descontrolando su magia. Algunas personas se acercaron para calmarla, pero León lo evitó.

―¡Papá! —gritó Lobo—, hay que detenerla, puede ser peligroso.

―Déjala.

―Pero padre…

―¡He dicho que la dejen!. Por favor, háganme caso. Déjenla… señora Weasley, aléjese usted también. Confíe en mí.

―¡Es mi hijo!

―Protego Totalum —lanzó León alrededor de Alicia y Fred—, lo siento, por favor, créanme. Defendamos lo que podamos y que no la interrumpan.

Molly era sostenida por Ginny, Ron y George quienes estaban en el gran comedor ayudando a defenderlo en ese momento. Todos lloraban, pero miraban fijamente como Alicia comenzaba su descontrol de magia. El resto de los espectadores repelía a los mortífagos que quedaban, aunque pendientes en parte de lo que ocurría.

Alicia comenzó a flotar. Lloraba tan amargamente que a muchos contagió su dolor, rabia e impotencia. Sus cabellos comenzaron a moverse como si estuviesen en una burbuja de agua; sus cabellos parecían llamas en el mar. Draco pudo entonces darse cuenta, haciéndoselo notar a todos, Las puntas del cabello de Alicia comenzaron a tornarse color blanco. Esto se extendió por su cabello hasta llegar a la raíz. Su cabeza y pecho estaban pegadas al cuerpo inerte de Fred. Ella abrazaba y lloraba mientras una pequeña luz desde su cabeza comenzaba a bajar.

El cabello de la pelirroja quedó completamente blanquecino y su cuerpo comenzó lentamente a bajar, quedando encima de Fred. Su llanto se calmó un momento. Sentía el aroma de Fred y susurraba su nombre. Sentía madera, césped recién cortado y algodón. Sentía que su alma no podía más y quería morir en ese momento, pero una mano grande acarició tranquilamente sus cabellos.

Abrió los ojos, y pudo ver los ojos adormilados de Fred, mirándola y sonriendo.

―¿Te he dicho que me encantan las rubias? —dijo con voz rasposa

―¡Fred! Pero… como —murmuró Alicia a tiempo que Molly lloraba de alegría y se acercaba. León entonces sacó la protección y pudieron acercarse.

―Tú sabías… tu sabías que esto iba a ocurrir, ¿no es así? —preguntó Molly llorando al castaño de cola alta.

―Sí… pero necesitamos que se los lleven a San Mungo ahora mismo. Señor Weasley, no podrá usar su varita por al menos 6 meses y señorita… usted perdió su magia por unos 2 años, aproximadamente —dijo León.

―¿Perdí mi magia?

―Sí… la ocupaste toda salvando al señor Weasley. Necesitan ponerse a salvo antes que los maten… de nuevo —dijo León a tiempo que Dumbledore y compañía llegaran.

―¿Nymphadora? —preguntó Dumbledore. La mujer estaba herida de un brazo, pero se encontraba bien. Lupín estaba a su lado—, necesito que lleves a Fred y a Alicia a San Mungo ahora mismo.

―Pero profesor…

―Hija… piensa en Teddy. Llevas poco tiempo en puerperio y estás amamantando. Necesitas también descansar.

Tonks miró a Lupín, quien asintió y besó su cabeza. Dijo unas palabras a su oído que la hizo sonreír, asintió y llegó al lado de los muchachos, y tomando sus débiles manos se desapareció.

Dumbledore estaba conmovido. Vio la muerte siendo vencida por el amor, y sin decir nada, se dio media vuelta y caminó hacia las afueras del castillo. Caminaba débil y seguro, pero sabía exactamente dónde ir. Harry por su parte, lo siguió.


Severus Snape estaba despertando a Adrian Nott, este se encontraba en una cabaña cercana al río.

―¿qué diablos me pasó?

―Peleaste y te dejaron aquí. Tuviste suerte —dijo Severus ordenando algunas cosas.

―Tú… tú tenías algo con mi mujer, ¿no es así? —preguntó de la nada.

―¿Disculpa?

―Sí… tú y ese mocoso son iguales… tú te llamas Severus Theodore… por eso mi mujer le puso así al niño, qué ciego fui.

―Adrian… ¿a qué viene todo esto?

―Me golpearon cuando hablaba con él… y lo último que vi fue tu rostro en el de mi hijo… siempre supe que él no era mío… pero nunca pensé que fuese tuyo… y menos que traicionarías a todos por él.

―No he traicionado a nadie.

―¡Eres quien me golpeó!, los niños estaban ahí, ¡podríamos haberlos matados a todos y no lo hiciste!

―¿Ibas a matar a los niños?

―Mataría a quien sea por mi Lord.

Severus entonces levantó su varita y atacó. Primero un incercerus que Adrian repelió diestramente, contraatacando. Luego, el hábil profesor envió un expelliarmus, que aturdió a su atacante y finalmente un septum sempra, que dio directo en el pecho de Adrian.

―Eres hábil, pero no volverás a tocar a mi hijo, ni a nadie más. Mataste a Stella, y eso no te lo voy a perdonar.

―¡Yo sabía!, esa puta tenía algo que ver contigo. Bien muerta está.

Avada Kedabra —dijo Severus con rabia en la voz, matando en el acto a Adrian Nott.

Severus vio al hombre que había hecho tanto daño a Theo y a Stella. El pelinegro suspiró, aliviado. Había vengado a uno de sus dos amores, a la más importante, pues era con la que había sentido lo que era realmente el amor y le había dado un hijo, y aunque se había perdido su crianza, no se iba a perder el resto de su vida. Si tenía que rebelarse como espía, lo haría.

Albus Dumbledore llegó a la cabaña con su varita de sauco en alto junto con Harry y la varita de Draco, apuntándolo. Vieron a Severus frente a Adrian, muerto, y bajaron sus varitas.

―¿Estás bien, Severus?

―Sí.

―Creo que es hora de que Harry sepa la verdad, ¿no lo crees?

Severus achinó los ojos ante Harry. Se veía roído, demacrado, más flaco de lo que recordaba. Con el cabello indomable, como siempre, algo sucio y ojeroso. Recordó una conversación que habían tenido tiempo atrás, un día antes de que los chicos se fueran del 12 de Grimmauld Place, y suspiró al hacerlo.

[Flash Back]

Snape había llegado de una redada. Estaba sucio y sin mucha motivación. Tenía que darle el tónico a Albus antes de irse al colegio nuevamente. Su nuevo rol de director le permitía salir y entrar del castillo sin ser detectado por nadie, ni siquiera por los mortífagos que eran ahora profesores del colegio.

Se encontraba en la cocina, bebiendo un vaso de agua luego de entregarle la poción al antiguo director, cuando Harry apareció en la escena.

Sin decir nada más que hacer una mueca de fastidio, Snape dejó de mala gana su vaso y se levantó.

―Profesor, por favor. Necesito hablar con usted.

―No quiero hablar contigo, Potter, estoy muy cansado.

―Por favor.

Snape lo quedó mirando un momento. Ese semblante de ganador que despedía era igual al que tenía su padre, pero los ojos verdes que brillaban en la cara del joven le hicieron quedarse. Con otro gesto de disgusto, esta vez más evidente, se sentó. Harry se sentó frente a Snape.

―Necesito que sea sincero —comenzó Harry—, y me diga exactamente qué es lo que odia de mí.

―¿… disculpa? —preguntó desconcertado Snape.

―Eso… ¿cuál es la razón?

―¿Y me lo preguntas? Eres un déspota, un arrogante y un aprovechador de tu nombre —dijo a tiempo que se levantaba lentamente de la silla y colocaba sus manos en la mesa—. Todos corren a atenderte cuando "El Elegido" aparece. Eres detestable al igual que tu padre. Un ciervo de grandes astas para llamar la atención solo por ser quién eres— dijo achinando los ojos. Harry simplemente lo miró.

―Ok… entiendo lo que me dice, pero… ¿eso que dice es por mí, Harry, o por James? —preguntó achinando los ojos.

―Tú…

―Profesor. Vi lo que ocultaba en el pensadero, y lo sabe. Vi cómo era mi padre, y me gustaría que comprendiera lo siguiente —dijo Harry mirando fijo a Snape quien se sentaba—. Yo no soy mi padre. Él tuvo una madre, un padre, amigos… él era sangre pura y hacía lo que quería porque tuvo todo lo que quiso durante su vida. No era una buena influencia para nadie, y fue mi madre quien lo cambió. Ahora míreme a mí. Soy un Huérfano, que trataron con la punta del pie hasta los 11 años, cuando se dio cuenta que era un mago mestizo, y aún así me siguieron tratando mal… peor diría yo. Ahí me enteré que un psicópata me perseguía porque le dio la gana de elegirme a mí, porque se vio "reflejado" en mí. Ser el elegido no fue ni es bueno, profesor —dijo Harry frunciendo el ceño—. No me puedo aprovechar de algo que es una desgracia como si fuese algo bueno. Tengo recuerdo de mi padre, muy bonitos gracias a Sirius y al profesor Lupín, pero no de Lily. Usted como amigo de mi madre, podría haberme instruido, podría haberme contado de ella, podría darme lo que no tengo; recuerdos de mi madre, pero en cambio, decidió odiarme porque me parezco a mi padre, el cual fue horrible con usted, y la verdad me avergüenzo de eso… creo que jamás trataría a una persona como él lo trató a usted, y ha sido mi profesor por 6 años, me ha visto actuar, debería conocerme, pero ha decidido odiarme; Profesor, yo no soy mi padre.

Severus se quedó de una pieza, lo quedó mirando fijamente y pudo ver algunas cosas… Harry tenía la piel más blanca que James, era como la de Lilly. Tenía una nariz como la de James, pero no tan grande. Sus orejas no eran como las de sus padres. Le recordaba a las de petunia, incluso las cejas… comenzó entonces a ver a un niño diferente… Sin decir nada, se dio media vuelta y caminó hacia la chimenea. Harry se quedó sentado y suspiró. Severus miró por sobre el hombro por un momento y lo vio mirando la mesa con las manos cruzadas. ¡Hasta sus dedos eran distintos a James! De hecho, se parecían a las manos de Lilly, solo que más gruesas. De hombre.

Sin decir nada más, entró a la chimenea y volvió al colegio.

[Fin flash back]

Severus suspiró y colocó la varita en su sien. Sacó un hilo de recuerdos y se la extendió a Harry.

―Tómalo… mereces saberlo todo. Lo lamento —luego miró a Dumbledore—, pido permiso para unirme a las filas de la orden del fénix, como siempre debió ser.

―Bienvenido, querido amigo, ve. Vamos Harry. Hay mucho de qué hablar.


¡HOLA! ¿Cómo están? después de no sé cuántos meses puedo publicar. La vida está más tranquila entre trabajo, bebé y pandemia. En Chile, Santiago específicamente, estamos en cuarentena desde hace un mes, así que no he salido hace mucho. Tengo las dos dosis de la vacuna SINOVAC y gracias al cielo no me he enfermado, ni yo ni mi familia (igual somos bien cuidadosos y casi no salimos). Estoy teletrabajando (¿recuerdan que soy profe?) y ha sido muy estresando, pero de repente las musas aparecen y puedo escribir. Espero que les haya gustado este capítulo... cortito.

Espero pronto comenzar a escribir el capítulo 44 para ya estar terminando en dos capítulos más aproximadamente. Las ideas están, solo falta concretarlas.

Si tienen dudas o consultas, no duden en escribirme. Gracias por seguir aquí, leyéndome. Es una gran fuente de energía para mí.

Besos gigantes

Alice~

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