21 de junio, el solsticio de verano para el país nipón. Todo era alegre y colorido, como sólo ese país lo podía celebrar. Además, todas las personas allí, vestían prendas tradiciones para esa festividad.

-La gente aquí se viste horrible-

Se encontraban sentadas sobre el barandal de un templo, mirando a la multitud. Ellas vestían como todos los días, jeans, overol y blusas estampadas, la terrible ventaja de ser extrajeras corría por sus venas y no iban a disfrazarse de esa manera.

-Es ropa tradicional, Gaia- negó con una paleta en su boca -Pero sí, es horrible- asintieron de acuerdo -¿Qué quieres hacer?-

Miró su celular con cara molesta y cortó la llamada entrante, volviéndolo a guardar en su bolsillo.

-No puedo creer que hayas terminado con él- la invitó a caminar entre la gente -Y que hayas vuelto a la escuela de Kyoto- ella levantó sus hombros, indiferente -Qué poco duró la convencía-

-Después del incidente del hotel, nuestra relación, se puso muy intensa- negó de un lado a otro, esquivando personas -Era asfixiante, tenía que andar de puntillas todo el tiempo- explicó, sacando la paleta de su boca -Y me cansó- la movió de un lado a otro -A mí nadie me dice que hacer-

-Estoy de acuerdo, no están comprometido ni nada eso, como para que te quedes a sufrir en vano- se detuvo en un puesto de helados, pero le dio nauseas y siguió su camino -Este bebé está matándome, todo lo dulce me da náuseas- su teléfono vibró en su bolsillo -¿Kylar?- respondió -Si, estamos con Dea cerca del templo Senso-ji, en la feria culinaria- hizo un gesto raro -Bien, traelo, pero no quiero problemas- cortó.

-Bueno, me voy- giró sobre sus talones -Es obvio que él viene hacia aquí- su hermana la detuvo aferrando su muñeca -No quiero verlo, Gaia- suplicó sin voltear -Hará una escena, como siempre-

-No lo hará, Kylar está aquí y lo controlará- aseguró -Quédate, Dea- rogó con esos ojos hipnóticos, convenciéndola -Prometió comportarse-

-Bien- suspiró agotada, bajó su rostro y apretó su entrecejo -Pero si se pone pesado, me voy- advirtió, apuntándola con un dedo.

Podían verlos acercarse con semblantes serios y portes despreocupados, iban casuales, al igual que ellas, acompañados por los alumnos de primero y segundo de la escuela de Tokio.

-Mira lo que te conseguí, Gaia-

Levantó una bolsa delante de su cara con una brillante sonrisa.

-¿Es un Koi?- tomó la bolsa entre sus manos y él, asintió -¡Pero que pequeñito!- lo miró con ojos brillosos -¡Gracias Kylar!- parecía una niña -¡Dea, mira es...!-

Se interrumpió, su hermana se encontraba lanzándo chispas por los ojos hacia Gojo, poniendo a todos muy incómodos.

-Al fin nos vemos, hechicera- habló muy serio, bajando sus lentes.

-Eso parece- no se dejó intimidar -No es un gusto para mí volver a verte-

-No me importa- ignoró lo que dijo -Yo no puedo decir lo mismo- la miró de arriba a abajo -¿Algún día responderás mis llamadas?-

-Nunca- respondió igual.

-Bien, nunca dejaré de llamarte- volvió sus lentes a su lugar -Es una amenaza-

-No me interesa- le dio la espalda -Ni que fueras la gran cosa-

Caminó a paso firme entre la gente y siendo seguida por él.

-Bueno, ¿Quién tiene hambre?- preguntó y levantó una mano al igual que todos -¡Vamos por ramen!- siguieron el sentido opuesto a ellos -¿O quieren okonomiaki?-

Caminaba rápidamente entre la gente, tenía que perderlo, no podía ser que ese hombre no la dejara en paz, ¿Qué diablos pasaba con él? Volteó y nadie la seguía, suspiró fuerte sintiendo un tremendo alivio en su pecho, pero cuando quiso dar un paso más, el impacto contra un torso se lo impidió.

-¿Ibas a algún lado?-

Preguntó con burla e inclinándose a su altura.

-Quiero un trago-

Se rindió, no había caso, jamás de desharía de él y no le quedó otra que, ser cómplice de esa locura que lo rodeaba.

-¿Puedo ir contigo?-

-Si quieres- él aferró su mano y tiró de ella -¿A dónde me llevas?-

-Espera y verás-

-¿Un karaoke?- preguntó antes de ingresar -En serio, Gojo- rodó sus ojos -Te dije que quería un trago-

-Y lo tendrás- la condujo a una mesa lo bastante apartada del escenario -Buenas noches, señoritas- tomó asiento junto a Shoko y Iori -Les traje compañía-

-¡Dea!- la abrazó esta última, ebria como una cuba -¿Quieres cantar conmigo?-

-Si, más tarde- buscó algún trago sobre la mesa y no halló ninguno.

-Aquí tienes...- Shoko le acercó un pequeño vaso -Seguro que necesitas más de uno- volvió a servirle después de beberlo de un solo respiro -No es fácil lidear con este chico lindo- cabeceó hacia su amigo que escribía un texto.

-¿Hablan de mí?-

Preguntó con interés después de enviar el mensaje y guardar el teléfono en sus pantalones.

-No- respondió ella dando otro trago.

-Si- dijo su amiga, mirando a Iori cantar -Ya vuelvo, si sigue moviéndose así, se caerá- se encaminó al escenario.

-¿Está rico?- cuestionó, muy cerca de ella.

-No tienes idea- lo terminó de golpe -Gracias por los tragos-

Se incorporó e intentó dar un paso, pero no la dejó ir al atravesar su brazo.

-¿Por qué me dejaste?- volvió a sentarse al escucharlo -Contéstame y te dejaré ir-

-Por ser tan tú- apretó sus labios, mirándolo -Eres un buen hombre, pero un asco para las relaciones- aferró su cabeza con ambas manos y después, frotó su rostro -No tenía vida y libertad junto a ti, Gojo- inhaló profundo -Eres ahogante-

-Nunca tuve a nadie en mi vida, más que a ti y a mis alumnos-

Habló como nunca antes lo había hecho con ella, totalmente serio.

-He perdido a muchos y no puedo permitirme perder a nadie más-

Lo que sucedió en el hotel desequilibró, aún más, su mente. No podía superarlo, las imágenes lo atormentarían por siempre.

-Pero esa no es una manera correcta de vivir- colocó una mano sobre las suyas -Poseer, no es lo mismo que amar- le apartó los lentes de los ojos -Eso está muy mal- lo besó en la mejilla con ternura -Y no está bien-

-Quiero que me enseñes a vivir, por favor- aferró su nuca, para que no se elejara después de ese beso -No me dejes, te necesito-

-No puedo estar educándote todo el tiempo, Gojo- su teléfono timbró y miró la pantalla -¿Kylar?- abrió sus ojos enormes al escucharlo -¡Voy para allá!- se incorporó -Tengo que irme- indicó apresurada.

-¿Qué sucede?- hizo lo mismo que ella.

-Es Gaia- caminó a la salida seguida por él -Está en el hospital-

-Yo te llevo-

La sala de espera estaba repleta de gente, mientras esperaban noticias de ella que, estaba siendo atendida en emergencias. Tuvo un colapso en plena calle y se desmayó, después de tener una hipoxia repentina.

-¿Familiares de Gaia Curtís?-

Preguntó uno de los médicos atravesando la puerta vaivén e conectaba a ambas salas.

-Soy su pareja y el padre de su bebé- se acercó a él, alarmado -¿Cómo está, Shishui?- le dio la mano -No me dejaron entrar para asistirla-

Era antitético dejarlo entrar, no podía mantener la mente fresca al tratarse de ella.

-Hola, Kylar- estrechó el agarre -Está bien, duerme profundamente, pero encontramos esto- le enseñó un pequeño dardo parecido a un alfiler -Lo tenía en la parte trasera de su cuello- se lo entregó para que lo inspeccionara -Las pruebas toxicológicas no mostraron resultados relevantes, pero esa dosis de lo que sea, la hizo dormir- leyó el informe de laboratorio -Es más, hasta parece inmune a la misma-

-Y no lo harán- murmuró por lo bajo -Es un arma particular y de ataque- él conocía su procedencia, era una herramienta maldita -Las pruebas no mostrarán nada, te lo aseguro y gracias, Shishui- asintió, yéndose de allí y él la acercó a su nariz -Huele a almendras amargas-

-¿Cianuro?- cuestionó, quitando el arma de su mano -¿Alguien quiso envenenar a mi hermana?-

-No, alguien quiso mandarle un mensaje al ejecutor- miró a sus alumnos allí -Chicos, vayan a casa, ya es tarde- ellos salieron en silencio -Tú no, Maki- la detuvo -Muéstrasela, Dea-

-Es un arma Zenin- aseguró, mirándola con detalle -Es más, esa vieja, la Abuela Ogami la usaba hace un tiempo-

-Gracias, Maki- dijo ella.

-Avísame si hay novedades, Dea- le dio un corto abrazo -Estaré atenta al teléfono- salió tras sus compañeros.

-Bien...- miró a ambos -O esto es una venganza Zenin o una advertencia de algo...- observó al implicado allí -¿Tú dinos, Kylar?-

-Me dijo que no lo haría- apretó el pendiente de Tokijin en su cuello -Él me dijo que la dejaría tranquila-

-¿Él?- preguntó con cuidado -¿Hablas del líder, ejecutor?- afirmó con la cabeza -¿Cuándo hablaste con él?-

-Vino a hablar conmigo hace unos días- rascó su nuca -Según él, tenemos asuntos que arreglar- puntualizó -Tú sabes la verdad, Gojo- lo apuntó con una mano -No me hagas decirla en voz alta-

-Ya sé que eres un Zenin, Kylar- habló ella de nuevo -Deja de hablar en códigos, con Gaia nos contamos todo- reclamó indignada -Y eres hijo del líder, además-

-Hijo bastardo- rectificó sin pena ni gloria.

-No, su hijo más fuerte- palmeó su espalda -Por esa razón, jamás te dejará en paz, aunque lo niegues-

-No me interesa tener nada que ver con él, porque jamás lo necesité- tomó asiento en las sillas allí, al igual que ellos -Siempre tuve a mi madre y a mis difuntos abuelos, ¿No entiendo porque tiene esa obsesión conmigo?- no odiaba a su progenitor, pero tampoco le agradaba -Si ustedes supieran todas las estupideces que me dijo ese día...- comenzó a narrar los hechos.

Otro día laboral había comenzado en ese enorme hospital, era la hora del almuerzo y él estaba al teléfono acomodando fichas e informes.

-No me importa que tengas antojo de eso, Gaia- miró a la nada para no reír -Eres alérgica a los camarones, entiendelo- ella se encontraba almorzando en la cafetería -No quiero salir corriendo de aquí, porque tú tienes un ataque de anafilaxia- frotó sus ojos, cansado -Come otra cosa- suprimió una risa -Si, me encanta ser un tirano- soltó una carcajada cuando respondió -Bien, me alegra oír eso- guardó unas fichas, escuchándola -Traeme un sándwich cuando vuelvas, ¿Sí?- cerró el fichero -Bien, cuídate y no comas camarones-

Colgó y la puerta de su oficina, se abrió, revelando y dejando entrar a un ser indeseado.

-¿¡Qué haces tú aquí!?- preguntó hosco -¿¡Y quién te dejó pasar!?-

-Nadie me niega la entrada para hablar con mi propio hijo- tomó asiento frente a él -¿Es cierto lo que dicen?-

Olía a alcohol, siempre fue un perdido en el vicio y un mal bebedor, después de casarse con su actual esposa. Gracias a su madre que, jamás o casi nunca, tuvo contacto con ese hombre tan desagradable.

-No sé de lo que hablas- se acercó a la puerta y señalando hacia afuera -Lárgate, estoy trabajando-

-No me iré hasta que me respondas, muchacho- apretó su puño para no golpearlo y entrecerró la puerta -¿Es cierto que tendrás un hijo?-

-Si, es cierto- volvió a abrirla -Ya respondí, lárgate-

-Es estupendo, otro Zenin igual de fuerte que tú- se acercó a él palmeando sus brazos -¿Quién es la afortunada?- quiso saber -¿Una hechicera fuerte y de rango alto?-

-No sé como diablos te enteras de lo que pasa en mi vida- lo alejó de un empujón -Pero quiero que te largues de mi consultorio- lo corrió sin más -No soy un Zenin, soy un Azoth al igual que mamá- no quería que estuviera allí, ella podía llegar en cualquier momento -Así que, vete de una vez- no iba a perder la compostura por él.

-Kylar...-

Ingresó tranquila e indiferente, mirando el sándwich envuelto en plástico en su mano, junto con una botella de agua en la otra.

-Aquí dice que es pavo, pero creo que es pollo- habló sin levantar la mirada -No es tu favorito pero...- se interrumpió, al verlo tan tenso a un lado de la puerta -Lo siento, no sabía que estabas ocupado- miró al otro hombre allí -Voy a dejar esto aquí y los dejaré solos-

Siguió hacia el escritorio dejándolo todo y cerró la puerta al salir. Luego volvería a hablar con él cuando estuvieran solos.

-Es ella- afirmó su progenitor, mirando la puerta -Es vital, muy vital y se ve fuerte- dirigió sus ojos a él -Me recuerda a tu madre, tiene su espíritu- confesó -¿Cómo está Selene?-

En sus ojos se percibió algo que jamás había visto al hablar de ella.

-Está bien- lo cortó en seco -Ya sacaste tus dudas ahora...- cabeceó a la puerta abierta.

-Tu lugar en el clan sigue vacío- se recompuso de inmediato -Es tuyo, si lo quieres-

-Tienes muchos hijos, ofrecelos a ellos-

-Ninguno es tan fuerte como tú- caminó hacia el umbral -Eres mi primogénito y el más poderoso entre ellos, pero te niegas a tu destino y a tu sangre- habló sombrío -No te dejaré tranquilo jamás, Kylar- volteó a penas -Eres mi hijo y lo tendrás que aceptar-

Miró a la joven mujer allí, dando a entender su punto, pero él despertó a su espada, empotrándolo contra la pared y colocándola en su garganta, impidiéndole su avance.

-¿Acaso eso es una amenaza?-

Su voz era ajena y su poder del alfa había despertado. No iba a permitir semejante insolencia en su lugar de trabajo.

-Ves, eres un Zenin- apartó la espada con un dedo -Tranquilo, no me meteré con ella-

La miró de reojo, ya que se encontraba a unos metros de ellos, al escuchar el escándalo en su oficina.

-Pero esto no terminará aquí, hijo-

Salió de allí a paso digno y sin mirar a esos seres inferiores a los que llamaban humanos.

-¿¡Cómo están!?-

Ingresó histérica y apresurada por esa puerta, aferrando su bolso bajo un brazo e interrumpiendo su relato.

-¿¡Cómo están Gaia y mi nieto!?-

-Están bien, mamá- era un alivio que ella estuviera allí -Duerme profundamente y ninguno de los dos corre peligro-

Le enseñó el objeto en su mano, nunca le escondía nada, ya que era un código moral y de confianza entre ellos.

-¿Sabés de quién es esto?- ella lo tomó, fúrica.

-¡Ese viejo cochino y degenerado! ¡Hijo del demonio!- buscó algo dentro de su bolso y lo encontró -¡Naobito Zenin!- exclamó al teléfono en su oído -¡Ahorrate las estupideces!- volvió a decir en el mismo tono -¿¡Qué diablos le hiciste a la madre de mi nieto!?- escuchó -¿¡Nada!?- dijo escéptica -¿¡Sino fuiste tú quién diablos fue!?-

Estaba interpretando una graciosa escena frente a todos.

-La señora Selene tiene el mismo carácter que ustedes, mi diosa- la rodeó con un brazo -Que miedo-

-Si, así eran las mujeres en nuestra tierra- aferró la mano que tenía en su hombro -Es algo tan hermoso de ver y lo mejor de todo, que se hereda-

-Mamá, por favor...- su hijo intentó calmarla, quitándole el teléfono -Es un hospital, comportate- ella amagó en darle un golpe de revés y se alejó -Si, mamá...- dio unos pasos atrás -Perdón-

-¡Escúchame bien, estúpido!- levantó un dedo al aire -¡En este momento iré para allá y más te vale que me des la cara! ¿¡Escuchaste!?- él decía cosas inentendibles del otro lado -¡Habla bien, idiota! ¡Habla bien o te mato!- todo fue silencio -Aja...- pronunció, dulcemente -¿Ves? ¿Qué te costaba decirme la verdad desde un principio?- sonrió como una colegiala -Si, lo sé, así son los hijos- su cara se ensombreció -No, no cometo el mismo error dos veces- afirmó con asco -Ni que fuera tan estúpida- bufó, aburrida de ese hombre -Buenas noches, Naobito- cortó -Fue Naoya- guardó su teléfono, sonriendo, ampliamente -Esta parte te toca a ti, hijo- lo palmeó al pasar -Ven, Dea...- entrecruzó sus brazos -Vamos a ver a Gaia-

-Gojo, esta noche dormiré en casa- lo saludó antes de atravesar la puerta -Y llamaré a Maki- sacó el teléfono de sus pantalones -Ese Zenin, no sabe la doble paliza que le espera-

Buscó su número en directorio de contactos.

-Bueno, mi amor-

Llevó sus manos tras la nuca, sintiéndose feliz y tranquilo, después de mucho tiempo.

-Tu madre es aterradora, ejecutor- miraban en esa misma dirección -¿No querrá adoptarme?-

-No lo digas delante de ella que, no quiero ser tu hermano-

-Luego se lo preguntaré- caminaron a la salida -Satoru Azoth- hizo un gesto de conformidad -Me gusta-

-Si, suena bien- lo palmeó al salir -Vámonos-

Naoya Zenin, no tenía ni la menor idea del demonio que lo perseguiría por el resto de su vida.

-Y así fue como mi papi, adopto a pato el pez- explicó a todos sus compañeritos del jardín.

-¿Pato es un pez?- preguntó una de las niñas allí.

-Si, come sándwiches de mermelada y controla el clima- contestó seguro -¿No, mami?-

Ella rió nerviosa entre la multitud de padres presentes, mientras su esposo, mantenía la mirada gacha y mirando al suelo, muerto de vergüenza. Nunca más hablarían cosas de adultos adelante de su hijo.

-Niños, que cosas dicen- excusó, moviendo una mano de un lado a otro -Tienen una gran imaginación y las caricaturas, no ayudan mucho-

Aplaudió para matar la tensión y todos hicieron lo mismo, después de esa espectacular y larga historia. Los había salvado del bochorno haciendo esa estupidez.

-Fue una linda historia, Daven- la maestra lo felicitó algo confundida y él tomó asiento junto a su primo -Gaudy, ¿Quieres seguir tú?-

-Si-

Las salitas de cuatro y cinco años, habían realizado un encuentro de padres y alumnos, como una estrategia didáctica de integración entre ambas.

-Mi mami es una hechicera que viene de un lugar muy lejos que ya no existe y mi papi es...-

-¡No!-

Gritaron sus padres al unísono desde el fondo de esa habitación.

-¡Gojo! ¡Formación B!-

Exclamó ella y él apareció como una bala frente a su hijo.

-¡Gracias por todo, maestra!-

Sonrió galante, enseñando sus espectaculares ojos, mientras su esposa levantaba a su hijo en brazos y se alejaba de allí, corriendo hacia la salida.

-Pero ya nos vamos- volvió a colocarse sus lentes y los siguió sin mirar atrás -¡Mi diosa! ¡Espérame!-

Escucharon en la lejanía de ese jardín de infantes.