Sirius no podía estar más que feliz con la noche que vivió. Gracias al placer que sintió en cada poro de su cuerpo, no se dio cuenta el momento en que cerró los ojos y se dejó caer en los brazos de Morfeo.

Por la mañana, con los rayos del sol pegando directamente en sus ojos, el animago abrió los párpados para encarar a su hermosa bruja, pero para su desilusión y consternación, Bellatrix ya no estaba y solo permanecía el libro de cuentos a su lado.

El encontrarse solo le hizo recobrar la pena y los miedos, porque no conversaron nada sobre lo que pasaría de ahí en adelante. Mucho menos se tocó el tema de si podía volver a la propiedad de la mujer. Dedicaron su noche a reconocer cada espacio de sus cuerpos y demostrar sus sentimientos con gestos, no palabras.

Se puso de pie y bajó lentamente a la parte principal del departamento. Sacó ropa limpia de su habitación y se metió al baño para refrescarse y estar un poco más decente.

Al pasar las horas, en las cuales se debatía en si volver a Grimmauld o a la casa de los Weasley, quiso probar suerte y se dispuso a aparecerse dentro de Exmoor. La aparición resultó beneficiosa, porque las protecciones de la residencia le dieron el permiso para pisar el terreno y eso le hizo entender que su prima no le estaba prohibiendo su estancia allí.

No obstante, antes de regresar a la casa solariega, se volvió a ir, se apareció dentro de Grimmauld para recoger a Pinchi y luego se personificó dentro de La Madriguera.

Dio unos cuantos pasos hasta llegar a la casa, encontrándose con todos los pelirrojos, Hermione y Harry disfrutando de un contundente desayuno.

—¡Sirius!, ¡qué alegría, siéntate para que comas algo con todos nosotros! —invitó Arthur, amable y sonriente como siempre se le veía.

—Muchas gracias Arthur, pero solo vengo a buscar a Harry —contestó el animago, dirigiendo una mirada seria a su ahijado.

Harry tragó el jugo de calabaza que tenía dentro de la boca con dureza. No quería irse de allí, porque Sirius estaba bastante inestable después de la discusión y la familia de su mejor amigo le podría brindar la tranquilidad que necesitaba tener. Giró su cara para ver a su amiga, pero esta solo realizó un gesto resignado, indicándole que estaba más que perdido y no tenía escapatoria.

—¿Qué puede ser más importante que el que compartas con todos nosotros la mañana de Navidad?, no pudimos siquiera entregarte tus regalos, porque te fuiste sin decirle nada a nadie —comentó Molly, molesta todavía con el hombre por la manera en que les había echado de su casa.

Sirius tuvo que contenerse nuevamente. Primero, porque estaba en la casa de la mujer y no sería correcto lanzarle alguna queja estando allí. Segundo, porque estaba ansioso de llevarse a su ahijado luego.

—Hay muchas otras cosas que tengo que hacer Molly, tanto o más importantes que sentarme a desayunar. Lo siento por no haberme quedado, pero no me gustan estas fiestas. Además, Harry sabía que me fui y no les tenía regalo a ninguno de ustedes, ¿para qué quedarme? —preguntó restándole importancia al asunto. Era totalmente cierto lo dicho y es que no compró nada para nadie. No tenía tiempo para salir de compras, considerando su estatus de prófugo VIP, era muy difícil andarse paseando para buscarle regalos a gente que no consideraba dentro de su día a día. Ni siquiera a su ahijado le buscó algo para ese día, pero eso había sido más que nada por la falta de ocasiones para aparecerse en el mundo muggle. Sí que podía andarse metiendo en callejones y casas desconocidas para así tenerle el dichoso león a su prima, pero eso era otro cuento diferente. —Te espero afuera Harry, con permiso —dijo, saliendo de la casa hacia el lugar de aparición.

Tuvo que esperar por veinte minutos, de los cuales estaba seguro, Harry se demoró deliberadamente y así no irse con él. Una vez estuvo a su lado, Sirius estiró su brazo sin decir una sola palabra y su ahijado posó su mano en el antebrazo del mayor, desapareciéndose del terreno, dejando un fuerte sonido que se esparció por el aire.

Volvieron a los terrenos de Exmoor en un abrir y cerrar de ojos. Sirius soltó el aire que había contenido dentro de su pecho, aliviado por saber que seguía teniendo el acceso a la casona.

Sin esperar más tiempo, arrastró a su ahijado hacia las puertas principales, quitándole toda oportunidad de que se pudiese retractar de ello. Pasaron bajo el umbral de madera y se encaminaron hacia el salón de descanso.

Sirius sabía que, si su prima no estaba allí, estaría dentro de su habitación, pero si era el caso, no tendría nada más para hacer que esperar. Ya había aprendido que a los aposentos de la bruja no debía entrar sin invitación previa y recordaba claramente como el esposo de la mujer se retorcía en el piso de dolor por infligir en esa norma.

Estando fuera de la entrada hacia el salón, el animago simplemente abrió y se topó con quien buscaba.

"Mierda…, aquí Harry se caga" pensó.

Bellatrix estaba sentada en un trono con un vaso de whisky en la mano y Denébola a su lado. Todo el salón estaba a oscuras y no había rastro de los muebles restantes. Allí solo se encontraba el trono de madera enorme que estaba usando la bruja, una alfombra roja que simulaba un camino, candelabros con velas encendidas colgando del techo y el cuadro del león detrás de ella. No quedaba nada de todos los muebles que había estado allí antes. Era como estar dentro de una mazmorra de un libro de vampiros muggle.

"Que mafiosa Bella" dijo dentro de su mente, mientras veía a su prima acariciar la cabeza del león a su lado, mostrando a su vez las rojas uñas que resaltaban en el blanco pelaje.

Los rojos labios, el vestido negro vaporoso y el vaso de whisky le daban a la imagen de la mujer una fortaleza impresionante, cosa que le hizo sentir pena por su ahijado que todavía no entraba en la escena.

Se movió hacia dentro del salón, haciendo una floritura con su varita para encender la chimenea y así dejar a Pinchi en el suelo, quien no esperó nada para acercarse al calor de las llamas. Luego abrió un poco más la puerta para darle el paso al chico, quien tembló ligeramente al verse dentro del salón y abrió los ojos en su máxima expresión.

El animago entendió inmediatamente que aquello era para hacerle pagar a su ahijado, pero no sabía como proceder ante su prima en esta ocasión. No necesitó hablar, porque la bruja lo hizo al momento en que Harry entró en escena.

—¿Por qué osas mostrar tu asquerosa imagen ante mi presencia? —espetó Bellatrix, elevando una de sus cejas mientras tomaba un semblante serio. Había sentido la llegada de Sirius la primera vez, por lo que luego de que se fuese a los segundos, comprendió que iría por su ahijado. No le tomó más de diez minutos en tener todo aquello listo. Luego le explicó a su bebé cómo tenía que actuar. Quería verse como la reina que era y que el chico entendiera que nadie era mejor que ella, ni siquiera quien en su momento fue su señor. Si alguien sabía imponer, esa persona era Bellatrix Black Lestrange y ciertamente su alta alcurnia ayudaba mucho.

Harry volteó la mirada hacia su padrino pidiendo algún tipo de ayuda, pero el hombre estaba tan impresionado como él mismo. Boqueaba ligeramente y no despegaba sus ojos de la imponente figura de Bellatrix. Tuvo que carraspear un poco para que volviese al mundo de los mortales y le prestara atención, cosa que consiguió.

Como parte de su ayuda, Sirius le animó a que hablase, empujándolo más dentro del salón, cercano a la mujer, pero dejando un espacio de distancia considerable.

—Yo… —comenzó Harry, sabiendo que no tendría escapatoria hasta que su discurso fuese aceptable —, quiero pedir disculpas por mi comportamiento. Fui grosero y no pensé realmente las cosas que estaba diciendo. No ocurrirá nuevamente —dijo, mirando con los ojos entrecerrados a la mujer, apretando los puños por lo violentado que se sentía y lo mucho que odiaba tener que disculparse.

—No me convence —soltó Bellatrix, bebiendo de su licor mientras seguía acariciando al león, que no apartaba la mirada del chico.

—¡¿Y qué quieres que…?! —trató de preguntar Harry exasperado, pero su pregunta quedó inconclusa, puesto que el león albino hizo el amago de acercarse a él mientras gruñía sonoramente. Eso hizo que se quedase callado al instante y se puso tieso en su lugar. Respiró profundamente y retrucó su disposición, sabiendo que no sacaría nada poniéndose a la defensiva y también sabía que la bruja le quería ver humillado. —¿Qué necesitas para que te convenza de mi arrepentimiento Bellatrix? —preguntó, sin bajar la mirada, manteniendo su postura fuerte y decidida.

La aludida se llevó el dedo meñique a la boca y mordió su uña ligeramente. Sonrió de manera ladina y le dio una fugaz mirada a su primo, quien estaba absorto en su cuerpo. Le daba risa todo aquello, porque le importaba menos que la mierda de duende que el chico le hubiese gritado e insultado. La gente lo hacía siempre y no podía importarle menos, pero ella era un ser nacido para crear consciencia en las personas y su tarea en el mundo era educarles para que siguieran el camino de la bondad, es decir, el que ella consideraba adecuado.

—Primero…, no me gusta que me tutees. No te he dado la confianza ni el permiso para hacerlo, ten más respeto. Soy Madame Black para ti —apuntó, bebiendo de su licor con elegancia.

—¿No sería Lestrange? —preguntó Harry, dudoso por lo escuchado.

—Madame Black y punto —contestó ella, sin perder su serenidad —. Segundo, pondrás un rodilla en el suelo, bajarás la cabeza en señal de respeto y sumisión. Me pedirás disculpas como corresponde y a tu padrino después de la misma forma. Tienes que aprender a respetar a tus mayores y si tengo que ser yo quien te enseñe, pues no soy quien para cambiar los designios de la vida —. Su voz era dulce, tranquila y elocuente, pero se notaba la diversión que estaba sintiendo, sobre todo porque nunca dejó que la comisura de su labio descendiera.

Harry realmente quería gritar, despotricar contra todo el mundo y sobre todo contra su padrino que le había metido en todo eso, pero no podía hacer nada. Le daba terror el león que no le quitaba los ojos de encima y estaba más que seguro de que el animal ya no lo tenía dentro de sus "personas aceptadas" después de lo sucedido con su dueña. No entendía como una mujer tan peligrosa obtuvo semejante animal, pero si quería salir con vida de allí, se guardaría sus comentarios para otras personas o para después. Quizá si se arreglaba con Draco, podría obtener las respuestas a sus preguntas.

Respiró largo y tendido, dejando que el aire se encargara de calmar sus pulsaciones y la rabia que se iba acrecentando con el paso de los minutos. Soltó una fuerte exhalación y procedió a bajar su rodilla derecha al piso, reposando su peso en la pierna izquierda y bajando su cabeza en sumisión.

—Madame Black —masculló con la mandíbula apretada —, ofrezco mis más sinceras disculpas por mi mal comportamiento en el pasado. Le aseguro no se repetirá y no me inmiscuiré en la relación de noviazgo que tiene con mi padrino. También le aseguró que no me verá con frecuencia —. Sentía ganas de romper y quebrar todo a su paso, pero dejando esos sentimientos destructivos de lado, volteó su cuerpo en ciento ochenta grados y se dirigió a su padrino —. Pido disculpas Sirius, por la manera en la que te traté. No me meteré en nada de lo que decidas hacer con tu vida y espero poder seguir presente en tu corazón.

Sirius ya no pudo soportarlo más y se acercó hasta su ahijado, le abrazó con fuerza y le susurró en el oído que se quedara tranquilo, que estaba todo perdonado.

—Yo no soy la novia de nadie Potter…, a mí nadie me ha pedido un noviazgo y estoy casada por si se te olvidó —masculló Bellatrix desde su trono, ofuscada por la reacción de Sirius ante esa pequeña torturita que le hizo al mocoso.

—Sí Harry…, no la cagues de nuevo —susurró bajo Sirius, para que su ahijado no siguiera metiendo la pata después de que se había salvado con suerte.

Ambos hombres se levantaron del suelo y apostaron su mirada en la bruja que continuaba acariciando al felino. No obstante, cuando el mayor de ellos quiso decirle algo a su prima, una puerta lateral se abrió de repente, haciendo que los tres ocupantes del salón dirigiesen su mirada hacia el espacio abierto.

—¿Ya terminaste de jugar Mi Bella? —se escuchó la voz de Nellie, quien iba entrando en ese instante al salón. Se dio cuenta que no estaban solas, por lo que dedicó unos segundos a observar a los nuevos arribados. —¡Mr. Siri, qué alegría volver…! —se cortó al notar la figura a su lado. No necesitó preguntar quien era, pues el chico se expuso solo.

Harry al ver la figura y rostro de la mujer que había entrado de la nada, perdió toda compostura que pudo mantener hasta esos momentos. Se alejó de su padrino dando pasos hacia atrás, hasta que su espalda chocó con la pared. No podía creer lo que sus ojos veían y solo pudo preguntar a los gritos —¡¿CLONARON A BELLATRIX?!—. El parecido de la mujer cabello caoba con la bruja de pelo azabache era impresionante e inquietante, así que no estaba entendiendo nada.

—Harry, ¿pero qué cosas dices? —preguntó Sirius, sin entender a qué se refería su ahijado. Es decir, sí que notaba el parecido de las amigas, pero como para estar pensando que eran copias exactas no.

—¿Es este? —masculló Nellie mirando a su amiga, quien haciendo una carita de tristeza le asintió con la cabeza lentamente.

—Shí —contestó Bellatrix, haciendo un puchero.

De allí en adelante, Harry no supo qué pasó exactamente, porque en menos de cinco segundos, estaba empotrado a la pared, con un cuchillo entre su camiseta y su hombro, mientras a su vez la mujer de cabello caoba tenía el brazo estirado al igual que sus dedos.

Sirius estaba completamente descolocado por lo que vio y mostró su molestia inmediatamente —¡¿A tu amiga sí que le hablas tierno y a mí no me dejas?!, ¡¿por qué?! —quiso saber.

—Es Mi Nellie, Sirius…, no me jodas, A ella no le puedo decir que no a nada, así que te aguantas —respondió la bruja, bebiendo nuevamente de su vaso.

El chico estaba tratando de controlar el temblor de sus piernas, porque el ataque había sido completamente fugaz. A su vez, Eleanor caminaba segura y con una mirada penetrante hacia él.

Cuando estuvo frente a frente con Harry, se acercó a su oído y susurró lentamente —Con Mi Bella no se mete nadie…, y si vuelvo a saber que le haces algo que no me guste, la próxima vez el cuchillo apuntará a tu cabeza —. Tras decir aquello, Nellie sacó el cuchillo clavado en la pared, respiró sutilmente y se volteó hacia su amiga —. Tiene ese olor que dijiste —comentó.

—Claro, si estaba en la casa de los traidores a la sangre, tiene que apestar a traición y ordinariez —respondió Bellatrix, con una sonrisa ladina llena de suficiencia.

—Bien, ahora Mi Bella deja de creerte la dueña del mundo y bájate de allí, toma a tu primo por el cuello y bésalo —ordenó la muggle, con los brazos cruzados.

Al escuchar aquello, los aludidos se miraron con horror y negaron repetidas veces con fervor. Odiaban las muestras de afecto en público y la bruja solo se las permitía con su amiga.

—Me vale mierda si quieren o no. Yo me tengo que regresar a mi casa para seguir poniendo en orden mi negocio mientras la estirada y Rabito andan con el rubio pequeño en su día de resolver problemas familiares. Por eso mismo, no me voy a ir hasta que Sirius esté pidiéndote ser su novia y verlos besarse. Así que no me hagan perder el tiempo y muévanse.

—¡Pero yo estoy casada! —se quejó Bellatrix, que no podía entender cómo era que su amiga tenía tanto poder sobre ella.

—¡Y tu esposo se está follando al Wenceslao!, ¡no me vengas con esas estupideces por favor te lo pido! —contestó Nellie, que no estaba viendo la acción en el asunto que quería ver.

—¿Quién en Wenceslao? —preguntó Harry hacia su padrino, quien le miraba con una cara llena de vergüenza.

—Es Remus…, le cambian el nombre cada vez que hablan de él, porque no les gusta el que tiene —contestó el animago, sabiendo que su ahijado ya tendría el panorama completo con aquella respuesta.

Harry abrió los ojos de par en par sin creerse realmente aquello —Pero ¡¿cuál es el afán de que los Griffindors se metan con Slytherins?! —preguntó para sí mismo, recibiendo un levantamiento de hombros por parte de los otros magos dentro de la habitación.

—¡Veo mucha queja y a nadie moviéndose! —puntualizó la muggle, golpeteando su pie en el piso con desesperación.

Sirius y Bellatrix bufaron y se acercaron al otro, para luego mirarse fijamente por unos segundos. No esperaron a que alguien dijese algo, pues luego de que sus miradas conectaran, se besaron con fervor, como si no se hubiesen visto en años, a pesar de que estuvieron durmiendo juntos hacía unas cuantas horas atrás.

Eleanor estaba pletórica y saltaba feliz de la vida, pero le faltaba algo —Te falta algo perro —comentó.

Al escuchar aquello, Sirius soltó los labios de la bruja y se acercó a su oído, susurrando sensualmente —¿Quieres seguirle el juego a tu loca amiga y ser mi novia?, aunque pareja suena más bonito y menos adolescente.

Bellatrix se rio un poco, asintiendo una sola vez sin soltar palabra.

—¡Muy bien! —felicitó Nellie, dando dos aplausos para que supiesen que su intervención allí estaba más que realizada. —¡Oye cosa fea! —llamó a los gritos, haciendo que Pipi apareciese al instante —, llévame a mi casa, por favor, y después te llevas a la Nancy a donde los traidores esos que dice Mi Bella.

—¿Quién es Nancy? —preguntó Sirius descolocado. Allí no había nadie más que ellos.

—Es que hay una mujer en mi barrio que me cae mal y se llama Nancy. Tu ahijado ahora me cae igual de mal que ella, así que como no me gusta olvidarme de estas cosas, ahora se llama Nancy —respondió Eleanor con una sonrisa en el rostro.

—Le queda —aceptó Bellatrix, asintiendo fervientemente ante el nuevo nombre que recibió el jodido niño que no se quería morir.

Pipi acató las órdenes y se llevó a Nellie y a Harry (ahora Nancy para las mujeres), dejando a Sirius y Bellatrix solos dentro del escenario que la bruja creó solamente para atormentar al chico.