Miraculous Ladybug pertenece a Thomas Astruc, Zag Animation, Disney y TF1, hago esto sin fin de lucro.
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Je Suis
Por Mimi chan
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Capitulo 41
Y al final… todo parecía indicar que había estado corriendo en la dirección en la que había empezado. A su lado. Había corrido tanto, había corrido hasta que se había dado cuenta, que era como haber corrido a lo largo de una banda de moebius.
Se sentía como sí hubiera estado corriendo en dirección a él, como sí hubiera estado esperando todo el tiempo que en algún punto de su camino, Adrien apareciera y ella ya no tendría energía o voluntad de seguir corriendo. Y aparentemente ese momento había llegado.
Aquella noche la había llevado a casa con la promesa de regresar para hablar con ella en cuanto resolviera el asunto del que se acaban de encargar. Había tardado tres días, drogas, pornografía, estafa, y la lista seguía, la gente que había sido detenida en ese lugar estaba inmiscuida en todo lo ilegal que se pudieran imaginar.
Pero al tercer día solo llegó, saludó a su hijo y después de platicar un poco con Louis se ofreció llevarlo a la cama y le dijo de una forma demasiado seria que "regresaría por ella". No pasaron más de diez minutos para que Adrien regresara y Marinette ya hubiera tomado un abrigo y su bolso esperando por él.
En realidad, no sabía donde la había llevado. En algunos minutos estuvieron en un bar muy discreto que estaba casi vacío, raro aun en medio de la semana en la gran ciudad. La música sonaba muy baja y las conversaciones de las pocas personas en el lugar hacían eco, la luz tenue invitaba a la intimidad. Se sentaron en una mesa donde les sirvieron una botella de un licor fuerte que le quemó la garganta al primer trago, pero que ayudó a templar su tembloroso estomago. Estaba tan nerviosa como la primera vez que había visto sus ojos verdes y había descubierto algo único en ellos.
Marinette lo vio tomar dos tragos seguidos del potente licor y mesarse el cabello era muy probable que Adrien estuviera tan nervioso como ella. Habían dicho que tenían que hablar, pero en realidad ¿Qué mas que había que decir? ¿No habían dicho todo lo que debían decirse ya? Se habían dicho todas las verdades que debían decirse, se habían pedido perdón por las cosas que habían hecho mal uno al otro, se habían dicho incluso que se amaban así que ¿Qué más había que decir?
Comenzamos a andar tranquilamente y con determinación con la misma cicatriz en nuestro corazón, dimos la espalda el uno al otro sin mirar atrás.
Lo vio tomar un trago más antes de apartar la botella de su lado, y mirarlo con seriedad.
— No solo eres tú quien ha intentado dejarme atrás – dijo Adrien con un dejo de amargura – he tratado toda mi vida dejarte detrás y hasta el día de hoy… creo que he vivido mas que solo enamorado de ti. Obsesionado. Casi malsanamente desquiciado por ti. Nunca una mujer me ha hecho sentir solo la mitad de lo que he llegado a sentir por ti y siempre me preocupe, porque aquello no podía ser sano. Nos hicimos mucho daño, las cosas que pensé que nunca perdonaría, la mentira, la traición, no pude mas que desear desesperadamente poder perdonarte para regresar a ti. Hubiera pasado con el tiempo y me asustaba y molestaba lo débil que me hacías sentir, pero en el fondo no me importaba, porque no tenerte era aun peor.
— Adrien…
— Aun hoy me pregunto si lo que siento por ti… en realidad es amor. — continuó sin dejarla aun hablar — Sé muy bien que no es solo pasión, pero no se supone que el amor sea así, esto la mitad del tiempo…
— Duele… — dijo ella con una sonrisa triste.
Adrien la miró con algo parecido a la nostalgia, había realmente tomado la palabra de su boca. Sí, dolía esa sensación que le asaltaba el pecho al contemplarla, tan bella, tan fuerte. Lo que le dolía en realidad era no tenerla, estar a su lado había sido especial, pero ahora dolía saberla tan lejana
— Pero me duele mucho mas estar lejos de ti – dijo el joven, mirandola con insoldabls ojos verdes, con un profundo tono en su voz calentado por licor — eso no solo me duele, me corroe vivo.
— Creo… que a mi también – dijo ella sirviendo de nuevo su copa – me he sentido como si por mas que corriera sigo llegando junto a ti, me guste o no y la verdad es que me he cansado de correr. A pesar de todo, sigo deseando estar junto a ti. Solo me he llegado a preguntar también, si hay más entre nosotros que solo esta obsesión, hemos pasado tantas cosas malas…
— Y también buenas…
— Sí, también buenas – reconoció ella – pero han sido tantas que me pregunta si tal vez no nos hemos agotado.
Creímos haber encontrado algo que nunca cambiara, pero sentimos que estaba transformándose y dimos un paso atrás, seguimos retrocediendo paso a paso para no lastimarnos
— No hay modo en que yo me pueda sentir agotado de ti. Mas bien, me has hecho falta demasiadas veces – dijo él con una amplia sonrisa – . ¿Sabes?, muchas veces a lo largo de todos estos años me he preguntado "¿Qué pensaría Marinette sobre esto?" "¿Qué haría Ladybug en esta situación?" veo a mi alrededor a veces esperando que estés allí y me respondas.
— ¿En serio? – dijo demasiado sorprendida.
— Sí – dijo Adrien con un poco de vergüenza – tú tienes una habilidad especial de saber distinguir con facilidad lo que es cierto y lo que no lo es, parecia que siempre podias encontrar la solucion a todo. He envidiado muchísimo esa habilidad tuya, en muchas ocasiones...
— No siempre evidentemente — toda esa locura despues de Milan lo probaba.
— Y...
— ¿Y…? — Marinette lo animó a continuar, deseaba con fervor saber que más pasaba por su mente.
— Por las noches… — respiró profundamente. Era complicado admitirlo delante de ella, pero si Marinette sabía como se sentía, eso quizá ayudaría — la verdad es que nunca imagine que algo así pudiera llegar a sentirse. Yo pensaba que la gente exageraba con respecto al sexo. Cuando era mas joven ni siquiera me interesaban del todo las chicas, siempre estuve rodeado de chicas hermosas, desde que era pequeño, solo se volvió en algo común para mí, pero cuando aquello nos alcanzó… todo contigo fue diferente, desde el primer momento, en el traje rojo y sin él, solo todo contigo era demasiado vivo, demasiado… "demasiado" casi tenía miedo. Algunas cosas… solo…
Marinette bajó la mirada un poco sonrojada. Sí, algunas de aquellas cosas, como encerrarse en la biblioteca de la escuela o un salón donde solo había tres paredes y la ultima era un largo ventanal que daba a los jardines traseros y cualquiera que pasara por allí los vería… muchas veces solo la pasión los había alcanzado y no se habían detenido a pensar donde estaban. Quizá si lo hubieran llegado a pensar no lo habrían hecho, o lo hubieran hecho de una forma distinta. ¡Dios!, un escalofrió le recorría el cuerpo entero, al recordar algunos de esos momentos.
Quería darte las gracias, pero no pude decirlo sonaba como una despedida eterna y era demasiado triste
Aunque… si por lo menos por un momento se hubieran detenido cualquiera de los dos a pensar, quizá nada de aquella historia habría realmente pasado. Sí Marinette hubiera analizado la ira de Adrien, si hubiera preguntado cuál era el motivo de su dolor. Si Adrien hubiera comprendido sus sentimientos. Que no importaba lo que ella hubiera hecho, que ningún tipo de venganza jamás debe estar justificada. Que convertirse voluntariamente en victima no había estado bien… pero en aquellos momentos…
Casi pensaba ahora lo mismo que en aquel momento, Marinette aun quería lo que fuera, aunque fueran solo migajas. Lo había amado tanto, que decir no, habría significado una despedida y no, no quería perderlo. Además, gracias a aquellos momentos, ella había conseguido tener en su vida al más grande tesoro del mundo.
Y ahora estaban aquí, y ella casi deseaba darle las gracias, le había regalado momentos dolorosos sí, pero también mágicos y al final solo por Louis todo había valido la pena.
Quizá debería encontrarme a mi misma y comenzar un viaje en tu búsqueda después.
— Me arrepiento mucho de no haberte seguido, cuando te fuiste de Milán – dijo Adrien sacándola de sus propios pensamientos – tengo que reconocer que primero fue mi orgullo lo que no me dejo ir detrás de ti. – dijo sirviéndose una copa mas – Deberías haber escuchado las cosas que se dijeron después de que tú y Cole se fueran de Milan aparentemente juntos. Hasta yo lo creí en aquel momento. Pero después, en el fondo supe que no era posible, no tú. Cuando pude entenderlo no tuve el valor suficiente para seguirte y tú no volviste.
— Yo… yo solo quería… — Quería más que solo alejar a Louis de él. En el fondo, todo el tiempo, Marinette sabía que Adrien no le haría daño a Louis, pero ella… – supongo que quería alejarme de ti. Por ti hice cosas que no imagine que algún día podría llegar a hacer, cosas que no estaban bien y…
— No sé como poder decirte que…
— No, por favor – dijo ella deteniéndolo – creo que ya nos hemos pedido demasiado perdón todos estos meses, yo ya no estoy lastimada por ello.
— Yo tampoco.
— Y hoy… creo que ya no haría algo así – dijo con una sonrisa tranquila – me costó trabajo entender porque lo había hecho. En ese momento fui… ambiciosa, nunca había tenido tu atención, nunca me habías mirado de la forma en que empezaste a mirarme y estaba tan feliz, que no quería que terminara, aunque eso me hiciera daño, aunque estaba siendo deshonesta, no debí hacerlo, pero en el fondo… no me arrepiento, ya no.
Un día de casualidad me sorprendió el descubrimiento de un nuevo y desconocido punto de vista que debería haber elegido desde un principio, el viento al igual que a ti empezó a soplar en mi contra
— Yo tampoco nunca pude olvidarte. – Marinette esta vez no sintió tan amargo el licor bajando por su garganta, solo lo sintió caliente, solo la agradable sensación que hace que tus inhibiciones se duerman un momento - No tuve muchas citas porque el trabajo y Louis absorbían la mayor parte de mi tiempo, pero si pudieras ver a esos chicos, todos eran igual a ti – dijo con una sonrisa verdaderamente divertida, hacía un par de meses habría jurado que tendría que torturarla antes de que le hiciera una confesión así, pero allí estaba – todos ellos siempre de cabello rubio, de ojos verdes, era verdaderamente malo.
Cuando lo miró después de hacer esa revelación solo vio la forma tan intensa en que la veía, aquella misma mirada por la que se había enamorado de él por primera vez, aquella que le había dedicado a Ladybug y después a ella en Marangoni y ahora de nuevo, aquella mirada que parecía decir "tú eres todo lo que quiero y lo que necesito" su estomago brincó y su corazón perdió su ritmo.
Y podía jurar que ella lo miraba igual que lo había mirado siempre, como si fuera la persona mas especial en la tierra, no sabía en este momento si aquello estaba bien o mal, pero no podía evitarlo, nunca lo había dejado de amar en realidad y esa era la única verdad.
— ¿Puedo decírtelo? – dijo él de pronto.
— ¿Qué?
— Te amo.
Sí no lo había creído nunca antes, ahora, después de todos esos años, después de todos los malos entendidos, las mentiras, los golpes. Sí después de todo eso Adrien podía decírselo, es que era verdad, solo había una cosa que ella podía responder.
— Te amo también – dijo con el estomago apretado, como una adolescente.
— Vamos – dijo él de pronto, sacó un par de billetes de la cartera y los dejó en la mesa que compartían levantándose de prisa.
— Vamos.
La tomó de la mano y salieron de aquel lugar, la verdad fuera dicha no importaba a donde, finalmente después de todo ese tiempo estaban tomando el camino que habría deseado que hubieran seguido desde el primer día, un camino que los llevaba en la misma dirección tomados de la mano. No quería pensar en el pasado, ni siquiera quería pensar en el futuro, solo quería pensar en ese momento, en lo que podía tomar en ese momento, en lo que esta vez ambos estaban tomando por partes iguales.
Quería decirte te quiero, pero no pude hacerlo, sentía que era mi mayor mentira y a la vez mi mas grande verdad.
Como sí el tiempo no hubiera pasado, salieron de aquel lugar y afuera caía una lluvia pesada y fría, pero sin pensarlo un segundo salieron y dejaron que esta los envolvía y empapaba, no importaba, realmente no les importaba a ninguno de los dos, se echaron a andar sin buscar refugio, sintiendo la epifanía rodeándolos. La respuesta a esa pregunta que nunca se habían hecho cuando el tiempo se los había preguntado, aquello que se habían demostrado con actos, pero nunca con palabras. Pero a veces, las palabras eran necesarias, a veces las cosas deberían decirse porque el corazón es necio, por que es medio sordo y a veces debes asegurarte de decirle en voz a grito, aquellas palabras que a veces todos parecen dar por sentado. Pero haberlo dicho en aquel momento habría sabido quizá una mentira, cuando para los dos era incuestionable que era la mayor verdad.
Tan lejos de casa, habiendo atravesado la mitad del mundo habían encontrado el lugar que pertenecía a los dos, en una cuidad cosmopolita y ajetreada, pero que les ofrecía el refugio que necesitaban en ese momento.
Quizá debería encontrarme a mi misma y comenzar un viaje en tu búsqueda después.
Llegaron a un sencillo departamento en la 123 de la av. 23 subieron una oscura escalera mientras un relámpago explotaba cerca de ellos, entraron a un departamento y no se molestaron en buscar las luces, solo se buscaron a ellos mismo en la oscuridad.
Esta vez no hubo ninguna prisa, no hubo esa ansiedad loca que los consumía cuando sus cuerpos se tocaban. En un tácito acuerdo, esta vez harían las cosas bien, tal y como la primera vez, pero esta vez sin ninguna excusa. Sin la curiosidad de los casi niños que habían sido la primera vez, esta vez irían con los ojos bien abiertos, sin ocultarse detrás de ningún sentimiento que no fuera el que realmente sentían. La vida les había enseñado lecciones, e iban a demostrarle a ella y a si mismos que no se equivocarían de nuevo.
Ráfagas de luz iluminaban la sencilla habitación, dibujando en contorno de los sillones en la sala y la sombra de los muebles de la cocina al fondo, todo en un tono de sepia casi romántico, verdaderamente un mundo aparte. Un charco de agua se formaba a sus pies mientras están de pie a un lado de la puerta sin romper el contacto entre los dos, en un beso que estaba lleno de calma, de la tranquilidad de dos personas que tenían todo el tiempo del mundo delante de los dos, de dos personas que han emprendido un largo viaje y que querían recuperar todo el tiempo perdido
Quería darte las gracias, pero no pude decirlo sonaba como una despedida eterna y era demasiado triste
Marinette le había dicho tantas veces "adiós para siempre" en su mente, que tenerlo allí en ese momento parecía casi irreal. Se había prometido tanto a si misma no estar cerca de él de nuevo, que tenerlo al alcance de su mano, que sentir su piel cálida bajo la ropa mojada y fría y sentir sus labios sobre los suyos, era… casi como estar tocando el cielo con las manos. Se sentía tan, pero realmente tan feliz que aquel pequeño y precioso instante parecía borrar todos los años pasados de soledad, dudas y recriminaciones Las cosas no deberían ser tan fáciles ¿no es así? Pero, misteriosamente lo eran, había esperado, soñado con ese momento por tanto tiempo que verdaderamente toda su esperanza, todos sus deseos y sueños empañaban con facilidad todo aquello que había sentido antes. Porque, después de todo, eso es lo que hace el amor, de una forma que solo el amor es capaz, este lo curaba todo.
Cuando rodeó su cintura y separó sus pies del piso sintió que su estomago se contraía de nuevo con fuerza, se aferró a su cuello y escondió su rostro en su hombro, el aroma a lluvia lo envolvía por completo. Llegaron a una habitación desordenada, había ropa en algunos muebles y las sabanas estaban revueltas, pero en realidad no importaba, no había importado la primera vez en la pequeña habitación de estudiantes en Tokio, no importaba ahora en una sencilla habitación en Nueva York, verdaderamente solo importaba que eran ellos dos, por fantasioso y cursi que aquello sonara, mirando sus ojos apenas iluminados por alguna farola en la larga avenida vio en sus ojos las promesas plenas para el futuro y a esas promesas no dichas hizo las propias.
Sí, el mundo se abría delante de los dos.
Quería decirte te quiero, pero no pude hacerlo, sentía que era mi mayor mentira y a la vez mi mas grande verdad.
Hicieron el amor con calma, contrarrestando todo lo que alguna vez había sido urgencia y desesperación, no eran las mismas personas que habían sido en el pasado y por increíble que eso fuera, a pesar de que los dos habían cambiado, seguían amándose quizá de la misma forma en la que se habían amado cuando habían sido no mas que dos niños. Lejos de cualquier otra experiencia esta vez todo se sentía solo… correcto.
Era la persona correcta.
Era el momento correcto.
Era la emoción correcta.
Habían cometido muchos errores uno con el otro, se habían dicho mentiras si, pero al mismo tiempo en este nuevo encuentro habían empezado a demostrar la confianza, el valor y la ternura que el verdadero amor merecía.
Se habían entendido siempre sin tener que hablar demasiado y en ese momento mientras uno recorría el cuerpo del otro era lo mismo, no había que dar instrucciones para nada, todo era completamente claro para los dos, no había que decir en voz alta lo que deseaban, lo sentían, podían percibirlo por el escalofrió que sentía el cuerpo del otro ante determinada caricia, por el suspiro que salía de su boca completamente complacido. No tenían que darle a su amante la instrucción de que fuera otro, porque no estaban buscando a nadie. Durante todo ese tiempo hasta en un beso habían buscado a otra persona, ahora era los dos, aquellos dos que a través de otros se habían buscado, los que estaban compartiendo la misma cama, los que daban ese calor maravilloso y ese grado de placer a su amante… a su amor.
Si el tiempo esta vez era amable, si habían realmente pagado toda la retribución que habían acumulado, quizá este era el momento en que debían de ser felices.
La lluvia acabó y el amanecer llegó pintando el horizonte de violetas, naranjas y rojos mientras ellos estaban aun despiertos, descubriéndose de nuevo, regocijados en la presencia del otro, sin aparente cansancio, tal como había sido desde un principio.
Hartos habían dicho solo hacia unas horas, hartos… juntos en ese pequeña habitación, compartiendo su calor y su presencia, se preguntaban como habían podido siquiera haber dejado que la mera idea entrara en su mente.
Una persona, dudaban, no podría llegar a hartarse del amor.
As que si algún día vuelvo a nacer comenzare un viaje en tu búsqueda
[…]
La luz de un sol precioso en un día claro y amable entró por la única ventana de la habitación, iluminando el desorden y a los amantes desnudos en la cama. La joven abrió sus ojos y esta vez, él estaba allí, había soñado tantas veces en noches como esa para despertar a la soledad de su vacía habitación, que de pronto se sintió asustada. El sentimiento rápidamente desapareció, no podría estar asustada de él, podía sentir temor de cualquiera, pero nunca más de él.
— Bonne matineé – dijo somnolienta Marinette cubriéndose un poco con la sabana, se preguntaba porque el pudor aparecía solo en ese momento.
— Tu veux te marier avec moi? – dijo Adrien con un susurro en su oído.
Marinette se quedó helada en ese momento realmente no supo que contestar.
Fin capitulo 39
4 de abril de 2021
12: 09 a.m.
nota de autora: Cuando llegue el momento se los contare, pero hoy he recordado que escuche la cancion que puse algunos versos aqui hace 13 años y hoy la volvi a escuchar con la historia y mi corazon latio mas fuerte se llama "together when..." de Ayumi Hamasaki, si puden busquenla, no se arrepentiran.
seguire escribiendo para recuperarme del trauma de Truth
Tata
Mimi chan
