Ava estaba practicando un par de pasos de baile para el día siguiente. Iban a empezar los entrenamientos para la fase final de la competencia de baile y se sentía nerviosa. Tenía miedo de que las vacaciones hubieran hecho que el equipo se desconectara.

Mientras bailaba, su hermana Amy entró a su habitación y se sentó en su cama. Amy la observó en silencio hasta que Ava se sintió satisfecha e hizo una pausa.

— Eso estuvo genial. — Apreció Amy.

— Gracias. — Agradeció ella, sentándose en su cama junto a su hermana. — ¿Algún motivo para esta hermosa visita? — Preguntó.

— Necesito hablar de algo con vos. — Respondió Amy, mientras se mordía los dedos de los nervios que sentía.

— Podés hablar conmigo de lo que quieras. — Aseguró ella, en forma reconfortante.

— Es sobre sexualidad. — Dijo Amy, mirándola con inseguridad ya que no sabía cómo traer ese tema a la conversación.

— De acuerdo. — Aceptó Ava. — ¿Algo específico o querés tener una conversación general? — Le preguntó, para intentar calmar las ansiedades de la otra.

— Específico, sobre mí. — Contestó Amy. — Creo que soy rara. — Dijo, evitando mirar a la otra porque se sentía avergonzada.

— ¿Rara? — Preguntó ella, sintiendo algo de bronca ante esa palabra. No quería que su hermana, ni nadie, se sintiera identificada con eso. — ¿O vos crees que yo soy rara porque me gustan las chicas? — Le dio vuelta la situación.

— No, vos no sos rara. Está bien que te gusten las chicas. — Aseguró Amy,

— Eso es porque ninguna sexualidad es rara Amy, todos tenemos el derecho de vivirla de la manera que la sentimos. — Expresó ella su opinión.

— Pero, el problema es que yo no me siento atraída sexualmente por nadie. — Confesó Amy su dilema. — ¿Cómo puede ser eso normal, que no me atraiga nadie de esa manera? — Cuestionó con un poco de temor.

— Cualquier cosa que una sienta está bien, es válido. — Dijo Ava con seguridad.

Amy se refugió en sus brazos y Ava la recibió con cariño. La abrazó y le acarició el cabello hasta sentir que la otra se había calmado. Ava observó a su hermana y admiro lo valiente que había sido en contarle todo esto a ella. Se sentía orgullosa de su hermana y quería hacerle saber que cualquier tema relacionado a la sexualidad era su propia decisión, que nadie podía elegir qué sentir por ella.

— Las personas que no se sienten atraídas sexualmente por otras suelen llamarse a sí mismas asexuales. — Comentó Ava, mientras continuaba jugando con el cabello de su hermana.

— ¿De verdad? — Preguntó Amy y Ava asintió con la cabeza. — ¿Crees que eso es lo que soy? — Pidió saber.

— No lo sé, las etiquetas pueden definirnos pero también pueden encerrarnos. — Dijo ella pensativamente. — La sexualidad puede ser fluida también, hoy podés no sentir atracción por nadie y mañana tal vez sí. Cada uno la vive a su manera. — Explicó con calma.

— Creo que nunca me voy a sentir atraída por nadie de esa forma. — Admitió Amy lo que pensaba.

— Eso está bien. — Aceptó ella.

Se quedaron un rato más conversando. Amy le dijo que ella la había inspirado a hablar y cuestionarse esos temas, cuando había admitido que le gustaban las chicas frente a su familia. Ava se sintió feliz de haber podido ayudar a su hermana, de haberla inspirado a explorar su sexualidad.

Al otro día fue el primer entrenamiento de baile. Rip les dejo saber las consignas para la última fase de la competencia: una coreografía grupal, una coreografía de pareja y una coreografía grupal que iba a tener que ser improvisada en el momento con la canción que el jurado les elija.

— ¿Qué te parece si hacemos una coreografía de pareja? — Le propuso Sara, al finalizar el entrenamiento.

— ¿Qué? — Preguntó ella, algo confundida.

— Que para la coreografía de pareja de la competencia, podemos armar una juntas. Las veces que bailamos juntas nos divertimos y creo que podemos hacer algo bueno. — Explicó Sara su propuesta.

¿Bailar con Sara? Eso era una buena idea, ella tenía razón cuando decía que juntas se divertían y podían armar algo bueno. Ava estaba segura de que ambas iban a poder conectar perfectamente. Pero a la vez la situación le preocupaba un poco y la hacía dudar de si en verdad era una buena idea… porque Ava estaba empezando a sentir cosas por Sara, y bailar juntas seguramente iba a intensificar eso. Sara era muy hermosa y sexy bailando, se encendía de una forma especial.

— Está bien si no quieres, podemos hacerlo con otras personas. — Dijo Sara, al no obtener respuesta de la otra.

En ese momento Ava se dio cuenta que estaba haciendo creer a la otra que no quería bailar con ella. Lo mejor que podía hacer era reaccionar rápido y entrar en pánico con sus sentimientos después.

— Perdón estaba distraída. — Se disculpó ella. — Me encantaría que seamos pareja de baile. — Aseguró con una sonrisa.

— ¿De verdad? — Preguntó Sara.

— Si. — Afirmó ella.

— Genial. — Dijo Sara, también sonriendo.

Y así es como una vez por semana empezaron a reunirse para preparar una coreografía de pareja. Lograron que Maze les preste el espacio que tenía en la torre de su gimnasio para practicar, y eso resultó increíble porque allí podían tener la privacidad y tranquilidad que no tenían en otros espacios.

Compartir las prácticas con Sara era algo que le fascinaba. Le encantaba compartir tiempo con ella y podía notar que cada día se llevaban mejor. Bailar con ella era algo hipnotizante, que se sentía casi como mágico… porque ella podía contagiar a cualquiera su conexión con la música. El único problema era que cada día le gustaba más, y no sabía cómo iba a hacer para contenerse.

— ¿Cómo te fue en la práctica con Sara? — Preguntó Nora.

— Bien, creo que estamos logrando crear una muy buena coreografía. — Respondió ella con sinceridad.

— ¿Hay algo más entonces para que no te estés pudiendo concentrar? — Pidió saber Nora, ya que se suponía que tendrían que estar estudiando química pero la otra estaba distraída.

— Si, hay algo. — Admitió ella, dando un largo suspiro. — Creo que me gusta. — Se animó a confesar.

— Si, ya sé que te gusta bailar con Sara. — Asintió Nora.

— No, me refiero a que me gusta de gustar. — Explicó ella.

— Aahh, eso... — Dijo Nora, centrando su atención en su amiga. — Está bien que te guste, está más que bien, está genial. Ustedes dos tienen una conexión especial, lo sabía. — Expresó a la par que asimilaba la nueva información.

— No, no está tan bueno. — Negó ella. — No puede gustarme Sara, nosotras somos amigas. — Justificó.

— Hay amistades que pueden convertirse en amor. — Aseguró Nora, pensando en ella y Ray.

— Pero no cuando una no gusta de la otra. — Dijo ella, sacudiendo su cabeza para acomodar sus pensamientos.

— ¿Cómo sabes que Sara no gusta de vos? — Preguntó Nora con curiosidad.

— Porque hace un tiempo nos besamos y quedamos en que no pasaba nada, en que éramos amigas. — Respondió ella, recordando aquel momento.

Nora se sorprendió de que Ava haya pasado tanto tiempo sin contarle sobre el beso. Así que Ava tuvo que contarle todos los detalles, y así lo hizo. También le contó sobre la conversación que habían tenido al otro día, sobre el momento en que finalmente pudo recordar el beso, y sobre cómo la relación entre ellas había seguido como una amistad normal.

— Yo creo que Sara gusta de vos. — Concluyó Nora.

— ¿De verdad? ¿Eso es lo que piensas después de todo lo que te conté? — Cuestionó ella, sorprendida.

— Si, — Afirmó Nora. — Creo que Sara tiene tu mismo dilema, no quiere estropear la amistad que tienen. Y como vos no recordabas el beso, decidió ignorarlo y continuar la relación como amigas. — Dio su opinión.

— O tal vez lo ignoró porque no gusta de mí, porque no le pasó nada con el beso. — Discutió ella.

— La forma en que te mira dice otra cosa. — Dijo Nora.

— ¿Me mira? — Preguntó ella, totalmente sorprendida.

— Cuando cree que nadie la está mirando. — Respondió Nora. — Pensé que era admiración, pero ahora tiene más sentido. Te mira como se miran las personas enamoradas. — Expresó con calma.

Por suerte la conversación no avanzó más que eso porque la mamá de Nora las llamó a cenar y luego tuvieron que estudiar.

Al otro día, después del examen de química, Ava se dedicó a observar a Sara. Quería ver si podía notar lo que Nora le había dicho, si era verdad que Sara la miraba de manera especial.

— ¿Qué te sucede? — Preguntó Zari, llamando su atención.

— Nada. — Respondió ella.

— ¿Entonces por qué no dejas de observar a Sara? — Pidió saber Zari, algo desafiante.

— Yo no estoy mirando a Sara. — Negó ella, aunque ambas sabían que eso era mentira.

— ¿Es por el beso? — Le preguntó Zari.

— ¿Cómo sabes del beso? — Dijo ella sorprendida.

— Sara me contó. — Respondió Zari.

— No hay mucho para contar, fue solo un beso. — Intentó quitarle importancia al asunto.

— Ajam. — Asintió Zari. — Increíble que ambas sean negadoras. — Comentó divertida.

— ¿Negadoras? ¿De qué? — Preguntó ella, un poco confundida.

— De lo que sienten. — Respondió Zari.

— No, por favor, no otra persona más que insista. — Dijo ella, sintiéndose frustrada. — Sara y yo solamente somos amigas. — Aseguró.

— Como digas. — Dijo Zari, levantando sus manos en forma defensiva.

Las clases continuaron, pero Ava no pudo dejar de pensar en la conversación en todo el día. Le gustaría saber qué y cómo fue lo que Sara le contó del beso a Zari.

Luego de un par de semanas Rip les hizo mostrar las coreografías en pareja que habían preparado, para que entre todos votaran una como la elegida para presentar en la competencia. Sara y ella mostraron su coreografía.

Para la coreografía habían elegido la canción unsteady. Por momentos bailaban a la par, haciendo los mismos pasos; y por otros momentos bailaban juntas y hacían pasos conjuntos, e iban intercambiando el rol de quien guiaba.

Cuando finalizaron recibieron aplausos eufóricos por parte de sus compañeros.

La coreografía de Sara y ella fue la elegida. Se dieron un abrazo a modo de festejo.

— Nos vemos el domingo. — Le dijo ella a Sara, mientras salían del gimnasio.

— Si. — Asintió Sara.

— ¿Qué pasa el domingo? — Preguntó Zari de repente, sorprendiéndolas porque no se habían dado cuenta de su presencia y la de Jax.

Ava se quedó helada. ¿Cómo podían zafar de esta? Tenían que pensar algo rápido. Ava no quería romper la confianza de Sara, y ella le había prometido guardar su secreto de la lucha libre.

— Nada. — Dijo ella, sintiéndose algo tonta al decir eso, pero era lo primero que se le ocurrió.

— ¿En verdad quieren saberlo? — Preguntó Sara, dirigiendo su atención a sus amigos.

— Sara, no es necesario. — Comenzó a protestar ella.

— Si, lo es, está bien. — Le dijo Sara tranquilamente. — ¿Prometen no decirle a nadie? — Preguntó a Jax y Zari.

— Lo prometemos. — Aseguró Jax.

— Hago lucha libre. — Dijo Sara, como si no fuera la gran cosa.

— ¿De verdad? — Preguntó Zari, sorprendida porque no había esperado eso.

— Si, en Amazó. — Respondió Sara.

— ¿En Amazó? ¿Estás loca? — Preguntó Jax, reconociendo el lugar. — ¿Por qué? — Continuó su cuestionamiento.

— El dinero. — Respondió Sara.

— Dinah, ¿No? — Adivinó Zari. — Esto no está bien Sara, no sé si hicimos bien en prometerte guardar este secreto, no sé si deberíamos guardarlo. — Dijo, disgustada con la situación.

— Es solo un año que tengo que bancar y después ya voy a ser libre. — Sara expresó su argumento. — Si le decimos a alguien, ¿qué pasa si hacen que me vaya de Starling? Yo no quiero eso, por favor. — Rogó.

— Si sales herida… — Comenzó a decir Jax.

— Nadie va a salir herido. — Lo interrumpió Sara, aunque en verdad no podía prometer eso.

— Si sales herida entonces no sé si podremos cumplir nuestra promesa. — Advirtió Jax.

— Lo entiendo. — Aceptó Sara.

— Entonces, ¿podemos ir por lo menos nosotros también a verte pelear? — Pidió Jax.

Ava apreció la amistad que había entre ellos. Le hacía feliz que Sara tuviera amigos como Jax y Zari, porque ellos eran personas buenas y fieles.

Y así, entre todos, hicieron planes para ir juntos el domingo a ver a Sara competir.