46 – FRUTO PROHIBIDO
Inu fue a mi habitación como cada noche. Solo me beso delicadamente, como la primera vez; cuando tenía mi labio hinchado.
¿A quién engañábamos con esos tímidos besos?
No tardamos ni un minuto en desvestirnos y meternos bajo las sabanas. Aun teníamos nervios, pero no miedo.
Inu me hizo suya por segunda vez, pero dolió casi igual que la primera.
Inu... puedo... estar yo arriba? - mi voz tembló irremediablemente.
Claro, Gomy.
No esperaba que aquella pequeña vuelta, resultara divertida, pero lo fue.
Cuando estuve yo arriba, no dolió, casi.
Tal vez porque era yo, quien decidía que hacer y a que profundidad.
Algo que me tomo totalmente desprevenida... fue como se movían mis caderas. ¿De dónde demonios salían esos movimientos? Yo nunca me había movido así. Era como si mi cuerpo se moviera por sí solo. ¿O tal vez era porque la situación lo requería y actuaba como si se mandara solo? Como fuera que fuese... era delicioso.
Oh, Dios... Gomy.
Inu se levantó de la almohada y me abrazo, pegandome a su pecho.
Si Gomy, continua - mascullo contra mi seno. - Si...
Enrede mis dedos en su cabello.
¡¿Inu... que es... esto? - no me respondió, ¡¿Qué era eso?!
Todo el cuerpo me hormigueaba, en especial la punta de los dedos de mis pies y de mis manos.
Una exquisita sensación de calor, se expandió desde el centro de mi ser, a el resto de mi cuerpo. Ocasionando que me contrajera.
Tras mis parpados, apareció un pequeño vislumbre. Una lucecita que me llamaba.
Abrí los ojos, jadeante y aun unida a Inu.
¿Que fue eso? - pregunte de nuevo y temblando.
¿Lo sentiste?
Si. ¿Porque estoy temblando de nuevo?
¿Estás bien, Gomy?
¿Que si estaba bien? ¡¿Qué clase de pregunta era esa?! ¡Claro que estaba bien! Estaba entre sus brazos y el entre mis piernas.
Bésame - con violencia lo atraje hacia mí.
Nos recostamos de nuevo a recuperar el aliento.
Me quede dormida entre sus brazos, igual que la noche anterior. Mientras el tarareaba la canción que bailamos en mi habitación, después de la fiesta.
Dormir a su lado, desnuda, era el mismo cielo. O tal vez era el infierno, porque algo así de bueno, solo podía ser malo.
En la oscuridad, toque la pulsera, con el lobito de cuarzo y la manzana de rubíes.
El fruto prohibido...
Me apretuje más al cuerpo desnudo de Inuyasha y lo abrace.
Seria prohibido, pero valía la pena, haberme ganado ese boleto con mi nombre, directito al infierno y sin escalas.
