Luego de que Draco estuviese solucionando sus problemas familiares con su madre y su asqueroso concubino (se negaba a pensar en Rabastan como algo más que el hermano de su tío Rodolphus), regresó a la casa de su tía para encontrarse con el nuevo bebé de la bruja acostado sobre el sillón de la sala de descanso y al escorpión que logró divisar sobre el lomo blanco, cuando estaba el traidor de la familia allí.

Ver a ese bicho adquiriendo calor era un tanto perturbador para el rubio, sobre todo porque no tenía idea de quién era ni tampoco sabía si era peligroso o no.

Cerró la puerta del salón y se dispuso a buscar a la hermana de su madre. Había unas cuantas cosas que necesitaba conversar con ella, para aclarar su mente, sobre todo. Cuando tomó la decisión de cambiar su bando en la guerra, supo que sería complicado. No obstante, no tenía idea de la postura de la bruja ante todo lo que estaba sucediendo y ella era un pilar muy importante en su vida. Independiente del hecho de que la mujer no estuvo presente durante su infancia o los principios de su adolescencia, los relatos de su madre ayudaron a que tuviese una imagen gloriosa de su tía, usándola como referente, alguien digno de idolatrar, incluso tomándola como alguien que podía superar fácilmente importancia que tenía su padre en su vida. La visión que ella pudiese proveerle acerca de las cosas que estaban sucediendo y de las decisiones que él mismo estaba tomando en el camino, le ayudarían mucho a entender si estaba bien encaminado o no.

Al pasar por el recibidor se dio cuenta que la publicación diaria de "El Profeta" estaba sobre una de las mesillas situadas al costado de la escalera. Aquello se le hizo curioso, porque no creía que su tía leyese ese pedazo de pergamino sensacionalista, teniendo en cuenta que todo lo que publicaban allí eran mentiras o estupideces aprobadas por el ministerio, para que la gente solo tuviese conocimiento de las cosas que ellos deseaban que se supieran. De todas maneras, siempre era bueno estar al tanto de las cosas que pasaban en el mundo mágico, fuesen verdad o no. Tomó el periódico, disponiéndose a leer la primera plana y se sorprendió por lo encontrado:

"NUEVA FUGA MASIVA EN AZKABAN"

La prisión mágica dedicada a salvaguardar la seguridad de las personas manteniendo a sus cautivos en "estricta vigilancia", rodeada por nada más que mar y apoyándose en las prestaciones entregadas por los Dementores, fue atacada durante la madrugada de ayer, liberando a una cantidad considerable de prisioneros.

Dentro de las personas que están en la lista de prófugos, se encuentra el aristócrata y patriarca Lucius Malfoy, quien fue encarcelado luego de hacerse conocidas sus lealtades.

Apresado tras la intromisión gestada dentro del Departamento de Misterios, siendo allí el lugar de su captura y la situación que iniciase la decadencia en la que calló la familia Malfoy.

Lucius Malfoy se encuentra dentro de los magos tenebrosos más buscados, teniendo en cuenta que dentro de su familia política están los hermanos Lestrange (también prófugos), quienes son partidarios de Ustedes Saben Quién. A su vez su cuñada Bellatrix Lestrange, seguidora leal del que No Debe Ser Nombrado y el primo de su esposa, Sirius Black, quien fue sentenciado a cadena perpetua tras la muerte de los Potter y un grupo de Muggles, dando así a conocer su verdadera lealtad. Todos Mortífagos de renombre.

Es más que probable que se encuentren todos juntos a las órdenes de su amo.

Se le solicita a la comunidad mágica, hacer aviso inmediato en caso de verles.

La noticia seguía, era muy larga y constaba de tres páginas completas dedicadas a hablar de Lucius, Bellatrix, Sirius y los Lestrange, pero Draco no quiso seguir leyendo.

Al momento en que vio la fotografía de su padre en primera plana junto a la de Azkaban, la cual mostraba un gran agujero en sus paredes, le hizo sentir un dolor en el estómago.

La imagen del hombre, quien en su momento tuvo un porte y elegancia únicas, era horrenda. Ya no se veía la persona que un día Lucius Malfoy fue, y dudaba mucho que pudiese ser así nuevamente. La fotografía de su padre como prisionero era mucho más reciente y eso dejó mellas en su memoria.

Draco sintió un sentimiento de frío apoderándose de su cuerpo. No sabía a qué atenerse ni mucho menos cómo actuar ahora que su padre estaba fuera de la prisión. Apretó su mano en el periódico y subió corriendo las escaleras hasta apostarse fuera de la habitación de su tía.

Sin tocar la puerta, abrió los aposentos de un golpe, congelándose mucho más de lo que estaba.

—¡Mierda Siri!, ¡aghh! —. Bellatrix gemía cada vez que el animago se movía de aquella manera y el poder expresarse de esa forma era una situación que dejó de prolongar. Si alguien podía conseguir eso, ella lo disfrutaría y ciertamente, el hombre se ganó la dicha de hacerle sentir placer.

El rubio estaba paralizado, con el periódico en mano viendo como su tía estaba follando con el traidor a la sangre.

La habitación era lo suficientemente grande como para que entrara una cama enorme y la verdad es que así era, solo que en este caso no estaba siendo utilizada. Bellatrix tenía la espalda apoyada contra uno de los doseles, las piernas enroscadas en las caderas del hombre y sus manos apretando la madera sobre su cabeza, sus pechos rebotando gracias a las embestidas que recibía en esos momentos y su cabeza reclinada hacia atrás demostrando su éxtasis. Sirius por su lado, tenía las manos debajo del trasero de la bruja, soportando su ligero peso y más que enterrado en ella, con su cara escondida entre el cuello y su hombro, soltando ligeros sonidos placenteros.

El aire que entró en la habitación hizo que la mujer volteara la cara y se topase con la mirada horrorizada de su sobrino, quien no podía apartar los ojos de su cuerpo y del de su primo.

—¡¿PORQUÉ A LA GENTE NO LE ENSEÑAN A TOCAR LA PUTA PUERTA?! —gritó ella, sacando a Sirius de la concentración que estaba poniendo en su trabajo.

El animago sacó el rostro, que tenía apoyado en el espacio que había entre la mandíbula y el oído, para voltearse y ver al chico mirándoles, tiritando y sin poder moverse de su lugar. Hizo el amago de salirse de su deleite, pero recibió un golpe en el brazo.

—Tú te sales, y ahora sí que te mato —susurró Bellatrix, molesta porque interrumpieron su momento. Volvió a posar su mirada en su sobrino, quien boqueaba como pez fuera del agua y espetó —. ¡Ándate Draco!, ¡si quieres ser voyerista me avisas otro día!, ¡pero no puedes llegar, así como así sin decirme antes!.

Al salir de su estupor, Draco cerró de inmediato la puerta de un golpe, queriendo borrar la imagen de su tía en esas condiciones. Claramente la mujer era hermosa, pero seguía siendo la hermana de su madre, por lo que no estaba dentro de sus pensamientos el ponerse a evaluar la figura de la mujer. Solo podía pensar en que pilló a su tía follando y sería una imagen difícil de sacarse. Era como haberse topado a su madre en esa situación y el solo pensamiento le hizo sentir un escalofrío recorrer por todo su cuerpo.

Se fue corriendo al salón de descanso, más que nada porque no recordaba en esos momentos otra habitación aparte de esa. Debió tener mucho cuidado en su camino, puesto que, gracias a la imagen viva dentro de su mente, casi se cae por las escaleras en su descenso. "Debí caerme y romperme el cuello…, ya no puedo vivir así" se dijo mentalmente el chico, sabiendo que esa experiencia la recordaría por todo el resto de su existencia.

Estando dentro del salón, se sentó junto al león que le miró fijamente, pero en esta ocasión, Draco no se amedrentó y solo dijo —Lo siento, pero por culpa de tu madre, ahora tengo otro trauma.

En respuesta, el animal bufó y colocó otra vez su cabeza en reposo, sin prestarle atención al chico que temblaba a su lado.

Pinchi por su parte, sintió el nerviosismo en el humano, así que se acercó lentamente, dejando el confort que le entregaba el calor del fuego y se apostó a un lado de una de las piernas del chico. Movió su lanceta sin que se diera cuenta y enterró su aguijón en el espacio de piel entre el talón y el tobillo. Inyectó una enzima dedicada a usarse como calmante, siendo esta una de las cualidades del pequeño escorpión. Habiendo entregado una cantidad óptima para que el chico dejase de lloriquear, se alejó nuevamente de él y se apostó cerca del fuego de la chimenea que siempre le dejaban encendido.

Draco sintió un fuerte dolor en su pie, pero no tuvo tiempo para procesarlo, puesto que rápidamente fue reemplazado y se fue sintiendo más calmado que antes. Sintió como su cuerpo se relajaba y daba paso a una sensación de estar flotando en una nube, solo que siendo consciente de lo que sucedía a su alrededor.

Denébola al ver el cambio drástico del humano, se relajó mucho más, porque no tendría que preocuparse por el chico que su mami le había dicho, era de su sangre.

Una hora más tarde, Bellatrix y Sirius aparecieron dentro de la escena, bien vestidos y cada uno mostrando su esencia, como era usual en ellos. Ella usando un vestido negro vaporoso, con elegantes lazos que apretaban el corsé en su parte posterior, una botas de tacón alto y las mangas de satén que se amoldaban armoniosamente a sus brazos. Él, usando pantalones de seda al igual que la camina y una gabardina de cuero, resaltado su lado aristocrático y rebelde.

Ambos animales les miraron al verlos llegar. El león por su lado se acercó de inmediato a su dueña y lamió la palma de su mano, contento de verle. Pinchi movió su cola de atrás adelante, pero no se movió de su lugar, más que mal, solo era su compañero llegando, así que no tenía porqué dejar su placer culpable. El fuego no tenía la culpa de que llegase el humano.

Bellatrix se acercó hasta su sobrino y se sentó a su lado, esperando que el chico dijese algo, pero este solo la miraba pacíficamente.

—¿Y bien?, ¿me vas a decir porqué entraste así a mi habitación? —quiso saber —, es decir, te dije que te podía enseñar algunas cosas para cuando quisieras follar y así, pero nunca te dije que podías meterte a verme sin decir nada antes. Eso no corresponde Draco…, es que no puedes llegar y

Sirius posó una mano en el hombro de su prima, deteniendo su discurso. Cuando logró que ella le mirase, apuntó al chico, quien tenía una mirada perdida.

La bruja se topó con la cara que estaba teniendo su sobrino y entendió que no le prestaba atención.

—¡ESPABILA!, ¡ni siquiera estaba atada al dosel de la cama ni había sangre o cuchillos! —le dijo luego de voltear la cara del chico con la palma de su mano, gracias a la sonora bofetada que le dio. Como respuesta, solo recibió el periódico y se dispuso a leerlo. Entendió qué perturbó tanto a su sobrino como para hacerlo entrar a su habitación de esa manera. —. Y yo que pensaba que me quería ver follando… —murmuró con tristeza. Era más importante eso que la noticia de que el muermo de Lucius estuviese fuera de Azkaban, al menos dentro de su mente —, ¿qué te asusta tanto?. A Lucius claramente lo sacó Él de la prisión, así que ahora tiene que estar en la mansión, preguntándose dónde están tu madre y tú. Que yo no esté, junto a Rody y Rab, le va a dar alegría, maldito inútil bueno para nada cobarde de…

—Bella —cortó Sirius. Él tampoco era muy adepto al rubio, pero eso no dejaba que su juicio se nublase y olvidara que el hombre era el padre del chico. Ciertamente no le tenía mucha estima al muchacho, pero entendía que todo estaría siendo muy difícil para él. Considerando que se enteró de la nueva relación de su madre, que estaba enojado con Harry, que pilló a su tía en una situación comprometida y ahora su padre estaba fuera de la prisión, la vida del rubio tenía que estarse sintiendo un infierno. Más que mal, solo era un adolescente involucrado en una guerra y estaba siendo forzado a madurar antes de tiempo.

Bellatrix al ser interrumpida en su diatriba bufó, pero se calmó de inmediato —¿Qué es lo que te asusta? —preguntó a su sobrino.

Draco estaba pensando justamente en eso. No tenía claro qué le asustaba específicamente, porque la realidad era, que le daba miedo todo lo que estaba pasando y lo que podía pasar. Miró a los ojos oscuros y contestó —Todo… —. Su voz acongojada y alicaída salió de su cuerpo, pero gracias a la picadura del escorpión, podía ser más dueño de sus acciones y así no caer en la desesperación.

—Mira…, es más que lógico que Él está a portas de hacerse con el control del ministerio, de lo contario no habrían podido pasar tan fácilmente a los Dementores en este caso. Cuando yo me escapé, fue porque esas criaturas ya estaban siendo parte de las filas y eso ayudó a nuestra fuga. Tu padre tiene que estar en la mansión como ya te dije, siguiendo las órdenes que se le comanden. Lo más probable es que intentará ponerse en contacto contigo, pero ya será decisión tuya si haces caso a eso o no. A tu madre no la podrá encontrar, porque me aseguré de que así sea y ni a ti te diré dónde se está quedando. Si ya tomaste la decisión de alejarte de la vida que tu padre quiso imponerte, sigue adelante con eso, porque de lo contrario…, los cobardes pagan peor cuando quieren volver a su lado —. La bruja esperaba que su sobrino entendiese las referencias a Voldemort, porque no quería tener que pronunciar su nombre. El chico no había cumplido con la misión que se le encomendó de matar a Dumbledore, por ende, era persona no grata dentro de las filas de los Mortífagos.

—¿Qué hago? —preguntó Draco, nervioso por las palabras de su tía.

—Lo que sientas que es mejor. Yo me alejé de ese bando, porque entendí que estaba siguiendo a un ser que no era consecuente. Él no es sangre pura y no puedo seguir a alguien que dice serlo. Si voy a matar, torturar, secuestrar o lo que sea, será por alguien que represente mis ideales, no por alguien que se muestra como otra cosa siendo que no es más que un fraude. Tu padre te metió en un mundo oscuro Draco…, y estuviste atado a una misión que te llevaría a la muerte. Todos sabemos que era imposible que lograses cumplir, porque ni siquiera Él ha podido lograrlo y no era para nada más que para castigar a tu padre. —sabía que sus palabras eran duras, pero alguien tenía que hacerle ver la realidad a su sobrino —Si quieres seguir en tu postura de apoyar a Potter, hazlo, pero sin retractarte, porque no podrás volver atrás.

Las palabras de Bellatrix calaron profundamente dentro de Draco, porque hasta ese momento nadie le había hablado de esa ocasión, nadie le había explicado nada de lo ocurrido anteriormente. Sí que sabía que la misión de matar a Dumbledore era para proteger a su familia, pero se dio cuenta allí que la realidad era otra y solo fue utilizado para castigar a su progenitor.

Mientras Draco sopesaba lo escuchado, Bellatrix se puso a leer el resto de la noticia, encontrándose con su fotografía y la de Sirius —¡Mira Siri, somos nosotros! —vitoreó —, ¡estamos igual de buenos que ahora!, yo creo que el ministerio debería pagarnos por darles fama…, porque te aseguro que todo el resto de los muertos de hambre que estuvieron dentro de Azkaban se ven horrendos con solo pasar un día allí. Nosotros estuvimos más de diez años y aun así estábamos para chuparse los dedos.

Sirius solo soltó una sonora carcajada y besó la coronilla de su prima, asintiendo solamente ante sus palabras. Nada era mejor que las apreciaciones de la bruja por sus apariencias totalmente acertadas.

En esos momentos Pipi se presentó ante ellos, entregando una carta dirigida a Bellatrix. Ella la tomó y se dispuso a leerla de inmediato.

Querida Bellatrix:

Necesito que te presentes en mi despacho lo antes posible, es imperativo que asistas junto a Sirius y Draco.

El castillo está desierto gracias a las festividades, por lo que no habrá problema en que seas vista por otras personas.

Te estaré esperando.

AD.

Cómo era que ese vejete tenía la dirección de su casa era algo que se escapaba de su entendimiento y solo hacía que por sobre el odio que le podía tener, se superpusiera un sentimiento de admiración. Estaba claro que el hombre no era llamada el "Mago más poderoso después de Merlín" por nada.

Le entregó la carta a Sirius, quien la leyó al instante y espetó —Tenemos que irnos a Hogwarts.