Miraculous Ladybug pertenece a Thomas Astruc, Zag Animation, Disney y TF1, hago esto sin fin de lucro.

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Je Suis

Por Mimi chan

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Un Recuerdo de Japón

3 años antes…

Creo que todos hemos estado allí alguna vez. Delante de aquel momento en el que, un comportamiento del que estamos seguros esta mal y estamos a punto de cometer, pero, tomamos un salto de fe y lo realizamos y al final resulta que estábamos en lo correcto.

Y allí estaba ella, descalza sosteniendo unas altas zapatillas en sus manos caminando por la suave arena, dentro de un laberinto, para encontrar a alguien a quien no había siquiera mirado a la cara, pero que con dos ojos verdes la había convencido para una cita a ciegas.

Había llegado hacía una semana a Paris para visitar a sus padres. Ellos la habían convencido de dejar a Louis a su cargo por un par de días para que ella descansara y por primera vez, en los tres años que había salido de Paris, se había separado de su hijo, porque para ser sincera estaba un poco agotada, no de su hijo, si no de su imparable estilo de vida hasta ese momento.

Desde que había llegado a Estados Unidos y empezado a trabajar en la agencia de Cole y su familia no había parado, había tomado pocos días libres y aquellos días los había dedicado cien por ciento a su hijo, y había llegado el momento de tomar un momento para ella misma.

Había viajado a Okinawa hasta la playa de Yohama Maehama y había dormido por 12 horas seguidas en un hermoso hotel, después se había dedicado a pasar horas en un bonito spa donde se había consentido todo lo posible – manicura, pedicura, tinte y un largo masaje - después de eso se había puesto un bikini y se había tirado en la blanquísima arena de la increíble playa que tenía mar a su espalda y frente. Se había dado el gusto incluso de dejar que la invitaran a una fiesta de disfraces donde podría bailar, y comer ostras y beber cocos con ginebra cosa que bien… nunca había hecho.

Lo que la había conducido a ese acontecimiento. En aquella fiesta había encontrado por primera vez en todo ese tiempo, algo que había pensado que no encontraría en mucho, mucho tiempo.

La chispa de la atracción.

:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:Flash Back:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:

La fiesta estaba muy animada, quizá demasiado animada. El chico que la había invitado a esa fiesta estaba casi dormido en la mesa donde algunos de sus amigos habían estado bebiendo, mientras ella había estado bailando con otras dos chicas con las que había llegado, había sido en realidad divertido, habían comido delicioso, y los cocos habían sido dulces y con la medida justa de licor, había logrado una ligera simpatía con aquellas chicas con las que había bailado toda la noche hasta que se habían agotado y no habían tenido más opción que salir a la playa fresca con la brisa marina nocturna y descansar.

Y allí lo había visto la primera vez.

Era un chico, quizá tenía su misma edad, no podía creer que tuviera mas de 25 años, vestía todo de blanco, lo que era muy normal para la playa, ligero y fresco, pero lo que realmente llamó su atención, fue, como casi siempre, lo mucho que se parecía a... Él. Adrien… un cabello rubio como oro, y una piel color arena, que incluso lucía cálida. Pero estaba acompañado, estaba platicando con naturalidad con una joven risueña de largo y liso cabello oscuro, al verla casi se sentía arrepentida de haber pintado su pelo de rojo, había sido un capricho al estar en el spa, esos días quería olvidar quien era ella misma y de hecho les había dicho a todo mundo que se llamaba Mary.

Se sentía casi sorprendida por la repentina atracción que sentía por ese chico, desde que había dejado casa no había tenido ninguna cita. Con la única persona con la que salía era con Cole y en realidad solo como amigos, pero desde que había terminado con él no había hecho ningún intento por regresar, era su mas grande amigo y había aprendido a apreciar tanto su amistad, que era lo único que quería de él y Cole lo había entendido. Quizá tenía que ver con la cultura, los chicos americanos eran definitivamente diferentes y suponía ella se sentía fuera de lugar aun después de dos años en américa, relacionarse íntimamente con algún americano era algo de lo que no se sentía aun capaz, aunque no le habían faltado propuestas.

Aquellos eran sus pensamientos cuando aquel joven la había volteado a ver, no pudo si no más que sonreír al ver dos luminosos y seductores ojos verdes detrás de un antifaz color blanco, e increíblemente él le sonrió también. No sabía si sentirse contenta por haber llamado su atención, o molesta porque bien, él estaba con otra chica y ahora coqueteaba con ella.

Las chicas se habían levantado por un trago, pero ella decidió quedarse un poco mas en la playa, la noche era fresca y muy agradable, casi podría quedarse allí dormida. De hecho, cerró sus ojos y dejó que la brisa marina la rodeara. Cuando abrió sus ojos, aquel chico de antifaz blanco estaba a su lado, ella miró casi por reflejo a donde había estado él y la pelirroja antes y no la vio allí.

— Hola – dijo el chico a su lado, tenía una voz algo ronca y cansada.

— Hola – no pudo si no más que responder ella.

Y después no supo que decir, y al parecer él tampoco, porque solo se sentó a su lado y miró al mar.

— No tendría que estar aquí, ¿Sabes? – dijo el joven a su lado de pronto – estaba en una conferencia en Taipéi hace doce horas, y tengo otra conferencia mañana, por favor no me preguntes de que.

— De acuerdo.

— Los últimos seis meses he estado tan increíblemente ocupado que he venido arrastrando un resfriado persistente – siguió el chico con su historia, bien ahora ya sabía por que su voz se escuchaba así — iba y venía cada mes, y allí estaba yo cansado y dándolo todo de mi, hasta que decidí que no mas, tome un avión y llegue aquí y en lugar de descansar estoy ligando con una chica que conocí en el aeropuerto.

— ¿La castaña bonita? – preguntó ella con curiosidad.

— Sí, ella – dijo divertido – hace años me enamore perdidamente de una chica que me rompió el corazón y aun no puedo terminar de salir de mi molde, me siguen gustando las chicas que se parecen a ella y ninguna otra.

— Oh – dijo ella jugando con un mechón de su cabello ahora rojo.

— Pero solo me hizo falta hablar un rato con ella para ver que… — suspiró — es bonita y sin en cambio no me gusta.

— Y ¿entonces…? – dijo como preguntando ¿Qué haces aquí conmigo? Y él pareció entenderlo.

— Miré a una chica preciosa con vestido rojo y ojos azules del otro lado de la playa con un antifaz y solo quise hablar con ella – dijo con una sonrisa amable que era realmente atractiva — salir del molde.

— No estoy segura de que me guste que experimenten conmigo— dijo con completa sinceridad.

Él no le respondió, solo se levantó del lugar donde había estado sentado y se puso de pie a su lado.

— ¿Has visto el laberinto de arena detrás del hotel? – le preguntó y ella afirmó asintiendo con la cabeza — en el centro hay una agradable fogata y a esta hora es posible que este vacío, si te animas a experimentar un poco con la vida allí te espero.

Y se fue.

Cuando estuvo fuera de su vista lo pensó con atención, él había dicho "experimentar con la vida" ella quería de verdad, de verdad quería… bien, quería demostrarse a si misma que podía volver a sentir esa clase de sentimientos y emociones. No quería cerrar su corazón, en algún momento quería reconstruir esa parte de su vida, enamorarse, quizá casarse y hacer una familia mas grande para ella y para Louis y con eso en su mente y su corazón se levantó de la arena y caminó justo donde sabía estaba el laberinto.

:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:End Flash Back:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:

Así que allí estaba, se había perdido un par de veces en su camino al centro del laberinto, hasta que había visto la luz de la hoguera que él chico había dicho, que estaba en el centro. Entró algo nerviosa y allí estaba él, sentado alrededor de la hoguera, a su lado había una botella de vino y dos copas.

Mientras se acercaba él la volteó a ver, todavía tenía su antifaz blanco y ella su propio antifaz rojo en realidad ni siquiera le había dicho su nombre, o él le había dado el suyo y de alguna manera tampoco hacía falta.

— Viniste. – dijo el joven con una sonrisa.

— Bueno – dijo ella soltando sus zapatillas en la arena — supongo que también quiero demostrarme algo a mi misma.

Sin decir mas, fue hasta donde él estaba sentado poniéndose delante de él y sin pensarlo demasiado descendió a la altura de su rostro y lo besó… ¡Oh si!, ¡Lo sentía…! casi había pensado que no podía sentir de nuevo esa sensación de nudo en el estomago, de cosquillas sobre la piel cuando una mano la tocaba, sintió como era acostada gentilmente en la arena y en realidad no le importó, se sentía tan bien, las manos de ese joven en su cintura y brazos delicadamente. Rompió el beso y lo miró a los ojos.

Y allí estaba el familiar error… eran los ojos de Adrien.

Con reticencia se empezó a alejar de él, y el chico enseguida lo notó, pero no hizo nada por detenerla.

— Pasa algo malo – dijo apenado — ¿hice algo mal?

— No – dijo ella también ligeramente apenada – solo… es muy complicado.

— Cuéntamelo – le pidió el con sencillez.

— Yo… solo quería demostrarme a mi misma algo… que yo… — no sabía por qué iba a confiar en este perfecto extraño, pero tenía que decirle a alguien lo que sentía todos los días, quizá el hecho de que nunca lo volvería a ver y que los dos iban con un antifaz le daba el valor de hacerlo – toda mi vida he estado enamorada de solo un chico, un chico que quizá nunca vuelva a ver, yo quería saber si podía volver a sentir lo que había sentido con él.

— Y ¿Lo has sentido? – le preguntó el joven.

— Sí – dijo con una sonrisa – sí, que lo he sentido.

— Y ¿Entonces…? – preguntó de nuevo.

— Sigo viéndolo a él – dijo apenada, quizá algo sonrojada, suponía que no era algo que ningún chico quería escuchar – créeme estaba siendo muy, muy agradable, de verdad muy agradable, pero…

— Entiendo… — dijo el sin dejarla agregar nada mas

— ¿De verdad? — ¿Cómo podía entenderla? La verdad fuera dicha la mitad de las veces ella misma no se entendía.

— ¿Recuerdas lo que te dije de aquella chica? – le respondió el joven

— Sí.

— Yo lo la veo en ti – dijo el con sinceridad – quizá lo único en lo que se parecen sea en tus preciosos ojos… pero sigo sin poder dejar de buscarla en cada chica que conozco, no es algo que pueda fácilmente evitar.

Marinette no pudo sentirse ofendida, después de todo a ella le pasaba lo mismo, al menos era casi un consuelo saber que no era a la única persona a la que le pasaba lo mismo así que hizo lo único que le pareció natural en ese momento. Empezó a reír a carcajadas y pronto él la siguió. Tuvieron que pasar varios minutos para que pudieran controlarse de nuevo.

— Creo – dijo Marinette después de un largo respiro – que tenemos que trabajar en eso ¿verdad?

— Supongo que sí. – dijo él chico aun sentado en la arena

— Ha sido divertido – dijo ella a modo de despedida – pero debo irme, mañana tengo que tomar un vuelo temprano.

— Gracias – dijo él con una sonrisa – supongo que es un adiós.

— Bueno el mundo da muchas vueltas – dijo ella con otra sonrisa amable – quien sabe, quizá en algún momento podamos volver a cruzar nuestros caminos, pero por el momento si, es un adiós.

Sin decir más salió del laberinto dejando allí al joven a un lado de la hoguera.

Adrien vio alejarse a la bella joven de cabello rojo, quería detenerla al darse cuenta de que ni siquiera le había preguntado su nombre, pero no lo hizo, de cualquier modo, no le seria difícil preguntar por allí, sí alguien la conocía, y así debía ser, porque la había visto con un grupo de chicas solo tenía que acercarse y preguntar su nombre… era la primera vez que alguien entendía lo que pasaba dentro de él. Aun después de tres años le impresionaba a si mismo el amor tan intenso que sentía por Marinette. Aquel sentimiento que había quedado grabado a pesar de todas las cosas malas por las que habían pasado. Y lo que había sentido con esta chica… vaya, no había sentido tanta química con ninguna chica antes, y sí, había salido con un montón de ellas buscando justo eso, la misma química casi explosiva que había sentido con Marinette y no había vuelto a sentir, hasta esa noche.

La había visto en un principio en la fiesta en el hotel, su cabello rojo que caía desordenado y ligero por toda su espalda, vestida de rojo era realmente llamativa, pero había llegado con una chica y bien no era la clase de chico que coquetea con una chica si esta con otra, pero cuando estaba en la playa, ella lo había mirado, había sentido el peso de la mirada de aquella chica sobre el y había volteado a verla…

Sus ojos…

Dos brillantes ojos azules iguales a los de ella y era quizá en lo único en lo que se parecía, su piel estaba tostada por seguro una larga sesión de sol que la había dejado morena y lucía completamente como una mujer a pesar de que era muy joven, Marinette… ella tenía la figura de una joven gimnasta compacta y armónica, esta chica tenía las curvas que solo la mujeres que han sido madres podrían tener, mucho mas voluptuosa, pero sin en cambio era la primera chica que no se parecía a Marinette que llamaba su atención, y ¡Cielos! Cuando la besó… si ella no se hubiera retirado en ese momento casi se podía jurar a si mismo que estaría allí mismo, sobre la arena haciéndole el amor, la chispa que había encendido había sido tan intensa que casi lo había quemado.

Pero no se había quedado allí… una lastima. Bien, al menos como la joven había dicho, se había podido demostrar algo a si mismo, que si, que aun tenía la capacidad de sentirse así, con alguien.

Se levantó de la arena y caminó rumbo a su hotel a un par de manzanas, debía descansar, por eso había huido de todos modos, para descansar y recuperarse de una maldita vez de esa gripe. Al final casi podía decir, que había curado algo mucho más importante que esa gripe.

Fin capitulo 42

Miércoles 22 de agosto 2012

11:41 p.m.

Nota de autora: que les digo, son ciegos y mensos xD y yo soy muy mala lo se, siempre me gusta hacer un interludio en medio de un cliffhanger, pero ya voy ya me voy a apurar. Por cierto hermosa lector(a) que me sigues desde St. Tail, lo extraño tambien y mas tarde o mas temprano volvere a hacer algo de ellos, ya lo veras.

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Mimi chan