Disclaimer: La trama es de mi propiedad, todo lo relacionado a Crepúsculo le pertenece a la señora Meyer, desgraciadamente, aunque tenemos un acuerdo donde me presta a Jasper por las noches, ¿cierto, Steph?
Forks Ink: tatuajes y perforaciones.
Summary: "Forks Ink: tatuajes y perforaciones. Grizzly es un maestro con los retratos y tatuajes en 3D. Tink es la mejor cuando se trata de frases, nombres y/o textos. Y luego estoy yo, me llaman B, y prometo que puedo perforar tu verga sin que sueltes una lágrima… pero si eres el padre de mi bebé, mejor te lo piensas dos veces" Inkbella. OoC. TH. AU. Bella&Edward
Capítulo 42: Oh Madre, puedo sentir la tierra caer sobre mi cabeza.
I Know It's Over – The Smiths.
—¡Papáaa! —chillé cubriendo el auricular, Charlie se acercó a mí completamente confuso, le entregué mi teléfono antes de hablar— Puedes, por favor, asegurarle a gatito que serás nuestra compañía en esta aventura —entorné mis ojos y papá rió—, venga que no tengo todo el tiempo para personas que no me creen —puede que haya dicho lo último en un volumen de voz más alto para que la persona al otro lado de la línea escuchara.
—Edward —el viejo sonrió y asintió con su cabeza a cualquier cosa que Minino le estuviera diciendo—. No te preocupes muchacho, yo las tendré controladas, mantendré ambos ojos sobre mis chicas —me dio una miradita de soslayo antes de susurrar—, no son las únicas con un plan…
—Vale, vale —hice un ademán con mi mano para tener mi teléfono de vuelta— ¿Contento?
—Tranquilo, si —podía ver en mi mente la sonrisita que probablemente adornaba sus labios en estos momentos—. Haz caso a tu padre, cariño, por favor. Si dice no, es no, ¿entendido? No queremos estar en el hospital una vez más, ¿no?
—Estás jugando sucio, bebé.
—No, solo me preocupo porque eres mi vida, y sabes lo que puede pasar —mordí mi labio por las dulces palabras que soltaba sin darse cuenta—. Te quiero de vuelta en casa, conmigo, con nuestros niños. Nada más.
—Está bien, aguafiestas —bromeé—. Dale mis saludos a Rosalie y a los renacuajos, espero que finalmente hayan elegido nombres para ellos, no puedo seguir llamándolos bebé uno y bebé dos en mi cabeza —Minino soltó una melodiosa carcajada que me removió las entrañas.
—Se lo haré saber a ambos, en tu nombre —se escuchó un pitido a lo lejos—. Debo dejarte corazón, por favor no olvides tener cuidado, no golpees antes de preguntar y si te sientes sobrepasada recuerda que Charlie está para ayudarte, no tienes que hacer todo sola, ¿sí?
—Como digas, papá —Edward resopló al otro lado de la línea.
—Recuerda lo mucho que te amo.
Sonreí como estúpida contra el teléfono celular.
—También te amo gatito.
Colgué la llamada y miré la casa de dos pisos que estaba frente a mi.
Hicimos una parada en la residencia Swan antes de comenzar la aventura.
Simplemente no podíamos llevar a papá con nosotras a ese bar de mala muerte luciendo como un jodido policía, ¿no? La idea era hacer que se vistiera lo más normal posible, ya saben, casi como camuflándose con toda la población de Forks. Créanlo o no, a papá igual le costaba un poco ser tan aguafiestas como toda esta comunidad de mierda. Que va, el plan era putamente fácil: Se cambiaba de ropa y partíamos en nuestras motocicletas, nada más.
Dejar de ser el Sheriff Swan y ser solo Charles.
Joder.
Claramente nada podía ir como esperábamos y esto se estaba tornando jodidamente difícil.
Digo, el viejo hasta el bigote traía y todo.
—Todo es verde musgo, café y verde musgo… ¿Es que nunca le regalaste algo decente?, ¿Qué clase de jodida hija eres? —Alice resoplaba sin poder creer lo monocromático que Charlie era, papá tuvo la decencia de lucir un poco avergonzado— ¿Qué hay de Susan?, ¿tampoco puede aconsejar a la hora de vestir? —Tink negó con su cabeza y se giró bruscamente hacia papá Swan— Sabía que yo era tu mejor opción, Charles, nada de esto —levantó dos camisetas que lucían exactamente igual, pero una era café… y la otra verde musgo— estaría pasando.
Mordí mi labio inferior para no reír.
—Bueno, yo creo que… se me ven bien —no pude aguantar más la carcajada que quería salir, menos cuando papá rascó su nuca como un niño pequeño, se encogió de hombros y miró a Tink por sobre sus pestañas—. Y su nombre es Sue, ella… —papá suspiró y luego apuntó reticentemente una cajonera que estaba al otro lado de la habitación— Creo que ahí puedes encontrar lo que buscas, tesoro.
Tink caminó con sospecha hacia el lugar, yo miraba desde lejos toda la maniobra, Charlie solo negaba con su cabeza con lentitud y sus ojos estaban fijos en el suelo, casi como si no se atreviera a ver qué demonios iba a encontrar Alice ahí. Cuando Tink abrió el primer cajón juro que temí por nuestras vidas, su sonrisa se acrecentó a más no poder, casi tan grande como la de Cheshire, ella incluso soltó una malévola carcajada que me puso los pelos de punta.
—Joder, ¡de esto estaba hablando!
Mi querida hadita, sin dejar de sonreír como si hubiera encontrado uno de los mayores tesoros del universo, sacó algo que figuraba escondido en lo más recóndito del último cajón, sin perder el gesto triunfante que adornaba su rostro nos enseñó una camisa hawaiana de un brillante color rosado, con unas palmeras amarillas y celestes.
Papá cerró sus ojos y gimió por lo bajo.
Tosí para tratar de contener la carcajada que quería salir de mis labios a toda costa.
—Venga, tiene un aire medio Miami Vice —papá enarcó una de sus cejas en mi dirección, sin creer la basura que estaba soltando—. Vamos, viejo, si te calzas esa camiseta nos harás las cosas más fáciles, ya hemos perdido bastante jodido tiempo en esto… —chasqueé mi lengua dándole una última miradita— Y sinceramente creo que deberías agradecer, Tink quería despedirse de ese bigote…
Charlie abrió sus ojos con asombro y su cabeza se giró como un resorte hacia Alice.
—Ambos sabemos que seguirías viéndote malditamente caliente —hice un sonido de asco cuando le lanzó un beso por el aire a papá.
Después de unos segundos en silencio donde Charlie probablemente estaba pensando si mandarnos a la mismísima mierda o tomar las prendas que Alice había dejado sobre la cama para él, dio un largo y acongojado suspiro y tomó la maldita ropa de la cama. Caminó hacia el cuarto de baño para cambiarse, antes de cerrar la puerta tras de sí nos observó por sobre su hombro, sus ojos entrecerrados.
—Ninguna palabra a nadie de esto, ¿está claro?
Con unas gigantescas sonrisas grabadas en nuestros rostros, realizamos el saludo militar y contestamos divertidas.
—¡Señor, sí, señor!
El viaje a Port Ángeles era relativamente corto, y digo relativamente porque si no fuera por papá y su manía de querer revisar "paso a paso" el "plan" que teníamos, nos hubiera tomado mucho, mucho menos. ¿Y es que creen que eso fue todo? Claramente no era así, ya que todo este embrollo comenzó apenas nos montamos en las motocicletas, o antes de hacerlo a decir verdad, Charlie las inspeccionó minuciosamente en caso de encontrar alguna falla ya que no quería morir tan joven en un accidente automovilístico.
El deliberadamente estaba juzgando mi manera de conducir y a mi bebé.
Luciendo como un policía de caricatura con esa puta remera rosa, por si fuera poco.
No sabía si reír o llorar, o ambas.
—Entonces, déjame ver si entendí bien…
Suspiré cansinamente mientras me quitaba el casco.
Habíamos estacionado a un costado de la carretera por enésima vez debido a papá. Me estaba sacando de las putas casillas a estas alturas, ¿era así como él resolvía problemas en la comisaría? Yo habría partido su culo hace dos paradas atrás, si tan solo no fuera mi querido viejo, joder… Tampoco era como si pudiera enojarme con él, no cuando lucía tan malditamente gracioso, de verdad que esto parecía una clase de sketch o algo, casi y se me olvidaba la seriedad de todo el asunto.
Casi.
—Papá… —di un largo suspiro y me crucé de brazos— Port Angeles, Vulture's Cave, mamá de nuestro osito —alcé mis brazos al aire con exasperación—. Eso es todo, no hay nada más que entender. Llegamos, nos esperas fuera para que con Tink hagamos de las nuestras, salimos y ¡listo!, ¡asunto arreglado!
—Nena, soy tu padre —y con una de sus cejas enarcadas, como queriéndome decir "¿me ves la puta cara de estúpido?", continuó—, sé que con ustedes, señoritas, nada es tan fácil como "llegamos, salimos y listo" —papá osó a remedar mi tono de voz en la última parte de su frase.
—Charles, creo que es hora de que subas tu delicioso trasero a la motocicleta y dejes de hinchar nuestros ovarios —Alice resopló bruscamente y papá tuvo la decencia de verse avergonzado—. No tengo mucha paciencia, hombre, y me la estás colmando… —enarcó una ceja en dirección a papá atrevidamente— Y cuando colman mi paciencia yo no respondo…
Una gatuna sonrisa se posó en sus labios y mandó a papá a la mierda, literal.
Charles Swan nuevamente se había sonrojado a causa de la perra que se hacía llamar mi amiga.
Sin ninguna palabra más, papá dio media vuelta y se montó tras de mí sin soltar palabra alguna. Qué va, si no fuera porque estaría muerto juraría que no respiraba. Mordí mi labio inferior para detener la sonrisa que pedía a gritos posarse en mi boca y le entregué su casco, el cual recibió en sumo silencio. El resto del viaje fue rápido, llegamos en un abrir y cerrar de ojos a nuestro destino, casi lloré de la felicidad y me dije mentalmente que debía agradecerle a Tink por haber logrado que llegaramos al bar de mala muerte sin más interrupciones del paranoico Swan.
Charlie observaba todo, su ceño cada vez más fruncido.
Estábamos en un callejón maloliente, probablemente era el hogar de muchos vagabundos de la ciudad, era de día pero la falta de iluminación en el lugar te hacía pensar dos veces si realmente querías que la noche te pillara deambulando allí o no. Estacionamos las motocicletas como pudimos, nuestra idea tampoco era demorarnos una eternidad, solo queríamos encontrar a mamá McCarthy y sacarle un poco de información sobre su vida estos últimos años, ya saben, saber si estaba bien… y también quería verificar si realmente se había vuelto una adicta o no.
Era todo tan confuso, de tan solo recordar las cosas alegres y dulces que Grizz solía contar sobre su madre y pensar que podía encontrarla en este lugar como una persona completamente distinta a como me la había imaginado me daba escalofríos.
Tanta mierda que nos tiene que pasar, qué diablos.
—Yo no puedo permitir que ustedes entren solas a eso.
Papá apuntó la entrada del bar. Podía entender su preocupación, era una diminuta puerta negra lo que se veía frente a nosotros, las paredes estaban sucias con distintas sustancias que vaya a saber el todopoderoso de Carli que mierda eran, el letrero donde aparecía el nombre del bar se sostenia apenas y por un tornillo, las letras ni siquiera eran legible entre tanto moho que tenía, en conclusión: la fachada exterior del puto local era malditamente asquerosa, en todo lo que abarca la palabra, de hecho, estábamos presenciando a un tipo hacer sus necesidades justo ahí, en lo que parecía ser la puerta.
—Está bien, pa', sabes que cualquier cosa gritaremos por ti.
—Eso, lo que dice B.
—Ustedes… —Charlie observó nuestras inocentes sonrisas con los ojos entrecerrados, luego dio un largo suspiro y negó repetidas veces con su cabeza— Tienen la misma expresión en el rostro que Floyd y Grace, la misma que tenían esos bribones cuando decidieron que mi rostro la haría de maravillas como pizarra —recordaba ese día a la perfección, papá no se había dado cuenta de que mis enanos le habían jugado esa pequeña bromita hasta que llegó a la comisaría y tuvo a todos llorando de la risa— Tienen una hora.
—¿Cómo?
—Me oíste, Bella, les doy una hora para que hagan lo suyo —algo hizo con su reloj de pulsera y continuó—. Una hora, si no salen en una hora yo entraré ahí…
—Oh, vamos, Charles —Alice hizo un puchero.
—Nada de eso, Campanilla —papá no dio su brazo a torcer—. Me preocupo por mis chicas, este lugar no me da buena espina, una hora es suficiente para "entrar, salir y ¡listo!", ¿no? —sus ojos brillaron con diversión cuando usó mis palabras en mi propia contra.
El lugar era un completo asco.
Creo que con el paso del tiempo estaba incluso peor a como lo recordaba, tuve que pestañear un par de veces para poder adaptar mis ojos a la oscuridad que había dentro, habían grupetes a lo lejos en reuniones secretas, como también la barra estaba llena de personajes, unos más abominables que otros. Le di una miradita de soslayo a Tink que tenía una expresión de pocos amigos en el rostro. La guinda del pastel era que el lugar apestaba como los mil demonios. Una que otra vez me aparecí por aquí en compañía de Capo en mis tiempos mozos, él hacía sus putos negocios turbios vinculados a las drogas y yo me quedaba esperando fuera al cabrón montada en su Benz, aburrida como la puta madre, y una vez Alec tenía todo listo partíamos y ya.
Solo una vez puse un pie dentro de Vulture's Cave antes de esta y fue desagradable.
Y es que el puto Alec estaba tan colocado esa noche que tuve que prácticamente arrastrarlo fuera del local y montarlo sobre su carro. Yo era una cría menuda en esos tiempos, fue una jodida hazaña, sobre todo escapar de las garras de los asquerosos que frecuentaban el lugar y vieron esta como una oportunidad para poner sus manos sobre mi. Como si yo fuera a dejarlos tocarme un puto pelo, huh. Esa también fue la primera y última vez en la que conduje el preciado Benz de Capo, debo admitir que fue una experiencia malditamente religiosa, andar a lo que más da el velocímetro sin nadie hinchando las bolas porque podía "rayar a su bebé".
—¿Ves a mamá osa por algún lado?
—¿Es que tú siquiera ves algo en esta mierda? —entorné mis ojos ante las palabras de Alice, ella tenía razón de todos modos, las luces eran tan tenues que apenas y se podía distinguir alguna característica del rostro de alguien— Dividámonos —masculló, escaneando rápidamente el lugar con sus fríos ojos—, te dejo la barra, perra, yo iré hacia el fondo.
—Cualquier cosa gritas, ¿sí?
Tink me observó como si me hubiera salido una tercera cabeza.
—¿Quién crees que soy?, ¿tu gatito? —resoplé antes de darle un pequeño golpe con mi puño a su brazo y me acerqué a la barra.
El bartender del lugar era igual de deplorable que prácticamente todo, el cabrón necesitaba un baño lo más pronto posible, con mucho jabón de ser preferible… El necesitaba quedarse sumergido por aproximadamente una maldita semana, joder. Al acercarme al lugar las personas que se encontraban bebiendo y hablando entre cuchicheos pusieron su atención sobre mi, sin darles importancia me senté en el único taburete que se encontraba disponible y carraspeé para llamar la atención del tipejo, fue estúpidamente innecesaria mi movida ya que apenas habíamos puesto un pie dentro del bar sus ojos se posaron en nosotras.
Bueno, en nuestro escote, en realidad.
—¡Hey! —chasqueé mis dedos frente a su rostro— Ojos arriba, cerdo.
El tipo pestañeó repetidas veces e hizo caso a mi orden. Él estaba limpiando el mismo vaso una y otra vez, una y otra vez, y por alguna puta razón este seguía igual de sucio que antes. Desvié mi atención de su actuar para poder tranquilizarme, me estaba poniendo los nervios de punta. No duro mucho mi momento de paz cuando me moví sobre mi asiento y sentí algo viscoso en mi puto trasero.
Jo-der.
Espero solo sea cerveza, qué se yo.
—¿P-Puedo ayudar en algo? —sonrió dejando al descubierto una amarillenta dentadura.
Oh, mierda.
—Puedes —murmuré, soltando un largo suspiro. Apoyé mis codos sobre la barra y descansé mi barbilla sobre mis manos entrelazadas, me sentía como el jodido Sherlock Holmes o una mierda por el estilo—. Estoy buscando a una mujer... —el bartender entornó sus ojos.
—¿Es eso lo mejor que puedes hacer?
Oh el muy hijo de puta, ¿se estaba burlando de mi?
—Vete a la mierda —le sonreí dulcemente mientras le enseñaba mi dedo medio—, como decía, estoy buscando a una mujer… Estatura media, cabello rizado y oscuro, ella luce como… uh, puede que cuando esté en su mejor momento luzca como una ama de casa común y corriente, sip —el bartender iba a abrir su bocota para probablemente decir alguna otra de sus mierdas listillas pero no lo dejé—. Su apellido es McCarthy…
Uno de los energúmenos a mi costado tosió bastante escandalosamente.
—¿McCarthy? —murmuró con voz pastosa, probablemente debido al alcohol.
Me giré hacia la derecha, donde provenía la voz. Era uno de esos típicos borrachos de bar que se sientan en la barra desde que sale el sol hasta que se esconde, y por qué no más, ¿no? Alcé mi ceja en su dirección esperando que soltara alguna otra cosa, él solo me observaba con una desagradable sonrisa en su rostro mientras atraía el vaso a sus labios y bebía de un tirón lo último que le quedaba de whisky, supongo yo que aquello era el líquido de un ligero tono café.
—¿Qué? —me preguntó inocentemente mientras se giraba en su lugar y recargaba su cuerpo contra la barra— ¿Sabes?, toda palabra tiene un precio… —removió las últimas gotas que le quedaban a su vaso lentamente mientras no le quitaba la vista de encima— Cómprame uno de estos y te diré todo lo que sé sobre esa perra.
Cuadré mi mandíbula e igualé su postura.
—¿Y cómo carajos se yo que no me estás mintiendo solo para poder mantener tu sucio trasero borracho? Ni siquiera sé si hablamos de la misma persona, idiota—vamos, que tampoco era estúpida. Le hice un gesto al bartender para que me preparara uno de esos que el tipo bebía, en unos cuantos segundos el vaso lleno de licor estuvo sobre la barra, frente a mi. Lo tomé entre mis manos y lo llevé lentamente a mis labios bajo la atenta mirada del borracho de turno— Podrías estar bebiendo uno de estos —le di un sorbo y lo disfruté como nunca—, pero como no quieres hablar…
—Rebecca —los ojos del tipo no dejaban de observar el vaso que yo estaba sosteniendo entre mis manos—. Rebecca McCarthy… —chasqueó con su lengua y prosiguió. Intenté lucir impasible aún y cuando él había dicho en voz clara y concisa el nombre de la mamá de nuestro osito— Todos conocen a esa idiota, si estás de suerte puedes encontrarla...
Don borracho se vio interrumpido con su relato debido a la gran conmoción que se estaba formando en el fondo del local y que estaba tomando toda mi atención en estos momentos, juro que intenté escuchar lo que me estaba diciendo pero la distracción era mucho mayor.
Demonios.
El bullicio venía justo, justo donde Tink había desaparecido minutos atrás.
Cerré mis ojos con lentitud y conté mentalmente hasta diez, tratando de imaginar qué coño estaba haciendo mi amada Alice en estos momentos. Apoyé mis palmas sobre la sucia barra y me puse de pie lentamente, abrí uno de mis ojos para observar como el bartender no entendía ni mierda de lo que estaba ocurriendo y tampoco lucía como si fuera hacer algo al respecto. Pan de cada día. Sus ojos hicieron contacto con los míos y arqueó una de sus cejas en mi dirección, esperando a que hiciera algún comentario sobre su nula participación en apaciguar lo que fuera que sucedía.
Lo ignoré para centrar mi atención en mi informante.
—Ok, ya vuelvo —alcé mi dedo índice y apunté al tipo—. No he acabado contigo así que ni se te ocurra escapar, ¿sí? Tengo que… —se escuchó un fuerte estruendo y vidrios romperse. Suspiré y desordené mi cabello furiosamente mientras me tomaba el contenido del vaso de un sorbo— Tengo que atender esto.
Juro que vi al borrachín poner ojos de borrego cuando no dejé ni una maldita gota en el vaso.
Dejé mi puesto y me abrí paso por el lugar. Algunas personas estaban ya de espectadores llenando el espacio para ver con sus propios ojos lo que ocurría en el interior de esta pocilga, me parecía raro que Charlie no hubiera hecho acto de presencia con todo el puto bullicio que Tink y quien quiera que se haya cruzado en su camino, estaban haciendo. Porque sabía que era Alice, joder, no podía ser nadie más. Como pude me escabullí en el mar de gente sudorosa y vitoreando, que había parecido de la nada, hasta que finalmente logré llegar a mi destino. Coloqué mis brazos en forma de jarra, ambas de mis manos ancladas sobre mis caderas sin poder creer lo que mis ojos estaban viendo.
O sea, si podía creerlo a decir verdad.
Estábamos hablando de Tink, carajo.
Carraspeé tratando de llamar la atención de los presentes, cosa que fue completamente en vano, los vitoreos incluso aumentaron y juro que vi a alguien haciendo apuestas al respecto. Me estaba colmando la paciencia, por lo que me acerqué a una de las mesas más cercanas que tenía y di un fuerte golpe sobre esta con una de las jarras que estaba sobre ella. Esta vez sí obtuve la atención de una parte importante del público, carraspeé por segunda vez, esta vez con mucha más potencia que antes, y por alguna razón funcionó, de repente los gritos dejaron de escucharse y en la pocilga reinaba un silencio absoluto, tenía muchos pares de ojos sobre mí, expectantes, tal vez y pensaban que me iba a unir a la riña. Bueno, todo dependía de por qué había partido todo esto, si Tink necesitaba una mano quién soy yo para negarme, ¿no?
¡Uno para todos y todos para uno!
—¿Algo que me quieras decir? —arqueé una de mis cejas en su dirección.
El cabello de Tink estaba enmarañado, su respiración se encontraba agitada lo que hacía que su pecho se moviera erráticamente y sus ojos mortales estaban fijos sobre la figura de un magullado hombre que, por alguna razón, estaba sonriendo. Esa puta vena que aparecía en la frente de Alice cuando alguien la cabreaba a más no poder estaba haciéndome señas. Oh, el tipo la había jodido mal. Tink lo tenía agarrado firmemente desde el cuello de su playera, juro que si ella empuñaba más la jodida ropa del hombre este iba a dejar de respirar, de hecho lucía un poco rojo, morado, vaya a saber qué color porque la luz del local no ayudaba y una mierda. Al rededor de ellos se veían vasos rotos y líquido esparcido por el suelo, también había uno que otro hielo danzando por ahí, probablemente mi dulce amiga tiró todo al puto suelo antes de acabar con su trasero. El dramatismo era lo de Alice, obviamente, si iba a pelear pues tenía que ser con show o si no, no funcionaba. Su mirada asesina se desvió de su presa para posarse en mi, fue su turno de levantar una de sus cejas en mi dirección, sin soltar al malnacido habló lo bastante alto para que oyera.
—¿Qué? —entornó sus ojos, el ceño fruncido nunca abandonó sus facciones— Me tocó el puto trasero.
Por supuesto.
—Sigue con lo tuyo entonces —hice una pequeña reverencia hacia Tink y, dando media vuelta sin nada más que agregar ya que su punto era jodidamente válido, volví a la barra.
Ella podía acabar con ese bastardo.
Apenas di media vuelta el bullicio comenzó nuevamente, juro que oí nuevos vasos romperse y los vitoreos no se hicieron esperar cuando algo se estrelló de manera sonora contra la pared. Esperaba que hubiera sido el pervertido de mierda. Caminé hacia la barra una vez más y me encontré a mi conejillo de indias justo donde lo había dejado, aw pero que chucho más obediente tenía yo, él no se había movido ni un poco a la espera de ganar ese elixir mágico que tanto deseaba. Tomé asiento en el taburete junto a él y proseguí con mi interrogación de quinta.
—Vale, ¿en qué estábamos?
—En que me comprarías uno de esos —apuntó los vasos vacíos que yacían sobre la barra.
—No, tú estabas diciendo algo y la mierda explotó —le hice una nueva seña al bartender, esta vez pidiendo dos vasos. Los dejó frente a mí en un respiro— Ahora, habla —observé los vasos servidos y luego lo miré a él mientras tomaba uno de ellos entre mis manos—, uno puede ser tuyo si me gusta tu respuesta, ¿sabes? Si no, puedo beberme ambos, no hay puto problema con eso —sonreí abiertamente ante su enfurecida mirada, y le di un sorbo.
Oof, sabía como los mil demonios.
—Rebecca McCarthy, justo donde se desató esa pelea, en el baño de chicas —hizo un gesto con su cabeza, apuntando exactamente el lugar de dónde venía antes. No puedo creerlo, ¿es que no podía decirlo antes?— Si tienes suerte encontrarás a esa inútil por ahí, creo que llegó hace poco…
Me puse de pie súbitamente, casi di vuelta el taburete de paso. Estaba por partir cuando una mano tomando firmemente mi muñeca entre en sus dedos me detuvo. Fruncí el ceño debido a la fuerza que estaba ejerciendo en mí, sus ojos eran fuego porque lo estaba abandonando sin haberle dado lo que tanto quería.
—¡¿Qué hay con mi maldita bebida?!
—Suéltame.
Mi voz no titubeó pero su agarre en mi si que lo hizo.
—Un trato es un puto…
—Suéltame. Ahora —me soltó lentamente. Solo porque sí, tomé el vaso del que había bebido con anterioridad y sin más me acabé su contenido bajo sus atónitos ojos—. Podrías haberte quedado con ambos pero eres un jodido idiota. Ahí tienes —apunté el único vaso que quedaba ahora—, y más te vale estar diciendo la puta verdad o si no juro que te buscaré y te meteré la botella de whisky por el culo, ¿capice? —él ya estaba en otro planeta, su atención puesta en el vaso de whisky que se encontraba sobre la barra.
Empujé a unas cuantas personas para llegar donde Alice, extrañamente no se encontraba revolcándose en el suelo con el tipo que la había visto antes, este estaba ahora sentado en el sucio piso con la pared pegada a la muralla, él se veía como la mierda a decir verdad, Tink si que había partido su culo. Permanecía tan quieto que casi se veía en paz. Me gustaría pensar que estaba durmiendo, o probablemente un poco inconsciente, pero vivito y coleando. Mis ojos trataban de escanear el lugar en búsqueda del baño que había mencionado don borrachín, o en busca de Tink en su defecto, pero no podía dar con ninguno de mis objetivos. Pasé por unas cuantas mesas con personas que lucían poco amigables, me gané una que otra mirada de mierda vaya a saber yo por qué. Era como si mientras más me adentraba al local, más turbia se ponía la cosa. No me sorprendía, después de todo Capo venía aquí a hacer de las suyas, algo turbio tenía que haber en todo esto. Estaba por darme por vencida cuando algo llamó mi atención por el rabillo de mi ojo, vi a lo lejos un pequeño letrero colgante que se iluminaba, a duras penas, intermitentemente. Si entrecerraba los ojos un poco podía distinguir una figura femenina bastante mal dibujada, ¡lo que me indicaba que había encontrado el maldito baño señoras y señores!
Y ahí fue cuando la vi.
Bueno, las vi.
La cabellera azabache de Alice se iluminaba tenuemente por las luces rosas del baño, ya que, justo ahí, bajo la luz, había una menuda mujer de no más de sesenta años sentada sobre un jodido balde dado vuelta que se veía completamente incómodo, me hacía pensar en el tiempo que pasaba dicha mujer en esa condiciones, junto a ella había otro balde volcado que hacía de mesa, sobre este habían pequeños papeles blancos doblados meticulosamente y acomodados en orden. Mi cerebro no lograba procesar todo lo que estaba viendo, pero sin lugar a dudas Alice tenía una expresión malditamente triste en su rostro. Al acercarme un poco más a ellas pude entender un poco el por qué, mi corazón se estrujaba más y más cada vez que el entendimiento me ayudaba a descifrar el cuadro que se armaba frente a mi.
—¿Tink?
Mi voz salió en un susurro, temerosa.
—Uh, hey —Alice carraspeó tratando de alejar el nudo de su garganta.
Ella estaba de cuclillas frente a la señora, unas manos arrugadas estaban siendo abrigadas por las pequeñas manos de Tink, quien las agarraba firmemente, casi como si temiera que la mujer frente a ella fuera a desaparecer en cualquier momento. Me tomé el tiempo de inspeccionar a mamá McCarthy minuciosamente desde mi lugar. Por alguna razón siempre pensé en ella como alguien jovial, con las anécdotas que Grizz nos contaba mi imagen de mamá McCarthy era totalmente distinta a la realidad. Ella lucía completamente agotada, era como si la vida hubiera pasado encima de su cuerpo sin previo aviso y cada arruga que surcaba su rostro te lo demostraba, su cabello tenía tintes grisáceos por doquier y, joder, ella realmente vestía harapos, algo así como si hubiera usado esa puta ropa por décadas. La señora en cuestión estaba rodeada de rollos de papel higiénico, entendí de qué iba todo cuando una tipa que venía tambaleándose intentó entrar al baño, la muy zorra lanzó unas monedas al suelo y le arrebató el papel bruscamente de las manos a mamá osa.
Yo podía golpear a alguien en estos momentos.
—Ella es Rebecca McCarthy —murmuró Alice con una voz bastante baja, la conozco tanto que estaba segura de que aguantaba con todas sus fuerzas las ganas de llorar. Sus ojos de borrego se posaron en mí—, B…
—¡Hey! —sonreí, interrumpiendo a Tink en el proceso, cualquier cosa que me rompiera el corazón, y que sabía saldría de sus labios, podía esperar— Soy B, señora McCarthy, un gusto… —tomé la misma posición de Tink.
Ella nos observaba atentamente con unos grandes y expresivos ojos azules que estaban nublados de tristeza, en su rostro se podía ver la confusión, aún así sus labios se alzaron en una pequeña sonrisa y fue cuando esos bastardos aparecieron, ¡los mismos hoyuelos que Grizzly tenía! No había duda alguna de que finalmente habíamos encontrado a su querida madre, pero no estaba muy feliz de ver en las condiciones en las que se encontraba.
—¿Puede hablar con nosotras por unos minutos?
—Uh, lo siento, cariño, no puedo… —sus ojos se fueron a la puerta del baño rápidamente y luego volvió a nosotras— E-Estoy trabajando, si salgo.. Si dejo… Oh, Dios… —me sorprendí cuando sus manos comenzaron a moverse frenéticamente y sus ojos iban de un lugar a otro. Lucía al límite de una crisis de pánico.
Lo último que queríamos era asustarla.
—Shh, tranquila —Alice acarició sus manos suavemente con la yema de sus dedos—, está bien, no tienes que dejar tu puesto, podemos hablar aquí, ¿sí? —me sorprendí nuevamente al ver cómo de bien Tink estaba llevando esto— Venga, respira conmigo, esta —Alice me apuntó— no tiene un jodido tacto, pero no la agarres con ella, ¿si? En el fondo es buena persona…
—¿En el fondo? —arqueé mis cejas, fingiendo ofensa.
Al menos le sacamos una pequeña risita a Rebecca.
Mi teléfono celular comenzó a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón, lo ignoré olímpicamente y mantuve mi atención centrada en la mujer frente a mi. De repente me había quedado sin nada que decir, ¿Qué se supone que hiciéramos ahora?, ¿hablarle sobre Grizz?, ¿decirle que veníamos a por ella? La mujer claramente entraba en pánico cuando si quiera pensaba en moverse de su lugar, no tenía ni puta idea de que hacer. Me acerqué más a Alice y Rebecca para hablar en un tono de voz que solo nos fuera posible escuchar a nosotras.
—¿Está alguien amenazándote? —murmuré, mirando sus ojos fijamente— ¿Te harán daño si dejas este lugar? —negó repetidas veces con su cabeza, con mucha efusividad para ser verdad— Por favor Rebecca, queremos ayudarte, por favor dinos que pasa…
—Solo… S-Solo necesito el dinero y… —había algo ahí que no nos quería, o no podía, contar. Supuse que insistir no sería nada bueno por como reaccionó con anterioridad así que lo dejé pasar, por ahora.
—¿Trabajando aquí? —me arrepentí al ver su rostro avergonzado cuando dejé escapar esa palabra cargada de asco de mis labios— Lo siento, yo… uh, Tink lo dijo, no tengo tacto, no quería…
—Está bien, dulce —soltó una risita carente de humor—, es lo único a lo que puedo aspirar...
—¿Eres adicta?
—¡Alice!
Joder.
¡Y yo era la que no tenía tacto!
Entre las dos no hacíamos una, lo doy por sentado.
Rebecca abrió sus ojos con horror y nuevamente negó con su cabeza, con incluso más fervor que la vez pasada, por la pregunta de Tink. Sus labios se abrían y cerraban, ella estaba tratando de decirnos algo pero se le estaba haciendo sumamente difícil encontrar las palabras. Mi celular volvió a vibrar incesantemente en el bolsillo trasero de mi pantalón, volví a ignorarlo y mi atención una vez más cayó sobre la mamá de nuestro grandote.
—Es… mi trabajo… —susurró. Fruncí el ceño sin entender— Yo no… Y-Yo no consumo, pero si… aquí he visto… —se encogió de hombros y desvió la mirada sin poder terminar su frase. Soltó un ahogado suspiro y prosiguió, esta vez sus grandes ojos azules fijos en ambas— Sé lo que eso le hace a las personas —una triste sonrisa se posó en sus avejentados labios—, lo viví en carne propia…
Solté un pequeño quejido entre el asombro y el terror cuando jaló del cuello de su playera y dejó parcialmente al descubierto su cuello y una parte de su hombro. Ella removió su largo cabello hacia un costado y nos dejó ver como justo ahí, desde el nacimiento de su oreja, por todo lo largo de su cuello hasta perderse por su hombro, tenía una de las más horrenda cicatrices que había visto en mi vida.
Esto va a tomar más de una hora, Charlie.
—Conocemos a Emmett…
Y ahí estaba la señorita "tacto" nuevamente haciendo de las suyas.
—¿Emmett? —los ojos de la mujer se iluminaron llenos de esperanza— ¿Emmett?, ¿mi Emmett? —su vista viajaba rápidamente de mi hacia Alice— Y-Yo… Lo vi… —tragó saliva— Mi niño… Oh, Dios, ¿él cree que...
—¿Por qué crees que estamos aquí si no? —le sonreí tenuemente, interrumpiendo las palabras que saldrían de su boca y que estaban ligadas a la pregunta que Tink le había hecho de un sopetón— Emmett, Grizzly como le decimos de cariño, es nuestro…
—Hermano —Tink asintió con su cabeza seriamente. Los ojos de Rebecca comenzaron a abnegarse en lágrimas, Tink le dio un suave apretón a las manos que nunca había dejado de sostener en lo que llevábamos de conversación—, él es nuestra familia, y como familia nos ayudamos los unos a los otros, ha estado muy preocupado por ti desde…
—Desde siempre —completé la oración de Alice—. Por eso queremos que vengas con nosotras. Olvídate de este lugar, podemos ayudarte a encontrar algo mejor —ella iba a comenzar a negar con su cabeza una vez más pero la detuve—. Escúchame, Rebecca, escúchame bien —tomé el lugar de Tink, me encontraba esta vez frente a ella, mis manos eran las que sostenían las suyas ahora—. Tink lo dijo, él es familia, por ende, tú eres familia también. No te dejaremos sola, te ayudaremos a encontrar un trabajo mejor, solo… por favor ven con nosotras.
—Somos bastante buenos en eso, ¿sabes? Ayudando al prójimo y así —le di un pequeño golpe a Tink en su pierna— ¿Qué?, es la puta verdad, ¡somos la bomba! —entorné mis ojos— Ya habrá algo en ese pueblucho de Forks en lo que podamos apuntarla, de hecho, Charles podría decirle a Susan…
—Sue.
—Como sea —le restó importancia con un ademán de su mano—, el punto es que sí tienes opción, ven con nosotras —Alice comenzó a dar pequeños saltitos como una niña pequeña, lucía como Floyd con exceso de snickers—, ¿porfis?
Estábamos a punto de convencerla cuando el caos golpeó el local.
Unas sirenas de policía se escucharon a lo lejos, con cada segundo que pasaba sonaban cada vez más cerca de la entrada, la gente comenzó a tomar sus cosas y a prácticamente volar del lugar, algunos incluso corrieron a unas puertas que había más allá del baño de chicas, un escape de emergencia trasero supuse. Más vasos rotos, borrachos corriendo por doquier empujándose los unos a los otros, nosotras observábamos todo suceder en cámara lenta frente a nuestros atónitos ojos. No era como si estuviéramos haciendo algo malo, pero nuestra locación tampoco era la mejor. Y vale decir que teníamos algunos antecedentes escondidos que tampoco serían de mucha ayuda.
Diablos.
El silencio se apoderó de la pocilga, nos quedamos en nuestros lugares sin mover un músculo, mamá McCarthy estaba pasmada en su lugar, me preguntaba si estaba respirando porque lucía malditamente mortificada por la situación, tanto así que probablemente se nos desmayaba en cualquier momento. Lo único que se oía, aparte de nuestras respiraciones, eran unos pasos certeros que venían directamente hacia nosotras. Los vidrios rotos que estaban esparcidos por el piso crujían bajo los pies de quien quiera que fuera. Un suspiro de completo alivio salió de mis labios cuando vi una playera rosa aparecer bajo las tenues luces que nos iluminaban, papá sostenía en una de sus manos su teléfono celular a todo volúmen, de él salían los sonidos de sirena de policía que habíamos escuchado.
Charlie se quitó sus lentes de aviador y sostuvo el teléfono celular frente a mi rostro.
—Una hora y media.
—Paa'
—Dije una hora, Isabella —no podía tomarlo en serio con esa maldita camisa rosa que andaba trayendo puesta—. Una hora y las quería fuera de este lugar. Cortaste mis malditas llamadas, Bella —sonreí inocentemente en su dirección, solo generó que papá se cruzara de brazos tratando de lucir intimidante, jodidamente imposible con esas pintas—. Afuera, ahora.
Esa había sido una orden que no daba derecho a réplicas, claramente.
Papá giró sobre sus talones y caminó lentamente hacia la puerta de salida.
—Me subió la temperatura…
—Cierra la puta boca, cerda —entorné mis ojos y me giré hacia Rebecca, que estaba entendiendo y una mierda de lo que pasaba—. Bueno, y ese que viste es pa', el sheriff de Forks —sus ojos mostraban la confusión que sentía, creo que con cada cosa que le decía la dejaba peor—. El viejo está en onda, le gusta usar rosa…
—¡Isabella!
Charlie rugió, y bueno, el viejo da bastante miedo cuando se pone en plan gruñón.
—Y sip, está malditamente cabreado —jalé suavemente de la mano de Rebecca— ¿Vienes?
—Al menos ya sabes que con nosotros no te vas a aburrir, ¿eh?
Y, gracias al cielo, Rebecca McCarthy siguió nuestros pasos tímidamente.
. . . . . . .
—¿Es ella?
Papá se acercó a mí para cuchichear.
Alice estaba intentando explicarle a Rebecca como montar en su motocicleta, y le aseguraba por millonésima vez que era segura, que no había nada que temer, que era una conductora de puta madre y antes prefería morir que rayar a su bebé. La mujer solo la observaba con atención, pero cuando sus ojos se posaron sobre la moto de Tink un tinte de pánico apareció en ellos.
—Así es —nos miramos mutuamente por unos segundos.
—Isabella —arqueó una de sus cejas en mi dirección—, te conozco hija, dime qué es lo que está pasando por esa alocada cabecita tuya en estos momentos.
—Solo… algo pasa, pa', no sé el qué pero creo que esto va más allá de mamá osa trabajando en esta pocilga asquerosa para subsistir. Digo, ¿de Kansas a Port Angeles? Aún no logro hacer esa conexión, tampoco es como si nos hubiera dicho mucho…
Recordé brevemente la cicatriz que nos había enseñado.
—Podrás conversar con ella tranquilamente una vez nos vayamos de este lugar...
—Ella estaba aterrada al solo pensar en dejar su puesto de trabajo, papá —solté una risita completamente seca—. Puesto de trabajo, por Dios, la tenían en la puerta del maldito baño sentada en una puta cubeta…
Charlie tomó mi mano entre las suyas, deshaciendo el puño en el que se había formado.
—¿Qué crees que diga Emmett cuando la vea, corazón?
Grizzly.
Era ahí la cuestión, la adrenalina del momento siempre nos hacía cometer locuras, este plan me había parecido de maravillas hasta que finalmente la realidad me golpeó como un balde de agua fría. Si bien sabía y estaba jodidamente consciente del cariño mutuo que ambas personas se tenían, también sabía que existía una historia por detrás, una historia que los afectaba a ambos de igual manera. Y conozco a Emmett tanto como conozco a Alice, estaba al tanto de lo volátil que podía ser Grizz cuando se trataba de controlar sus sentimientos. Sobre todo cuando estos no eran muy buenos sentimientos. El sentía, y mucho, por lo que me aterraba pensar que pudiera salir herido luego de que todo pasara, y no me refería a que su madre pudiera hacerle algo, si no que él podía hacer algo de lo que luego se podría arrepentir. Había estado frente a frente al lado oscuro que él trataba de ocultar a toda costa, era su mecanismo de defensa.
Era lo que lo había mantenido vivo todos estos años.
—No lo sé, Charlie. Él realmente la quiere mucho, siempre la ha querido es solo… —suspiré cansinamente— Ya sabes, no se separaron en los mejores términos, luego su reencuentro fue como la mierda porque la encuentra aquí... —ya conocemos la historia de cómo Grizz arremetió contra su progenitor cuando éste estaba usando a su mamá como saco de boxeo, para que esta al final se pusiera del lado de su abusador— Pero, maldita sea, yo sé que mi grandote la quiere y la extraña tanto, papá, Grizz siempre la ha recordado con tanto maldito cariño.
Mi viejo rodeó mis hombros con uno de sus brazos y me atrajo a su cuerpo.
Dejó un pequeño beso en la cima de mi cabeza antes de hablar.
—Todo saldrá bien —no existe cosa más tierna que papá tratando de reconfortarme—. Nuestro osito es un gran muchacho, y ahora tiene una bella familia… —sonreí recordando a los mellizos— Debes confiar en él.
—Lo hago.
—¿Lo haces? —su pregunta retórica me hizo removerme incómoda en mi lugar. Papá fijó sus ojos en la figura que se encontraba junto a Alice, una arrugas aparecieron en las esquinas de sus ojos cuando sonrió abiertamente— Se parece a él.
—¡Y eso que aún no has visto esos putos hoyuelos!
El viaje de vuelta a Forks fue sin interrupciones.
Tink se llevó a Rebecca montada en su motocicleta, si papá había puesto peros a la hora de ir montado tras de mi, mamá McCarthy fue toda una hazaña. Ella estaba malditamente aterrada de ese "cajón con ruedas" como había llamado a nuestras bebés. Finalmente logramos que se pusiera el casco y se subiera sin decirme más, Tink recurrió a mi ayuda luego de haberle dado un largo instructivo a Rebecca para obtener nada más que quejas temblorosas a cambio. Decidimos que lo mejor sería llevarla a casa de Minino, a estas alturas ya era nuestro punto de encuentro. Y, por supuesto, Charlie no encontró nada mejor que venir con nosotras con la excusa de que prepararía algo para comer, estaba segura de que se sentía avergonzado por su comportamiento en el bar y cómo había pasado olímpicamente de la mujer que se encontraba ahora de pie en la sala de estar de mi casa luciendo jodidamente perdida.
Tink y papá se encontraban en la cocina preparando algún bocadillo.
—Puedes tomar asiento, ¿sabes?
A pesar de que estaba controlando mi volumen de vez porque ella se alteraba por cada palabra fuerte que uno soltaba, Rebecca dio un pequeño respingo en su lugar de todas maneras, pestañeó un par de veces dirigiendo su vista al sofá y luego sus mejillas se tiñeron de rosa.
—Estoy... sucia —murmuró quedito, observando los mullidos cojines mientras jugaba con el dobladillo de la remera extra grande que traía puesta—, no quiero que se ensucien por mi culpa.
—Esto tal como se ensucia, se lava —le resté importancia al asunto y me acerqué a ella para prácticamente obligarla a tomar asiento—. No te preocupes por cosas tan pequeñas, puedes tomar un baño también si lo deseas —sus ojos brillaron con apreciación a la mención de la ducha—. Algo tenemos que hacer con tu ropa —ladeé mi cabeza mientras la observaba, apenas se quitara esos trapos los botaría a la basura para que no se los pusiera más en su puta vida—, creo tener algo que te puede servir —Rebecca iba a protestar nuevamente pero la silencié—. Nada de excusas, venga sígueme, te mostraré el baño, te dejaré una muda de ropa para cuando salgas, ¿sí?
Comencé a caminar, esperando que me siguiera.
Cosa que claramente no hizo.
—¿Por qué hacen esto?
Su pregunta era genuina, me entristecía pensar por todo lo que había tenido que pasar para que dudara tan firmemente de nuestras acciones. Tampoco la culpaba, a veces la vida te jodía tanto que era sumamente difícil volver a confiar en algo, en alguien.
—Te lo dijimos, Grizz es familia —traté de darle una sonrisa conciliadora—, lo que te hace automáticamente parte de nuestra familia también.
—De-Debe odiarme…
—No digas eso.
—Por favor no se preocupen por mí —sus manos estaban entrelazadas fuertemente sobre su regazo—. No lo merezco, no valgo su preocupación… —mis cejas se juntaron hasta casi formar una cuando oí sus palabras— S-Solo… Con saber que está bien me basta, yo...
—Venga, Rebecca —la alenté a ponerse de pie nuevamente— Tenemos todo el tiempo para poder hablar, pero ahora necesitas tomar ese baño, ¿sí? Ya verás que te sentirás mucho mejor luego de un relajante baño de espumas —sus ojos nuevamente se iluminaron con alegría— Suena bien, ¿no?
—B-Bueno… —nada que un delicioso baño de espuma no pueda ganar.
—Aparte, no querrás que Emmett te vea así, ¿no?
Y ahí la cagué nuevamente.
Lo supe cuando vi como sus ojos se abrían con completo pavor.
—¿É-Él va a venir? —me preguntó, trabándose con su propia lengua— ¿A-Ahora?, ¿acá? Yo… Yo no puedo… —se puso de pie rápidamente y caminó hacia mí. Su expresión acongojada me llenaba de dudas cada vez más— Por favor, por favor no aún, n-no aún, no p-puedo verlo aún, yo…
—¿Qué es lo que pasa? —pregunté sin entender del todo su crisis—, ¿no quieres verlo?
—¡No es eso! —chilló, un poco más alto del tono de voz que había usado usualmente para comunicarse con nosotros— Verlo es lo que deseo más en este mundo, pero yo… —ella me suplicaba con la mirada que la entendiera, yo simplemente no entendía que había que comprender aquí— Tengo miedo, cariño, t-tengo mucho miedo…
—¿Miedo de Grizz? —pregunté con incredulidad.
Cuál fue mi sorpresa cuando ella asintió a mis palabras.
¡Buenas madrugadas!
Creyeron que era una nota, ¿eh? Pero ya ven, aquí estoy, y esta vez no alcancé a demorar el año, que conste o.o
Finalmente les traje el capítulo, ustedes creían que el drama llegaba hasta aquí? Pues nooo mi ciela, aún nos queda un poquito de esto y de aquello ajijiji y finalmente sé que nombre llevarán bebé 1 y bebé 2 (en el próximo capítulo se viene la presentación oficial de los renacuajos porque ya va siendo hora) Ahora, mamá McCarthy apareció, tiene algunas cosas escondidas la señora y que también se revelarán en el capítulo que viene, lo iba a poner en este pero siento que debo explayarme más en esa parte y pos no funcionaba poner todo junto así que lo corté, porque soy malévola. Y ahora hagan sus apuestas de por qué está tan reacia a ver a Emmett y que creen ustedes que hará nuestro osito cuando vea a mamá así como así en casa de B. Sé que esto les quedará con gusto a relleno pero es necesaria la transición para lo que tengo pensado, no me pregunten cuándo voy a actualizar porque todas sabemos lo que pasa con eso... Sinceramente no tengo nada más que decir, solo que pos les dije que este fic lo terminaba si o si, así estemos en el apocalipsis o lo que sea, yo pretendo terminar esto a toda costa XD. Me he dado cuenta de que cuando estoy colapsada a más no poder por la vida adulta me entran las ganas de escribir, así que aquí después de un breakdown de aquellos me tienen nuevamente con el capítulo del demonio que les debía hace eones. Siempre que me da una crisis existencial me pongo a leer el fic desde el prólogo y recuerdo lo entretenido que era escribir y lo bien que la pasaba con todo esto, en mi adolescencia fue mi escape para no hacer cosas estúpidas y ya pues aquí estoy con casi 30 años volviendo a lo mismo XD
Y weno, la promoción para las que quieran mandarme a la mierda por hacerlas esperar siempre: Me encuentran en facebook con el mismo nombre que tengo aquí "Lamb'stown" y también pueden encontrar el grupo en facebook donde subo adelantos y esas cositas, se llama "Welcome to Lamb'stown" (Ya, igual debo admitir que soy pésima usando facebook y aún más pésima recordando contraseñas pero se hace lo que se puede) Y eso sería todo por esta madrugada ajaja.
Mil perdones por la demora otra vezzz
Lamb~
