Miraculous Ladybug pertenece a Thomas Astruc, Zag Animation, Disney y TF1, hago esto sin fin de lucro.

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Je Suis

Por Mimi chan

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Epilogo

Hogar es un concepto difícil de definir.

A veces podemos confundir el hogar con el lugar físico donde están todos nuestros recuerdos. Donde nuestros ancestros han vivido por generaciones, el lugar donde desearías que tu descendencia creciera y fuera feliz. Aquel lugar donde conoces las calles, las plazas, los callejones secretos, los pequeños detalles, las tradiciones, las fiestas. Ese es quizá el lugar que se siente como un hogar en tu corazón.

Pero para Marinette y Adrien iba un poco mas allá. El hogar eran las personas que te aman, estén el lugar en donde estén. Y ahora que estaban juntos, habían sentido la necesidad de regresar a ese hogar.

Los últimos meses las cosas habían cambiado tanto, que se sentían un poco mareados a veces adaptándose a los giros.

Lo primero había sido la decisión de Kagami. Un mes después de regresar de Japón, la joven japonesa había sido contactada por los abogados de la familia Takeda que le habían informado que Uranosuke le había dejado una importante herencia a ella y su hijo. Por supuesto Kagami había tratado de renunciar a ese dinero. Nunca había habido un hijo, aunque Uranosuke hubiera muerto con esa idea. Pero los señores Takeda le habían suplicado que lo aceptara como una compensación por lo que le habían hecho vivir. Kagami había aceptado solo con la condición de que usaría ese dinero para obras de beneficencia.

Después de pensarlo y consultarlo con Michael, había decidido hacer una fundación para ayudar a mujeres embarazadas en problemas. Pero para sorpresa de todos había decidido llevar su idea de regreso a Paris. Y siendo Kagami la persona decidida y sin dudas que había sido toda su vida, apenas tomada la decisión había empezado a buscar su remplazo en el asilo donde Cole la había contratado y empezado a hacer las maletas. Ciertamente a Michael no le había hecho del todo feliz, pero sin dudar demasiado también había empezado a buscar un despacho en Paris, dispuesto a seguirla.

Quizá la decisión de Kagami es la que había puesto en movimiento la de Marinette. Igual que su amiga había habido un solo motivo por el que había escogido vivir en Estados Unidos y ahora ese motivo ya no era válido. Sus sueños siempre habían sido otros y quizá era hora de cumplirlos.

Aunque era evidente que a Cole la decisión de sus dos amigas no le encantaba, había decidido apoyarlas, sabía que es lo que las haría felices. Con hijos mayores, aquella prima que un día le había ofrecido la agencia a Cole había sido capaz de volver a comprarla, así que Marinette podía retirarse tranquila sabiendo que estaba en buenas manos. Y aunque Adrien tendría que volver a empezar desde el principio en la fuerza de policía en Francia, tenía talento y sabía que podría escalar tan rápido como lo había hecho en Estados Unidos.

Nueva York no era su hogar, había sido su refugio. Hoy todas esas heridas, aquellas cosas de las que se habían tratado de ocultar habían quedado atrás y Paris, el lugar donde estaba su familia, sus amigos, sus sueños era el único lugar donde querían estar. Así que todos los miembros de su pequeña familia habían hecho las maletas.

[…]

Cuando Marinette pensaban en su hogar de infancia, recordaba el olor dulce del pan recién echo, recordaba las noches mirando las estrellas desde la ventana sobre su cama, recordaba la tarde de sidra de manzana con su madre tapizando todas las paredes de su habitación de rosa, las pijamadas con las chicas, el mural de fotos y los sueños de amor. Sus recuerdos siempre eran felices, y hasta el día de hoy lo seguían siendo, cuando regresaba a casa con sus padres siempre había galletas de mantequilla de maní, que eran las favoritas de Louis y macarones de fresa para ella y esta vez también había habido una charola completa de macarones de fruta de la pasión, que eran los favoritos de Adrien.

Los padres de Marinette siempre habían intuido que Adrien era el padre de Louis, y mientras su nieto había ido creciendo, la seguridad de ese hecho con ello. Eran prácticamente idénticos. Cuando Marinette había llegado con Adrien de su mano y un anillo con un diamante amarillo en su anular, anunciando que se iban a casar no hubo ninguna recriminación para su futuro yerno. Sabine Cheng a la que finalmente se le empezaban a pintar canas en su cabello, solo les dijo que entendía que en su momento seguro habían tenido un mal entendido, pero que, si eran capaces de regresar ahora de la mano, solo significaba que el amor había sido al final más fuerte. Si ese era el caso entonces ellos estaban felices por ellos.

Quizá porque Sabine y Tom habían tenido su propia historia de amor que había tenido que vencer sus propios retos, como ser una pareja interracial y la gran distancia que habían tenido que recorrer para encontrarse y permanecer juntos, entendían lo que su hija y su futuro hijo, habían tenido que vivir también.

Marinette esperaba que así fuera el recuerdo de infancia de todo el mundo, pero al estar de pie frente a las puertas de la mansión Agreste, vio en los ojos de Adrien algo parecido a… el miedo.

— Adrien…

— Caí por esa ventana – dijo Adrien apuntando a un gran ventanal que había en la parte mas alta de la misión, podía revivir casi a la perfección lo que había sentido aquella noche, había pasado meses sin pensar en ello, pero ahora que estaba frente a ese lugar… – se supone que era solo una cúpula vacía, pero en realidad… fue su guarida, de no ser por Plagg…

Marinette no dijo nada, en parte porque no sabía que decir que pudiera ayudar a Adrien a vencer ese recuerdo tan trágico, no podía ni siquiera imaginar lo que significaba que su propio padre hubiese intentando asesinarlo. Además…

— Vamos Marinette – Louis jalaba su mano con toda su fuerza que no era poca con dirección al portón, impaciente — dijiste que podría ver la vieja habitación de Adrien.

— Hijo – Marinette se agacho hasta ver de cerca a su hijo — Vamos también a conocer a tu abuelo, así que podrías por favor…

— Sí, oiu, maman, pere, — Concedió Louis que al menos ya había ganado la batalla, que en casa sus padres respondieran por sus nombres, no sabía porque le gustaba, pero así era, aunque en público no — pero entonces, ¿Tenía o no un muro para escalar?

Adrien dio un paso adelante mientras Marinette le explicaba a su hijo que había la posibilidad de que su abuelo hubiera mandado a quitar eso de la habitación. Lo dudaba. Su padre siempre insistía en que siempre sería bienvenido de regreso a su casa y todas sus cosas lo estaban esperando. Llamó al timbre y la cámara de vigilancia lo puertas se abrieron enseguida, la pequeña familia entró en la mansión.

— Mira mami – Louis corrió hasta uno de los jardines laterales donde había creído ver una persona sentada, para darse cuenta de que era una estatua – Wow, casi parece de verdad.

— Esta es tu abuela Emilie…

Marinette siguió explicándole a Louis los hechos de la vida, mientras Adrien avanzó a la mansión. Nathalie abrió las puertas para él.

— Bienvenido, Adrien – La asistente de su padre parecía realmente contenta de verlo, su postura era tan seria y contenida como siempre había sido, pero sus ojos parecían cristalinos de emoción.

— Nathalie – Adrien se acercó a ella y la abrazó.

Era complicado el pensamiento todo el tiempo de que, si bien Nathalie había sido Mayura, también había sido como una madre para él cuándo su mamá había desaparecido. Ella había sido la persona que lo cuidara cuando estuviera enfermo, quien estuviera al pendiente de sus calificaciones o fuera a las juntas de padres, quien fuera su cómplice cuando quisiera saltarse una clase de chino y salir con sus amigos. Todas las cosas buenas, habían sido más en sus recuerdos, que las peleas que hubiera tenido contra ella mientras usaba el miraculous del pavorreal.

— ¿Esta mi padre en casa? – dijo soltando a la mujer que se apresuró a secarse las comisuras de los ojos y luego a soltar una pequeña risita.

— Muy gracioso, Adrien. Después de hacer la misma broma por venteaba vez, deja de tener gracia – aunque suponía que la pequeña risa traicionaba su aseveración.

— Habría jurado que he hecho esa broma más de vente veces – respondió Adrien.

— Deje de contar después de ese número. Está en su estudio.

Pero en ese momento el mencionado Gabriel Agreste salió por la puerta de dicho estudio. Su padre parecía inalterable en el tiempo, tenía la misma expresión severa y apariencia elegante que recordaba desde que era un niño.

Pere – saludó Adrien aun de pie en la puerta.

— Bienvenido, Adrien. – Gabriel se acercó todo lo que el dispositivo de rastreo policial que llevaba como reloj de pulso, le permitía de la puerta de entrada — Habría… habría preparado una bienvenida de saber que venias.

— Está bien – Adrien avanzó hasta donde su padre alcanzaba su límite y le dio un rápido abrazo a modo de saludo — quería que fuera una sorpresa.

— No disfruto demasiado de las sorpresas.

— Mala suerte, porque tengo muchas para el día de hoy.

Y antes de poder darle un aviso el pequeño de cuatro años entró corriendo por en medio de las piernas de su padre

— Este lugar es enorme Pere, parece el castillo del Laputa.

Todos los adultos se quedaron viendo al niño en medio de la habitación que estaba dando vueltas mirando cuan alto era el techo de la habitación. Marinette fue la ultima en entrar en escena sin saber exactamente como comportarse. Este era el padre de Adrien, el abuelo de Louis y el que había sido un día Papillon.

— Buenas tardes, Monsieur Agreste, madame Nathalie – Saludó Marinette con una pequeña reverencia.

— Marinette ¿verdad? – preguntó Nathalie, que aun recordaba a una de las amigas de Adrien en la preparatoria. — Marinette Dupain Cheng

— Que buena memoria, madame.

— Mamán, ¿él es mi granpere? – Louis finalmente estaba poniendo atención a los adultos del lugar.

Pero fue Adrien quien tomó la iniciativa, tomó a su hijo de la mano y se acercó a su padre que miraba al niño como si fuera una especie de aparición. Gabriel no se perdió ni una sola cosa: los mismos ojos, cabello, color de piel de su hijo. Si Adrien pudiera volver a ser un chiquillo, sería justo como ese pequeño niño, que lo miraba con la desconfianza que todos los niños deben demostrar por un extraño.

— Padre – como un símbolo de apoyo y confianza, Adrien puso al niño frente a él y apoyo sus mano en sus hombros — este es Louis Dupain Cheng, mi hijo. Louis este es tu abuelo Gabriel Agreste.

— Mucho gusto en conocerte, Louis. – hizo una pequeña inclinación con su cabeza a modo de saludo.

— ¿Es cierto que pere tiene en su cuarto, un muro de escalada? – respondió a su vez el niño que estaba obsesionado con esa idea.

— Sí – Gabriel se acuclilló para estar al mismo nivel que su nieto – pero ¿No cree usted que es un poco joven para una pared de escalada, joven Dupain Cheng?

— No lo sabré si no lo intento – insistió el niño, no estaba dispuesto a rendirse.

— Louis, — fue su madre quien llamó su atención — ya hablamos de eso.

— Nathalie, – Gabriel se puso de pie de nuevo — ¿Por qué no acompañas a madeimoselle Dupain y su hijo a la vieja habitación de Adrien y les muestras lo que quiere ver? – se dirigió de nuevo a su nieto — Por desgracia las cuerdas de protección muy viejas y no recomendaría usarlas hasta cambiarlas por unas nuevas.

Marinette siguió a Nathalie aunque conocía de memoria como llegar a la habitación de Adrien, padre e hijo necesitaban algo de tiempo para hablar.

Cuando estuvieron de nuevo solos, Adrien no pudo evitar cierta amargura. Había tenido que pelear muy duro consigo mismo con la idea de si valía la pena o no llevar a Louis con su abuelo, había esperado algo más de entusiasmo, pero claro, este era Gabriel Agreste.

— ¿Es que no quieres conocer a tu nieto? – Como cualquier padre lo que Adrien quería era un círculo familiar amoroso para su hijo, no un abuelo que lo despachara como si nada.

— Lo que no quiero es abrumarlo, no soy más que un desconocido para él. – Gabriel avanzó a la sala de estar de la mansión esperando que su hijo lo siguiera — ¿Cómo ocurrió esto?

— Es una historia muy complicada – Adrien se sentó al lado de su padre — pero ocurrió cuando estuve en Milán, no sabía que existía hasta hace poco.

— ¿Louis Dupain Cheng? – ni por un momento, Gabriel ignoró el hecho de que este niño no llevaba el apellido Agreste.

— Estoy por corregir eso – casi podía leer el pensamiento de su padre — Marinette y yo nos casaremos pronto y le daré mi apellido a mi hijo… y al que viene en camino.

— Me alegra mucho por ti Adrien. – Sin duda su hijo había tenido razón cundo había dicho que tenía muchas sorpresas para él. — A tu madre seguro le habría encantado conocer a tu familia.

— Quiero creer que de alguna manera lo hace. – Le gustaba creer que en el lugar donde quiera que su alma descansara pudiera ver con felicidad su familia. Que pudiera estar orgullosa de él, de las decisiones que quería tomar en adelante — Padre…

— ¿Sí?

— Marinette y yo estamos planeando regresar a Paris. Sus padres viven aquí y quiere tener a su familia cerca para la llegada del nuevo bebé.

— Estoy seguro de que esa es la mejor decisión.

— Padre, nos gustaría que tú también fueras parte de todo eso.

— Pero…

— Estuvo mal lo que hiciste padre – Adrien apoyó una mano en la rodilla de su padre y le hablo con calidez — pero has tenido todos estos años de encierro para arrepentirte y tratar de resarcir lo que has hecho. Si algo he aprendido al lado de Marinette es que todos podemos cometer errores y podemos volver a empezar. Padre por mucho tiempo fuimos lo único que quedo de los Agreste, pero pronto seremos mas y quiero compartir eso contigo.

Adrien sabía que su padre era una persona de muy pocas palabras, pero de emociones muy profundas, cuando su padre lo rodeó en sus brazos se sintió de nuevo como se había sentido en aquella ocasión en medio de una pasarela, solo reconfortante y especial. Nunca había sido el odio lo que había enceguecido a su padre, había sido justo lo contrario, había sido el amor y él quería que su hijo pudiera recibir ese amor, quizá su papá se había equivocado como padre, pero quería darle una oportunidad como abuelo.

[…]

Marinette no había podido evitar morderse las uñas y golpear el piso de la limusina en todo el camino increíblemente nerviosa, pero si había alguien mas nervioso que ella ese era Plagg. Si por él hubiera sido el primer lugar donde fueran habría sido en busca de la casa del guardián de los miraculous.

Durante el viaje en avión aun a riesgo de ser visto, Plagg había estado todo el viaje sobre el pecho de Louis. Al menos así podían hacerlo pasar por un animal de felpa. Mirando por la ventana, quizá con cada milla que avanzaban sintiéndose mas y mas cerca del lugar al que podía llamar hogar. No porque fuera el lugar donde hubiera nacido evidentemente, después de miles de años ya no podía recordar que lugar había sido ese, pero si era el lugar donde estaba la caja de los miraculous y los demás kwamis… el lugar donde estaba Tikki, su otra mitad, ese si era su hogar.

Cuando se detuvieron en la pequeña casa del distrito trece, en el barrio chino, con el cartel de medicina tradicional china. Cartel que estaba adornado por una tortuga, el pequeño espíritu salió disparado sin permiso de nadie al segundo piso.

— ¿Estas lista? – Adrien le tendió la mano para ayudarla a bajar del auto.

— ¿Y tú? – Estaban allí después de todo para entregar el miraculous del gato negro.

— Es algo que debí haber hecho hace mucho tiempo, cuando tú hiciste lo mismo.

Pero eso no era una respuesta. Lo que debía hacer, lo que quería hacer muchas veces estaban peleados. Marinette aceptó la mano de su prometido y ambos siguieron el mismo camino de Plagg. A pesar de los años el lugar era exactamente el mismo. Detrás de las paredes de papel de arroz encontraron al viejo maestro Fu que parecía inalterable por el tiempo. Tenía que tener por lo menos 160 años ahora.

— Bienvenidos.

Pero Marinette no escuchó al maestro, avanzó un par de pasos antes de que la pequeña criatura roja saliera en su encuentro con sus grandes y azules ojos llenos de lágrimas no derramadas.

— Te he echado tanto de menos Tikki – Marinette deseó que Tikki fuera más grande para poder abrazarla con fuerza.

— Yo también Marinette.

Marinette se sentó en el tatami del piso haciéndole un pequeño resumen de sus últimos años al pequeño kwami, resaltando las cosas buenas solamente. Mientras Adrien tuvo su turno de sentarse con el maestro Fu.

— Te he estado esperando mucho tiempo, Adrien – el anciano se ocupó rápidamente preparando una tetera.

— Lo sé, Maestro Fu.

— Supongo que Plagg ha estado a salvo contigo – agregó las yerbas secas en el agua caliente tapándola y dejándola reposar — si un miraculous como el suyo se hubiera pervertido, el desastre habría sido mucho más grande que el que provocó en su día Papillon.

— Yo… — Adrien había intuido eso todo el tiempo y aunque muchas, muchas veces se había sentido tentado a usarlo por capricho, había temido esa posibilidad siempre, Plagg era muy poderoso y lo sabía — use mi poder solo una vez con un motivo egoísta para tratar de llegar lo más pronto posible a un lugar y después un par de veces mas por motivos que creo que fueron buenos.

— Debieron serlo, de otro modo créeme pudo ser catastrófico.

— Maestro – Adrien agachó su rostro incapaz de mirar al anciano, le había conferido un poder muy grande y había fallado a su confianza — lo siento, se que fue incorrecto no regresar mi miraculous yo solo… solo… no fui capaz de devolverlo.

Después de lo que había pasado con su padre solo no había tenido el valor de quedarse solo, sin su familia, sin ladybug, Plagg había sido la única cosa que parecía constante… había sido una decisión egoísta y cobarde, y se sentía avergonzado por ello.

— Yo… — El anciano maestro empezó a servir el té cuando supo que estaba listo — cuando Nooru regresó y tuvo oportunidad de hablar de lo que había vivido, pude entender tu situación. Me alegro que Plagg haya sido un buen compañero cuando lo necesitaste.

— Pero fue injusto para él.

— Pero estas aquí para resarcirlo ¿no? – El maestro Fu tendió la pequeña taza de té donde Adrien estaba, él la recibió sintiendo como el calor de la taza calentaba a su vez el anillo en su mano.

Adrien, puso la taza a un lado y tiró un poco de su anillo, este se estancó en su mano. Más que una resistencia en su piel, esta estaba en su corazón. Plagg ronroneaba a la espalda de Tikki mientras ella seguía hablando con Marinette. Se lo debía, Plagg había sido su más grande amigo todos esos años, aunque por mucho tiempo solo le dijo las cosas que no quería escuchar, aunque eran justo las que necesitaba oír. Le debía demasiado.

— Sí. – De un tirón se sacó el anillo de la mano y se lo tendió al anciano – se que debí haber hecho esto hace muchos años, pero…

— Pero lo estás haciendo hoy, eso es lo que importa – el maestro recibió el anillo en sus manos más pequeñas — El único motivo por el que pedí sus miraculous de vuelta fue porque pensé en su momento que eran muy jóvenes y tenían que seguir con sus vidas. Equivocarse, triunfar, ser libres y el poder de los miraculous los arrastraría. Quizá me equivoque, quizá hubiese sido sano para ustedes tener el consejo de los miles de años de Plagg y Tikki.

El maestro Fu sopeso el anillo de Plagg en su mano. Miró al kwami que lucía feliz, y estaba a salvo. Recordó lo mucho que Tikki se había unido a Marinette y como constantemente la extrañaba lo mismo o más que al espíritu de la destrucción, las pláticas sobre como estaría y si estaría bien su portadora habían sido tantas que nunca acabaría de contarlas.

— Adrien.

— ¿Sí, maestro?

— ¿Te interesaría venir aquí a estudiar conmigo? creo que hay una importante labor en la que podrías ayudarme. Es mi hora de pasar el testigo y si has sabido cuidar de Plagg durante todo este tiempo quizá podrías hacerlo con los demás.

[…]

La vista seguía siendo tan hermosa como la recordaba, el rumor de la música desde el Moulin Rouge alcanzaba ese lugar en lo alto de la torre Eiffel. Plagg y Tikki salieron flotando hasta la parte más alta justo en la punta, dejándolos solos, aprovechando el tiempo para poderse al día.

— Extrañe este lugar – Adrien abrazó a su prometida desde la espalda, aspirando el aroma dulce de su cabello y algo de ese aire nocturno, un poco viciado y nostálgico.

— ¿La torre o la ciudad? – preguntó Marinette apoyándose en su pecho.

— Todo. Nos extrañe más que nada, a los dos aquí juntos.

Sí. Para Marinette, su hogar también tenía recuerdos de noches sentada en lo alto de esa torre con el gato negro, correr por los tejados, balancearse en su yoyo. Ahora de nuevo en el mismo lugar, con el peso de los sarcillos que el maestro Fu le había permitido ponerse temporalmente, como un regalo para Tikki. Se daba cuenta de la necedad que había significado tratar de olvidar todo eso, esos recuerdos al igual que los que había vivido en Milán, en América, de Adrien, Louis, sus amigos y familia. Todo eso, la había formado, le daban una identidad. Negar todo ello era como negarse a sí misma.

— ¿En qué piensas?

— En todo lo que hemos vivido – dijo mientras abrazaba los brazos de Adrien alrededor suyo, sintiendo una paz imposible de explicar — en todo lo que estamos por vivir…

— Juntos…

— Con nuestros hijos.

— Si me lo preguntas – Adrien suspiró emocionado. Todo lo que habían tenido que vivir para llegar a ese momento, a ese lugar – creo que todo será maravilloso.

— También creo lo mismo.

El futuro estaba allí al alcance de su mano y no dudaba que muchas veces este iba a ser agridulce, pero Marinette y Adrien habían crecido, eran más fuertes más allá de trajes mágicos. Habían tenido que cometer demasiados errores que los llevaran a la confianza y ahora podían mirarse a los ojos y decir "je suis…"

Fin

23 de abril de 2021

8:30 p.m.

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Nota de autora: Y se acabo.

Quisiera contarles una anecdota divertida de esta historia si tienes otros 5 minutos para leer. Si no, solo quiero darte las gracias por acompañarme en esta historia, ha sido un placer escribir para ti, espero volver a vernos pronto en otra historia. La proxima no sera tan dramatica, prometido.

Je suis es una adaptacion "pero como!" no no temas, no es una adaptacion de alguna serie, libro o pelicula, es una adaptacion de una historia que escribi hace hace mas de 10 años, quiza algunas personas hayan notado muchas partes donde el ritmo cambia, eso es debido es que mi estilo ha ido cambiando, espero que para mejor a lo largo de este tiempo.

La historia original se llama "secuelas" es de un anime llamado Saint Tail que es mi absoluto OTP, el anime va de una chica ladrona que tiene que mantener oculta su identidad de un detective que la persigue, detective que se termina enamorando de su identidad real, tengo una debilidad cruel por las historia donde hay identidades secretas y amor todo Fluffy. Cuando la escribi la primera vez queria explorar el peso de una identidad secreta a lo largo de la vida de los personajes. Cuando la termine me gusto tanto y lo pase tan bien con los poquitos fans de mi fandom muerto, me hicieron incluso varios fanart preciosos que aun concervo con amor, que dije "debo llevar esta historia a otro fandom y la adapte para inuyasha llamandola "hiding" una adaptacion que me dio mil satisfaccines tuvo erca de 75 000 lecturas y casi 700 reviews 0o0 en esta version Kagome le ha guardado un secreto muy dificil a Inuyasha y a raiz de ese secreto cometen muchas equivocaciones. Supe despues de un tiempo que alguien habia tomado secuelas sin mi permiso para adaptarla al fandom de Harry Styles tuve que denunciarla, que pena que no me pidiera permiso con gusto lo habria permitido, no pregunten como paso eso no tengo idea como se escribe en el fandom de personas reales xD lo que me llevaba al hecho de que secuelas tenia ya tres versiones distintas, disfruto mucho de la idea de que la historia sea tan versatil para viajar en tantos diferentes universos.

El año pasado como muchos saben me volvi mamá y sabia que no tendria mucho tiempo para escribir pero no queria alejarme del fandom asi que cuando Daniel aun estaba en mi pancita empece a pensar en la cuarta adaptacion de secuelas, es una locura para mi como de bien se adaptaba esta historia para este universo, pense mucho en cual queria que fuera la idea central de esta version y decidi que queria que fuera sobre identidad. En el canon y muchos fics Marinette y Adrien pelean con el hecho de no saber a quien aman o quien los ama si al heroe o a la persona, los embarque en este viaje complejo por su identidad, por crecer, equivocarse pero al final poder volver al origen y saber que todo lo que vivimos nos forma desde quienes somos por dentro, "Je Suis" significa "Yo soy" que reflejo todo el sentido de la historia.

Asi que aqui mi confesion, fue un poquito trampa pero solo porque amo este fandom y queria seguir en contacto aunque estuviera tan ocupada. de nuevo solo espero que hayan disfrutado de este experimento conmigo y se hayan divertido.

No me despido porque aun quiero enseñarles que ha sido de Cole y de Felix, aunque oficialmente este es el final de la historia de Marinette y Adrien, de nuevo solo me queda decir, gracias por todos sus mensajes, sus votos, follows y favorites, me emocione con cada uno lo juro, son los mejores.

tata

Mimi chan