Capítulo 43: Ciudad Subterránea

Con los ojos enfocados en aquella oscuridad que descendía hasta las profundidades de la tierra, _ inspiró y expiró profundamente, intentando calmar sus alteradas emociones que se exteriorizaban a través de los ligeros temblores de sus manos a ambos lados de sus caderas. Aunque no quisiera ni mostrarlo ni admitirlo porque iba muy en contra de su orgullo inquebrantable, se sentía muy nerviosa y ansiosa. Y no era para menos. Por fin, tras tanto tiempo esperándolo y deseándolo, se encontraba parada ante la entrada de la legendaria Ciudad Subterránea, de la cual había escuchado mil historias de la boca de su madre, completa enamorada de su belleza oculta y dominada por sus deseos de hacerla resurgir de sus cenizas a sus gloriosos tiempos. En aquel lugar, bajo sus botas, la esperaban miles de voces clamando por una mano que les fuera tendida para poder salir de aquella miseria y cuyas calles habían sido testigos de la última aparición de Abel además de los últimos exhalos de vida de su madre. Allí, después de tantas decisiones, sacrificios y sufrimiento, por fín, la historia que había trastocado completamente su vida, llegaría a su fin. Pondría punto final a los deseos de su madre y buscaría hasta debajo de la última piedra para encontrar alguna pista respecto al niño albino. No dejaría cabos sueltos.

Sin esperarlo, un movimiento cercano a ella rompió de pronto sus profundos pensamientos, causando que la mujer diera un pequeño e incaptable respingo en el sitio. Sus ojos grises, antes completamente enganchados a la entrada que descendía, se dirigieron a su lado derecho. Junto a ella, Levi, vestido de manera muy modesta y con el rostro oculto tras una capucha y un pañuelo, le tendió un papel ¿Uh? Parpadeando curiosa, guiada un poco por las ganas de saber su contenido, lo cogió y lo abrió. Después de que sus ojos recorrieran las líneas, _ frunció el ceño.

IDENTIFICACIÓN OFICIAL

Nombre: Aura Apellido: Floyd Fecha de nacimiento: 23 de junio del año 825

-¿Para qué necesitamos esto?-Preguntó extrañada la morena una vez que hubo leído parte, bajando la voz y alzando sus orbes del trozo de papel, conectándolos con los ojos gris azulado de su capitán- En teoría, la Policía Militar estará enterados de nuestra misión ¿no? No hace falta ocultarles nuestra identidad, entonces.

-Sí. Pero aun así lo necesitamos. Debemos mantener completamente escondida nuestra relación con los Ejércitos de las Murallas, si es que queremos garantizar la seguridad tanto de esos mocosos como la nuestra. No siempre sabremos si alguien puede estar tras nosotros. Y si es ese el caso- Alzando otro papel enrollado, lo sacudió levemente. _ estaba segura que era su identificación- esto puede servir como una pequeña distracción.

Tenía razón, debía admitirlo. Si querían acercarse lo suficiente a los Niños Topo y evitar que les sucediera lo mismo que a la Policía Militar, tenían que comportarse de manera similar a los residentes de la Ciudad Subterránea, tratando por todos los medios de no levantar sospechas y ganarse de alguna manera la confianza de alguno de los infantes, con tal de recabar más información de la que contaban. Ya de por sí escasa.

Asintiendo un poco tensa, _ apretó los labios. Sin haber empezado, la misión ya se veía muy complicada. A parte de encontrarse completamente solos, debían tener un cuidado extremo con cada paso que daban pues miles de vidas dependían de ello. Un solo error y podría costarles caro, ya que el plan podría irse al garete. La presión tanto por el peso de aquellos corazones como por la reina Historia al igual que por la que la propia _ ejercía sobre ella misma resultaba un poco sobrecogedora. Sus hombros empezaban a sentirse un poco hundidos ante tanta responsabilidad. No obstante, como ya había decidido, no titubearía.

Sacudiendo un poco la cabeza y volviendo a reunir el valor y la decisión, bajo la atenta mirada gris azulada del hombre que tenía a su lado, tomando la iniciativa,_ alzó la pierna y, inclinando su cuerpo hacia delante, colocó la suela de su bota en el primer escalón, con los ojos ardiendo y los puños cerrados.

La oscuridad los envolvió con cada zancada que descendían en completo silencio. El sonido de sus botas golpeando el suelo de piedra y alguna que otra gota golpeando contra este era lo único que se escuchaba en aquel profundo lugar. En poco tiempo y a paso tranquilo, se internaron de lleno en los túneles húmedos e iluminados por la tenue luz de las antorchas. El aire se volvió cargado, dificultando un poco la respiración de la morena, y la temperatura empezó a descender, dejando sus pieles un poco frías ante el gélido contacto. El rostro de Levi, a pesar de ir cubierto, se empezó a poner levemente rojo en la zona de la nariz y mejillas mientras que en _, acostumbrada a climas fríos, no hubo cambio alguno. Casi pareció que pasaron varias horas adentrándose en las profundidades de la tierra hasta que finalmente se encontraron frente a unas escaleras que bajaban hasta acabar en una zona iluminada. Desde encima _ se asomó y vio, como, junto a la entrada/salida del lugar, varios policías militares vigilaban y controlaban el paso tanto de los nuevos visitantes como de los residentes. Ante la visión de aquel punto del recorrido, su corazón palpitó con emoción dentro de su pecho. Sabía lo que significaba aquella luz. A su lado, Levi pasó de largo con tranquilidad y se adelantó en cruzar la distancia que los separaba de aquellos hombres, siendo seguido al poco tiempo por _. Tras entregar los documentos y ser interrogados, los policías militares les indicaron con un gesto que continuaran su caminar al ver que todo estaba correcto.

Agradeciéndoles al pasar a su lado, sin poder evitarlo, _ se detuvo frente a la salida/entrada. Parada, observó con sus ojos grises la claridad que se colaba en la apertura, sin poder distinguir nada del otro lado ¿Qué le depararía el cruzarlo? ¿Podría lograrlo?¿Conseguiría salvarlos a todos?¿Podría encontrar alguna pista de Abel? Nuevamente los pensamientos ansiosos volvían a perseguirla. Se forzaba a ser fuerte, a tener una actitud y comportamiento férreo e inquebrantable pero… Aún así existían dudas y temores en su interior. Tragando duramente, volvió a tomar aire profundamente mientras a su lado Levi se situó junto a ella.

-Vamos-Le indicó el moreno con un gesto de cabeza.

Con las piernas temblando, _, tras asentir, cruzó el límite que separaba la superficie del subsuelo y, acto seguido, se adentró en la cegadora luz.

-Allá vamos-Murmuró para sí misma justo antes de que sus ojos fueran completamente deslumbrados.

A causa de haber estado tanto tiempo en la penumbra, su vista se vio resentida cuando salió al exterior del túnel, obligando a la mujer a alzar sus manos para protegerse de la molesta claridad. Fastidiada, gruñó por lo bajo, incomoda. Aun con la pantalla que realizaba con sus extremidades, la sensación de molestia continuó por unos instantes hasta que finalmente sus ojos pudieron acostumbrarse. Poco a poco retiró las manos de su rostro, con leve temblor expectante, provocando que su vista fuera despejada por fin y la imagen de la Ciudad Subterránea se mostrara ante ella.

-Hostia pu...-Sin poder evitarlo, una exclamación salió de sus labios mientras sus ojos recorrían el lugar, completamente impresionada.

Todo lo que su madre le había contado acerca de la increíble Ciudad Subterránea era cierto. Sus imponentes columnas se alzaban iluminadas con piedras y antorchas que mantenían el techo en su lugar y la multitud de casas instaladas de manera desorganizada simulando un laberinto. No podía creerlo. Era todo tal y como había imaginado a través de los relatos de Leena. Lamentablemente, no solo lo bello y emocionante del lugar era real, sino también lo horrible. La morena se dio cuenta de ello cuando, después de salir de su ensimismamiento, se internaron en la ciudad, chocando con la brutal realidad. El ambiente general era muy descorazonador. Por un lado, las calles estaban repletas de suciedad y algunos edificios o caminos por el paso del tiempo, de las personas o de la falta de mantenimiento se encontraban en ruinas o completamente destruidos. La basura, las aguas turbias y las heces humanas se situaban en todos los lugares hasta donde alcanzara la vista. Por otro lado, sus habitantes tampoco es que estuvieran en mejores condiciones. Incluso en la distancia se podía ver la falta de higiene y alimentación tanto adultos como niños. Su piel translúcida y manchada se pegaba a sus huesudos rostros y cuerpos de una manera muy preocupante. Muchos de ellos estaban enfermos y tirados en el suelo, moribundos e incapaces de dar un paso más. Y hasta incluso pudo ver algún que otro cadáver siendo comido por las ratas.

Ante aquella desoladora imagen, _ comprendió completamente el deseo de su madre. Esa gente necesitaba ayuda de manera urgente. Alguien debía hacer algo. Y ese alguien esperaba ser ella.

-Disculpe, señorita-Le llamó una voz temblorosa. _saliendo de sus pensamientos, giró su rostro hacia su procedencia al mismo tiempo que detenía su andar, dejando que Levi continuara su camino. Al lado de la morena, un hombre de mediana edad, delgado y de aspecto enfermizo, envuelto en ropas raídas y sucias, estaba sentado en el escalón de una casa en ruinas. A sus pies, descansaba una vieja y oxidada taza de metal-¿Podrías darme alguna moneda? Tengo un par de hijos...Y no han comido por días…

Su corazón se encogió dentro de sus costillas al escuchar el lastimoso tono del hombre.

-Por supuesto- Se apresuró a decir la chica, con un sobrecogedor sentimiento en el pecho. Bajando la vista, dio un par de pasos en dirección hacia el hombre, mientras sus manos rebuscaba entre sus ropas el monedero repleto de monedas que portaba- Aquí tien-

No obstante, al alzar la vista cuando localizó el objeto, una conocida espalda se posicionó frente a ella con rapidez y, acto seguido, sin que ella supiera de dónde provenía o que estaba pasando, se escuchó un sonido muy fuerte y cercano. El hombre desconocido chocó contra la pared que había tras de sí con mucha violencia, soltando un pequeño alarido de dolor en el acto, y, entonces, completamente derrotado, cayó al suelo boca abajo, a los pies de Levi y _. Debido a la pérdida de consciencia y de su fuerza, de entre sus manos se escapó un objeto, el cual rodó unos cuantos centímetros de su dueño con un sonido metálico. Con sorpresa, la morena observó de que se trataba de un puñal de aspecto hosco. Aquel hombre...había intentado…De no ser por Levi, ella...

Sin que pudiera seguir el hilo de sus pensamientos, de pronto, una fuerte mano agarró su muñeca y, de un tirón, la obligó a continuar caminando, alejándose de aquel hombre y del lugar, el cual se estaba empezando a llenar de miradas curiosas y de maleantes en busca de algún objeto de valor en el cuerpo inconsciente de aquel individuo. Los ojos de _ no pudieron despegarse de allí hasta que estuvieron bien lejos, todavía un poco estupefacta por lo que había sucedido. Levi, de manera brusca, los arrastró hasta un pequeño rincón de una estrecha calle, aislados de los ojos y oídos curiosos. En un movimiento repentino, soltó a la morena tras colocarla frente a él, cara a cara. La respiración de ambos estaba levemente acelerada.

-¿Se puede saber en qué cojones estabas pensando?-Preguntó con un tono muy tosco y el ceño profundamente fruncido- ¡Tsk, podrías haber muerto! ¡Nunca debes subestimar a nadie de aquí! ¡Nunca! Tienes que tener siempre los ojos puestos en las manos y, sobre todo, a tu alrededor. De lo contrario, no sobrevivirás por mucho tiempo.

Parpadeando de manera lenta, _ todavía no salía de su completa confusión. No entendía qué había pasado. Ella había querido ayudarlo, entonces…¿Por qué la había atacado?

-Pero…¿por qué…?

-¿Por qué debería conformarse con una maldita moneda si puede atracar a una forastera de la superficie y robarle toda la mercancía?-Le preguntó de manera retórica el hombre. Con otro chasquido de lengua, Levi apoyó su espalda en la pared que había tras de sí y se cruzó de brazos. _ apretó la mandíbula, un poco impotente ¿Tanto se notaba que no era de allí?- Así es la mentalidad de alguien que ha nacido y se ha criado en este basurero. Son supervivientes que no esperan ayuda de nadie- _ abrió la boca para hablar. Sin embargo, de nuevo, Levi la cortó pues ya sabía lo que diría: que ella sí que quería ayudarles. Pero lamentablemente las cosas no eran así- Son demasiado desconfiados, así que no cederán tan fácilmente. No hasta que no vean algún cambio.

Tras decir aquellas palabras, ambos se quedaron en silencio durante unos segundos. _ apretó los labios, atrayendo los ojos gris azulado de Levi a estos, pero sin darse cuenta de ello ya que estaba demasiado ocupada batallando en su propia mente. Había sido demasiado despreocupada e ilusa. Odiaba sentirse completamente dependiente del hombre que tenía frente a ella. No por sus rencores anteriores, sino porque no le gustaba verse a sí misma tan desamparada en aquel lugar. Nunca le había gustado sentirse débil o inútil. Ni dejaría que empezaran a verla como tal.

Con un nuevo coraje recorriendo su cuerpo, volvió a enfocar sus ojos grises en Levi y, acto seguido, alzando la barbilla con porte orgulloso, frunció el ceño.

-Pues nosotros forzaremos el cambio- Dicho esto, giró sus talones y salió de aquel estrecho callejón sin ver como en los labios del hombre se formaba una pequeña, diminuta y minúscula sonrisa.

Ya aprendida la lección, el recorrido fue más ligero y con menos contratiempos. Tanto _ como Levi avanzaron por las primeras calles de la ciudad, ignorando a todo aquel que se acercara y vigilando sus movimientos con mucha cautela. Con mucha fuerza de voluntad, _ aguantó a regañadientes. Debía esperar al momento oportuno. Primero arreglaría el problema de los Niños Topo y luego ayudaría a esas personas.

Al cabo de unos minutos de caminata sin ningún rumbo, o eso pensaba _, Levi se desvió de la calle principal, causando que la mujer frenara de golpe, casi derrapando, y acelerara el paso para alcanzarle. Extrañada, _ observó cómo el hombre de pelo oscuro se dirigió y se internó en un edificio de aspecto más o menos robusto, en comparación con los otros del lugar. En la entrada, colgaba un cartel de madera cuyas letras eran completamente ilegibles, causando que la curiosidad recorriera con aún más fuerza a la morena al adentrarse en su interior ¿Qué era aquel lugar?¿Y por qué iban a entrar? Tras cruzar la puerta y adentrarse en dicho establecimiento, _ comprendió que se trataba de un hostal ya que en aquel momento varios individuos, curiosamente todos varones, comían y bebían en las mesas que habían a ambos lados del lugar, completamente ajenos a los recién llegados, y, al fondo, un hombre, de seguro que era el dueño del lugar, les atendía y, de vez en cuando, entregaba alguna que otra llave de las que tenía colgadas tras su espalda con un número indicado en la etiqueta que pendía de estas. Los otros hombres que las obtenían se marchaban hacia unas escaleras situadas a un lado del mostrador con una extraña y escalofriante sonrisa que no le gustó para nada a _. Siguiendo muy de cerca los pasos de Levi, la morena y el capitán se acercaron al propietario, el cual, al verlos aproximarse, no les quitó los ojos de encima, con una mirada inquisitiva. Poco a poco el murmullo leve del lugar se fue apagando hasta ser cubierto por un profundo y tenso silencio. Cuando estuvieron junto al mostrador, _ notó sobre ellos miles de ojos sobre ellos, analizando cada movimiento y gesto que hacían. Esa sensación causó que los instintos de la morena se pusieran en alerta, preparándose para reaccionar ante cualquier paso en falso de cualquier de los presentes.

Por otro lado, al contrario que _, Levi, de manera tranquila e ignorando a todos, sacó del interior de su capa y dejó caer sobre la superficie de madera una bolsa de tela. El objeto al golpear contra el mostrador emitió un característico sonido metálico.

El hombre al otro lado del mueble descendió sus ojos oscuros hacia lo depositado por el moreno, atraído por aquel ruido. A través de su barba negra, vieron como se relamió los labios, gustoso de ver un nuevo beneficio ante él.

-Quiero una habitación-Le pidió con un tono seco, haciendo un gesto con la cabeza en dirección a la bolsa de monedas. Al escuchar aquello, _ desvió sus ojos hacia Levi, mostrando un pequeño gesto de sorpresa e incomprensión ¿Cómo que una y no dos?- Para mí y para mi mujer.

Nada más el capitán del Cuerpo de Exploración acabó de decir eso y le llegó de manera retardada la información al cerebro de_, los labios de la morena se separaron y sus ojos se abrieron levemente. Un choque de sensaciones abordó el cuerpo de la mujer en cuestión de microsegundos. Por un lado, molestándola profundamente, su corazón se encogió con emoción y nervios en su pecho y, por otro lado, una oleada de impotencia ¿Era debido a lo anteriormente ocurrido que ya no se fiaba de que pudiera dormir sola? ¿Tan débil la veía? El que por su cabeza se le pasara aquel pensamiento acabó fulminantemente con la anterior emoción. Su orgullo estaba siendo herido.

-¿Tu mujer?-Inquirió el hombre dirigiendo sus orbes hacia _, la cual se había quedado completamente petrificada fulminando con la mirada a Levi. Las cejas pobladas del hombre descendieron, frunciéndose en su ceño, esbozando un gesto de extrañeza- Pensaba que era…

-No es ninguna prostituta-Le cortó en seco el moreno con un tono calmado y fríamente amenazador.

"¿Qué cojones…?" Los ojos grises de la morena se volvieron hacia el dueño del hostal. Entonces comprendió de golpe que aquel lugar no era un hostal...Sino un prostíbulo.

Sin dar crédito a lo que estaba escuchando, _ abrió la boca para soltar cualquier cosa excepto palabras bonitas tanto para Levi como para el imbécil que tenía delante. No iba a permitir que siguieran tratándola de aquella manera. Por suerte, sabiendo lo que iba a suceder si la dejaba hablar, el moreno, de manera disimulada, deslizó su mano hacia la de _, agarrándole con suavidad la muñeca, indicándole con un breve apretón que guardara calma. La reacción que provocó fue instantánea. Sin embargo, a pesar de que los vellos de todo el cuerpo de _ se pusieron de punta ante el fugaz contacto, la morena miró de reojo al hombre con los ojos iracundos. Cuando sus ojos grises observaron durante unos segundos la seriedad y tranquilidad del hombre, chasqueó la lengua en el interior de su boca y, apretando la mandíbula, decidió dejarlo pasar por ahora, sacudiéndose la mano de Levi con un pequeño movimiento. Luego ya exigiría respuestas.

-Bueno...Por suerte para vosotros, contamos con una única habitación doble-Habló el hombre, apoyando su codo en la superficie de madera mientras con la otra mano jugueteaba con el cordel que mantenía la bolsa de monedas cerrada. El tono de voz sugerente escondía una codicia que se podía ver casi a leguas-Dado lo raro que es por aquí que una pareja venga, tiene un precio un poco especial por el mantenimiento y la falta de uso...No sé si me comprendéis…

Sin separar los labios ni emitir ni un mísero sonido por su boca, Levi lanzó otra pequeña bolsa al mostrador, ganándose por parte del dueño una sonrisa ladina. El hombre con barba cogió ambas bolsas y, guardándolas en uno de sus bolsillos a buen recaudo, les dio la espalda a ambos morenos para alcanzar una de las llaves que habían colgadas en la pared. Después de que este se girara de vuelta hacia ambos morenos y extendiera la mano, Levi la agarro y, acto seguido, se encaminó hacia las escaleras que había a un lado, seguido de _ la cual previamente le lanzó una mirada encolerizada al dueño antes de ascender por los escalones.

Conforme fueron subiendo y recorriendo los pasillos de la planta superior en busca de su habitación, el enfado de _ fue incrementándose de manera pronunciada además de mezclarse por un pequeño tinte de bochorno ¿El por qué? De entre las finas paredes de madera recubiertas de yeso para dar aspecto menos frágil se escuchaban de manera distorsionada ruidos muy característicos emitidos por los hombres y mujeres que se encontraban en sus interiores. Muy particulares. Irremediablemente, sus mejillas se tiñeron de un intenso color rojo mientras la morena lanzaba cuchillos por los ojos a la espalda del hombre que avanzaba delante suya. Levi, ya acostumbrado a aquel ambiente, caminó como si no fuera gran cosa hasta detenerse en una puerta, cuya superficie de madera tenía clavado un cartel con el número 23 pintado. Introduciendo la llave que le había entregado el dueño en el ojo de la cerradura, la abrió y se internó en la habitación, siendo seguido por _ la cual nada más entrar cerró la puerta tras de sí.

El hombre de pelo oscuro caminó hasta situarse en el centro del lugar, dejando que sus ojos recorrieran cada rincón. Entonces, esbozando un gesto de asco, chasqueó la lengua.

-Menuda guarrada, joder-Gruñó totalmente repugnado por lo que observaba.

Y es que no había otra definición para la habitación que habían alquilado. "Precio especial por el mantenimiento y la falta de uso ¿eh? ¡Ja!" El suelo de madera estaba cubierto por una fina capa de polvo, siendo levemente retirada por los pasos de los morenos en el lugar. Además del piso, el resto del mobiliario tampoco es que encontrara en condiciones muy higiénicas. Una enorme cama de matrimonio protagonizaba la habitación; su estructura dejaba mucho que desear debido a su aspecto raído y viejo pero, en cambio, las sábanas parecían ser limpias y nuevas, contrarrestando con lo anterior. Una pequeña mesa con dos sillas se situaba a la izquierda debajo de una enorme ventana que daba a la calle principal por la que hacía unos minutos ambos morenos caminaban. Por último, al lado izquierdo de la cama, una puerta abierta dejaba entrever el cuarto de baño compuesto por una bañera de madera, un espejo roñoso cubierto de una especie de sustancia pegajosa y un lavabo.

Tal y como había dicho su capitán, _ estaba de acuerdo con él. Era una auténtica asquerosidad.

No obstante, la situación insalubre de la habitación era el menor de los problemas en aquellos momentos para la morena. Tenía una conversación pendiente. Y no estaba dispuesta a dejar que se escabullera con sus obsesivas manías. Asique, anticipándose a una futura orden de limpieza que estaba segura que saldría de los labios de Levi, _ caminó hasta él y se situó delante, mostrándole un gesto facial de enfado.

-Ca-

-Edward-Le interrumpió de golpe antes de que pudiera decir su rango completo, haciendo contacto visual con sus fríos ojos gris azulado con los de la morena, advirtiéndole con la mirada.

Una vena apareció rápida e instantáneamente en la frente de _.

-Edward, ¿se puede saber por qué cojones nos hemos alojado en un prostíbulo?¿Y por qué tenemos que estar juntos en una misma habitación?-Mustió arrastrando las palabras.

Para molestia de _ y de su limitada paciencia, Levi dejó ir un suspiro pesado.

-Nos hemos alojado aquí porque es el sitio más seguro de la Ciudad Subterránea- Las cejas de la morena se perdieron en su rizado flequillo mientras lo miraba de manera incrédula ¿Un maldito prostíbulo, seguro? La voz del capitán se escuchó monótona a los oídos de _- Estamos cerca de la salida y, por lo tanto, de los policías militares que la vigilan. Además de eso, al encontrarnos dentro de un prostíbulo, a parte del continuo movimiento de bastardos babosos, también hay imbéciles que se dedican a procurar que las prostitutas no se escapen, por lo que no es muy común que haya secuestros, robos o asesinatos.

_ apretó los labios, desviando un momento los ojos hacia un lado. Tenía sentido. La cercanía con sus aliados, el continuo movimiento de esos imbéciles que se creían con el derecho de tratar a las personas como meros objetos y los vigilas del lugar hacían que aquel establecimiento fuera la mejor opción posible ante el resto. Tanto los hostales alejados de la entrada y los policías así como las casas abandonadas estaban descargadas ya que había una probabilidad de que pudieran asaltarles por la noche mientras dormían. Y, aunque pudieran con ellos, al final terminaría siendo contraproducente a la larga, debido al cansancio y al estrés de estar siempre en un constante estado de alerta. Por lo que sí, debía admitir que sí, aquella era la mejor elección. Sin embargo,...

Volviendo a situar su atención en el hombre, _ frunció el ceño y se cruzó de brazos.

-¿Y cuál es tu explicación para alojarnos los dos en una habitación?- Le preguntó con un tono un poco exigente. Todavía en su cabeza sería rondando la misma idea que hacía unos minutos- No soy débil. Puedo con cualq-

-Lo sé-Le cortó de nuevo. Los ojos fríos de Levi se derritieron en un semblante serio e intenso- Sé perfectamente de lo que eres capaz. Pero mientras exista una mínima probabilidad de que pueda pasar algo, haré lo que sea necesario para impedirlo.

"Haré ¿eh?" repitió en su mente la morena, sin poder evitar sentir una leve decepción y molestia recorrerle el cuerpo.

-Pues no abarcas todas las posibilidades, Edward- Mustió cerrando los dedos en un puño. Levi frunció el ceño sin comprender a lo que se refería- Si puedo defenderme y protegerme, yo misma lo haré. Pero para ello, debemos ser un equipo- Lanzando una última mirada en su dirección, _ pasó por su lado hacia el baño, dispuesta a encerrarse en aquella habitación con la excusa de limpiar para poder alejarse por unos instantes de aquel hombre.

Durante varias horas, se dedicaron en completo silencio y con un ambiente muy tenso e incómodo a limpiar a fondo el lugar. A decir verdad, _, en su interior, lo agradecía. A parte de aprovechar aquel trabajo para poder evadirse de sus preocupaciones, a la habitación donde convivirían por varios días no le venía nada mal que la adecuaran en condiciones para su uso. Para la no sorpresa de _, siendo previsor debido a su previo conocimiento del estado del lugar, el hombre, de entre sus pertenencias, había traído un arsenal de todo tipo de productos de limpieza, y a juzgar por las marcas que pudo ver, muy caros. Gracias a los potentes artículos pudieron eliminar cualquier rastro de suciedad impregnada al parecer por años. Tan sucia se encontraba la habitación, que cuando terminaron por completo Levi le indicó que ya se había hecho de noche en la superficie.

Curiosa por no haberse dado cuenta, se asomó a la ventana que había sobre la mesa y las dos sillas, observando como el exterior se encontraba igual que hacía unas horas. La calle principal por la cual habían caminado hacía unas horas seguía igual de iluminada aun sin tener apenas gente por sus calzadas.

-Voy a bajar a comprar la cena- Le avisó Levi, tras de ella, mientras se colocaba el pañuelo y la capucha en su rostro y cabeza-No tardo nada. Mantente alerta.

Tras asentir de manera distraída, todavía con los ojos en la calle, _ escuchó cómo el hombre caminó hasta la puerta, la abrió, causando que ésta emitiera un chirrido oxidado, y, acto seguido, se marchó, dejándola en la habitación completamente sola. Al cabo de unos minutos, la reconocible figura del hombre apareció en el cambio de visión de la morena, caminando de manera tranquila por la calle, siendo el único del lugar. Los ojos grises de _ lo siguieron hasta que se perdió en la lejanía, completamente sumergida en sus pensamientos.

Odiaba que fuera así con ella. Lo odiaba. Y mucho. Desde que confesó el asunto de su madre, Levi había continuado ocultándole información y actuando completamente solo. No solo había traicionado su confianza, sino que ahora, aunque no lo dijera en voz alta, la trataba como una maldita muñeca de porcelana, sin permitirle protegerse por sus propios medios. Sus actos le delataban ¿Por qué sino no le había advertido de los peligros de la Ciudad Subterránea? ¿Por qué no le había avisado de los planes que tenía en mente? No lo soportaba. Ya fuera por su orgullo que se hería con facilidad al no ser tratada como una igual o porque, en alguna parte en el interior de _, se cuestionaba si era una maldita obligación o carga para él.

Debido a su negación a compartir su conocimiento y hacerle participe en sus planes, _ se sentía como un niño atrapado en un mundo de adultos. Demasiado dependiente y minúscula.

Un dolor repentino de cabeza hizo que la morena chasqueara la lengua en el interior de su boca mientras, alzando su mano derecha, se frotaba con los dedos su palpitante sien. Se sentía a punto de desbordar. Necesitaba un pequeño descanso.

Con un suspiro pesado, se dirigió casi arrastrando los pies hacia el baño, con la intención de asearse y relajarse en la bañera mientras Levi se encontraba fuera. Tras tantas horas limpiando, se sentía un poco sucia debido al polvo y al sudor impregnado tanto en sus ropas como en su piel. Al internarse en la habitación continua, cogió el cubo que había junto al baño y lo sumergió en el depósito que había cerca de este. Poco a poco, fue vertiendo el agua que calentaba al colocar el cubo sobre una estufa de gas. No tardó mucho hasta que el agua casi llegara al borde de la bañera. El agradable y cálido vapor que desprendía envolvió la habitación enviando sensaciones placenteras a la morena. Con una pequeña sonrisa, dirigió sus manos al cuello de su camisa y, uno a uno, fue desabrochando los botones. Cuando el último se desprendió de la otra parte, la prenda se abrió mostrando su parte superior al desnudo. Alzando los ojos, dio un vistazo a su reflejo en el espejo previamente limpiado. Con un poco de indignación, _ apretó los labios. A pesar de que gran parte de su torso lo ocuparaban las vendas que cubrían su pecho con el fin de que no fuera impedimento a la hora de moverse; en un simple vistazo, se notó muy delgada. Había perdido peso y músculo de manera preocupante. Hasta hace poco, a través de su piel se podía ver lo bien ejercitada que estaba; sin embargo, en aquellos momentos, tanto los huesos de sus clavículas como los de sus caderas se marcaban demasiado para su gusto. Con un suspiro pesado, _ dejó ir el aire de sus pulmones. Si lo pensaba un poco, estaba claro cuál había sido el motivo. La causa de aquello habría sido la semana en la que había estado agonizantemente enferma y los días siguientes en los cuales se había sumergido de manera obsesiva en una investigación a fondo de todos los datos relacionados con la Ciudad Subterránea que ni se había preocupado por su salud. No habría comido, ni bebido ni dormido de no ser por Hange y Levi, que habían estado sobre ella, procurando que no se desmayara en el proceso. Irremediablemente, todo aquello había acabado en ese resultado.

De pronto, el sonido de la puerta de la habitación siendo manipulada sobresaltó a la morena, concluyendo de golpe su autoánalisis. Girando el rostro hacia la puerta cerrada del baño, frunció el ceño ¿Ya ha vuelto? Había regresado demasiado pronto. Le pareció extraño. Aquella mala sensación se acentuó conforme más tiempo tardaba en abrir la puerta hasta que la morena llegó a una conclusión:

"Están intentando entrar"

Contenido levemente sensible. Leed con discreción. Avanzad hasta la señal *-*-* para saltarse esta parte

Notando cómo de pronto su corazón aceleraba su latir, enviándole una buena carga de adrenalina, _ no se quedó quieta. Manteniéndose en completo silencio y calmada, la morena caminó descalza por el baño hasta situarse junto a la puerta. Junto a esta, cogió con lentitud el picaporte y lo giró, abriéndola muy lentamente, procurando en todo momento no hacer ningún tipo de ruido que pudiera alterar a su nuevo invitado. Pasando a la habitación continúa, se desplazó de puntillas hasta donde había dejado sus botas. Con los ojos y la atención puesta en la entrada, la morena se agachó y rebuscó en el interior de cada una hasta encontrar el objeto que buscaba. Acto seguido, con una de sus manos ocupadas, se aproximó a la puerta, pegándose contra la pared que había al lado de ella. Espalda contra el muro, casi sin respirar, escuchó como la cerradura de la única entrada del lugar era forzada con, seguramente, unas ganzúas mientras apretaba entre sus dedos el objeto que previamente había cogido.

Tras un característico sonido, todo sucedió de manera muy lenta. Los ojos grises de _ visualizaron como la puerta se empezó a abrir despacio y con ese característico sonido oxidado. Al mismo tiempo, la morena endureció la postura, casi agazapándose contra la pared, y, además, alzó el objeto que portaba, preparándose para el enfrentamiento. Un pie cruzó el umbral de la habitación, adentrándose a su interior, y, acto seguido, un rostro completamente desconocido apareció en el campo de visión de la mujer. Un hombre de pelo negro, con una desaliñada barba y con bastantes años encima entró en el lugar, con una espeluznante sonrisa que mostraba su carencia de algunos dientes. Tras entornar la puerta y, sin darse cuenta de la presencia de la morena, el individuo dio unos cuantos pasos situándose hasta situarse en el centro de la habitación.

De espaldas a _, durante unos instantes pareció observar el lugar hasta detener sus ojos hacia un sitio en específico. Como si hubiera tenido una idea, se acercó al armario que había en la pared apuesta.

-Preciosa...Sé que estás ahí…Te he visto abajo y no he podido dejar de pensar en tí...No eres como las malditas putas de este basurero...-Murmuró voz pastosa y lenta, producto del alcohol que previamente había ingerido. Los cabellos de la nuca de _ se pusieron de punta ante el asco y la rabia que le dio. De pronto, el hombre cogió el pomo del mueble y lo abrió de golpe, encontrándose con el más absoluto vacío. Con fastidio, el hombre chasqueó la lengua- ¿Dónde te escondes? Ven a jugar conmigo… Estoy seguro que estarás insatisfecha con el enano de tu marido…Nos lo pasaremos bien…

-Pues te lo advierto: no será divertido. Bastardo-Le susurró _ al oído antes de golpearle con el mango del cuchillo que siempre portaba en todo el lateral de la cabeza. Al instante, un sonido muy feo se escuchó en el lugar. Sin poder evitarlo, la morena esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción. Oh, menudo desquite.

Con gran sigilo, se había abalanzado contra aquel bastardo cuando más distraído se encontraba pilándolo con la guardia baja.

Debido al impacto tan repentino, el hombre, soltando un pequeño grito de dolor, se inclinó hacia delante, golpeando su hombro contra el canto del armario al tropezarse con sus propios pies. El mueble se tambaleó en el lugar de manera peligrosa. Viendo como este se le podría caer encima, la morena dio un salto hacia atrás, poniendo distancias tanto con el individuo como con el armario. No obstante, ni el mueble cayó ni tampoco su enemigo. En un movimiento rápido, sorprendiendo un poco a la morena, el borracho se giró, separándose del armario, y, acto seguido, avanzó hacia su dirección, muy veloz para su estado. En un instante acortó la distancia que los separaba y, gracias a ello, _ pudo ver como del golpe que le había propinado se le había abierto una herida en la cabeza y que de ella la sangre se había derramado por su rostro, cubriendo del líquido rojo parte de su frente y ojo. El hombre sin pensarlo dos veces, lanzó un derechazo a _, la cual lo esquivó con facilidad.

-Maldita zorra, si que tienes ganas de jugar-Gruñó con un tono doloroso y crudo, ligeramente adolorido mientras intentaba acertar algún puñetazo- Espero que seas igual de fogosa cuando te folle muy duramente.

Como si se hubiera activado un mecanismo, la sangre hirvió dentro del interior de la morena, de manera ardiente. Dentro de sus cuencas, sus pupilas se encogieron del odio, asco y rabia que le estaba dando las palabras de aquel hombre ¿Cómo...Cómo se atrevía…?¿Qué clase de individuo... ? Algo en el cerebro de _ se desconectó y un instinto animal empezó a controlar cada uno de sus movimientos. Con una mirada aterradoramente oscura, la morena paró de golpe un puñetazo dirigido hacia su rostro con la mano que no estaba ocupada, cazándolo entre sus dedos. Sin darle tiempo al hombre de poner hacer más que esbozar un gesto facial de completa estupefacción; casi instantáneamente,_ pateó con toda la fuerza y dureza que pudo los testículos de aquel individuo.

Un exhalo ahogado se escapó de los labios empapados de alcohol del hombre, su tono de piel descendió unos cuantos tonos hasta quedarse casi blanco y sus ojos azules rodaron hacia atrás hasta esconderse tras sus párpados. Un hilo de saliva descendió de su boca mientras, tras caer de rodillas y poniéndose a la altura de _, intentaba maldecir o decir algo, boqueando como un pez. Sin embargo, antes de que pudiera recomponerse un poco, la morena le agarró sin ninguna delicadeza y consideración su cabello negro y, de un tirón hacia arriba, lo obligó a que alzara el rostro y la mirara.

Una espeluznante sonrisa adornó el rostro enfurecido de _.

-¿Te gusta mi juego?

-¡Allá va!-Gritó la morena desde arriba de las escaleras, empujando con la pierna el cuerpo.

El intruso rodó como si fuera una pelota por los escalones, golpeándose todo el cuerpo, hasta caer redondo en el piso de abajo, boca arriba. Inevitablemente, el escándalo ocasionado llamó la atención de varios de los clientes que todavía seguían bebiendo abajo, acercándose hacia el hombre tendido. Algunos quedaron bastante sorprendidos ante la imagen. Incluso desde la distancia, el aspecto que la morena había dejado al hombre era muy impactante. Su rostro se encontraba casi desfigurado por la cantidad de golpes que le había propinado. Por un lado, los ojos se le habían puesto morados y muy hinchados, casi sin distinguirse de la carne magullada. Y por otro, existían una multitud de heridas sangrantes, siendo la más preocupante la del labio, el cual se le había partido en dos.

Con un rostro serio, _ se cruzó de brazos, atenta a cualquier tipo de reacción por su parte. Cuando recompuso de su ataque de ira y vio lo que había hecho, supo enseguida que se había metido en líos. No obstante, no iba a esconder lo que le haría a aquellos que se pasaran de listos con ella.

Sin embargo, antes de que pudiera alguien decir nada, de entre los fisgones que rodeaban al herido, surgieron dos individuos conocidos: el dueño del lugar y Levi, con un saco en la mano. Acercándose al moreno tendido en el suelo, el propietario del prostíbulo al ver su estado y, acto seguido, alzar los ojos hacia _, comprendió al instante lo que había sucedido para que acabara de aquella manera. Por ello, esbozando un gesto tenso, se giró bruscamente hacia el resto de individuos.

-¡No hay nada que ver aquí!¡Marchaos malditos bastardos!-Les gritó de muy malas maneras mientras hacía aspavientos con las manos, indicándoles que se largaran-¡Y, de paso, sacad a este imbécil de aquí, no quiero que por su maldito pene calenturiento atraiga a la Policía Militar!

Ante el tono dictatorial del dueño, todos empezaron a escampar entre quejas e insultos. Al contrario que el resto, Levi se escabulló entre la gente, esquivando al hombre inconsciente, y, acto seguido, ascendió por las escaleras con el rostro oculto tras la capucha de su capa y el pañuelo bajo la mirada seria de la morena. Cuando el moreno puso el pie el piso superior y caminó hasta _, ésta lo miró de manera ladeada, sin saber muy bien el estado anímico del hombre.

- Lo lamento. Sé que debíamos ser discretos pero…Él entró en la habitación y dijo aquellas palabras que…-Pero antes de que pudiera continuar explicándose, Levi se sacó de golpe la capa que portaba, dejando expuestos sus ojos grises azulados completamente inexpresivos y fríos al retirarse la capucha en el proceso. Aquello provocó que la morena detuviera su hablar y que lo mirara con los ojos ligeramente abiertos, debido a la sorpresa.

Para mayor estupefacción de esta, sin emitir ni una palabra, el soldado acortó la distancia entre ambos, situándose demasiado cerca, y, entonces dejándola de nuevo completamente anonadada, colocó la prenda sobre los hombros de ésta. Sin entender, _ parpadeó levemente ¿Por qué ha…? Sin embargo, al descender la mirada hacia su torso, se dio cuenta del motivo por el que había hecho eso. Un leve sonrojo cubrió sus mejillas, un poco abochornada, mientras cogía los bordes de la capa para cubrirse más con ella.. Con el furor del momento, sin darse cuenta se había enfrentado al hombre, lo había arrastrado por todo el pasillo y lo había lanzado escaleras abajo delante de todo el mundo con la camisa completamente desabrochada, mostrando parte de su torso a todo el mundo.

-Maldita sea…-Susurró por lo bajo, tapándose parte del rostro con una mano. Bajo su tacto, notó cómo su piel se encontraba caliente. Menuda vergüenza...

-Aura-Le llamó Levi con un ligero tono de voz grave y casi imperceptiblemente tenso. Escuchar su nombre falso en los labios del moreno se sintió extraño-¿Estás bien?

Los ojos grises de la morena ascendieron hasta conectarse con los del hombre que tenía frente a ella. Sin poder evitarlo, su corazón palpitó emocionado contra su pecho, enviando una nostálgica sensación cosquilleante en el estómago y en las manos. No obstante, antes de que se pudiera sumergir en ese lago profundo, dándose cuenta de a donde se dirigían sus sentimientos,_ movió casi imperceptiblemente la cabeza, sacudiéndose aquello de encima.

-Bueno, podría estar mejor...Aunque me duelen un poco los puños- Le indicó alzando una de sus manos. A través de la luz de las velas colocadas en las paredes, se pudo ver como la piel situada sobre sus nudillos se encontraba en carne viva, lastimada y sangrando un poco. Todo producto de la brutal paliza que le había metido a aquel pervertido asqueroso. Si era sincera, en aquellos momentos se encontraba hiper relajada y menos estresada que antes- Joder. El cabrón sí que tenía la cara muy dura…

Pillando a la morena con la guardia baja, un pequeño sonido que no escuchaba desde hacía mucho tiempo procedente del hombre la sobresaltó levemente. Abriendo un poco la boca, _ pudo captar cómo los ojos gris azulado de Levi se encogieron, divertidos, por un fugaz momento para después volver a su inexpresividad e indiferencia habitual. Con un poco de rabia, tanto por su parte como por la situación, muy en el fondo de la morena deseó que aquel maldito pañuelo que cubría parte del rostro del hombre no existiera.

Instantes después, ambos morenos volvieron a su habitación y cerraron la puerta con llave. Mientras Levi colocaba la cena en la mesa, _, tras abrocharse la camisa, se adentró en el baño y comprobó, para su desgracia, que el agua que había en la bañera ya se había templado. Con un chasqueo de lengua, maldijo al imbécil que había intentado sobrepasarse con ella ya que ahora tendría que volver a calentar todo. Entre gruñidos e insultos por lo bajo, volvió a colocar el agua en el depósito y a calentarla poco a poco hasta conseguir de nuevo toda la bañera repleta de agua caliente. Cerrando la puerta, se desnudó completamente y se metió en el agua, dejando ir un suspiro de placer cuando su piel hizo contacto con el agradable calor. Relajándose, apoyó su nuca en el borde de la bañera y observó con tranquilidad como el vaho que desprendía el calor del agua ascendía hasta el techo, dejando ir su mente.

Si...Si no se hubiera dado cuenta...Si no hubiera escuchado al hombre intentar entrar… No. _ sacudió la cabeza, causando que de sus cabellos rizados cayeran gotas en el agua. No tenía sentido pensar en aquello. Podría haber sido una posibilidad. Una aterradora posibilidad. Pero no había ocurrido. Había estado lo suficientemente atenta para captarlo antes de que hubiera sido tarde y no ser sorprendida en una peor situación. Sí. Debía felicitarse por ello, pero…

"Espero que seas igual de fogosa cuando te folle muy duramente"

Un escalofrío recorrió su espalda mientras una desagradable sensación se situó en su pecho. Apretando los labios, se cogió los codos, abrazándose a sí misma. No quería darle mucha importancia pero… Debía admitirlo. Una persona había querido atentar sexualmente contra ella. La había denigrado. Y tratado con un mero objeto. Por fortuna ella había podido manejarlo dada su experiencia en combate pero… ¿y las que no? ¿Habrían corrido la misma suerte que ella o…? A causa de las náuseas, la bilis ascendió por su garganta, al, siquiera, plantearse la existencia de otra opción. No obstante, se obligó a mantener todo en el interior de su cuerpo.

Queriendo evadir su mente, se enjabonó el cuerpo y el cabello, como si quisiera limpiar aquellos tormentosos pensamientos y recuerdos. Después de un tiempo, la espuma cubrió por completo la superficie de la bañera conforme más frotaba contra su piel y cuero cabelludo. No fue su intención, pero del roce, la superficie de su epidermis se empezó a enrojecer, debido al maltrato que la morena ejercía en su contra. Cuando se dio cuenta de ese hecho, _ dejó ir un suspiro agotado, decidiendo que era mejor enjuagarse y salir.

Minutos después, cuando estuvo arreglada, la morena abrió la puerta y se adentró en la habitación contigua, con un nuevo cambio de ropa y el pelo rizado un poco húmedo. Sus ojos grises recorrieron el lugar en penumbra, iluminado levemente por la luz de una vela; encontrando a su compañero sentado en la mesa con la cena servida, bebiendo una humeante taza de té. El ver el alimento dispuesto para ellos causó que sus tripas se revolvieran con hambre y la boca se le hiciera agua. Casi parecía que había pasado un día sin comer. Por ello, sin querer esperar más para complacer a su cuerpo, _ caminó casi apresuradamente hasta sentarse en la otra silla, siendo seguida por los ojos gris azulado de Levi.

Con las orbes brillando de emoción, _ cogió el trozo de pan que había junto a su plato y lo alzó dirigiéndose directamente a su boca.

-¿Has limpiado la bañera después de utilizarla?-Quiso saber el capitán, deteniendo el movimiento de su subordinada. La voz grave y firme del hombre le indicó que más le valía responder antes de morder aquel alimento. Ante la higiene, Levi no se andaba con bromas. Aunque en realidad, nunca lo hacía.

Chasqueando la lengua con fastidio, _ asintió, lanzándole una fugaz mirada de advertencia. "Maldito obsesivo de la limpieza" gruñó en su mente de mal humor, ya que le había interrumpido su primer bocado. Por otro lado, Levi o no la captó o decidió ignorarla, pues a pesar de ese aviso silencioso por parte de la morena, siguió hablando.

-¿También el suelo?

-¡Sí, por todas las murallas, está todo como si no hubiera pasado, joder!¡Tanto la bañera, el suelo, el agua, el maldito espejo y mi ropa usada!¡Lo he limpiado todo!-Exclamó empezando a enfadarse y desesperarse, señalándole con el pan que tenía en la mano. Maldita sea, había sido un día largo repleto de emociones. Su cuerpo estaba en las malditas últimas. Ya no estaba para aguantar aquello. Sólo quería comer un poco e irse a la cama a dormir- ¿Hay algo más que quieras saber, Edward, o ya puedo cenar tranquila?

Levi mantuvo por unos segundos su mirada iracunda, con una expresión de más absoluta indiferencia. No obstante, como si hubiera captado algo que no había reparado, sus ojos grises azulados, de pronto, se desviaron del rostro de la morena. Entonces, su mirada se afiló.

-¿Y tus heridas?-Aquello pilló por sorpresa a la morena.

Alzando sus cejas negras, _descendió sus ojos grises hacia la lesión que había mencionado el hombre, fijándose que era cierto que no se había tratado las heridas que la pelea le había causado. Se le habían olvidado completamente. Por mucho tiempo, se había sumergido tanto en sus pensamientos que no había reparado en ellas hasta que Levi lo había aludido. Y la verdad es que sí era necesario tratarlas. De los rasguños más profundos, surgían pequeñas gotas rojizas muy líquidas debido al previo contacto con el agua. Sin que la morena se hubiera dado cuenta, había manchado parte de su camisa blanca y la mesa. No eran graves, pero, dadas las condiciones higiénicas y salubres del lugar en el que se encontraban en estos momentos, era mejor evitar cualquier tipo de infección o contacto que pudiera desencadenar algo más complicado.

Mientras la morena estuvo concentrada examinándolas, no se dio cuenta de que Levi se había levantado y había cogido una cosa hasta que lo vio volverse a sentar en la silla que tenía frente a ella. Después de mirarle con un gesto de extrañeza, sus ojos captaron aquello que había cogido y que ahora se encontraba entre sus manos. Su botiquín de emergencias.

-Dame-Le indicó refiriéndose a sus manos con su típico tono vacío pero con una mirada suave. No obstante, _ no se dio cuenta de esto último.

Ante aquel extraño mandato, el ceño de la morena se frunció.

-Puedo hacerlo yo sola- Le llevó la contraria sintiéndose un poco ofendida. Manteniendo el gesto facial, se pegó al pecho la mano, todavía con el pan entre sus dedos.

-Es mejor si lo hago yo- De manera imperceptible, la voz del moreno sonó una pizca cansada. La mano del hombre se extendió por encima de la mesa, señalando con el dedo índice - Tienes ambas manos heridas.

- He dicho que soy capaz de hacerlo- Continuó tercamente negándose a que el hombre le ayudara. No. No iba a dejar que la tratara como una maldita niña. Ella anteriormente se había curado a sí misma la maldita pierna. Podría perfectamente hacer aquello sin ningún problema.

No obstante, a pesar de la continua negativa de _, no surgió ningún efecto ya que el moreno que tenía enfrente era igual de cabezota que ella. Por ello, esta vez fue Levi quien frunció el ceño, empezando a molestarse por el comportamiento de la morena.

-Y yo que me las des. Es una maldita orden de tu marido- "capitán" quiso decir entre líneas. La voz del hombre se escuchó un poco ronca, debido al fastidio de la tozudez de _.

Sin disimular ni un poco, _, después de chasquear de manera sonora la lengua, esbozo una mueca de molestia. Levi estaba jugando muy sucio. Emplear en aquellos momentos su superioridad jerárquica era completamente rastrero. Pero efectivo ya que no se podía negar. Por ello, todavía más molesta y maldiciéndolo en su interior, dejó el pan sobre la mesa con un movimiento furioso y extendió sus manos por encima de la mesa, dirigiendo hacia el hombre una mirada oscurecida.

Completamente indiferente a la actitud hostil de la morena, Levi se concentró en curar las heridas tras sacar los instrumentos que le serían de utilidad y apartar un poco la cena que había sobre la mesa. A través del reflejo de la luz de las velas, sus ojos gris azulado brillaron completamente sumergidos en su tarea. Con delicadeza, los dedos largos y delgados del hombre cogieron entre sus manos las de la morena, acercándose a su rostro para poder observar mejor las lesiones.

Un leve rubor recorrió las mejillas de _ ante la primera reacción en cadena ante el contacto. Cada roce que hacía Levi sobre su piel, está casi estallaba en llamas. Parecía que su cuerpo se encontraba en aquellos momentos sumergido en un lago repleto de felicidad. Aunque odiando ese comportamiento en ella misma, agradeció a las tres murallas que el lugar estuviera lo suficientemente oscuro como para casi imperceptible. Y, a pesar de estar molesta por ello, _ no quitaba los ojos de encima de Levi. No podía.

Sin embargo, la aplicación de alcohol por parte del hombre directamente sobre las heridas causó que de golpe todas esas sensaciones se fueran y, mientras esbozaba un gesto facial de dolor, _soltó un pequeño grito de queja.

-¡Joder!-Exclamó la morena mientras apretaba los dientes ¡Cómo escocía!

-Tsk. Debería haberte avisado-Murmuró Levi sin siquiera mirarla, todavía completamente absorto en su tarea- Aguanta. Aún no he terminado.

Una vez más, la gasa repleta de aquel líquido infernal rozó las lesiones de sus manos, provocando que _ emitiera un ahogado gemido de dolor.

-No hace falta que lo sientas-Gruñó con una voz muy tensa- Todo esto es por mi culpa. Si solo lo hubiera dejado inconsciente y me hubiera esperado a que llegaras, la situación sería distinta. No tendría las manos así ni habría llamado demasiado la atención…¡AGH!

-No digas tonterías, Aura-Habló tras haberle pasado de nuevo. De nuevo, aquel nombre ajeno a ella- Puede que hayas actuado de manera impulsiva, no la has cagado demasiado- Los ojos grises de _ casi taladraron el rostro de Levi, exigiendo en silencio aclaración-Sí, hemos llamado la atención. Pero gracias a eso, hemos dejado claro que sabemos defendernos y, además, tenemos al dueño de nuestro lado. No dejará que se metan con dos personas procedentes de la superficie en su propio prostíbulo. Y menos aún, con la Policía Militar haciendo su trabajo.