Sirius no podía creer lo que estaba escuchando. Eso era completamente imposible, porque de ser así, significaba que todas las cosas que su prima decía sobre el viejo director eran ciertas.
Alejó su mirada de los orbes oscuros de la bruja y los posó en aquellos azules, cándidos y vivases, esperando por la respuesta a su pregunta no hecha.
Dumbledore por su parte estaba casando. Ciertamente todo con lo que tenía que lidiar día tras día le estaba pasando la cuenta. Después de que Bellatrix le salvase la vida, se había dedicado a fraguar planes de acción y así evitar la inminente muerte de Harry. No obstante, se le hacía más difícil a medida que el tiempo seguía corriendo y lamentablemente, las manecillas del reloj no paraban. No encontraba una solución lo suficientemente buena y la perdida de Harry en algún momento era más que clara.
—Potter es un Horrocrux…, ¿no es cierto? —volvió a preguntar Bellatrix, tomando la mano de Sirius con la suya. Le era tremendamente complicado entregar consuelo a otra persona, soporte o apoyo, pero en momentos como esos pensaba en qué haría su Nellie durante esas situaciones. Probablemente también le estaría tomando la mano, le dejaría una caricia en el dorso o tomaría su brazo para apretarle fuerte. Si eso no funcionase, la tomaría nuevamente de la mano y la sacaría volando de allí, así que intentaba emularla lo mejor posible. Sería complicado tener que saber aquello con el animago allí, más que nada por su temperamento, pero era algo necesario. Ella odiaba cuando la gente le ocultaba cosas, así que tampoco sería quien le mintiese a su primo…, si tenía que saber lo que estaba sucediendo, que fuese de inmediato, aunque le doliera la realidad. Tener la información de todas las cosas que podían estar pasando a su alrededor era mucho mejor, porque así no ocurría nada de improviso. Si no se sabe nada, todo es un caos y se toman decisiones apresuradas. Bellatrix no quería que Sirius reaccionase a lo loco cuando llegara el día en que el minúsculo dato de que Potter tenía un trozo del alma de Voldemort se supiera. No quería que se sorprendiese ni mucho menos que le vieran la cara de imbécil…, como se la estaban viendo a su ahijado. Era mucho mejor que se enterara de todo en esos minutos.
Si eran tan parecidos como decían, su reacción podría ser dividida en dos opciones.
La primera, claramente sería despotricar contra todo el mundo y gritarle a los cuatro vientos todas las verdades al viejo mago. La segunda, sería quedarse callado, retraerse y esperar a tener más información, para así ir moviéndose a pasos seguros. Tenerle tomado de la mano solo hacía que la segunda opción fuese la que tomase Sirius, pero era tan impredecible como ella misma.
—No creo que sea adecuado conversar de eso ahora Bellatrix, querida. —murmuró Albus, sin perder su calma y serenidad.
—Sí, sí que es necesario —retrucó ella —. Me he estado arriesgando a entregarte los objetos que tienes ahora. Tuve que preocuparme a su vez por la seguridad de mi hermana, cuñado y sobrino. Mandé a mi marido para que reclute partidarios a tu maldito "Bien Mayor" y me dices que no es adecuado hablar de que Potter tiene un puto pedazo del alma de Él dentro. ¡¿Estás loco?!, ¡claro que hay que hablarlo ahora!. Yo no pienso dejar la seguridad que me prometiste en las manos de un mocoso que no tiene idea lo que está cargando. Hasta ahora solamente te has dedicado a manipular al chico y a todos los idiotas que te hacen caso hasta cuando respiras. No le has dado entrenamiento, no tiene idea de cómo batirse realmente en un duelo, porque si lo que sabe es lo mismo que mostró meses atrás en el Departamento de Misterios, te aseguro que está más que muerto. El bando contrario al tuyo no va a venir a conversar Albus, viene a matar…, y no te has dedicado a entrenarlo. Es tu mejor arma y no tiene idea de cómo defenderse adecuadamente. Draco me contó lo que estuvo haciendo en su quinto año, todos tus alumnos practicaban hechizos de defensa y ataque solos, bajo la mano de Potter, ¡pero son unos críos enseñando a otros críos!, ¡¿cómo puedes dejar en manos de un mocoso el resultado de una guerra?! —
Estaba comenzando a enojarse, porque uno de los idiotas que seguía al viejo mago desde su juventud, era aquel que tenía tomado de la mano.
—No es muy diferente a lo que hizo Voldemort contigo querida —puntualizó el viejo mago.
Apretando su mano libre en un puño, depositando su rabia en las largas uñas que se enterraban con fuerza en la palma de su mano, contestó: —Por lo menos Él nunca me ocultó sus planes. Siempre me decía lo que haría, lo que tenía pensado hacer y cómo haría esas cosas. No me manipuló, no me mintió ni me ocultó nada. Me dijo que me entrenaría y me haría la bruja más poderosa y lo hizo. Si quería matar gente, lo decía, si quería secuestrar, torturar o que le guardara un puto Horrocrux, lo decía. Tú en cambio sueltas las cosas por gotas…, no entregas toda la información y dejas que tus seguidores estén ciegos. Estás dejando el final de esta guerra en manos de un crío y él no tiene puta idea de lo que significa en esta lucha. Todos lo tratan como un niño, pero no se dan cuenta que ocultarle las cosas es peor. ¿Qué pretendes?, ¿qué llegue el día de la batalla y simplemente soltarle que se tiene que dejar matar?. No me vengas con que no es diferente de lo que hace Él, Dumbledore…, porque es muy diferente —. Estaba molesta, dolida y defraudada. Nuevamente, alguien la usaba para sus beneficios. Voldemort en su momento la tomó como su mejor seguidora, como alguien que haría todo lo que él ordenase sin poner quejas. Ahora, el hombre al que todos le entregaban su confianza estaba haciendo lo mismo, pero escudándose en que era un ser de luz…, solo que era igual a quien le entregó su lealtad en el pasado.
—¿Es cierto?, ¿es cierto que Harry tiene un Horrocrux dentro de él? —. Sirius estaba silencioso, porque quería escuchar todo lo que tuviesen para decir sus acompañantes. Tuvo el impulso de ponerse a despotricar contra todo el mundo, pero se calló, se aguantó y prefirió tener toda la información posible. De algo que sirviesen las veces en que su padre le decía: "Un Slytherin y un Black actúan teniendo toda la información posible. Después de eso, sigue escuchando, porque nunca se puede confiar en lo que escuchaste antes". Nunca tomaba en cuanta las palabras de los insufribles de sus padres, pero al parecer le serían de ayuda en esta ocasión.
Tener la mano apresada por Bellatrix le ayudaba en que no saltase a golpearle la cara a quien seguía siendo su guía. No obstante, se le estaba haciendo difícil.
Su prima tenía un punto certero y es que dentro de todos los años que llevaban bajo las directrices del director, siempre se movían de forma lenta, sin mucha información relevante más allá de la que todos conocían y últimamente se estaban viendo de manos atadas. Tonks y Moody comentaban lo que podían recabar del Ministerio. Ahora con infiltrados era mucho más difícil tener información fidedigna y eso los dejaba con mayor desinformación que antes. Tenían claro que Voldemort ya estaba moviendo sus hilos e influencias dentro del Wizengamot, en el Departamento de Aurores y todo recoveco existente.
—Albus…, necesito que me digas si eso es cierto y lo que significa. ¿Harry tiene un Horrocrux dentro de él? —volvió a preguntar, esperando tener la respuesta que esperaba. ¿Qué esperaba?, un "no, no es cierto" claramente, pero tenía algo en contra, y es que su prima pocas veces se equivocaba en sus conjeturas.
Albus Dumbledore, mago catalogado como ser de luz, líder de quienes querían liberar al mundo mágico de la amenaza impuesta por Lord Voldemort, impulsor del mensaje filosófico "Por el Bien Mayor", sabía que no podía mentir en esta ocasión. Habría preferido guardarse aquella información para el futuro, para el momento que fuese necesario revelarla, pero ya estaba cansado y tenía frente a él a una de las personas más capaces de seguir adelante con sus planes. Una mujer que, en su pasado, podría haberle derrumbado todo, pero que ahora, tenía un juramento con él de por medio.
Soltó una exhalación cansada y respondió —Es cierto Sirius…, Harry tiene dentro de su cuerpo un pedazo del alma de Voldemort —.
Un balde de agua fría cayó sobre Sirius…, al menos fue eso lo que sintió. No tenía claro lo que aquello podía significar, pero sabía que nada bueno traería consigo. Las palabras "dejarse matar" rebotaban en su mente como una pelota saltarina. Soltó la mano que tenía entrelazada con Bellatrix y recibiendo una mirada por parte de ella, pasó su brazo alrededor de su cintura, proyectando sus inseguridades en ese gesto. Necesitaba un apoyo físico y emocional…, nadie más que ella se lo podría entregar y dio gracias al universo porque la bruja no se alejó, sino que acercó su cuerpo mucho más al suyo.
—¿Qué…? —respiró profundo, dejó salir el aire de sus pulmones paulatinamente y siguió —, ¿qué implica eso? —.
Dumbledore posó sus ojos azules en los grises del animago, viendo el miedo y nerviosismo que recorría el cuerpo del menor. Entendía la preocupación que podía estar sintiendo, pero ya que estaban en esa situación, no sacaba nada escondiendo la realidad. —Implica, que llegado un momento…, cuando Voldemort esté débil, Harry tendrá que morir… —
—¿Qué?..., estás bromeando…, ¿cierto?. ¡¿Estás mintiendo?! —. Sirius no lo podía creer y se tuvo que sentar en la butaca que apareció detrás de él. A su vez, vio de soslayo como Bellatrix pasaba a su lado y se ponía detrás del respaldar, apoyando las manos sobre sus hombros. Le estaban diciendo que su ahijado, el hijo de su mejor amigo, el chico que prometió cuidar por el resto de su vida, tendría que morir para que todo el mundo pudiese vivir feliz…, para que el peligro se fuese y el mundo mágico no estuviese en constante lucha.
—Siri… —susurró Bellatrix, sin saber qué hacer ahora. No tenía idea de qué era lo correcto en esos casos, no había estado en una situación similar antes y eso solo la ponía en un estado de frustración, la dejaba en la nada misma y ya no le servía pensar en qué haría Nellie en ese caso…, estaba a la deriva.
—La visión de Sybill lo dijo claramente…, ninguno de los dos vivirá si el otro sobrevive. Eso quiere decir que al final, Harry tendrá que enfrentarse a Voldemort para terminar con todo esto. En su momento, cuando Tom se hizo con la profecía que lo incluía a él y a un bebé nacido el último día del séptimo mes, no entendió completamente el mensaje, porque quien le llevó la información no escuchó todo lo que Sybill dijo esa noche. La misión al Departamento de Misterios era para poder obtener la profecía y así saber todo lo que estaba en ella, por eso era tan imperativo que los Mortífagos la consiguieran. Tom malinterpretó el mensaje y se apresuró el día en que fue a Godric. Señaló a Harry como su igual, así que eso fue el comienzo de su fin. No escuchó la información completa y falló. En su abrupta acción, dejó un trozo de su alma en Harry…, porque el amor de Lily le protegió del maleficio asesino. Tenemos que destruir todos los objetos que contengan el alma de Tom, para que después cuando esté débil, Harry se pueda enfrentar a él.
—Muy bien, ya tienes dos en tus manos, ¿sabes al menos cuales son los que te faltan?, ¿cómo los vas a obtener todos? —preguntó Bellatrix, dejando una caricia en el cuello de Sirius, quien estaba demasiado tenso escuchando todo.
—He destruido dos, el anillo de los Gaunt y el diario de Tom. Ahora tengo el relicario y la copa…, supongo que hay otro en Hogwarts, puede que, en esta misma sala, pero no lo sé con certeza. Ya solo quedaría Harry —respondió Albus, sintiendo lástima por el semblante que mostraba el antiguo Merodeador.
—¿Has pensado en Nagini?. Es decir…, se la pasa pegado a ella y hasta llegué a pensar a su momento que le va la zoofilia, porque de verdad que no se despegan. Así que puede que ella también sea uno. Si es así, va a ser más difícil tenerla —comentó la bruja, sopesando realmente sus palabras. Todas las veces que tenían reuniones con Él, la méndiga serpiente se la pasaba de un lado para el otro como la dueña y señora del lugar, así que era muy probable que tuviera algo de su dueño dentro.
—Sí, es una posibilidad —susurró Dumbledore, maravillado por la sagacidad de su antigua estudiante. "Gran alianza esta, ciertamente" se dijo.
—¿Qué haremos ahora?, no puedes esperar que me quede de brazos cruzados sabiendo que Harry tiene que dar su vida. No trates siquiera de pedírmelo Albus, porque lo tomo del brazo y me lo llevo…, que se joda todo el mundo, pero a Harry no lo pienso entregar —dictaminó Sirius, más que seguro de sus palabras. No dejaría que nadie dañase a su ahijado más de lo que lo hicieron hasta esos momentos.
—No hay nada que se pueda hacer Sirius, me temo —.
Bellatrix se quedó en silencio durante unos segundos, sabiendo que sí había algo, pero que no le agradaba para nada. No obstante, ya estaba resignada. Se sentía como esa niña pequeña que hacía de todo para que su primo tuviese una sonrisa en el rostro y no la dejase sola, así que sin darle muchas vueltas al asunto dijo: —Sí que hay algo… —esperó unos segundos para asegurarse que tenía la atención de ambos. "Hay que ponerle dramatismo a todo, eso es bueno" pensó, luego continuó —, nos aseguraremos de que el inservible de Potter haga algo bien y lo llevaremos a la casona. Lo vas a entrenar y te asegurarás de que sepa defenderse. Me llevaré a Draco también, porque aunque se haga el que está enojado se muere por estar con Nancy y así te quedas tranquilo —habló mirando a su primo, quién se había volteado en su asiento con asombro.
—¿Lo dices en serio? —. El animago no podía creer lo que estaba escuchando, y sentía las ganas de levantarse de un solo salto para abrazar a su prima.
—Sí, pero no hagas escándalo por esto. Solo te estoy diciendo que te lleves a Potter a mi casa y que lo entrenes. No quiero tener que verte deambulando de un lado para el otro con cara de muerto en vida. Te lo traes, lo entrenas y así me dejan tranquila —respondió quitándole la importancia al asunto —. Ahora Dumbledore, yo me llevo a Draco y ni se te ocurra pensar que se va a reunir con Lucius, porque voy a tener que quemar mi casa solo por el hecho de que mi sobrino vuelvas con las pestes que se trae ese rubio. No quiero más mentiras y engaños…, porque no te ayudo más, me voy y te cagas con todo lo que pase aquí.
—Una idea maravillosa, no me esperaría menos de ti querida —elogió el mago, con una sonrisa en el rostro —. Ya pueden retirarse queridos, tienen muchas cosas que ultimar y a mí me esperan unos hermosos caramelos de limón. Que tengan buenas noches —. Diciendo eso, vio como Sirius y Bellatrix se iban reticentes del salón perdiéndose por las enormes puertas. Una sonrisa más grande se formó en su rostro, puesto que ya tenía dos cosas menos en las que preocuparse. La responsabilidad de que Harry se preparase estaba en las manos de la anterior mejor seguidora de Lord Voldemort y eso no se podía obtener todos los días. Las cosas salían siempre como él esperaba.
Fuera de la Sala de Menesteres, Bellatrix y Sirius se encontraron con Draco y Harry, quienes estaban teniendo una acalorada discusión. Al verles, dejaron de lado sus alegatos, prestándoles completa atención.
—Nos vamos —ordenó Sirius, quien aún estaba con demasiados sentimientos encontrados. Por una parte, tenía demasiada rabia. Saber que su ahijado estaba caminando en falso le ponía los nervios de punta. Saber que llegaría el día en que nadie más que él podría resolver el conflicto que se fraguaba hace años le descolocaba y no sabía que pensar realmente de eso. Por el otro lado, la actitud de Bellatrix le había sorprendido en demasía. Ella no era alguien que se prestase para ese tipo de cosas. Si no la beneficiaba a ella, no se metía y punto. Le había sorprendido que ofreciera su casa, sus instalaciones y todo su espacio para que entrenara a Harry, sin siquiera él tener que pedírselo, dejando de lado el que le había dicho a su ahijado que no le quería cerca. Cada día que pasaba se enamoraba más de ella, y esto solo era una situación que se sumaba a lo maravillosa que era su prima ante sus ojos.
—¿Adónde nos vamos? —preguntó Draco, suponiendo que el traidor le estaba hablando a él.
—Nos vamos a mi casa. Tú también Nancy…, te vienes con nosotros. Los quiero calladitos para que así se vean un poquito más bonitos. Aunque lo dudo —espetó Bellatrix con seriedad sepulcral en su rostro. Sin dar más explicaciones, siguió su camino y dejó a los hombres detrás de ella, repiqueteando sus tacones en el suelo a medida que avanzaba.
—Allá les explico —murmuró Sirius, dando avance a sus pies para así no perder a la mujer que le dejaba embobado a cada segundo que los días avanzaban.
