Cuando llegaron al apartamento, Kyo ya no tenía trazas del medicamento y pudo levantar el cuerpo de Iori con facilidad. Agradeció a Terry y este se limitó a sonreír y asegurarle que dejaría el auto en el aparcadero abierto de la zona.
Cargó a Iori al mismo apartamento en el cual no hacía mucho habían pasado algunos días.
Llevó el cuerpo hasta la sala de estar y se dispuso a hacer un análisis de los daños. Tras poner a llenar la tina con agua caliente, le retiró la chaqueta y desabrocho lo que quedaba de la camisa. Cuando terminó de desnudarlo casi a totalidad sus manos ya se movían con cautela, abordado por una conciencia íntima entre ambos, que divergía mucho de las anteriores ocasiones en que lo había curado.
Palpo su piel pálida y muy fría. Revisó las heridas y magulladuras que empezaban a oscurecer, necesitaba limpiar pronto los cortes y calentar el cuerpo. Sopeso con delicadeza las innumerables marcas pálidas, viejas y recientes, y dejó descansar su palma tibia sobre el pecho del pelirrojo. Iori siempre había estado enredado en situaciones que terminaban por dañarlo. Ya fuese por Orochi, los enemigos de turno o incluso el mismo Kyo.
El castaño se preguntó cómo, por más que intentaba ayudarlo, siempre terminaba herido. Apretó la piel de Iori con sus dedos y concentró su propia energía, imbuyendo algo de esta en el pelirrojo. La palidez de su piel pareció teñirse un poco, pero el dolor intenso que punzó dentro de su pecho le hizo frenar abruptamente inclinándose sobre Iori.
Gruñó con desagrado. Majime Kagura le había advertido de no usar su energía en unos días, inicialmente. Y que se abstuviera de utilizar las llamas Kusanagi en un tiempo aún más prolongado. Su estado era igual al de apenas una semana atrás. Habían logrado retener el flujo del poder Kusanagi, pero aunque Ankoku ya no estaba bloqueando la posibilidad de curarse, aquella herida seguía abierta y amenazante de momento.
Suspiró con amargura. Se cuestionó que tanta utilidad podría tener en ese estado, pero considero finalmente que lo mejor era no jugar con su suerte tan pronto. Levantó en brazos el cuerpo desnudo de Iori, su semblante inmutable seguía con la misma respiración profunda y lenta, totalmente desconectado de su entorno.
— Hm...casi que podría abusar de ti y ni te darías por enterado. — Habló Kyo en voz baja con algo de jocosidad, sabiendo que no saldría ninguna respuesta aguda de aquel hombre inconsciente—...me gusta más cuando refutas, Yagami. — Volvió a susurrar intentando mantener un semblante afable y lo cargo por el pasillo rumbo al baño.
Iori entreabrió los ojos presa de un sopor aturdidor. La primera sensación fue la de un tacto caliente que lo envolvía casi a totalidad, contrastando con uno algo frío que le rozaba punzante en la espalda. Miró lentamente a su alrededor y percibió su cuerpo desnudo sumergido en agua humeante. Reconoció quedamente el baño donde se encontraba y giró de soslayo, apreciando la figura que tenía a un costado de la bañera.
— Es mejor que no te muevas, ya estoy terminando. — Habló Kyo con voz mandona pero suave. Su tacto era delicado y el pelirrojo percibió el dolor de la herida algo distante.
Iori suspiro sintiendo el cansancio prevalecer mientras a través de una película de sueño apreciaba como el castaño mantenía la mirada fija y seria en la labor. Su palidez había desaparecido y la determinación en su postura primaba. Se denotaba lleno de energía y bastante recompuesto.
El cuerpo del pelirrojo se inclinó en dirección a Kyo de repente, con lenta determinación y antes de que este pudiese protestar ya la boca de Iori se había cerrado sobre la del castaño ahogando las palabras. El beso inició brusco pero se dulcificó al instante.
Sorprendido, Kyo se paralizó un momento antes de responder al gesto y enterrar sus dedos dentro del cabello húmedo de Iori. Una mediana sonrisa se dibujó en el castaño tirando con suavidad del cabello de Iori hasta posar su cabeza sobre losa de la bañera.
— Por poco logré terminar. — Dijo Kyo algo juguetón mirando a Iori. Sus ojos se denotaban apagados, cansados, pero aun así había cierta intensidad escarlata en su mirada.
—...estas bien. — Dijo Iori en tono casi inaudible, como si hablara para sí mismo. Su semblante parecía enajenado, como si estuviese a punto de perder el conocimiento una vez más.
— Si. Gracias a todos. En especial a ti. —susurro Kyo con condescendencia acercándose al rostro de Iori—. Ahora debes descansar, no me iré a ningún lado Yagami.
La sonrisa que Iori le ofreció a Kyo estaba tan cargada de una inusitada delicadeza y de una completa sinceridad, que pareció casi infantil. Una expresión que solo un estado disociado como ese podría orquestar. Algo que Kyo sabía que tal vez nunca volvería a ver. Un gesto tan dulce.
El pelirrojo cerró los ojos complacido con algo que Kyo no estaba seguro de comprender y se quedó dormido una vez más.
—...que voy a hacer contigo Yagami...— Susurró el castaño deslizando la mano tibia y húmeda por el rostro dormido del pelirrojo, que había vuelto a perder el calor.
Lo besó con un roce sutil, cariñoso, y lo sacó del agua.
Cuando regresó de darse una ducha caliente, revisó la temperatura de Iori para denotarla igual de baja. Gruñó inconforme y despojándose de la toalla deslizó su cuerpo tibio bajo las mantas y atrajo al pelirrojo hacia su calor corporal.
El contacto con la piel helada lo hizo estremecer y envolvió el cuerpo dormido entre sus brazos. Iori no se inmuto y Kyo extendió otra toalla doblada, secando los trazos de humedad en su cabello.
— Vas a tener que pagar bastante por estas atenciones de lujo Yagami. — Habló con tono divertido, pero su sonrisa desapareció ante el calor corporal perdido en tan pocos minutos.
Kyo miró con gravedad sopesando la debilitada emanación energética que provenía de Iori. Incluso la esencia de Orochi parecía hibernar, casi imperceptible.
Apretó a Iori contra sí y cerró los ojos concentrándose. Tal vez si enfocaba solo pequeñas dosis de su energía, lograría compartirla sin mayor daño.
Percibió aquella oleada desbocada dentro de su ser y deslizó por cada parte de su cuerpo esa candente intensidad. Al lograr distribuirla como una capa superficial y controlada de energía, la dejó envolver a Iori e inició el traspaso.
El cuerpo del pelirrojo empezo a retomar algo de color, y el frío impregnado en su carne empezo a menguar poco a poco. Pero controlar la cantidad compartida fue imposible. Una famélica demanda se erigió desde el pelirrojo, absorbiendo a bocanadas todo lo que Kyo le ofrecía. Un dolor intenso y lacerante abarcó cada parte del cuerpo de Kyo. Como mil agujas perforando su piel, luego sus músculos y finalmente sus pulmones y corazón.
—...solo un poco más...— Susurró con los labios apretados, sintiendo el calor crecer de forma natural en el pelirrojo. En ese instante el semblante menos pálido de Iori se le hizo borroso y oscurecido. El dolor fue aturdidor y Kyo no supo en qué momento dejó de percibir el entorno.
Iori recuperó la conciencia quedamente, como si aquel abismal agotamiento se hubiese aplacado un poco. Se vio a sí mismo inmovilizado entre los brazos desnudos de Kyo. Una de sus manos yacía caliente sobre su pecho y pudo percibir aquella esencia pacificadora arrebujando dentro de sí, como el roce cálido del amanecer tras una noche demasiado larga. Observó a Kyo quedamente intentando entender cómo había llegado a ese lugar, dado que su último recuerdo era haberlo visto salir de aquella casa desconocida. El castaño tenía una expresión extraña, compungida levemente. Como si en medio de la somnolencia lo acechara una pesadilla.
Iori espabiló reconociendo la causa y con un movimiento brusco arrancó la mano de Kyo de su pecho y alejó aquel tacto de su piel, recostandose contra el espaldar de la cama. El castaño parecía haberse quedado dormido de repente y con un roce algo frío entre la mejilla y el cuello le hizo espabilar con cierta brusquedad.
— ...Kyo. —
Este miró a su alrededor sorprendido. ¿Había perdido el conocimiento? Resintió un dolor suave en el pecho, pero nada más. Se inclinó hasta sentarse, mientras Iori volvía a recostarse en el espaldar de madera oscura.
— Aún no puedes usar tu energía, pero insistes en hacerlo. — Le reprocho Iori con desaprobación y Kyo aprecio como el pelirrojo se encontraba más lúcido y compuesto. Pero apesar de recuperar algo de color, el cansancio en su rostro era casi el mismo.
Kyo sonrió sin excusas.
— No sabía que estaba tan condenadamente débil. — Agregó con resentimiento. Odiaba esa maldita grieta que no lo dejaba usar su poder.
— No...solo fueron unos segundos...como si te desconectaras. Tal vez sea un nuevo método de autoconservación para cuando haces estupideces Kusanagi. Hace no mucho estabas al borde la muerte por si no lo recuerdas.
Kyo también se recostó sobre el espaldar y desvió la vista de Iori.
— Si, algo asi me contaron. — Respondió con tono despreocupado. — Pero ya estoy mejor. — Sonrió con cierto aire engreído.
— No gracias a tu absoluta mesura y cautela. — Refunfuño Iori molesto.
— Si me estás regañando apenas despiertas es porque estas mejor. Entonces no me arrepiento de nada. — Acotó divertido mientras el pelirrojo gruñia cansino.
— No quiero tener que volver a verte en ese estado...— Hablo por lo bajo Iori, con agotamiento.
— Y a mi tampoco me gusta verte así como estas. Pero siempre terminamos en lo mismo ¿No? Ya deberías estar acostumbrado.
Iori bufó
—...tú, lo dudo. — Agregó recostando la cabeza en la madera oscura.
— ¿Intentas decir que en mi privilegiada vida no he tenido suficientes adversidades para sopesar una más? — Entono Kyo con falsa indignación.
—...es una buena interpretación. — Sonrió Iori cerrando los ojos. Ya sin el fluir de la energía de Kyo, le pesaban los párpados.
— No deberías abusar de mi increíble amabilidad Yagami. — Amenazó Kyo divertido y un poco más indignado.
— ¿Que? —respondió Iori mirándolo con desdén—. ¿Crees que puedes conmigo solo porque me desnudaste sin darme cuenta?
— Hpm. Pude haber hecho mucho más y... — Respondió el castaño con tono jocoso pero guardó silencio al ver que Iori lo observaba con los ojos opacos y su cuerpo se deslizaba pesadamente a un lado.
— Eh, Yagami. — Agarró al pelirrojo por el costado y lo deslizó sobre las almohadas—. Es mejor si dejas de refutar y descansas.
Pero Iori ya había caído nuevamente en un sueño denso y pesado.
Kyo suspiró y reposó la cabeza sobre la madera mientras observaba al pelirrojo. Lo que sea que hubiese hecho iori para destruir los Hokora le había dejado completamente fuera de combate. Y aunque Majime le había contado a su manera lo que había sucedido en la casona cuando infiltraron a Iori, a Kyo seguía sin gustarle cómo procedieron.
Aun así una sensación cálida lo envolvió al imaginar a Iori disfrazado de Kagura, metiéndose en la boca del lobo solo por su bienestar.
Suspiró apagando la sonrisa. Habían pasado muchas cosas mientras se encontraba inconsciente y Iori no había sido el único herido en ese proceso. Justo todo lo que había querido evitar al involucrar más gente...gruñó recordando las palabras de Majime Kagura e inevitablemente rememorando su líder asesinada.
De alguna manera inexplicable ella había influido en todos para guiarlos por aquel camino. Chizuru, aun después de la muerte...cuanto increíble poder tenía esa mujer, cuestionó Kyo y recordó su forma reducida bajo aquella sabana. Su padre cayendo, el templo ardiendo...y la imposibilidad de usar todo su potencial desde aquella nefasta noche.
Tenía muchas dudas respecto a lo que había sucedido con aquel espíritu maldito, pero esas preguntas las guardaría para después.
Extendió la mano delicadamente e intentó evocar solo una pequeña flama. Esta se materializó con extrema facilidad, tiñendo de un cálido rojizo la piel circundante. Aún tenían ese color escarlata y las acompañaba un tenue pero punzante dolor. Apretó el puño con resentimiento pero la dejó desvanecerse.
Se recostó a un lado de Iori y lo observó dormir plácidamente. Este sería tal vez el mejor momento que podrían tener los enemigos para atacarlos, pensó Kyo con desagrado. Uno en el que Iori Yagami era incapaz de defenderse y Kyo Kusanagi incapaz de invocar su fuego para enfrentarlos.
Bufó. Como si necesitara el fuego para acabar con ellos, pensó con desprecio y extendió la mano hasta posarla sobre el pecho helado de Iori.
— Estaremos bien Yagami. — Agregó tras cerrar sus ojos, deseando que el sueño reparara todo lo que estaba mal en ellos.
Durante la madrugada Kyo fue despertado por gruñidos entrecortados de Iori.
Su temperatura había cambiado radicalmente, elevándose de forma desmedida y el castaño pasó lo que restaba de la noche refunfuñando mientras intentaba bajarle la fiebre.
La energía de Orochi parecía haber renacido inquieta, pero no alcanzaba a manifestarse lo suficiente. Tras largas horas de vigilancia el cuerpo del pelirrojo había vuelto a enfriarse radicalmente, retornando a la quietud del sueño comatoso.
Kyo maldijo cansado y subió la calefacción. Salió a hacer algunas compras rápidas y de regresó adquirió un par de bebidas calientes. Tras revisar a Iori, se acomodo en uno de los sillones para entrar en calor. Afuera nevaba con suavidad, pero el frío calaba. Revisó el móvil notando un par de llamadas perdidas.
Miró pensativo a pantalla un instante y susurro el nombre de Yuki inconscientemente mientras un malestar denso se le acentúo en el pecho.
Marcó a su madre como había acordado antes de abandonar la casona. Debía ser muy cuidadoso, en esta ocasión sabía que terminarían removiendo cielo y tierra para encontrarlo.
— Kyo. ¿Te encuentras bien? — Fueron las primeras palabras de Shizuka.
— Lo estoy, todo sigue en orden.
— Y...como…estás con él? — Preguntó con tono algo sombrío la mujer.
— Lo sabes bien...y si no es más madre. Ya cumplí con llamar. — Acotó con brevedad, no quería ahondar con ella ningún tema relacionado a Yagami.
— Espera Kyo, es sobre Yuki...está mucho más lúcida hoy, deberías hablar con ella. —hizo una pausa sin obtener respuesta del castaño—. Si sigues así, a este paso no va a querer verte de nuevo. —
—...y no la culpo si lo hace...—acotó Kyo en tono bajo—. Debo colgar madre. Estoy bien, luego me reportare de nuevo. —
— Kyo...—suspiro Shizuka—. Recuerda la reunión, debes llegar temprano.
— Lo sé, allí estaré. — Puntualizo y cortó la llamada.
El castaño dejó caer la cabeza sobre el espaldar del sillón y miró el techo. Al parecer Yuki no había mencionado nada sobre su encuentro, las palabras que cruzaron o las razones de su despertar. Y posiblemente no lo hiciera despues tampoco, sopeso Kyo con una densa sensación de culpa.
Yuki había sido alguien importante en su vida, y aún lo era, pero ya sus sentimientos hacia ella eran vagos, más fraternales, incluso desde antes de que Iori...
Se inclinó agachando la cabeza y dejó la bebida tibia a un lado.
Antes su mayor preocupación romántica era tener a su novia molestando. Ahora el peso de desdeñar un compromiso destinado era acompañado por un deseo imposible de tener a Iori en su vida.
Sonrió amargamente ante el cinismo que aquello implicaba. Después de todo se había convertido en lo que tanto habían deseado sus padres...en un sol eclipsado por la luna.
Se levantó dejando la bebida a medio terminar y se sirvió un vaso de whisky que se tomó en dos tragos. Resintió con una mueca la calidez que se acunaba en sus entrañas y pensó que ya tenía un método más eficiente para entrar en calor.
Regresó con Iori. No sabía cuánto tiempo le tomaría reponerse, pero nunca había necesitado demasiado. Así que tomó la decisión de descansar un par de horas antes de revisar de nuevo sus niveles de energía. Posó las manos sobre su abdomen y se dejó envolver por el sopor del sueño.
Cuando abrió los ojos la iluminación tenue y pálida de la habitación había desaparecido. En su lugar habían alargadas proyecciones de sombra que cruzaban frente a la ventana y se perdían en la penumbra de los rincones.
Se sentó de repente algo aturdido. Estaba de noche y se preguntó cuando maldito tiempo había dormido. Se inclinó a revisar a Iori, pero este no daba señales de haber despertado en ningún momento. Yacía en la misma posición, con el mismo ritmo lento de respiración.
Kyo suspiro preocupado, algo estaba muy mal. Se levantó y rebuscó en su teléfono, tenía varias llamadas perdidas de Benimaru. Se comió un par de snacks pequeños mientras regresaba la llamada desde la sala de estar.
La voz al otro lado de la línea era completamente ajena a la de Benimaru.
— Kyo Kusanagi. Es un placer escucharte de nuevo.
— Kagura. Era justo con la que quería hablar. — Agregó el castaño caminando con lentitud a lo largo del ventanal del recibidor.
— Se que tiene muchas dudas joven Kusanagi y espero poder aclararle algunas por este medio. Las demas, deberan ser en persona. — Puntualizó la mujer con un tono calmo y decente.
— Primero ¿Cómo están todos? — Preguntó el castaño con un aire más serio.
— Igual que como debe estar el joven Yagami, a menos que usted haya desoído mis recomendaciones. — Agregó con amabilidad.
— Se más específica Kagura.
— Como ya sabe, tanto el joven Yagami como la señorita Shiranui y Benimaru Nikaido, fueron tributos de poder para la ruptura del sello y posterior liberación del Yokai Ankoku.
— Eso ya lo tengo muy claro. Pero porque no ha despertado Iori. ¿Están así los demás?
— Me temo que si. El Espíritu al que alimentaron es bastante poderoso. Un ser encargado de equilibrar. Pero tanto por el sello como por el mal uso de su poder, tomó un camino diferente. Esto lo hizo más poderoso, incluso pudo haber evolucionado a ser una amenaza de la envergadura del mismo Orochi...si ustedes no lo hubiesen liberado. —
Un silencio denso se planto del lado de Kyo.
— Eso no responde por que Iori y los demás no despiertan... — Insistió.
— Lo harán joven Kusanagi. La demanda de energía de aquella criatura los dejó en su límite espiritual. Incluso al borde de que su espíritu no pueda mantenerse arraigado al cuerpo. Pero pronto recuperaran gran parte de la esencia que perdieron. Tal vez al joven Yagami le tome más tiempo reponerse, dado que no solo su espíritu fue agredido, sino que también lo fue su cuerpo al ser el contenedor del Yokai...y de paso el canal de transferencia de toda la desbocada energía que estaba intentando matarlo a usted. —la mujer suspiró un instante con dejo cansino—. La resistencia de Iori Yagami es sorprendente. Pero supongo que no se podría esperar algo diferente de aquel que carga con la maldición de Orochi y vive con tal intensidad.
Aquellas palabras dejaron un sabor amargo en Kyo. No entendía del todo porque, pero no le gustaron. Aquella mujer insistia en hacer comentarios agudos que no le había pedido.
— Cuánto tiempo les tomará.
— No más de una semana. Deberían estar despertando en algunos días. Si trajera al joven Yagami conmigo tal vez pudiese acelerar su recuperación también, por lo menos en lo referente a la energía. —
— De eso me puedo encargar yo. — Puntualizó Kyo cortante. Había algo en todo aquello que no le daba confianza. Esa mujer parecía saber mucho más de lo que había compartido con ellos y detestaba esa sensación de ignorancia.
— Tenga presente que usar su energía de manera prematura podría dejarlo en un estado de debilidad nada conveniente. Si no desea ayuda, permítame por lo menos obsequiarle una fuente alternativa que pueda darle algo de estabilidad a Yagami sama. Preparare una y le pediré a la señorita King que se la lleve. — Puntualizó la mujer con la misma amabilidad.
— Si sirve de algo, esta bien...por otro lado quiero saber que paso con el espíritu. ¿Qué logramos con todo eso de destruir el sello?
— Ese tema debemos abordarlo de forma personal. Hay varias implicaciones y razones por la cual estoy brindando toda la ayuda posible. Por el momento no se preocupe, espero que cuando el el joven Yagami esté mejor, puedan venir a visitarnos. — Puntualizó la mujer evadiendo la pregunta. Kyo gruño por lo bajo.
— Avísenme si despiertan los demás. — Finalizó Kyo.
Colgó y maldijo. Era fácil decir que iba a estabilizar a Iori, pero cómo demonios lo iba a hacer si no podía brindarle su energía. No creía que un talismán o alguna otra cosa extraña que enviará la bruja Kagura pudiese suplir lo suficiente.
Apretó el puño con rabia y sintió fluir dolorosamente su fuego hasta bordear la mano con un leve fulgor rojizo. Tal vez podría probar con Yagami que tanta energía era capaz de usar. Con buena práctica, hasta podría convocar algo de esas llamas carmesí sin inmolarse en el proceso.
Agarro otro snack y volvió al lado de Iori. En la mañana debía regresar a la casona Kusanagi para atender la visita de dos de los ancianos. Debían calmar la situación con Jung Kusanagi y la agresión involuntaria que se dio en el enfrentamiento. Por lo menos abrir las puertas a futuros diálogos, alcanzar a programar otra reunión donde se equilibre la balanza sobre el liderazgo del clan. En parte tenía la certeza de que no lo retarian a otro duelo después de lo sucedido.
De todas formas ya no le preocupaba igual. A pesar de la gran importancia que tenía, la resolución de los ancianos no lo perturbaba en absoluto por el momento.
En el peor de los casos lidiaría con las consecuencias de su oposición sobre cazar a Iori e intentaría influenciar al nuevo líder de no llevarlos a una guerra directa. No tan pronto.
Se recostó al lado del pelirrojo, posando la mano en su pecho. Concentró nuevamente tenues cantidades de energía y la distribuyo por todo su cuerpo, luego a pequeñas dosis empezó a alimentar la apagada esencia de Iori.
Así, poco a poco, fue resintiendo las dolorosas punzadas que empezaban a cortarle el aliento cuando el pelirrojo recuperaba algo de color. Tras intentarlo en varias ocasiones y quedar jadeando dolorosamente al lado del pelirrojo, logró mantener un flujo constante a muy baja densidad.
Ya alcanzaba a cubrir mínimamente la demanda famélica de Iori y lo embargo con pequeñas dosis continuas de su propia energía. Mantener ese nivel de concentración se le hizo extrañamente agotador y terminó por quedarse dormido, interrumpiendo de golpe el traspaso.
Cuando Kyo despertó el sol apenas estaba despuntando. Maldijo por segunda vez, había dormido demasiado y aun se sentía algo cansado. Se organizó deprisa para estar a primera hora en la casona Kusanagi.
Reviso una vez más a Iori antes de partir, noto su temperatura un poco menos fría y su respiración ahora era profunda. Una sonrisa torcida le cruzó el rostro ante aquel miserable logro, por lo menos había funcionado el traspaso.
Salió veloz del apartamento tras escribirle a King que dejaría unas llaves ocultas en alguna parte del edificio. Desconocia cuánto tiempo le tomaría aquella tarde con los viejos Kusanagi y necesitaba de alguien que pasara a revisar como estaba Iori.
Iori despertó quedamente. El sonido de su entorno llegó a él, graduado y ondulado hasta acentuarse en su cabeza. Su vista estaba borrosa y se sentía cansado. Movió las manos algo aturdido enfocando lentamente los dedos.
Cuando su vista recuperó la nitidez se sentó al borde de la cama. Una manta delgada se deslizó por su piel al quitar la cobija gruesa, estaba desnudo y tenía mucho frío.
Se levantó sin mucho cuidado y miró a su alrededor buscando a Kyo. La habitación estaba silenciosa y muy iluminada. Se vistió con la primera prenda abrigada que vio en el closet, una larga gabardina de piel suave, y rondó por la casa lentamente sopesando la ausencia de Kyo.
En la mesa de centro del salón encontró una pequeña nota doblada.
"Regresaré más tarde. No hagas nada estupido." con otro anexo de caligrafía más diminuta debajo. "Hay algo de comer en la cocina, pero es mejor que pidas comida de verdad." "Guárdame."
Intento comer algo mientras miraba la nota como anonadado. Sentía la cabeza algo embotada y todo daba vueltas por momentos. Tras varios bocados su cuerpo se negó a recibir más comida y la dejó a medias sobre la mesa.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido y su memoria era difusa, casi espumosa, regresando como un oleaje suave. Recordaba segmentos entrecortados y a Kyo a su lado sonriendo, hablando tonterías y luego otra extensa laguna profunda.
Suspiró agotado, y se arrebujó bajo el abrigo, no entendía porqué tenía tanto frío y concentró su energía, pero esta parecía reaccionar aletargada y no evoco nada a sus manos.
El sonido de unos pasos en la puerta llamó su atención, un leve tintineo metálico chocó con la madera. Se acercó con pesadez hasta la entrada pensando que podría ser el castaño y abrió la puerta justo cuando King había encajado la llave en esta. La mujer lo observó sorprendida y algo confusa sin articular palabra.
El rostro extremadamente pálido de Yagami la miro con cierto interés déspota. Una expresión casi natural en él.
— Vaya, me dijeron que podría encontrarte casi como un vegetal y mirate. —le dió una descarada mirada de cuerpo completo, apreciando el largo abrigo de piel que casi se arrastraba por el suelo con pequeñas islas de piel desnuda y sonrió divertida—. No sabia que tenias esos gustos tan finos Yagami.
El pelirrojo con poca reacción y un movimiento extrañamente lento, discurrió la puerta para darle paso a la mujer.
— Kyo no está. — Agregó dándole la espalda con parsimonia y tomando asiento en la poltrona cercana.
— Lo sé. Pero se puede decir que venía a verte a ti. Aunque no esperaba encontrarte despierto...— Habló King cerrando la puerta tras de sí y tomando asiento frente a Iori.
Saco de uno de los bolsillos internos de su chaqueta una delicada bolsa de tela fina. La nieve se derritió con suavidad sobre sus hombros y pequeñas gotas se deslizaron de la muñeca de la chaqueta, goteando sobre la bolsa clara.
— Kagura te envió esto. —empujó el paquete con los dedos hasta el lado de la mesa donde estaba Iori—. Y…¿Está Kyo con su familia? — Preguntó despreocupada quitándose la chaqueta, y sacando una cajetilla de cigarrillos que Iori miró directamente. Hacía un calor de los demonios allí adentro pensó King.
— Si. — Dijo Iori con lentitud, se denotaba muy agotado y tiritaba por leves instantes.
— ¿Quieres uno? — Le ofreció la rubia y se dispusieron a fumar silenciosamente unos segundos.
— ¿Cómo están? — Pregunto Iori tras dar una lenta pero larga calada al cigarrillo.
— No tan bien como tú. Aún no despiertan...—respondió pensativa mirándolo—. Fue Kyo ¿No? — Preguntó la mujer más a modo de certeza. El pelirrojo asintió con cierta amargura y ella rió por lo bajo.
— No le permitas hacerlo de nuevo. Kagura le advirtió con mucha claridad sobre las consecuencias de usar su energía. —
— Lo sé...y él también. — Apuntó sosteniendo su mirada entre caladas. Tras un breve silencio preguntó.
— El asunto con Kaoru. Qué sabes de ella. — Indago el pelirrojo.
— Bueno, puedo decirte que hay una férrea resolución en esa chica y dudo que puedan persuadirla de abandonar su objetivo, sea cual sea. De lo demás no se mucho, aun faltan unos días para las reuniones extraoficiales. Pero se que será importante, según me han informado parece que habrán figuras muy particulares en esas reuniones y lo que sea que vayan a concretar, lo harán con influencias extranjeras...y eso, me temo que es algo que empieza a implicar otras esferas de poder. Si entiendes a lo que me refiero. — Puntualizó King dando una profunda calada al cigarrillo.
Iori frunció el ceño pensativo, incapaz de creer que lo que buscaban los Yagami fuese tan lejos como para enredarse en la política exterior. Pero no quiso ahondar en el tema con ella.
—...y bueno, aparte de las extrañezas de la mujer Kagura, no hay nada muy nuevo. — Agregó despreocupada notando la tensión y cambiando de tema.
— Kagura...—habló Iori lentamente como arrastrando las palabras—. ¿Que ha estado haciendo con los demás? — Indagó con cierta rigidez. King bufo divertida.
— Vamos, lo dices como si fuera algo malo. ¿Acaso no soy la única que desconfía de las intenciones de esa mujer? — Preguntó con divertida sedicia. Pero Iori se limitó a mirarla en silencio.
Ella suspiro rememorando un instante.
— Hmm, realmente nada muy extraño. Ha estado alimentándoles con su energía, recuperando poco a poco su estabilidad con algo de ayuda de Kaori, la medica. El estado en el que llegaron era muy delicado, en especial el de Benimaru. Pero bueno, lo que me inquieta realmente no es lo que hace con ellos, eso les beneficia...—hizo una pausa mirando directamente al pelirrojo con sincera consternación.— Ella suele hablar cuando está a solas. Tu sabes, como si hubiese otra persona. Es difícil acercarme sin que detecte mi presencia al instante, pero he logrado escuchar a medias un par de sus conversaciones con la nada. —King suspiro incomoda—. Me llamarán loca, pero ha mencionado varias veces "mi señora" y en la última ocasión nombró a Chizuru...y la verdad no se que pensar. Dudo mucho que esa mujer esté desquiciada o mínimamente alterada. Por otra parte, esos monólogos entrecortados son algo perturbadores.
Iori la observó con el ceño fruncido.
— A qué te refieres con perturbadores...—
—Bueno...no es solo por el hecho de que hable sola, Yagami. Es lo que dice. He escuchado poco pero ha mencionado varias cosas sobre un reordenamiento de algo y sobre una mano externa que influye sobre lo que está pasando en Japón. Ha mencionado a las huestes de Orochi y desea obtener algo de todo esto...no soy nadie para juzgar qué habilidades tenga esa sacerdotisa, pero hay cosas importantes que esa mujer sabe y nosotros no. Y eso me genera mucha desconfianza. — Apuntó la rubia terminando su cigarrillo.
Iori bajo la mirada pensativo sopesando las circunstancias. Había algo en esa mujer Kagura que le recordaba mucho a Chizuru. Pero más que su esencia y parecido familiar, era esa molesta certeza de que siempre iba un paso adelante. Como si supiera con antelación el devenir de los sucesos y las consecuencias de los mismos.
Si...era exactamente esa misma sensación de ser utilizado "por un bien mayor" como solía decir Chizuru.
— Yagami, yo no hago esto por cuestiones personales. De hecho es lo más ajeno posible a mis intereses. Pero quiero ayudarlos, por su bienestar, y porque se lo debo a Amelie. Así que seguiré buscando un modo de infiltrarme y espero estar allí cuando se lleve a cabo la siguiente reunión. —hizo una pausa en la que volvió a ponerse la chaqueta—. Si quieres enviarle un mensaje a Kaoru, yo puedo ser tu canal, haré todo lo posible por comunicarlo. Y cuando tenga respuestas te informaré a ti. Finalmente son los Yagami los directamente implicados. — Puntualizó abrochándose los botones. Iori asintió con un movimiento leve.
— Gracias...— Dijo el pelirrojo en tono bajo y King sonrió en silencio. Aún se le hacía extraño colaborar con Iori Yagami.
— Cuidense los dos, espero verlos pronto. — Agregó al salir del apartamento.
Iori respiró hondo, cansino. Sentía los párpados pesados, se sentía completamente abrazado por el frío y el sueño, pero aun asi prendió el TV de la sala, aquel que todo ese tiempo había estado como una fea decoración en un rincón ignorado. Sintonizó el canal de noticias, queriendo saber si habría alguna mínima mención sobre los Yagami o alguna discusión sobre las últimas decisiones gubernamentales.
Su atención no paso más allá de unos pocos minutos, quedando completamente dormido sobre el sillón.
Kyo observó quedamente el símbolo del sol dorado que ondeaba con delicadeza en el salón tras la salida de los invitados. Los ancianos habían sido cortantes y contundentes, el agravio no pasaría por alto. Jung Kusanagi aún se recuperaba de sus heridas y no darían ninguna resolución hasta su recuperación. Al castaño le pesaba que su propia falta de control hubiese causado tanto daño, realmente consideraba que aquel hombre tenía un profundo compromiso con el clan.
Pensó en su padre y en cómo éste había liderado durante tanto tiempo. Con todo lo que debió haber lidiado y las enormes expectativas que puso sobre su hijo. El gran esfuerzo de su madre por mantener unida una familia fragmentada y su propia resolución incompleta al no enfocar sus prioridades en representación del clan. Suspiró desviando la vista del sol dorado. Toda su hesitación tenía un nombre propio, Iori Yagami. Y que su madre lo supiera solo hacía complicada cualquier interacción con el clan para unir fuerzas en contra de los verdaderos enemigos.
Agacho la vista y rozó delicadamente el sobre grueso y rugoso que le había entregado su madre. Se había topado con la sorpresa de que Yuki habia sido trasladada con su familia fuera de Tokyo y aquello le había dejado una pesada desazón. Finalmente no había logrado sacar un momento adecuado para hablar con ella como era debido, con claridad y de manera extendida.
El papel decía simplemente Kyo, con la caligrafía enjuta y delicada de Yuki. Aún no lo había abierto y no sabía si quería hacerlo. Se sentía incapaz de contrariar cualquier cosa que pudiera contener aquella carta. En lo profundo de su ser anidaban sensaciones amargas de culpabilidad y la resolución de aceptar cualquier acusación que ella pudiese hacerle.
Recordó instantes de su primer encuentro al despertar. Lo directa que fue a pesar de su aturdimiento, sus escasas lágrimas enmarcando aquella expresión de certeza y decepción cuando le preguntó sobre Iori. Había sido incapaz de negarle la naturaleza de su relación con Yagami, no después de todo lo sucedido. No después de todo lo que habían vivido.
Pero cómo lo supo, se preguntó el castaño. Como sus primeras palabras al despertar habían relacionado a Iori.
Apretó el sobre y lo deslizó en un bolsillo de su chaqueta.
Entre Yuki y los asuntos del clan la tarde había caído pesada sobre los hombros de Kyo. Estaba más que dispuesto a asumir el liderazgo, incluso a reclamarlo y no pensaba dar el brazo a torcer, pero de alguna manera toda aquella situación parecía robarle la energía, y el único espacio tranquilo que llegaba a su mente era Iori.
Que irónico, pensó con sorna, justo la razón de casi todos sus problemas. Si no hubiese sido por ese maldito Takeshi y los Kagura exiliados. Tal vez seguiría tranquilamente aburrido, atascado en una relación en decadencia, con su padre vivo...y sin Iori.
Abandono aquellos pensamientos dolorosos que no iban a ningún lado, igual ya no había nada que pudiese hacer. Se apartó del espacio de reuniones y salió al helado jardín a apreciar la lenta caída de la nieve. No recordaba que nevara tanto en esas fechas.
Shizuka llegó pocos minutos después. Había acompañado a los ancianos Kusanagi hasta la salida cuando finalizó la reunion.
— Creo que querrán una retribución por los daños y perjuicios. Dudo que te permitan tomar el mando sin pagar un precio por nuestra ausencia inicial. Aún desconfían de las razones que les dimos. — Habló la mujer parándose a un costado de Kyo que yacía sentado al borde que daba al jardín.
— Fue lo más creíble que pudimos decir. Pero es cierto, no creo que acepten esas razones. — Respondió Kyo con desdén.
— Insisto en que deberías confiar más en la familia Kyo. Ponerlos al tanto de lo que estás investigando...ni si quiera yo estoy segura de que te sucedió realmente. —
— Eso puedes preguntarselo a Kagura. Lo que yo busco...no, es algo irreconciliable para el clan. — Agregó Kyo bajando la vista con seriedad.
— Por Iori Yagami… ¿A esto te refieres? — Pregunto Shizuka templada, evitando sonar insidiosa.
— No es solo él. —se levantó Kyo—. El verdadero enemigo no está donde la familia Kusanagi mira. El verdadero enemigo es un monstruo que no alcanzamos a dimensionar y nos ha superado en varias ocasiones. Se ha llevado a muchos de los nuestros y de las otras familias, incluyendo a Chizuru, a mi padre. Y esto requiere de algo que nadie está dispuesto a aceptar. Una unión...que parece imposible en este momento. — Agregó irritado pero con voz serena. Shizuka lo miró claramente sorprendida.
— ¿Estas...insinuando que nos aliemos con los Yagami, Kyo? —indagó con tono contenido—. No solo tuve que soportar la idea de infiltrar al culpable de tu estadoo en mi casa, si no que también crees que deberíamos aliarnos con los desgraciados que atacaron y asesinaron a las cabezas Kusanagi. Que mataron a tu padre... ¿Acaso enloqueciste? — Puntualizó Shizuka intentando no alterarse demasiado. Kyo suspiro cansino.
— Aun nada de lo sucedido está claro. Pero se que la verdadera amenaza detrás de todo esto no son los Yagami y no vamos a lograr detenerla si nos peleamos entre nosotros. Eso es solo un sabotaje más para desestabilizarnos. —apuntó con una calma inusual, abrochándose la chaqueta con la intención de irse—. Por lo menos aliarnos con los Kagura es un inicio y una ayuda. Aun así, si no podemos contar con los clanes, entonces lo resolveremos solos. — Puntualizó Kyo sin dar pie a más reproches de su madre.
Curiosamente esta no dijo nada. Solo lo observó tensa, con una pesada tristeza en la mirada. Kyo se acercó a ella y la abrazó con delicadeza.
— Estaré bien, y no desapareceré más. Cuando tenga más certeza de la situación, sabrás todo. —
Shizuka rozó con delicadeza la espalda de su hijo. A pesar de su constante negativa a que este abandonara la casona, sabía que Kyo no era un niño y por fin empezaba a asimilar seriamente su rol como líder del clan. Incluso la idea de Iori Yagami se le hizo medianamente soportable desde que mantuviera a su hijo a salvo.
Le daba cierta serenidad la idea de que igualmente en un futuro, cuando todo estuviese solucionado, Kyo debería alejarse de ese hombre y asumir su liderazgo. Tal vez incluso lograra convencer a la joven Kushinada de regresar con él.
Guardó silencio en un gesto mutuo de cariño y lo despidió con una cálida palmada en la espalda.
El castaño abandonó la casona agotado. Había muchas cosas que debía asumir con más cautela y mantener su constante presencia en los asuntos del clan era crucial si quería evitar un conflicto entre familias. Pero necesitaba unos días, solo unos pocos días de esparcimiento, tranquilidad y completa enajenación del asunto. Lo suficiente para que ambos recuperaran sus fuerzas.
Kyo entró al apartamento ya entrada la noche. Había sido un día largo y complicado, cruzó el umbral y recibió la calidez de aquel espacio con agrado. La calefacción seguía igual de alta que como la había dejado y un sonido apagado llamó su atención.
En el salón yacía Iori recostado en un sillón con el cuerpo semidesnudo envuelto parcialmente por un enorme abrigo oscuro que contrastaba fuertemente con su piel pálida. Se acercó con delicadeza deslizando una mano con suavidad por el pecho, percibiendo su respiración pesada. Miró la televisión encendida en algún tipo de canal de política y se acercó a apagar el dispositivo con una sonrisa extrañada.
— Qué demonios estabas viendo. —susurro para si mismo y se arrodillo a un costado del pelirrojo—. Eh Yagami. — Lo llamó con delicadeza inclinándose sobre este.
Iori gruño aturdido y entreabrió los ojos cuando Kyo deslizó sus dedos por el cabello. Su frente estaba caliente y sus ojos febriles enfocaron al castaño con lentitud.
— No deberías estar aquí si tienes frío...y con poca ropa. — Le habló con suavidad el castaño. Una sonrisa pícara acompañaba su voz tenue y al Iori sentir su cuerpo tan cerca, lo atrajo lentamente hacia sí.
Kyo se dejó caer con delicadeza entre las piernas frías del pelirrojo hasta ceñir sus cuerpos. Respondió el beso que el pelirrojo inicio con suavidad. Su lengua estaba tibia y su respiración se hizo entrecortada después de largos segundos. Al separarse un pequeño jadeo insatisfecho brotó de Iori y Kyo sonrió algo nervioso. Iori no parecía del todo consciente a pesar de su actitud demandante.
— Si dices "bienvenido a casa" tal vez te de otro trato preferencial y te cargue hasta la cama. — Anunció el castaño algo burlón y coqueto, pero percibió en respuesta una silenciosa presión que le impedía levantarse. El pelirrojo lo atrajo una vez más para un segundo beso largo y húmedo, esta vez ambos se separaron con un leve jadeo acalorado.
La expresión de Iori era difícil de leer, su mirada febril tenía una intensidad algo abstraída y una reacción en la parte baja de su cuerpo se presionó contra Kyo a través del abrigo de piel
Este desvió su atención sorprendido y tentativamente deslizó los dedos, dejando que a través de la gruesa piel se asomara parcialmente la excitación del pelirrojo. El castaño la observó un instante sintiendo una descarga en su propio cuerpo y cuando levantó la vista pudo apreciar la lascivia en aquella mirada febril, contrastada con un aire amenazante. Aquello le generó una segunda descarga que potenció una excitación similar en su cuerpo.
— Acaso estabas soñando algo particular Yagami…— susurro Kyo con voz baja y dominante. Queriendo complacer aquella repentina reacción del pelirrojo, que con su cuerpo parcialmente cubierto bajo la piel oscura y su expresión amenazante, sonrojada por la fiebre, daba una imagen en extremo erótica.
Se acercó cerrándose en un profundo beso que bajó la guardia del pelirrojo. Aunque Kyo se sentía algo nervioso estaba seguro de su deseo y deslizó sus manos por el pecho de Yagami separando lentamente la tela densa del abrigo. Se abrió paso por la piel desnuda y descendió por el abdomen hasta la altura de su cadera sin dejar de mirarlo directamente.
Iori no parecía del todo a gusto, pero con el deseo reflejado en el rostro, no lo detuvo en ningún momento. Kyo deslizó el miembro de Iori lentamente en su boca y la temperatura de este pareció subir ante cada movimiento profundo.
Iori contuvo respiraciones entrecortadas sin dejar de mirar a Kyo que jugueteo con su lengua, complacido ante el sonrojo que aumentaba en el rostro pálido.
El vaivén se extendió y tras algunos minutos de estimulación, la respiración entrecortada de Iori se hizo más audible. Kyo deslizó lentamente su mano hasta abrir su propio pantalón y liberar la rigidez que se aprisionaba. Mientras a la vez con su otra mano deslizaba delicadamente un par de dedos rozando la entrada del pelirrojo.
Las piernas de Iori se tensaron y la mirada sobre Kyo se intensificó a la vez su miembro parecía endurecerse más ante el hecho de tener a Kyo tocándose a sí mismo. Un corto tiempo después el castaño empezó a perder el ritmo cuando su propia excitación se acercó al clímax.
Cuando los movimientos se aceleraron de forma brusca y descuidada, Iori enredó los dedos en el cabello de Kyo, pugnando más dentro de él, percibiendo cómo el cuerpo del castaño se estremecía cercano al orgasmo y ambos derramaron su semilla casi al tiempo.
Kyo jadeo medio ahogado al tragar, mientras sus propios fluidos goteaban entre sus dedos. La respiración agitada de ambos se fue calmando mientras el castaño sin quitar la vista del pelirrojo se limpio con el dorso de la mano pequeños rastros viscosos en su boca y sonrió deleitándose con la expresión satisfecha, sonrojada y vulnerable que le ofrecía Iori.
Los párpados del pelirrojo cayeron con pesadez, pero este evitaba cerrarlos.
Kyo se inclinó nuevamente sobre Iori rozando con sus labios la mejilla.
— No te resistas Yagami. Descansa. — Le susurro con delicadeza, y casi al instante el pelirrojo sucumbio en un sueño profundo.
Kyo recostó la cabeza sobre el hombro afelpado del pelirrojo, su corazón palpitaba aún muy rápido y sus orejas estaban casi tan rojas como el cabello de Iori.
—...ahora actúo como un pervertido...—rió por lo bajo muy avergonzado—. Que lascivo Yagami... — Susurró Kyo apreciando el rostro dormido entre los cabellos suaves de la piel del animal
A puesto a que no recordara nada de esto, pensó con una leve indignación. Se irguió con la poca dignidad que sentía, abrochando bien su pantalón y se dispuso a llevar a Iori de regreso a la cama para dejarlo dormir una vez más.
Pasó un rato en la sala observando el paquete blanco de seda delicada. Un olor a hierbas amargas revoloteaba sobre la delicada textura blanquecina. Ese era el talismán que debía haber enviado Kagura y tras un largo escrutinio dedujo como debía debía ser usado.
Deslizó la bolsita en su chaqueta, pero esta chocó con un papel rígido que sostuvo en su mano con un instante de vacilación. La carta.
La miró largo rato con una desagradable sensación de culpa. Tal vez era momento de leerla y no alargar más el asunto, pensó, se lo debía quisiera o no. Desdobló el sobre y pasó la mirada por la hoja, la letra pulcra y enjuta dejaba ver una escritura trazada con calma, pensada, nada apresurada.
"Kyo. Decidí poner en palabras todo aquello que no lograba decir en voz alta. Muchas son cosas que aun no comprendo y otras que no deseo mencionar. Pero quiero que sepas que sucedió conmigo cuando retrocediste...
Cuando mi espíritu tomó consciencia de algo, yo vagaba con muchos otros en un espacio infinito de oscuridad, mucho tiempo despues escuche tu voz llamándome. Pero cuando intenté llegar a ti desapareciste, y se me hizo imposible concebir que te alejaras de mi para acercarte a esa esencia ajena y conocida. No entendía como podía sentir tanto de él en ti.
Fue Chizuru la que nos guió a algún lugar que no comprendía. Fue ella la que me dijo que debía alejarme de la oscuridad y regresar a mi cuerpo, pero algo siempre lo impedía, lo mismo que la amarraba a ella y nos cazaba constantemente. Ella nos mantuvo a salvo y alejaba a esa criatura, siempre nos mantenía a distancia de eso.
Luego, apareció aquella cárcel, algo indescriptible que nos atrapó por tanto tiempo que creí que nunca tendría un lugar al cual regresar. Hasta que te sentí por segunda vez, absolutamente destelleante, llegando a nosotros. Regresandome esa anhelada luz que había perdido. Pero no eras tú. A pesar de que era a ti a quien sentía, no fuiste tú quien rompió aquellas cadenas, quien liberó a todos. Quien me miró a los ojos y me permitió regresar con las personas que amaba...era él. Y sentí tanto de ti en él, y escuche tanto de ti en su voz, en su mirada, que supe que había perdido algo desde hacía mucho tiempo. Y que tu ardías en esa persona y ella estaba allí por ti…
Ya no puedo poner en palabras todo aquello, ahora lejano como una terrible pesadilla. Pero aún está presente la enorme tristeza, decepción y gratitud que sentí.
Ahora me es imposible verte como el mismo Kyo Kusanagi. No quiero tus palabras, no quiero ver una vez más esa angustia en tu rostro, la vergüenza, y esa total certeza de que quieres a otra persona. Solo deseo olvidar todo esto y alejarme. Dile a tu madre que no me busque, no quiero volver a verte Kyo, no en el momento.
Me tomará tiempo perdonarte, pero sé que lo haré. Hasta entonces no me busques.
Att: Yuki"
El papel quedó colgado de su mano al borde del reposabrazos, deslizándose con suavidad.
No, no había sido para nada el momento indicado, pensó aquellas palabras le habían provocado un dolor sosegado, ella solo era una víctima de las circunstancias.
La carta cayó con delicadeza sobre la mesa auxiliar y Kyo se cubrió el rostro con una mano.
Aunque había sido menos dura de lo que esperaba, le había generado la misma sensación intensa de desasosiego.
Se irguió dejando la chaqueta sobre la poltrona, llevándose consigo el talismán Kagura. No quería pensar, autoflagelarse, o considerar nada en ese momento. Yuki estaba bien ahora, segura con su familia. Gracias a todos ellos, en especial a Iori, así no fuese considerado grato en absoluto por la chica. Y eso le bastaba por el momento.
Entró a la habitación y observó una vez más el cuerpo semidesnudo de Iori enredado entre la piel animal. Aún sentía el sabor del pelirrojo en su boca y eso le hizo sonrojarse un poco. Extendió la mano con cierta reticencia nerviosa mientras algunas palabras de su madre le llegaban en tono hiriente. Suspiro queriendo disipar el malestar y recorrió distraídamente el pecho de Iori con tacto suave.
Después de todo ya tenían esa clase de intimidad ellos dos ¿no? Se dijo a sí mismo intentando deshacerse de la sensación amarga que le generaba pensar en sus responsabilidades rotas.
La respiración del pelirrojo era tan pesada como el día anterior. Cerró el abrigo grueso sobre la piel y lo cubrió con la manta. Se deshizo de algunas prendas, quedando con ropa más ligera y se recostó en su lado de la cama con el paquete blanco de olor a hierbas entre sus manos. Tal vez podría alimentarlo para potenciar el efecto, analizó deslizando el pequeño cristal blanco en su mano..
Su forma alargada, de ángulos bruscos, poco pulido y con inscripciones tenía un leve fulgor plateado. Lo apretó con delicadeza entre los dedos y percibió la clara esencia fría de los Kagura en ella, extrañamente similar a la de Chizuru. Tal vez si mezclaba algo de su propia esencia, pensó.
Se concentró con una respiración secuencial, sincronizando cada llamarada interior en pequeños fragmentos de energía que traspasó al talismán.
Nuevamente el desgaste físico primo con absurda pesadez, y tras varios minutos de resistir el doloroso proceso, sin darse cuenta, cayó en un pozo profundo de silencio y quietud.
Ambos cuerpos fueron acogidos por una nevada noche de finales de Diciembre.
