Después de aquella reunión con su padre, Terry decidió andarse con cuidado y no porque temiera volver a amanecer de nuevo en una habitación del Waldorf Astoria sin tener ni remota idea de lo que hacía ahí. Comprendía que había sido estúpido de su parte beber hasta el estupor y que había tenido mucha suerte. Demasiada.

No había tardado mucho en deducir que, si su padre tenía información de él, había sido por Charlie, el muy traidor nunca le había mencionado, era claro que deliberadamente lo había dejado tirado en ese bar sabiendo que el duque se encargaría de él, pero no se iba a molestar en reclamarle nada, al menos no por ahora, cada vez le quedaba menos tiempo y estaba consciente de ello.

Esta vez las cosas parecían marchar a su favor y las iba a utilizar como tal.

Si alguien le preguntaba, la suerte si existía y no se fiaba de ella. Era como una rueda de la fortuna que giraba y gustaba de echar a los de arriba al suelo, incluso aplastarles y elevar a otros mortales que estaban al nivel de la tierra hacia unas alturas inimaginables.

Como un juego macabro, la rueda giraba cuando menos uno se lo esperaba, siempre aplastaba a los más tontos e incautos en el camino, mientras a su vez levantaba a otros del polvo, no discriminaba carácter o méritos, la fortuna era ajena a todos esos juicios estudiados por el hombre sobre el bien y el mal.

Y nadie se escapaba a ella.

En la última semana de ensayos de la próxima obra teatral a estrenar en la compañía Stratford, Terence Graham comenzó a tentar a la suerte.

Primero empezó por llegar tarde a los ensayos, iba a calar muy bien a Oliver Winthrop, quien se sentía dueño y señor del nuevo proyecto y que, por supuesto contaba con el favor de los inversores para hacer lo que quisiera de la obra pasando del mismo Robert Hathaway, pero tal como lo había esperado, el gran actor de Broadway no se atrevió a retarle, tal vez recibió malas caras de los demás, e incluso insultos contenidos en murmullos que por supuesto nunca escucho, pero eso le importaba un comino. Eso sí; Robert había rodado los ojos y Karen parecía divertida viendo el caos que se avecinaba, nadie lo disfrutaba más que ella.

Susana chillaba porque el vestuario le apretaba más y más día con día, aunado a que tenía mareos constantes y no soportaba la colonia de ciertas personas, mientras Peter Tilby se desentendía tirándole los tejos a otras actrices en su cara.

A otros cuantos del reparto les encontraba en las esquinas mirando a su dirección, pero Terry era muy bueno pretendiendo que no le importaba, o eso se decía así mismo, se fingía amigable con la mayoría e indiferente con las pocas miradas hostiles.

Por su parte Sir Oliver se encontraba sentado en una silla de utilería que adornaba el escenario, mientras con la mano derecha empuñaba un bastón de uso inútil pues todo mundo sabía que el señor Winthrop gozaba de una excelente salud.

Algo que le turbaba era la forma en que lo miraba, no importaba si estaban casi solos o entre un gentío, Sir Oliver ya no se molestaba en disimular lo que sentía por el chico y sin la menor desfachatez le observaba arrobado.

Algunos compañeros lo habían notado ya, pero habían callado en su presencia, en cuanto a Terry, él había preferido hacer oídos sordos al forzado cortejo de la legendaria estrella de Broadway, de no ser por la presencia de Robert Hathaway quien extrañamente ahora volvía a tratar a Terry como un aprendiz y pupilo, e incluso parecía encontrar en el algo así como un aire paternal en el que Terry prefería no pensar, de no ser por eso, el muchacho estaba seguro que sus compañeros de tablas hubieran empezando a soltar bromas crueles.

De repente Oliver se paró de la silla de madera y comenzó a caminar por todo el escenario gritando órdenes y volviendo a todos nerviosos y torpes.

Excepto, Terry.

Al muchacho se le veía impávido.

Sin el menor reparo, Oliver fue directo hacia el muchacho y apenas a unos cuantos centímetros de él, le tomo de la chaqueta e hizo una observación que dejo a todos con un aire de incomodidad.

Quítate la ropa. — pidió el señor Winthrop en voz alta mientras apreciaba la vista con una sonrisa torcida.

Todos, incluido el propio Terence se pusieron de piedra, ahí frente a los demás, sin el menor pudor Oliver le miraba coquetamente.

¿Disculpe?

La chaqueta, quítatela…

Desde su sitio, abajo, en las butacas, Karen les miro enarcando una ceja y volteo a mirar a Robert quien estaba muy serio. Los demás actores contemplaban la escena con interés.

De haber sido cualquier otro actor quien le cuestionaba, sin duda, Sir Oliver le hubiese fulminado con la mirada y le miraría con fastidio, pero era Terry…

Necesito que comiences a ponerte el vestuario del personaje. — Oliver le regalo una sonrisa mientras le explicaba y colocaba sus manos sobre las solapas del saco del muchacho en un gesto por demás posesivo. — Para que haya más inmersión en el papel…Aquí solo tenemos actores de método.

Terry asintió, la señora del vestuario se acercó al muchacho para entregarle un traje confeccionado con sus medidas y ambos desaparecieron hacia los probadores.

Fue en ese exacto momento que Oliver se viro hacia los demás, su rostro amable se deformo en segundos convirtiéndole en severo y pomposo. — Esto también lo digo para el resto de ustedes, desde hoy quiero que todos vistan ya caracterizados conforme a su personaje, si son profesionales como Terry, van a aceptar. — dijo el hombre al ver que algunos compañeros no parecían muy de acuerdo con las ordenes. — Y si no… créanme que todos son remplazables.

Después centro su mirada en Susana y la joven le sonrió nerviosa, Oliver no correspondió a la sonrisa, todo lo contrario, ojalá solo hubiese indiferencia en sus ojos, Sir Oliver torció la boca en un gesto de repulsión; el fino talle de la muchacha y su cara rebosante en lozanía habían cambiado por un cuerpo algo voluptuoso, casi grueso, y su rostro estaba hinchado e infestado con granos.

Querida señorita Marlowe. — le nombro este. — a menos de que esta obra sea una fábula y no estemos al tanto de ello, me limitare a decirle por su bien, que no queremos vacas para nuestro papel principal.

Susana enrojeció furiosamente y algunas personas comenzaron a reír, y fue así como nadie salió a su defensa ni siquiera Peter Tilby quien encontraba el insulto a su amante como un asunto bastante risible.

La muchacha tuvo un deseo muy fuerte de ponerse a llorar, no podía soportar las risas atronadoras de sus compañeros y peor aún, la cara burlona de Sir Oliver. Susana no aguanto más y se soltó a llorar mientras corría lejos de las burlas y la lengua viperina del señor Winthrop.

Karen observaba todo con ojo crítico, a pesar de que le desagradaba Susana, Sir Oliver le parecía un ser despreciable y a comparación de muchos de sus compañeros ella si tenía un cerebro y sabia como usarlo, alguien debía decirle a ese imbécil que tanto si Susana era una vaca, él era un ser patético que usaba a la compañía de teatro como su burdel privado, no había pasado una semana de que viera a Peter Tilby salir del camerino de Sir Oliver mientras este se abrochaba los pantalones, pero esa información se la guardaría para su propia conveniencia.

Con la ausencia de Susana, Sir Oliver siguió haciendo más comentarios despectivos acerca del físico de la muchacha y miro como algunos tontos compañeros que casi se ahogaban en sus risas le seguían el juego, Karen volteo a ver a Robert, quien parecía no importarle aquel vulgar espectáculo, pero si se le apreciaba fastidiado.

Lo cierto es que el ensayo paso entre más momentos incomodos, pero ninguno que valiera la pena recordar, la misma Karen había ido a buscar a Susana por órdenes de Robert y había tenido que escuchar a la rubia chillar, contándole asustada que sospechaba que el motivo de su nuevo sobrepeso no se debía a la comida, si no a sus encuentros… con Peter Tilby.

Karen sintió algo de pena, pero se le paso pronto cuando medito lo que implicaba esa noticia.

¡Ella podía obtener el papel principal!

En otra parte de la ciudad; Richard Grandchester se reunía en el Sherry's, ubicado en la parte oeste de la 37 de Manhattan, había citado a Charlie a las cinco en punto y el joven apenas y pudo llegar a tiempo, hasta hace poco le habían ascendido como supervisor de la obra en su empleo no muy lejos del restaurant, en un rascacielos de los muchos que comenzaban a aparecer en el paisaje urbano de Nueva York.

Faltaba decir que, si bien el encuentro con Terry había ido mejor de lo que esperaba, no había vuelto a verle, Charlie le aseguraba que sentía que Terry traía algo entre manos.

Pero, ¿Te ha pedido algo? — pregunto el duque con cautela. — No lo sé, ¿podría ser que Terry te haya pedido un favor especial?

Charlie negó desconcertado, también le conto que estaban a un segundo de inaugurar la casa de huéspedes que en un principio no era más que un edificio abandonado. Era propiedad de ambos muchachos, y habían usado los ahorros de Charlie y unas costosas piezas de joyería que Terry le había entregado hacía ya mucho tiempo.

Richard dio un respingo, y no pudo evitar preguntarle que le detallara cada una de las joyas, pero desafortunadamente el reloj no estaba incluido en la lista.

¿Un reloj? — Inquirió Charlie tratando de hacer memoria —. Me temo que había un reloj, pero no tenía ningún grabado al reverso, ¿era importante para usted?

El duque suspiro con decepción. — ¿Crees que podrías averiguar a quien se lo dio?

Charlie asintió sin problema y miro con ojos embelesados los platillos que el mesero estaba por servirles: pescado al horno con patatas y espárragos, con una salsa para acompañar, y un costoso vino blanco.

A Charlie le encantaba comer con el padre de Terry.

Richard Grandchester también era un buen conversador, le había dado consejos legales sobre la administración de la casa de huéspedes, siendo un noble que se ocupaba de sus propios asuntos, sabia atender muy bien las cuestiones con sus arrendatarios y también le había ofrecido un puesto administrativo en las tierras de carbón en Pensilvania con alojamiento y comidas incluidas, por si aquello no servía…

Ni en sus sueños más locos se habría de imaginar que conocería a un miembro de la realeza inglesa, no es que se sintiera inferior..., pero le parecía que cruzaba otros mundos al compartir una mesa con este tipo de gente, tan solo tratar de entrar al Sherry's le había hecho atraer miradas inquisidoras de algunos comensales muy estirados: con sus fracs y gemelos de oro y las damas con estolas y olores de finos perfumes.

Pero algún día, (no sabía cuándo), sería tan rico como las personas que comían en el Sherry's y tendría una mesa reservada para él.

Cuando se despidió del señor Grandchester, Charlie decidió ir a la compañía Stratford y recoger a Susana, que, aunque sabía que ella le era infiel, no podía evitar verla, por más que se jurara así mismo que la iba a dejar, no era fácil dejar a una mujer como ella.

Era eso y que también podía aprovechar para ver a la creída de Karen Klaise.

Que tenía más carácter que belleza, pero sin duda le entretenía mas que Susana con sus eternas exigencias.

Esperó a fuera del edificio por algunos minutos en lo que vio salir a Terry junto a Karen, mientras Susana no aparecía por ningún lado.

¿Vienes a por nosotros? — le interrogo Karen con una ceja alzada y los brazos en la cintura con una sonrisa divertida, cuando estuvieron frente a frente.

Podría decirse que sí. — contesto el joven de modo coqueto —. Aunque a decir verdad esperaba encontrar a Susana, ¿le han visto?

No le hemos visto después de que Oliver le hiciera mierda frente a todos. — dijo Karen mencionando el nombre del actor con mucho disgusto. — Y no te preocupes, que ya está muy bien atendida por tu rival de amores, Peter Tilby. — menciono Karen con una risotada.

Karen... — le llamo Terry en un tono diferente haciéndole saber que debería callarse.

Y sorprendentemente Karen guardo silencio, que alguien pudiera callar a Karen Klaise era realmente algo digno de verse.

¿Por qué no vamos a tomar algo al café de siempre? — invito el joven de ojos azules de manera tranquila.

A unos metros de los jóvenes, el sonido de un bastón que chocaba contra los adoquines de manera violenta se acercaba a ellos hasta quedar a una distancia prudencial a los muchachos mientras carraspeaba para denotar su presencia.

Karen fue la primera en notarle, y casi automáticamente rodo los ojos con fastidio, los dos chicos también miraron al hombre.

Agradecería que no me torciera los ojos señorita Klaise — comento el hombre apuntándole con el bastón que para ese momento solo era un ornamento —. Créame que no vengo para verle a usted…— Oliver, miro a Charlie como si de un bicho se tratara — o a su novio...

Karen abrió la boca indignada, pero no fue lo suficientemente rápida para contestar.

Y cierre la boca — le ordeno Sir Oliver con desagrado, después dirigió toda su atención a Terry, quien había permanecido inmutable todo ese tiempo. — Señor Graham, entiendo que los ensayos han terminado por el día de hoy, pero me encantaría contar con su presencia en la oficina de Robert Hathaway, hay unas cosas muy importantes que me gustaría hablar sobre su papel.

Sir Oliver se relamió los labios y espero la respuesta del muchacho quien le miraba sin emoción alguna, en ciertos aspectos le recordaba a Billy: lánguido en su presencia y alegre cuando no estaba.

Todos estos chicos eran un dolor de cabeza si no se les hablaba con firmeza, había que llevarles de la mano para que ellos mismos se dieran cuenta que también lo querían.

Charlie observo con interés aquella falta de interacción, que se le antojaba de lo más incómoda, la figura derecha y alta de Terry lucia encorvada, pero al mismo tiempo había un brillo desafiante en sus ojos, mientras sus manos estaban en puños dentro de los bolsillos de su pantalón.

Ha sido idea de Robert — Insistió Sir Oliver al ver que el muchacho no se movía ni decía nada.

Terry por fin asintió y se volvió a sus amigos hablando más bajo y pedirles que se adelantaran, pero Karen no le dejo y se dirigió a Oliver.

Señor Winthrop — le llamo la morena, a punto de decir alguna que otra majadería.

Oliver le miro con expectación y diversión. —¿Dígame?, señorita Klaise.

Terry le lanzo una mirada fulminante a su amiga y le hablo a ambos chicos en voz alta para que escucharan bien o al menos, para que Charlie se llevara a Karen. — Por favor adelántense, no tardare mucho.

Creo que me ahorrare mi comentario — Karen esbozo una sonrisilla traviesa — Y dígale a Peter Tilby que sea más discreto la próxima vez…

El semblante afable de Oliver cambio por uno de turbación, iba a hacer que la carrera de esa chica nunca despegara, Karen y su amigo se alejaron del brazo, y Terry se limitó a verlos marchar.

Oliver estaba furioso. Pero entonces recordó que tenía a su ángel consigo y trato de olvidar a la perra de Karen Klaise. Después ambos se dirigieron de nuevo al edificio y caminaron en silencio hasta la oficina de Robert, donde Oliver entre cerró la puerta y le sonrió al muchacho con dulzura.

Recuerdo a ese muchacho, el novio de tu amiga. — dijo Oliver tratando de generar alguna simpatía en Terry. — Era amigo de un chico que trabajaba para la compañía hace unos años.

Terry le miro algo sorprendido, pero se limitó a escuchar, después de pensarlo por mucho tiempo había llegado a la conclusión que su mejor actuación, su actuación más importante iba a ser con Oliver Winthrop.

Le dejo hablar.

Hace unos años había un chico irlandés que comenzó trabajando para Eleanor Baker, una actriz muy famosa…no es muy buena, pero…— Oliver hizo un gesto de desagrado — ya estas conociendo el negocio y comprenderás que a veces la gente no se hace famosa precisamente por su talento. — Oliver rio sin ganas — Billy, era un muchacho muy guapo. — dijo suspirando al recordándole. — Me recuerda mucho a ti.

¿Qué paso con él? — preguntó tratando de ignorar su ultimo comentario.

Oliver saco una pitillera de su chaqueta y se la extendió a Terry para que fumara con él, pero este se negó educadamente. — ¿Qué va a pasar? Le ayude a conseguir papeles en las obras de la compañía, pero él no tenía mucho interés en ello, prefería llenar su vida de vicios y aunque trate de ayudarle lo más que pude…un día ya fue muy tarde.

¿El murió?

— Desafortunadamente— asintió Oliver, después dio una calada a su pitillo y sus ojos se nublaron de humo —. Pero, Terry…

—¿Si?

—Tu eres diferente a él... Y cada vez me convenzo más que; estaba en las estrellas volvernos a ver. — Dijo Oliver con los ojos brillosos llenos de afecto artificial.

Terry fingió una sonrisa y puso su brazo sobre el escritorio de Robert. — Yo… también pienso lo mismo.

Oliver le miro con adoración y acerco su mano hasta ponerla sobre el brazo del muchacho y darle un ligero apretón.

Y realmente tienes talento. — admitió el hombre mayor mirándole a los ojos, embebido por la belleza del muchacho —. Yo voy a hacer todo lo que este en mis manos para que llegues muy lejos.

La sonrisa de Terry tembló por unos segundos, pero se mantuvo, si las circunstancias fuesen de otra forma probablemente se echaría a reír y le mandaría al diablo, pero eran diferentes y le obligaban a estar sentado ahí, con Sir Oliver Winthrop.

Yo haría cualquier cosa por ti, Terry, cualquier cosa…— le prometió el venerado actor. — solo tienes que ser bueno conmigo y pedirlo…

—¿Cualquier cosa? — pregunto el muchacho bastante interesado y después se puso pensativo mientras Oliver moría en deseo por tenerle entre sus brazos en ese instante. — Tendré que pensarlo señor Winthrop…

Seracomotudesees. — hablo Oliver de manera atropellada. — y espero que no me guardes rencor por lo que sucedió antes entre nosotros, que podamos olvidar y empezar de nuevo.

Claro que no Señor Winthrop, creo que ya lo he olvidado.

No había sido fácil quitarse a ese diablo detestable de encima (no literalmente, pero…casi), Oliver le había invitado a cenar, prometiéndole que sería todo un caballero, también le ofreció llevarlo de vuelta a casa porque era más que obvio el incremento de peligro en las calles cuando caía la noche, y era lo menos que podía hacer por su delicioso muchacho.

Además, ¿para que llamar al peligro cuando él podía protegerle?

Terry camino algunas manzanas de vuelta a casa mascullando entre dientes, sin olvidar parar en el diner donde se reuniría con Karen y Charlie, se preguntó si ya se habrían marchado, pero cuando abrió la puerta del lugar solo se encontró con Charlie quien tenía una mirada aburrida para ese momento.

— Tienes suerte, estaba a punto de irme —. Dijo el muchacho mayor, tomando su tercera taza de café.

— Lo siento, hice lo que pude.

Después pidió un emparedado de pavo y de beber un vaso de té, mientras comía Charlie le conto que Karen se había ido apenas hace una media hora, también le platicó de sus sospechas con Susana, últimamente le pedía muchos pastelitos y lloraba por cualquier cosa, Terry era muy bueno escuchando, había desarrollado esa grande cualidad en los últimos tiempos, y aun cuando no estaba de acuerdo con la infatuación de Charlie por Susana, no era cosa suya decirle lo que opinaba.

Charlie jamás le pregunto nada de Sir Oliver.

— ¿Charlie?

— ¿Si?

— Necesito un favor…

Charlie le miro inquieto, pero jamás se imaginó lo que estaba a punto de pedirle.

— Claro, puedes pedirme lo que quieras. — afirmo el muchacho con curiosidad — bueno…casi todo lo que quieras.

— Necesito que me consigas una pistola.

— ¿Estas de broma? — Charlie pareció vacilar, esperaba que en cualquier momento le dijera que solo estaba jugando y que la expresión de su cara no tenía precio.

— No. — dijo Terrence con mucha seriedad. — Sé que le cuentas todo a mi padre pero si en verdad eres mi amigo quiero que esto quede entre nosotros dos.

Diner: restaurante prefabricado americano.

No he editado nada, perdón : (