Point Place, Wisconsin.

Lunes 03 de Marzo de 1992.

Casa de Jackie Hyde.

Hyde se había dado un baño muy largo. Un baño de casi 4 horas. Nadie quiso interrumpir porque sabían que estaba peleando consigo mismo ahí adentro. Aunque su esposa lo obligó a salir al final y lo llevo a su habitación preocupada porque fuera a resfriarse. Eric se sentó junto a la puerta porque su hermano no quiso abrirle excusándose en que "La habitación estaba sucia"— "¿Dónde habré puesto ese viejo disco?" había dicho antes de ponerse a destrozar la habitación completa y sacar cosas de todos lados, luego de pasar casi toda la tarde reparando el auto. No habló con nadie y ni siquiera los vio a los ojos. Eric estaba seguro de que no había llorado porque podía ver debajo de las gafas oscuras que Jackie había guardado en su diario de corazón por tantos años, esperando por el regreso de su marido.

—Deberíamos ir a calmarlo. — sugirió Kelso

—No — dijo Donna — Es mejor que lo saque de una vez. Es su forma de enfrentarlo.

—Pobre Leo — dijo Fez. — ¿Se dan cuenta de que si no hubiéramos ido por Hyde, esto no habría pasado? Así que básicamente nosotros tenemos la culpa.

—No digas eso Fez— musitó Jackie —Fue un accidente. Nadie quiere mencionar esa palabra por aquí.

—Eso nos volvería cómplices de otra muerte. — replicó Kelso sin pensar.

El ruido de una caja rodando por las escaleras llamó su atención.

—Se acabó— dijo él — Voy a subir y voy a detenerlo.

—Por favor no vayas a pelear con él. — Pidió Donna— No tenemos cabeza para esto ahora.

— ¡Eric no está haciendo nada, solo está ahí sentado!

— ¡Pues déjalo! — Dijo Jackie — No podemos hacer nada, Steven perdió cuatro padres hasta la fecha. ¿Cómo encuentras las palabras para animarlo luego de algo así? Lo conozco, necesita alivianarse primero, si te acercas ahora solo se va a poner agresivo.

Escaleras arriba Eric estaba sentado junto a la puerta jugando con un pequeño yoyo que Hyde había botado hacia afuera con otras basurillas.

— ¿Necesitas ayuda con ese disco?— preguntó él desde el otro lado de la puerta. Hyde negó con una especie de gruñido. —Está bien, solo quiero que sepas que evadir tus sentimientos solo lo empeorara y tarde o temprano vas a estallar y lastimarás a mucha gente. Eso es lo que siempre haces. No quiero que te arrepientas.

—Buenas lecciones, Forman ¿Por qué no vas a profesarlas afuera del metro?

Eric sonrió.

—Tal vez no me di cuenta de lo mucho que significaba ese viejo Hippie para ti. Perdóname.

Hyde no le contestó.

—Creo que no tienes que pasar por todo tú solo como la última vez. Leo también era amigo nuestro. — con esta frase se levantó y bajo por las escaleras. El resto de la pandilla meditaba en silencio con la cabeza agachada.

— ¿Y bien?

—Estará bien — dijo Eric y se dirigió a la puerta.

Donna lo siguió y lo detuvo por el hombro.

—Eric. ¿Quieres hablar?

— ¿De cómo tomaste la decisión de dar a mi hijo en adopción? ¿O de como ibas a abortarlo sin contarme que estabas embarazada?

Donna rodó los ojos.

—De lo de Hyde.

— ¿Por qué querría hablar de cualquier cosas contigo? Podrías estar ocultándome otro bebé... dime Donna ¿estas embarazada ahora?

—No, Eric

— ¡DIME!

— ¡ERIC!

Eric se calmó.

— ¿Nunca pensaste que tal vez yo si quería ser padre? ¿Nunca pensaste que yo quería conservarlo? ¿Nunca se te ocurrió?

—Tomé la mejor decisión para mí, Eric. Era mi cuerpo el que estaba en juego, no el tuyo.

— ¡Pudiste decírmelo!

— ¿Para qué me humillaras preguntándome si era de Hyde?

Eric se detuvo.

— ¿Es?

— ¡NO! ¿VES LO QUE DIGO?

—Perdona si me es difícil lidiar con la mujer que se acostó con mi hermano. — Donna se agachó. —Pero ya no quiero discutirlo. ¿Sabes porque? Porque me di cuenta de que tienes razón. Tienes razón tú. Tiene razón él y hasta Kelso. Todo esto es absurdo. Estamos aquí sentados esperando todos juntos a que nos llegue la tormenta como si fuera a enviarnos un aviso.

—Eso es justo lo que pasará— rectificó Donna.

—Pues ya no quiero eso, Donna. Estoy harto de esta impotencia y de esta… esta… mierda. Jackie recuperó por fin la vida que le arrebaté, Fez no tuvo nada que ver en el accidente, Kelso tiene dos hijos y Hyde pasó años en la cárcel por crímenes que no cometió. Es hora de que el responsable dé la cara.

— ¿De que estas hablando?

— ¿No te das cuenta? ¡Fui yo, Donna! ¡Yo la arrollé!

—No, fue Jackie… ella la…

— ¡Basta, Donna! ¡Admítelo! ¡Admítanlo todos ustedes! Soy el culpable. Si alguien merece ir a la cárcel, ese soy yo.

Donna estaba apabullada y no supo muy bien como contestar.

—Esto se acaba hoy — dijo Eric y se subió a su auto. Donna tardó en salir del trance y no pudo alcanzarlo. Eric arrancó y ganó velocidad a la mitad de la calle. Un auto gris lo siguió discretamente y Donna reconoció al oficial Wallas al volante.

— ¡CHICOS! —Entró diciendo — ¡ERIC SE VA A ENTREGAR! ¡La policía nos vigila!

Hyde abrió la puerta de la habitación y salió corriendo adelantando a Kelso para subirse a su auto.

— ¡Hey!— clamó el otro.

— ¡STEVEN!—Gritó Jackie

La escena de aquel horroroso día se revivió en la memoria de todos.

— ¡Tenemos que hacer algo! — exigió Donna y Kelso corrió al teléfono.

En la carretera Hyde cortó camino atravesando por el campo. Los jugadores que estaban en su camino saltaron para hacerse a un lado. Eric, que llevaba tantos años sin subir de la velocidad permitida llegó a la malla de seguridad que rodeaba la comisaria y entonces frenó para no golpear con Hyde, que se le cerró enfrente. Su hermano se bajó del auto y se puso frente al capo; Eric quiso desquiciarse y acelerar pero luego vio los ojos enrojecidos de Hyde y recordó que durante el funeral de Red se veía igual de desorientado, entonces se le ocurrió que tal vez si le dolió después de todo pero que no tuvo la oportunidad de derramar una sola lagrima porque estaba ocupado lidiando con todo lo que él no pudo. La vida real.

— ¡Sé dónde está Alex!— espetó Hyde y Eric soltó el agarre del volante. —Te llevaré con él

Eric apartó el pie del acelerador poco a poco y por fin apagó el motor.

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