Harry Potter pertenece a JK Rowling.
Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)
Harén de Harry.
HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.
SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.
Capítulo 52: Clases Especiales
— ¿Significa que cerrarán el Club de Gobstones? —preguntó Ron Weasley.
—No hay ningún problema, con el club de Gobstones —dijo Fred Weasley. —Alguien cantó, sobre el club de Defensa. Vamos a buscar a Harry y las chicas. —George, siguió a su hermano, yendo hacía el gran comedor, y se acercaron a él, contándole lo ocurrido.
— ¿Qué hacemos? —preguntó Luna Lovegood, acercándose a Hermione.
— ¿Lo vieron? —preguntó Neville, acercándose a Harry.
—No se preocupen. El grupo de estudio, sigue en pie —dijo Harry de forma tan fría, que, a más de uno le corrió un escalofrío por la espalda. —Vayan a sus puestos. Desayunen y no se preocupen. —Todos asintieron, y ante las señas de George, volvieron a sus asientos. Harry entonces, escuchó la risa de Daphne. — ¿Qué pasa?
— "El traidor, se llevará una buena sorpresa... muy desagradable" —fue lo único que susurró ella, haciéndolo temer, por la vida de la persona, que los había traicionado.
Harry agarró su galeón, la primera reunión sería el sábado, y les pedía reunirse, ante una de las múltiples entradas de la Cámara de los Secretos.
Descubrirlas, no fue fácil, pero lo estuvo haciendo, entre tercer año y parte del cuarto año, antes de tener que comenzar a participar, en el Torneo.
Unos minutos después, estaban todos en el salón de Pociones. Y aunque Harry, trataba de centrarse en la clase, y en la poción, no dejaba de mirar a Umbridge.
— "Sangre de salamandra, Harry, no jugo de granada" —susurró Hermione, deteniéndolo a tiempo.
Harry suspiró, y se centró en la poción.
—Bueno, parece ser, que los alumnos están adelantados para el curso que hacen —dijo Umbridge, finalmente poniéndose de pie, y poniéndose a trabajar, en su inspección contra Slughorn. — ¿Hace cuánto, que enseña en Hogwarts?
—Enseñé entre los años treinta y los cincuenta, como usted quizás recuerde: Dolores, yo fui su maestro de pociones. —La mujer saltó, ante el tono usado por Slughorn, obviamente, no lo había olvidado. —Y luego, cuando Severus Snape, fue arrestado por meter al señor Potter, en el Torneo de los Tres Magos, Dumbledore me llamó, para reemplazarlo, así que he dictado esta clase, por año y medio. —Umbridge abrió su boca, pero Slughorn fue más veloz. —Supondré, Dolores, que Dumbledore no pudo encontrar a absolutamente nadie mejor, para tomar el cargo de maestro de pociones. Supongo que... bueno... —se movió hacía el escritorio, agitó la varita, y un folio de hojas aparecieron. —Esto, querida, son anotaciones que yo mismo he venido realizando. Severus, jamás me pareció un maestro competente: Es un hombre... umm... digámoslo: Veía favoritismos hacía Slytherin y los hijos de los Mortífagos, no veía la calidad que representan los alumnos, como personas, sino que veía, todo el tiempo, a nuevos Mortífagos en formación, y trataba de darles herramientas pobres, para que alcanzaran altos estatus.
Dolores se quedó allí, parpadeando lenta y repetidamente, como un camaleón.
Al menos, estaba segura de algo: El hombre, no parecía estar del lado de Dumbledore.
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—Buenas tardes, clase.
—Buenas tardes, profesora Umbridge —contestaron todos, con un aire parco y sombrío.
—Guarden sus varitas, por favor y vamos al capítulo tres, titulado «Razones para las respuestas no agresivas, a los ataques mágicos», por favor léanlo en...
— "Silencio..." —susurraron muchos, abriendo los libros, y dando paso a la lectura.
—Artes Oscuras... Clases de Defensa y Contraataque —pensó Harry, pero pronto su mente comenzó a volar, pensando en aquellos hechizos, que podría enseñarles a sus alumnos. —Expelliarmus, atrapado, atabraquium, bombarda, colloshoo... ¿quizás el Confringo?
En la clase de Encantamientos, practicaron el hechizo Silencius, contra unos cuervos que graznaban a más no poder.
— ¡Silencius! —exclamaron Harry y Tracey, al mismo tiempo. El salón, era una cacofonía de graznidos, que lastimaban los oídos, pero poco a poco, estaban logrando que los cuervos ya no emitieran sonidos, y ahora solo abrían y cerraban los picos.
Al menos, esto era por parte, de unos cuantos cuervos.
—Buen trabajo, Potter, Davies —dijo Flitwick.
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Una noche cualquiera, cuando menos se lo esperaban (aunque eran solo un puñado de alumnos), estos, confundidos, se dirigieron hacía el séptimo piso del colegio, hacía el tapiz de Bárnabas en Chiflado, cuando este intentaba enseñarles a unos Trolls, a bailar ballet, allí, encontraron una puerta, una que juraban, que nunca antes, habían visto.
—Bienvenidos, a nuestra primera clase —dijo Hermione, con una voz calmada y haciendo que los chicos llamados, entraran de forma vacilante.
—Hermione —dijo Tracey. Pero pronto, las palabras murieron en su boca.
—Sí, Tracey.
—Bu... bueno... yo... me preguntaba: ¿Quién es el líder, del grupo y.… como nos llamaremos? —preguntó Tracey.
—Es cierto —dijo la voz soñadora, de Luna Lovegood. —Necesitaríamos un nombre.
— ¿No que el Ministerio, teme que Dumbledore esté armando un ejército? —preguntó un rezagado Neville. — ¿Por qué no darles lo que quieren? ¿El Ejercito de Dumbledore?
—Lo pensaré —prometió Harry. —Todo el mundo, saque sus varitas... Ejem, ejem —todos rompieron en risas, mientras lo veía caminar lentamente, y haciendo bailar la varita, en sus manos. — ¡Expelliarmus! —repentinamente, apuntó a Ernie McMillan, cuya varita salió volando de su mano, aquello le sorprendió. —Es un hechizo útil... Algo más, que podrían hacer, sería apuntar a la mano del enemigo, y usar el Confringo, la Bombarda, o incluso... Diffindo. Pero eso, ya lo veremos, más adelante.
