Camino del valle verde, Wisconsin.
Lunes 03 de Marzo de 1992.
Carretera 53.
El paso entre la ciclo pista y el valle de entrada del caminito de las judías estaba abierto hasta tarde. Eric y Hyde condujeron pasada la hora de la cena, luego se detuvieron en una cafetería para comer algo y la mesera le guiñó un ojo a Eric. Hyde lo animó a pedirle su teléfono pero él se negó diciendo que tenía novia y que iba casarse. Hyde le dijo que no era posible que una mujer quisiera casarse con él. Luego de varias bromas salieron para descubrir un rayón en el auto y Eric hizo un berrinche de varias horas.
Cuando se acercaban a su destino Hyde pidió bajarse para orinar, pero entonces una mujer que iba pasando con su hijo lo tachó de indecente y comenzó a discutir con él. Eric le dijo que no valía la pena seguirle el juego a la vieja mujer pero Hyde no estaba de buen humor así que siguió exaltándose hasta que la señora llamó a la policía. Los hermanos se decidieron a abandonar el rumbo y parar en un bar para recuperar los humores. En el sitio había poca gente y los que estaban sentados parecían salidos de un callejón mal oliente, aunque Eric tenía el vago presentimiento de que ellos encajaban con la imagen también.
— ¿Tiene una pinta diferente no?
— ¿Qué?— Hyde se sorbió la nariz, estaba comenzando a ponerse ebrio.
—El mundo. Después de Leo — Hyde se limitó a asentir con la cabeza. —Lamento lo que sucedió. Lamento que no hayas estado ahí, si no te hubiéramos pedido ayuda no lo hubieras dejado. — presionó Eric.
—Es tarde para lamentar cosas, Forman. ¿Por qué no solo nos dedicamos a perdonar? ¿Eh? ¿Qué te parece?— brindó Hyde.
—Nunca podré perdonarte lo de Donna y tú nunca podrás perdonarme lo de Jackie
—No te odio por echar a Jackie, solo pienso que eres estúpido.
Eric sonrió.
—Bueno, no te odio por lo de Donna pero… No ¿sabes qué? Si lo hago. Te odio porque siempre tienes lo que quieres, porque nadie te dice que no, jamás. Tienes la suerte de un millonario. Si juegas a la lotería te aseguro que ganas.
Hyde rezongó con sarcasmo
—Así como gané en la vida ¿no? Sí, mi vida es perfecta, Forman. Fue tan divertido bañarme con un chorro de agua helada, pasar días sin comer, contagiarme de piojos en las celdas y abandonar a mi esposa a su suerte durante cuatro putos años. Pero sabes que es mejor ¡Las amenazas! ¡Son asombrosas! ¡Eso es adrenalina! Me divierto tanto cuando me cierran las puertas en la cara por mis antecedentes y peleando con los ilegales por los trabajos. Aunque eso no me hace tan feliz como la venta de drogas y la deuda de mi madre con la que estuve cerca de prostituirme ¡Debo ser el más afortunado del mundo!
—Ya entendí, cálmate.
—Así es la vida, Forman. Yo traté de ganármela siempre, no eres el primero que me hace a un lado o que trata de quitármelo todo pero ¿Sabes porque sigo aquí? Porque me importa un carajo si me quieres o no. Te debo la mitad de la vida que tuve y nada de lo que hagas va a poder cambiarlo. De no ser por ti no tendría familia alguna, y aun si no quieres verme como parte de ella no puedes cambiar lo que yo pienso. Estas condenado a mí a donde sea que te metas; cometiste el error de meterme en tu vida y ahora debes hacerte responsable por eso. ¿No te gusta? Asúmelo. Entiende que ya no somos niños pequeños o adolescentes coléricos disputándose por las faldas de una chica. Soy un hombre adulto y casado. Si no puedes perdonarme por un error infantil no puedo hacer nada al respecto.
—No se trata de lo que hiciste se trata de la intención, de la poca vergüenza que te produce pensar en ello. No te importa nada, porque nunca has tenido nada propio. Y eres inmaduro y eres malvado con los demás y pasas la página, y piensas que con decir "lo siento" se soluciona todo. Pues YO LO SIENTO, no es así. — remilgó Eric.
Hyde negó con la cabeza agachada y las mejillas enrojecidas por el alcohol
—Tú me pides que madure pero eres tú el que no quiere crecer. No has crecido desde entonces porque sigues haciendo los mismos dramas. Yo entiendo que te herí entonces y lo siento mucho, pero hay cosas más importantes para mí que recibir la gracia de tu perdón, viejo. Tengo una esposa que cuidar, tengo una casa que pagar, tengo un mundo de intereses allá afuera que se pueden hacer moronas en los próximos 15 minutos y sin embargo elijo estar aquí sentado perdiendo el tiempo junto a ti porque sigues siendo mi hermano. —Eric se quedó callado. —Yo crecí pensando que la familia era desechable, que no valía la pena construir una y que ninguna familia funcionaba.— siguió Hyde — Pero luego de conocer a tus padres, a ti… incluso a Laurie… todos ustedes eran una clase diferente de familia. Pasé mis mejores años en ese sótano, no te lo voy a negar. Pero llegó el momento de crecer porque hay cosas que ya no existen. Ya sé que no podemos volver a ser amigos y eso no hace que deje de verte como mi hermano. Deja ir lo que ya pasó. Suelta, Forman, aprende a soltar. No lo olvidas porque estas asustado y sentí lo mismo cuando Red se fue, y lo sentí de nuevo esta mañana cuando tuve que avisar a la familia de Leo que había muerto, pero sigo teniendo una esposa y nadie va a cuidar de mi familia si me desmorono sintiendo pena por mí mismo.
— ¡Yo no siento pena por mí mismo!
—Sientes envidia— lo interrumpió Hyde — envidias al huérfano que te arrebató a tu familia y piensas que no hay un lugar especial en el mundo para ti como si lo hay para mi
— ¡Claro que no! — Eric estaba empezando a enfadarse.
—Piénsalo, Forman. ¿Por qué envidias al huérfano ex convicto, adicto y problemático del barrio pobre del vecindario cuando no tiene ni la mitad de lo que tú? ¿Cuándo no es ni la mitad de exitoso ni tiene las mínimas posibilidades de serlo?— Eric no contestó. —Porque yo sé olvidar y tú no. Porque yo disfruto mi vida de mierda y tú no disfrutas tu vida de arcoíris. La diferencia radica en que yo elegí mi vida, nadie la eligió por mí. Caminé con mis errores y los asumí de frente todo el tiempo. Yo no me escondo tras una maqueta con una tarjeta de presentación. Tú vas por la vida echándoles la culpa de tus problemas a los demás y fingiendo que lo tienes todo bajo control. ¡Admite que no es así! ¡No está bien ser perfecto para una audiencia invisible! ¡No está bien, viejo! ¡Míranos! — Puso una moneda sobre la servilleta— ¡Mírame! ¿Por qué seguimos aquí? ¿Por qué no estamos presos? ¡Tomamos decisiones que no podemos cambiar! ¡Ya lo hicimos! Ya lo hiciste, eres lo que eres. Lidia con eso. ¡Vive con eso!
—No tiene nada que ver. — murmuró Eric con una debilidad imperceptible. El labio inferior le temblaba de a sorbos cuando se ponía la cerveza en la boca solo por hacer algo.
—No me odias a mí, viejo. ¡Eres tú! ¡Te odias por lo que hiciste y no puedes afrontarlo! Yo soy un criminal. Nadie me lo dijo, yo lo aprendí, yo lo entendí, estoy consciente, yo lo sé. ¿Tú que eres Forman? ¿Un trabajador de la empresa millonaria del padre de su amigo homosexual? ¿Eso eres? ¿El que se comprometió?
—Yo no soy como tú. Yo no soy una mala persona.
— ¡Si lo eres!— se burló Hyde
— ¡No lo soy!— Eric golpeó la barra con el puño.
— ¡Si lo eres! ¡Eres un asesino!
Eric se levantó de su banco y azotó la mano contra la barra.
— ¡Yo no soy un asesino!— La vena de su sien se marcaba en su rostro enrojecido.
— ¡SI LO ERES!— Hyde se puso también de pie y se le acercó despacio.
— ¡NO SOY UN ASESINO!
— ¡ERES UN ASESINO, FROMAN! ¡LO SOMOS! ¡LO SOMOS LOS DOS!
La saliva de Hyde llegó a salpicar por todas partes. Azotaba las palabras como una hueste de látigos.
— ¡NO!— Eric se tapó los oídos y retrocedió caminando
— ¡DILO! ¡DI QUE ERES UN ASESINO!— insistió Hyde persiguiéndolo con un agresivo semblante
— ¡CALLATE!
Hyde lo detuvo contra la pared, puso sus manos a los costados de su cabeza, sobre las de su hermano. Sus frentes se juntaron.
— ¡Dilo, Forman! ¡Acéptalo!
Las lágrimas agrias de Eric resbalaban por la resequedad de su rostro. Hyde recargó la mano en la mejilla de su hermano con una palmada corta, fue el intento de una bofetada pero no terminó de serlo.
— ¡¿Qué eres Forman?!
Eric siguió llorando y pudo pronunciar entre sollozos
—Soy un asesino… — gimoteó
Hyde lo agarró con agresividad.
—No, viejo, eres… eres mi hermano ¿oíste? ¡ESO ERES, MALDICION! ¡ERES MI MALDITO HERMANO!
Eric asentía entre lágrimas sin dejar de murmurar. "Soy un asesino"
— ¡MIRAME FORMAN! ¡AQUÍ ESTOY! ¡AQUÍ ESTOY YO! ¡SOMOS FAMILIA!
Eric se concentró en los ojos de su hermano y dejó de tambalearse hacia atrás.
— ¡Eres mi maldito hermano, Forman! ¡Hayas hecho lo que hayas hecho, y sin importar lo que hagas después ¿entiendes?! ¡La familia es la familia! ¡Eres familia! ¡Los hermanos se hunden juntos y no voy a dejar que te hundas solo ¿me entiendes?! ¿Me entiendes, viejo?
Eric asintió, desorientado.
— ¿Qué eres Forman?
Eric estaba hecho un revuelo de lágrimas, mocos y saliva, y apenas podía responder de forma audible.
— ¡Mírame! ¿Qué eres?
—Tú hermano… — susurró.
— ¡Eso eres! — Soltó Hyde — Eso eres Forman. ¡Eso eres, carajo!
Hyde soltó una especie de beso en su frente, una pequeña bofetada más y lo liberó de su agarre. Eric se dejó caer en el banco y escondió la cara limpiándose con las manos los vestigios del llanto. Hyde volvió la atención a su cerveza. El cantinero los miraba con un aire entre desprecio y curiosidad. Hyde dejo el dinero sobre la barra y animó a su hermano a seguirlo de vuelta al auto donde reanudaron el viaje.
El camino restante fue silencioso, los dos fingieron que el incidente del bar había sido efectivamente, solo eso. Un incidente de esos donde uno explota y se va llenando de pasta y de más pasta y de fibra en el interior. Pero al final la fibra siempre sale. No importa por dónde.
—Ya llegamos — anunció Hyde y detuvo el auto unos metros atrás de la casa. Las luces estaban encendidas para ser tan tarde en la noche. Eric tardó un rato en conseguir el valor para sacarse el cinturón y otro tanto para abrir la puerta. El otro se bajó de un brinco, parecía que había vuelto a sus veintes desde que se arregló con su esposa y se le notaba rejuvenecido. Además la actitud que ganó en el bar le dio el vigor para tolerar más cerveza. — Bueno, esta es…
Eric se quedó parado frente a la casa.
— ¿Y qué pasará si no es feliz? o peor aún… ¿Qué tal si sí lo es? ¿Qué tal si no me necesita? ¿Si no me quiere conocer…? Si…
Hyde le puso una mano en el hombro.
—Es un niño, Forman. Los niños son ingenuos. Aceptan a cualquiera en su vida.
Eric se rio.
— ¿No tienes nada de tacto, verdad?
Hyde se encogió de hombros.
—Tampoco tengo hijos.
Eric suspiró y tranquilizó su respiración. Tocó la puerta con la mano temblorosa. Un hombre atendió.
— ¿En qué le puedo ayudar?— le preguntó el señor Peterson.
— ¿Quién es, cariño?— se acercó su mujer — ¿Quién viene tan tarde?
Eric retrocedió un paso. Hyde lo empujó hacia adentro.
—Disculpen, me estaba preguntando si yo… si…
Hyde se adelantó.
— Hola, señor ¿Me recuerda? El tipo de la luz.
La expresión de confusión del hombre se pronunció.
—Ah, si… el de la luz ¿Qué se le ofrece? ¿Hay algún problema con mi hijo?
—Sí, pero no con el que cree. Este es Eric Forman. Saluda forman. Él es padre biológico de Alex.
— ¿Qué?
La mujer se indignó. El hombre entrecerró la puerta.
— ¿Cómo se atreve a levantar esas blasfemias?
Eric le dedicó una mirada furtiva a su hermano. Hyde se encogió de hombros.
—Lo que él quiso decir es que… soy el…. El padre.
—No puede verte, él no sabe que es adoptado. — Replicó el hombre
— ¡El niño es rubio y ustedes morenos!— espetó Hyde con un acento vulgar. — ¿Acaso es tonto?
—Cállate ya Hyde. Disculpen, no tiene tacto. — se rio Eric nervioso.
—Es verdad, no lo tengo, y como no dejen que lo conozca estarán violando el contrato que firmaron. — amenazó el del afro.
—Y ustedes el apartado de discreción de ese contrato. — Contestó el señor Peterson.
Hyde se cruzó de brazos.
—No vine aquí a pelear— dijo Eric — señor… He vivido toda mi vida sin conocerlo. Ni siquiera tuve la oportunidad de cargarlo cuando nació… por favor… solo quiero conocerlo.
La pareja lo meditó, la mujer asomó la cabeza luego de un rato.
—Puedes verlo, pero no puedes decirle quien eres. Te presentaremos como un amigo de la familia. — se hizo a un lado para dejarlo pasar.
—Gracias, no sabe cuánto le agradezco… muchas gracias. — Eric entró. Hyde puso los ojos en blanco y lo siguió pero el señor lo detuvo.
—Seguro que puedes esperarlo afuera.
Hyde puso una mueca y retrocedió.
—No me importa, ni que tuvieran una casa tan bonita.
El señor Peterson cerró la puerta en su cara. Hyde jugó con su pie en el tapete un rato y luego exploró las flores de la cornisa que estaban repartidas en pequeñas masetas alrededor del corredor de paso.
— ¡Sus plantas se están secando! — Les gritó por la ventana— Cambien esa tierra. — como nadie le hizo caso, se agachó para verlas más de cerca y comenzó quitando las basuritas y murmurando "irresponsables" con mala cara.
En el interior Eric se acercó al sofá de robles con precaución, era una casa grande, más grande que su departamento en Los Ángeles.
— ¡ALEX, BAJA!— Llamó su madre —Hay alguien a quien debes conocer.
El niño tardó un rato en bajar y cuando lo hizo, fue saltando los escalones despacito sin necesidad de mirar por donde pisaba. Eric se dio cuenta de que tenía la estructura de la casa bien guardada en su memoria, era el lugar que el niño reconocía como hogar.
—Mira, Alex, este es un amigo de papá.
El niño se escondió tras la escalera al ver al desconocido.
—Hola— susurró escondiendo la cara.
Eric trató de rodear el pilar de la escalera para poder verle el rostro.
—Hola— le contestó. — tú debes ser Alex… mi nombre es Eric.
Alex miró a su mamá y luego a Eric de vuelta.
—Dale la mano, hijo.
El niño extendió ligeramente la mano.
—Mucho gusto— le dijo, Eric le estrechó la mano y el niño echó a correr escaleras arriba.
—Es algo tímido.
— ¿Le va bien en la escuela?
—Siempre saca las mejores notas, tiene una tutora que…
—Donna
La señora hizo una pausa tratando de comprender la situación entre los padres biológicos de su hijo
—Así es, ella ha venido aquí desde que Alex aprendió a caminar, teníamos problemas para enseñarle a hablar. Desde entonces se presenta cada sábado sin falta.
Eric se puso a reflexionar.
— ¿Se arrepintió de su decisión?
—No creo que debamos discutir eso con usted. Ella dijo que nunca se interesó por él.
—Eso no es verdad, ella nunca me lo dijo. Tomó esta decisión y sus consecuencias sin consultármelo.
—Ya está. Alex está sano y salvo con nosotros, no le falta nada. Si quiere ser parte de su vida, encuentre una forma como hizo la madre.
—Ya veo.
—Alex está creciendo rápido, señor…está cerca de ser un adolescente problemático, creo que no es un buen momento para que usted interfiera.
—Es mi hijo
—No lo es. Es mi hijo. Yo le enseñé a caminar, yo le cambie los pañales, nosotros le dimos hogar y educación ¿Qué hizo usted? Nada
—Si hubiera sabido que tenía un hijo lo habría hecho. Ella nunca me dio la oportunidad de…
— Los problemas personales que tengan entre ustedes no le conciernen a esta familia, señor. Voy a tener que pedirle que se retire, porque no es nadie para criticar la forma en la que he criado a mi hijo. ¿Entiende? MI HIJO.
—Al que han criado con una mentira ¿No le van a decir nunca que es adoptado? ¿No creen que merezca saber que su "maestra" es en realidad su madre?
— ¿Cómo se atreve a hacer sugerencia ninguna? Las decisiones de lo que se dice y hace en esta familia las tomo yo. ¿No le parece que hizo suficiente abandonando a la madre a su suerte? En su momento tuvo la oportunidad para hacer cualquier cosa pero no lo hizo.
— ¿Les da miedo que el niño quiera irse con ella? ¿Por qué no se lo preguntan? Apuesto a que obtendremos una respuesta muy interesante.
— ¡Por favor, es usted un ridículo!
— ¡No más que ustedes si piensan que pueden ocultarle que soy su verdadero padre!
— ¿Qué? — los adultos se giraron. Alex estaba parado junto al umbral de la puerta.
— ¡Cariño! — la mujer corrió tras él pero no le dio alcance, el niño salió por la puerta y saltó la barda pasando el terreno contiguo con una agilidad que ninguno de sus padres tenia para seguirlo. Hyde que estaba traspasando las plantas de maseta en maseta se levantó sorprendido. Eric salió tras él y gritó.
— ¡Alex!
Hyde espabiló.
— ¿Qué demonios fue eso?
Eric lo miró, analizó la tierra de su ropa y le dio una palmada rápida en el pecho.
—Te explico al rato— le dijo y salió corriendo tras el niño.
La familia salió después y el hombre miró a Hyde con desconcierto.
— ¡Alex!... ¿Pero tú… qué demonios estás haciendo?
Hyde soltó la maseta y sonrió.
Eric dio varias vueltas por el vecindario, hasta que por fin lo encontró trepado en un árbol. Trató de convencerlo de bajar de ahí pero el niño se aferró todavía más a la rama.
—Por favor, baja de ahí, no te haré daño.
—No quiero irme contigo, yo quiero quedarme con mi papá.
Eric sintió un golpe en el pecho.
—Alex… no te voy a obligar a venir conmigo…
El niño le arrojó una rama que recién había cortado.
— ¡Vete! ¡No te quiero! ¡Quiero a mi papá! ¡Yo ya tengo un papá!
—Ya lo sé, Alex. Perdóname. No tienes que venir conmigo, sé que amas a tu familia y entiendo que ellos te aman también, no era la forma en la que quería que te enteraras de todo esto.
El niño se quedó callado.
—Si me dejas subir contigo te lo explicaré todo, lo prometo.
Alex se aferró a la rama
— ¡No! ¡No vengas! ¡Quédate ahí!
—Alex… es un lindo nombre— reflexionó Eric — ¿Te dijeron porque te llamas así?— el niño no le respondió así que siguió hablando. — Una vez hubo un hombre valiente que conquistó el mundo con ese nombre, y su poder era tan grande que pudo abrir el cielo para que llovieran conejos.
Alex abrió mucho los ojos.
— ¿Conejos?
—Sí, conejos. La gente estaba muriendo de hambre en el bosque y no había suficientes conejos para todos, entonces el conejo era un animal sagrado y cuando alguien del grupo encontraba uno, todos se peleaban por él.
Alex se relajó. Eric comenzó a acercarse a él despacio y de un modo tan sigiloso, que el niño ni se dio cuenta.
— Entonces Alex hizo llover conejos y todo pudieron comer y sobrevivir.
—Soy vegetariano. — Dijo Alex — Nunca me comería a un animal.
—Lo harías si estuvieras famélico.
El niño frunció el ceño y Eric se dio cuenta de que había metido la pata.
—Quise decir que… no necesariamente se los comieron, algunos los abrazaron y fueron sus mascotas.
—¿Estas inventando todo eso verdad?
Eric suspiró.
—Sí. — admitió
— ¿Por qué?
—Porque estoy desesperado porque me aceptes. — Eric se agachó. —Tus padres tienen razón, es culpa mía y no de Donna. Yo debí haberla buscado. Tal vez ella no te hubiera alejado de mi si hubiera sido un mejor… un mejor…
— ¿Amigo?
—Sí, amigo. Eso es. Fui un mal amigo y por eso te alejaron de mí. No sabes lo que daría por cambiarlo todo.
Alex resbaló despacio de la rama acercándose al hombro de Eric.
—Yo tampoco tengo amigos. — le dijo y lo consoló poniéndole una mano en el hombro. — En la escuela dicen que soy raro y se burlan de mí.
Eric volteó a verlo. La sensación era extraña, esos ojos eran iguales a los suyos y al mismo tiempo parecía que estaba mirando a Donna.
— ¿Por qué raro?
—Porque no como conejos.
Los dos se rieron. Hasta que el niño paró para hacerle una pregunta.
— ¿Entonces es verdad que mi padre no es mi padre?
Eric asintió con cuidado.
—No, tu padre es tu padre, solo no tiene la misma sangre que tú.
— ¿Y si tú eras mi papá porque me dejaste aquí?
Eric sintió que las lágrimas lo invadían de nuevo pero no las dejo escapar.
—Lo siento mucho, Alex. Espero que un día puedas perdonarme, hubiera querido criarte yo mismo, verte a crecer, enseñarte a caminar, a hablar, a nadar a…
—Aún no he aprendido a nadar. — lo interrumpió el niño — Si quieres me puedes enseñar.
Eric sonrió. Nunca había conocido a alguien tan tierno.
—Yo tampoco sé nadar. — admitió con los ojos vidriosos. El niño frunció el ceño. — Pero… ¿tienes patines?
— ¿Patines?
Eric volvió a sonreír, mantuvo esa sonrisa cuando volvió para dejar al niño. Y aun cuando subieron al auto para viajar de regreso. Alex lo había aceptado en su vida, los temores que lo atormentaban de pronto se esfumaron de su cabeza liberándole el pecho.
— ¿Por qué esa sonrisa, viejo? —Le preguntó Hyde aferrado al volante. — ¿Estas drogado?
Eric se rio.
—Tengo un hijo, Hyde…
Hyde asintió.
—Sí, estas drogado.
—No creo que ninguna hierba pueda hacerme sentir lo que Alex.
Hyde se rio
—Existe más que solo la hierba amigo, pero me agrada tu actitud. Creí que serias un padre de pesadilla.
—Mira quien lo dice… ¿Por qué no tienes hijos y lo averiguas?
Hyde dejo de sonreír y Eric cayó en cuenta de su error.
— ¿Qué habrá en la radio?
El radio comenzó a sonar era un comercial que anunciaba el éxito inesperado de una nueva banda de un género grunge que nunca había escuchado antes.
I'm so happy, because today i found my friends, their in my head ... I'm so ugly, but that's ok cause so are you…
Eric y Hyde se miraron y asintieron con la cabeza. Eric subió el volumen y los dos comenzaron a tararear luego de un rato. Cuando llegó el cambio de ritmo movieron la cabeza riéndose. El auto aumentó la velocidad y al pasar por un tope se cayó la fotografía de Jackie y el vidrio se estrelló. Hyde la miró con curiosidad, un horrible sentimiento de ansiedad lo embriagó por dentro.
— ¿Qué pasa?
Hyde levantó la fotografía y siguió conduciendo.
—Nada. No es nada.
