Los nuevos acontecimientos sucedidos dentro de aquellos días hicieron que la rutina establecida dentro de la casa solariega de los Lestrange cambiase.
Por las mañanas, Harry y Rodolphus se enfrascaban en las lecciones de duelo, mientras que Draco seguía recibiendo consejos y nuevas técnicas por parte de Remus.
Sirius acompañaba a su ahijado y al esposo de su prima dentro en los entrenamientos, para así poder darle al chico diferentes perspectivas a la hora de aprender. Era bien sabido que los sangre puras eran sometidos al adoctrinamiento en todo tipo de ámbitos desde su infancia, pero el duelo era un punto para considerar desde que eran capaces de realizar magia con sus propias varitas. Cuando llegaba el momento en que el varón de una familia era acreedor de su propia arma mágica, su padre o figura paterna debía encargarse de empezar el entrenamiento de duelos, puesto que cada familia tenía su manera de plasmarse y presentarse ante un oponente.
En el caso de los Lestrange se podía observar el movimiento rígido y estructurado de la muñeca, de los pies y los trazos secos en el aire a la hora de lanzar un hechizo o maleficio aplicando esto al propio movimiento requerido para conjurar lo deseado.
Por parte de los Black, se percibía la fluidez, soltura y el análisis solapado que ejercían cada vez que sus cuerpos entraban en el área de combate o se sentían amenazados por un inminente contendiente.
Al ser doctrinas marcadas, se iban enseñando y replicando por generaciones y se distinguía a un mago tanto por su manera de moverse como por su firma mágica. Esto se replicaba en cada varón de las familias, más que nada porque las mujeres ejercían sus propios movimientos con el paso del tiempo y no se les daba importancia alguna al que aprendieran ese tipo de menesteres. No estaba en ellas el tener que proteger a la familia, por lo tanto, no las consideraban para esas clases. Exceptuando a Bellatrix, que su padre se enfrascó en hacer de ella el "Heredero Perfecto" y se encargó de entregarle todas las herramientas que le habría dado a su hijo en caso de haberlo tenido. Harry en cambio, no tenía a nadie que le pudiese mostrar como lo haría un Potter, por ende, estaba recibiendo la doctrina de dos familias diferentes y eso le ayudaba para poder tener una visión más amplia en el momento que se tuviese que enfrentar a su destino. Destino que seguía sin ser revelado al chico.
El animago se dedicaba a que su ahijado obtuviera toda la formación e información que necesitara y más, para así estar seguro de que cuando el día decisivo llegase, las probabilidades de que resultase vencedor fueran más altas.
Las comidas las compartían juntos, más que nada porque cuando llegaba la hora de comer, ya estaban todos demasiado agotados como para ponerse a caminar a un lugar diferente que no fuese del patio al comedor.
No había cambios muy grandes, más allá de que la enseñanza de los adolescentes se la estaban repartiendo los tres hombres. No obstante, el silencio era algo que se notaba, era diferente.
Desde que Rodolphus le había comentado a Bellatrix que deseaba el divorcio, esta ya no le dirigía la palabra. Las únicas personas con las que se comunicaba eran Draco y Sirius, quienes no querían meter sus narices en cosas que no les traería nada beneficioso. Harry y Remus se mantenían al margen, porque la bruja hacía como que sus existencias no eran ciertas y solo había dos espectros merodeando por allí.
Draco tenía más que claro que si su tía no quería hablar con su tío, debía ser porque hizo algo que no le gustó y ya era una clara señal de que, si preguntaba, saldría despellejado como mínimo.
Sirius por otra parte, no tenía intención alguna en querer saber lo que estaba pasando. Desde que prometieron junto con la bruja no meterse en los asuntos del otro, él lo llevaba a cabalidad y si su prima/pareja no le pedía ayuda o no le contaba lo que estaba pasando, no se metería. No estaba dispuesto a tener que arriesgar sus noches de abrazos por algo que no tenía relación directa con él. Para su fortuna o desgracia, esta decisión le estaba dejando fuera de una información muy importante.
Remus se mantenía en silencio, porque estaba más que claro de que si habría la boca para decir "pio", un Crucio sería lo más suave que le pegaría en el cuerpo y deseaba conservar sus extremidades por unos cuantos años más.
Quien no estaba tranquilo con esa actitud era el mayor de los Lestrange. Cuando decidió decirle a su esposa que deseaba la nulidad del matrimonio pensó que, en uno de esos casos en los que nadie entiende las reacciones de la bruja, esta se pondría feliz. Por una parte, porque estaba dándole a conocer la noticia de que todo con el licano iba estupendamente bien, que estaba feliz con la persona que amaba y que esperaba poder seguir con esa felicidad como siempre quiso, con él a su lado sin que nadie le pusiese "peros" y poder vivir a su manera, a su antojo. Además, dentro del viaje entendió con las conversaciones que mantuvo con Remus, que Black siempre estuvo más obsesionado con la bruja de lo que él mismo pensaba, haciéndole entender que ese "odio" que se traían no era más que amor camuflado por sentimientos equivocados. Esperaba que la noticia de que podría disolver su matrimonio concertado y así poder estar sin ataduras junto al animago, le harían ver las cosas con otra mirada a la bruja, cosa que no fue así y eso lo estaba poniendo tenso, nervioso y a punto de gritarle que le hablase.
Ella era una de las personas con las que se había podido sentir aceptado, apreciado y confiado, porque antes de ella nadie le dio la oportunidad de poder ser quien realmente era. Siempre teniendo que fingir ante los demás la imagen de una persona que no calzaba con su personalidad, todo por representar el apellido Lestrange. Dentro de su círculo de amistades no podía confiar ni creer en nadie, porque todos esperaban algo a cambio y en cierta medida era más que entendible, les criaron a todos con el pensamiento elitista y puritano de que las personas a su alrededor no eran más que potenciales aliados o enemigos jurados. Bellatrix en cambio, le mostró que todo se podía ver de formas diferentes dependiendo de la situación en la que se estuviera y aquello le abrió el mundo con nuevas expectativas.
El no poder hablarle, no tener una mirada de vuelta en respuesta a una pregunta no verbalizada o simplemente pasar por su lado y que esta ni siquiera se detuviera a sentir su aroma, le estaba desquiciando. Esperaba que le saltase encima y le partiese la cara de un puñetazo, que le partiera el culo a base de Crucios o que simplemente le lanzara su daga, pero solo obtenía desinterés y silencio.
Los días pasaban y todo seguía tranquilo, ameno y demasiado extraño para todos. Casi no veían a la bruja, porque se metía dentro de su maletín y de allí nadie era capaz de sacarla hasta que ella misma decidía ver la luz de la habitación. Las comidas las compartía con ellos, más que nada porque no veía a su primo durante el día y este le pedía que comiese con ellos para así tener un par de horas más a su lado. Sentada en la cabecera de la mesa ovalada situada en el comedor, teniendo a su lado derecho a Sirius, a su izquierdo Draco, junto al rubio se sentaba Harry y junto al animago Remus, dejando al último a Rodolphus, quien cedió su puesto en la mesa solo para así no incordiar a la mujer, a pesar de que por su parte solo obtenía indiferencia.
Lo extraño dentro de todo aquello era que Bellatrix no lanzaba comentarios mordaces, no insultaba a nadie, no le cambiaba el nombre a Remus y Harry seguía vivo. Lestrange y Lupin esperaban que se les metiese en la habitación durante la noche con una daga en la mano como respuesta a las palabras del ex Mortífago, que explotase, pero eso no pasaba. De vez en cuando se le escuchaba dentro de su habitación conversar y reír, pero sabían que era porque estaba con Denébola y Pinchi, hablando de quien sabe qué cosa y quién sabe cómo.
El punto es que todo estaba siendo demasiado tranquilo y eso les quitaba el sueño a los hombres de la casa, que no estaban acostumbrados a que el hogar no fuese un griterío rayando en ser un manicomio, menos Sirius que estaba feliz de la vida porque su prima seguía siendo igual con él y nada había cambiado. La tortura psicológica que estaban viviendo Rodolphus y Remus era más fuerte que lo que en su día pensaron podría ser, porque no dormían sin tener la incertidumbre de cuando sería el momento en que Bellatrix soltase su furia y las uñas de las manos casi ya no existían de tanto morderlas por la ansiedad de no saber cuándo sería ese día.
El punto de inflexión llegó cuando Rodolphus ya no lo pudo soportar más y acorraló a la bruja dentro de su habitación.
—¿No me vas a golpear en los huevos? —preguntó viendo que al entrar en el espacio de Bellatrix seguía estando de pie, sin tener que doblarse en el piso por uno de sus golpes en sus partes nobles.
No obtuvo respuesta y solo vio como la bruja caminaba hacia los pies de su cama y se sentaba en ella, cruzando una pierna sobre la otra.
—Bella, mi vida, las cosas se solucionan conversando…, no puedes quedarte callada y no dirigirme la palabra nunca más, tú no eres así —comentó, acercándose lentamente hacia ella —. Sé que estás enojada y estás en todo tu derecho, pero necesito que me digas lo que sientes y lo que piensas para que lo podamos resolver. Necesito que me grites, que me golpees o lo que quieras, pero que hagas algo. Hemos compartido muchos años juntos y jamás había visto esta faceta en ti.
Seguía sin recibir respuesta y veía como Bellatrix se miraba las uñas, limpiándolas de vez en cuando por debajo de estas.
—Hago siempre todo lo que me pides sin poner objeción alguna. Me fui por meses para poder completar la tarea que me encomendaste y nunca puse quejas en ello, porque confío en ti y siempre lo he hecho. Te sigo a todas partes e intento velar porque siempre estés bien, porque me importas…, eres mi vida, mi mejor amiga —.
Aquello hizo que, de manera lenta y tétrica, Bellatrix girase su cabeza y le mirase directamente a los ojos, demostrando lo que esas últimas dos palabras habían ocasionado.
—¿Qué soy qué? —preguntó con su voz gélida, sin demostrar emoción alguna.
—Eres mi mejor amiga Bella…, eres mi vida y eso lo sabes —volvió a decir, esperando que ella entendiese que realmente así lo sentía.
Para su desgracia, el dictamen que promulgó días atrás sobre que ella explotaría se hizo realidad.
Bellatrix se puso de pie lentamente, caminó con parsimonia y se apostó frente a él. Le miró con rencor, con dolor y decepción.
—Un amigo no hace lo que tú hiciste… —susurró —. Mi mejor amigo habría esperado a llegar aquí, habría pensado en que tenía que estar una tarde conversando conmigo sobre sus planes. Habría pensado con la cabeza y no con el pene. Mi mejor amigo me habría dicho cuales eran sus intenciones, porque resulta que ese mejor amigo es mi marido y se pasó por el orto todos los años que pasamos juntos, todo por ese lobo de mierda —masculló.
—No es así Bella —susurró Rodolphus, viendo que todavía no venía lo peor.
—Es así y eres un maldito hijo de puta egoísta. Sí, te mandé a que hicieras esa tarea por mí, porque, así como yo estoy metida en esto, también lo estás tú. Porque el juramento que hice con Dumbledore fue para salvarte el puto culo junto con el de tu hermano. Porque yo no hago las cosas pensando solamente en mí a diferencia de ti —. Estaba comenzando a sentir como las emociones se agolpaban poco a poco dentro de su ser, y le hacía soltar todo lo que se estuvo guardando desde que decidió meterse en esa batahola —. Cuando dije que dejaría de lado a los Mortífagos, siempre te tomé en consideración, porque eres mi esposo, porque eres mi amigo y mi compañero. Tomé en cuenta tus opiniones a la hora de salir de eso y te saqué de allí en cuanto pude. Dejé que el sarnoso ese se quedara aquí pudiendo haberlo matado de una sola vez. Tuve que verte llorar por meses cuando llegabas de tus orgías o de las carreras de caballos, solamente porque volvías a la realidad de que el lobo no estaba a tu lado y necesitabas llenar ese vacío. Me tuve que aguantar ver todo eso y no poder hacer nada, solo porque tú me lo pediste y resulta que cuando llega el día en que realmente me puedes tomar en cuenta, considerando que es un tema que me afecta directamente me pasas por el orto y llegas de la puta nada diciéndome lo que ya decidiste…, ¿y dices que soy tu mejor amiga?, ¿dice que soy tu vida?. Eres un maldito mentiroso de mierda Rodolphus, un hipócrita asqueroso.
—Bella…, no… —
—¡Bella nada! —gritó, ya cansada de tener que estar lidiando con tantas cosas —. ¡¿Pensaste que me pondría feliz porque de la noche a la mañana llega mi marido para decirme que se quiere divorciar sin siquiera comentármelo?!, ¡¿pensaste que estaría saltando en una pata porque una vez más un hombre toma decisiones por mí?!. ¡pues no!. ¡Y encima tienes el descaro de decir que soy tu mejor amiga!. ¡MI MEJOR AMIGA SE ESPERÓ A QUE YO CONOCIERA AL TIPO CON EL QUE SE QUIERE ACOSTAR, Y TÚ NO PUDISTE ESPERARTE A DECIRME QUE LE QUERÍAS PEDIR MATRIMONIO AL ATORRANTE ESE! ¡TE PASASTE POR EL CULO QUE, ASÍ COMO TÚ ESTABAS SUFRIENDO POR NO ESTAR CON LA PERSONA QUE QUERÍAS YO TAMBIÉN ESTABA SUFRIENDO POR ESO CUANDO NOS CASAMOS! ¡SE TE OLVIDÓ QUE ACEPTÉ ESTE MATRIMONIO PARA PODER AYUDARTE A TI Y QUE ASÍ NO MATARAN A TU MASCOTA! —
Los gritos de Bellatrix retumbaban por toda la casona y quienes estaban en el primer piso tomaron decisiones diferentes. Harry y Draco a escuchar el estridente tono de voz de la bruja, tomaron sus cosas y salieron, seguidos por Dené que quería correr un rato. Remus y Sirius se miraron y en menos de lo que se esperaba, salieron corriendo al piso en el que se encontraba la habitación de la bruja, para así saber lo que estaba pasando, a pesar de que el licántropo estaba más que seguro de lo que se acontecía allí dentro. Pinchi por su parte, se metió dentro de la chimenea que estaba en el salón de descanso y se movió hasta los aposentos de la bruja, saliendo del espacio con prontitud y posarse junto al fuego para poder tener una perspectiva de la situación sin dejar de lado el cálido calor del fuego.
Una vez en la puerta, Sirius tocó dos veces y abrió lentamente, viendo que su amigo seguía intacto dentro de sus pantalones y no corría peligro.
—¿Qué está pasando aquí?, ¿qué le estás haciendo a mi mujer? —preguntó el animago, entrando ya de manera firme y caminando con seguridad hasta llegar a un lado de su prima.
—¿Tú mujer?, es mí mujer Black —soltó Rodolphus, no pudiendo evitar hacer la corrección gracias a la costumbre.
—¡¿TÚ MUJER?!, ¡¿TÚ MUJER BASTARDO ASQUEROSO?! —gritó Bellatrix con los globos oculares abiertos en su máxima expresión —, ¡ME ESTÁS PIDIENDO EL DIVORCIO Y DICES QUE SOY TU MUJER!, ¡QUÉ MIERDA TE PASA!
—¿El divorcio? —preguntó Sirius sin poder creer lo que estaba escuchando —, ¿se van a separar? —quiso saber, adquiriendo una emoción que jamás pensó experimentar en su vida —, ¡pero esas son magníficas noticias! —exclamó con los brazos alzados.
Sin prestarle atención a la efusividad de su primo, Bellatrix se dio la media vuelta y se acercó con rapidez hasta el espejo de cuerpo completo que yacía cerca de la chimenea. Lo tomó con fuerza y sin miramientos, se lo lanzó a su esposo directamente al cuerpo. El objeto al hacer contacto se quebró con un estruendoso ruido y los pedazos de espejo se regaron por la alfombra. Luego volvió a darse la vuelta y tomó un florero de vidrio, realizando la misma acción, haciendo lo mismo una y otra vez con todo lo que pillaba en su camino.
El atacado solo atinó a cubrirse de vez en cuando y a esquivar los objetos que podía, pero le era tremendamente difícil, debido a la maravillosa puntería que tenía la mujer.
La cara de Bellatrix era todo un poema, pero uno terrorífico y que prometía sangre, sufrimiento y dolor dentro de sus versos. Se podía ver en su mirada que estaba colérica, que solo deseaba torturar y ver muerte a sus pies.
—¡LE PEDISTE MATRIMONIO A ESE! —gritó, apuntando al rostro de Remus con su dedo índice —, ¡¿Y TIENES EL PUTO DESCARO DE DECIR QUE SOY TU MUJER?! —
—Qué asco…, sin ofender Lunático —comentó Sirius con las manos en señal de estar siendo sincero, pero no ofensivo al ver hacia donde iba todo aquello. Pudo entender que la reacción de su prima era porque Lestrange se le había propuesto a su mejor amigo, sin decirle nada a ella y eso claramente le tenía así. Se acercó a ella, temiendo por su vida, pero dispuesto a evitar que se hiciera daño —. Bellita, cálmate, te puede hacer mal. Si quieres te traigo la varita y lo torturas un rato, pero no sigas aventando cosas —susurró. No estaba a favor de las torturas, pero si así su prima se calmaba y si eso también le daba la satisfacción de ver a Lestrange en el piso, bien podría hacer una excepción.
—Bella…, no entiendo porqué te pones así. Con nuestra separación, podremos casarnos con las personas que queramos y podrás estar con Black sin problemas —comentó Rodolphus una vez que los objetos dejaron de volar a su cabeza.
—Tiene razón en eso Trix —dijo Sirius mirando a su prima, totalmente de acuerdo con lo escuchado.
—¡PERO ESO SE AVISA ANTES DE LLEGAR Y SOLTARLO DE LA PUTA NADA! —argumentó ella, sin poder creer que su aún esposo no era capaz de ver su punto de vista.
—Eso es cierto Lestrange…, está muy feo que hayas hecho eso —comentó Sirius, apoyando a su prima.
—¡Lo hice pensando en que nos beneficiaría a los dos! —murmuró el atacado, subiendo un poco su tono de voz.
—Sí Bella…, los beneficia a los dos —dijo el animago, asintiendo lentamente, pero con firmeza.
—¡SIEMPRE ME DIJISTE QUE SERÍA LO MÁS IMPORTANTE SIN IMPORTAR QUÉ Y ME SALES CON ESTO!, ¡TRAIDOR DE MIERDA! —
—Cierto…, eso está feo Lestrange, no se hacen esas cosas… —comentó Sirius, apoyando a su bruja.
—Sirius…, ¿puedes quedarte callado?, no estás ayudando en nada —soltó Remus, viendo que su amigo estaba haciendo de "Abogado del Diablo" añadiéndole más leña al fuego que allí se cernía y no sacaban nada con sus palabras.
—Le estaba dando emoción al asunto —contestó el animago, poniéndose detrás de Bellatrix.
—¡¿Qué más emoción que esta quieres?! —preguntó a los gritos Lestrange, cansando de la situación, abrumado por lo que estaba ocurriendo, pero sabiendo aún así que aquello era lo que tenía que pasar.
Sacando su lado dramático, Bellatrix hizo el ademán de irse hacia atrás y eso ocasionó que el animago reaccionara, posando sus manos en la cintura de la bruja.
—¡AY SIRI, ME VA A DAR UN SOPONCIO! —exclamó.
—¿Cómo que un soponcio?, ¿de dónde sacaste eso? —preguntó Sirius, acercando más su pecho a la espalda de ella.
—Lo dice Nellie cuando cree que se va a desmayar —susurró ella cerca del oído de su primo, para que solo él la escuchase. A su vez, estiró el brazo hasta tocar con la mano la varita del hombre, sacándola lentamente. La suya se había quedado dentro de su maletín, de lo contrario habría maldecido a su esposo en cuanto entró en la habitación.
Se enderezó un poco y miró fijamente a Rodolphus. —¡Vete donde Dumbledore y dile que quieres que nos separe para poder casarte con Guaripolo!, ¡Dile que quieres la nulidad y que lo haga pronto! —ordenó a los gritos, sin dejar su vena dramática y sin dar señales de que su humor ya había menguado,
—¿Puedo hacer eso? —preguntó Lestrange, atónito.
—¡Sí!, ¡pero porque yo lo estoy diciendo! —exclamó ella. Viendo que los hombros de los otros dos hombres se relajaban lentamente, se irguió por completo y sin que se dieran cuenta, los apuntó a ambos con la varita del animago. —Crucio —susurró. Al instante, bajo sus pies estaban Rodolphus y Remus retorciéndose por el dolor repentino, contorsionando sus cuerpos gracias a su mano y sintió placer por ello. Hacía mucho que no ejecutaba su hechizo favorito y la ocasión le dio el pie para disfrutarlo nuevamente. No duró mucho tiempo y volvió a mover la varita sacándolos a ambos de la habitación. Se volteó para quedar de frente con su primo y le entregó su arma —Me gusta más la mía —comentó, ya más calmada después de haber extrapolado todo lo que pensaba, sentía y habiendo tenido una pequeña gota de la sensación que entregaba torturar a alguien.
—¿Te quieres casar conmigo? —preguntó Sirius, esperanzado de que eso sucediese en algún momento. No lo había considerado antes, porque pensaba que su prima estaría siempre ligada a Lestrange, pero ya que la posibilidad se habría ante sus ojos, no podía evitar hacer la pregunta.
—Bueno, pero no me vayas a joder con eso ahora Siri, porque tengo muchas cosas en la cabeza como para pensar en un segundo matrimonio después de un divorcio que todavía no pasa —contestó ella. Dejó un beso en los labios del animago y se acercó al escorpión que seguía en su mismo lugar. Se arrodilló a su lado y dijo —Lamento mucho lo que has tenido que presenciar Pinchi, no era mi intención que me vieras de esa manera —.
Como respuesta Pinchi movió una de sus pinzas, entregando como mensaje un "no te preocupes…, entiendo este tipo de cosas". Eso hizo que ella se relajara más aún y se acostara a su lado, recibiendo el murmullo de Sirius, el cual se entendía como un "traidor que me quita a mi futura mujer".
