Los movimientos por el lado de los Mortífagos estaban siendo escasos y casi nulos. La tranquilidad que se vivía dentro de la sociedad mágica estaba siendo tranquilizadora para algunas personas, sobre todo para aquellas que se negaban a pensar en la realidad de la situación actual, para aquellos que todavía no querían aceptar el retorno del Señor Tenebroso.

Los demás que sí entendían realmente la situación y que sobre todo estaban participando activamente en la caída de una inminente dictadura del terror, veían las cosas tal cual eran. Toda la inactividad y la falsa paz, solo se anunciaba como la calma antes de la tormenta…, prometiendo casi un diluvio.

Aquella mañana, el Astro Solar dio la bienvenida con sus rayos incandescentes a dos personas, quienes en la gran cama que presidía la habitación, solo dejaban ver cabellos fuerza de las sábanas. Los mechones castaño oscuro se esparcían ligeramente sobre la almohada, mientras que los largos cabellos azabaches tomaban casi todo el espacio sobre las cabezas de ambos.

Al sentir los fuertes rayos del sol pegando directamente en las blancas sábanas, Sirius se levantó refunfuñando, con su antebrazo obstaculizando la llegada de la luz a sus ojos. Caminó hasta las pesadas cortinas negras y cerró el pequeño espacio que estaba creando la molestia. Tomó su varita y conjuró un Tempus, dándose cuenta de que eran las seis de la mañana. Gruñó ligeramente y se metió de nuevo dentro de la cama, acercando su cuerpo hasta el de la bruja que seguía durmiendo plácidamente. Pasó su brazo sobre la cintura y se apegó completamente a la espalda femenina, enterrando la cara bajo la nuca de ella. Inhaló con fuerza, recibiendo en sus fosas nasales el hermoso aroma que expelía todo el cuerpo de su bruja.

—Sirius…, es muy temprano —rezongó Bellatrix con letargo. Estaban durmiendo en la habitación del animago. Después de la discusión que habían tenido con Rodolphus, ella le ordenó que limpiarse y devolviese todo a su lugar. Quien se convertiría en su ex esposo pataleó y se quejó, alegando que no era su culpa que ella tuviese mal temperamento. Como respuesta ella solo dijo "todo ese desastre es culpa tuya…, así que tú lo limpias". Le indicó a Pipi y a Kreacher que no hicieran su habitación y que dejasen todo tal cual estaba, porque quien debía arreglar todo ese desorden era la rata traicionera de Rodolphus.

Corrió la cadera hacia atrás, sintiendo la energía con la que se había despertado Sirius y le miró por sobre el hombro —¿De verdad quieres ahora? —preguntó con asombro en la mirada —, pero Siri…, todavía no he bebido mi té Irlandés —comentó.

—¿Té Irlandés?, eres una hipócrita Bella…, lo que menos bebes es té —dijo él entre risas. Se alejó un poco de ella y se recostó sobre la cama. Estiró su brazo hacia atrás y alcanzó una botella de whisky de fuego a un costado de la estructura de madera que soportaba el colchón. Se alzó nuevamente y se sentó, abriendo luego la botella. Al escuchar el sonido ahogado que dejaba el corcho al ser sacado de su sellado al vacío, dio un trago corto y le acercó la botella a la bruja que estaba esperando —. Toma, atragántate —susurró con una sonrisa en los labios.

Como respuesta, Bellatrix recibió la botella y se la llevó a los labios sin levantar la cabeza de su almohada, dando buenos tragos al líquido ambarino. Alejó sus labios del vidrio y devolvió el licor a su primo. Corrió las sábanas que aún tapaban su cuerpo y dejó al descubierto la nívea piel que poseía. Dio una mirada cargada de lujuria al animago y alzó los brazos, haciendo que sus voluminosos pechos tomaran altura —Listo, ahora ya sí puedo, pero te mueves tú, porque es muy temprano para que yo esté poniendo de mi parte —comentó, sintiendo como Sirius se abalanzaba sobre ella.

Pisos más abajo, Remus y Rodolphus estaban en la cocina. El licántropo preparaba el desayuno, puesto que se había acostumbrado durante el viaje a cocinar para los dos, considerando que el aristocrático hombre que tenía por prometido no sabía lavar ni un plato. Rodolphus por su lado leía "El Profeta" y se daba cuenta de los nuevos acontecimientos que sucedían en el Mundo Mágico.

—Los Mortífagos están muy callados…, no hay ataques, ni secuestros… —comentó con cara pensativa, tratando de indagar qué más podían estar diciendo entre líneas dentro de los anuncios. El periódico de su mundo era demasiado sensacionalista, esto estaba más que claro, pero cuando querían mostrar algo de manera solapada, eran los mejores. Dentro del Ministerio había simpatizantes del Señor Tenebroso, por lo que una de las maneras más fáciles de poder mandar mensajes encubiertos era mediante el periódico. Buscaba en los avisos clasificados, en las esquinas de cada noticia e incluso en los bordes de las imágenes en movimiento.

—Sí…, es muy raro que no estén haciendo nada. No hemos tenido avisos de nada, más allá del reclutamiento que han estado haciendo. Si no fuese porque estábamos allí haciendo lo mismo, no nos habríamos enterado de nada —murmuró Remus, quien estaba tan intrigado como su pareja en el asunto. Durante su viaje se hicieron conscientes que los seguidores del otro bando estaban moviéndose de manera muy sigilosa, sobre todo porque en todos los terrenos que estuvieron no encontraron huellas de ataques ni nada. Era demasiado sospechoso lo que estaba sucediendo.

—Por lo menos puedo tener la seguridad de que mi hermano está lejos de todo esto…, ni yo sé exactamente donde está y es lo mejor…, Bella siempre piensa en ese tipo de cosas cuando realiza algo —comentó pensativo. No veía a su hermano desde que se fue y sabía que estaba en la casa de la mejor amiga de su, aún, esposa. No obstante, nunca había ido a la casa de la mujer, por ende, no tenía idea de la ubicación del menor de los Lestrange.

—¿Cuándo le vas a limpiar la habitación Rody? —preguntó Remus, sabiendo que la bruja que seguía en el cuarto de Sirius no movería un dedo por el desastre que dejó dentro de sus aposentos. Era justo en cierta medida, porque su furia la habían causado ellos, sobre todo su prometido, al tener menos tacto que un Troll para dar noticias tan importantes como esa.

—Pero si está durmiendo con el perro…, no necesita tener su habitación ordenada ni limpia, además que hay muchas otras que puede usar—masculló él, no queriendo tocar el tema. Él no era ningún elfo domestico para estar haciendo aseo, para eso estaban los que su esposa ya tenía.

—Rody…, por favor. Sabes que Bellatrix es de las personas que esperan que sus órdenes se hagan para ayer y aunque tenga miles de otras habitaciones, ella quiere la suya. No quieres que se levante, que vaya a su habitación y —

—¡RATA MALDITA, ASQUEROSA Y TRAICIONERA! —

El licano miró fijamente a su prometido, moviendo su cabeza de una lado para el otro con reprobación al escuchar el estruendoso grito que llegó desde varios pisos más arriba.

—Te lo dije… —comentó Lupin, esperando que la bruja entrase como un bólido furibundo en la cocina para empezar a lanzar hechizos de un lado al otro.

Rodolphus sintió que su cuerpo se entumecía súbitamente y se paró de golpe, dejando el periódico olvidado sobre la encimera. Miró a su lobo y dijo con su rostro lleno de nerviosismo —Dile que no estoy —, se dio la media vuelta y salió lo más rápido que pudo por la puerta que daba hacia los terrenos externos de la casa solariega.

Remus movió nuevamente la cabeza de un lado al otro, con una sonrisa en el rostro por la reacción de Rodolphus. Le encantaba su oscuro mago, pero el poder que tenía Bellatrix sobre él le hacía gracia. Estuvieron meses lidiando con criaturas mágicas, muchas de ellas tremendamente oscuras y su prometido nunca se había acobardado ante nadie, pero veía a la mujer enojada y salía corriendo de los primeros. Terminó de cocinar y empezó a poner sus preparaciones dentro de los platos requeridos, para luego dejarlos sobre la mesa y esperar a que cada uno tomara su puesto a medida que fuesen bajando.

En el piso correspondiente a las habitaciones de Bellatrix y Sirius, el animago estaba tomando por la cintura a su prima, intentando alejarla de el desastre que seguía estando en sus aposentos

—Ya hermosa…, después va a venir a ordenar todo esto —decía él, dejando un beso en la mejilla de la bruja.

—Pero me gusta que hagan las cosas cuando yo las ordeno —murmuró ella con el labio inferior hacia abajo, formando un tierno puchero en su rostro.

Ya se habían bañado y vestido, por lo que antes de bajar a "comer algo", ella decidió pasar por su pieza para así revisar que todo estuviera en su lugar. De allí el grito que se escuchó hasta Londres.

Sirius sintió un apretón en el pecho luego de recibir ese tierno rostro. Se rio ligeramente y volvió a dejar un beso en ella, solo que esta vez en su coronilla. Se dio la media vuelta y bajó al tercer piso, el cual correspondía a Harry y Draco. Caminó con alegría hacia la puerta que daba el paso hasta los aposentos del rubio y abrió ligeramente, para volver a cerrarla con rapidez. Había querido ver si su ahijado seguía durmiendo y de paso conversar las estrategias de duelo que verían durante ese día mientras bajaban a desayunar, pero se tuvo que tragar sus intenciones y subir nuevamente hasta encontrar a su prima.

Llegó al espacio de ella y la encontró rebuscando cosas dentro de su maletín, con la mano bien inmersa en el objeto, moviendo el brazo de un lado al otro.

Al sentir su presencia, Bellatrix volteó la cabeza y vio que Sirius tenía la cara pálida, que boqueaba sin soltar palabra y a su vez, sus ojos estaban entornados ligeramente. Sacó su brazo del maletín con su daga de plata en la mano y se puso de pie. Caminó con premura hasta llegar a un lado de su perrito y preguntó —¿Qué pasó?, ¿no habías ido a buscar a Nancy para ir a comer? —. El semblante que tenía su primo era de horror y eso no era nada normal, por ende, le hizo querer saber de inmediato lo que estaba sucediendo.

—T-te…, tenías razón Bellita —murmuró Sirius, intentando que su voz no se quebrara al salir de su garganta.

—Siempre tengo razón Siri, pero no sé de qué estás hablando…, ¿puedes ser más específico? —pidió ella, sin entender lo que el animago decía.

—Harry… —tragó saliva con fuerza e inspiró con la misma intensidad y espiró, sacando el nerviosismo de su cuerpo a su vez —, Harry es quien recibe —dijo finalmente.

Bellatrix abrió los ojos y se llevó las manos hacia la boca para así atrapar una carcajada que estaba a segundos de salir. Entendía ahora por qué Sirius tenía esa cara y exclamó —¡¿De verdad?!, ¡a ver! —y tras ello, salió corriendo escaleras abajo hasta llegar a la habitación de su sobrino. Con Sirius pisándole los talones, se apostó fuera de la puerta de madera y vio hacia su lado, haciendo una señal con su dedo índice en sus labios para que el animago no dijera nada.

Abrió lentamente, tratando de que la puerta no hiciera ruido y metió la cabeza, encontrando a su sobrino arremetiendo con fuerza al "Elegido". Se llevó nuevamente la mano a la boca, para así no reírse por lo que estaba viendo.

Harry tenía las manos fuertemente aferradas a los barrotes de madera que componían el respaldo de la cama, mientras que Draco aferraba sus caderas y se movía concienzudamente detrás de él.

—¡No, no, no, no! —gritó Bellatrix entrando a la habitación, haciendo que los chicos la mirasen de golpe y que sus rostros se desfiguraran con terror. Se metió completamente en el campo de vista de los adolescentes y se cruzó de brazos, mirando con desaprobación a su sobrino —. ¡Eres muy tieso Draco!, ¡por eso Nancy tiene cara de imbécil todo el día! —comentó a los gritos —, es decir, la va a seguir teniendo, ¡pero debería tener cara de imbécil satisfecho, no de uno que está frustrado! —

Draco no podía creer lo que estaba pasando y sin tener consideración, se alejó de Harry de golpe.

—¡MIERDA DRACO! —gritó Harry al sentir el repentino alejamiento, sin siquiera tener el cuidado en su cuerpo. Se giró y le pegó un puñetazo en el hombro al rubio —, ¡ERES UN BRUTO! —

Sin prestarle atención al quejumbroso chico a su lado, Draco miró con estupor a su tía que seguía parada en medio de la habitación —T-tía…, ¿q-qué estás haciendo aquí? —preguntó tartamudeando, tapando su cuerpo y el de Harry con las sábanas.

—Por eso es por lo que Nancy tiene la misma cara que tenía mi hermana. Eres igual de mierda en la cama que Lucius —soltó Bellatrix mirando a su sobrino, quien yacía sentado en su mismo lugar con la cara roja a más no poder. Soltó un bufido sonoro y movió la cabeza de un lado para el otro con reprobación —. Me diste pena Potter…, nadie se merece algo así, ni siquiera tú —apuntó a su sobrino y dijo —. Te vas a bañar, te vas a vestir y te irás al salón de descanso…, me retracto de lo que dije y ahora te voy a dar consejos para que te folles bien a Nancy. Ningún Black será conocido por ser pésimo en la cama y sacaré todo lo Malfoy que tienes dentro —sentenció. Se dio la media vuelta y salió de la habitación dejando a los adolescentes estupefactos por la intervención repentina. Cerró la puerta y tomó de la mano a su primo, arrastrándolo lejos de allí —Vámonos Siri, que no quiero que te quedes con ese trauma en la mente —susurró con una sonrisa radiante en el rostro, haciendo que su perrito olvidara todo lo vivido y se concentrase solamente en ella.

-o-

El día transcurrió de forma normal, dentro de lo que se podía encasillar en esa nomenclatura para aquella casa. No obstante, cayendo el sol y mostrándose el hermoso atardecer, las protecciones de la casona anunciaron la llegada de algún visitante inesperado.

Bellatrix que estaba sentada sobre la alfombra del salón de descanso conversando con Pinchi, levantó la mirada al sentir las vibraciones y se disculpó con el escorpión para así poder acercarse hasta el vestíbulo.

Caminó con firmeza y dio el permiso para que aquel que estaba fuera, pudiese ingresar. Al segundo, Dumbledore, Hermione, Tonks, Kingsley y todos los Weasley estaban parados dentro de su residencia, cosa que no le hizo ninguna gracia.

—¿Qué significa esto Dumbledore? —exigió saber con tono autoritario. Al cabo de unos segundos, los demás residentes de la casa aparecieron por distintas partes y se sorprendieron al ver tantas personas allí.

Harry corrió hacia sus amigos y les abrazó, siendo recibido con entusiasmo. Los demás pelirrojos se cerraron en un círculo alrededor del chico y le saludaron con la misma efusividad.

—Lamento mucho esta interrupción tan abrupta querida, pero ha ocurrido un asunto delicado y no teníamos otro lugar al que acudir —comentó Albus, deslizando su mano por la larga barba blanca —. Un grupo de Mortífagos ha atacado La Madriguera e incendiaron todo el recinto. Gracias al pronto aviso de la señorita Granger, he podido sacarlos a todos de allí con rapidez, sin embargo, la casa ha quedado destruida y no pueden regresar —explicó.

—¿Y eso a mí qué me importa?, que se vayan a dormir a un bosque…, no creo que haya mucha diferencia con el sucucho al que le dicen "hogar" —respondió Bellatrix, haciendo las comillas en el aire.

Sirius se acercó lentamente a ella, dejando a Draco, Rodolphus y a Remus por detrás de su espalda. Posó su mano en la cintura delgada y le abrazó por atrás, esperando que el temperamento de su bruja no creciera por lo que estaba pasando.

—Lo que sucede querida, es que hay algo que te involucra directamente a ti en todo esto —soltó el mago, observando las reacciones contrariadas de Bellatrix. Por lo que él tenía entendido y conociéndola, ella era una mujer tremendamente astuta, así que jamás daría un paso en falso y mucho menos uno que le perjudicara así misma. No obstante, le atañía en este caso también a ella y ese era el punto en todo ese asunto —. ¿Nos invitas a pasar?, mis piernas no están acostumbradas a pasar tanto tiempo de pie —dijo.

Con un bufido exasperado, Bellatrix se dio la media vuelta y les indicó que pasasen al salón de descanso. Ordenó la habitación con un movimiento de su varita y los sillones llenaron el ambiente, dedicando un espacio cómodo para toda la tropa que entraba por la puerta. Ella por su parte, dejó situados dos sitiales muy parecidos a tronos, los cuales estaban allí para su primo y para ella misma, presidiendo el salón.

Después de que todos tomaron sus asientos, Dumbledore explicó pausadamente —Resulta querida, que Tom sabe sobre tu cambio de lealtades, por así decirlo —comentó.

Bellatrix elevó la barbilla, analizando si lo que escuchaba era cierto. Al no ver engaños por parte del director, preguntó —¿Y cómo es que Él sabe eso? —

—Severus estuvo en una reunión minutos antes de que la casa de los Weasley fuera atacada. Al terminar dicha reunión, acudió a mi como siempre hace después de estar con Tom. Me dijo que, mediante una carta anónima enviada a Lucius, les informaron que tú habías hecho un juramento conmigo, así también le fue informado sobre la existencia de Rodolphus, Rabastan y Narcissa. Tu relación con Sirius también fue revelada. En conclusión, Tom sabe que están todos vivos y que tú estás detrás de este asunto. Conforme Severus me informaba esto, la casa de nuestros amigos era atacada y no han dejado ni los cimientos. —

—¿Cómo que una carta anónima?, seguro fue Quéjicus quien se fue de lengua para así quedar bien con su señor —comentó Sirius tomando la mano de su bruja. Era muy malo lo que estaban escuchando y el miedo de perder a su prima lo envolvió por completo.

—Severus no haría algo así, mi estimado Sirius. No podemos buscar culpables entre nosotros, puesto que no llegaremos a nada —comentó pausadamente Albus.

Bellatrix a su vez deslizó la mirada hacia Rodolphus, quien estaba tan contrariado como ella misma. —¿Sabe dónde están Rabastan y Narcissa? —preguntó al viejo mago, nerviosa. Si sabían en donde se estaban quedando, su Nellie también estaría en peligro y eso era algo que no podía permitir.

—No, no lo saben…, pero dudo mucho que se tarden en encontrarlos —respondió Dumbledore.

La bruja sintió un ligero tirón en su falda y miró hacia abajo, encontrándose con Pinchi. El escorpión, que había estado durante todo el acontecimiento dentro del salón, le indicó a la mujer que le siguiese. Ella elevó la mirada y dijo —Vuelvo enseguida —, levantándose de su asiento y siguiendo al arácnido por la chimenea.

Aparecieron dentro de su habitación y selló la conexión con el salón de descanso, para así tener privacidad completa. Pinchi movió sus tenazas y su cola de una lado para el otro, entregando el mensaje a la mujer mediante sus intenciones.

—¿Estás seguro? —preguntó ella, recibiendo un asentimiento con la lanceta. Meditó lo que el escorpión le estaba diciendo y consideró que tenía bastante razón, era perfectamente posible la opción que le estaba comentando —, ¿puedes ayudarme con eso? —preguntó, obteniendo nuevamente un asentimiento con la lanceta. Movió la cabeza tajantemente y volvieron al lugar donde estaban todos los demás.

Cuando entraron, dejó la chimenea prendida para que así su venenoso compañero adquiriera el calor y se dirigió a los demás —Me volveré a encargar de mi hermana y de Rabastán. Ustedes los pobretones se van a Grimmauld Place con la niña esa —apuntó a Hermione. No quería tener que lidiar con nuevas discusiones después de la que tuvo con su "esposo" y se limitó a no insultar a la chica. Coloquen protecciones nuevas en la casa. ¿Estás de acuerdo? —preguntó al viejo mago.

—Ninguna objeción querida —contestó Albus, satisfecho por la reacción de la bruja.

—¿Por qué tenemos que hacerle caso a esta loca? —preguntó Molly, siendo secundada por Tonks, quien no paraba de lanzarle miradas de odio a Remus y a Rodolphus.

—Porque no tienes casa y agradece que te estoy dando un lugar para que duermas. Por mí te dejo en la calle y que te atrapen los Mortífagos junto a toda tu prole, pero sé que a Siri se le ablandará el corazón. Así que cállate el hocico y acata lo que se te dice —contestó Bellatrix, exasperada por tener que dar razones a sus dictámenes. Se volteó hacia su primo, quien la miraba embobado, y preguntó con voz melosa —, ¿está bien eso Siri? —.

Sirius salió ligeramente de su ensoñación y movió la cabeza afirmativamente. Adoraba ver a su prima en esa faceta de mandona.

—¡Ah!, antes de que se me olvide —dijo ella —, ¿puedes divorciarme con Rodolphus, Albus?, lo antes posible— preguntó.

—¡Claro!, será un placer ayudarlos con eso —dijo Dumbledore con una sonrisa en los labios

— Perfecto, ahora todos fuera de mi casa. No quiero tener que oler nuevamente la peste que sale de ustedes —se dio la media vuelta y salió del salón, seguida por el escorpión muy de cerca.

—Ha salido todo de maravilla —comentó feliz Albus, invitando a sus acompañantes para que le siguieran. Pronto desaparecieron de la casa solariega y arribaron Grimmauld Place, añadiendo nuevas protecciones a la morada.

Sirius por su parte, se paró con rapidez y se fue por el camino que había tomado su bruja, encontrándola sentada en el alfeizar de la ventana que tenía la biblioteca. Nunca entraba allí, pero ella sí que lo hacía y no había otro camino que hubiese podido tomar. Se acercó a la mujer y susurró —¿Qué está pasando Trix? —. Claramente no había pasado desapercibido para él que su prima se fue de la reunión con el escorpión para que no les "escuchasen", así como tampoco era ajeno el hecho de que su compañero había descubierto algo importante.

Bellatrix volteó la mirada y la apostó en él, levantándose de su espacio —Dale acceso a Pinchi por la chimenea a Grimmauld, Siri…, nosotros nos vamos de aquí y él tiene cosas que hacer —. Tras decir eso, dejó un beso en los labios de su perrito y se desapareció, arribando la casa de su amiga al instante.