Capítulo 53.- "Invisibles"

Escapar y esconderse. Alejarse lo más pronto posible era lo indispensable; los malvados miembros de dragón de koshi se acercaban a la zona y todos corríamos peligro.

Apenas tuvimos tiempo para tomar nuestras mochilas en medio de todo el caos en aquel lugar. El teniente Naruto nos llevó a Inojin y a mí por una ruta hacia el Oeste, misma que nos adentraba a un profundo bosque.

No me gustaban los bosques.

—¡Inojin! —exclamó el teniente mientras corríamos— ¿Cuántos son?

—Puedo sentir unos doce chakras a menos de dos kilómetros de distancia, los otros, no sé, quizá son más de treinta, pero siguen estando lejos de nosotros.

—Entiendo.

—Señor teniente —pronuncié en medio del agotamiento por correr—, ¿qué haremos? ¿a dónde nos dirigimos?

El señor Naruto no me respondió al instante. Cruzamos un pequeño arroyo y después frenó en seco haciendo que mi amigo y yo nos tambaleáramos al imitarlo.

—Escuchen los dos —me miró—. Como oíste antes, sin duda ellos vienen por ti, Saki. Así que tendremos que ocultarnos hasta donde nos sea posible. En estos momentos no podemos enfrentarlos, tenemos que encontrar refuerzos.

—Señor, ¿hay alguien cerca que pueda apoyarnos? No logro sentir chakras de aliados.

—Sí, no están tan cerca, pero llegaremos a ellos. Tenemos gente que esconde los chakras, puede ser ese el motivo por el cual no los percibes, Inojin.

Tomé una bocanada de aire al sentí vibrar la tierra. No nos dijimos nada, mas sabíamos de qué se trataba todo.

El señor Naruto movió la cabeza al vernos a los ojos.

—No nos separemos por nada, vamos a estar bien. Solo sigamos por el camino que yo les indique.

Al paso de los minutos continuamos avanzando, ya estábamos dentro del denso bosque y no podía ver nada más que ramas, arbustos y troncos. Me sentía perdida en aquel lugar.

Podía escuchar el sonido de nuestras respiraciones producto de la agitación por el agotamiento. Me preocupaba mucho que el señor Kakashi, la señora Tsunade y los demás estuvieran enfrentándose a los criminales. El general recién despertó, seguía débil y temí que no pudiera defenderse.

Por ir metida en mis ideas no me fijé y tropecé con una rama que salía a la superficie.

De inmediato me levanté antes de que Inojin pronunciara mi nombre, él solamente me miró con angustia, pero volvió a su calma cuando le indiqué que fue un descuido de mi parte y todo estaba bien.

Nos detuvimos a descansar por cinco minutos escondidos detrás de un gran árbol; el teniente miraba a todos lados y olfateaba como si quisiera reconocer el terreno.

—Inojin, ¿puedes sentir algo? —preguntó.

Mi compañero comenzó a concentrarse cerrando sus ojos, respiró profundo y me quedé viéndolo. ¿Qué era exactamente lo que el teniente quería encontrar?

Luego de unos segundos mi amigo por fin habló.

—Hay algo, pero no lo comprendo...

—¿Algo?—musité.

Movió su cabeza ligeramente, sus ojos permanecían cerrados y pude notar la tensión en su entrecejo.

De pronto sus iris celestes se dejaron ver y cambió la expresión de su rostro a una de total terror.

—¡Están aquí! ¡Arriba!

Volteamos a tal dirección casi en un instante y con horror vi aquella escena. Cabezas humanas colgaban de las ramas de aquel árbol, no las notamos antes. De pronto se me revolvió el estómago.

Llevé una mano a mi boca al sentir las náuseas. El señor Naruto me jaló con fuerza y justo cuando me quitó del sitio en el que estaba de parada, cayó una temible bestia de pelaje blanco y ojos rojos. Esta criatura era diferente a cualquiera de los monstruos que había visto: estaba en cuatro patas, medía quizá tres metros de altura y la forma de su cabeza y rasgos eran parecidos a los de un mandril.

Mi cuerpo comenzó a temblar involuntariamente, pero ninguno de nosotros se movió, ni siquiera aquella bestia que no dejaba de mirarnos.

El señor Naruto lentamente se inclinó hacia mi oreja para susurrarme su plan, en eso vi que una de las patas del monstruo se movió hacia adelante

—Cuando cuente hasta tres, corre con Inojin hacia la derecha y no se detengan por nada ¿me entiendes?

No quería que el teniente se sacrificara, pero no podía protestar. Moví mi cabeza aceptando y entonces comenzó la cuenta regresiva.

—Uno...

Miré a Inojin, él también lo hizo. Su manzana se movió indicándome que por los nervios había pasado saliva.

—Dos...

La otra pata del monstruo se alineó y su lomo comenzó a levantarse.

—¡Tres!

Mi cuerpo se movió hacia Inojin y juntos escapamos en la dirección que el teniente nos indicó. No pude ver qué sucedía, solo escuché un fuerte chillido que lógicamente era emitido por esa abominable criatura, luego me pareció sentir que el viento cambiaba su trayectoria y nos golpeaba en la cara.

—¡Hará un rasengan! —dijo Inojin.

No sabía hasta qué punto debíamos correr, pero todavía no terminaba de preguntármelo cuando mi amigo paró de golpe sus pies y miró hacia alrededor. Aún podía escuchar al fondo al teniente combatiendo.

—¿Qué pasa Inojin? —Le pregunté con mi voz temblorosa.

—Siento diversos chakras acercándose, después de que ese monstruo chilló... Puede ser que les haya avisado a otros como él, no lo sé, pero no son chakras buenos.

—¿Estamos siendo rodeados?

Me miró con su rostro mortificado y sombrío.

—¿Hago un ave de tinta?

—¿Escapar por cielo? ¿No es eso también malo?

—No se me ocurre nada, estoy bloqueado. —Sus manos comenzaron a temblar, las sostuve con fuerza.

—Está bien, pensemos detenidamente. Yo también estoy asustada.

Me resultaba imposible armar un plan con el temor y los ruidos de la batalla. Miré hacia atrás y vi al teniente atacando al monstruo, quien a su vez abría su gran boca mostrando sus colmillos y soltando el espantoso chillido.

«Si activo mi sharingan, nos encontrarán más fácilmente. ¿Qué hago? Mamá, abuelo... Indra, ¿qué debo hacer?»

Mis ojos recorrieron todo el panorama y como si fuera una dimensión extraña, las cosas empezaron a distorsionarse. El cielo se volvió púrpura, las nubes negras y los árboles crecieron más y más casi cubriendo el firmamento en su totalidad.

El ambiente se sentía tan irreal y cuando me di cuenta, no escuchaba nada. El señor Naruto se detuvo y me miró; no lo comprendí pues noté que el monstruo estaba congelado con su mueca agresiva.

Un susurro inaudible sonó en mi cabeza cuando vi la cara de la bestia de pelaje blanco. Era como si el tiempo se hubiera detenido, incluso las hojas dejaron de balancearse.

Giré viendo a mi alrededor una vez más y el susurro continuó rondando por mi cabeza, pero no lo comprendía. Repentinamente escuché mi nombre y sentí el calor de algo sobre mi espalda.

Agité mi cabeza y el escenario se transformó a lo que era. El paisaje extraño se había desvanecido, el viento volvió a fluir y los sonidos regresaron.

—¡Saki!

Mi cuerpo se estremeció, volteé a mi lado donde vi a Inojin quien me zarandeaba.

—¡Saki! ¡Reacciona!

Parpadeé en repetidas ocasiones, luego escuché pisadas, era el teniente que se acercaba a nosotros.

—¿Estás bien?

—¿No vieron que el cielo y nubes cambiaron su color? —pregunté.

—¿Qué? Saki, ¿te sientes mal? Estabas viendo a todas partes mientras repetías algo extraño.

Por sus caras supuse que algo me sucedió cuando todo a mi alrededor se distorsionaba. Miré hacia la criatura, no estaba petrificado como antes, su cabeza se movía constantemente mirando a todas partes y no nos atacaba.

—¿Qué ocurrió?

—Saki, ¿hiciste un genjutsu?

Miré al teniente, sus ojos azules me observaban cuidadosamente.

—¿Un genjutsu?

Recordé lo que el abuelo me contó sobre esa técnica, me enseñó con rapidez y no profundizamos tanto en ello.

—Es una ilusión, ¿activaste tu sharingan?

—No lo recuerdo, estaba preguntándome qué debía hacer y de pronto todo se distorsionó a mi alrededor.

—No dejabas de murmurar algo. —dijo Inojin.

—¿Algo como qué?

"Tus enemigos vienen hacia ti, destrúyelos".

Arrugué las cejas, no comprendía nada.

—Creo que ya sé lo que pasa —habló el teniente y volteó hacia el monstruo—. Has encerrado a esta bestia en una ilusión y quiero pensar que con ella nos has borrado de su escenario.

—¿Es eso posible? —cuestionó Inojin.

—Sí, lo es. En el pasado he presenciado a Itachi hacer algo como esto, aunque claro, su modo fue diferente.

—¿Y entonces?

Oímos fuertes pisadas aproximarse, miramos hacia un lado del bosque y a lo lejos se percibían figuras oscuras de gran tamaño.

—Entonces tenemos que irnos.

—¡Son las otras bestias! —exclamó Inojin.

—Si las cosas salieron como lo dijiste, has creado un genjutsu en este sitio y tenemos que irnos cuanto antes.

—¿Qué va a suceder?

—Inojin, haz un ave de tinta.

—¿Podemos escapar por el cielo? ¿No nos verán?

El teniente miró alrededor. Las bestias se acercaban a gran velocidad por lo que Inojin comenzó a dibujar.

—Espero que sea eso.

Busqué en la mirada del teniente alguna respuesta a las cosas extrañas que hablaba para sí mismo; pronto se percató de ello.

—Si tu genjutsu funciona como lo creo, significa que en cuanto las demás criaturas entren a la zona donde se estableció la ilusión, van a empezar a pelear entre ellos.

El ave de Inojin apareció.

—¡Suban!

—¿Pelear entre ellos?

Mi amigo me empujó para subirme, y así ascendimos sobre las copas de los árboles. Miré hacia abajo y ocurrió lo inesperado. Decenas de criaturas de dragón de koshi se abalanzaban unas contra otras mordiéndose con violencia.

El monstruo de pelaje blanco también estaba entre ellos.

—Ya no mires hacia abajo —expresó el teniente obligándome a mirar hacia adelante—. No te agobies preguntándote cómo sucedió, lo importante es que estamos a salvo por ahora.

—¿Por qué nos hicimos invisibles para el monstruo?

—No lo sé, pero ha sido una fortuna.

Me quedé en silencio sintiendo cómo el viento tocaba mi cara y mis cabellos se movían.

«¿Indra? ¿Tú lo hiciste?»

Me habría gustado tener una respuesta de su parte, pero no la hubo. Así que quise creer que de cierto modo el ancestro del clan Uchiha pudo protegernos hasta esta zona, antes de cruzar el límite de lo establecido para su mundo.

(...)

Volamos sobre el ave de tinta un buen rato; constantemente le pregunté a Inojin si se sentía bien y cómo iban sus reservas de chakra. «Estoy bien» siempre fue su respuesta.

En un determinado punto, vi con asombro el sitio que estaba bajo nosotros. Cascadas de agua caían formando un hermoso río claro, y su sonido calmó mi ansiedad.

Por instinto me sujeté de Inojin ante la magnificencia del paisaje y el temor de caer en sus aguas. Sentí cómo mi amigo me dio palmaditas en los dedos de mis manos que se aferraban a su camisa.

—No te preocupes, no vamos a caer. —Le escuché decir.

Nos mantuvimos en el aire varios minutos más, hasta que el teniente le pidió a Inojin que bajara el ave en cierta zona. Allí aún había muchos árboles, pues el bosque era muy grande y faltaba mucho para salir de él.

Cuando mi rubio compañero aterrizó, bajamos del ave y esta desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

El teniente Naruto nos guió para continuar a pie; no obstante, primero miró a todos lados y con su brújula determinó la dirección por la que habríamos de seguir.

La tarde ya llegaba y con ella, el cielo se volvía gris. No quería pasar la noche en el bosque, aunque todo era peligro sin importar a dónde fuéramos, sin duda los escenarios llenos de árboles me producían más inquietud.

Y tal como lo esperaba, cosas malas ocurrían en ellos casi en todas las oportunidades que estuve dentro de uno.

Cuando avanzamos cierta cantidad de kilómetros, de pronto una bestia saltó de las profundidades y me tomó de la chamarra con su hocico. Sentí que el cuello me apretaba por el estirón de la ropa.

Fue tan repentino que por momentos me desorienté hasta que noté que su intención era llevarme con él. Un hombre enmascarado apareció interponiéndose para que el señor Naruto no nos siguiera e Inojin no pudo continuar debido a que otra bestia de pelaje oscuro se posicionó justo detrás de él.

Pero no iba a permitir que me raptaran.

Las grandes patas del animal comenzaron a moverse a gran velocidad. El brusco traslado me lastimaba, y en mi intento por sobrevivir saqué un kunai y se lo clave sin pensarlo tanto.

Cuando chilló de dolor abrió su hocico y caí al suelo, allí pude ver que le había herido cerca de su garganta. Antes de que cometiera cualquier acto en mi contra, hice el jutsu bola de fuego y lo bañé en llamas cuando saltaba sobre mí.

Su cuerpo se retorció y gruñó con fuerza, estaba desesperado por lo que aproveché y corrí de regreso para ayudar a mis compañeros.

Antes de llegar noté que el teniente e Inojin corrían hacia mí, entonces bajé el ritmo de mis pasos.

—¡Saki!

—Estoy bien, logré liberarme.

—No tenemos tiempo que perder, salgamos de aquí cuanto antes.

—No pude sentir sus chakras, lo siento.

Mientras corríamos, mi amigo comenzó a disculparse. Su voz sonaba angustiada, por su expresión me di cuenta que estaba tan mortificado y sorprendido de que su habilidad estuviera fallando tanto.

—Ellos deben tener un miembro que oculta sus chakras, por ese motivo no has podido notarlos. Es por eso que esto se vuelve más peligroso y debemos huir.

—¿Volamos de nuevo?

—No, aunque subamos muy alto podrían atacarnos. Si ya no podemos sentir sus chakras, entonces no podemos saber cuántos son y en dónde se encuentran... o peor, qué cosas pueden traer con ellos.

Hizo una pausa en su discurso, seguimos avanzando a gran velocidad y después retomó el tema.

—Si ya hemos visto la cantidad de aberraciones que han hecho, no me sorprendería que tengan más bestias de diferentes tamaños y habilidades.

—Señor Naruto, ¿hacia dónde vamos?

—¡Paren!

Frenamos nuestros pasos, y vi la multitud que nos rodeaba. Cinco, diez, quince... Eran demasiados contra nosotros.

El teniente enroscó sus manos y se pegó más a mí, como queriendo protegerme. Los enmascarados se acercaron más y algunos comenzaron a reírse.

—Espera, espera... ¿no eres tú el famoso teniente?¡Qué suerte! ¡Atrapamos a un pez gordo!

—¿Qué hacemos con los mocosos?

—Ese chico rubio es del clan Yamanaka, puede ser que después sea de utilidad así que no lo maten. Pero a ese niño de lentes pueden hacerle lo que quieran.

Inojin apretó mi mano.

—Un momento, un momento...

Uno de los hombres dio dos pasos hacia adelante.

—¿No es ese niño el que buscamos?

Volteó con sus compañeros haciéndoles una señal. De repente, de entre la multitud sacaron a una mujer de cabellera rojiza y la arrojaron a los pies del hombre.

Ella estaba muy lastimada, su cuerpo tenía visibles signos de magulladuras; sus manos permanecían atadas.

—Dime quién es ese chico.

La mujer alzó la cabeza con lentitud y me miró con sus ojos medio cerrados. ¿Ella era su rehén? Sí, tenía que serlo, de otra forma no me explicaba por qué la tratarían tan mal e incluso sus manos estuvieran amarradas.

El señor Naruto volvió a moverse despacio hasta cubrirme del alcance de su vista. La mano de Inojin continuó sujetando la mía.

—¡Habla! ¡¿Quién es?!

—Es... su chakra es muy parecido al de Sasuke Uchiha.

Una oleada de gritos y vítores llenaron el ambiente provocándome escalofríos.

—¡Ja, ja, ja! ¡Bien hecho, arpía!

Cuando moví mi cabeza ligeramente pude ver que la mujer fue lanzada hacia atrás como si se tratara de un saco de basura.

—¡Maldito día de suerte! Por fin tenemos al mocoso.

—Saki, puedo hacer un ave de tinta para salir de aquí. —susurró Inojin.

—Ni lo pienses —la voz de otro hombre se escuchó, miramos hacia un lado—. A menos, claro, que no les importe la vida de un tal Boruto y Shikadai.

El teniente miró hacia donde el enmascarado hablaba, en sus ojos vi el horror.

«¿Ellos fueron capturados?»