Episodio 94: Antichapel (parte 2)
- Perdona… ¿Qué?
- Ese es el nombre de este lugar – respondió el pelirrojo pasados unos segundos – Según el libro, claro. Empezó siendo un monumento erigido en honor al dolor de las víctimas de la pandemia.
- Es… un tanto siniestro – articuló la Claire.
- Lo es – corroboró Erik – Aunque estoy seguro de que la idea inicial no era ésta.
- Por el pasillo inicial… casi parece que lo que pretendían al principio era construir una cripta ¿no? – preguntó Luis mientras, seguido de los demás, avanzaba lentamente, escudriñando el lugar con atención.
Erik negó con la cabeza.
- Puede, pero eso es algo de lo que no se hablaba en el libro, todo iba orientado a construir… "esto"
Sin separarse demasiado, cada uno empezó a explorar por su cuenta encontrando detalles que, definitivamente, convertían aquel lugar en un antro grotesco y desagradable. Todas las tallas que pudieran encontrarse en Notre Dame estaban también representadas allí, pero con una diferencia importante: En lugar de tratarse de simples réplicas, lo que se hallaba expuesto no eran otra cosa que esqueletos que habían sido vestidos con carcomidos ropajes tallados en madera, igualmente cada bajorrelieve y ornamento que pudiera tener cabeza humana había visto ésta sustituida por un cráneo cuya mandíbula inferior estaba abierta en un grado determinado, como si hubiera mantenido durante siglos una burlona carcajada dedicada a los asistentes, y los que lo habían perdido encontraban los restos del mismo, ya en algunos casos reducido a polvo, a su lado.
Así mismo el techo estaba, una vez más, revestido por millares de costillas, húmeros, cúbitos y fémures, y el detalle final se encontraba en el altar del fondo, construido enteramente a base de huesos y presidido por una cruz invertida en la que se hallaba colgado un esqueleto sin cabeza.
- ¿Qué diablos es todo esto…? – murmuró Simon, horrorizado, mientras escudriñaba el altar - ¿Qué clase de lunático puede concebir algo así?
- El mismo al que te enfrentaste hace unos días, hermanito – contestó el pelirrojo un poco más allá – Él ideó todo esto.
- De Rais… - suspiró Luis - ¿En qué punto la mente de un hombre puede llegar a retorcerse tanto?
Un súbito golpe los interrumpió, era fuerte, lo suficiente como para sobresaltarlos y buscar la fuente, que resultó ser la puerta de entrada a la estancia.
- No creo que tengamos tiempo de pensar mucho en ello – intervino Claire, sujetando la empuñadura de su No Name.
Los hermanos Belmont se pusieron en guardia igualmente mientras el Fernández desenvainaba su Yasutsuna; el portón vibraba con violencia, y ya no era un solo sólo individuo el que lo golpeaba, parecían ser decenas.
BUM
BUM
BUM
Aún con la leve y mortecina luz verdosa pudieron ver que los goznes empezaban a ceder.
- Esperad… Esperad… - Luis había adoptado una pose de combate desde la cadera, con la katana sujeta a nivel de ésta y las piernas flexionadas y tensas.
BUM
BUM
BUM
Los golpes originales se habían alzado sobre el alboroto hasta convertirse en un poderoso estruendo. Simon, Claire y Erik se habían puesto en guardia también, cada uno a su manera: El hermano mayor mantenía la Salamander dentro de su vaina, esperando relajadamente para desenfundar en el primer ataque, el menor agarraba su látigo enrollado mientras la otra mano permanecía inquieta, expectante para reaccionar ante cualquier movimiento inesperado mientras la muchacha, en una pose similar a la de Erik, enfriaba el espacio que la rodeaba con su aura.
- ¡AQUÍ VIENEN!
La puerta cedió con un último estruendo, y un ejército de esqueletos y fantasmas calavera tomó la planta; Claire y Erik, más retrasados, usaron los respaldos de las filas de bancos para adelantarse y atacar antes de que los esqueletos lo hicieran, Simon frenó a la jauría de fantasmas con una cruz oportunamente lanzada y Luis, que no se movió de su lugar, golpeó con su espada a los esqueletos que llegaron hasta él de tal forma que la onda expansiva del tajo pulverizó a los más cercanos.
La batalla había comenzado.
Luis, desde la zona central entre las dos filas de bancos, mantuvo su posición mientras su espada daba cuenta de los muertos vivientes y la Agnea, empleada con mesura, volatilizaba los fantasmas, podía parecer una táctica cobarde, pero el espacio era reducido y en aquellas condiciones era fácil estorbar a sus compañeros, y es que, a pesar de las dimensiones del lugar, la movilidad era extremadamente reducida a causa de la gran cantidad de enemigos a los que se estaban enfrentando
El pelirrojo y su compañera se hicieron cargo del espacio abierto más allá de los bancos, por todos lados volaban huesos pertenecientes a no muertos reventados por los explosivos puños del Belmont mientras al lado de Claire los fantasmas se congelaban y estallaban y los esqueletos se volatilizaban antes de caer al suelo, víctimas de sus rápidos golpes.
Simon dominaba el espacio aéreo, saltando de banco en banco y ornamento en ornamento, su látigo y cruces acababan con aquello que acechaba a sus compañeros mientras cuidaba sus propias espaldas con una Cross Barrier invocada para evitar problemas.
Era un combate fácil para los cuatro; incluso para el hermano menor, mucho menos experimentado, aquellos muertos vivientes eran poco menos que una molestia. El número era su fuerza, y éste se reducía poco a poco con cada restallar de látigo, espadazo o puñetazo lanzado. Sólo les guiaba una máxima, una norma no escrita ni pactada que les obligaba a gastar la menor cantidad de energía posible, y a pesar de ello no les costó más de quince minutos despejar el lugar.
- ¿¡Estáis todos bien!? – A pesar de que aún quedaban esqueletos combatiendo, el Fernández envainó su Yasutsuna relajadamente mientras contemplaba cómo sus tres compañeros terminaban el poco trabajo que quedaba.
- ¡Sin problema! – Respondió Claire mientras reventaba el cráneo de un adversario con una patada alta frontal.
- ¡Vivito y coleando! – Dijo por su parte el pelirrojo, usando su brazalete alquímico para destrozar el costillar de un esqueleto.
- Todo bien por aquí – Informó Simon, quitándose de encima los restos de un no muerto al que acababa de destrozar de un latigazo.
- Bien… - Aunque aparentaba seriedad, Luis no pudo evitar sentir cierto alivio. Era cierto que sus enemigos habían sido únicamente esqueletos, pero nunca en sus veintitrés años había visto semejante ejército – Parece que ya hemos terminado por aquí, deberíamos avanzar.
Apenas había terminado de pronunciar la última palabra cuando la débil luminiscencia verdosa cambió a un tono azulado muy similar al de los fuegos fatuos, un vistazo más atento permitió al grupo observar que esta luz se concentraba especialmente en todos los cráneos diseminados a lo largo y ancho de la planta.
- No parece que tengan la intención de dejarnos llegar más lejos – Comentó la muchacha – Esto no me gusta…
- ¡Erik! – Llamó Luis - ¿Recuerdas algo de esto en el libro?
- No – Negó el aludido – De todas formas, el libro de lo que hablaba era de la construcción de la Catedral, nada más.
Durante aquel pequeño intercambio de información el menor de los Belmont se había acercado al crucifijo invertido que presidía la zona, la mayor parte de la intensidad lumínica procedía de éste, y sintió que no era algo que debiera pasar desapercibido.
- ¡Eh! – Los llamó sin voltearse, mientras escuchaba a sus espaldas la conversación - ¡EH!
Los tres se dieron la vuelta para atenderle, observando el fenómeno con la misma sorpresa que él.
- ¿Puede alguien darle una explicación a esto? – Solicitó.
Mientras tanto, se producía un cambio en el equilibrio de la iluminación, la luminiscencia del esqueleto se distribuía hasta dar la impresión de que sus huesos estaban siendo afectados por una leve cantidad de radiación, al tiempo que la irradiación de las calaveras se apagaba lentamente.
Y entonces, un bramido.
Se produjo antes incluso de que el emisor empezara a formarse: un cráneo gigantesco de más de tres metros de alto con las vacías cuencas iluminadas por una siniestra luz rojiza, un agujero justo en mitad de la frente y colmillos sobredimensionados; era translúcida, y la luminiscencia azul que la rodeaba estalló para convertirse en una furiosa llamarada.
Los cazadores se dieron la vuelta alarmados para encontrar a sus espaldas al titánico fantasma. Ninguno de ellos se acobardó, pero era evidente que no lo esperaban.
- ¡Claire!
La joven comprendió inmediatamente la llamada de Luis.
- ¡Es un Lord Calavera! – Respondió al instante - ¡Seguramente fuera el que controlaba a todos los esqueletos que hemos derrotado antes!
Detuvo su explicación para esquivar una embestida de la criatura y contraatacar, insegura de que su arma pudiera tener algún efecto decidió experimentar con un chorro de aire helado que detuvo el avance del espectro, pero poco más.
- ¿¡Alguna idea de cómo cargárnoslo!?
La pregunta de Simon atrajo al enemigo, que inmediatamente volteó y lo embistió, afortunadamente era lo bastante lento como para permitir al chico probar dos contraataques diferentes: Un latigazo que fue inmediatamente rechazado y una lighting ball que tuvo el mismo efecto que la corriente helada de Claire.
- ¡No tendríamos que necesitar ninguna estrategia! – Contestó ella desde la lejanía - ¡Es sólo un fantasma! – El relampagueante ataque de la Agnea de Luis la interrumpió, con la misma consecuencia que los ataques anteriores – Pero hay algo… ¡Raro!
Erik no intervenía, se mantenía en guardia pero, en lugar de luchar, sólo observaba la planta con interés. Nadie se había fijado en él, y fue toda una sorpresa cuando, de repente, alzó la voz para dar una orden.
- ¡BUSCAD EL CRÁNEO!
Claire y Simon lo miraron, confusos, mientras que el Fernández, que en aquel momento batallaba con el espectro, sonreía comprendiéndolo a la perfección: El pelirrojo se había mantenido al margen, analizando la escena y buscando una respuesta que Claire, el bestiario viviente, parecía no tener.
- ¡Yo me hago cargo! – Se ofreció repentinamente el menor – Pero… ¿Qué tengo que buscar?
- ¡Uno idéntico al del fantasma! – Erik desenvainaba su Salamander, llameando ya desde antes de salir de su funda - ¡DATE PRISA!
El menor se lanzó a la búsqueda con premura mientras los otros tres continuaban una batalla que era a todas luces de desgaste; incapaces de golpear al fantasma con sus espadas y puños el único medio de defensa y ataque del que disponían era la magia, que debían mesurar en previsión de encuentros futuros, incluyendo el combate contra el propio De Rais.
Claire y Luis no tardaron en manifestar curiosidad por la estrategia del pelirrojo y así se lo hicieron saber ¿Buscar el cráneo original? ¿Para qué? ¿Tenía algo que ver con que no pudieran dañar al espectro?
Entre golpes y desplazamientos lo explicó: Había observado todo el proceso de formación del fantasma desde el primer bramido, los fuegos fatuos que habían iluminado la estancia eran, probablemente, los espíritus de los propietarios de aquellas osamentas, y todos se habían unido tomando como base la energía del único esqueleto que estaba completo casi al 100%. No podían golpearlo porque no tenía una base física, y sospechaba que ésta, la calavera que replicaba a gran escala, aún se hallaba en algún lugar de la habitación.
Mientras tanto, Simon buscaba frenéticamente con una bola de luz condensada en su mano izquierda, cada cráneo que recogía lo comparaba inmediatamente con el titánico espectro, pero era una tarea tremenda ¡Había cientos allí!
Continuó afanándose en su labor mientras sus tres compañeros seguían luchando, manteniendo una formación triangular para contenerlo y que no pudiera atacar a ninguno en concreto, si se le ocurría hacerlo, cualquiera de los otros dos lo atraía con una leve ráfaga de su especialidad elemental, todo iba bien, pero el fantasma perdió repentinamente la paciencia y, en un momento dado, ignoró las provocaciones y se decidió a embestir ¿Su objetivo? Erik.
Claire y Luis no reaccionaron al principio pensando que éste lo evitaría, pero en lugar de eso vieron cómo tropezaba con su propio pie y el espíritu lo atrapaba en su embestida, el pelirrojo se lo quitó de encima usando su brazalete alquímico, pero aun así el golpe había sido lo suficientemente potente como para tumbarlo, y el Fernández contraatacó directamente con su Agnea.
- ¡Erik! ¿¡Estás bien!? – Repitió su ataque de nuevo, atrayendo definitivamente a la criatura, que ahora cargaba contra él - ¡Espabila! – insistió, mientras lo veía levantarse gracias a la ayuda de Claire.
- ¿Qué te ha pasado? – Le preguntó ella mientras lo ayudaba a equilibrarse.
- Nada, nada, sólo he… tropezado – Respondió él mientras le daba una palmada en el hombro – gracias… ¡Estoy bien, Luis!
Pero la joven no pudo evitar sentir una punzada de preocupación, su magia curativa estaba lejos de ser perfecta y, ahora que lo veía de cerca, el Belmont lucía un marcado gesto de cansancio y unas terribles ojeras. No tenía heridas externas, pero estaba agotado ¿¡Cómo había llegado a ese estado!?
No tuvo tiempo para pensarlo, los dos se lanzaron a recuperar la formación mientras se daban cuenta de que el fantasma ahora era más difícil de controlar, de hecho, el español sufría otra embestida mientras lo alcanzaban, y acto seguido enfiló a la muchacha antes incluso de que ésta decidiera llamar de nuevo su atención, provocando la reacción inmediata de Erik, que se colocó frente a ella para protegerla, preparando el brazalete para rechazar al espectro, y entonces…
CRAC
Un ruido seco resonó por toda la habitación, amplificándose hasta el punto de sentirlo todos como si hubiera sonado a su lado, e incluso el espíritu volteó para mirar al punto de donde había provenido: Simon.
El joven Belmont estaba de pie, con su puño cerrado justo en el lugar donde antes estaba la calavera que coronaba un ornamento, su mirada desafiante se cruzaba con las brillantes luminarias rojizas que servían de ojos al tremebundo cráneo.
Sin mediar palabra lanzó un latigazo contra la pared, destrozando otras cinco cabezas con un estruendo seco, aquello arrancó un rugido al espectro, que se abalanzó contra el muchacho mientras el pelirrojo, perspicaz, observaba que la intensidad del fuego que lo rodeaba había variado levemente.
Por su parte, Simon no se detuvo un instante y continuó destruyendo cráneos con su látigo y, para los más lejanos, cruces, sin moverse del sitio, a cada puñado de cabezas destrozadas la intensidad, virulencia y tamaño del fantasma se veían reducidas, pero éste no detenía su carga contra el joven, de hecho, estaba a punto de alcanzarlo cuando éste repentinamente se agachó y, al erguirse de nuevo, el fantasma se detuvo en seco.
Tenía algo en la mano, Claire, Erik y Luis se acercaron poco a poco y, gracias a la luminiscencia emitida por el espectro, pudieron ver de qué se trataba: El cráneo.
Era clavado a su contrapartida fantasmal, con colmillos parecidos a los de un vampiro, un agujero – aparentemente de bala – en la frente y las cuencas deformadas, dando la impresión de lanzar una mirada de odio a todo el que entrase en contacto visual con él. No pudieron mirarlo mucho más, ya que pasados unos segundos el muchacho tensó su mano, y la cabeza se hizo añicos entre sus dedos.
El espectro, que hizo un último movimiento antes de que esto ocurriera, comenzó a desmoronarse mientras los fuegos fatuos lo abandonaban, el cuarteto se quedó observándolo entre tanto, y por un momento Erik sonrió preguntándose cómo no se le había ocurrido aquello a él.
Con el desvanecimiento del fantasma regresó la luminiscencia verdosa, y Luis y compañía no tuvieron más remedio que felicitar y dar las gracias a Simon, que respondió sonriendo y, tras recuperar la seriedad, preguntó a su hermano el próximo paso a seguir, éste no se lo pensó y enfiló al satánico altar, derribó la mesa y levantó una trampilla escondida bajo ésta.
- Después de vosotros.
