I.
Sanders estaba en su hora de descanso, el mayor Regano no estaba así que se tendió en su escritorio y subió las piernas pero en ese momento entró Wallas. Sanders bajó los pies pensando que era Regano.
— ¡Carajo, me asustaste!
— ¿Dónde está el mayor? Tengo que darle mi informe
— ¿Qué pasa?
—Es el activo, me pidió que lo vigilara. Salió de la ciudad.
— ¿Cuándo?
—Esta tarde
— ¿Pensabas esperar a mañana para contárselo? ¿Por qué no lo seguiste?
—Fuera del estado se acabó nuestra jurisdicción
— ¿A dónde fue? ¿Crees que está escapando?
—No lo creo. Su esposa no fue con él.
Sanders se rio
—Tal vez huía de ella. Ya sabes cómo son las viejas.
— ¿Señor?
—Por supuesto que no lo sabes, olvide que eres un novato en todo.
—Entonces ¿Qué hacemos?
—Nada, si no ha vuelto para mañana informaremos a Regano
—Pero…
—Ni una palabra más, oficial. Yo estoy a cargo y tomaré la responsabilidad, ahora vuelva a su trabajo.
Wallas asintió y salió caminando tranquilo. Sanders abrió la carpeta de Michael Kelso que había estado hojeando Regano.
— Jacqueline Burkhart ¿Dónde he visto este nombre?
Abrió el cajón de al lado y sacó el archivo del "activo".
— ¿Esposa? — cerró el portafolio de golpe con una epifanía. — ¡Fueron todos ellos!
