Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)

Harén de Harry.

HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.

SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.

Capítulo 55: El desesperado movimiento. (Del ajedrecista)

Albus, esperó a que Harry y Neville llegaran, a su oficina.

Aun así, sabía que no era una buena idea, el que Harry y él, se reunieran, debido a que el Ministro Fudge, creía que ambos mentían y que Harry, de alguna forma, trabajaba para él y que le estaba ayudando, entrenando a un supuesto grupo de alumnos, que tenían como misión, entrenarse en hechizos y encantamientos de ataque y defensa, para luego tomar el control del Ministerio.

—Buenos días profesor, ¿a qué se debe esta reunión? —preguntó Harry, mirándolo fijamente. Aquella mirada, incomodó a Dumbledore.

Le incomodó bastante, aunque no sabía el porqué, pues Harry no estaba siendo grosero, en su expresión o en sus palabras. Solo... habló. Al mismo tiempo, Neville tomó asiento, al lado de Harry.

—Bueno Harry, quería preguntar... si acaso, has tenido un buen sueño. —En realidad, no sabía cómo iniciar esa conversación, e inmediatamente, supo que no podría usar sus trucos ordinarios.

—Eso es invasión de la privacidad, profesor —dijo Harry, seriamente.

Albus tomó aire, y consideró contárselo a Harry y Neville. La verdad era, que estaba nervioso. Muy nervioso, debido a que, en su memoria, aún seguía muy fresco, lo ocurrido en el cementerio, del año pasado. En 1991, cuando supo que Harry entraría a Hogwarts, había estado esperando, que McGonagall, hablara sobre la varita de Harry. Había estado esperando, alguna carta de Ollivander, sobre la varita de acebo y pluma de fénix, pero esa carta, jamás llegó. En cambio, llegó una carta, sobre que el joven señor Potter, ya tenía en su poder, una varita mágica.

—Bueno, profesor. Es un placer, como siempre... el quedarnos mirándonos la cara, todo el rato, ¿sabe? —dijo Harry, sonriendo divertido. —Pero, si no hay nada importante, que pueda decirme, o que quiera informarme, quizás lo mejor, sería que me retire. —Comenzó a pararse, lentamente de su silla.

—Cuando Tom Ryddle, ingresó al colegio... —comenzó Albus, ambos jóvenes, le prestaron toda su atención. —Su varita, era de madera de Tejo, y su pluma, era una de las plumas de Fawkes. Y, cuando vi en lo que Tom se convirtió, el caos que comenzó a causar, entregué otra pluma, a Ollivander, para que creara otra varita, con la cual... con la cual, su portador pudiera derrotar a Tom. —Tomó aire, y luego de dudarlo, sacó su varita y la agitó, unos vasos con jugo de naranja, aparecieron ante ambos. Harry, lo olió, para asegurarse de no ir a ser envenenado. —La profecía de Trelawney, es aquello que está buscando Tom, en esta oportunidad. Una profecía, la cual ella me comentó, cuando yo la contraté, para que fuera maestra de Adivinación. —Apuntó su varita, hacía una puerta, la cual se abrió y algo muy parecido a un baño para pájaros, llegó a la mesa. —Esto es llamado un Pensadero, puedes extraer tus recuerdos, o bueno: una copia, de tus recuerdos y permitir que alguien los vea —Harry lo vio, extraerse una hebra plateada, de la cabeza y verterla en el Pensadero, la hebra, no tardó en volverse un líquido plateado, que llenó por completo, el Pensadero. —Adelante, Harry, Neville les juro, que no sufrirán daño.

—Adelante, profesor. Júrelo. Júreme, que me lo contará todo, después de ver este recuerdo, que ya no se guardará, absolutamente nada. —Ordenó Harry, usando La Fuerza, para influir en las decisiones de Dumbledore.

—Lo juro. —Dijo Albus, mientras subía su varita, hasta su sien, momento en el cual, Harry eliminó la conexión en La Fuerza. —Yo: Albus Percival Brian Wulfric Dumbledore, juro que contaré absolutamente todo, a Harry Potter y Neville Longbottom, y que no voy a dañarlos de ninguna forma. —Al final, el hombre lo hizo, por su propia convicción.

Con esto, ambos se aproximaron al Pensadero y metieron sus cabezas, para luego ser sus cuerpos arrastrados, al interior del objeto, encontrándose ante Albus Dumbledore y Sybill Trelawney.

—El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida... —Narró Trelawney.

Entonces, ocurrió un cambio de escena, con Dumbledore reuniéndose con los Potter y Longbottom, a los pocos minutos, del nacimiento de los niños.

En ese momento, fueron expulsado del recuerdo.

—Luego de que contacté con los padres de ustedes dos —dijo Dumbledore, lentamente. —Me enteraría, de que un joven Mortífago, Severus Snape, había estado allí, escuchándolo todo. Por desgracia, según parece ser, Severus no escuchó las últimas líneas de la profecía, pues mi hermano lo descubrió, y lo expulsó de la Cabeza de Cerdo. Avisé a sus padres, y se colocaron, bajo el Fidelio.

—Y curiosamente, mis padres acabaron muertos, con Peter Pettigrew, y los de Neville... enloquecieron.

—Están... permanentemente, en San Mungo, por culpa de Bellatrix Lestrange —dijo Neville, apretando los puños, hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

—Voldemort, temió que alguno de nosotros fuera el destinado a vencerlo. —Resumió Harry. —Pero... hay algo, que no me cuadra. ¿Por qué vino por mí, y no por Neville, personalmente? No es que te deseara muerto, ni las muertes de tus padres, solo me resulta muy extraña su... decisión. Es un amante de los Sangre Pura o bueno... sus peones son Sangre Pura, a pesar de que él mismo es un Mestizo, ¿Por qué?

—Quizás, a eso se refería una sección de la profecía, Harry: "Marcarlo, como su igual", tú y él, son mestizos. —Dijo Dumbledore.

—Tal vez —repitieron ambos.

—Cuando Snape acabó en Azkaban... desde allí, logró enviarme un mensaje. Usar magia sin varita y estando rodeado de Dementores, es algo que puede resultar extremadamente difícil de hacer. —Continuó Dumbledore. —Me dijo, que tu, Harry, habías arrasado con sus Mortífagos y que él sacaría a varios de prisión, pues necesitaba reorganizar sus filas. Que te había visto hacer, cosas...

—Profesor. El país entero, vio esto, vio todo el combate en el cementerio. Es complemente innecesaria, esa parte. —Dijo Harry, con cierta fatiga mental.

Albus suspiro y asintió. —Creo, que el actual deseo de Voldemort, luego de ver lo que hiciste en el cementerio, es... escuchar la profecía, quiere saber lo que dice, cree que allí estará la clave de su derrota y de su triunfo.

Harry y Neville se miraron, había algo más, que Dumbledore no les estaba diciendo.

Harry tardó varios minutos, en percatarse de algo importante. —En 1992, con todo eso de la Cámara de los Secretos... El trozo de alma, en el interior del diario y luego, gracias a mis habilidades, me percaté de otros... trozos de alma, que Tom tenía por allí repartidos: El guardapelo, la serpiente, el diario, el anillo y la cicatriz.

— ¿Cómo los destruiste? —preguntó Dumbledore interesado.

—Veneno de Basilisco, o usé un... poder del Lado Oscuro, sentí el alma, en el interior de los objetos y los obligué a ser... expulsados, los jalé fuera de sus objetos —dijo Harry.

—Veneno de Basilisco, gracias por el dato, Harry —agradeció el director. —Bueno: eso es lo que quería decirles, lo que él estará buscando, es la profecía.

—Gracias, señor —dijeron ambos jóvenes.

—Profesor, ya sabe usted —Harry le enseñó una sonrisa. —Que yo, no creo en las profecías. —Dumbledore suspiró y asintió.

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—N... No puede... ¡no puede despedirme! —decía la profesora Trelawney, rodeada por sus baúles y maletas, y ante ella, Umbridge sonriendo y feliz, por lo que estaba haciendo. — ¡Llevo di-dieciséis años aquí! ¡Hogwarts, es mi hogar!

—Era su hogar hasta hace una hora, cuando el Ministro de Magia firmó su orden de despido —la corrigió Umbridge, regodeándose del dolor de la mujer, quien se estremecía y gemía. —Así que haga el favor de salir de este...

—Será innecesario —dijo Dumbledore, Umbridge volvió su mirada, hacía el director de Hogwarts, quien la ignoró. —Minerva, por favor acompaña a Sybill a su habitación. —Ambas maestras, se fueron de allí, inmediatamente.

Umbridge, miró sorprendida a Dumbledore, por un momento, antes de sacar de entre sus ropas, un documento. —Profesor Dumbledore, aquí tengo una orden de despido, firmada por mí y por el Ministro Fudge. Según el decreto numero veintitrés, la Suma Inquisidora de Hogwarts, tiene el poder de supervisar y despedir a cualquier maestro, que, en su opinión, incumpla con el objetivo de ayudar a elevar los estándares educativos de Hogwarts.

—Puedes despedirlos, impedirles seguir ejerciendo su trabajo. —Secundó Dumbledore, dándole la razón. —Pero no puedes obligarlos, a desalojar el colegio, eso es algo, que aun forma parte del trabajo del director, el cual soy yo.

— ¿Y qué piensa hacer, cuando el nuevo maestro, necesite hacer uso del aula de adivinación? —preguntó Umbridge, con un tono de voz desafiante.

—Ya he encontrado a un nuevo maestro, y él prefiere usar uno de los salones ubicados, en el primer piso —dijo Dumbledore calmado.

— ¿Usted ha encontrado? —preguntó ofendida. — ¡¿Usted ha encontrado?! Déjeme recordarle profesor Dumbledore, que según el Decreto de Enseñanza #22...

—Siempre y cuando, la Suma Inquisidora no pueda encontrar a un maestro, entonces usted podrá hacerlo, sí, me he tomado el tiempo de repasar los decretos. —Dijo Dumbledore calmado. —Y me complace informarle, que lo he encontrado, por aquí, por favor —pidió y la guio, hasta una de las aulas del primer piso, abriendo la puerta. Umbridge, se quedó perpleja. —Le presento a Firenze. Creo que lo encontrará adecuado.

—Profesor Dumbledore —dijo el centauro, de forma educada.

—Veo que ya está usted, adecuadamente instalado profesor Firenze —dijo Dumbledore.

Pocos segundos después, ellos abandonaron la habitación, haciendo sonreír a Firenze, quien sabía que solo fue traído, para irritar a esa desagradable mujer, pero que, aun así, tendría que dictar clases de adivinación, lo cual era su especialidad.

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La próxima clase de la ADCAO, se dio en la Sala de Menesteres, aprendiendo y logrando casi todos, realizar un Patronus perfecto.

— ¡HARRY POTTER, SEÑOR! —Gritó Dobby a todo pulmón, sus ojos estaban aún más desorbitados de lo normal. — ¡VIENE HACÍA ACÁ! ¡VIENE HACÍA ACÁ!

Harry no entendía. — ¡Dobby, ¿de quién...?!

— ¡¿La Profesora Umbridge?! —preguntó Susan algo asustada, y Dobby asintió.

Hermione y Padma se concentraron, no perdieron la calma, no como los demás alumnos, que estaban totalmente revolucionados y horrorizados.

Cuatro puertas aparecieron, en las paredes laterales, cada una, con el símbolo de una casa, nadie lo dudó y corrieron en estampida hacía las puertas, atravesándolas, y viéndose en sus respectivas Salas Comunes, y a salvo de Umbridge.

—Gracias Dobby —dijeron las chicas y Harry, mientras saltaban, hacía las salidas.

La puerta de la Sala de Menesteres explotó, pero incluso Dobby, ya se había ido.

Ingresaron los miembros de la Brigada Inquisitorial, compuesto por Umbridge, Draco Malfoy, Gregory Goyle, Vincent Crabbe, Pansy Parkinson y Argus Filch...

Solo para no encontrarse nada, y era una habitación muy pequeña, donde no había más, que unos pocos objetos ya antiguos y sin valor.

Umbridge lanzó un grito de frustración, creyendo que había descubierto a los supuestos miembros del supuesto grupo que querían derrocar al Ministerio.

Cuando Umbridge volvió a la oficina de Dumbledore, donde le esperaban el director del colegio, y la chica que se lo contó todo: Miranda Edgecombe, dijo que no encontraron nada, que no había nada allí.

Aun así, claramente alguien había maldecido a la niña, la cual tenía una serie de dolorosas pústulas en el rostro, y especialmente en la frente, donde estaba escrita la palabra "Delatora". La niña se negó a decir nada.

Por dentro, se alegró al descubrir, que Umbridge y su grupo, no lograron encontrar nada, y cuando la mujer, le ordenó contarle todo al Ministro, ella se negó a hablar. No después, de cómo quedó su rostro, al hacerlo la primera vez.

Contestó a las preguntas de Umbridge, solo asintiendo o negando con la cabeza, pero temía seriamente, a lo próximo que le pudiera ocurrir, si volvía a traicionar al ADCAO, así que negó todo, dejando entre ver, que solo asistió al reclutamiento del grupo, y que nunca asistió a clases.

Pero Dumbledore, cubrió a los jóvenes rebeldes, al ver el bien que hicieron Harry y sus amigas, al crear ese grupo. Claramente, él creía que podrían pasar los TIMOS de DCAO, y eso era positivo, así que él asumió la culpa, solo para escapar, gracias a Fawkes.

Umbridge, trató de tomar el puesto como directora, pero McGonagall, hizo uso de la Carta Magna del colegio, tomando ella al puesto de directora, al haber sido la subdirectora.

Aquello dejó a Fudge y Umbridge, rumiando de ira, teniendo que irse el Ministro y Umbridge, quedó en ridículo.