Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)

Harén de Harry.

HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.

SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.

Capítulo 56

El sonido del metal chocando contra el metal, se escuchaba, en la sala de Menesteres.

Harry, empuñaba una Katana y Susan, un sable de hoja curva.

La sala se las había provisto, puesto que no podían entrenar con los sables, debido a que estos no funcionaban en el interior del colegio, a causa de que eran tecnológicos, y únicamente los relojes funcionaban en el colegio.

—Estás distraída —dijo Harry, mientras sus ojos se agrandaban, él se agachaba, Susan apenas y pudo esquivar el tridente, que casi le arranca la cabeza, el tridente siguió su camino, girando horizontalmente, hasta que se fue deteniendo, giró y volvió a la mano de Daphne, quien les enseñó una sonrisa.

— ¡SI NO ES POR HARRY, ME DECAPITAS, GREENGRASS! —Chilló una furiosa Susan, pero Daphne no parecía estar muy preocupada, solo se acercó a ellos, mientras les enseñaba una sonrisa.

—Siempre, mantén... cierta cantidad de poder en La Fuerza, a tu alrededor, como si crearas una cúpula, y eso te ayudará, a prevenir posibles ataques por la espalda, Susy. —Dijo Harry. Susan, aun enfadada, asintió y trató de controlar sus emociones.

Las que estaban más hacía la luz, eran Hermione y Padma.

Susan y Daphne, estaban entre la luz y la oscuridad, pero concentraban su aprendizaje, en la oscuridad.

Y Harry, él estaba en un balance perfecto.

Tres días después, y con la credibilidad de Dumbledore, comenzando a tambalearse aún más, por culpa del Profeta, Fred y George Weasley, por su honor de bromistas y su compromiso, no solo con la ADCAO, sino también con La Orden del Fénix, decidieron hacer algo al respecto, en contra de Umbridge, algo aún más grande, que todo lo que habían hecho, hasta entonces. Y a lo largo de esos tres días, lograron diseñar una serie de trampas elaboradas.

Se escuchó una explosión, que alertó a todos.

Una segunda explosión, aún más fuerte que la primera, hizo que el suelo temblara.

Dragones de chispas verdes.

Girándulas doradas, volaban de un lado a otro.

Cohetes con largas colas plateadas, volaban de un lado a otro, rebotaban en las paredes y volvían hacia el lado contrario.

Piezas de pirotecnia, explotaban y escribían palabrotas en el aire.

Un enorme murciélago violeta, igualmente de fuegos artificiales apareció.

― ¡Filch corra! ―ordenó Umbridge. ― ¡Si no hacemos algo pronto, se dispersarán por el colegio!

Fred y George, detuvieron sus escobas, mientras volaban, ante el Gran Comedor y arrojaron cuatro esferas azules, de cuyo interior surgieron cientos de esferas más diminutas, de fuegos artificiales y quemaron todos los Decretos Institucionales.

Los maestros, no hicieron absolutamente nada, para detener a los Weasley, en realidad, Flitwick les auxilió un poco, mejorando los dragones y provocando un caos aún mayor.

La maestra Aurora Sinistra, de Astronomía, no hizo nada, por intentar detener el dragón que entró en su salón, sino que envió a un alumno, a traer a la maestra Umbridge, mientras que ella y todos los demás, sonreían.

Umbridge estuvo yendo y viniendo, de un salón a otro, tratando de parar los cohetes y demás cosas, de los Weasley, sin que sus compañeros docentes lo hicieran por sí mismos, mientras que argumentaban, ignorar si podían hacerlo, teniendo en cuenta los decretos impuestos por Fudge.

Le gustara a Umbridge admitirlo, o no, esto era solo el inicio de sus pesadillas, y eso ella lo sabía.

En lo más profundo de su corazón humano, existía un instinto animal, el cual le decía, que pronto, muy pronto, las cosas estarían mal.

Pero no era solo Umbridge, quien sentía eso, era algo que también sentían otros alumnos, los magos en general, incluso los Muggles, las criaturas mágicas.

Algo estaba muy mal.

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A 120 millones de años luz, en otra galaxia, Anakin Skywalker y en general, muchos usuarios de la Fuerza, sintieron que algo estaba por ocurrir.

Pero, no todos los Jedis o Siths, lo sintieron.

Solo un diminuto puñado de usuarios de la Fuerza.

Unos pocos magos.

Aquellos, que, en sus manos, tendrían el destino de muchos.