That 1980 night

A veces hace calor cuando afuera nieva. En los días lluviosos nadie se siente fuera de tono porque la temperatura es la misma para todos. Excepto los que están afuera, como los perros callejeros y los vagabundos. Lo curioso de la lluvia es que fabrica barro y uno puede llevarlo embarrado hasta por doce años. Y a veces el barro nunca se va del todo, a veces hay que aprender a vivir con eso.

Esa noche la lluvia había dejado grandes charcos, que vienen a caer desde lo alto de los canales contiguos y que desembocan en la orilla del sitio del agua del desagüe. El tratamiento fluvial descontinuaba las acciones de las aguas del pozo y no había ningún trabajador dispuesto a bajar hasta allí, ni aun por un millón de dólares. Por eso les pareció buena idea comenzar a cavar desde ahí.

Hyde, Kelso y Donna se turnaron con la pala. Mientras que Jackie vigilaba que Eric se recuperara del trance sentado en el asiento trasero del automóvil. Las manos de Kelso estaban astilladas porque de repente le entraba la urgencia y comenzaba a usarlas para rascar en la tierra. Hyde se quedaba sin energía muy pronto y tenía que relevarse con Donna. Fez había cavado la mitad por él mismo así que le habían permitido descansar y lo mandaron a vigilar la carretera. El nicho estaba desierto pero los ojos acusadores de los arboles los golpeaban constantemente en la nuca obligándoles a sobrecogerse de escalofríos. Cuando por fin terminaron no supieron que hacer.

—Esto está mal — murmuró Donna con la voz entre cortada. Hyde cerró los ojos. Hasta entonces nadie habia dicho nada, el sonido de las palabras hacian reales sus acciones. El viento azotaba en sus cuellos como una soga, como un castigo divino viniendo desde la memoria de otros tiempos donde los dioses salían a buscar a los blasfemos y los arrastraban hacia un embudo abismal.

—Tenemos que hacerlo. — Dijo Kelso — Ya llegamos hasta aquí.

Donna se sentó sobre el fango.

—Nos merecemos el infierno— susurró

—No— espetó Hyde — No nos merecemos ni eso.

Fez y Eric llegaron cargando el cuerpo. Lo habían envuelto en una manta y era casi demasiado liviana como para que se necesitaran dos personas para levantarla.

— ¿Qué pasará con sus padres?— dijo Eric, las lágrimas ya se le asomaban pero no acabaron de salir nunca. — ¿Qué pensarían mis padres si yo no volviera a casa esta noche?

Jackie sollozaba en una esquina sin atreverse a decir nada. Kelso tuvo que bajar al agujero para recibirla y mientras la tierra caía, le temblaban las piernas y se le quedaban atrapadas en el charco de barro. Tenía miedo de que fueran a tirar de él desde lo profundo del infierno y si hubiera pasado no se habría sorprendido en absoluto.

Hyde se hincó frente al agujero y lentamente alcanzó el cuerpo hasta la altura de Kelso. Donna y Eric se abrazaron, Jackie y Fez también. El silencio se sintió como un alivio necesario. Ese miedo profundo de que se les cerrara la garganta para siempre. La sensación de la tierra sobre sus dedos le arrancó a Hyde la seguridad que conservaba sobre los otros y se dejó caer de lleno en el agujero. Kelso discutió el espacio con la mirada. Los dos hombres acomodaron el cuerpo de forma que encajara bien en el fondo, la manta manchada de sangre tambien los manchó.

Jackie se deslizó despacio para poner una flor sobre su pecho. En el proceso se inclinó demasiado y el prendedor que tenía en el cabello cayó sobre la manta donde se perdió por el color del barro. Hyde ayudó a Jackie a subir de vuelta y le dio la mano a Kelso para hacer lo mismo. Kelso recogió el prendedor, se lo guardó en el bolsillo y se apoyó de su amigo para salir del agujero. Todos miraron el fondo con la incitación de salir corriendo y abandonar al resto.

—Ya no somos humanos — Murmuró asqueada la más alta

—Pero lo fuimos— dijo Kelso —lo fuimos antes y nunca tuvimos la intención de cambiarlo. Cambiaria mi vida por la tuya si pudiera. — le dijo al cadáver— Lo siento.

Fez asintió.

—Cambiaría todo lo que tengo por traerte de vuelta, pequeña... descansa en paz, aquí donde nadie puede molestarte. Y no nos perdones, nunca nos perdones, no merecemos ese perdón.

— No podemos hablar de esto— dijo Eric — Ni siquiera con Dios. Ya no nos escuchará nunca.

Hyde se agachó.

—Tendremos que vivir con esto. Todavía estamos a tiempo de arrepentirnos. — Dijo él — Podemos sacarla y entregar su cuerpo a la familia

—Ir a prisión…— añadió Jackie— Hasta el día de nuestra muerte.

Hyde negó con la cabeza

—No todos tenemos que…

—Ni hablar — Donna cogió un puño de tierra y lo dejó caer sobre el agujero. Los demas retrocedieron de forma que hicieron un circulo con sus cuerpos al rededor del agujero. — No conocemos tu nombre, tus sueños o a tu familia— sollozó— Pero te prometo que viviré cada día de mi vida sin olvidarte, tratando de que tus padres te recuerden y que tu esencia no quede en el olvido. Nunca les faltará nada. Te lo prometo.

—Yo te prometo que nadie va nunca a molestarte aquí. — dijo Kelso, tirando más tierra. — Tú te merecías una vida de amor y de felicidad y nosotros te lo arrebatamos. Pero lo pagaremos todos los días hasta el final, no tienes idea de cuanto lo siento.

—Lo sentimos todos — dijo Hyde — Lo siento en serio… lo siento de verdad.

Lo siento.- Dijo Jackie. Eric sintió que se inflama el pecho.

Los seis se tomaron de las manos.

—Tenemos que jurar que nadie va a contarlo jamás. — dijo Eric

-Yo lo juro- dijo Kelso

—Yo también — dijo Donna

—Lo juro— dijo Hyde a secas

—Se los juro— asintió Jackie

Fez negó con la cabeza

—No lo sé… — Hyde lo agarró de la camisa ¡Quiero oírte decirlo! Le exigió —Lo… lo juro. — dijo Fez nervioso.

—Bien — dijo Kelso— Ya está. Nadie dirá nada jamás. Hacerlo sería la peor traición.

Jackie se aferró al cuello de Fez en un abrazo.

Kelso y Hyde echaron más y más tierra y el agujero se fue llenando mientras sus manos se cargaban con lodo. Donna y Eric se unieron al abrazo de Jackie y Fez, luego Kelso agarró de la mano a Jackie y finalmente Hyde se agarró del hombro de su hermano. El grupo se sumió en un abrazo que pretendía mantenerlos en todas sus piezas porque ya nadie era capaz de mantenerse de pie por su cuenta. Estuvieron así unos minutos y cuando se separaron, se rompió la magia, esa fue la última noche que estuvieron todos juntos. Con el paso del tiempo se dispersaron y perdieron contacto. Se convirtieron en estatuas de lo que eran antes de esa noche y llevaron con ellos un pedazo del barro.

Hyde descubriría con los años que la tierra de sus manos no desaparecía por mucho que se tallara la piel con todos los jabones. Jackie despertaba con pesadillas envuelta en una capa de sudor. Donna investigó a la familia y descubrió que se había separado y que el padre buscaba adoptar un hijo. Kelso dobló su consumo de pastillas para mantenerse fuera de si por más tiempo y Fez fingió que no había sucedido nada. Eric simplemente lo olvidó para apagar el sonido de la campana que lo estremecía como un cascabel dispuesto en su cerebro. El tiempo siguió pasando y la tierra se asentó, brotaron los pastos y brotaron más lodos pero no salieron a flote los huesos. Se quedaron ahí por doce años. Hasta que llegó el sujeto del impermeable verde con una pala.