Por fin capitulo nuevo.

Muchas gracias por su paciencia, como algunos sabrán no han sido semanas fáciles para mí, pero aquí sigo y espero alegrarlos o hacerlos rabiar con estos capítulos.

Capítulo anterior:

Así que, después de recitar unas promesas de fidelidad para toda la vida, ambos dijeron "acepto" en aquel templo, intercambiaron sortijas y finalmente el sacerdote ató sus manos y simbólicamente sus vidas, por todo el tiempo que les restara de su vida, pero para toda la eternidad (Eien ni) para ellos.

Capítulo 58

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Vacaciones

Julio.

Las vacaciones de verano habían llegado. Después de un año difícil de nuevos empleos y metas, ciclos escolares y de combatir enemigos la oficial familia Haddock- Hofferson se tomaban por fin unas vacaciones.

Su destino: la hacienda de las amables personas que los habían acogido durante el hechizo.

Hiccup y Astrid recibieron dicha invitación por parte de sus amigos el día que se casaron; en aquel momento tuvieron que rechazarla debido a que el ciclo escolar de los niños no había concluido, pero prometieron visitarlos una vez que este terminara, y así haciendo cumplimiento de aquella promesa ahora conducían hacia aquel hermoso campo.

Yendo por la carretera en la "mamá móvil", Hiccup era el encargado de conducir, de copiloto, tenía a su esposa Astrid, mientras que en la parte trasera iban sus niños, los cuales estando correctamente asegurados en sus asientos miraban con atención al ser que iba entre ellos: Alúmini.

La dragona reposaba con tranquilidad sobre un suave cojín, estaba dormida, algo que para los presentes ya se les estaba haciendo habitual desde que se enteraron de la noticia: la guía estaba de encargo.

Todo comenzó después de la boda de los hechiceros, cuando la dragona poco a poco fue perdiendo fuerzas y con ello pronto su habilidad para transformarse en humano.

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Dos semanas atrás.

—Vamos Alúmini, es hora de levantarse. —la llamó Toothless, después de que los niños, Stormfly y él se despertaron para otro día de clases.

La dragona que reposaba engarruñada sobre su cojín, abrió los ojos con pereza, observó a su alrededor y vio que todos estaban listos para salir de la habitación y como tal para ir a desayunar.

Con lentitud se levantó y perezosamente se estiró, se notaba a simple vista que no tenía deseos de despertar, pero tenía la tarea de ayudar a Astrid en su invernadero y no quería fallarle, pues a pesar de que llevaba algunos meses ayudándola aún no podía ser de gran utilidad como lo había sido Heather en su momento.

—Alúmini, ¿Todavía tienes sueño? —preguntó Nuffink al notar su lentitud.

La dragona bostezó al mismo tiempo que comenzaba a transformarse y cuando la chica de cabello blanco apareció sólo respondió:

—Un poco, me siento un poco cansada… creo que no dormí bien.

—Oh… y ¿porque no duermes más? —sugirió Toothless al notar como nuevamente bostezaba con tanta pereza que hasta lagrimitas se asomaban por sus ojos.

—Claro que no, yo también tengo trabajo. —replicó ella, dejando los bostezos para luego levantarse de la cama. —Anda, vamos… Hiccup y Astrid ya nos deben de estar esperando.

A los guías y niños presentes no les quedó de otra más que seguir con la rutina.

Cuando finalmente todos se marcharon y se quedaron sólo Astrid y Alúmini en el invernadero, nuevamente la guía comenzó a mostrar signos de cansancio. Se movía más lento de lo habitual y los ojos parecían que se le querían cerrar a costa de su voluntad, pero cuando eso pasaba ella misma se echaba agua en la cara con el atomizador con el que regaba algunas plantas.

Y así transcurrió gran parte del día, hasta que llegó un momento en que ya no pudo más.

—Alúmini, ¿me ayudas a mover estas plantas hacia este lado?

Pero la dragona ni caso le hizo a Astrid, ella seguía frente a una maceta y con lentitud le seguía rociando agua con el atomizador.

—¿Alúmini? —volvió a llamar Astrid.

Desde minutos atrás la había visto en aquella posición y pensó que estaba aburrida y sin hacer nada, pero cuando no le respondió comenzó a preocuparse.

—¡¿Alúmini?! —le gritó para hacerla reaccionar.

La dragona ante el grito se sobresaltó y con lentitud se giró hacia la esposa de su amo adoptivo.

Astrid apenas le preguntaría qué le pasaba, pero dio un grito ahogado al ver el rostro de la chica dragona, esta tenía su piel más pálida de lo habitual y debajo de sus ojos tenía unas muy remarcadas y oscuras ojeras, parecía como si no hubiera dormido en días. La parte blanca de sus ojos estaban enrojecidas y sus iris estaban ensombrecidas.

—Perdón… Astrid…—musitó con voz baja.

—Alúmini, pero ¡¿qué te pasó?!

La albina no entendiendo a lo que se refería, trató de ir hacia ella, pero al dar un solo paso, se desvaneció repentinamente. Astrid se movió rápidamente para evitar que cayera, al mismo tiempo que veía como está se envolvía en luz. Finalmente, lo que terminó atrapando entre sus manos fue a la pequeña dragona blanca.

—Ay dioses, ay dioses… Alúmini… ¿qué te pasó? ¿Qué hago? ¿Qué hago?

Desesperada al ver que no reaccionaba, lo único que se le ocurrió a la hechicera fue llamar a su esposo.

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—Te lo juro, ni siquiera la puse a hacer muchas cosas, tal vez fue el calor o no sé.

Explicaba la nerviosa Astrid mientras que Hiccup revisaba a la guía. Este último ni siquiera le prestaba mucha atención, pues tenía su atención puesta en la dragona la cual sólo vio que estaba profundamente dormida.

—Tranquila, está bien. —opinó Hiccup cuando terminó de revisarla. —Sólo se quedó dormida.

—¿Estás seguro? Es que tú no la viste… estaba pálida y ojerosa, parecía otra persona.

Hiccup sólo sonrió picaronamente.

—Sí, no te preocupes… pero creo que por el momento no deberá transformarse más.

—¿Por qué no?

Musitó Astrid viendo con desconcierto como Hiccup sonreía casi de oreja a oreja, hasta que algo de repente hizo tic en su cabeza y con sorpresa llevó sus manos a su boca para evitar gritar y despertar a la dragona.

—¿Ella está…?

Hiccup asintió feliz.

—Cuando trabajé con mi mamá aprendí a identificarlo, es muy sencillo, mira… te enseño.

Hiccup tomó la mano de Astrid y con cuidado la guio hacia la dormilona dragona.

—Toca su pancita, es muy tenue, pero se puede sentir otra esencia.

Astrid hizo caso y la tocó con suavidad con la yema de sus dedos, pero realmente no pudo sentir alguna esencia, lo que si notó fue que la dragona estaba ligeramente hinchada.

—¿Lo sentiste?

—La verdad no, pero que importa, Hiccup… Alúmini… —sonrió y se abrazó a él.

—Sí, lo sé… nosotros nos casamos, pero parece que Toothless y Alúmini fueron los que tuvieron su luna de miel. —dijo juguetonamente.

—¡Hiccup! —reprendió Astrid enrojecida, recordando que el día de su boda esos dos se escaparon de la pequeña reunión que habían celebrado en su casa después de la ceremonia. —Entonces… ¿qué? ¿Tien semanas?

—Probablemente, pero bueno sólo no hay que molestarla, sólo cuidarla mucho hasta que llegue el momento en que ponga sus huevos.

—Aww… ya quiero ver la cara de Toothless cuando lo sepa y también la de ella cuando se entere.

—Sí, yo también. —opinó el sonriente Hiccup.

Horas más tarde cuando Toothless llegó y Alúmini despertó ambos recibieron la noticia.

La albina quedó boquiabierta y quiso revolotear de la felicidad, pero claro que Stormfly la detuvo pues de inmediato se puso en modo protectora y le dijo que no se moviera para nada. Mientras que el incrédulo Toothless que, en ese momento estaba convertido en humano, se quedó congelado y boquiabierto y dejó caer a Nuffink (que llevaba de caballito), por suerte Hiccup logró atraparlo a tiempo.

Cuando por fin el dragón despertó de la impresión, volvió a su forma original y se rejuntó felizmente con su pareja a la cual le dio muchas caricias y besitos de dragón.

Desde ese momento ni Alúmini ni él volvieron a tomar sus formas de humano, Toothless, salvo para ir con los niños, se transformaba en su forma titán, pero llegando a casa se volvía dragón pequeño para pasar el mayor tiempo que pudiera con ella.

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Y así había pasado. Ahora la dragona tenía casi los dos meses, se notaba más hinchada de lo que normalmente era y le pesaba más moverse, todo normal de acuerdo a la experiencia de Hiccup, pero eso no quitaba de que la dragona tuviera extra protección, no sólo por Toothless, el cual la miraba con atención desde lo alto del asiento, sino también Stormfly que le hacía segundas y los niños, los cuales procuraban cuidarla pues sabían de antemano que el dragón o dragones que llegara a tener la guía, se convertiría en su o sus guías y eso los tenía emocionados.

—Stormfly, ¿seguro qué no quieres pasar las vacaciones en la hacienda como un humano? Recuerda que el Sr. August nos dijo que podías ir, así como Toothless y Alúmini, aunque estos dos por obvias razones permanecerán como dragones.

La nadder ante la pregunta, se movió hacia los asientos del fondo y se transformó en humano.

—No, Astrid, gracias. La verdad preferiría pasarla como dragón, ellos son sus amigos y quienes cuidaron de ustedes recién llegaron a este mundo, lo que menos quisiera es que indagaran en el pasado y tuviéramos que pasarla mintiendo o inventando historias.

—Bueno, en eso tiene Stormfly algo de razón, cariño. Ya ves en la boda de inmediato el Sr. August preguntó porque nunca le dijimos que teníamos "hermanos". —opinó Hiccup, tomando su mano.

—Pero ¿cómo harán para que no vean que tenemos dragones? —preguntó Zephyr curiosa.

Los hechiceros se sonrieron entre sí con un plan en mente, así como Toothless y Stormfly que ya estaban más que enterados de lo que esos dos harían.

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—¡Bienvenidos, Hiccup, Astrid! —saludó August con los brazos abiertos cuando la familia llegó a la hacienda de sus amigos.

August primeramente recibió a Hiccup con un abrazo, mientras que Phelma recibió respectivamente a Astrid de la misma manera.

—Muchas gracias por invitarnos. —agradeció Hiccup.

—Ya era hora, muchacho, tardaste en traérmelos y ¿dónde están esos "chamacos"?

—¡Abuelito August! —salieron Zephyr y Nuffink del auto y con afán abrazaron al que creían era su abuelo, para después saltar sobre su abuelita Phelma.

—Ay niños, su abuelito y yo les tenemos preparadas muchas cosas para que no se aburran.

—Nosotros no nos aburrimos aquí, abuelita. —dijo Zephyr, jugando sutilmente con ella.

—¿Podemos ver a los caballos? —pidió el entusiasmado Nuffink.

—Claro que sí, pero primero vamos a bajar todo su equipaje y después comamos, su abuela Phelma les tiene preparado un banquete. —dijo August. —Anda, muchacho, bajemos todo de una vez. —ordenó a Hiccup.

—Claro, señor, pero antes… quisiera decirle que trajimos a nuestras "mascotas" ¿no hay problema?

—Oh, no… pero ¿qué tienen ahí? —se asomó August curioso al interior del auto.

Entonces por obra de la magia, lo que vio el hombre fue a una gata blanca sobre un cojín que dormía apaciblemente, custodiada por un gato negro de ojos verdosos. Mientras que, en el respaldo del auto, había un ave de color azul que salió volando directamente al hombro de Astrid.

—¡Wow!

—La gatita blanca está preñada y no queríamos dejarla, tanto ella como el gato negro están entrenados, así como el ave. —aseguró Hiccup.

—¡Ay, gatitos, me encantan! —exclamó Phelma emocionada, acercándose para ver si le permitían tocarla.

El gato negro se acercó a ella y permitió que lo acariciara, aunque todo era parte de una ilusión pues quien estaba detrás del gato era realmente Toothless.

Al principio los hechiceros pensaron que sólo bastaba con hacerlos desaparecer a los guías de los ojos de los demás, pero para evitar errores de alguna clase o que los vieran actuando extraño optaron por crear ilusiones que los hicieran ver como otros animales, así los guías no se sentirían tan ignorados durante su estadía en la hacienda.

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Después de la grata bienvenida, la familia degustó de un increíble banquete. Después de la comida, lo que le siguió fue que los abuelos adoptivos revelaron sus sorpresas a los niños lo cual no era más que un montón de juguetes que habían adquirido exclusivamente para sus nietecitos adoptivos.

Hiccup y Astrid realmente admiraban que esas dos personas trataran a sus hijos con tanto amor a pesar de no compartir la misma sangre, cosa que dudaban que pudiera pasar con sus familiares de sangre los cuales hasta la fecha seguían creyendo que si supieran sobre sus hijos los rechazarían cruelmente sin darles la oportunidad siquiera de conocerlos.

Luego de los regalos y sorpresas, la familia se instaló en las respectivas habitaciones que les otorgaron, una a un lado de la otra. "Los gatitos" como era de costumbre compartieron habitación con los niños, Alúmini sólo se levantaba para comer, hacer sus necesidades y no daba para más y Toothless la acompañó en todo momento.

La que aprovechó para revolotear por todos lados fue Stormfly, que siguiendo con su deber de proteger se mantenía en su mayor parte del tiempo en la cabeza de Nuffink o Zephyr, incluso los acompañó cuando a estos dos los llevaron a montar sobre unos ponys antes de que el sol se ocultara.

Ya llegada la noche, se hizo una fogata en el jardín de la hacienda, donde hacendados, algunos empleados y los invitados se colocaron alrededor de esta para descansar después de un largo día de actividades.

Comieron, jugaron y hasta cantaron por algunas horas y así poco a poco la gente se fue retirando.

El primer día de vacaciones fue exhausto y se reflejó en los niños, los cuales cayeron en los regazos de sus padres cuando el sueño finalmente los venció.

Hiccup y Astrid se los llevaron a dormir y como todas las noches los arroparon, la diferencia ahora radicaba en que la habitación en donde ahora se encontraba era prestada.

—Duerman bien, niños. Toothless, Stormfly, Alúmini… descansen.

Los primeros dos guías bostezaron con cansancio como señal de despedida; la agotada nadder se acurrucó entre ambos niños, mientras que Toothless lo hizo junto con Alúmini la cual seguía durmiendo, ignorando todo a su alrededor.

—Ya es hora de que nosotros nos durmamos. —susurró Astrid.

—¿Segura? ¿Yo te iba a preguntar que si querías ir a caminar por los alrededores?

Astrid entrecerró los ojos con una mirada picarona, no dijo nada más, y sólo tomó a su esposo de la mano para salir de la habitación.

Ya fuera de esta…

—¿Qué tramas Hiccup Haddock?

Hiccup emitió una risita nerviosa y se rascó el cabello.

—Nada, nada que tú no quieras… —insinuó después con una coqueta sonrisa.

Astrid rodó los ojos y sonrió.

—Está bien, anda… vamos… ¿Tienes algún lugar en mente? —preguntó tomando su mano.

—Sí, dos de hecho…

—¿Dos? —repitió Astrid confundida.

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Minutos más tarde y después de una larga caminata por un paisaje completamente desolado, Hiccup y Astrid se detuvieron en un campo abierto que estaba lejos de la hacienda.

—¿Qué hacemos aquí?

—pensé venir aquí, para hacer algo…

—¿Qué? ¿Aquí? —dijo Astrid abochornada.

—No, no es eso. —rio Hiccup.

Astrid enrojeció tanto que parecía que podía iluminar el campo abierto.

—Ushh… eres un… "I" —gruñó entre dientes.

—Perdóname, cariño. En realidad, lo que pretendo es entrenar un poco, pensé que te gustaría. —dijo, comenzando a invocar a inferno.

Astrid se sorprendió, pero no desaprovechó la oportunidad e invocó a Sky lo que hizo que el lugar en donde ambos estaban se iluminara y se pudiera apreciar un poco más la tierra que pisaban.

Extrañamente ambos se sintieron raros al invocar sus armas, a pesar de que habían dicho en el pasado que necesitaban entrenar más lo cierto era que su rutina los consumía y hasta la fecha no habían invocado sus armas.

—Hiccup… ¿estamos haciendo esto sólo porque necesitamos entrenar o porque sientes que algo ocurrirá? —preguntó Astrid con precaución.

—Sólo por entrenar. —sinceró él un poco inquieto. —Aunque mentiría si te dijera que no estoy preocupado de que nadie más se haya aparecido para molestarnos.

—Lo sé. —miró Astrid su arma, recordando también que ya no pudo invocar el arma de su madre y seguía con la incertidumbre de haberla destruido o si era ya por una falta de capacidad. —Entonces… ¿una pelea cuerpo a cuerpo?

—Sí… pero… ¿te importaría primero lanzar un ataque hacia aquella dirección para ver qué tan potente es?

Astrid accedió a la petición de su marido y blandiendo a Sky hacia la nada se formó un potente rayo que partió el campo frente a ella, chamuscando la hierba que había a su alrededor.

—Ay, dioses… ¿crees que alguien lo note? —preguntó asustada, pues no sólo el campo había quedado desecho, el sonido que despidió el ataque pareció el trueno de una potente tormenta.

—No lo creo. —mintió Hiccup con una sonrisita, viendo claramente en lo que tenían que trabajar primero. —Bien, creo que debemos empezar por controlar la fuerza de tu ataque…

—¿Qué?

—Sí, tal como lo escuchas, es muy potente y aplicaría grandiosamente contra enemigos poderosos, pero no sé, pienso que si otro hechicero con las habilidades de Skip aparece y controla a nuestros amigos

—O a ti… —comprendió Astrid de inmediato.

—Conmigo ya sabes que hacer. —disintió él. —Pero con gente inocente, considero que si debes controlar esa energía.

—Pero… ¿cómo?

—Entrenando, ¿qué más?... así que, vamos… ¡Atácame! —pidió él, poniéndose en posición de pelea.

Astrid al principio se negó, pero conforme Hiccup le insistió que era necesario no le quedó de otra. Procurando controlar su poder, entrenó con él, tratando de minimizar la fuerza de sus ataques, aunque Hiccup no se quedó atrás, pues pese al nuevo poder que emanaba de Sky, Inferno soportó cada uno de sus ataques, no por nada esa arma había sido la primera en ser seleccionada por el titiritero pues a pesar de parecer un vejestorio realmente daba buena pelea.

Después de unos ataques, golpes y caídas Hiccup y Astrid dieron por terminado el entrenamiento, además de que el campo que habían utilizado quedó completamente desecho.

—Mañana regresaremos para entrenar. ¿de acuerdo? —pidió este cansado.

—De acuerdo. Por mi encantada. —aceptó Astrid igualmente agotada.

Ambos quedaron tirados sobre la tierra uno junto al otro y contemplaron el cielo nocturno hasta que sus respiraciones se calmaron.

—Ah… hace mucho que no peleaba contigo. Creo que lo extrañaba.

—¿En serio? —se reincorporó Hiccup con el entrecejo fruncido.

—Claro que no. —se reincorporó Astrid también y le acarició el cabello. —Prefiero hacer otras cosas contigo que pelear. —le insinuó con coquetería.

—Igual yo. —le respondió él, dando un tierno, pero a la vez apasionado beso que los llevó nuevamente a estar acostados sobre la tierra.

—Hiccup, aquí no… —rio Astrid, cuando su marido comenzó a besar su cuello.

—Lo sé. —se detuvo este, sonriéndole. —¿Estás lista para ir al otro lugar?

Astrid asintió sonriente, conociendo perfectamente a que otro lugar se refería; dejando su campo de entrenamiento, ambos se dirigieron corriendo felices de la vida, hacia aquella cabañita que había sido su hogar por algún tiempo, que había presenciado su primera vez tanto hechizados como conscientes (más o menos) y que nuevamente fue testigo a una entrega más sincera y apasionada a las veces anteriores.

Pronto el amanecer los alcanzó y como en su primera vez (hechizados) Hiccup contempló a su durmiente amada y la acarició por encima de la sábana que los cubría. Realmente se sentía feliz, y realmente añoraba que esa felicidad nunca se terminara.

Pero como siempre, había un momento en que nuevamente tenían que regresar a la realidad…

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Semanas después…

Hiccup, tenemos el reporte de una persona extraña que anda merodeando la zona de edificios departamentales, creo que puede ser un código egni. —anunció Dagur por la radio.

—Enterado, jefe… voy para allá de inmediato. —respondió Hiccup, corriendo hacia el lugar del incidente.

El detective especializado en código egni, sintió recelo de acudir a dicha zona pues le provocaba malos recuerdos ya que había sido ahí en donde Astrid y él habían peleado contra Harald y donde prácticamente el maldito había causado la muerte de su hijo.

Pensando que se trataba de una mala treta del destino, se apresuró a ir hacia la zona del reporte, en donde en un callejón rápidamente dio con el aparentemente sujeto extraño, un hombre joven (que le recordó a Skip) y el cual ágilmente andaba trepándose sobre los edificios sin tener al parecer miedo a la caída.

¿Un hechicero? ¿O un ladrón muy ágil? Pensó Hiccup, pero como su protocolo indicaba, primeramente, tenía que cerciorarse.

—¡Alto ahí!¡Policía! —gritó, cuando vio que el sujeto llegó a la ventana de un residente.

El joven con el grito de la autoridad se sobresaltó y de repente...

Cayó al vacío.

Unas personas de repente salieron de entre los contenedores de basura que había entre los edificios y gritaron asustados el nombre del muchacho.

—Maldita sea, no es un hechicero. —concluyó Hiccup, usando rápidamente su magia de levitación para evitar la muerte del muchacho.

El muchacho cayó como la pluma de un ave sobre el suelo completamente intacto; él y sus aparentes amigos vieron todo con asombro y adjudicaron a aquello a un milagro mientras lo ayudaban a reincorporarse, en tanto Hiccup, casi sufre un paro al ver que no eran más que unos mocosos que al parecer estaban grabando videos que últimamente eran muy populares entre los jóvenes por su extremismo.

—¡Oiga, señor! No debe gritar así. —le reprochó una joven que llevaba una cámara con ella.

—¡Silencio! ¡Policía! —mostró su placa. —Aquí el que hablará soy yo ¿Qué hacen aquí?

Los adolescentes, incluido el que casi muere se silenciaron.

—¿Tienen permiso para estar aquí? No pueden hacer lo que estaban haciendo ni hacer videos aquí, es propiedad privada.

Los jóvenes se asustaron y se miraron entre sí y parecieron comunicarse con la mirada pues en seguida tomaron todas sus cosas y salieron huyendo sin dar respuestas, incluyendo el que se había salvado de "milagro".

—Ushhh… mocosos. —gruñó Hiccup.

Ni siquiera se dio a la tarea de perseguirlos pues en sí no habría un castigo como tal más que una reprimenda que ya les había dado.

¿Hiccup? —escuchó por su radio la voz de Dagur.

—Sí, Dagur, falsa alarma, no era código egni, sólo unos muchachos tontos haciendo videos.

Enterado, entonces creo que es todo por hoy amigo, vuelve a la estación has tus reportes y serás libre.

—Enterado.

No teniendo más que hacer en ese lugar, Hiccup salió del callejón para ir hacia donde había dejado su auto estacionado, ya que, antes de recibir el reporte de los jóvenes, había atendidos unos problemas viales.

Junto con una multitud, esperó a que el semáforo cambiara a la luz verde para el peatón, para cruzar la calle. Una vez del otro lado, caminó sin prisa, su destino se encontraba cruzando la siguiente calle, en ese momento había varias personas caminando a su alrededor tanto en la dirección en la que él iba, así como en contra, cuando de repente alguien pasó a un lado suyo despidiendo una singular fragancia y no sólo eso, una presencia que casi podía jurar percibió de color rosa.

Se detuvo y se asustó, pues aquella esencia se intensificó y pareció de repente no moverse.

Entonces se volvió hacia el lado contrario y lo que vio fue a una persona que también se había quedado estática a medio camino, una mujer de largo cabello negro con mecha rojas al final, atado en una coleta alta, de tacones altos, vestido elegante y que le daba la espalda.

No, no, no, no, no, no puede ser ella ¡NO! …—pensó con el corazón latiéndole rápidamente.

Pero cuando aquella mujer finalmente se giró, lo confirmó, sí era ella.

—¡¿Raizel?! —pronunció casi espantado.

—¡¿Hiccup?! —exclamó también ella, en su rostro se podía reflejar asombro e incredulidad.

¿Qué hacía ahí? Fue lo primero que pensó el hechicero aún sin poder creerlo, mientras que ella…

—Hiccup… —reaccionó con lagrimitas en los ojos. —¡Dioses! No puedo creerlo, ¡Sí eres tú!

Gritó emocionada, lanzándose hacia él para envolverlo en un "tierno" abrazo.

Continuará.

¿Qué creen que vaya a pasar? Jijiji

Nota: Hiccup para este momento ya tiene su barba como al final de HTTYD3

Muchas gracias por leer.

Agradecimientos en FF a BlackWolf19 y Daglass por seguir la historia. A los lectores de Wattpad y a todos aquellos que me siguen en mis redes sociales.

02 de mayo 2021.