Los dragones de escarcha llegaron a tiempo exacto, se veían cansados pero a la vez intentaban mantenerse rectos y orgullosos, con un ligero nerviosismo que brillaba en sus afilados ojos.
Apenas pudieron ver al poderoso y temible no-muerto que mató a su padre y un hermano mayor de un solo golpe les heló la sangre a pesar de ser inmunes al frío. Este ser que regía como Emperador estaba acompañado de otros dos más, si lo que decía la vampira Shalltear era cierto, esos eran los amigos del Overlord y también Reyes.
Los hermanos dragones que habían sido elegidos eran los mayores de su familia, la velocidad y fortaleza que tenían superaba al de sus otros hermanos contemporáneos o jóvenes. Bajaron su postura hasta quedar casi recostados en el suelo, el máximo respeto de los dragones que fue entregado sin dudar al Supremo Overlord que los miraba sin rasgos de emociones.
—Pueden levantarse —Dijo la muerte y ellos obedecieron en silencio. Llegaron a su altura normal pero bajaron la cabeza para no parecer demostrar superioridad, el miedo de cometer algún error palpaban en sus robustos huesos.
—¿Shalltear les proporcionó la información necesaria de las Naciones? —Preguntó uno de los Reyes; Ainz se alejó unos pasos y pronto comenzó a ser rodeado por varios círculos de magia, los dragones pudieron haberse quedado mirando pero sus cerebros reaccionaron.
—Es como dice Su Majestad Nearata-sama. —El mayor de los hermanos contestó, los otros solo asintieron en silencio de manera lenta. Ninguno de los tres se atrevieron a mirar los ojos de sus señores— Shalltear-sama también nos indicó la estrategia que debemos seguir en caso de ser atacados por fuerzas desconocidas o poderosas.
—¿Oh? —Exclamó el otro Rey, Nuuboo. De verdad parecía interesado— ¿Qué exactamente dijo?
—De una manera resumida: si vamos los tres, dos de nosotros nos quedamos a pelear mientras que el otro regresa para informar la situación. Si vamos individual nosotros nos colocarenos como escudo. De tal manera tenemos más posibilidad de completar las misiones y ser útiles para ustedes nuestros señores.
—Hm, sí. Tienes razón. —Cooncordó mientras asentía con una mano colocada en su mentón— Sí alguna vez llegan a emplear esas estrategias tienen que poner todo de ustedes incluso su vida, si lo hacen con tal devoción les aseguro que recibirán la resurrección siempre para poder seguir volviéndose fuertes.
—Le agradecemos profundamente. Nuestra lealtad es solo a ustedes y queremos que sea así por la eternidad si se nos permite. —Y los tres se volvieron a inclinar con los ojos cerrados.
—Les creo, Ainz-san nos mencionó aquella vez que su padre y un hermano le faltaron el respeto no creyendo en sus palabras de subordinación; ustedes... no creo que sean tan tontos como para repetir la situación o volverse nuestros enemigos.
—¡Nunca! —Dijeron los dragones a la vez levantándose casi de golpe, tanta sincronización e incluso poseían el mismo miedo atronador en sus ojos. Era como ver réplicas exactas.
—Lo sabemos, era una pequeña broma. —Intentó calmarlos Nearata sin lograr mucho resultado, decidido entonces se dirigió al Overlord para mirarlo, unos minutos más de silencio y preguntó— ¿Cómo vas Ainz-san?
—Unos segundos... ahora. —Los círculos de magia se expandieron por unos instantes y luego hubo una explosión de luz sin daño. Seis seres alados, luminosos, con cabezas de león y que portaban lanzas majestuosas se hicieron presentes en una formación rectangular— ¿Entienden cuál es su propósito?
—Lo básico, oh creador. —Fue un coro melódico, como aquellos que nosotros alguna vez escuchamos en la iglesia.
Las creaciones o invocaciones al ser llamadas por primera vez tenían un poco de conocimiento respecto a lo que su amo querían hacer con ellos, por lo tanto a veces no era necesario explicarle si la orden era algo simple como acompañar o vigilarar un área.
—Irán en dúos, los dragones de escarcha le llevarán a sus destinos en donde lo único que harán es entregar una carta al Rey o Emperador y esperar la respuesta que es una firma de asistencia, pueden quedarse hasta una hora pero eso es todo. Luego regresan con la carta y lo entregan en mi oficina. Si son atacados busquen la manera de llegar cueste lo que cueste.
—Adicionando, traten con respeto a todos los que vean. Utilicen pocas palabras y respondan las preguntas de la que tienen conocimiento. —Recordando las palabras de Ainz respecto a los habitantes de Nazarick, Nuuboo agregó algo más— Nada de matar o herir si llegan a faltarles el respeto, eso se informa. ¿Entendido?
—Entendido oh creador y señor.
—Tomen, aquí dentro de este morral están las cartas. —Nearata se acercó a los tres primeros y a cada uno le entregó dicho objeto— Al Imperio, al Reino de Re-Estize y al Reino Santo, respectivamente. Suban a las monturas y vayan.
Los dragones de escarcha se agacharon hasta tocar suelo y esperaron a los seres divinos para que se acomoden en dos de los tres asientos que cada uno poseía sujetado a su espalda. Estos querubines recibieron los morrales y despidiéndose de su creador con una reverencia profunda volaron hasta las espaldas de su gigante montura y dijeron en conjunto "Listos".
Pronto alzaron vuelo y desaparecieron a la distancia al cabo de unos minutos, con tal velocidad se aproximó que el primero en llegar sería al Reino de Re-Estize en menos de una hora, el segundo sería el Imperio con dos horas y el tercero, el Reino Santo, en cuatro a cinco horas.
Los Supremos se mantuvieron callados por un tiempo generando dudas en las tres sirvientas que hoy les atendían y en los Asesinos de Ocho Filos. Ainz giró y dio unos pasos, Nearata y Nuuboo lo siguieron como si esa pausa jamás hubiera sucedido. Las ropas de ambos Reyes también cambiaron en proceso, ahora sus vestimentas no eran armaduras sino túnicas simples como el de Ainz.
—Vamos al orfanato. Yuri, Pestonya y Nigredo ya están avisadas de nuestra llegada. —No hizo falta mandar a traer a Nurunuru-kun puesto que ya lo traía en la garganta.
—Seres Supremos —Llamó una sirvienta rubia de pelo corto que cuando obtuvo la atención deseada continuó— ¿Desean que les preparamos un carruaje o quizás quieren caminar y disfrutar las vistas de su Reino? De ser así podemos preparar un séquito que sirvan como guardaespaldas.
—Caminar basta. —Contestó Ainz sin voltear a verlas— No necesitamos más acompañantes, los Asesinos de Ocho Filos son suficientes.
—Pero- —Un recuerdo de una conversación con una compañera sirvienta se hizo presente y desistió en sus propias palabras. Parecía que las otras dos también habían recordado lo mismo y por lo tanto no interrumpieron— Como ordenen.
Los Supremos se miraron entre sí para buscar la respuesta al porqué se corrigió pero ninguno entendió. No iban a preguntarlo de manera directa, después de todo se suponía que ellos eran inteligentes y hasta sabios.
Caminaron hasta salir del área del Palacio, caminaron hasta el parque principal que ya estaba siendo habitado por criaturas y visitado por humanos, caminaron sin tomar en cuenta las diversas reacciones positivas o negativas que recibían, caminaron hasta llegar al orfanato y ver a la Pléyade principal esperando su llegada.
—Ainz-sama, Nearata-sama, Nuuboo-sama sean bienvenidos al orfanato que tanto Pestonya, Nigredo y yo cuidamos. Por favor pasen adelante y siéntanse libres de explorar o pedir cualquier cosa que deseen.
—Gracias por la bienvenida Yuri. —Dijo Ainz mientras Nuuboo y Nearata asentían en silencio e ingresaban— Estaremos a sus cuidados.
Lo primero en ver al ingresar era una recepción simple con algunos muebles para sentarse, un par de repisas estaban pegadas a las paredes y contenían libros delgados. Estaba limpio, como se esperaba.
Sin detenerse a profundizar en los detalles los Supremos ingresaron al pasillo que se encontraba a la izquierda, una cocina muy amplia se observó en la primera entrada. Siguieron caminando y lo siguiente fue el baño; doblaron hacia la derecha, varios metros adelante un área verde les dio la bienvenida.
Si se tomaba en cuenta el área del orfanato, todo era amplio para al menos un cantidad de cuarenta personas sin importar sus tamaños. Al tener habitaciones muy grandes se podían agrupar a los niños y darles camas individuales. Las otras personas (mujeres casi en su totalidad) que trabajan aquí tenían las mismas comodidades.
—¿Dónde están tus compañeras Pestonya y Nigredo? —Preguntó Nearata al no ver a las creaciones de Ankoro y Tabula cerca para recibirlos.
—Pestonya se encuentra terminando de alistar a algunos niños, varios se encontraban entrenado antes de que Ainz-sama avisara de sus llegadas. Nigredo al contrario, está instruyendo a los adultos que todavía guardan un poco de... rencor.
—¿Con instruyendo te refieres a... ? —Intentó dejar la oración para que sea completada por Yuri pero ella no lo entendió, con un suspiro algo divertido dio algunas opciones— ¿asustar? ¿amenazar? ¿advertir? ¿otra palabra que empiece con 'a'?
—En realidad les está hablando con amabilidad y coherencia; Nigredo utiliza un velo oscuro para no asustar a nadie y hasta ahora no le han visto su rostro.
—Oh, es bueno saber eso.
Unos toques a la puerta más cercana les llamó la atención, de ella salió la mencionada con casi una decena de mujeres y un par de hombres jóvenes. En conjunto pusieron rápidamente la mirada en Ainz, casi ignorando a Nuuboo y Nearata que flanqueaban sus lados.
—... Ejem~. —Se aclaró la garganta Nigredo mientras se adelantaba unos pasos y hacia una reverencia a los Supremos— Sean bienvenidos mis señores.
—... Sean bienvenidos. —Contestaron a coro los adultos con una reverencia no tan completa en lo básico, tenían miedo y no querían despegar sus ojos del no-muerto que mató a sus familiares.
En una puerta contraria no tan lejos se escucharon los mismos golpes y luego salió la sirvienta Pestonya seguida de muchos niños y jóvenes limpios con ropa nueva. Cuando se acercaron incitaron casi sincronizados la reverencia y luego con voz entre nerviosa, temerosa y sorprendida exclamaron.
—Buenos días Sus Majestades, sean bienvenidos al orfanato que sirve como nuestro hogar.
—Buenos días niños, me alegra ver que todos son tan valientes por presentarse ante nosotros. —Lo que dijo Ainz era cierto— Por si no los reconocen, estos son mis amigos Nearata y Nuuboo. Estaremos aquí por un corto tiempo para supervisar sus actividades y... bueno, si se da el caso, enseñar un poco de magia y habilidades de combate para los que quieran ser aventureros en unos años o simplemente defenderse.
Con estas palabras el miedo en los niños se redujo considerablemente pero en los adulto se incrementó, ellos sabían del gran poder de Ainz y el hecho de escucharlo decir "enseñar magia" los congeló de miedo al recordar los estados que tenían los soldados aquél fatídico día.
—Yuri, Pestonya, el almuerzo se acerca y deseo que los niños estén alimentados a sus horas para un mejor crecimiento. Nigredo puede acompañarnos y guiarnos en sus ausencias.
—Entendido Ainz-sama. —Aceptó fácil la Pléyade con una sonrisa maternal— Se hará como el Supremo quiera.
Ella comenzó a alejarse seguida de la sirvienta semi-humana. Nigredo con señas indicó a más de la mitad de los adultos para que las acompañen, ellos obedecieron a pasos rápidos. La otra parte se quedó pero entendieron sus próximas funciones y por lo tanto se separaron a cumplir quien sabe que.
—Tengo una pregunta para ustedes y quisiera que la respondan con honestidad. —Ainz miró a los niños directo a los distintos pares de ojos pero ninguno fue capaz de mantener la mirada— ¿Mi rostro da miedo? ¿Quieren que me cubra mientras este aquí?
Nigredo y sus dos amigos lo miraron, la primera en confusión pero los otros curiosos. Los niños se quedaron en silencio y Ainz entendió un "Sí" fuerte que no fue dicho para no molestarlo. Levantó su mano esquelética y la colocó delante de su rostro, luego un sonido parecido a "Fush~" se escuchó acompañado de un brillo celeste.
Ahora el Emperador portaba una capucha un poco ancha junto a un tapa bocas negro que combinaba a la perfección con su vestimenta y cuerpo blanquecino.
—Creo que esto está bien. —Dijo mientras tocaba las nuevas prendas que cubrían su cabeza— ¿Qué opinan niños?
Ellos solo asintieron en respuesta y hasta se relajaron por tal acto de benevolencia. Los más valientes y pequeños se acercaron con pasos cortos. Nadie tenía idea de sus intenciones pero tampoco los detuvieron. Ainz presidiendo un toque desactivó su toque de energía no-muerto.
Al final, cuando por fin estuvieron cerca, le tocaron sus manos grandes y fuertes a pesar de ser solo huesos. Ellos se maravillaron, quizás porque nunca habían visto tan de cerca a Su Majestad, quizás porque nunca pensaron que este no-muerto era tal y como le decían algunas de las señoras que lo cuidaban aquí.
Con cuidado de asustarlos, Ainz se agachó en puntillas y con un movimiento de hombros la tela que cubría sus brazos se deslizó hasta los codos. Los huesos Cúbito y Radio que debían de estar separados pero unidos a los mismo huesos se mostraron más grandes y juntos, casi como si no hubiera un espacio entre ellos.
Las manos inquietas pero respetuosas se atrevieron a examinar todo lo que podían, los niños y adolescentes restantes al ver la inexistencia de peligro quisieron imitar a sus compañeros y por lo tanto se acercaron para tocar al Emperador Hechicero.
Nuuboo y Nearata miraron todo con expresiones suaves, recordaban las veces en las que su querido líder de gremio mencionaba lo genial que hubiera sido tener hermanos menores cuando miraba a Bukubukuchagama y Peroroncino. Ahora, tal vez no era como quería pero unos pequeños lo rodeaban.
Nigredo apretó contra su pecho la muñeca bebé, la fuerza se iba a las manos que estaban hechas puños de la impotencia que tenía por no poder detener o alejar a los pequeños de Ainz-sama, temía que el Supremo se fastidiara y la castigara por falta de enseñanzas pero mientras el tiempo pasaba eso nunca llegó.
—Su Majestad... —Llamó una niña que aproximadamente le calcularon unos trece años.
—¿Sí?
—¿Le duele si alguien toca en este espacio? —Señaló con un dedo la ligera separación de los huesos Cúbito y Radio.
—Para nada. —Ainz se abstuvo de agregar: "Aunque me incomoda un poco las áreas como esa; da una sensación parecida a cuando te tocas el ombligo".
Los niños continuaron con su exploración hasta sentirse satisfechos, la ligera sonrisa que tenían en sus rostros fue suficiente para hacerle saber a los Supremos que ya no estaban incómodos o temerosos de sus presencias.
—¿Qué les parece, niños, si después de comer les enseñamos un par de acrobacias aparte de las lecciones que Ainz-san hará? —Preguntó Nuuboo y recibió varios afirmaciones. Nearata miró a Nigredo y con gesto de mano hizo calmarla.
—Mientras tanto —Ainz se sentó en el césped, para una mejor posición aunque no sentía ni cansancio ni incomodidad— Yuri mencionó que algunos de ustedes querían ser aventureros cuando cumplan la edad necesaria. ¿Podría saber quienes son?
Los cinco levantaron la mano sin hacerle esperar. Ainz sonrió y abrió su inventario ante la vista de los pequeños. De él sacó cinco collares plateados delgados y se los entregó.
—Esos son Ítems mágicos creados por mi amigo Amanomahitotsu, lo que hacen es facilitar el aprendizaje y volverse más fuerte hasta alcanzar tu límite propio. Sin embargo deben de poner su parte para que funcione correctamente. ¿Lo harán?
Con ojos asombrados y muy agradecidos, los jóvenes se colocaron orgullosos sus nuevos collares para luego responder sin miedo alguno al no-muerto que arrodillado frente a todos esperaba la respuesta.
—¡Sí Su Majestad! —No supieron como pero lograron coordinar a la perfección.
Ainz asintió y se levantó, dejó que los jóvenes admiraran su pequeño regalo que en realidad era un experimento y se alejó unos cuantos pasos con sus amigos para observar la escena animada. Nigredo guardando sus opiniones y manteniendo una distancia respetuosa de los Supremos analizó lo que acababa de pasar.
Tras unos minutos de espera Pestonya apareció impecable como siempre. Tras ella aparecieron cuatro mujeres viudas, que miraron a detalle cada niño verificando tal vez su seguridad. Sus miradas por supuesto se detuvieron en los nuevos accesorios de los cinco niños pero viendo sus expresiones felices y al Emperador no-muerto cubriendo su rostro les hizo guardar silencio dudoso.
—La comida está lista. Sus Majestades si desean pueden acompañarnos, hemos preparado comida suficiente para todos.
—Con mucho gusto iré —Dijo Nearata acercándose, su postura relajada y hasta casual divirtió a los pequeños— Comeré de tu parte también Ainz-san, Nuuboo-san.
—¿Disculpa? —Interrumpió Nuuboo confundido pero sin llegar a mostrarse molesto— ¿Por qué vas a comer de mi plato si es solo el GuildMaster que no puede comer en su estado?
—¿No dijiste que harás unas acrobacias? Es de conocimiento común que cualquier movimiento o esfuerzo brusco después de comer puede causar dolores estomacales. Te estoy protegiendo mi amigo.
—¿Es broma, cierto? —Cruzó ambos brazos en su pecho y se apoyó de lado en un pie— Sabes que somos inmunes a esos malestares.
Mientras ellos discutían calmados, los niños se acercaron más a Ainz en busca de protección por si se delataba una pelea. No lo entendían pero sentían en lo profundo de sus corazones que el Overlord los defendería de todas las amenazas.
—No se preocupen, es solo un juego entre ellos que no durará mucho. —Calmó Ainz sin despegar la vista de sus amigos. Sabía que era como un espectáculo pero podría salirse de control y generar nuevo miedo en los más pequeños. Viendo que no se detenían suspiró con la cabeza inclinada seguido de una llamada de atención con voz neutral— Nearata, Nuuboo, paren su pequeña disputa, hay niños aquí.
—Oh, lo sentimos. —Dijo el que comenzó todo, Nearata. Su mirada divertida vaciló cuando miró a su líder sirviendo como escudo de los niños.
—Disculpa GuildMaster, nos dejamos llevar. Vayamos a comer y no perdamos tiempo si eso te parece bien.
Sin demora aceptaron y fueron hasta el comedor que era a la vez la cocina. Todos tomaron asientos y comenzaron a comer no sin antes darles la gracias a Sus Majestades por el alimento y las comodidades que se le permitieron en el orfanato.
Los Supremos aceptaron sus palabras y se unieron al festín. Ainz miró a todos atentamente; quería comer, probar las deliciosas comidas caseras preparadas con cariño; el ambiente vivido fue reconfortante puesto que le recordó sus días junto a su madre.
Finalizando el almuerzo, Ainz cumplió su palabra junto a Nuuboo. Para sus ejemplos de magia utilizó los niveles bajos, los hechizos de ataque fueron lanzados al aire: [Bola de fuego] [Fecha de energía], [Volar] y los mencionados buff [Aumento de resistencia] [Aumento de dureza] [Cuerpo de Berilio Refulgente] asombraron a los niños. Nuuboo mostró su agilidad y destreza moviéndose por cualquier lugar sin caer o golpearse.
En total pasaron cerca de cuatro horas en el orfanato, para los tres Supremos fue relajante convivir con pequeños que prometieron volver cada que podían para enseñarles más cosas. Las tres habitantes de Nazarick agradecieron profundamente a sus señores y los adultos no tuvieron tanto resentimiento con Ainz como al principio.
Ya de vuelta en el Palacio y estando solos en la habitación de Ainz, Nearata sacó una canasta envuelta con tela plateada fina. La colocó en la cama del dueño y se sentaron a su alrededor.
—¿Qué es? —Preguntó Ainz curioso.
—Para ti. —Contestó Nuuboo— Notamos que querías probar un poco de la comida, entonces pedimos a Yuri que alistara algo para llevar.
—Puedes comer ahora Momonga-san, nosotros iremos avanzando en los pocos papeleos que quedan. —Finalizó Nearata y ambos salieron de la habitación dejando solo a Ainz que pudo agradecer antes de que se vayan.
Dentro habían dulces y algunos platos hondo con tapas llenos de comida. Cambiando a su cuerpo humano y confiando en sus amigos, Ainz se recostó de lado sobre su cama para dar rienda suelta a su apetito.
