Episodio 101: Bloody Mary
Las miradas se centraron en la recién llegada. Luis y François nunca habían sentido una presencia semejante y Simon, quizá, sólo las de Orlox y su compañero, Claire por su parte experimentaba una presión similar a la ejercida por Drake, y entendía fácilmente que algo así pudiera domar a la forjadora de demonios a la que estaba haciendo frente.
- ¿¡Dónde están las almas, Sapphire!? - Repitió la recién llegada, haciendo comprender a todos los presentes que era quien estaba detrás no sólo de Sapphire, si no también de De Rais y, probablemente, de Barthory.
La aludida no respondió, y la propia vampiresa pareció quedarse absorta en algo. El español, que no le había quitado el ojo de encima, comprendió: Estaba sintiendo, mediante su propia sensibilidad espiritual aquel ser estaba comprobando el estado de la batalla.
- Ya veo... - Sus ojos, lo único visible tras aquella máscara pétrea, se clavaron en los brazos del Fernández, donde descansaba el pequeño René - Así que... este es el séptimo niño. Las cosas no han ido como habíamos planeado.
Realizó un movimiento lo bastante rápido como para escapar a los ojos de todos y, cuando se hubieron dado cuenta, pequeñas chispas eléctricas saltaron entre ella y Luis.
- Es una lástima que no seas tan rápida como mis ojos - el cazador cerró su abrazo sobre el niño, y su mirada adoptó una dureza que no había sido vista en él desde su enfrentamiento con Kasa - ¡Si quieres al crío tendrás que hacer algo más que darme un manotazo!
La enmascarada se detuvo unos momentos, dubitativa, hasta que finalmente miró directamente a su subalterna.
- Sapphire, voy a tener las manos ocupadas por aquí; hazte cargo de todo lo demás, querida.
- ¡Con placer, mi señora!
Retomando el combate, la forjadora se abalanzó contra Claire, que se preparó para contraatacar mientras François se disponía a unirse al combate a su vez, entre tanto la recién llegada descendía lentamente, emitiendo un aura amenazante contra Simon y Luis.
- ¿Empezamos, Fernández?
No tuvo tiempo de reaccionar. Antes de poder realizar cualquier movimiento, Luis se vio atrapado por una avalancha de relámpagos que lo atacaban desde puntos aleatorios a su alrededor, mientras pensaba en algo puso todo su empeño en proteger al pequeño y vio, no sin cierta sorpresa, a Simon abalanzándose sobre la enmascarada.
- ¡No, idiota! - exclamo alarmado - ¡No sabemos nada de ella! ¡No te lances a lo loco!
El Belmont no escuchó, en parte porque el estruendo del continuo ataque sobre el español ahogaba sus palabras pero, también, porque en un momento así no podía pararse a observarla, simplemente no había tiempo para ello.
Naturalmente, ella no se mantuvo ajena a la acometida del muchacho, a quien encaró sin detener su ataque sobre Luis, describiendo un arco en el aire con su brazo derecho al tiempo que, a su alrededor, se materializaban unas extrañas flechas escarlata salidas de ninguna parte.
- Uh... - Tan fugazmente como se había iniciado el ataque sobre el español, las picas volaron hacia él, pero un resplandor en el momento del impacto evidenció que no iba a ser tan sencillo, revelando la luz al disiparse a un Simon fuertemente protegido por su Cross Barrier, habiendo sido herido sólo por una de las saetas, que tras atravesar la defensa había alcanzado el antebrazo derecho del muchacho, atravesándolo - ¡GAH! ¡Mierda!
Aunque la máscara ocultaba su rostro, la sentían sonreír.
Con un bramido, Luis se deshizo del conjuro que lo aprisionaba y convocó una barrera eléctrica a su alrededor, mientras veía a su cuñado arrancar la flecha de la extremidad herida.
- Te lo dije - Masculló - ¡Ese es tu brazo dominante, capullo! - le gritó desde su posición.
- ¡No lo he hecho a posta ¿¡Sabes!? - Respondió el aludido, ignorando completamente a su enemiga.
La enmascarada quedó atónita mientras los dos jóvenes se enzarzaban en una discusión a voces; iba a intervenir, indignada, cuando un estruendo los interrumpió, callándolos. Para horror de Luis y Simon y deleite de su enemiga, Sapphire parecía haber hecho añicos una pared de hielo particularmente gruesa levantada por Claire, que esquivaba in extremis los lanzazos de la forjadora mientras François, aturdido, se incorporaba tras haber sido derribado por una onda expansiva.
Superada, la muchacha desenvainó su No Name y comenzó a combatir la pica usando el acero, sabía que su arma estaba en desventaja con la lanza de Sapphire, pero al menos debía intentar desviarla para abrir su defensa.
- ¿¡Qué ha pasado con el ímpetu que tenías antes!? ¿¡EH!?
No respondió, con los dientes apretados la Simons continuaba a la defensiva mientras, de vez en cuando, lanzaba algún espadazo intentando quitar la lanza de en medio.
Y aparte estaba la recién llegada, esa... vampiresa.
Le daba escalofríos, su presencia era amenazante, la aplastaba, y estaba empezando a impacientarse por derrotar a Sapphire, lo que se reflejaba en la hoja de la No Name, que empezaba a emitir pequeñas llamaradas.
De repente sintió al Lecarde saltar sobre su cabeza, interponiéndose entre ambas contendientes y atacando a pecho descubierto a su madre, que a semejante distancia no podía usar su lanza; progenitora y vástago se agarraron del cuello con furia, y Claire aprovechó la distracción para desviar la vista a donde se hallaban Simon, Luis y la enmascarada, de nuevo enzarzados en combate.
No tuvo mucho tiempo antes de ver al Lecarde salir volando, seguido de Sapphire, dispuesta a ensartarlo en su lanza. El francés apenas pudo retroceder con una voltereta, recoger su arma y contraatacar, dando lugar a un violento choque entre ambos aceros.
La muchacha no se quedó quieta ante esto, y mientras François perdía el forcejeo ella se abalanzaba contra su adversaria y la empujaba de una patada, procediendo inmediatamente después a rodear su espada con energía helada y realizar un corte horizontal que, pese a ser bloqueado, congeló momentáneamente las manos de la forjadora, pero ésta se liberó del hielo como si fuera poco más que escarcha y, balanceando su arma en un ángulo muy abierto, los atacó a ambos a la vez, recibiendo Claire, que tardó demasiado en echarse atrás, una herida en pleno abdomen.
En la Catedral del Dolor el combate se había igualado. Erik, tras descubrir que la combinación de sus energías podía traspasar las defensas de De Rais, había pasado a la ofensiva total obligando al Lord a tratar de contenerlo con todas fuerzas, pero el combate se había interrumpido abruptamente hacía unos minutos, y el Belmont miraba hacia el techo de la estancia con el Ojo de la Verdad abierto de par en par. Lo que podía sentir, aquella presencia que llegaba desde la superficie, lo había parado en seco.
¿Era posible que una presencia fuera tan grande, tan aplastante, que alcanzara el punto más bajo de la Catedral del Dolor? ¿Quién demonios acababa de llegar?
- Si puedes sentirlo ¿Para qué usas ese ojo? - Preguntó De Rais con una ligera sonrisa en su grotesca boca.
- ¿Quién demonios ha venido? - Erik trataba de mantener la compostura, pero estaba lívido, a través de todos aquellos metros era tan aplastante como la de Drake, pero sabía perfectamente que no era él, por eso había abierto el ojo de la verdad precisamente, estaba tratando de percibirlo.
- Ahora que ella está aquí, cualquier esperanza de victoria que tuvierais se ha ido al garete - El vampiro miraba ahora al techo también - Definitivamente debiste haber acabado antes conmigo, Belmont - volvió a mirar al cazador, y su sonrisa creció adquiriendo un terrible cariz de malignidad - Ahora no saldrá nadie de aquí, y menos si ha traído a su sierva.
Erik bajó la vista también, mirando a la criatura.
- Valientes palabras para un vampiro que ni en su verdadera forma ha podido conmigo – espetó - ¿Quién está ahí arriba y por qué tienes tantas esperanzas en él, ella o lo que sea?
- Lo único que necesitas saber - respondió con suficiencia - es que mandar a tus compañeros arriba ha sido un error ¡Porque morirán allí! - Con esta última exclamación, Guilles lanzó una de sus manos fantasmales contra Erik, que la rechazó de un certero puñetazo.
- Ellos no me preocupan - Contestó el Belmont mientras recogía el puño - pero sí quien quiera que sea que ha venido, y ya que dices que es tan peligrosa, pues... - Sonrió - Tendré que subir a ayudar ¿No te parece?
- ¡Pareces muy seguro! - La sonrisa del Lord no decaía ni un ápice.
- Ahí arriba he mandado alguien a quien no he podido derrotar ni luchando con todo mi ser, a otra tan poderosa como yo, y al niñato que estuvo a punto de borrarte de la faz de la tierra - La sonrisa en sus labios creció, mientras su cuerpo se rodeaba de una brillante capa de energía escarlata - ¡Tendría que ser imbécil para no fiarme de ellos! - Adelantó la pierna derecha y se inclinó sobre ella hasta apoyar las manos en suelo, como un atleta a punto de echar a correr - ¡Ahora sólo me queda acabar contigo y unirme a la fiesta ahí arriba!
- ¡JA! - De Rais atacó con sus 4 brazos fantasmales tratando de detener al Belmont, pero éste, con un tremendo bramido, los rechazó.
Con estupor, el vampiro contempló cómo el aura de Erik crecía exponencialmente, rápidamente la capa de energía rojiza tornó a anaranjada, y de ahí a un violeta intenso. Su brillo era tan poderoso que iluminaba toda la sala.
- ¡Vamos a ver qué te parece esto! ¡WHITE DRAGON FLIGHT!
Era la misma técnica con la que descubrió su debilidad, pero en esta ocasión había refinado la combinación de energías. Con desespero, De Rais trató de detenerlo con sus cuatro apéndices, pero fue inútil, sufriendo de nuevo la embestida y quedando empotrado en la pared una vez más.
El Belmont, que se detuvo justo en el punto en que impactó con Guilles, tuvo que luchar por impedir que sus rodillas cedieran, aquel combate estaba siendo innecesariamente largo y su cuerpo empezaba a agarrotarse por el cansancio y el dolor. Además, estaba preocupado por su hermano, Luis y Claire.
Arriba, Simon se batía contra la vampiresa luchando porque esta no se acercara a Luis y René, su brazo derecho temblaba por la herida y le costaba sujetar el látigo, ya que este resbalaba a causa de la sangre que caía hasta su mano, pero no se iba a rendir.
Su adversaria parecía tomárselo con calma, de hecho, los latigazos parecían no llegar nunca a rozarla siquiera, y sólo respondía de vez en cuando por pequeñas andanadas de flechas carmesí. Luis observaba la escaramuza mientras crecía su desesperación ¡Estaba jugando con él, maldita sea!
- Sois como ratoncitos... - Dijo la enmascarada repentinamente con condescendencia - Os movéis a toda velocidad de acá para allá, intentando evitar el daño, seguir con vida... Si no tenéis más remedio - viró la cabeza a donde Claire y François todavía luchaban contra Sapphire - mordéis, pero vuestros dientes son tan diminutos que sólo causan un leve escozor… Lo bueno de los que mordéis es que ¡Es divertido aplastaros!
Apuntó a Simon con su mano derecha haciéndole sentir como si su cuerpo pesara una tonelada. Aún resentido por el uso prolongado del fuego de la purificación, acabó clavando la rodilla en el suelo sin poder evitarlo.
- ¡SIMON! - Luis corrió hacia él, con la esfera eléctrica aun protegiéndole. La vampiresa le apuntó con la otra mano, pero el Fernández respondió con el mismo gesto sin dejar de moverse hasta alcanzar a su cuñado - ¡Aguanta! ¡Ahora lo deshago!
- No... No seas idiota y protege al... niño - El Belmont respondía entre dientes, tenía la impresión de que si abría la boca sería incapaz de volver a cerrar la mandíbula.
- ¡El idiota eres tú! - Replicó el español mientras le ponía la mano en el hombro.
- ¡O más bien tú, Fernández! - Exclamó triunfante la mascarada mientras crispaba su mano, sólo para pasar de la exhultación al estupor al ver que Luis no sufría el más mínimo efecto - ¿¡QUÉ!?
Luis esperó unos segundos para responder, concentrado como estaba en Simon, con los ojos cerrados. A los pocos segundos los abrió y miró directamente a su enemiga, mientras el joven recuperaba la movilidad.
- Seas quien seas, tú eres la idiota - Le espetó finalmente - De Rais al menos hizo una cosa bien: Nos investigó a todos y sabía cómo atacarnos, o al menos cómo defenderse de nosotros. Tú pareces no tener ni puta idea de quién soy o por qué puedo protegerme de tu magia - Esta vez, fue él quien la apuntó a ella con su mano, enguantada con la Agnea - ¡MEGA DISCHARGE!
La enmascarada no tuvo que hacer gran cosa para protegerse, de repente una masa escarlata muy similar al material que conformaba la flecha que hirió el brazo de Simon apareció frente a ella, creando un escudo con la misma forma de su máscara que absorbió el ataque para disiparse justo después.
Luis retiró el brazo chasqueando la lengua, mientras Simon cambiaba su látigo de mano y le daba una palmada en el hombro con su mano libre.
- Hasta que no podamos dejar a René al cuidado de alguien es mejor que no te metas - sentenció - Parece que esa tipa es pura magia, y no creo que la tuya le vaya a hacer nada.
- Sabes lo que eso significa ¿Verdad? - El tono del Fernández reflejaba preocupación, no sólo era consciente del estado físico de su compañero, también sabía que nunca se había enfrentado a un adversario cuya defensa y ataque consistieran únicamente de magia - Tienes que acercarte a ella para alcanzarle ¿Podrás?
Simon restalló su látigo.
- Ya te lo he dicho antes - Sonrió - Tú protege al niño.
- ¿Piensas atacar con tu mano izquierda?
Sin responder a esta pregunta, el Belmont empezó a caminar mientras movía el arma despreocupadamente, Luis abrió la boca para reñirle, pero inmediatamente se dio cuenta de una cosa: No movía el látigo porque sí, estaba trazando el símbolo del infinito con él.
¿Por qué? Nunca le había visto practicar algo parecido.
Simon continuaba avanzando lentamente, mientras la enmascarada lo observaba sin moverse, de fondo podía oírse el continuo combate entre François, Claire y Sapphire. El látigo ganaba velocidad a cada recorrido completo y, por algún motivo, el sonido del roce contra el suelo y del cuero cortando el aire parecían haber creado un pequeño espacio que los aislaba del mundo exterior.
Entonces, la vampiresa se movió, proyectando una nueva andanada de saetas contra el Belmont, que reaccionó de inmediato dando un latigazo horizontal desde la izquierda para rechazarlas todas, después, continuó con el movimiento, ya acelerado, realizado solamente con la muñeca.
Aquello hizo comprender a Luis, que desde su espalda podía ver los ligeros movimientos de hombro a los que se habían reducido los amplios arcos originales con el brazo completo: Dado que no podía usar correctamente su brazo derecho, estaba aplicando al látigo el mismo principio que se usaba con un nunchako, haciéndolo ganar velocidad para atacar con fuerza desde el principio.
- Me empiezo a aburrir, Belmont - Dijo la enmascarada con un suspiro mientras lanzaba otro enjambre de proyectiles que el aludido rechazó sin hacer un sólo movimiento de más.
- Tranquila - Respondió él - Lo vas a pasar tan bien que no vivirás una noche igual, de hecho - Echó a correr, con moviendo su arma a tal velocidad que parecía invisible - ¡No vivirás otra noche!
Saltó para alcanzar a la vampiresa, que se vio obligada a moverse en el aire para evitar un latigazo diagonal imbuido de su brillante aura blanca, ésta respondió tratando de conjurar sobre él el mismo hechizo de gravedad que lo pegó al suelo momentos antes, pero se disipó antes siquiera de tocar su piel.
- Pero... ¿¡Qué!? - Exclamó la enmascarada, sorprendida.
En principio miró a Luis pensando que sería el responsable, pero éste permanecía inmóvil, con la mirada clavada en ellos y los dedos de su mano libre moviéndose ansiosos, deseando empuñar la Yasutsuna. Cuando volvió a poner sus ojos sobre Simon, que caía tras haber fallado el golpe, encontró que la energía que rodeó su látigo ahora envolvía su cuerpo como una armadura luminosa, no era su aura, parecía algo... distinto.
Volvió a lanzar una andanada de flechas carmesí, al mismo tiempo que el Belmont pisaba el suelo y lanzaba latigazos hacia su espalda, donde se encontraba ella, uno y otro y otro y otro y otro y otro... La fuerza y la velocidad eran tales y los ángulos tan imposibles que su hombro parecía estar a punto de dislocarse en cualquier momento. Una flecha estuvo a punto de alcanzarlo, pero se disipó en el aire al entrar en contacto con su luz.
- Interesante... – Cuando, llegados a ese punto del combate, la totalidad de sus adversarios habían empezado a desesperarse, la vampiresa se limitaba a observar con atención al muchacho. Parecía estar probándole - Empiezo a entender por qué De Rais no ha podido derrotaros. Nos habló de un niñato irritante con un poder comparable al de los antiguos Belmont. Eras tú ¿Verdad?
Simon detuvo el continuo agitar de su látigo al escuchar esta última pregunta, relajó su pose y volteó para encararla.
- No sé cómo serían mis antepasados - Respondió - Pero Guilles Como-se-llame me dijo que era una molestia, así que yo debo ser ese niñato irritante.
- Eso significa que tengo que acabar contigo aquí y ahora - Por fin, la enmascarada exteriorizó su aura, era de un intenso color carmesí oscuro, y de aspecto tan sólido que parecía sangre - Espero que no te importe, no es nada personal - Alzó ambos brazos en cruz mientras a su alrededor aparecían pequeños vórtices. Simon no retiraba la mirada, desafiante.
- Weeping... ¡Guillotine!
No gritó, pero la palabra Guillotine sonó como un rugido mientras de los vórtices emergían gruesas cadenas de color sanguinolento que Simon empezó a rechazar a latigazos, parecía ser capaz de manejarlo bien, pero otro vórtice se materializó a la espalda del Belmont, lanzando contra él una cadena rematada en una garra que se sujetó con fuerza a su cuello, desequilibrándolo. Al mismo tiempo, el brillo blanquecino que lo guarecía se desvaneció.
No podía mantenerlo más, aunque lo intentara.
La carrera por el escape de la Catedral del Dolor había minado sus energías.
Nuevos vórtices se abrieron, y cada vez más y más cadenas lo agarraban y sujetaban, uno mucho mayor apareció sobre la cabeza de la vampiresa.
- Llora, Belmont - Lanzó ella al aire, triunfante - ¡LLORA POR TU MUERTE!
Claire, que en aquel momento forcejeaba contra Sapphire, se la quitó de encima e intentó echar a correr, siendo detenida por la forjadora casi inmediatamente.
- ¡Simon! ¡NO!
- ¡No tienes tiempo para mirar a otro lado, perra! - Le espetó Sapphire mientras la rechazaba, golpeándola con el asta de su lanza - ¡Estás luchando conmigo!
Una nueva cadena, cuyo grosor triplicaba al de los demás, salió disparada del nuevo vórtice, en su extremo lucía una gigantesca hoja de guillotina de filo ensangrentado. Simon, que luchaba por liberarse, convocó una Cruz Defensiva de inmediato, a sabiendas de que era lo único que podía hacer.
Pero la hoja no llegó, sí que destrozó la defensa levantada por el muchacho, pero después de hacerlo se escuchó un chasquido y un largo chirrido, y dos enormes masas de metal cayeron al suelo junto a la cadena, todo ello envuelto en una intensa luz; seguidamente, todas las ataduras que sujetaban al Belmont eran destrozadas, y los vórtices se cerraban retrayendo las cadenas en el proceso.
Al disiparse el resplandor, Luis apareció frente a Simon, con René en brazos y la Yasutsuna desenfundada, sujeta en un brazo cargado de electricidad.
- Te dije - Se dirigió a su cuñado mientras clavaba la punta de la hoja en el suelo - por activa y por pasiva que no podrías hacerlo tú sólo.
- ¿Te unes a la fiesta, Luis Fernández? - Preguntó ella, que parecía sonreír - ¿Me traes la séptima alma en bandeja?
- Lo que voy a poner en bandeja, seas quien coño seas - Desclavó la hoja y apuntó con ella a la vampiresa - Es tu cabeza.
- Hm... - En un momento, la vampiresa se disolvió en un jirón de niebla - Me pregunto quién arrancará primero qué a quién - Antes de que Simon y Luis se dieran cuenta, dicha niebla los envolvía, repentinamente se volvió a materializar atacando al español desde el lado en que sujetaba a René.
Sin embargo, no salió como esperaba, la mano de la enmascarada topó con una sólida e invisible barrera que protegía al niño, y el Fernández aprovechó para reorientar la punta de su Yasutsuna, quedando a pocos milímetros de la máscara.
- Eres más rápida que Barthory - Concedió - Pero muy imprudente ¿En serio crees...? - Nuevamente, la hoja de la katana se cargó de electricidad - ¿¡...QUE LO IBA A DEJAR DESPROTEGIDO!?
Con un rápido movimiento, como manejando un taco de billar, Luis golpeó con la punta de la Yasutsuna directamente a la máscara de su adversaria, que salió volando un par de metros por la fuerza del impacto. Al estabilizarse, llevó la mano a su rostro, alarmada, comprobando cada centímetro del mismo en busca de daños. Al terminar, miró intensamente a Luis mientras su aura escarlata comenzaba a encenderse.
- Has tocado mi máscara, Fernández...
- No - Replicó éste con suficiencia - Ha sido mi espada, no yo.
- ¡HAS TOCADO MI MÁSCARA, FERNÁNDEZ! - El aura de la vampiresa pasó de emerger a arder como una poderosa tea. Simon, a la espalda de su cuñado, se puso inmediatamente en guardia al sentirlo, pero Luis no parecía darle importancia.
Como ocurrió con la Weeping Guillotine, una decena de pequeños vórtices se abrieron alrededor de la enmascarada, pero no parecía ser la técnica que sojuzgó al Belmont, en lugar de alzar los brazos en cruz como hizo con anterioridad, esta vez proyectó ambos hacia delante furiosamente.
- ¡CRIMSOM SWARM!
Al grito, los vórtices escupieron lo que parecía un verdadero torrencial de flechas escarlata, al darse cuenta de esto Luis sólo chasqueó la lengua mientras lanzaba la Yasutsuna con fuerza al aire, convocando en una mano al bajarla una daga, una de las cinco armas de apoyo que mostró a Simon días atrás.
- ¡THOUSAND EDGE!
Con una velocidad inconcebible, Luis comenzó a lanzar con una sola mano un torrente de dagas, contrarrestando con ello las saetas convocadas por la vampiresa. Se trataba de otro de los Weapon Crashes de su repertorio.
Al terminar el ataque por ambas partes, el español recogió su espada mientras su enemiga se abalanzaba hacia ellos con ferocidad, Luis estuvo a punto de hacer lo propio, pero Simon se le adelantó, alcanzándola enseguida y pretendiendo darle un puñetazo en el rostro, que ella evitó con facilidad, agarrándolo seguidamente del cuello y pretendiendo estamparlo contra el suelo, a lo que el cazador respondió golpeándola en el estómago y, seguidamente, atacándola con su Holy Punch. Al separarse, Simon comprobó no sin cierta sorpresa que su ataque no había tenido ningún efecto.
- Sois tenaces, no puedo negarlo - Articuló la vampiresa, con un deje de cansancio en la voz – así que os voy a conceder el honor de dirigiros a mí - Se irguió, adquiriendo una pose altiva y digna - Podéis llamarme... "Millarca"
Milarca, como ella lo había pronunciado. Simon y Luis quedaron momentáneamente atónitos ante algo tan aleatorio, pero en fin, al menos tenían un nombre, aunque el español nunca había oído nada parecido a eso.
- No es tu verdadero nombre ¿Verdad? – Preguntó, suspicaz
- ¡Oh! Eso es algo que dejo a vuestra elección.
Más allá, el combate entre Sapphire, Claire y François se desarrollaba con ferocidad. El Lecarde, en quien Sapphire se había centrado en los últimos compases, yacía ahora en el suelo con su hombro izquierdo perforado y sangrando profusamente, segundos después de sufrir esta herida Claire había contraatacado con fiereza y ahora ambas forcejeaban, llameando la No Name con intensidad, y saltando chispas por el roce entre la espada y la lanza.
- ¡Lecarde! ¿¡Estás bien!?
Era difícil contener a Sapphire, no sólo la fuerza de la forjadora era claramente superior a la suya si no que, además, contrarrestar una espada desde esa posición era terriblemente sencillo, y la muchacha sabía que al más mínimo movimiento podía acabar ensartada.
Al oír la llamada, el francés se incorporó con dificultad, sujetando la lanza con el brazo herido mientras que con su otra mano trataba de obstruir hemorragia. Debía volver al combate a apoyar a Claire cuanto antes, pero no tardó en darse cuenta de que había perdido movilidad en el brazo herido. No obstante, aún podía manejar la lanza Alucard con una sola mano.
Mientras se disponía a lanzarse de nuevo al combate, Sapphire rechazaba a la joven, que casi pierde su espada al tratar de rechazar el ataque que sobrevino tras ceder en el forcejeo, al ver a su madre continuar su asalto Fran cambió su asta de mano y se lanzó a asistir a Claire, pero tras desviar una estocada y protegerse torpemente de un lanzazo en horizontal sufriendo un penetrante dolor en el proceso, no pudo evitar que Sapphire lo golpeara con el mango en el estómago y se vio forzado a retroceder unos pasos y apoyarse patéticamente en su arma.
Era fuerte, demasiado fuerte y hábil. La sensación de que en su anterior encuentro se había limitado a jugar con él se negaba a abandonarle.
¿Para esto daba toda su rabia? ¿De verdad era tan débil? Se sentía humillado.
En el siguiente envite, Claire se volvió a colocar frente a él, inmovilizó la lanza de la forjadora con una mano y, sin dejar de sujetarla, le propinó un fuerte cabezazo, acto seguido ocurrió algo extraño: El espacio pareció distorsionarse, Claire desapareció por un instante y, al volver a aparecer, sujetaba su espada con ambas manos, y en el costado izquierdo de Sapphire se había abierto un relativamente pequeño corte, muy cercano al pecho, con la tela desgarrada. La muchacha había aparecido unos pasos más atrás de donde se encontraba originalmente, y jadeaba con fuerza.
- No lo controlo... - Articuló entre jadeos - Aún no puedo... atacar... así...
Parecía agotada, algo había ocurrido en aquel instante, madre e hijo estaban desconcertados, y la mujer tardó en darse cuenta de la nueva herida cercana a su corazón. Cuando la palpó, sonrió enigmáticamente.
- Buen intento, perra - Dijo en un victorioso tono burlón - Pero has fallado ¡Y ahora mírate! - Apuntó con su lanza a la agotada muchacha - A mi pequeño no he querido matarlo, pero a ti... ¡Voy a disfrutar atravesándote!
Claire se aferró a su No Name mientras trataba de recuperar el aliento y obligar su a cuerpo a moverse. Si no hacía nada estaba jodida. Muy, muy jodida.
Millarca había detenido su batalla con Luis y Simon y ahora contemplaba a su subordinada, parecía deleitarse con el estado del combate. Luis y Simon, por su parte, estaban preparados para echar a correr en cualquier momento en ayuda de su compañera.
- Parece que la noche terminará a nuestro favor - Comentó tranquilamente, levitando con los brazos cruzados - Belmont, Fernández... Ella caerá, y vosotros seréis los siguientes.
El español cargó sus piernas de electricidad, al más mínimo movimiento de Sapphire saldría a toda velocidad.
- No te alteres, Fernández - Prosiguió - Claire Simons no morirá, no permitiré que ocurra.
- Ah ¿No? - Respondió el aludido con incredulidad - ¿¡Y por qué si puede saberse!?
Millarca dejó escapar una risita elegante.
- Es valiosa... para nosotros. Has visto lo que ha hecho antes ¿Verdad? Cronomancia... ¿Crees que un cuerpecito tan menudo y una mente tan joven pueden aislarse de la corriente temporal y salir indemnes?
- Es una cazadora - Replicó el español - Los cazadores podemos soportar el uso de magias que los humanos sólo sueñan con rozar.
- ¡Luis! ¿¡Te parece este el momento de discutir sobre magia!? - Le recriminó Simon.
- Aun así, Fernández - Contestó la vampiresa, ignorándolo - Ella tiene "algo más"... Y ese "algo" la hace valiosísima para nuestra causa.
- ¿Sí? - La carga en las piernas de Luis se dobló, el suelo bajo sus pies empezó a agrietarse ante la intensidad de la energía - ¡Pues con más razón!
Sin esperar un segundo más, se lanzó a correr hacia donde se hallaban Sapphire, Claire y François, pero se tuvo que detener en seco cuando, repentinamente, Millarca apareció de nuevo ante él.
- ¡Me quedo esto, Fernández! - Exclamó triunfante mientras, aprovechando el tiempo de reacción de Luis debido a la sorpresa, la enmascarada cogía el brazo del pequeño René.
- ¡MUERE, PEQUEÑA ZORRA! - Sapphire estocó con su lanza al corazón de Claire, que seguía incapaz de moverse. Había detenido el tiempo demasiadas veces en una sola noche, sus músculos y su cerebro se habían sobrecargado.
- CREÍSTE QUE ME TENÍAS ¿¡EH!? - De Rais reía como un loco mientras contenía contra el techo de la bóveda a un Erik que, por tercera vez, había tratado de usar el vuelo del dragón blanco contra él. La potencia del ataque había sido tal que, para detenerlo, el conde había tenido que invertir todas sus fuerzas, y un total de 14 brazos espirituales aplastaban al Belmont contra el firme - ESTE ES TU FIN, MICROBIO ¡TE REDUCIRÉ A PULPA SANGUINOLENTA!
Apenas había arrancado Millarca al niño de los brazos de Luis cuando este, de repente, se desvaneció, al mismo tiempo una presencia comparable en intensidad a la de la enmascarada rodeaba el lugar donde se encontraban los tres y una voz, demasiado familiar para Luis y Simon, habló como si se hubiera apoderado del lugar.
- Lo siento, pero... no pienso permitir que toques a mi bisnieto con tus sucias zarpas.
Millarca volteó a toda prisa. A su espalda, un aura gigantesca se comprimía hasta condensarse en una sola presencia, una figura femenina, vestida de lo que parecía un suéter y una falda, que levitaba; poco a poco la luminosidad desapareció y mostró a quién la emitía, aunque a la vampiresa no pareció importarle lo más mínimo y embistió sin dudarlo, sólo para ser recibida por una gigantesca estalagmita helada.
- ¿¡Quién demonios eres tú!? - Preguntó la vampiresa, furiosa, al ver el triunfo escaparse de sus manos.
La estalagmita se resquebrajó y rompió en mil esquirlas, revelando a una anciana que, tranquilamente se posaba en el suelo.
- Mi nombre, querida, es Loretta Lecarde.
Más allá un resplandor hacía rebotar el ataque de Sapphire, Claire respiró aliviada mientras François lo miraba con estupor, reconocía aquella técnica, Blazing bang, y sólo sabía de una persona que pudiera ejecutarla.
Cuando el brillo se disipó reveló a una mujer alta, de media melena negra que vestía pantalón vaquero, grebas de cuero reforzadas y un cinturón acorazado del que colgaba la vaina de una espada. Vestía una camiseta sobre la que descansaba una coraza con dos hombreras representando cada una la cabeza de un lobo. Sus brazos estaban completamente protegidos por una armadura, y la piel que podía llegar a verse bajo esta estaba cubierta de vendas hasta el cuello.
Su mano derecha sujetaba una espada cuya hoja emitía un tímido fulgor azulado. La Espada Estelar.
- T-Tú... - Articuló la forjadora mientras se estabilizaba tras haber frenado su caída
- Tú eres quien... - Dijo Claire a su vez - No puede ser... ¡Pero si estabas herida de gravedad!
François sólo la miraba con estupor, tardando unos segundos en pronunciar palabra.
- Qué... ¿Qué haces aquí?
- ¡Hola, cariño! - Elisabeth Kischine volteó su torso para encarar a su marido - ¡Al final he podido venir a la fiesta!
Al mismo tiempo, Stella se materializaba a la espalda del francés.
- Lo siento, hijo - Se disculpó con una sonrisa - Nos dimos la vuelta un momento y se nos escapó.
Abajo, en la Catedral del Dolor, Erik sonreía, su cabeza había quedado fuera de la presa de todas aquellas manos, y miraba desafiante de De Rais.
- No creía que te tenía, Guilles - articuló tras esperar a que el conde riera hasta hartarse - Es que te tengo - Mientras su aura brillaba comenzó a recitar, sílaba a sílaba, casi disfrutándolo, un conjuro - Pira de las almas: Reguero de pólvora.
