Capitulo anterior.

¡¿Raizel?! —pronunció casi espantado.

¡¿Hiccup?! —exclamó también ella, en su rostro se podía reflejar asombro e incredulidad.

¿Qué hacía ahí? Fue lo primero que pensó el hechicero aún sin poder creerlo, mientras que ella…

Hiccup… —reaccionó con lagrimitas en los ojos. —¡Dioses! No puedo creerlo, ¡Sí eres tú!

Gritó emocionada, lanzándose hacia él para envolverlo en un "tierno" abrazo.

Capítulo 59.

Raizel.

Parte 1

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"Oww… ¿En serio Hiccup?... ¿No te acuerdas ni un poquito de mí?"

¿Crees que he crecido? ¿Qué estoy bonita?

"Tú siempre has sido muy atractivo."

¿Quieres que yo sea tu primera vez?

"Hiccup, te quiero… pero sólo como amigo. Lo sabes."

"Es sólo diversión, eres mi canita al aire antes de casarme."

"Eres un buen chico Hiccup. Ya no pierdas tu tiempo conmigo..."

Aquellas palabras y más resonaban en la cabeza del hechicero que, estático, ni siquiera pudo reaccionar al afecto que le estaba brindando su "vieja amiga", esa mujer de la cual había estado obsesionado por mucho tiempo.

La mujer de cabello bicolor ni siquiera era consciente de la conmoción que le estaba causando a su conocido y siguió apretándolo con fuerza, como tal una persona que había extrañado a otra y que no veía desde hace mucho.

No fue hasta que Hiccup sintió el apretón más fuerte en su espalda que reaccionó y lo primero que hizo fue parpadear para volver al presente.

—Hiccup, Hiccup… realmente eres tú. —volvió a decir ella, separándose un poco de él.

Él seguía impactado, viendo como esa mujer la veía con la ternura que la caracterizaba y encantaba a los hombres.

—Raizel… —fue lo único que pudo decir, aun sin creerlo.

—Ay, sí… Hiccup, soy yo… reacciona. —le dijo esta zarandeándolo juguetonamente.

Hiccup entonces se separó de ella, sintiendo su corazón latiendo con rapidez.

—No has cambiado nada. —observó ella con una sonrisa. —Sigues siendo el mismo dramático de siempre.

—¡¿Qué?! —exclamó él, con una mueca de gran confusión. —No… espera…

Sacudió su cabeza para tratar de hablar con coherencia, pero se le hacía imposible, aun no le entraba en la cabeza de que ella estuviera en ese momento con él, actuando con total normalidad, cuando él en lo único que podía pensar era en ¿Qué hacía ella ahí?

Que ella le respondiera esa pregunta era lo único que quería, así que creyó que tenía que ser directo y preguntárselo. Abrió la boca y alcanzó a balbucear algunas cosas poco coherentes, cuando de pronto, algo dentro del bolso de ella comenzó a sonar ruidosamente.

—Oh… discúlpame un momento.

La despreocupada Raizel ignoró a Hiccup y sacó de su bolso su celular y como cualquier otro ser lo contestó, dándole la espalda a su conocido. Hiccup más se confundió, en especial por las cosas que alcanzó a escuchar de esa llamada telefónica.

"Sí, ya voy para allá. No tardo"

"El cliente llegará directamente al despacho."

"No, tengo la información suficiente, gracias."

Parecía ser algo importante, ella parecía ser alguien importante, pensó Hiccup.

Para cuando Raizel terminó con su llamada, se volvió nuevamente hacia él y le brindó una sonrisa.

—Lo siento, Hiccup. Sé que debes estar impresionado, yo lo estoy.

"Pues no se nota". —pensó este.

—Pero tengo un asunto muy importante que arreglar. ¿Crees que podamos vernos más tarde?

—¿Eh?

—Porque hay tanto de que hablar, eso es seguro.

Sin siquiera esperar una respuesta, Raizel sacó de su bolso una pequeña agenda y ahí escribió unos datos.

—Ten, te espero a las 3 de la tarde en este sitio. No faltes, realmente quiero hablar contigo.

Le entregó el papel a su antiguo amigo y sin decir más que un simple "Adiós" se retiró rápidamente, dejando a Hiccup boquiabierto y con muchas incógnitas en la mente.

Cuando Raizel se alejó de él y se perdió de su vista, finalmente terminó de reaccionar y lo único que pudo hacer fue observar el papel que inconscientemente había tomado y en donde estaba escrito el nombre de un lugar, así como una dirección: "Café el Lirio blanco", por la dirección vio que era un sitio no muy lejano de donde se encontraba.

Pero dejando de lado el asunto del sitio, pronto más dudas lo invadieron y la que resonó más en su mente fue.

¿Qué es lo que haría? Y lo más importante

¿Se lo debería decir a Astrid?

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Horas atrás.

Como todo sábado en la mañana, en la casa Haddock-Hofferson se escuchaba un sepulcral silencio ya que los habitantes de la casa seguían durmiendo plácidamente, o al menos así era en la habitación de los menores, donde tanto niños como dragones dormían a sus anchas, ignorando por completo lo que sucedía en la habitación principal.

Ayudados por los silenciadores, Hiccup y Astrid disfrutaban de un placentero despertar entre acalorados besos y excitantes caricias por debajo de las sábanas.

¿Por esto te levantaste tan temprano? —susurraba Astrid, mientras mordía sutilmente la oreja de su compañero ante la excitante sensación de sus embestidas.

Se me esfumó el sueño, ayer me dormí más temprano… recuerda. —respondió él bajando sus besos a su cuello, sin dejar de lado sus demás movimientos.

Claro, y por eso me despertaste a mi… eres un egoísta, Haddock. —rio ella, deslizando sus manos a lo largo de la espalda de su marido, hasta lo más bajo.

Pero… ¿no te gusta? —cuestionó, besándola.

Sabes que sí.

Astrid lo abrazó por el cuello con fuerza, permitiéndole a él seguir con su labor, hasta que finalmente ella llegó a su punto máximo, y luego él la acompañó.

Sudorosos y cansados, ambos se quedaron quietos por breves segundos, él encima de ella tratando de recuperar el aliento, ella, tratando de recuperar el sentido después de toda aquella estimulación tan íntima.

Perdón, no te dejo respirar. —dijo el cansado Hiccup levantándose un poco y rompiendo finalmente la unión con ella.

Descuida, estoy bien. —respondió ella entre leves jadeos.

Cuando las respiraciones de ambos se calmaron, ella llevó su mano, aquella que lucía dos hermosos anillos, al rostro de él y lo acarició con ternura. Lo observó.

¿Qué? —cuestionó él curioso de esa mirada.

Astrid rio.

Pienso…

¿En qué?

En que… quien iba a decir que mi peor enemigo sería tan bueno en la cama.

Hiccup puso una mueca juguetona y sonrió.

Pues si a esa vamos…quien diría que terminaría amando el sensual cuerpo de mi enemiga.

Dicho esto, se dejó caer nuevamente sobre ella, para llenarla de besos en los labios y cuello.

Astrid entre risitas dejó que le tocara todo lo que quisiera, aunque llegó un punto en donde sólo se quedó observando el techo de su habitación, completamente silenciosa y sólo acariciando el cabello de su esposo.

¿Qué pasa? —Se levantó Hiccup, al detectar aquel cambio.

Astrid negó con la cabeza y sonrió.

Nada… ¿crees que ya me pueda dormir 5 minutos más?

Hiccup frunció el entrecejo, confundido, pero a la vez sintiéndose un poco culpable por haberla despertado; sin embargo; estaba dispuesto a sacrificar el tiempo que les quedara antes de que la alarma sonara para que pudiera seguir durmiendo, cosa que al final no se pudo, pues apenas teniendo la intención de dejarla, el despertador que, reposaba en el mueble anexo a la cama, sonó ruidosamente.

Astrid rodó los ojos.

Olvídalo, es hora de levantarnos.

Ay, pero… Astrid. —susurró este arrepentido. —Vamos a quedarnos en la cama, aunque sean 5 minutos más, trata de dormir.

Ushh… Claro que no, tienes que ir a la estación y yo tengo muchas ¡MUCHAS! cosas qué hacer el día de hoy. Así que… ¡Vamos, muévete! Vamos a bañarnos juntos. —dijo picaronamente.

¿Bañarnos juntos? —sonrió este juguetonamente.

¿Qué no quieres? —fingió Astrid ofensa.

Ok, si lo dices así…—aceptó este rápidamente y se levantó de encima de su compañera.

Ya ambos en paños menores dejaron la cama y entre risitas se metieron a la regadera, donde aprovecharon de manera diferente esos otros 5 minutos y se tomaron hasta más.

Después de la "refrescante" ducha, Hiccup se apresuró pues realmente habían demorado en "bañarse" y corría el riesgo de llegar tarde; mientras que Astrid se tomó su tiempo y con tranquilidad secaba su cabello.

Se me hace que ya no alcanzo a preparar el desayuno. ¿Te puedes encargar?

Claro, pero ¿y tú?

Comeré algo de pan tostado con lo primero que encuentre, algo rápido…

Ay, perdón…me declaro culpable. —musitó Astrid con una risita traviesa al ver que a su marido se le estaba haciendo tarde por su idea de la ducha compartida.

No te preocupes, igual yo, pero sabes que me encanta… bien, ya me voy. —se despidió, dándole un besito apresurado en los labios.

Espera Hiccup.

¿Qué?

Sólo dame un minuto para algo.

El hechicero no comprendió, hasta que vio que su esposa se dirigió al tocador y tomó unas tijeras para cortar el cabello.

Es que ya está disparejo por aquí. —dijo ella, cortando cuidadosamente las puntas de los vellos que sobresalían del contorno de su rostro. —Me di cuenta porque estos picaban más de lo normal.

¿En serio? —Hiccup se rascó el cabello. —Astrid… ¿no sería mejor si me la quito?

Claro que no. —lo besó ella en los labios. —Te ves tan apuesto con ella. Sólo es cuestión de darle un buen cuidado. Deja que tu esposita se encargue, como dice Tuffnut. —recordó con una sonrisita.

De acuerdo, bien… pero mejor me voy o llegaré tarde y aunque Dagur sea mi jefe, se toma muy enserio esto de la puntualidad.

Sí, claro… ve con cuidado.

Cualquier cosa, no dudes en hablarme. —se despidió Hiccup, ya en el umbral de la puerta.

¡Lo mismo! —le gritó, cuando finalmente este desapareció de su vista.

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¿Qué debía hacer?

Seguía pensando Hiccup, ya en el escritorio de su trabajo, viendo el papel con la dirección que Raizel le había anotado.

¿Por qué esas cosas le tenían que pasar a él? Pensó

Justamente cuando estaba en la cúspide de su felicidad, aparecía esa persona que había sido muy importante en el pasado, y no era que le interesara como antes, pero le intrigaba lo que ella tuviera que decir, el motivo por el cual estaba ahí y sus intenciones de permanecer ahí.

—Oye, tierra llamando a Hiccup…

El hechicero se sobresaltó al escuchar la voz de su jefe.

—tus reportes ¿ya los tienes? —preguntó Dagur directamente, alzando la mano para que se los entregara.

—Claro, aquí están.

De inmediato Dagur lo notó inquieto y sin mucho ánimo.

—¿Qué tienes? ¿Te pasó algo?

Hiccup se sacudió el cabello y asintió.

—¿Qué? ¿Problemas con Astrid?

—No, aunque…probablemente algo pueda pasar.

—¿Por qué lo dices?

—Por esto.

Hiccup le mostró el papel.

Dagur no entendió lo que su subordinado quería decirle con ese papel, pero como todo un amigo, lo invitó a ir a su oficina para que le contara con más detalle. Estando ahí, Hiccup le contó absolutamente todo sobre Raizel, el supuesto amor que alguna vez le profesó, sus deseos obsesivos por estar con ella y todas las locuras que cometió para alcanzar su meta y por último el avistamiento que había tenido con ella horas atrás.

—Mmm… ya veo, con que esta mujer, Raizel, era tu amiguita con derechos, y dime algo, ¿Ella también tiene poderes mágicos?

—Sí, pero en menor medida al poder de Astrid y el mío o al menos eso creo, la ultima vez que la vi fue cuando Astrid y yo fuimos hechizados, y sólo de lejos porque ya no pude hablar con ella.

—Y… ¿Crees que esté aquí para causar problemas como ese invocador o el chico titiritero?

—No lo creo, espero que no… parecía como si ya tuviera una vida hecha en este lugar.

—Mmmm… ya veo, otra cosa… y sé sincero… ¿sentiste algo cuando la viste?

Hiccup se sobresaltó, gruñendo entre dientes.

—Ay, Dagur, pues obviamente me impresionó ¿no te sucedería lo mismo si de repente ves a alguien que no veías desde hace mucho tiempo y que pues…? —hizo un ademán con las manos, juntándolas como si se unieran dos personas.

—No… pues… supongo que reaccionaría igual

Hiccup se estiró el cabello, sintiendo el estrés por todo su cuerpo.

—¿Qué debería hacer? … en este punto de mi vida no esperaba volver a verla, y no me interesa, pero me intriga.

—Pues ve a verla. —aconsejó Dagur.

—¿Qué?

—¡Sí! Si tienes curiosidad, tienes que ir a hablar con esa mujer, digo, no tiene porque afectarte si sólo van a "hablar" no es como si te fueras a acostar otra vez con ella.

—¡Dagur!

—¡Es la verdad! ¿O me equivoco?

Hiccup puso una mueca de repulsión que luego cambió a una de preocupación.

—Es que no sé. No lo creo conveniente… Astrid la detesta. —murmuró entre dientes.

Sin embargo, Dagur lo escuchó a la perfección.

—Bien, amigo… pues sólo tienes dos opciones.

—¿Cuáles?

—Número 1. —enumeró Dagur con su dedo. —Dejar plantada a esa mujer y quedarte con la cabeza llena de intrigas o… número 2. Que vayas a verla, pero no le digas a Astrid, si dices que ella la detesta probablemente no le vaya a caer muy bien que te encuentres con esa mujer.

—Pero la estaría engañando ¿no?

—Si sólo vas a hablar con esa mujer, no hay engaño, al menos así lo veo… pero si te quieres sentir mejor contigo mismo, entonces toma tu teléfono, háblale a tu esposa y dile que te reunirás con tu ex amante, a quien acabas de encontrar.

A Hiccup no le agradaron las opciones, todas sonaban terribles para él, pero tenia que tomar una decisión, pues la hora a la que Raizel lo había citado, estaba próxima a llegar.

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Tiempo más tarde…

—No puedo creer que esté haciendo esto. —murmuró Hiccup viendo atentamente el nombre del establecimiento.

"Café, el Lirio Blanco" un lugar donde la gente podía ir a relajarse para poder tomar café o degustar panecillos, que contaba con mesas tanto en el interior como por fuera, las que estaban en el exterior se caracterizaban por contar con enormes sombrillas que cubrían a los comensales del sol. Cada una de las mesas tenía como adornó un florero con un par de lirios, de ahí el nombre del lugar que, a perspectiva del hechicero, era un tanto elegante para ser un lugar que sólo servía café.

Pero dejando los detalles del lugar por un lado, Hiccup observó su reloj viendo que eran las 3:01 pm exactas. Suspiró, levantando la vista para observar a su alrededor, viendo primeramente que en el exterior del lugar había un par de parejas sentadas en una de las mesas del extremo, mientras que en el centro estaba un solitario sujeto que sólo veía con interés su celular y finalmente a unas mesas enseguida a las de aquel sujeto, estaba ella, su cita: Raizel, que al igual que el tipo solitario, también miraba y le movía a su teléfono con mucha atención.

No quedándole de otra y con el corazón a punto de explotarle de los nervios se aventuró a ir hacia donde estaba ella. Caminó lentamente entre las mesas, hasta que finalmente llegó a su destino.

—Mmm… ¿Raizel? —la llamó al verla muy entretenida.

La muchacha alzó rápidamente la vista.

—¡Hiccup! ¡Sí viniste!

Esta, se levantó de su asiento y tal como horas atrás lo recibió con un abrazo, pero le agregó un beso en la mejilla, algo que a los ojos de los demás se podría decir que era un saludo como todo el mundo lo hacía, pero que a él le provocó un horrible escalofrió en todo su ser.

—Pero, siéntate… anda… —apresuró Raizel.

Hiccup sin ser capaz aún de decir algo, obedeció y se sentó frente a ella. Cuando lo hizo, un camarero que los había estado observando se acercó a ellos con una libreta de apuntes en mano.

—¿Gusta que tome sus órdenes?

—Un frapucchino de moka caramelo con leche light, por favor. —ordenó Raizel gentilmente. —Hiccup ¿tú que quieres?

—Sólo un café. —respondió este muy apenas y con deseos de que el muchacho se fuera lo más rápido posible.

—Enseguida se los traigo. —acató el camarero y se retiró.

Después de que el muchacho se fue, nuevamente Hiccup sintió un incómodo silencio a su alrededor, pese a estar al aire libre. Mientras que Raizel, sólo lo miraba con esa sonrisa que en el pasado le había fascinado.

—¿Y qué me cuentas? —rompió ella el silencio.

Hiccup abrió la boca.

—Su café, señor.

Interrumpió el camarero, colocando un platito en la mesa, y encima de este una taza a la cual le vertió posteriormente café negro, después colocó unos cuantos contenedores de leche, así como un azucarero y una cuchara.

—Enseguida le traigo su pedido, señorita.

—Muy amable. —le agradeció Raizel su atención.

En tanto Hiccup, sentía que estaba a punto de perder la paciencia, y esperó mejor a que trajeran el pedido de Raizel, para que ya nadie los interrumpiera, entre tanto, preparó su café con cierta torpeza a los ojos de la chica.

Esta ya no mencionó nada, intuyendo lo que pasaba, esperó a que el muchacho llevara su pedido para poder seguir conversando. Cuando esto finalmente pasó, continuaron.

—¿Y qué me cuentas? —volvió a preguntar.

Hiccup se atragantó con su café y ya no pudo más.

—¿Que qué cuento? —repitió frustrado. —Raizel… ¿qué estás haciendo aquí?

—¿Te refieres a este sitio o a este mundo?

—Sabes a lo que me refiero.

—Lo sé, aunque… tal vez yo debería preguntarte lo mismo. —respondió ella, dándole un sorbo a su bebida. —Después de tantos años, aquí estás, siempre estuviste aquí y ¡mírate! —lo señaló por completo. —Porque parece que no has cambiado en nada, a excepción de esa barba… ¿qué no te pica?

Sintiendo curiosidad por cómo se sentía aquella barba, Raizel se inclinó hacia él, para tocarla. Hiccup al ver lo que hacía, cerró los ojos, pues con aquel movimiento el escote del vestido de "su amiga" se hizo más pronunciado.

—Eh no…No me incomoda—respondió, apartándola con sutileza cuando, esta comenzó a acariciar su barba.

—Entiendo. —volvió Raizel a su lugar. —Aunque si me permites ser sincera, no me gusta, creo que te verías mejor sin ella.

Hiccup se ofendió y rechistó no sintiendo lo mismo.

—No creo que alguien piense lo mismo que tú.

—¿Quién? ¿tú? —bromeó la hechicera.

—No, mi esposa. —soltó Hiccup sin más tapujos.

En ese momento, todo se silenció de nuevo. La reacción de Raizel fue notoria, pues la sonrisa que había mantenido desde el inicio cambió a una de confusión.

—¿Tu esposa? —repitió incrédula.

Hiccup sonrió, tratando de ocultar el orgullo que sentía al pensar quien era su esposa, pero luego cambiándola por una de preocupación al ver que no estaba siendo sincero del todo con ella al estar ahí con Raizel.

—¡Oh! ¡Wow! —exclamó Raizel, sacándolo de sus pensamientos. —¡Felicidades!

Fue extraño para Hiccup, pues realmente sintió sincera a su ex amante, quien nuevamente había vuelto a poner una sonrisa en su rostro, esa que lo había cautivado por años, pero que ahora no causaba más que culpabilidad en él, pues se seguía sintiendo incómodo con su presencia y raramente como si le estuviera siendo infiel a su querida esposa.

—Pero, ¡anda! ¡Cuéntame más! ¡Quiero saberlo todo!

Hiccup soltó una risita e inquieto comenzó a rascar su cabello.

—Bueno…

Pero, aunque tratara de ver las cosas con normalidad, hablar como cualquier hombre hablaría con una mujer, un amigo con una amiga, no pudo, sentía que estaba haciendo las cosas mal.

—Hiccup… ¿qué pasa? —preguntó Raizel, tomándolo de la mano.

Sentir como ella tocaba su mano, aquella que portaba su anillo matrimonial lo hizo levantarse de su asiento en un sobresalto.

—Lo siento, Raizel… es que no puedo.

—¿No puedes? Hiccup… no estamos haciendo nada malo. —le confió ella con una sonrisa.

Hiccup balbuceó.

—Es que… no es eso.

—Entonces…

—Quisiera que habláramos, yo también quiero saber más de ti, preguntarte también sobre algunas cosas… pero no aquí.

—Oh… Hiccup. —musitó Raizel, comenzando a pensar en cosas extrañas.

—No, no me malinterpretes. —se excuso Hiccup, moviendo sus manos con frenesí.

—Entonces…

—¡¿Quieres ir a mi casa?! —gritó finalmente.

—¿A tu casa? — repitió Raizel con el entrecejo fruncido.

—Sí. —suspiró él exhausto. —Es que… quisiera que conocieras a mi esposa.

El tiempo pareció que se detuvo frente a Hiccup que, tragando saliva, sólo miró con atención a la silenciosa Raizel la cual, después de aparentemente pensarlo detenidamente, asintió con una sonrisa.

—Ok. Me gustaría conocerla.

"Ok, me gustaría conocerla"

Repitió Hiccup en su mente, al mismo tiempo que otra parte de su colapsado cerebro le decía. "¿Qué fue lo que hiciste?"

"Lo que creo es lo correcto" se respondió así mismo.

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En la casa Haddock-Hofferson, Astrid estaba teniendo un día pesado. Desde que Alúmini había quedado embarazada se había quedado prácticamente sin ayuda, por lo que tenía más tareas por hacer las cuales trataba ahora de terminar los sábados que contaba con la ayuda de Stormfly y de Toothless.

Era un trabajo pesado que conllevaba a hacer muchas actividades en un solo día, cosas que requerían a más de una persona, pero que por el momento no quería contratar debido a la inseguridad que tenía sobre si aparecería un nuevo enemigo, que era lo único que la detenía para concretar sus planes de expansión.

De tanto trabajo, que hacer y cuidar, había terminado aceptando una "asociación" con Fishlegs, el cual, le cobraba una tarifa para ayudarla a hacer las entregas a sus clientes más importantes; sin embargo, dicha asociación también la hizo comprometerse a venderle ciertos productos a bajo costo, pues a veces el invernadero de Hofferson daba mejores productos a los de Ingerman.

—¿Dime que con esto ya terminamos, Astrid? —preguntó la agotada Stormfly, dejando una enorme canasta con varios productos que pronto se llevaría el repartidor.

—Sí, es todo…—anotó la hechicera en sus apuntes y finalmente se limpió el sudor de la frente. —Sólo debemos esperar a Fishlegs para que se lo lleve.

—Yo no entiendo porque no usas magia para hacer esto, es decir mover la mercancía y eso. —se quejó el adolorido Toothless que, aunque no quisiera, tenía que volverse humano para ayudar.

—Me sirve de entrenamiento físico, algo que también ustedes dos deberían de hacer también. —replicó Astrid con una sonrisa, mientras hacía las cuentas. —Y no te quejes que en unos minutos tendrás que ayudarnos a subir todo esto en la camioneta de Fishlegs y frente a él sabes que no puedo usar magia.

—Puedes, pero no quieres. —sonrió el burlón Toothless. —Pero está bien, lo hago para que no pierdas ese "buen humor" que tienes desde la mañana.

Ante aquella indirecta, Astrid enrojeció como uno de sus vegetales, pero antes que pudiera regañar al guía de su esposo, este burlonamente se alejó para ir a ver a su pareja.

—Ese Toothless, se ve que está también muy feliz. —Opinó Stormfly con una risita burlona.

—Sí, así es.

—Está tan feliz como tú después de comer hotcakes el sábado por la mañana.

—¡Stormfly! —regañó Astrid, completamente colorada ante aquella indirecta.

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Mientras tanto, en el patio trasero, Alúmini se encontraba reposando encima de su cojín el cual habían colocado en uno de los escalones que daban a la puerta trasera de la casa, un lugar que daba una perfecta vista a los niños que, en ese momento, jugaban dentro de una alberca inflable que recientemente sus padres les habían comprado para que se refrescaran en esos días de verano.

Ella los cuidaba y al mismo tiempo ellos la cuidaban, pues cada cierto tiempo ambos niños detenían sus juegos, sólo para observar que la dragona se encontrara bien.

—Hola, querida… ¿cómo te encuentras? — preguntó Toothless, llegando por el lado contrario hacia donde estaban los niños.

La dragoncita, al verlo, sólo gruñó animadamente, últimamente ya no se mostraba tan agotada como en sus primeras semanas de encargo.

—Me alegro. Astrid me dice que todavía tengo que ayudarla con otras cosas, pero en cuanto termine regresaré contigo ¿sí?

Alúmini asintió, aunque luego gruñó preocupada viendo cuanto trabajo habían tenido ese día.

—No, no te preocupes por eso. Con nuestra ayuda basta, así que no te sientas mal, al contrario, dice Astrid que debemos estar agradecidos porque hay trabajo.

La luminosa no replicó nada más ante ese argumento y dejó que su pareja se retirara a seguir trabajando, cuando algo gracioso, a su perspectiva, pasó.

—¡Toothless! —llamó Nuffink desde la alberca.

Cuando el dragón humano le prestó su atención, fue recibido con un chorro de agua que el niño disparó con una pistola de juguete.

Alúmini se carcajeó.

—¡Ay, mocoso! —gruñó Toothless divertido y fue a hacerle la guerrilla tanto al niño como a la niña que también le disparó con otra pistolita, comenzando una batalla.

Alúmini observó todo divertida pues pese a los esfuerzos de Toothless, este terminó todo empapado, lo que significaba que había perdido con el par de niños, y así, derrotado y mojado, se marchó a seguir con sus correspondientes labores.

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Minutos más tarde, llegó Ingerman al lugar de los Haddock-Hofferson y después de tratar algunas cosas con la dueña del invernadero y subir todos los productos a su vehículo, finalmente se marchó, dando así por concluido un día de trabajo.

—Ay, que bueno… ahora si a descansar. —se estiró Stormfly, totalmente agotada.

—Lo sé, Alúmini ya debe estar desesperada. —comentó Toothless.

—Yo tengo que ver que vamos a comer, Hiccup no debe de tardar en llegar también. —dijo Astrid, sintiéndose igualmente cansada, pero consciente de que aun tenía deberes pendientes.

—¿No debe tardar? Si ya se tardó ¿no crees? —opinó la nadder con una ceja alzada.

En ese momento tanto la hechicera como el dragón se desconcertaron.

—él sale a las dos ¿no? Creo que pasan más de las cuatro. —ubicó la dragona.

—¿En serio? No me di cuenta, pensé que era más temprano.

—Yo también, ¡ay dioses! ¡¿Más de las cuatro?! Alúmini debe estar hambrienta. —se espantó Toothless, corriendo rápidamente hacia la puerta que conducía al patio.

Astrid y Stormfly le siguieron, dando risitas.

Una vez en el patio, además de ver a la luminosa, Astrid ordenó a sus hijos salir del agua.

—Un ratito más mami, por favor. —rogó Nuffink.

—No, ya fue suficiente por hoy, además, miren cómo tienen aquí todo mojado… ya se enlodó todo alrededor.

—Es que jugamos a la guerra con Toothless. —recordó Nuffink divertido. —Así… —y sin querer oprimió el botón de su arma de agua y salpicó a su madre en la cara.

Como esta estaba de cuclillas frente a la alberca no fue un blanco muy difícil.

Sin embargo, tanto niños como guías se quedaron pasmados, en especial el pequeño, el cual vio ensombrecido el rostro de su madre antes su travesura.

—Ah… ¿sí? —gruñó la hechicera.

Nuffink temió por su vida; sin embargo, cuando su madre levantó el rostro y lo miró con burla el temor que sintió cambió a un divertido "sálvese quien pueda" pues Astrid manipuló el agua con su magia, para arrojarle por encima un chorro de agua, comenzando así otra guerrilla de niños contra mamá que terminó vaciando el agua de la alberquita y dejando a la adulta también empapada.

—Ay, ya mami… tú ganas. —se rindió el cansado Nuffink, después de su batalla.

—Papá dice que mamá siempre gana. —recordó también la agotada Zephyr.

—Ya saben con quien se metían. —dijo la divertida Astrid, tendiéndoles sus manos a sus hijos para ayudarlos a salir de la alberquita.

Con todo su alrededor mojado y enlodado, tanto los niños como Astrid, terminaron sucios de los pies y calzado respectivamente, además que en la adulta se reflejaban ciertos tonos cafés en su rostro y ropa, producto de haber estado trabajando con tierra.

—Bien niños, métanse a bañar en lo que yo preparo la comida. Nuffink, pídele ayuda a Stormfly y Zephyr, báñate en mi baño, ten cuidado con la tina.

—Si, mami… ¿tú no te bañarás?

—Creo que más tarde cuando termine con lo demás, por lo pronto… creo que sólo me cambiaré de ropa.

—De acuerdo.

Guiando a sus hijos a la estancia principal, Astrid observó curiosa el reloj de la sala, Stormfly tenía razón y pasaban más de las cuatro y Hiccup no había vuelto, algo raro a su parecer, pues este siempre le avisaba si se iba a tardar, ya fuera desde antes de irse o por un mensaje de texto.

—Mi teléfono… ay que tonta. —se golpeó la frente al recordar que lo había dejado en su habitación.

Se disponía a ir por el aparato y de paso acompañar a su hija hacia la ducha, cuando el ya conocido motor de un auto se escuchó por el exterior de la casa.

—Papá ya llegó. —expresó Zephyr feliz, bajando los pocos escalones que había subido para ir a recibir a su padre.

Astrid la siguió con una sonrisita, aunque se extrañó al momento que vio que su hija pareció pasmarse en el umbral de la puerta cuando generalmente en cuanto la abría gritaba: "¡Hola, papi!"; sin embargo, lo único que su niña pronunció fue:

—Mami… ¿quién es esa persona?

¿Esa persona?

Astrid se desconcertó y pensando que se trataba de un enemigo, apartó a su hija de la puerta y se asomó cuidadosamente para ver quien había llegado, pero en cuanto observó a quienes estaban en el exterior rápidamente la hizo quedarse sin aliento y toda la felicidad que había mantenido durante todo el día, se le esfumó en menos de un segundo.

Eran dos personas, uno de ellos era Hiccup, su marido, pero quien la había dejado sin aliento era la persona con la que hablaba (muy animadamente), aquella mujer que pensó que en su vida nunca volvería a ver.

No creyendo lo que estaba viendo, cerró rápidamente la puerta de golpe, recargándose en esta al mismo tiempo que sentía un fuerte dolor en el pecho, tan doloroso que pensó que podría salírsele en cualquier momento.

Zephyr, así como la pareja de dragones que descansaban en la sala se espantaron con su reacción. Stormfly que salía de dejar a Nuffink bañándose se extrañó al ver a todos preocupados.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

Toothless negó con su cabeza, sólo veía como Astrid parecía espantada y adolorida, no comprendió lo que le pasaba, hasta que, transformándose en humano, corrió hacia la ventana para ver quien estaba afuera, pero al igual que Astrid se quedó con la boca abierta, dejando nuevamente a las guías femeninas muy confundidas.

—No puede ser.

Ante aquel murmullo de Toothless, Astrid reaccionó, y lo primero que hizo fue verse así misma y después a su niña.

—Zephyr, todo esta bien… ve arriba. —ordenó lo más serena que pudo.

La niña sin entender obedeció sin rechistar y subió rápidamente por las escaleras, en tanto Astrid, volvió a mirarse y lo primero qué pensó fue que "se veía fatal", aplicó algo de magia por encima de ella, pero como no estaba del todo concentrada sólo logró que la ropa se le viera un poco seca.

Para esas alturas, Stormfly ya también se había asomado por la ventana y comenzó a despotricar entre dientes.

—¿Qué hace esa tipa aquí? —la escuchó gruñir.

Es lo que Astrid averiguaría, y para contestar esa pregunta, abrió sin más la puerta, tratando de mantener su porte de siempre.

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—¿Crees que le caiga bien a tu esposa? ¿Sabe lo que pasó entre nosotros? —preguntó Raizel divertida, yendo de copiloto junto con Hiccup.

—Es… precisamente el motivo por el cual quiero que la conozcas.

—¿por qué?

—No preguntes, creo que ya lo entenderás…

—Ok. ¿y le avisaste que llevarías a una mujer a su casa?

—Quise, pero no me contestó y le envié un mensaje, pero no sé si lo vio, dijo que iba a estar muy ocupada.

—Vaya, tu mujer entonces debe ser muy trabajadora.

—No sabes cuánto.

—¿Y ella sabe de tu magia?

—Sí.

—Awww… y ¿no se asustó?

—No.

—Mmm… trabajadora y valiente… es interesante.

—Ya lo creo. —Susurró Hiccup, doblando la calle que daba hacia su casa.

Raizel de inmediato reconoció cual podría ser la de su amigo, pues enseguida vio la barrera protectora cubriéndola.

—¿Esa es la barrera que me dijiste hace unos minutos?

—Sí.

—Vaya, luce impresionante, sería un buen lugar para esconderse si algo malo llegara a pasar. —comentó la chica muy seriamente.

Hiccup no comprendió, pero siguió conduciendo, sintiendo un nudo en el estómago que se le intensificó en cuanto estacionó el auto frente al garaje de su casa.

—Raizel… antes de que conozcas a mi esposa, quisiera decirte que ella…

—Tranquilo Hiccup, ella no tiene que saber de nuestro pasado, yo no lo diré…

—Pero es que eso no es…

Pero unos dedos con una perfecta manicura callaron al hechicero.

—No digas más, mejor ábreme la puerta, por favor.

Hiccup se sintió tan manipulado como en el pasado, pero igualmente accedió, bajó del auto y acudió al otro lado para abrir la puerta sin percatarse de que en la entrada su pequeña había abierto la puerta para recibirlo.

—Tranquilo, Hiccup… no sé porque te preocupas tanto, no estamos haciendo nada malo, sólo somos viejos amigos ¿no? —insistió Raizel, cuando su amigo le tendió la mano para ayudarla a bajar del vehículo.

—Yo sé Raizel, pero, quiero aclararte que te traje porque quiero saber más de ti y preguntarte algunas cosas del pasado, así como del mundo oculto, pero quiero que mi esposa también esté presente porque creo que le puede interesar lo que pudieras decirnos.

—Ok, entiendo. —acató ella sin entender en realidad el porqué a la esposa de su amigo le interesaría saber cosas del mundo oculto.

Aclarado aquel punto Hiccup le sonrió levemente y le mostró el camino a seguir.

Unos cuantos pasos y llegaría a la entrada principal, mentalizó Hiccup conforme más se acercaban a la puerta; sin embargo, apenas ideando las explicaciones que daría al entrar a su casa, estas se le esfumaron cuando la puerta se abrió antes de que pudiera siquiera tomar la manija.

Tanto Hiccup como Raizel detuvieron el paso. El primero tragó saliva al ver a quien salía por detrás de la puerta, mientras que la segunda ahogó un grito ahogado al reconocer perfectamente a aquella mujer de cabello rubio que la había insultado en el pasado.

En tanto Astrid, vio de mala manera lo juntitos que esos dos iban, pero antes de atreverse a juzgar trató de mantenerse serena, esperando que hubiera una explicación a lo que estaba pasando; sin embargo, no pudo evitar ver de abajo hacia arriba a la mujer que acompañaba a su marido, esa tipa que, a pesar de los años que habían pasado, seguía viéndose "bien", incluso más que antes.

—Astrid…

Musitó Hiccup, preparándose para darle una explicación, pues a leguas notó que su esposa estaba molesta, toda la postura de ella lo reflejaba. Estaba de brazos cruzados, con la boca torcida y el ceño fruncido.

—"No es lo que parece". — mentalizó Hiccup, apunto de decirlo, cuando…

—¡Dios mío, Hiccup! ¡Es Astrid Hofferson!

Y enseguida sintió un estirón en su mano.

—¡Tenemos que huir enseguida de aquí!

—No, no, no… tranquila. —trató de calmar Hiccup, zafándose rápidamente de su agarre. —Ella es…

—Vaya, veo que se acuerda de mí. —se escuchó la molesta voz de Astrid desde el umbral de la puerta. —Pero veo que al parecer no le dijiste nada sobre mí, ¿verdad "mi amor"?

—Astrid… —musitó Hiccup, sintiendo no sólo la molestia en la voz de su esposa, sino también dolor.

—¿Mi amor? —repitió Raizel confundida, viendo tanto a Hiccup como a la enemiga de este. —¿Qué está pasando aquí?

Astrid rodó los ojos.

—¿Qué no lo captas todavía?

Hiccup suspiró y temiendo que las cosas se agravaran sólo se volvió a su ex amante y dijo:

—Raizel, te presento a mi esposa. Astrid Hofferson.

Continuará.

Ahhh, me hubiera gustado seguirle, pero opté por dejarlo aquí no pensé que le fuera a poner tanto.

¿Qué tal el primer encuentro? ¿Le gustó?

Espero que sí.

Gracias a BlackWolf19 y HeatherMino por sus comentarios en fanfiction.

A los lectores de Wattpad por supuesto y a los que comentan por Facebook.

Los lectores anónimos, seguidores y favoritos, gracias.

Saludos.

09 de mayo de 2021