Capítulo anterior.
—Vaya, veo que se acuerda de mí. —se escuchó la molesta voz de Astrid desde el umbral de la puerta. —Pero veo que al parecer no le dijiste nada sobre mí, ¿verdad "mi amor"?
—Astrid… —musitó Hiccup, sintiendo no sólo la molestia en la voz de su esposa, sino también dolor.
—¿Mi amor? —repitió Raizel confundida, viendo tanto a Hiccup como a la enemiga de este. —¿Qué está pasando aquí?
Astrid rodó los ojos.
—¿Qué no lo captas todavía?
Hiccup suspiró y temiendo que las cosas se agravaran sólo se volvió a su ex amante y dijo:
—Raizel, te presento a mi esposa. Astrid Hofferson.
Capítulo 60
Raizel
Parte 2
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La incredulidad se dibujó en el rostro de la espantada Raizel.
Su amigo ¿casado con su peor enemiga? No lo creía, le era imposible creerlo.
Las preguntas ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde? Envolvieron su cabeza mientras que la incomodidad crecía entre el matrimonio y ella.
—Raizel… di algo. —pidió Hiccup al verla atónita y sin habla.
Astrid por su parte bufó por sus adentros, molesta obviamente al ver las atenciones que Hiccup tenía para aquella aparecida.
—Ah… yo… pero…
Raizel comenzó a reaccionar entre balbuceos al mismo tiempo que apuntaba a la que se encontraba en el umbral de la puerta.
—Tu la odiabas ¡¿no? ¡¿Acaso te hechizó o algo por el estilo?! —gritó más espantada.
Hiccup con ademanes le pidió bajar la voz, pero en su mente gritaba por que fuera más prudente con sus palabras, claro que estas no salieron y espantado por las consecuencias se volvió nuevamente hacia su esposa; esta, aún de brazos cruzados en el umbral de la puerta sólo rodó los ojos con fastidio y les dio a ambos la espalda para después sólo decir una palabra:
—¿Café?
Una invitación un tanto agria pero que le devolvió el alma a Hiccup, pues pensó que su Astrid en un momento a otro atacaría a su vieja amiga.
Por otro lado, Raizel sólo quedó boquiabierta al ver como la rubia entraba de nuevo a la casa lo que la hizo sentir a salvo, pero cuando Hiccup le hizo un ademán para que ella le siguiera, nuevamente sintió un escalofrió por todo su ser.
—Tranquila, no pasa nada… Astrid no es como tú crees. —Le aseguró él.
—¿Seguro? —replicó ella intranquila, pero dado a que ya estaban en esa situación, pensó que lo mejor que podían hacer era resolver y platicar todos como los "adultos" que ya eran.
Así que entró a la casa y Hiccup le siguió por detrás.
Al estar en el recibidor no pudo evitar ver todo con curiosidad, le pareció una alegre casita y muy ordenada, pero al volver la vista hacia donde estaba la sala se encontró con un par de ojos no muy acogedores.
—¿Dónde está Astrid? —preguntó el nervioso Hiccup al muchacho que los miraba desde la sala con desdén.
—En la cocina con Stormfly. —respondió Toothless molesto. —Hiccup… ¿qué rayos hace esta tipa aquí?
—¿Disculpa? —se ofendió Raizel. —¿Tú quién rayos eres para hablarme así?
—Raizel, él es…
—Claro, nunca me había visto así. —se burló el dragón. —Soy Toothless. El guía de Hiccup. ¿Y tú "Bling-Bling"? —recordó con sarcasmo.
Raizel abrió los ojos sorprendida.
—E… en casa…—respondió balbuceante. —¿Cómo es que…
—Estas son algunas de las cosas que quería contarte. —interrumpió ahora Hiccup. —Toothless, por favor… —pidió entre dientes a su guía.
El guía humano desvió su mirada con molestia y ante la mirada de Raizel se envolvió de luz para volverse nuevamente dragón, al hacerlo, voló hacia el centro de la sala, donde una preocupada Alúmini aguardaba.
Con su dragón ya tranquilo, Hiccup invitó a la impresionada Raizel a pasar a la sala. Cerca de esta, la hechicera de cabello bicolor admiró una vez más a la pareja de furias, Toothless sin quitar su fiera mirada y tratando de cubrir (sin mucho éxito) a la convaleciente Alúmini que se asomaba curiosa por uno de sus costados.
—Oh… acaso ¿está…—apuntó a la dragona.
—Sí. —respondió Hiccup. —Esta a poco de poner su huevo o huevos.
—Oh… vaya…
—Siéntate, por favor.
A pesar de las no agradables miradas, Raizel tomó asiento en uno de los sillones un tanto cohibida e incómoda.
—Iré por Nuffink, si no te molesta Hiccup.
Se sobresaltó al escuchar otra voz que, si bien no era la de Astrid, no le resultó nada agradable el tono pues parecía molesta, y así lo confirmó cuando vio pasar a unos metros de ella a una chica alta de cabello rubio, que no dejó de verla ni un momento desde el rabillo del ojo.
—Eh… no, claro que no, pasa…
—Hiccup, ¿Quién es ella? Y ¿Quién es Nuffink? —preguntó Raizel no soportando la curiosidad.
El hechicero, que, estaba de pie a un lado de donde ella se había sentado, sólo rio nervioso.
—Ella es Stormfly… la guía de Astrid, y sí, también se puede convertir en humano como Toothless.
Raizel nuevamente se quedó sin habla.
—Y Nuffink, él es…
—¿Papá?
Otra voz. Hechicero y hechicera se volvieron hacia las escaleras donde una pequeña niña desde la orilla veía el entorno con desconcierto.
—Oh… Zephyr… ven aquí. —le pidió el sonriente Hiccup con los brazos abiertos.
¿Papá? —repitió Raizel en voz baja, viendo como aquella pequeña niña obedecía y corría a los brazos de su amigo, quien una vez que lo alcanzó, la alzó para poder abrazarla.
Le pareció impresionante porque no le cabía en la cabeza que su amigo ya fuera padre de una niña tan grande, pero a la vez se enterneció por ese momento padre e hija.
—Me bañé rápido para ver quién había llegado… ¿Quién es esa señora, papá? —preguntó la pequeña con cierta molestia y un toque de exigencia.
Raizel rio nerviosa al notarlo y cuando levantó la vista para ver a la niña, se encontró con una carita muy molesta y que le recordó demasiado a cierta persona.
"Tiene el mismo rostro aterrador que ella". Pensó, sintiendo un escalofrío por toda la nuca.
Hiccup bajó nuevamente a la niña.
—Hija, ella es una vieja amiga del mundo oculto, su nombre es Raizel. Raizel, ella es mi hija Zephyr…—presentó con orgullo. —¡Anda, saluda!
—Hola. —pronunció la niña secamente, cruzando sus brazos tal cual su madre lo hacía.
Teniéndola más de cerca, Raizel vio con una sonrisa nerviosa que esa niña tenía mucho de Astrid, definitivamente era su hija, lo que en conclusión no era broma que ella estaba casada con su amigo.
—Zephyr… —reprendió levemente Hiccup al ver tan amargo saludo.
—Lo siento. Hola, señora. —volvió a saludar Zephyr con el mismo tono seco, pero ahora extendiendo su manita.
—Mucho gusto, Zephyr… —la tomó Raizel, estrechándola suavemente, aunque eso no ayudó a que no sintiera la piel de gallina.
—No me agrada, papá. —confesó la niña abiertamente, una vez que la mujer le soltó la mano.
Hiccup se golpeó la frente, sin creer que a su hija en ese mismo momento se le estuviera saliendo lo "Hofferson".
—¿Por qué no? —cuestionó Raizel, sintiendo un sudor en frío.
Pero la pequeña no respondió, sólo se acercó a su padre y se abrazó a su pierna con una expresión que casi decía. "él es mío". Raizel entonces comprendió que la niña estaba muy celosa de ella.
—Zephyr… —suspiró el cansado Hiccup, tratando de calmarla mientras acariciaba su cabeza.
En ese momento, la puerta del baño del piso inferior se abrió y de esta salió un Nuffink ya vestido y medio peinado, detrás de él iba su vigilante: Stormfly.
—Ahhh… Nuffink, hijo… ven aquí. —invitó Hiccup, esperando que se armonizaran un poco las cosas con su tierno pequeño.
Sin embargo, el niño al ver que su padre no estaba del todo solo, miró primero a Stormfly con un semblante desconcertado, pues claramente vio que había una desconocida cerca de su papá. Stormfly sólo asintió, diciéndole indirectamente que obedeciera a su padre, después de todo ella no era nadie para prohibirle nada.
Entonces el pequeño se acercó un poco inseguro, dando pasos pequeños.
Raizel vio con ternura aquel niño que, aunque tenía un color de cabello obviamente heredado por su madre, no le quitaba el hecho de que también había heredado la tierna mirada del padre. Le resultó tan tierno y encantador que hasta le dieron ganas de tomarlo entre brazos para apretarlo con fuerzas.
—Hijo, ella es una amiga del mundo oculto, se llama Raizel, también es una hechicera. Raizel, él es mi hijo menor Nuffink.
—Aww… se parece tanto a ti. —exclamó ella un poco más relajada ante la presencia del aparentemente "tímido" niño.
—Anda hijo, salúdala. —incitó Hiccup.
—Hola, buenas tardes, señorita. —mencionó Nuffink con su voz infantil a lo que Raizel emitió otro gritillo emocionado.
—¡Eres tan tierno y tan lindo!
—Gracias. Y usted es muy bonita. —respondió el pequeño con una sonrisa.
—Aww… graci…
—Pero mi mamá es más bonita. —terminó él, con el ceño fruncido.
Silencio.
La habitación completa pareció congelarse en ese momento cuando el niño, sin pelos en la lengua, expresó su sentir.
Hiccup estaba atónito, Raizel boquiabierta, Zephyr incrédula por lo que había dicho su hermano, pero lo que resaltó más fue la consecuente carcajada que arrojó el dragón Toothless.
En ese momento, todo se descongeló de nuevo y a las carcajadas del dragón se le unieron las de Alúmini y Stormfly, más, cuando Nuffink de igual manera fue y se aferró a la otra pierna de Hiccup, el cual se daba imaginariamente golpes contra la pared.
—¿Cuándo se va a ir esa señorita, papá?
"Que tierno niño, ni que nada… se parecerá mucho a Hiccup, pero si se le mira con atención tiene ese ceño fruncido tan parecido al de ella." —pensó Raizel, sintiéndose cada vez más incómoda.
—Niños, niños… por favor, compórtense. —pidió Hiccup un tanto agotado. —Por favor, sólo es una amiga y sólo vamos a hablar.
Viendo que estaba en aprietos, Stormfly se compadeció de él y fue a ayudarlo. Con paciencia les explicó a los niños que los adultos tenían que hablar y mientras lo hacían, ella junto con ellos jugarían en su habitación.
A regañadientes Zephyr y Nuffink se separaron de Hiccup y tomaron la mano de la guía para irse.
—Muchas gracias, Stormfly…—susurró Hiccup cuando vio controlada de nuevo la situación.
Sin embargo, la nadder solo le respondió en otro susurro.
—Sólo te falta "tu otra niña" y con esa no te puedo ayudar.
Dada la advertencia, se alejó junto con los niños que hasta el último momento antes de desaparecer en la planta alta vieron con molestia a la visita.
En tanto, Hiccup, sólo suspiró pesadamente. Sí, sólo le faltaba "su niña grande", y la cual a su parecer ya había tardado en la cocina.
—Que lindos niños, Hiccup. No me habías dicho que ya eras padre…—mencionó Raizel, tratando de retomar la conversación que no tuvieron en aquella cafetería.
—Ah… sí. —respondió este sin saber qué decir pues no dejaba de pensar en Astrid. —Eh… discúlpame, iré a la cocina y… ver… qué pasó con el… "café".
Dicho esto, corrió rápidamente hacia el otro extremo de la casa.
Cuando desapareció de la vista de la hechicera, Toothless que, aún seguía ahí junto con Alúmini se volvió nuevamente humano, y con una risita traviesa le dijo:
—Que los dioses te protejan…
El tono burlón asustó a Raizel, pero no pudo decirle nada al dragón humano, puesto que este, sólo tomó el cojín donde reposaba su pareja y se fue en la misma dirección que la nadder y los niños.
Ahora estaba sola.
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Antes de entrar a la cocina, Hiccup inhaló y exhaló profundamente pues sabía que le esperaba dar una larga explicación. Lleno de aire en los pulmones y de valor, dio el paso que le faltaba para entrar a la otra área y la cual le mostró en plenitud a la persona que ahí estaba y que hacía un tremendo ruido con unos trastes; ruidos que no se escuchaban en la sala, gracias a los silenciadores que estaban activos.
¿Qué rayos había pasado en la cocina? Se preguntó Hiccup al ver un desorden cerca de la cafetera. Polvo de café tirado por unos extremos, los filtros sucios y otros mojados, mientras que, frente al fregadero, se encontraba una molesta Astrid, casi matando (lavando) la jarra de la cafetera.
—Astrid… —llamó Hiccup al ver la rudeza con la que hacía las cosas, pero apenas acercándose a esta fue recibido por una descarga eléctrica.
—No me salió el maldito café, se me quemó y la estúpida jarra también. —le respondió esta, mientras seguía tallando con rudeza las partes opacadas de la jarra.
—Basta, Astrid… ya deja eso.
Trató de calmarla, pero con sólo acercarse otro chispazo se interpuso entre ellos. Viendo que no lo dejaría tocarla, procedió entonces a tratar de resolver de otro modo las cosas.
—Astrid, déjame explicarte.
—¿Por qué? —preguntó de repente ella, con dolor en su voz.
—Cariño, no pienses mal.
—¿Desde cuándo te ves con esa tipa? —reclamó ella, dándole la cara.
Hiccup se asustó de verla tan dolida.
—Astrid, apenas y me encontré con ella hoy, hace un par de horas. No pienses lo que no es. —aclaró, siendo más firme con respecto a las acusaciones que se imaginaba que le estaba haciendo su esposa.
—¿Un par de horas? —recalcó ella.
Hiccup se dio cuenta de la imprudencia que había cometido.
—Sí, pero… déjame explicarte. —pidió rápidamente. —La vi hoy hace unas horas cuando estaba haciendo mi trabajo, pero apenas y cruzamos palabras y ella se fue porque no sé que tanto tenía que hacer…
—¿Y entonces como es que ahora vienes con ella?
El hechicero suspiró y a pesar de todo, optó por decir la verdad.
—Ella antes de irse me citó en un lugar, ¡una cafetería! Y pues… ¡yo fui! Pero más que nada porque quería saber el motivo por el cuál ella está aquí, cómo llegó y esas cosas, pero no me sentí cómodo, por eso…
—Claro, decidiste mejor traerla aquí, sin consultarme… ¿verdad? —reprochó.
—No digas eso, Astrid. Y claro que quise saber tu opinión, pero no me respondiste el teléfono.
La rubia bajó su nivel de histeria al escuchar eso puesto que sabía bien que no había cargado con su teléfono en todo el día; sin embargo…
—¡Pues hubieras insistido! —le gritó. —¡o no la hubieras traído hasta consultarme!
—¡Un momento! —gritó él también. —¡Tal vez me equivoqué en cómo hice las cosas! Pero no es para que te pongas así. ¡Yo quise saber tu opinión, no me respondiste así que pensé que lo mejor era traerla para así "los tres" platicar y preguntar cosas que tal vez ella nos pueda responder! ¡Entiende, no iba a poder quedarme con la intriga por tanto tiempo!
—¡¿Así que fue más grande tu intriga que lo que yo pudiera sentir?!
—¿Por qué te afecta tanto, Astrid? ¡YO YA NO SIENTO NADA POR ELLA! ¿Qué acaso no te lo he demostrado todo este tiempo?
—¡Es que tú no entiendes! ¡Mírame, soy un desastre! Por lo menos hubieras esperado un día, así podría estar más presentable.
—¿Presentable? —repitió Hiccup confundido.
Aquel comentario lo hizo mirar a su esposa de arriba hacia abajo, notando inmediatamente algo peculiar con su apariencia. Astrid, tenía los tenis, y la ropa sucia y hasta húmeda, el cabello lo tenía desaliñado y su rostro estaba un poco opaco por la tierra con la que trabajaba. Viéndola así comprendió lo que pasaba. Algo muy absurdo a su perspectiva, pero que para Astrid al parecer era algo muy importante, si es que todos esos reclamos eran por no poder "competir" aparentemente contra Raizel.
—Astrid, tú…
—Dime la verdad Hiccup. —interrumpió ella un poco más serena.
—¿Qué verdad?
—Cuando la viste… ¿sentiste algo?
El hechicero suspiró, ciertamente había sentido algo, pero no exactamente lo que su esposa estaba pensando, pero ¿cómo explicárselo?
—Eso pensé. —susurró Astrid. —Espero que a tu visita no le importe tomar jugo.
Dicho esto, Astrid lo ignoró para ir hacia el refrigerador, donde tomó el jugo que usualmente tomaban en el desayuno y el cual vertió torpemente en un vaso de cristal.
—Astrid, no sentí nada por ella. —aclaró rápidamente Hiccup. —En lo único en que he pensado desde que la encontré es en tu reacción, no he dejado de pensar en ti ni un momento.
—¿En serio?
—¡Sí! —gritó él exasperado.
—Entonces… ¿no pensaste siquiera en lo bonita que es ella ahora?
Hiccup se quedó sin palabras, pues, aunque no lo hubiera dicho abiertamente, en cierto momento sí llegó a pensarlo.
—No digas que sólo pensaste en mí, cuando es evidente que ella al menos logró alterarte de cierto modo.
—Astrid…—chilló Hiccup a punto de perder la paciencia.
—Ten…—le ofreció el vaso con el jugo. — es mejor no hacerla esperar, entre más rápido hablemos con ella, será mejor para nosotros.
Hiccup a regañadientes tomó el vaso.
—De acuerdo, pero nosotros no hemos terminado de hablar.
—Como sea. —respondió ella, saliendo de la cocina.
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En la sala, seguía esperando la impaciente Raizel, aunque se mantenía tranquila al no escuchar ninguna pelea proveniente de la cocina; lo que no sabía era que no escuchaba nada debido a los silenciadores.
Pero cuando su amigo y "ella", salieron de la cocina, vio que al parecer si había cierto descontento entre ellos.
—Ten, espero te guste el jugo… se descompuso la cafetera. —mintió Hiccup, ofreciéndole el vaso.
—Gracias. —respondió Raizel, viendo despistadamente como Astrid tomaba asiento en el sofá más largo.
Hiccup se sentó a un lado de Astrid, aunque no tan cerca porque esta seguía arrojándole chispazos.
Había tensión en la pareja, Raizel podía darse cuenta de ello, así como también de la incomodidad de Hiccup, por lo que pensó que lo idóneo era comenzar con la plática de una vez por todas.
—Entonces… ¿ustedes dos?
—No te equivocas del todo. —interrumpió Astrid. — Sí, hechicé a Hiccup, pero no con magia, pero antes de hacerlo, ambos fuimos hechizados de verdad por una tipa.
—Ok. —respondió esta muy nerviosa y sin entender nada de lo que le había dicho.
—Raizel, lo que Astrid quiso decir es que nosotros llegamos a este mundo después de haber sido atacados por una bruja. —explicó Hiccup. —pero no sólo eso, esa bruja nos lanzó un hechizo que nos hizo enamorarnos y de hecho concebimos a nuestros hijos bajo dicho efecto, pero hasta hace más de un año y meses, despertamos de este y pues… ciertas cosas pasaron y poco a poco fuimos olvidando ese odio que nos teníamos y así como lo fuimos olvidando el amor comenzó a crecer entre nosotros.
Cuando Hiccup terminó de dar esa sencilla explicación, Astrid miró con atención la reacción de la ex amante. Vio en Raizel una mezcla de confusión y desconcierto, pensaba que su pequeño cerebro no daba para más; hasta que…
—Oh… ¡wow! No me lo creo. —dijo ella un poco incrédula. —Es decir, es que aun recuerdo lo mucho que se odiaban.
—Ya no Raizel. —volvió a repetir Hiccup. —Eso quedó en el pasado.
—Sí, creo que lo veo bien, pero igual me sorprende porque, con todo respeto, Hofferson sigue siendo la misma chica tan terrorífica que conocí en el instituto. —dijo con una sonrisa.
En ese momento, el foco que estaba en el área del recibidor explotó, causando que Raizel emitiera un gritillo de terror. Hiccup se golpeó la frente, pues claramente sabía que esa había sido Astrid, la cual había puesto su cara de querer matar a cierta persona.
—¡No lo dije con mala intención, Hofferson! —dijo Raizel en su defensa. —Pensé que sería un halago para ti.
Pero Astrid no respondió, sólo desvió la mirada, molesta.
—Entiendo que puedas estar molesta… —continuó Raizel. —Nunca te agradé, y también por lo que obviamente pasó entre Hiccup y yo ¿verdad?
La sola mención de aquello hizo que otra de las bombillas que estaban cerca de esa área explotara, al momento que Astrid tronó los dientes.
—¡Pero no es para que te enojes!
Pidió la chica casi entre gritos y súplicas, mientras que Hiccup sólo se decía mentalmente "Ya cállate Raizel."
—Comprendo que puedas estar muy celosa de mí, porque obviamente soy mucho más hermosa que tú. —dijo vanidosamente. — pero quiero que sepas que a mi nunca me interesó Hiccup como supongo que a ti te interesa. Sólo fue un juego entre nosotros que ya quedó en el pasado. Ahora sólo quiero que seamos amigos.
Cuando Raizel dijo aquello, no explotó otra bombilla, sin embargo, Astrid volvió su mirada hacia Hiccup al cual sólo veía que se sobaba la sien como si estuviera a punto de tener un ataque de migraña. Parecía más fastidiado por los focos que ella había destrozado que por el comentario hecho por su amiguita.
—Tú no te lo mereces ni como amigo.
La sorpresiva respuesta de Hofferson, hizo que tanto Raizel como Hiccup se sobresaltaran.
Raizel se cohibió ante la aterradora mirada de Hofferson, y ante aquella mirada, sólo bajó la cabeza apenada.
—Lo siento. No fue mi intención responder así. —sinceró, para sorpresa del matrimonio. —A veces sólo digo puras estupideces.
—Se nota. —comentó Hofferson con sarcasmo.
—Pero me esfuerzo para no hacerlo. —aclaró ella, levantando nuevamente la mirada. —y escucha Hofferson, sólo para que lo entiendas bien y dejes de atormentar al pobre de Hiccup con lo que supongo debes estar pensando.
Astrid frunció el entrecejo, no le agradó el tono con el que ella le habló.
—No me interesa tu marido ¿de acuerdo? —dijo con más suavidad. —Es todo tuyo, sin embargo, aún así no me gustaría perderlo como amigo, porque sé que podría contar con él si algo raro llegara a pasar.
—Mencionaste algo parecido cuando veníamos hacia acá— recordó Hiccup con el entrecejo fruncido. — ¿A que te refieres con eso Raizel?
—Bueno, supongo que esto que les diré debí decirlo primero para evitar que Hofferson me fulminara con su mirada y también para evitar problemas entre ustedes dos. — respondió la hechicera, sacando de su bolso su teléfono. —Pero, así como supongo que ustedes se protegen y protegen a su familia, así yo lo hago con la mía.
Dicho esto, les mostró una fotografía, una "selfie" en donde estaba ella, con un hombre de cabello negro y un tanto gordito que llevaba unas gafas, así como unos pequeños y sonrientes bebés, en la esquina se podía apreciar también a un pequeño dragón rosado.
Hiccup y Astrid se quedaron boquiabiertos.
—¿Ellos son…? —balbuceó Hiccup, sin creerlo.
—Son mi esposo e hijos. ¿Verdad que son lindos mis gemelos?
En ese momento, Astrid se sintió pésima consigo misma por el hecho de saber que había estado haciendo berrinches por nada; tal era el sentimiento que quiso matar a la hechicera, pero por no ser directa desde el inicio.
—Sí… lindos.
Respondió Hiccup, viendo especialmente la imagen del hombre, le costaba creer que él fuera la pareja de Raizel, puesto que siempre le había conocido pretendientes más atractivos y con cuerpos "más esculturales". Cuando "salía" con ella, pensó que tenía que ser como todos aquellos tipos para ganarse su afecto, pero por lo visto su amiga había estado destinada a otra cosa, aunque de repente sintió intriga de cómo había terminado así.
—¡Un momento! —se sacudió. —¿él es el tipo con el que te habían comprometido en el mundo oculto? —preguntó confundido.
Ante la pregunta de Hiccup, Astrid se sobresaltó, pensando que al parecer le había afectado que Raizel hubiera preferido a ese hombre que a él.
—No. —suspiró la hechicera guardando su celular. —Mi esposo es de este mundo.
Hiccup y Astrid se mostraron intrigados.
—Supongo que lo que quieren saber ahora es cómo llegué aquí y también, Hiccup, esas cosas que querías saber del mundo oculto.
El hechicero asintió y se acomodó en su asiento de manera que pudiera prestar más atención, Astrid por su parte no dijo nada, se quedó en la misma posición, dejando los resentimientos de lado.
—Bueno, empezaré creo que por una parte que tal vez les interesa, el día que desaparecieron ambos. —Comenzó Raizel.
El matrimonio se miró entre sí.
—Recuerdo ese día. Había ido a ese bar teatro con unos amigos y mi entonces prometido. Hofferson, me lanzaste un hechizo para dormir y me manchaste toda la cara de maquillaje. —recordó Raizel burlonamente.
Astrid se sonrojó y no dijo nada, había olvidado esa broma, mientras que Hiccup desconocía esa "parte" de la historia.
—En fin, dejando lo mucho que batallé para quitarme el maquillaje, cuando finalmente despertamos mi amiga y yo, nos retiramos de ese bar sin saber siquiera qué hora era o en que día estábamos, perdimos la noción del tiempo y tal fue esa sensación que cuando salimos al exterior y vimos unos edificios destruidos pensamos que habían pasado muchos años y el mundo oculto había entrado en una especie de destructiva guerra.
—Supongo que esos fueron los resultados del combate de Astrid y yo contra esa bruja. —comentó Hiccup, tratando de comprender. —O al menos eso fue lo que nos contó Toothless.
—Wow…—susurró Raizel, también atando cabos. —En fin, yo sin saber lo qué había pasado regresé a casa como si nada, cuando llegué, recuerdo que mi familia había estado muy angustiada buscándome y me contaron sobre la supuesta explosión que hubo, la verdad no había tenido conciencia de la magnitud de aquel ataque hasta que vi todos los comunicados y los recuentos de los daños, pero sin lugar a duda, lo que más me impactó es cuando, Hiccup. —miró a su amigo. —Saliste en la lista de desaparecidos.,
El hechicero se estremeció al escucharla, mientras que Astrid sólo bajó la mirada, al menos su esposo tenía a alguien sincero que se preocupaba por él.
—Disculpa Hofferson, si no te menciono, pero como sabrás en aquel entonces…
—Descuida. —interrumpió Astrid. —Y… ¿Qué pasó después?
Raizel se encogió de hombros.
—Los Haddock comenzaron con la búsqueda de Hiccup, es todo lo que sé, mientras tanto mi familia, ignoró el caos alrededor, conmigo a salvo se dedicaron a finalizar con los preparativos de mi boda. Dada las circunstancias mi ex prometido consideró otro lugar para la ceremonia y dejamos botados a los Hofferson.
—Entonces… ¿Te casaste? —preguntó Hiccup con seriedad.
Raizel asintió.
—Sí, pero… —suspiró y al hacerlo sus ojos lagrimearon. —Fue como haber firmado una sentencia de muerte.
A Astrid le incomodaron esas lágrimas por lo que se levantó de su asiento y sin decir nada fue al baño, donde al volver regresó con un par de pañuelos que le ofreció a la chica.
—Gracias. —los tomó esta y se limpió las lagrimillas.
—¿Qué pasó, Raizel? —preguntó Hiccup intrigado.
—Lo que me advertiste Hiccup, no debí aceptar ese matrimonio, tan pronto como me casé con ese sujeto comenzó a comportarse horrible, me celaba por todo, me gritaba, no me dejaba siquiera usar mi magia y a pesar de que yo traté de esforzarme porque el matrimonio funcionara, nada lo complacía, ni siquiera en la cama. El colmo fue cuando me reclamó mis andanzas, cuando se suponía que era un mutuo acuerdo antes del matrimonio. Aguanté sus reclamos y celos por dos largos años, pero mi paciencia llegó al límite, cuando él se atrevió a levantarme la mano.
—¿Te golpeó? —preguntó Hiccup espantado.
Astrid no decía nada, pero igualmente estaba espantada.
—Estuvo a punto de hacerlo, pero, Bling-Bling que estuvo conmigo en todo momento, mágicamente se volvió un dragón enorme y me sacó de ese infierno. Traté de ocultarme de él, pero lugar a donde iba, él me encontraba y a mi familia, prácticamente dejé de importarles desde el momento en que me casé. Así que desesperada, un día intenté pedir ayuda al rey Drago, para que interviniera por mí, pero al llegar al palacio mi ex marido y otros hombres nos interceptaron. Bling-Bling, en su desesperación, me llevó al lugar sagrado del Salvajibestia, aunque eso no ahuyentó a mi ex esposo y sus rastreadores y la verdad, en ese momento todo pasó muy rápido pues apenas viendo la majestuosidad del rey dragón, este levantó su mirada y lanzó una ventisca hacia mí y mi dragona, así como hacia mis captores tan potente que nos lanzó lejos, tan lejos que de repente mi dragona y yo nos vimos sobrevolando un hueco en medio del océano que posteriormente nos absorbió a su interior. No sé lo que pasó en realidad, ya que después desperté junto con mi dragona en una costa extraña y muy luminosa.
—¿Llegaste a este mundo?
Raizel asintió.
—Sí, rápidamente me di cuenta que no estaba en el mundo oculto debido a su obvia luminosidad, pero también que era un mundo sin magia, no al menos como nosotros la conocemos, digo, porque aún considero que este mundo hace magia con sus celulares y tecnología. Yo sigo preguntándome cómo funcionan.
Hiccup rio ante su ingenuidad.
—En fin, debo añadir que me sentí como pez fuera del agua en este mundo y en lo que me adaptaba tuve que usar magia para sobrevivir; sin embargo, aunque aparentemente estaba a salvo, nada me quitaba la sensación de ser acechada por mi ex marido
—No fue hasta un año después de haber llegado a este mundo que conocí a Charles, mi marido. —señaló con una sonrisa.
—¿Cómo lo conociste? —preguntó Astrid, interesada.
Raizel sonrió.
—Como no sabía nada de este mundo, encontré un trabajo como mesera en un café. A ese lugar siempre iban un montón de ñoños que trabajaban en una compañía donde programan estas cosas mágicas. —señaló su celular. —En mi trabajo estaba muy acostumbrada al halago de los hombres y nunca faltaba el que quisiera pasarse de listo, pero él, era el único que ni siquiera me miraba, sólo iba por su café y se ponía a picarle a su computadora como si fuera lo más interesante del mundo.
Entonces el secreto era "ignorarla" —pensó Hiccup, sin creerlo.
—De un momento a otro, yo fui quien no podía dejar de verlo, siempre me preguntaba que tanto escribía en su computadora y a pesar de que hacía mi esfuerzo para llamar su atención él no me hacía caso.
"El karma" concluyó Hiccup.
—Así que, un día me armé de valor y lo invité a salir, aunque él me rechazó.
—¡¿Qué?! —exclamó Hiccup sorprendido, Astrid lo miró con una ceja arqueada.
—Sí. Aunque luego comprendí. Él pensaba que le estaba jugando una broma, ya que no encontraba motivo por el cual yo lo podría estar invitando, además que me aclaró que podría llegar a ser una persona muy aburrida, pero a mí no me importó, le aclaré que no era una broma y que realmente deseaba salir con él, que quería conocerlo más. Entonces, él, no muy seguro aceptó y a partir de ahí comenzamos a salir, aunque sólo como amigos, sin embargo, yo seguía enamorándome más y más de él porque él me motivó a ser alguien más que la mesera o la chica bonita, con su ayuda hasta hice una carrera.
—¿En serio?
—Sí, ahora soy abogada y trabajo en un despacho que atiende casos de violencia familiar y divorcios, por si quieren divorciarse. —bromeó divertida.
Aunque su bromita no le cayó muy bien a cierta rubia.
—Sí, claro. Eso es sorprendente. —opinó Hiccup para no encender más el fuego.
—¿Y después te casaste con este muchacho que te ayudó? —preguntó Astrid, retomando nuevamente la conversación.
—Sí, finalmente él me confesó lo que yo tanto ansiaba escuchar y nos hicimos novios. Hace dos años me propuso matrimonio y claro que yo acepté y apenas pasando nuestra luna de miel quedé embarazada de mis niños.
—Es… una linda historia, Lin.
—Gracias, Hofferson, puedes decirme Raizel.
Astrid se sorprendió, aunque no pudo responderle de la misma forma.
—Pero, entonces… ¿has vivido aquí en Berk todos estos años? —preguntó Hiccup confundido.
—Oh, no. Vivía en una isla que está a unas cuantas horas de aquí, pero hace dos meses mi familia y yo nos mudamos a este sitio ya que promovieron a mi esposo, posteriormente yo encontré trabajo en el despacho. Aunque debo ser sincera, al principio yo no quería mudarme a este lugar.
—¿Por qué?
—Había visto noticias sobre sucesos extraños que ocurrían en este lugar, además por ese atentado que ocurrió en el parque de diversiones y el modo en que esa torre colapsó sin dejar ningún herido, no sé, me dio mala espina y llegué a pensar que era producto de la magia.
—Oh… pues no te equivocas, Astrid y yo estuvimos involucrados en ese ataque, teníamos un enemigo que nos acechaba, pero finalmente acabamos con él.
Raizel al escuchar eso, arrugó el largo de su falda con las manos.
—Ya veo. Entonces con eso confirmo algo.
—¿Qué?
—Que puede ser que haya más hechiceros en este mundo, Hiccup, y temo que entre estas esté mi exmarido, por eso, te decía que me alegraba encontrarte porque supongo que tú me ayudarías en caso de que ese imbécil estuviera rondando cerca ¿verdad?
—Por supuesto, aunque dudo que lo esté, dices que era muy bueno para encontrarte. ¿no? Y hasta ahora él no te ha encontrado.
—Así es. —sonrió levemente Raizel. —Pero aun así no me puedo quitar a veces ese sentimiento de incertidumbre, y no sólo por mi exmarido si no porque encontrarte aquí, me confirma que tal vez haya más personas del mundo oculto viviendo aquí, puede que, no conectados con nosotros, pero que de igual forma tienen magia.
—entiendo, y descuida, si algún día tienes problemas, no dudes en venir aquí. —ofreció Hiccup gentilmente.
Astrid sólo lo miró de reojo, detalle que notó Raizel.
—Claro que también con tu permiso, Hofferson. —dijo inmediatamente.
—Si se trata de proteger a unos pequeños y a la persona que ella ama, no tengo porque oponerme. —dijo ella, finalmente.
Hiccup agradeció la comprensión de su esposa.
—Por cierto, Raizel. ¿Tu esposo sabe de tu magia?
—Por supuesto, Hiccup, no le podía ocultar algo tan importante como eso. —sonrió esta.
—Oh… ¿y cómo lo tomó?
—al principio se asustó, pero luego lo tomó muy bien y como algo fascinante, es medio freak para esas cosas, por eso es mi compañero perfecto.
Hiccup se sorprendió, pero ya no dijo nada.
—¿Y qué hay de ustedes? Cuéntenme más sobre ese hechizo y de su paso del odio al amor.
Hiccup rio y sólo alcanzó a tomar la mano de su esposa que, afortunadamente ya no lo electrocutó, y comenzó a hablar sin parar desde que despertaron del hechizo, el cómo aceptaron a sus hijos, el cómo perdieron a uno y el largo camino de redención, la amistad y el amor, así como los múltiples obstáculos que tuvieron que superar.
Por como lo escuchaba hablar, Raizel pudo darse cuenta de lo mucho que su amigo amaba a su antes enemiga y aunque Astrid no dijera mucho, también podía darse cuenta de lo mucho que amaba a su amigo, pues no por nada ardía en celos por su presencia.
Una hora más tarde y después de haber recibido una llamada preocupada por parte de su marido, Raizel se retiró de la casa Haddock- Hofferson en compañía de Hiccup, quien fue a darle un aventón hasta su departamento, el cual estaba ubicado en el edificio donde el detective había atendido el reporte por la mañana.
—Gracias Hiccup, por el aventón y por presentarme a tu familia.
—No hay de que, Raizel y ya sabes… puedes contar conmigo para lo que sea.
—Lo sé.
Y como despedida ella se abrazó a él, Hiccup finalmente pudo serle reciproco pues ya no sentía ningún nerviosismo con ella, su ex amante había dejado de ser eso para sólo convertirse en una amiga más de las que ya tenía.
—Bien, te dejo, que mi marido debe estar muy preocupado y más vale que tu vuelvas y consientas un poco a tu fierecilla.
Hiccup hizo una mueca de molestia ante aquella ofensa.
—Astrid es mucho más hermosa que tú. —le respondió burlonamente tal cual su hijo lo había hecho.
Raizel rio y rodó los ojos.
—Es el amor, Hiccup, el que nos vuelve ciego.
—Sí, claro… buenas noches, Raizel.
—Buenas noches, Hiccup.
Bajó ella del carro y lentamente se alejó del auto de Haddock, hasta que finalmente entró a su edificio.
Quedándose solo, Hiccup condujo de vuelta a su hogar.
Llegando a casa, notó primeramente que habían reemplazado los focos destrozados y también que no había nadie en la planta baja pues todo estaba en silencio, sin embargo, de igual manera se asomó a la cocina para cerciorarse. No encontró a nadie, pero sí se dio cuenta de lo limpia que esta estaba, solamente en la mesa estaba una barra de pan, así como unos aderezos lo que le dio a entender que su familia había cenado sándwiches y lo confirmó cuando debajo de una tapa encontró un par para él.
Cenó en silencio, sintiendo un poco de soledad pero que a la vez le sirvió un poco para pensar sobre todo lo sucedido y en lo mucho que amaba a su familia y lo solitaria que probablemente sería su vida si nunca los hubiera aceptado.
Terminando con la cena, limpió lo que faltaba y finalmente subió a la planta alta. Primeramente, fue a la habitación de sus hijos, los cuales muy entretenidos jugaban un juego de monopolio con los dragones. Lo invitaron a jugar con ellos, pero tuvo que rechazar la oferta puesto que aún le faltaba un asunto más por arreglar, así que se despidió de sus hijos y guías y fue hacia la habitación principal.
Al entrar a esta, inmediatamente encendió los silenciadores y cerró con seguro la puerta.
Vio que Astrid estaba sentada en la orilla de la cama, le daba la espalda y se cepillaba el cabello. Por cómo lo veía Hiccup se dio cuenta de que recién había terminado de bañarse por segunda vez en el día.
Se acercó y sin decir nada se sentó a un lado de ella.
En ese momento, Astrid dejó de cepillarse el cabello.
—Lo siento, me comporté como una tonta. —susurró ella con arrepentimiento. —Ya vi los mensajes que me dejaste.
—No, no tienes por qué disculparte. —negó él con la cabeza. —Tomo la responsabilidad que me toca, debí decirte inmediatamente lo que sucedía.
Astrid suspiró.
—Mira Hiccup, no pretendo ser el tipo de esposa controladora que tiene que saber todos los movimientos de su marido, sabes que no soy así.
—Lo sé.
—Sin embargo…— apretó ella el cepillo.
Hiccup vio con tristeza lo mucho que se estaba reprimiendo o eso pensaba puesto que de repente sintió ligeramente como el suelo que pisaba comenzó a temblar.
—Perdóname. —repitió la cabizbaja Astrid, soltando unas lagrimillas que intensificó el temblor en la habitación.
—No, no, no, no por favor, no llores. — se abalanzó Hiccup para abrazarla y detener el temblor con su magia. —No lo hagas que me vas a hacer llorar a mí.
—Es que… pensé… siempre había pensado que si… un día la llegabas a volver a ver… me dejarías a mí. —le confió ella en sollozos.
—No, claro que no. —la apretó más él. —¿Por qué dices eso?
—Ella es más bonita y agradable que yo. —bufó molesta, rodando sus lagrimosos ojos.
—Por supuesto que no. —rio Hiccup ante aquella tontería.
—Claro que sí, bastó con verla hoy… comparándome con ella yo…
—Ya no más, Astrid. —se separó Hiccup de ella. —Tú eres más hermosa que Raizel a tu manera. Te lo dice alguien a quien le tomó ¡años! notarlo. No necesitas usar nada extravagante o costoso para llamar la atención, ni comportarte como tonta, estás bien así tal como eres y como estás así en pijama, desaliñada, créeme no importa que te pongas con cualquier cosa me pareces una diosa.
—Ay, eres un idiota. —rio Astrid sin dejar aun de lagrimear.
—Sí, tal vez, pero sabes… ni siquiera debería importarte mi opinión, si te quieres ver y sentir hermosa eso debe salir de ti. Tú debes ver por ti misma lo hermosa que eres y lo mucho que vales, así que ya no llores ni pienses en tonterías porque, así como eres, estás bien y eso es lo que a mi me enamora de ti.
Astrid volvió a reír y se abrazó nuevamente a él, queriendo sentir su calidez.
—entonces, me querrías ¿aunque me saliera barba y decidiera no cortarla? —bromeó ella, acariciando la de él.
—Con barba o lo que sea o si no te quieres afeitar las piernas. —dijo el juguetonamente acariciando una de estas. —O si te sacas y te comes los mocos no me importaría, si soporto tus gases y tu mal humor puedo soportar todo.
—¡Oye! —gritó ella sonrosada, dándole un golpecito. —¡Ni que los tuyos olieran a rosas!
Hiccup rio y ya no dijo nada, juguetonamente la acostó en la cama y comenzó a hacerle cosquillas, claro que esto le costó una torcedura de brazo, pero cuando finalmente ambos se calmaron, sólo se acostaron en la cama, muy cerca del otro. Ella feliz de reafirmar lo que ambos sentían, él feliz por confirmar que había dejado el pasado en el pasado.
Continuará.
Ya lo pasado pasaaaaaaaaaaaaado, ya olvidééééé, ya olvidéééééééé XD Me acordé de esa canción cuando escribí el ultimo párrafo.
Nota de autora: ¿Y bien que les pareció? ¿Se lo esperaban? XD. ¿Siguen considerando a Raizel aliada o enemiga?
Por cierto, la parte final también está inspirada en la canción Godness de Avril Lavigne: en especial este fragmento:
"Me trata como una diosa, diosa. Piensa que soy sexy en mis pijamas, cuando más soy un desastre caliente, más se vuelve loco… él me trata como una diosa.
Difícil mantenerlo modesto… piensa que mi cuerpo es impecable…él me trata como una diosa"
Spoiler del próximo capitulo.
¡Alúmini pondrá sus huevos! El problema…no es 1, son 3.
Espero que les haya gustado.
Comentarios de Fanfiction.
Gracias a HeatherMino y BlackWolf19.
A los seguidores, favoritos y anónimos y lectores de Wattpad muchas gracias. Nos seguimos leyendo.
16 de mayo de 2021
