Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)

Harén de Harry.

HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.

SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.

Capítulo 65: El Recuerdo.

Era de noche, Zoe trataba de estudiar, trataba de concentrarse, hasta que sintió un fuerte dolor en el pecho, Tulak Hold, abandonó su ser.

Abandonó su alma, por ser incapaz de querer alcanzar su sueño, su objetivo de aquel mundo justo para los Hijos de Muggles, Mestizos y Sangre Pura.

— "No" —se dijo a sí misma. — "Él no me abandonó por eso, me abandonó porque era débil, porque he comenzado a dudar, porque no estoy dispuesta a tomar un camino cruel" —sonrió para sí misma. Hannah Abbott, se había acercado a ella, hace algunos días, después del curso de Aparición.

Recuerdo

¡¿Qué haces con eso?! —chilló una asustada Zoe.

Hannah enseñó una sonrisa, pero no era una sonrisa cruel o despectiva, no se burlaba de ella. Era una sonrisa amable. En su mano, sujetaba algunas hojas, en las cuales Zoe tenía anotados sus deseos de propuestas para el Ministerio. —Tranquila, no vengo a...

¿Vas a burlarte?

No —dijo Hannah, sorprendida por tales palabras. —Claro que no. —le tendió el libro. —Esto es muy distinto, a como sonaste, aquella vez el año pasado, ¿sabes?

Sí. Yo... yo estaba mal. Estaba actuando, igual que lo haría un... un dictador. Y es justamente, lo que está haciendo Ryddle, ¿no? —preguntó Zoe, Hannah asintió. —Jamás pondría a un grupo de personas, ni mucho menos, a los Hijos de Muggles de mi lado, y los haría levantar sus varitas, en contra de los Sangre Puras o de los Mestizos, si quieres que algo se haga, tienes que hablarlo, y buscar personas afines a tus metas, pero... —suspiró. —No puedo simplemente, gritar mis ideas, y obligar a que otros piensen como yo quiero que piensen. Necesito hacerlo por la vía legal, necesito que mi discurso, deje atrás el odio.

Fin del Recuerdo

Aunque sus compañeros no entendían, lo que le había ocurrido a Zoe; vieron que estaba pálida, sudorosa, con la mirada perdida y las pupilas encogidas, así que la cargaron y la llevaron a la enfermería, decidieron irse, quienes la llevaron eran Sangre Pura. Ella no les agradaba mucho, a decir verdad, pero ahora varios de ellos, entendían como se debían de sentir otros, cuando ellos gritaban a voz en cuello, que eran Sangre Pura.

Ninguno era un Mortífago, pero defendían sus ideales, aquellas ideas con las cuales se criaron, defendían aquello con lo cual habían nacido y ahora entendían, cuan incomodo era esto, para otros alumnos, especialmente si eran Hijos de Muggles.

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― ¡Bien! ―gritó Slughorn y todos aquellos, que estaban cerca de la oficina del director, escucharon a la perfección. ― ¡AQUÍ ESTÁ!

― ¿Renuncias?

― ¡Por supuesto que no! ―Dijo escandalizado. ― ¿Dónde encontrarás a alguien más, o mejor que yo, para dar Pociones, Albus?

―Te protegeré Horace, lo juro. ―Dijo Dumbledore, mientras que el profesor de Pociones, salía de la oficina, todos le vieron pálido.

Ante aquello, Harry supo que el profesor Dumbledore, lo había logrado, pero bueno: era hora de ir a la clase de Alquimia, ya esperaría otra cita con Dumbledore, o escuchar lo que deseara decirle, con respecto a ese recuerdo de Slughorn.

En sus sueños, Harry vio como los Mortífagos, atacarían el colegio, desde dos flancos: vio como atacarían saliendo de la Sala de Menesteres, desde la sala de los Objetos Ocultos, pero ese problema ya había sido resuelto, gracias al círculo rúnico, que colocó en la habitación, eso les extraería la magia y volvería a ellos, de una forma explosiva.

Vio como atacarían desde fuera, como caminarían hacía el colegio.

Cuando despertó, eran las dos de la madrugada, gruñó y volvió a acostarse, necesitaba dormir, y luego le diría a Dumbledore, sobre el sueño. O más bien: La visión.

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En la clase de Alquimia, Harry dio paso a crear un Homúnculo, pero no uno diminuto, ni tan siguiera de forma humana.

Sería monstruoso para sus enemigos, serían criaturas de gran tamaño, similares quizás a perros, pero cuyas quijadas, estarían compuestas por puntas de espadas afiladas y tendrían cuencas en lugar de ojos, hacer que se guiara por Ecolocalización, fue tan fácil, que Harry tuvo que repetir el experimento, un par de veces más.

Harry, colocó los embriones de sus "Sabuesos de Tindalos", en frascos llenos de un líquido: compuesto por agua, sal y ácido ascórbico, y cuando estuvieron listos, los llevó a la Sala de los Objetos Ocultos, colocándolos en los rincones de la habitación. Tarde o temprano, surgirían.

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Y una vez más, Harry, Hermione, Susan, Daphne, Padma, Hannah y Neville, se encontraban ante Dumbledore, quien les guio a su Pensadero y al recuerdo que le entregó Slughorn.

Recuerdo

¡Por Dios! ―dijo Slughorn, mirando la hora. ― ¿Ya es tan tarde? ―volvió su mirada, al chico de cabello negro. ―Tom, será mejor que vuelvas, a la Sala de Slytherin. No sería bueno que te pasearas en las noches, aunque seas un Prefecto.

Sí profesor, pero yo... quería hacerle una pregunta.

Adelante muchacho, pregunta. ―Dijo el hombre, afectuosamente. ― ¿Qué raro pensamiento te invade?

Profesor, he estado investigando, sobre una magia oscura, pero la información que encuentro es... insuficiente, no hay información, sobre esta magia, ni siquiera en el libro de la "Historia del Mal", quieren que aquello desaparezca. ―Dijo Tom Ryddle, a modo de introducción, mientras que el hombre esperaba pacientemente. ―Profesor, ¿sabe usted, sobre los Horrocruxes?

Sí, bueno Tom... debes de entender, que es una magia muy negativa...

¿Es verdad, que se logra la inmortalidad? ―preguntó Tom, rápidamente.

No Tom. ―Dijo Slughorn, frunciendo el ceño. ―La inmortalidad jamás se logrará, pero ciertamente, el Horrocrux se acercaría, pero... esa no sería vida, pues si el Horrocrux es destruido, tu alma será atrapada en el Limbo.

¿Cómo? ―preguntó Tom, y Slughorn supo, que no preguntaba, respecto a cómo era el alma atrapada en el Limbo.

Matar desgarra el alma, y necesitas estas ocho runas, luego tomas un objeto cualquiera ―puso por ejemplo un borrador del tablero. ―Y así de simple, pero también de peligroso. Una parte de ti, se pierde cuando asesinas, y una parte aun mayor de tu humanidad, se pierde, cuando creas el Horrocrux.

Fin del Recuerdo

Entonces, por obra de la mismísima magia, la Dama Gris apareció y se inclinó ante Dumbledore, habló de forma tan extraña, que se hizo palpable que ella quería rebelar algo, pero que le temía a...

Algo o a alguien.

Dumbledore unió los puntos: Helena Slytherin-Ravenclaw, había robado la diadema de su madre, para ser más inteligente que ella, la ocultó en un árbol hueco en Albania, el barón sanguinario fue a buscarla, la mató, se suicidó y ambos volvieron como fantasmas.

Gracias a su belleza física y su don de la palabra, Tom Ryddle convenció a la Dama Gris, de que le dijera donde estaba la diadema de su madre y ella le dijo dónde encontrarla, Tom convirtió la diadema en un Horrocrux y lo ocultó en la Sala de Menesteres, en la Sala de Objetos Ocultos, pero Harry juró que él mismo se haría cargo de destruir la diadema, de acabar con el último Horrocrux de Tom Ryddle, que era innecesario, que Dumbledore se arriesgara a ir.

Pero el verdadero motivo, para que él no fuera, era porque los círculos rúnicos podrían activarse, y matar al anciano.