Capitulo 61: Elsa – Ebriedad.
No recordaba la última vez que había bebido por diversión.
Tal vez ese año donde Anna estaba de cumpleaños y habían iniciado su relación. Se emocionó un poco con la ocasión, lo cual terminó siendo un caos. El alcohol, siempre era un caos.
Desde ahí se acostumbró a beber para distraer un poco sus pensamientos dolorosos que tanto la atormentaban. Lo hacía para ahogar sus demonios, para olvidar su vida, su pasado, su presente. Sus pecados.
Ahora ya no. Ya no tenía que luchar contra estos, no más.
Soltó una risa al escuchar a Anna, la cual estaba a su lado, su rostro sonrojado, y de su boca salieron palabras atropelladas. Ambas estaban en su gran cama, mirando el techo, soltando risas de vez en cuando.
Era pacifico.
"Esto me hace acordar cuando comí demasiados chocolate de licor."
La escuchó hablar, su voz un poco más decente. Soltó una segunda risa, siendo acompañada de la risa de la pelirroja. Le había contado esa historia hace tiempo, cuando vivía con su madre y había asaltado una caja de bombones de extraño contenido. Anna era muy joven para beber en ese entonces, así que el licor en los bombones fue suficiente para hacer el mundo girar a su alrededor. Y por supuesto, Anna no se iba a comer solo uno, si no que la caja entera.
"Había olvidado lo que era beber por diversión."
Anna la miró, sus ojos brillando, para luego soltar una carcajada. Al parecer sus palabras se arrastraron lo suficiente para hacer reír a la menor, por su parte, se escuchó normal, aunque era de imaginarse que sus sentidos no estuviesen del todo estables. Se habían tomado al menos dos botellas de champaña y unos tragos que se hicieron. Habían bebido demasiado y agradecía que sus órganos estuviesen en buenas condiciones, o sería peligroso.
No entendía como aún no se habían dormido.
Probablemente en la mañana no recordarían nada de las estupideces que estuvieron hablando.
Dejo de mirar el techo y volvió a mirar a su hermana, con lentitud, no quería marearse como cuando subieron al cuarto, donde las escaleras fueron un enemigo digno que casi las hace vomitar todo lo que bebieron. Pudieron descansar de la subida cuando se quedaron en la cama, y ahí permanecieron, sin poder moverse.
Ya sentía sus manos y pies entumecidos, y para que iba a decir que sentía su lengua entumecida también, ya que era de imaginarse.
Anna no solía beber, no importaba cuan mal se sintiese, así que parecía que el alcohol había arrasado con su cabeza, ya que tenía su mano frente a sus ojos, moviendo sus dedos y sonriendo, como si su propia mano fuese lo más interesante y divertido del planeta. Cualquiera diría que esta estuvo consumiendo otra cosa que no era alcohol. Al menos no se había puesto malhumorada, lo que agradecía. Anna era algo impredecible.
Ella no recordaría nada en la mañana, era seguro.
Sonrió ante el pensamiento.
"¿Puedo hacerte una pregunta importante, Anna?"
Esta dejó caer su mano y la observó, con lentitud, sus pupilas estaban dilatadas, dejando ver muy poco del turquesa de sus ojos. El rojo en su rostro escondía algunas de sus pecas. A pesar de reírse de todo, la pregunta la tomó por sorpresa, parecía incluso algo asustada y su ceño se frunció de inmediato.
"¿Es una pregunta difícil? ¿Es una clase de trampa para ebrios?"
Rio ante la deducción, y negó con el rostro, sintiéndolo arder aún más.
"Quiero preguntarte algo, y quiero pensar que lo olvidaras por la mañana."
Las cejas de Anna siguieron haciendo presión entre ellas por unos momentos, y luego soltó un suspiro, relajándose y observando una vez más el techo.
"Preguntame, de todas formas, dicen que los ebrios no mienten."
Y esperaba que esa afirmación fuese correcta, aunque no es que Anna fuese la mejor mentirosa del mundo. Incluso si intentaba ocultar algo, simplemente lo soltaba sin querer.
¿Se sentiría mejor con la respuesta?
De hecho, ¿Necesitaba esa respuesta?
Probablemente sí. Probablemente no. Pero sentía que aquello le sería bueno para su paz mental.
"Si despertases a los dieciséis de nuevo, sabiendo todo lo que ocurre en el futuro…" Anna parecía enfocar la mirada, estudiando sus palabras. "¿Te habrías acercado a mí en el funeral?"
Anna la miró, concentración en su mirada, y luego miró a otro lado, pensativamente. Puso una mano frente a su rostro una vez más, la luz de la mesa de noche molestándole en los ojos. Parecía tomarse su tiempo, así que continuo.
"Hubieses sabido todo lo que aquello habría gatillado. Nuestra relación, nuestros problemas, las mentiras, los secretos, la corporación."
"Si no te hubiese hablado, ¿Qué habría pasado?"
Anna finalmente habló, con su voz de ebria, pero con ese tono serio que ella usaba exclusivamente en las situaciones más tensas existentes. Su madurez siendo cada vez más notoria con los años. Con el tiempo sentía que Anna había madurado más que ella en todo ese tiempo juntas.
"Hubiese llegado el día donde averiguaría que soy parte del apellido Arendelle. Probablemente cuando fuese a la corporación tu ya estarías instalada, iría a conocer a la hermana que jamás conocí."
"Estaría ahí, nerviosa, sería una gran noticia para ambas."
Siguió su historia, viéndose envuelta en la comodidad del momento, donde podía imaginar todo aquello con facilidad, las situaciones aparecieron muchas veces en su mente, intentando repensar situaciones que jamás pasaron que jamás pasarían. Anna soltó una risa.
"'Eres mi hermana, esto es incómodo', te habría dicho, intentando que mi incomodidad no hiciera todo aún más incómodo y raro."
Podía imaginarla arreglándose el cabello y desviando la mirada, una sonrisa nerviosa en su rostro.
"Te diría que cuidaré de la empresa hasta que tu cumplas la mayoría de edad y podamos manejarla juntas, prometiéndote que no arruinaré nuestra herencia."
Anna se quedó en silencio, pensando. Su rostro estaba completamente ilegible.
"Te diría que no."
La miró con asombro, la respuesta tomándola por sorpresa. Esta la miró, notándose más lucida, sus ojos brillando, pero con un todo más sombrío de lo que acostumbraba, luego estos brillaron conforme comenzó a hablar.
"Tendrías poder sobre mí, siendo joven aun, así que te pediría que me ayudes a entrar en la universidad. Siempre quise conocer el mundo, conocer personas, no estar sola, así que salir de ese departamento e ir a unos dormitorios donde viviría con más personas, sonaría genial. Tal vez haría otra cosa en vez de estar en la empresa, seguir mi propio camino, algo así. De todas formas, nunca fui criada para administrar nada, diferente a ti.
No lo había imaginado en lo absoluto, pero aquello era algo que temía.
En ese futuro ellas no tendrían ningún tipo de conexión, seguirían siendo extrañas que compartían un documento legal con sus firmas. Tal vez ni siquiera existiría una conexión fraternal en lo absoluto. No serían nada. ¿Una vida sin Anna? ¿Podía sentirse feliz sin ella alrededor?
Anna soltó un suspiro pesado, junto con una risa extraña.
"Tal vez nos visitaríamos de vez en cuando si llegásemos a entablar una relación, ya sabes, como hermanas, visitas familiares y cosas así, navidades, cumpleaños. Nuestros hijos siendo amigos. Pero ¿Realmente me sentiría feliz con algo así?"
Le sorprendió cuando Anna dijo lo que ella había pensado, sintiendo su nuca arder.
Unos momentos después, está la miró, sus ojos fijos, serios, intensos, no recordaba haberlos visto así nunca en su vida.
"Cuando te vi en el funeral, lo supe enseguida, me dije 'Ella es igual que yo', algo me decía que era así, que sufriste lo mismo que yo. La soledad, el aislamiento. Te veías sola, y mi pecho se apretó. Nadie debería estar solo, Elsa. Nadie. Y al mirarte supe que no quería que estuvieses sola como yo lo estuve, sintiéndome marginada de toda la humanidad. Así que si, la respuesta es sí."
Su cerebro se demoró unos momentos en captar la respuesta.
¿Te habrías acercado?
Si.
"Si ir a la universidad y tener una vida normal significaría el haberte dejado sola aquel día, entonces no aceptaría esa realidad. Tal vez sufrimos, tal vez nos sentimos encadenadas, sin libertad, quizás aun nos sentimos así, pero estamos juntas, estuvimos destinadas a estar juntas desde un inicio, así que solo recuperamos lo que nos pertenecía. Y me da igual lo que esté bien o mal, o que otros quieran o lo que se espere de nosotras. Tuvimos una infancia de mierda, una vida de mierda, perdimos a nuestros padres, ¿Esto que tenemos? Es lejos lo mejor que nos pasó. Y para ser honesta, no te dejaría ni por el futuro más brillante, porque sin ti no conocería la verdadera felicidad, sin ti no estaría completa, Elsa."
Tal vez era el alcohol, pero nunca había sido tan fácil el que las lágrimas escapasen de sus ojos. Se acercó y la tomó de las mejillas, no pudiendo contener las ganas de estar cerca, de besarla, de sentirse con un peso menos. El pasado la iba a perseguir, pero no había nada que pudiese lastimarla, ni siquiera un futuro diferente y distante. Escogerían el mismo camino una y otra vez sin dudarlo.
La besó, sintiendo su lengua extraña, adormecida, pero aun así siendo capaz de saborear los rastros de alcohol en la boca ajena. Las manos de Anna no vacilaron ni un segundo en aferrarse a sus caderas, con la intención de pegar sus cuerpos. Sentía su propio cuerpo arder, así como el ajeno, ardiendo aún más. Tenía los ojos cerrados, y aun así era como que todo giraba a su alrededor, mareándola.
Tal vez no fue buena idea beber tanto.
Pudo sentir como una risa salía de los labios de la pelirroja, los cuales seguían unidos a los suyos.
"¿Será la primera vez que lo haremos a tropezones?"
Soltó una risa, asintiendo ante la pregunta. Sentía el calor inundando todo su cuerpo, así como su rostro.
"No te perdonaré si te duermes a la mitad, ahora besame."
Anna pareció sorprendida, pero deleitada.
Recibió un beso intenso, junto con el cuerpo que se acomodaba sobre el suyo. Las manos de Anna no se detuvieron en sus caderas, si no que pasaron por sus curvas, bajando a sus muslos. Podía sentir las uñas raspando en la tela de sus pantalones, buscando con urgencia los botones para poder deshacerse de ellos. Lo hacía con impaciencia, como un animal rábido. Disfrutaba de esa sensación de locura que provocaba en la menor.
Rodeó el cuello de la menor con sus brazos, con anticipación, sintiéndola hurgar en su entrepierna. Soltó un jadeo. Ahora quedaría aún más mareada e indispuesta que hace unos momentos, pero no podía evitar sentir la ansiedad en su cuerpo. Se sentía fuera de sí, y nuevamente culpaba al alcohol. Se sentía diferente a las otras veces, tal vez era simplemente porque se trataba de una situación buena, agradable, no llena de pánico y desesperación.
Sus piernas se sentían adormecidas, como la mayor parte de su cuerpo, pero podía notar como estas temblaban, sobre todo cuando los dedos de Anna finalmente entraron en su centro. Su cabeza ya estaba lo suficientemente caliente, e incluso le sorprendió sentir aún más calor en su cuerpo. Acostumbraba más el frio, así que ese calor tan intenso hacía que su cabeza girara, más de lo imaginado.
Su cuerpo se sintió más cómodo cuando Anna le sacó su ropa superior en un movimiento rápido, intenso y precipitado, incluso brutal, pero cumplió con el propósito. Ya sentía su piel húmeda por el sudor, gracias al calor, ante la deshidratación, ante el cuerpo cálido de Anna pegado al suyo y ante sus propios movimientos inconscientes llenos de éxtasis.
Fue una liberación.
Cerró sus ojos y dejó su cabeza caer hacía atrás, acostandola en la almohada. Podía sentir los labios de Anna pasar por su cuello, por su pecho, por su clavícula, dejando una sensación helada cuando lo frio del ambiente reaccionaba con la saliva en su piel. Dicho sentir fue aún más placentero en aquel segundo. Disfrutaba de cada caricia, de cada roce, de cada beso, y se alegraba de que su cuerpo tuviese la suficiente sensibilidad ante el hormigueo incesante.
Los sonidos que su boca dejaba salir estaban fuera de su jurisdicción, y cuando abrió los ojos, queriendo ver a la pelirroja y asegurarse que esta seguía ahí, la vio con sus turquesas brillando. Sus ojos intensos, su ceño fruncido en concentración, sudor corriendo por sus sienes y con sus mejillas enrojecidas como nunca. Realmente hacerlo en esas condiciones no era la mejor idea, ya que la resistencia de ambas parecía disminuir.
Anna le sonrió, su expresión agotada.
Llegó a su límite en aquel instante, sintiendo escalofríos en toda su columna, la piel en su nuca erizándose.
El cuerpo de Anna cayó encima suyo, cansado, y a pesar de su propio cansancio, se esmeró en abrazarla, o más bien sujetarla. Podía sentir los jadeos de esta en su cuello, intentando con todas sus fuerzas el recobrar el aliento, luego de unos momentos se calmó, su respiración silenciándose lo suficiente, y supo que esta se estaba quedando dormida.
Dejó un beso en la mejilla pecosa, y se dio cuenta que no podía moverse, ni podía mover el cuerpo sobre ella, así que solamente cerró los ojos.
Ambas iban a necesitar agua con urgencia, pero ahora no podía importarle menos.
"Tampoco te cambiaría ni por el mejor futuro existente."
Escuchó un 'te amo' en respuesta, y durmió plácidamente, sin pesadillas, sin miedos, y sin los tortuosos recuerdos de sus más grandes errores.
Una noche de paz.
Capitulo siguiente: Weiss – Charla.
Hey, algo candente el capitulo ah, creo que este fue a causa del anterior, donde puse una situación coqueta y no la terminé y quise vengarme por eso. Como sea, aquí parece estar todo en buenos términos, y bueno, en el siguiente sabremos si Ruby sobrevivió, inserten emoji de cara sonriendo con cuernos o algo así.
Nos leemos pronto.
