ATENCIÓN: Este capítulo contiene escenas violentas, relacionadas con abuso físico que pudieran perturbar la sensibilidad de algunas personas. Si has sufrido algún tipo de abuso físico relacionado a lo sexual o eres demasiado impresionable favor de detener la lectura.
Leer bajo su propia responsabilidad.
Los personajes no me pertenecen son creación del gran Akira Toriyama. La trama e historia si son idea original mía.
Gritas, pero no puedo escuchar una palabra de lo que dices, estoy hablando en voz alta sin decir mucho. Soy criticada, pero todas tus balas rebotan. Me derribas, pero me levanto. Soy a prueba de balas, nada que perder, dispara lejos, dispara lejos. Rebotan, toma tu tiempo, dispara lejos.
Disparame, pero no caeré, soy de titanio... - Titanium, David Ghetta
"...Corría sin parar, pero el monstruo todavía la iba siguiendo, gritaba pidiendo auxilio; pero nadie llegaba a ella, corrió desesperada desde el laboratorio hasta la zona de entrenamiento donde seguramente hallaría a Nappa y a Radditz junto con Trunks.
En su intento por correr más rápido cayó lastimándose la rodilla. No importaba, lo único realmente importante era hallar a alguien que la ayudara.
Mientras corría por los pasillos, veía que el negro apremiante de la obscuridad parecía engullirla, las luces blanquecinas del pasillo parecían refulgir en forma extraña, dándole al momento un aura tétrica y desolada.
Sabía que ese demonio le seguía los pasos, pero su alegría fue inmensa al llegar a la puerta de la zona y poder abrirla sin problemas, ubicó el lugar donde normalmente entrenaban los saiyajines junto a su pequeño — ¡Radditz, Nappa auxilio! — Su grito desesperado retumbó por todo el lugar pero parecía como si estuviera vacío, al fondo escuchó la voz suave de su pequeño — ¿Mami? — al escucharlo llamarla su instinto se activó y llegó hasta donde su pequeño estaba sentadito.
—¡Trunks! ¿Por qué estás solo? ¿Dónde están Radditz y Nappa? — lo levantó del suelo mientras seguía corriendo dentro de la zona de entrenamiento — ¿Mi amor donde están ellos? – El pequeño la vio con confusión, la científica se veía muy alterada — No sé mami...
Salió de ese lugar y corrió desesperada, la base estaba a obscuras, ningún sirviente estaba ahí ningún saiyajin aparte de su pequeño niño; de pronto, sintió pánico de pensar que solo estaban ellos dos y el monstruo en ese lugar.
Debía alejar a su pequeño niño del lugar, no lograría llegar hasta su nave, corrió nuevamente a la zona de entrenamiento y fue rumbo a la cámara de gravedad que le había diseñado a Vegeta, con el corazón latiéndole fuertemente la abrió, y decidió que lo mejor era esconder a su pequeño, no dejaría que el monstruo le hiciera daño.
—Mi vida, te vas a quedar aquí, no abrirás a nadie si no soy yo o Nappa, ¿Me escuchaste? — El pequeño la miraba atemorizado — ¡No mamá Tunks contigo! — chilló el pequeño, el miedo se reflejaba en las pupilas azules de su pequeño hijo.
Supo que debía tranquilizarse si quería lograr que su pequeño se quedara ahí, necesitaba protegerlo y el tiempo apremiaba — Mi amor ¿Es sólo un juego ok? Vas a quedarte aquí, mami vendrá por ti o Nappa. Si no es uno de nosotros no abrirás, si es uno de nosotros toca este botón, le indicó cuál y puso una silla para que él pudiera alcanzar, y abres, pero solo a nosotros, ¿Está bien?
El pequeño saiyan la miró a los ojos, pero Bulma a pesar del pánico y terror que sentía habia calmado su corazón y sus ojos solo reflejaban tranquilidad, el pequeño crío se tranquilizó y se quedó ahí sentadito jugando.
La científica cerró la cámara y puso el campo de fuerza de protección, nadie salvo ella sabía los códigos para quitarlos y ninguno de ellos tenía la suficiente fuerza para quebrar esa barrera, solo Vegeta.
Con el corazón latiendo fuertemente y las lágrimas escurriendo en su rostro, empezó a correr, escuchaba los gritos de la bestia buscándola.
—¡No tienes donde esconderte! ¡Sal maldita zorra y seré clemente! — el grito embravecido de aquel demonio le erizaba la piel, recordó el arma prototipo que estaba haciendo e intentó regresar al laboratorio por ella, ya casi había logrado regresar a este, faltaba poco solo tenía que correr unos cuantos cientos de metros por ese pasillo obscuro.
Una luz parpadeante que amenazaba con fundirse en cualquier momento era todo lo que alumbraba su camino. Comenzó a correr con todas sus fuerzas ya veía la puerta del laboratorio, una sonrisa esperanzadora se dibujó en su rostro; Cuando de pronto, sintió ser fuertemente jalada.
Un dolor agudo punzó en su brazo derecho —¡SUELTAME!— ordenó la peliazul desesperada, pero nadie escuchaba sus gritos y vio de frente al demonio que la cazaba, unos ojos rojos inyectados de sangre y una sonrisa demoniaca la recibieron.
El grito de la ojiazul fue espeluznante..."
Despertó asustada... El sudor la recorría por completo mientras su respiración agitada le decía que mucha adrenalina había corrido por su cuerpo. Trató de tranquilizarle al reconocer que solo había sido otra maldita pesadilla más, desde que aquello sucedió.
Fue a revisar que las defensas de la nave estuvieran bien, al comprobar que todo estaba en orden fue a la cocina; se tomó un vaso de agua, observó su mano derecha, aun temblaba violentamente.
—Malditas pesadillas— fue todo lo que con enojo dijo, quiso seguir bebiendo del vaso con agua, pero fue imposible. De pronto se sintió muy sucia, el asco atenazaba su estómago y supo que necesitaba quitarse la suciedad de encima.
Entró cómo loca al bañó se desnudó y comenzó salvajemente a tallar su delicada y blanca piel, enrojeciéndola y lastimándola en el acto, por la forma tan cruel en que se tallaba. Un grito de dolor desgarrador salió de su boca y apenas pudo detenerlo con la palma de su mano para no despertar a su pequeño niño.
—¿Por qué Kami?¿¡Por qué!? — Se sentía sucia y violentada, pero debía dar gracias a Kamisama que seguía viva.
Lo que pasó no era más que un aliciente para poder salir de ahí, no importaba que la mayoría de ellos la quisieran, nunca iba a dejar de ser una humana, una raza diferente y siempre iba a seguir en peligro de que alguien más quisiera tomarla en contra de su voluntad.
Aún llorando siguió tallando su cuerpo rudamente, tratando de calmar el dolor, el coraje y la frustración por los acontecimientos recientes.
La ojiazul siempre fue una persona intrépida, había estado antes en la tierra en situaciones difíciles, donde en varias ocasiones pudo haber sido víctima de abuso por parte de algún hombre, pero ella era temeraria y siempre iba armada. El problema es que ahora no estaba en igualdad de condiciones, estaba en un planeta extraño, con guerreros demasiado fuertes contra los cuáles no tenía posibilidad alguna de ganar...
Paragus Se encontraba furioso y humillado, le dolía el orgullo. Había hecho todo un plan y logística, para poder tener una nave disponible para que la humana pudiera escapar rápidamente sin que supieran que se había ido. Si se llevaba la nave en la que llegó, entonces fácilmente podía ser detectado el movimiento por Nappa.
Hizo que Suzuke manipulara el sistema para que esa nave que manipuló estuviera fuera del alcance del radar, así le daría tiempo para alejarse de ellos. Estaba contento con su plan, ahora solo esperaba el momento de poder acercarse a la hembra terrícola y convencerla de la huida.
Fue entonces cuando recibió la llamada de Kale donde literalmente se burló de él y lo humilló, los celos de por sí no lo dejaban vivir, de sólo pensar que ese mal nacido de Vegeta ponía sus perdedoras manos sobre ella, y que seguramente entrenaba a Chard y se enorgullecía de él, como si en verdad su semilla fuera capaz de dar un saiyajin tan honroso como el pequeño saiyajin pelinegro.
Recordó con furia la forma en que Kale se burló de él, negándole la paternidad al recalcarle que el padre era Vegeta. ¡Lo odiaba! Odiaba a ese pobre diablo que se hacía creer un príncipe.
Daba vueltas en su cuarto rumiando el coraje, mientras con un rastreador revisaba donde estaban los demás saiyajines.
Excepto por el principio, donde llegó a quedarse en algunos momentos a solas, casi siempre había alguien cerca de la humana, ya sea que se quedaran dentro del laboratorio o afuera haciendo guardia. Ya tenía el plan armado ahora necesitaba una oportunidad de hablar a solas con esa maldita mujer.
Se sentó en el escritorio que tenía en su habitación dentro de la base. Vio la botella de ese licor exótico que le dieron en uno de los asteroides comerciales.
Al igual que el resto de los saiyajines, Paragus no era muy afecto a tomar. Pero la ansiedad y la frustración estaban haciendo estragos en su paciencia y decidió tomar una copa.
Poco a poco su mente traicionera le traía el recuerdo de la humillante llamada, mientras el calor del licor le calentaba las entrañas, por su mente pasaban imágenes de Chard y ella al lado de Vegeta. Seguramente ese idiota no sabría como entrenar correctamente al pequeño saiyan, no le daría el entrenamiento adecuado y no sacaría su potencial.
Un gruñido de bestia herida salió desde el fondo de su ser al pensar que la hermosa guerrera estaría en esos momentos, entre los brazos de ese infeliz; tomó otro fuerte trago hasta el fondo.
—Ese maldito bastardo no los merece, ellos valen demasiado, y encima su maldita concubina y el bastardo son cuidados como si lo valieran — Enojado apretaba los dientes.
No se dio cuenta cuánto alcohol había estado bebiendo, la botella estaba casi vacía pues entre recuerdo y recuerdo, y entre imágenes perturbadoras de lo que podrían estar haciendo Vegeta y Kale, la cantidad de bebida que había ingerido se le salió de control.
En este momento el saiyan se encontraba herido y solo quería buscar alguna forma de castigar a ese malnacido, tambaleante se paró y una sonrisa macabra se extendió por su rostro.
Bulma no supo en qué momento el hombre llegó; estaba concentrada analizando la muestra de material que usaría para la cámara de gravedad.
Estaba contenta y distraída pues acababa de terminar de configurar un satélite que reemplazaría a otro de los que antes tenía Suzuke, acercándola más a su meta y por esa felicidad que tenía, se sintió muy confiada en que pronto lograría su cometido, pues ya todos la conocían y trataban con respeto.
Distraída como estaba, olvidó revisar que el escudo protector que tenían como defensa para el laboratorio estuviera activo.
De pronto, un silencio sepulcral se hizo y como si su sexto sentido se hubiese activado se puso en guardia, pero fue demasiado tarde. Alguien más estaba con ella ahí en el laboratorio y no lo sintió entrar.
Se aterrorizó cuando sintió que alguien se puso detrás de ella quitándole el acceso de poder escapar.
El saiyan le tapó la boca para que ella no pudiera gritar, antes de decirle — Grita y te rompo el cuello maldita furcia — antes de soltar su boca y con esa mano comenzar a amasar sin ninguna delicadeza lo senos de la ojiazul por encima de la ropa.
La científica abrió los ojos con espanto y su corazón latió desbocado, por el miedo que la recorrió. Ella sentía asco y repulsión por ese malnacido que se atrevía a ultrajarla de esa forma, sentía el aliento alcoholizado del saiyan, en su cuello; aquello la sorprendió pues no sabía ni que contaban con bebidas alcohólicas en ese lugar.
Al voltear a verlo, pudo distinguir los ojos inyectados de sangre del saiyajin; quien la miraba con desprecio mientras continuaba ultrajando su cuerpo.
La ira creció en su interior y en tono autoritario dijo —¡SUÉLTAME! ¡Si Vegeta se entera de lo que me estás haciendo te matará! — fue su exigente reclamo, sin mostrar el miedo que sentía, solo asco por ser tocada de esa forma tan grosera.
El sólo se rió antes de acercarse al cuello de la mujer y aspirar su aroma. Sí, entendía porque el príncipe estaba tan encaprichado, la mujer era exquisita, y ese malnacido no solo tenía a su disposición a la más hermosa de las saiyajines, también tenía una prostituta de alto rango para él...
Su mente traicionera le trajo imágenes de Kale y Vegeta besándose, a pesar de que quería quitarse esos pensamientos, su mente le siguió trayendo una imagen tras otra, torturándolo. Y aunque el sabía que solo era su imaginación, lo lastimaba.
Su mente le trajo la cruel película a él: Vio a Vegeta riendo con Kale y su hijo, lo vio poseerla. La escucho gemir con ese bastardo; lo cual le dolía demasiado. Él no los merecía. El maldito merecía sufrir de alguna forma.
Quería quitarle esto. Lo que sea que la concubina representara para él; ya que ese malnacido estaba disfrutando de Kale, quería de alguna forma vengarse con la zorra que tenía encaprichado al príncipe. Quería hacerla suya, que la mujer muriera agonizando, producto de la violación a la que la sometería.
Rompió sin miramientos la bata de la científica dejando sus hermosos pechos al descubierto y comenzó a amasarlos sin respeto alguno, lastimándola.
Ella aterrada al sentir como rompía su ropa se quedó congelada sin saber que hacer, salió de su estupor al sentir el terrible contacto de esas toscas manos sobre su sensible y delicada piel, y con una furia salvaje que no sabía que tenía, comenzó a forcejear.
No dejaría que ese infeliz la sometiera sin dar batalla —¡SUÉLTAME DESGRACIADO! — gritaba desesperada Bulma.
Paragus comenzó a excitarse más pues, aunque la fuerza de la científica era nada. El verla luchar, forcejear así contra él lo prendía al mil, sería toda una experiencia mancillarla, fornicarla tanto que ella muriera producto de las estocadas que le daría.
Arrancó el resto de las ropas dejándola solo con la ropa interior, pero sin sostén, solo un pedazo de tela la separaba de la pesadilla.
Paragus aventó sin miramientos a la mujer sobre el escritorio, dejando su delicioso trasero a su disposición. Mientras con una mano la sometía en esa posición, con la otra comenzaba a tocarla impúdicamente, demasiado excitado sentía que no podía esperar más.
Dejó de tocarla mientras con una mano se desabrochaba el pantalón que llevaba, para dejar libre su masculinidad.
La científica empezaba a gritar de coraje, moriría ahí pero no dejaría que ese malnacido la tomara sin dar pelea. —ALEJATE DE MI, ¡BASTARDO! — Fue el grito de indignación y asco de la ojiazul quien inmovilizada seguía retorciéndose, forcejeando. Tratando de quitarse a ese animal de encima.
—¡Callate Perra! Ahora te haces la remilgada, pero te va a gustar. No eres más que una furcia, te gusta que te lo metan, si hasta eres la zorra personal de Vegeta — La risa macabra del hombre junto con las palabras cargadas de desprecio que lanzaba la herían.
Aterrada buscaba algo que pudiera tomar para intentar aventárselo al saiyan, el pánico la invadió por completo al sentir como ese desgraciado rompía cual si fuera una hoja de papel su ropa interior, la última endeble barrera entre su intimidad y la de él.
A pesar de su empeño en evitarlo sintió como separaban sus piernas, mientras el muy cobarde la comenzaba a manosear groseramente en su delicada femineidad.
—¡DEJAME!, ¡QUITA TUS SUCIAS MANOS DE MI! — gritaba alterada, sonrojada del coraje y la impotencia de sentirse expuesta y vulnerable ante ese cobarde que sometía a una débil mujer usando su fuerza descomunal.
La libido del saiyan estaba a tope, le gustaba lo que su vista veía, le gustaría tener el tiempo para poder recorrerla y saborear los fluidos que seguramente ella podría ofrecer, su olor era demasiado exquisito, tomó con su mano su miembro erecto mientras saboreaba el placer de escucharla gritar con terror al colocar la punta de su miembro afuera de la delicada cavidad de la fémina.
La peliazul nunca en su vida había sentido tanto miedo y terror, las lágrimas escurrían a raudales por la impotencia de no poderse defender, seguramente ese desgraciado la mataría y ¿Qué pasaría con su bebé? Sintió su corazón casi detenerse al sentir la virilidad de ese cobarde a punto de forzarse sobre ella, de violarla.
«¡Kami por favor cuida a mi bebé...»
Su mente se llenó de Trunks, esperando lo inevitable mientras trataba de retorcerse para hacerle lo menos fácil el acceso.
De pronto...
...
...
...
Todo sucedió muy rápido. Primero estaba siendo tocada sin pudor por ese infeliz, a punto de ser violada y después se hallaba en el suelo y veía a Paragus siendo sometido por Nappa y Radditz, quienes lo golpeaba sin piedad
—No sé qué pensabas imbécil al tocar a la científica que expresamente el príncipe dejó más que claro a todos nosotros que ¡ES INTOCABLE! — Siseó furioso Nappa.
Paragus solo se rió antes de decir — Ella se me insinuó, no tengo la culpa, solo iba a satisfacerla, esa zorra no puede esperar a que la follen — decía mientras era golpeado y sometido por los dos furiosos saiyajines.
Después de una brutal paliza, Radditz se llevó a Paragus inconsciente y lo aventó en su cuarto encerrándolo. Mientras Nappa buscaba una nueva bata para cubrir la desnudez del cuerpo de la científica.
Nappa estaba furioso, no sabía que demonio había poseído a Paragus para cometer semejante locura, de pronto se percató del estado de ella.
Se acercó a la débil y delicada criatura quien a pesar de que casi enfrentó un destino peor que la muerte, estaba ahí de pie cubriéndose como podía con sus manos, su cuerpo temblaba violentamente, pero la mirada era de reto, desafiante.
Bulma estaba en shock, ella no entendía porque ese desgraciado había querido dañarla cuando ella nunca había hecho daño a nadie. Asustada como estaba no confiaba en nadie, su mente estaba colapsando.
Nappa la miró profundamente a los ojos, esa forma de mirar, esa forma de pelear aunque no tuviera más opción, le transportó a otra época.
De pronto, no eran los ojos azules los que lo veían asustada, eran aquellos hermosos ojos rojos que todavía en sus sueños lo visitaban. El cabello azul se transformó en uno lavanda y una visión etérea llegó a él.
La visión lo golpeó duramente cuando vio a la mujer que tenía enfrente, pues ya no era a Bulma a quién veía, sus ojos miraban a la mujer que, aun después de tantos años muerta lo visitaba en sueños.
Ahí estaba ella desnuda, ultrajada y asustada, abrazándose indefensa. Fue un instante solamente que su mente la evocó, para después difuminarse y dejar la imagen real de la humana asustada y frágil que temblaba frente a él mientras se protegía como podía su delicado, lastimado y desnudo cuerpo.
Bulma con su fragilidad y fiereza de carácter, le recordó a "ella", a la musa que alguna vez tuvo y que perdió.
«Salak...»
La peliazul era realmente preciosa, quedó impactado cuando por la situación alcanzó a ver la desnudez de la mujer y a pesar de eso, cuando la vio tan frágil y desprotegida, un instinto paternal se activó en Nappa.
A pesar de su nívea belleza, él no la estaba viendo en ese momento como mujer, sino como un ser frágil que le trajo ecos de memorias pasadas, que le recordó a la musa que aún en sueños perseguía, despertó en él su instinto de protección.
Dio un paso para cubrir con la bata el menudo cuerpo de la terrícola, pero ella aterrada dio un paso para atrás, entendió que ella estaba muy pero muy asustada.
¿Cómo no estarlo? Era débil, estuvo a punto de ser violada por un guerrero salvaje, y ahora estaba enfrente de otro que la había estado viendo semanas anteriores como un pedazo de carne.
Algo se removió en él, jamás fue amigable con nadie, excepto con "ella", con la heshia que perdió hace tanto tiempo atrás.
—Bulma solo voy a darte esta bata, estás desnuda... No te pueden ver el resto de los Saiyajines así — trató de sonar tranquilo, él era un guerrero tosco, no sabía nada de ser amable, y sin embargo la mujer le activaba un instinto de protección que creyó jamás volver a sentir.
Con cautela, logró acercarse a ella y al ponerle la bata, la peliazul por fin se quebró y rompió a llorar. Sin saber que hacer por ayudarla se quedó ahí a su lado mientras ella se abrazaba así misma, el llanto de la mujer fue desgarrador.
No sabía que demonio había poseído a Paragus, para hacer semejante locura, pero ahora más que nunca sentía la responsabilidad de avisar a Vegeta.
Por primera vez, comenzó a entender el grado de preocupación del príncipe al pedirle un reporte de todo lo que ella hacía y de lo exigente que fue al ordenarle que jamás la dejara sola.
Cuando por fin la peliazul pudo calmarse un poco, se acercó a ella. Cargó a la mujer en brazos quien ahora estaba tan devastada que se dejó llevar cual muñeca rota, no tardó en llegar a la nave y dejarla delicadamente en su cuarto para que pudiera cambiarse.
Mientras la llevaba sin que ella sospechara la olfateó, estaba aterrado y tenía miedo de que Paragus hubiera logrado cometer la violación. No olía a él, sin embargo eso no era más que un indicativo de que él bien pudo no haber terminado el acto. Recordó no ver sangre en ella.
Seguramente un saiyajin alcoholizado difícilmente sería delicado, eso le daba casi la certeza de que habían llegado a tiempo, aun así debía preguntarle, necesitaba asegurarse.
—Humana... Bulma... ¿Él te logró forzar? — la voz de Nappa se escuchaba insegura, no sabía cómo abordar la situación.
La mirada perdida de la mujer se enfocó mientras negaba con la cabeza. Nappa sintió un peso enorme liberarse de su espalda, había estado muy aterrado de que de verdad de alguna forma las cosas hubieran ido más lejos.
—Estaremos afuera con Trunks, cuando termines de cambiarte avísanos... hay cosas que hablar.
La dejó en el cuarto, y se retiró para que ella pudiera recomponerse, por más que ella se mostrara fuerte frente a él, podía entender la vulnerabilidad real de la hembra y que necesitaría un poco de tiempo a solas.
Tan pronto se quedó sola, corrió al baño y abrió la regadera el ruido del agua amortiguaba su llanto. Asustada, restregaba con furia su cuerpo, sintiendo asco por la forma en que ese desgraciado la había tocado, mientras arañaba duramente su piel con la esponja de baño, tallándose casi hasta escocerse la piel.
«Kami por favor ayúdame»
Nunca se sintió tan sola y tan débil como hasta ahora...
«¿Por qué Vegeta? ¿Acaso me trajiste aquí para que muriera así?»
El dolor la carcomía pero tenía que hallar fuerzas, de pronto soltó todo, inhaló profundamente, cerró los ojos y y recuperó su fuerza al tan solo pensar, imaginar a su pequeño niño solo en ese mundo salvaje, ahora más que nunca no lo dejaría... por su pequeño bebé, por Trunks, debía ser fuerte y reconstruirse las veces que fuera necesarias, por su pequeño príncipe, por él y solo por él.
Tottepo cuidaba en ese momento del pequeño híbrido, el saiyajin estaba confundido no entendía bien que había pasado, solo le dieron la orden de quedarse con el crío. Pronto Radditz llegó por el pequeño quién no se enteró de lo cerca que estuvo su madre de ser abusada y de morir.
Lo que había pasado era sumamente grave y no querían ni imaginar la furia de Vegeta al enterarse. Nappa sabía que debería de responder con su vida por su error.
Radditz dejó al pequeño Trunks en su cuarto y se reunió con Nappa y con la ojiazul en el comedor de la nave, para discutir el problema, hasta Radditz sabía que lo que había casi sucedido era algo sumamente grave y que habría de correr sangre en redención de lo ocurrido.
La científica por fin había podido controlarse y detener el temblor de su cuerpo, ahora solo faltaba entender que ocurriría.
Se presentó ante ellos seria, y sin llorar. Aparentando una calma y seguridad que no sentía.
—¿Que harán con ese infeliz? — preguntó la peliazul con repugnancia en la voz.
— Su destino será determinado por el príncipe, mañana mismo avisaré de la situación y él será quién de su dictamen — fue lo que serio dijo Nappa.
La cara de Radditz era una oda al miedo, y eso le hizo entender a Bulma que la furia de Vegeta tal vez no solo se limitaría al malnacido de Paragus.
—¿Vegeta se desquitará con ustedes también? —preguntó dubitativa la ojiazul. Nappa le dio una larga mirada antes de contestar.
—Mi trabajo era asegurarme que lo que estuvo a punto de suceder no pasara nunca, si recibo un castigo será por mi propia falta — fue su tranquila respuesta.
—¡NO! — dijo ella molesta, la rabia bullía dentro de ella. Sabía que Vegeta estaría molesto por lo que iba a pasar, pero solo porque sentiría su honor casi mancillado, no porque le importara realmente su destino y porque obviamente se quedaría sin científica.
Ella necesitaba aliados, si ellos terminaban recibiendo un castigo por parte de Vegeta por culpa de ella, eso no ayudaría a su causa. Necesitaba ganarse la confianza de esos dos saiyans que la acercaría más al momento de poder hacer contacto con la única persona que la podría ayudar a escapar.
A pesar de las ganas que tenía de ver a Vegeta matando al infeliz de Paragus, lo mejor era que él no se enterara.
— No necesitamos decirle lo que pasó Nappa — fue lo que en forma firme ella indicó.
El saiyan la miraba como si se hubiera vuelto loca — No está en discusión Bulma, Vegeta es el príncipe debe ser enterado, una orden directa suya fue quebrantada.
— Pero no fue como tal quebrantada completamente, tú y Radditz lo evitaron, ¡No necesitan ser castigados por mi culpa! — decía ella obstinadamente.
Radditz la vio con nuevo respeto, la mujer era débil, pero su entereza en el carácter compensaba muy bien su debilidad física.
— Debe haber otra forma de hacer esto sin que tú y Radditz salgan perjudicados — comentó la ojiazul frustrada.
Nappa la veía incrédulo, lo que ocurrió era grave y sin duda le costaría una buena paliza del príncipe, pero ocultarle el hecho era peor y más grave y si Vegeta se enteraba que se lo habían ocultado, entonces sí lo mataría.
Lo ocurrido era realmente serio y preocupante en más de un sentido, pues que alguien como Paragus desobedeciera la orden directa de su futuro rey confirmaba las sospechas que Nappa tenía de él, con respecto a que no era de fiar.
Comenzó a entender más la aprehensión de Vegeta por la hembra, era demasiado frágil y muy tentadora, no lo hacía adrede, pero era una sirena que llamaba con sus frágiles formas a los hombres, que los tentaba y los hacía querer pecar.
No era su culpa, ahora lo veía ella era demasiado inocente y gentil, era un ser delicado que nada tenía que hacer en ese mundo salvaje al que los saiyajines pertenecían. Sabía lo que tenía que hacer.
—Lo siento Bulma, mañana a primera hora notificaré al príncipe — fue lo que serio confirmó.
La científica estaba desesperada, ese malnacido era lacayo de la simia y sabía que si Vegeta lo mataba esa arpía se encargaría de matarla a ella y a Trunks.
«Kami ayúdame...» Imploró la delicada mujer.
—Nappa, Vegeta no debe enterarse, pues no solo matará a Paragus, tambien castigará brutalmente a ti y a Radditz — la voz de ella salía unos decibeles más baja... como su fuera un delicado arrullo.
—Nos golpeará pero no nos matará — Dijo tranquilo el calvo guerrero como si eso no le importara.
La cara seria de Radditz, le indicó a la peliazul que estaba tratando de convencer al saiyajin incorrecto, tragandose el miedo y la furia por hacer lo que iba a hacer y dejar sin un castigo real al desgraciado ese, respiró profundamente antes de intentar convencer al más inseguro de los saiyans.
— ¡Vamos chicos! No hay necesidad de que Vegeta los lastime. Podemos amenazar a Paragus, ¡Ustedes son más fuerte que él! Sé que no lo intentará de nuevo...
Radditz quien no quería ser el saco de boxeo de su sádico príncipe, decidió buscar como salir de esa situacion sin los huesos rotos — Nappa, la humana tiene un punto... no creo que Paragus lo intente de nuevo, sabe que si algo pasa sabremos que fue él, no ocurrió un daño realmente. No hay necesidad de avisarle.
Nappa estaba indeciso, recordaba la forma insistente de Vegeta de saber que todo iba bien con la terrícola, ahora su cuestionamientos no le parecían insensatos ni exagerados. La peliazul al ver que lo estaba considerando, no quiso darle tiempo a dudar.
—Hagamos esto, si después de que hablen con él sienten que Paragus lo intentará de nuevo, le diremos... Pero primero hablen con él y amenácenlo y después toman la decisión... Por favor Nappa.
Aquellos ojos azules brillaban expectantes, algo en esa misteriosa mujer terrícola le recordaba de alguna forma a salak, lo que lo hacía vulnerable a sus ruegos. Suspiró – De acuerdo...
Ella emocionada por haber evitado un problema mayor que le obstaculizara sus planes ulteriores, les sonrió en forma forzada a ambos.
— Gracias — fue lo que sinceramente les dijo. Mientras les daba una cálida sonrisa, que hizo que Radditz se sonrojara, pues por algun motivo esa mujer cada vez le comenzaba a atraer más y más; más allá de lo sexual.
Acordaron que jamás se quedaría ella ni Trunks sin supervisión de alguno de los saiyajines.
Tendría que vivir con el hecho de que ese saiyajin asqueroso, Paragus la odiaba y que no dudaría en dañarla, pero en el fondo de su ser esperaba que, después de la golpiza que Nappa y Radditz le pondrían, él no fuera tan imbécil para intentar dañarla de nuevo.
Cuando Nappa y Radditz enfrentaron a Paragus lo vieron sumamente alcoholizado, así que supusieron en ese estado no pudo controlarse, al día siguiente cuando el saiyajin ya estaba en sus cinco sentidos hablaron seriamente con él.
—¿Qué es lo que pretendías ayer miserable? — Con un dejo de desprecio Nappa dijo, antes de golpear nuevamente el abdomen de Paragus
El saiyajin se limpió la sangre de la boca, producto de los golpes antes de contestar – Estaba alcoholizado Nappa, no recuerdo nada, seguramente la zorra del príncipe estaba caliente y quería fornicar y decidió que sería buena presa para ella — una sonrisa burlona se extendió en el moreno rostro del saiyan.
Radditz furioso perdió la cabeza ante tantas mentiras y ofensas a la humana, a quien comenzaba a tomarle un afecto más allá del respeto y de la amistad, y comenzó a golpearlo sin piedad — ¡IMBÉCIL! ¡El príncipe dio una orden y debe ser cumplida! — decía mientras seguía golpe tras golpe manchándose los puños con la sangre del saiyajin, mientras Nappa veía impasible todo sin dar signos de evitar que Radditz siguiera bestialmente golpeando al otro saiyan.
—Ja, ja, ja, ja— reía Paragus escupiendo sangre mientras veía con una mezcla de diversión y desprecio al saiyajin de larga cabellera.
— ¿Qué es lo que más te molesta Radditz? ¿Que el príncipe dio una orden y tú como su perro fiel debas respetarla? ¿O que la golfa terrestre decidiera quitarse las ganas conmigo?
Un golpe atravesó la cara de Paragus mientras con furia contenida Radditz decía — Veamos quien ríe cuando el príncipe decida eliminarte por poner tus sucias manos sobre su propiedad.
El otro saiyan le lanzó una sonrisa malévola antes de contestar — ¡Hazlo...! ¡Dile a Vegeta lo que pasó! Nada le garantizará que fui el único que lo hizo. Dile para que le cuente que tú y Nappa se encierran con la zorra en su cámara de gravedad... ¿Me crees tan imbécil como para no creer que se la están follando mientras el "príncipe" no está?
Nappa sabía que el bastardo de Paragus solo estaba presionando, fanfarroneando así para obligarlos a dejarlo en paz y salirse con la suya sin castigo alguno, y aunque sabía que a pesar de lo que dijera, Vegeta jamás le creería a Paragus. También sabía que ese imbécil tenía a Kale de su lado, y no sabía cuánta influencia pudiera tener la princesa sobre Vegeta.
Bien podrían él y Radditz lograr que Vegeta castigara a Paragus, pero si este insistía en las tonterías que decía, posiblemente podría meterlos en problemas con el príncipe quien seguramente si sentía su orgullo insultado podría acabar con ellos también.
— Tomaremos el riesgo Paragus, Vegeta sabrá esto — Decía tranquilo Nappa como si nada le importara.
Paragus sonrió —Vaya Nappa no te hagas el rudo conmigo, estaba borracho y no recuerdo nada de lo que dicen, ¿te arriesgaras a que Vegeta te aniquile a ti también? Porque tú estás a cargo de ella, o tomas mi palabra ahora que no volveré a acercarme a ella, no importa cuánto me implore la perra que la folle, de lo contrario si la toco de nuevo ustedes podrán acabar conmigo o vas ahora y le dices a Vegeta y pereceremos los dos.
La sonrisa petulante se formó en ese moreno rostro que miraba con aire malicioso a los otros saiyans. Radditz deseaba como nunca borrar la estúpida sonrisa del imbécil de Paragus, mientras aguardaba la respuesta de Nappa.
El calvo guerrero deseaba con todas sus fuerzas ir a decirle a Vegeta, pero tenía fresco en la memoria lo que hablaron con la ojiazul y la promesa que le había hecho, además al ver tan confiado a Paragus dudó, pues sabía que ese maldito saiyajin seguramente contaba con la confianza de Kale, no sería fácil deshacerse de él.
Comenzó a golpear con furia el rostro de Paragus quien solo se cubría sin hacer nada más que eso, ni siquiera se defendía – Tienes PROHIBIDO acercarte a la científica terrestre, a ella y a su crío. Si vuelves a rondarla, si vuelves a importunarla ¡TE MATAREMOS!
Paragus con una sonrisa mayor se levantó tambaleante mientras escupía la sangre que tenía en la boca — Tenemos un trato — Decía en voz baja.
Nappa y Radditz decidieron marcharse del cuarto del otro saiyan, antes de salir alcanzaron a oír su burla — Realmente debe ser muy buena en la cama si sus dos amantes la defienden tan ferozmente, como lo hacen.
Nappa sabía que Paragus quería provocar a Radditz, por lo que simplemente empujó a Radditz afuera de ese cuarto y se fueron sin contestar los insultos...
Al enterarse Caulifla de lo sucedido, sintió crecer el horror en ella, sabía que la mujer era muy débil, no podía soportar pensar que a su dulce y frágil muñeca humana la dañaran, era la compañera de juegos que jamás tuvo, el contacto a lo femenino que no había conocido antes.
Su mente trajo a su memoria una de las últimas conversaciones de "chicas" que habían tenido:
"... - Entonces ¿Tienes novio Caulifla?- preguntaba con fingida inocencia la peliazul mientras arreglaba un robot, estaban solas en el laboratorio y la pelizul no perdía un instante en conocer más a la otra mujer saiyajin que existía en la base – No entiendo que es un novio — se quejaba la saiyan.
— Es una potencial pareja a ser definitiva que aún no lo es, se empiezan a conocer en este proceso para ver si será la pareja indicada — explicaba tranquila la ojiazul.
La cara de caulifla se iluminó con alegría al decir — ¡Ahh! Ya lo he entendido hablas de fornicar ¿Verdad?
Una muy sonrojada peliazul solo suspiró con resignación,
«Estos saiyajines y su manía con "fornicar..."»
—Me refiero más a la relación con la persona que solo al mero acto sexual físico — contestaba alegre la peliazul.
—Bueno... Radditz no es tan mal amante pero es un imbécil que solo piensa en su placer, Tooma y Tottepo los conozco hace mucho y no me atraen ni para una vez y Nappa no es mi tipo, además debe ser igual de egoísta que Radditz.
La ojiazul se rió de lo que decía Caulifla – Y entonces como le haces actualmente... no me digas que Paragus... — Se soltó a reír Bulma de imaginarlo.
La cara de horror de Caulifla le dijo que su broma no le gustó nadita..."
Sí, para ella su muñeca humana se había convertido en algo importante, era su amiga y era muy frágil. Sumamente alterada pues había sido por su falta que ella estuvo en peligro, se apresuró en hablar con la científica terrestre, pues realmente sin quererlo esa extraña terrícola se había colado en su frío corazón de guerrera y la estimaba.
Al llegar a donde estaba la peliazul y antes de poder decir cualquier cosa, la abrazó fuertemente, aterrada.
A pesar de que le habían dicho que no había logrado perpetuarse el infame hecho, no se sintió segura hasta no abrazarla y pegarla a su cuerpo y en forma discreta oler su esencia.
La ojiazul tenía un aroma delicioso, cítrico y fresco, daba la sensación de una brisa marina la que despedía, al olerla su esencia estaba mezclada con el aroma que despedía el pequeño trunks y aún aunque más suave, difuminado seguía el olor de Vegeta en ella.
Ningún otro aroma la acompaña, eso le dio la tranquilidad a la guerrera de que ella no había mentido a Nappa.
—Humana yo... lamento lo que pasó. Era mi responsabilidad cuidarte asumiré mi culpa — los hermosos ojos negros de Caulifla reflejaban la culpabilidad que sentía.
— Todo está bien, no pasó nada — Decía la ojiazul tratando de sonreír sin que se viera tan falsa su sonrisa, pues a pesar de no demostrarlo seguía quebrada por dentro.
—¡El príncipe debe enterarse de esto! — Una colérica saiyajin exigía, les costó mucho obligarla a callar, la peliazul no deseaba más problemas de los que seguramente tendría una vez que la "Familia real" regresara de su hermoso viaje familiar.
— Por favor Caulifla no le digas, no quiero que te haga daño a ti, a Radditz o a Nappa— angustiada decía la ojiazul.
Bulma y el pequeño Trunks poco a poco comenzaban a ganarse un espacio por derecho propio, en el corazón de esos rudos guerreros. Y ahora con lo sucedido, todos comprendían la necesidad de cuidarla, a pesar de tener una alma fuerte y fiera como la de una saiyajin, era tan frágil...
—Vamos Caulifla prométeme que no dirás nada a Vegeta — decía una Bulma seria mientras tomaba las manos de la saiyajin entre las suyas.
—Por favor ¡Prométemelo! — exigió más angustiada. —Pero Bulma no es buena idea, lo mejor es que él se entere... — decía terca la saiyan
—Nappa tú sabes mejor que todos que Vegeta debe enterarse— resuelta la saiyan cruzaba las brazos a la altura del pecho. Nappa la miró, sabía que lo que Caulifla decía era cierto, no entendía la renuencia de la peliazul.
—¡En verdad chicos no es necesario! A Vegeta no le importará tanto lo que me pase, solo estará molesto por la orden desobedecida. — Intentaba sonar casual al decirlo.
El calvo guerrero intentó hacer un último esfuerzo por convencerla de hablar con el príncipe.
—Bulma, Vegeta debe ser informado. El ha estado muy al pendiente de ti y del crío. El nunca se ha interesado por cuidar a nadie. Pero en tu caso, ¡Me dejó a mí! Que soy el más fuerte después de él, a cargo de tu cuidado.
Necesitamos decirle, esto es importante y sé que nos matará si se entera por otros medios.
Ella lo miró escéptica, al escuchar esas palabras su corazón quiso emocionarse. ¡Le importaba a Vegeta!
Respiró profundamente, no podía cometer errores.
—Solo le interesa su científica y su futuro soldado, Nappa, es solo ese el interés en Trunks y en mí, soy consciente de eso.
El no podía confirmar que la actitud del príncipe fuera por motivos diferentes a los que ella decía pues no tenía la certeza de por qué Vegeta le había ordenado cuidarla con tanto esmero.
— Prométeme que no le dirás Nappa— angustiada lo miraba de frente.
Al ver que Nappa simplemente no contestaba, lo tomó del pecho del traje que llevaba, mientras jalaba a Caulifla de un brazo.
—¡Prométanmelo!— Volvió a insistir la científica. Y a pesar la fuerte insistencia de ella, tanto la saiyan como Nappa sabían que no debían callar, pero esos ojos azules alterados les pedían , les exigían un voto de silencio, sabían que ella en el fondo era infeliz viviendo ahí, de alguna forma deseaban verla feliz y se sentían responsables por lo que sucedió, cada uno se culpaba por el casi error cometido.
—Está bien humana, mantendremos nuestra promesa— serio confirmó Nappa, mientras Caulifla asentía con el ceño fruncido.
Para Bulma, de alguna forma algo bueno había ocurrido dentro de esa "casi desgracia" pues ese pequeño secreto les unió en una camaradería que antes no existía entre saiyajines y humana. La científica no perdería esa oportunidad de oro de lograr ganarse la confianza del resto de los saiyajines, necesitaría de su apoyo si quería salir con vida de ese lugar, y se le comenzaba a antojar como una misión imposible el sobrevivir un año en ese sitio.
Aun así, ella no se daría por vencida, saldrían de ese lugar, se prometió así misma. Ella era Bulma Briefs y no había nacido obstáculo aún que la detuviera de sus propósitos.
Regresó al presente, sintió el agua tibia recorrer su piel. Pronto amanecería y debía hacer frente a un nuevo día que ahora traía consigo la llegada de Vegeta, no se sentía aún preparada para verlo.
La ojiazul salió del baño después de haberse lastimado la piel tallándose tras bañarse buscando apaciguar la ansiedad que la embargaba.
Esa maldita pesadilla otra vez la había despertado. Fue al cuarto de Trunks como cada vez que la aquejaban esos malos recuerdos y se acostó a su lado, necesitaba recuperar fuerzas y mantenerse firme.
Necesitaba mostrarle a Vegeta y a su mujer que todo estaba bien, que no sospecharan. Abrazó a su pequeño intentando alejar sus miedos para poder dormir otro rato más en lo que amanecía y podían comenzar otro día más en el paraíso...
/-/-/-/
Hola a todos espero no me quieran matar después de este horrible capítulo, de hecho fue más largo de lo usual. Normalmente no exceden los 5k éste llegó a las 7k.
Me gustaría saber sus opiniones, lo entenderé si me odian por este horrible cap. La verdad hacerlo fue sumamente difícil, frustrante y me generó ansiedad.
Manejar temas como un abuso nunca es fácil. Espero no ofender a nadie, y por eso puse las advertencias por si alguien ha sufrido alguno no lo leyera para no generar incomodidad.
Gracias realmente por seguir leyendo y nos leemos el próx cap dónde porfin veremos a Vegeta y a Bulma en un mismo lugar .
Rápidamente contesto mensajes:
An R. Tendo: Siii baby Trunks es una belleza de bebé, ya se echo a la bolsa a los Saiyajines, igual que la mamá jajaja. Y de tu temor... bueno ya viste el cap :(
Calay: Si a mi me encanta también la actitud de Bulma y amo a baby trunks, tus sospechas de que no se alcanzó a ir antes se están volviendo realidad.
Airyisabel: Pobre Bul, logró ser salvada apenas a tiempo :( . Al menos baby trunks ni se dio cuenta de nada y los saiayajines ahora la protegerán más.
Isaada: justo ahora actualizo, me da alegría que te vaya gustando la historia, mil grax x comentar.
