Capitulo 62: Weiss – Charla.

Despertó de inmediato cuando Ruby soltó un quejido.

En otra oportunidad, la hubiese regañado por destruir su descanso embellecedor, pero como sabía que el dolor que esta sentía era por su culpa, debía dejar a un lado sus preocupaciones egoístas. Y bueno, tampoco era una especie de harpía, también se preocupaba por su novia.

"¿Estás bien?"

Le dijo, observándola, mientras esta le sonreía en modo de disculpa. Parecía que iba a levantarse o algo así. Estaba apoyada en sus antebrazos, su camiseta de dormir dejaba visible su abdomen, y el parche que ocultaba la herida de bala. La piel alrededor estaba rojiza, al menos se le había bajado la fiebre.

"Quería ir al baño, pero me dio una punzada, siento haberte despertado."

Negó. Se levantó y le dio la vuelta a su gran cama para llegar al lado de Ruby y ofrecerle su mano. Esta la miraba con incredulidad.

"Luego me agradeces."

Ruby soltó una risa y tomó su mano, afirmándose. Era el momento de ser ella quien la apoyaba.

Tenía entendido que Ruby jamás se había herido en batalla, era muy cuidadosa en ese aspecto y muy hábil y rápida para evadir cualquier tipo de ataque, así que también entendía que no estuviese acostumbrada al dolor. Tal vez la bala no había penetrado, pero la quemadura que quedó en la zona era suficiente para hacerla sufrir. Normalmente los chalecos antibalas lograban contener toda la energía del disparo, dejando moretones, pero al parecer el rifle tenía más poder de lo esperado, y se alegraba tanto de que ese chaleco barato de mala clase hubiese evitado que la bala entrase en su cuerpo. Sabía lo que era ese dolor, y no quería que Ruby pasara por eso.

Y si, ya le había comprado uno decente, se aseguró de aquello.

Se quedó esperando ahí, afuera del baño, hasta que la pelinegra salió agradeciéndole con la mirada y a la vez parecía divertida de verla así, haciendo vigía fuera del baño. No dijo ni una palabra ante su mirada para no avergonzarse, aunque en ese momento no se sentía con la capacidad de hacerlo.

Se sentía llena de culpa.

"No deberías estar aquí."

Las palabras salieron de su boca por inercia, pero tampoco quería contener esas palabras. Quería decírselo. Era algo que debía ser hablado, y desde que supo lo de su padre estuvo una y otra vez atrasando aquella conversación.

Los ojos plateados la miraron desde la cama, donde la menor se acomodaba lentamente. Su rostro mostraba confusión.

"¿D-debería irme a mi departamento? Me dijiste que pasara navidades aquí para no viajar herida, pero malinterpreté el aquí."

Ruby le preguntó, pánico en sus ojos, a lo que solo pudo negar en respuesta.

No se refería a eso.

"Me refiero desde un inicio. Deberías haberte quedado en tu pequeña isla, cocinando galletas y vendiéndoselas a los vecinos."

La cara de confusión de Ruby no cambió, a lo que soltó un suspiro, apoyándose en la pared, su cuerpo deslizándose hasta quedar en el suelo. Era anti higiénico, pero se aseguraba de tener todo bien limpio, sobre todo desde el atentado, su miedo a agravar su situación.

"Cuando solicité la entrevista, esperaba encontrar a una mujer madura, una adulta profesional que pudiese hacer de manera precisa y eficiente la labor de cuidar mis espaldas. ¿Pero que obtuve?"

Ruby frunció el ceño, su mano seguía apoyada en la herida en su costado, pero parecía haber olvidado por completo el dolor. Su otra mano se apuntó a sí misma, su rostro tenía un dejo de tristeza. No le gustaba ver a Ruby triste por su culpa, pero quería terminar el punto.

"Una niña. Fue lo primero que vi pasar por la puerta de mi oficina. Una niña que daba la sensación de no ser siquiera capaz de cuidarse a sí misma, diminuta, con esa sonrisa llena de incomodidad y esas palabras chillonas que salían como una ráfaga poco elocuente carente de sentido. Y no solo bastaba con eso, si no que me trataste como si no fuese nadie, como si te importase un rábano el que fuese la heredera de una de las empresas más grandes de todo el mundo."

Ruby parecía hundirse más en la cama con cada segundo que pasaba, con evidente vergüenza y culpa.

Le sonrió, y notó como de inmediato esta parecía menos alterada.

"Y eso necesitaba. Me trataste tal cual como me merecía, merecía ser tratada por lo que era, solo una niña mimada. Quería superar a mi padre, pero lo único que hice fue seguir tras su sombra, seguí siendo parte de su plan, seguí siendo la hijita de papá que Winter me insistió tanto en que no me convirtiese."

Se levantó del suelo, sintiendo sus piernas heladas ante el frio del lugar. Podía escuchar el viento frio e intenso azotar los ventanales. Caminó lentamente donde la menor, y no dudó en poner las manos en el rostro ajeno. Esta estaba ardiendo, por la batalla que los medicamentos estaban haciendo contra la fiebre o por la vergüenza que le hizo pasar hace solo unos momentos.

"Y mirate ahora, con tu lindo y tierno rostro, siendo una heroína, disparándole a los malos y comandando gente como una profesional, haciendo tu trabajo sin dudar. Arriesgándote más de lo que deberías. Odio eso de ti, en serio. Pero lo que más odio es que hayas crecido tanto, incluso físicamente. No puedo salir sin tacones porque odio verme más baja que tú."

Lo último hizo que la menor soltase una risa, podía sentir sus músculos faciales moverse a través de sus palmas que seguían pegadas a su novia.

"Pero tus amigas también son más altas que tú."

Soltó un suspiro, odiando también ese hecho. Ruby le sonrió, nerviosa, disculpándose con la mirada.

Volvió a recuperar la sonrisa, volviendo al tema central.

"Deberías estar en otro lugar, estando a salvo, eso es lo que quería decirte."

Ruby la tomó de la cintura y la jaló lo suficiente para dejarla sentada a su lado. Sus manos ahora en las suyas. Los pulgares acariciando sus nudillos con movimientos armoniosos. Esta negó mientras le sonreía, sus ojos sin dejar de observarla.

"No podría estar en mi isla vendiendo galletas como una niña exploradora, Weiss."

Soltó una risa ante la confesión.

"Exacto, probablemente te las comerías todas y no tendrías nada para vender."

Dijo, siguiéndole el juego, intentando manteniendo su rostro serio, pero lo suavizó de inmediato al escuchar la risa de la menor en sus oídos.

"Si, me las comería todas."

Ambas rieron.

Finalmente, sintió los labios de Ruby en su mejilla en un beso rápido. El acto la tomó por sorpresa, y esperaba que el manto de la noche fuese lo suficientemente intenso para que no se notase su sonrojo. Esos actos tan tiernos la avergonzaban más de lo que debían. Se estaba acostumbrando a eso, a las caricias, a los besos, al tacto. Se estaba suavizando.

"Estoy donde quiero estar. Contigo soy una heroína a tiempo completo, y ya lo sabes, proteger al mundo es mi sueño desde que soy una niña, y ahora en este instante, tú eres mi mundo, Weiss. Tal vez tú eres un poco dura y tienes tus formas de hacer las cosas que pueden que no sean del todo buenas, pero mirate, has luchado mucho contra tu padre, contra sus malos tratos, contra los malos tratos de todos, cualquiera bajo esas circunstancias sería el peor villano, y podrías ser hasta el jefe final de un juego."

Rodó los ojos ante sus palabras, riendo y negando al mismo tiempo. Ruby solo se levantó de hombros y le sonrió. Típico de Ruby, asociar la realidad con sus juegos.

"Pero no es así, tú haces las cosas bien, estás haciendo lo correcto de la forma que tú misma elegiste. Armaste tu propio camino, tu propio destino, y sé que eres una buena persona y quieres hacer el bien y ayudar a muchos, lo tengo claro. Estoy orgullosa de ti, Weiss, y sé que mi madre está orgullosa de que esté aquí, ayudándote, cuidándote, y protegiéndote."

Sentía que empezaría a llorar y probablemente si cayó más de alguna lagrima por sus mejillas.

"¿Qué haría yo sin ti, Ruby?"

Ruby le sonrió, confianza en su mirada.

"Mirame, Weiss, estoy muriéndome y lloriqueando por una herida superficial, pero tu tuviste una bala en tu cuerpo, dentro de tu cuerpo, tú fuiste atacada física y psicológicamente por tu propio padre y fuiste lastimada inmensamente por tu propia familia. Tu eres fuerte, Weiss. Eres la mujer más fuerte que he conocido, así que, si yo ya no estoy, sé que seguirás adelante. Sé que, si alguien puede vencer cualquier pena, cualquier dolor, esa eres tú. No quisiera que sufrieras más, por eso estoy aquí, apoyándote, sin embargo, sin mi, tu podrías con lo que sea."

¿Era fuerte?

¿Por qué sentía que estuvo huyendo toda su vida?

¿Tan dura era consigo misma?

Ruby no le mentía, Ruby la conocía, Ruby hablaba con honestidad.

Tal vez sí. Tal vez si podría seguir adelante, pero tenía claro que aquello que tenía en su corazón no podría ser nunca reemplazado. Ruby le dio el amor que no obtuvo de nadie. Nadie en su vida le dio amor, nadie la quiso incondicionalmente como la pelinegra lo hacía. Le dio su amistad, le dio cariño, le dio amor, le dio una relación afectiva que creyó que no merecía.

Ruby llenó ese vacío que tuvo desde que era una niña, y si perdía a Ruby…

No había nadie en el mundo que pudiese tomar su lugar. El lugar de su compañera de vida.

Ruby llegó a convertirse en la persona más especial que tenía.

Cerró los ojos, respirando, sin ser capaz de decir nada. Sentía dolor en su pecho, apretándola. Podría vivir sin ella, sí, pero no quería. Si llegaba aquel momento, esperaba ya ser una mujer anciana y la vida que tenían hubiese sido longeva y feliz.

Se sintió una completa imbécil al pensar en ser viejas y hace un tiempo no quería nada serio con Ruby. Tal vez si era una harpía después de todo.

Soltó un suspiro y le sonrió a la menor, observándola. Los plateados parecían intrigados.

"Tú siempre estas lloriqueando, Ruby."

La chica pareció confundida un momento, y luego captó a que se refería. Esta solo rio, rascándose la nuca.

"Sip. Culpable."

Se quedaron en silencio unos momentos, y notó como diversos pensamientos se movían fugazmente dentro de su cabeza, sin parar. Cerró los ojos, poniendo todo en orden. Cuando los abrió, pudo notar la seriedad en el rostro de Ruby, la misma seriedad que tenía en el propio. Ambas mimetizaban sus emociones de una manera tan rápida que daba miedo. Estaban en completa sincronía. Podían notar el sentimiento de la otra y adaptarse a el.

"¿Como crees que esté tu herida para navidad?"

Ruby miró su propio abdomen, y luego volvió a mirarla.

"Depende de que tan bien me trates estos dos días."

Levantó una ceja, tomándose en serio las palabras de su novia. Soltó un bufido. Estiró su mano y cogió su celular del velador. Comenzó a teclear rápidamente, mientras notaba de reojo como Ruby la observaba, con curiosidad. Cuando terminó lo que hacía, volvió a dejar el celular donde estaba.

Ruby no preguntó, solo la miró con esa cara de cachorro confundido.

"Acabo de reservar una cena de navidad que nos llegará a la puerta del departamento, así como también un montón de sorpresas dulces y comestibles que podrás disfrutar mientras nos quedamos acostadas. ¿Te parece bien?"

Los ojos plateados brillaron con emoción, y le daba cierta envidia cuan joven se veía cuando se comportaba así. Luego, su animo decayó. Sus ojos mirándola con esa cualidad tan encantadoramente despreciable. Algo más quería, ¿Pero que? Estar juntas a solas era algo que Ruby adoraba, sobre todo comer cosas dulces y abrazarse en la cama. ¿Que más?

Oh, rodó los ojos.

"De acuerdo, pediré esa consola que querías y jugaremos juntas, ¿Feliz? Pero tu sabes cuan competitiva soy y lo mucho que odio perder. Estas advertida."

Ruby saltó sobre ella, abrazándola, chillando como una niña de primaria.

La escuchó soltar un quejido al haber hecho ese movimiento innecesario y imprudente, pero así era su novia. No podía hacer nada. Solo la abrazó de vuelta y acarició su espalda hasta que dejara de quejarse. Se quedaron así por largos momentos, ninguna de las dos con ganas de separarse.

"Gracias, Weiss, eres la mejor."

"No quiero que te arrepientas de haberte quedado conmigo en vez de ir donde tu familia."

"Nah, ellos estarán bien sin mi. Probablemente Yang invite a comer a su novia para la cena de navidad y no quiero escuchar sus coqueteos nefastos, me daría un infarto."

Soltó una risa.

Imaginaba a la hermana así, sin duda.

"El próximo año, cuando todo esto acabe, cenemos todos juntos en tu casa."

Sintió como Ruby dejó un beso en su cuello, la sensación permaneciendo ahí incluso cuando esta se alejó.

"Te presentaré a mi padre como mi novia y la dueña de la compañía Schnee. Él lo creerá aun menos."

Si, el próximo año lo iba a conseguir.

El próximo año, todo cambiaría, y al fin tendría lo que por tanto luchó.

El próximo año, iba a dejar atrás su estigma.

Al fin iba a ser libre de él.


Capitulo siguiente: Diana - Cena Navideña.


¡Está viva! Si, si, descuiden. Están vivas y listas para la acción, llegó el momento de patear traseros. El próximo capitulo es uno que me hizo llorar, así que espero lloren conmigo.

Nos leemos pronto.