Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)

Harén de Harry.

HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.

SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.

Star Wars: El Ataque de los Clones

Hay inquietud en el Senado Galáctico.

Varios miles de sistemas Solares han declarado sus intenciones de abandonar la República...

El movimiento separatista, bajo el liderazgo del misterioso Conde Dooku, han hecho difícil que el número limitado de Caballeros Jedi mantengan la paz y el orden en la galaxia.

La Senadora Amidala, la ex reina de Naboo va a regresar al Senado Galáctico para volar sobre la cuestión crítica de formar un EJÉRCITO DE LA REPÚBILICA para ayudar a los abrumados Jedi...

Capítulo 70

En el interior de la sala del Senado, había varios puestos vacíos, esto era debido a la cantidad de sistemas planetarios, que se habían unido al recién bautizado Movimiento Separatista

Padme veía como la Republica, se había hecho demasiado grande, para sí misma. Veía como se comenzaba a dificultar, el hecho de enviar ayuda a los sistemas más apartados de la Republica, y si no lograban detener a los Separatistas y sus bloqueos, entonces sería peor, para la Republica y su imagen.

En medio de la sala, vestido con una túnica gris oscura, se encontraba el Canciller Supremo Palpatine. Hace ya un par de años que debería de haber dejado el cargo, pero debido a la situación actual de la galaxia, se había quedado en el puesto.

―Canciller ―dijo su asistente, Uv Gizen, una mujer calva y de gran palidez, que llevaba un vestido gris. ―Tienen miedo, debido a las manifestaciones y actos terroristas de los Separatistas. La propia senadora Padme Amidala, casi muere, hace solo algunos minutos.

― ¡La moción que tenemos ante nosotros, es el Ejercito Clon! ―dijo el Canciller Palpatine. ―Todos en esta sala, sabemos del ejercito Droide de los Separatistas, y tememos que los Jedi, no sean suficientes para plantarles cara. Se desea auxiliar a mantener el orden y la paz en la Galaxia y esto solo se puede lograr, contando con un ejército que engrose las filas Jedi.

―El peligro con un ejército, Senador Palpatine yace en que la violencia solo trae más violencia. Si permitimos un ejército... ―las palabras se sintieron estranguladas en su garganta. ―Si permitimos un ejército, entonces deberemos de estar preparados, para lo que vendrá a futuro. Debemos de estar preparados, para ver la guerra encrudecerse. Preparados para enterrar a los nuestros. Pero siempre... siempre... ―parecía, que le costaba lo que iba a decir. ―Con la esperanza de alcanzar un nuevo periodo de paz.

Amidala acababa de sufrir un atentado, pero aun así estaba allí en medio, pidiendo y rogando por la paz, oponiéndose al Ejercito.

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―Senadores enfrentándose a izquierda y derecha, nunca antes había visto... argumentos tan aguerridos, tanto a favor como en contra. ―Dijo el Canciller Palpatine, actualmente en su despacho, y ante tres de los maestros Jedi más importantes, de la república.

―La creación de un ejército. ¡Era obvio, que reaccionarían tanto a favor, como en contra! ―Dijo el maestro Jedi Mace Windu.

―Hay mucho que no se ve ―dijo el maestro Yoda.

―Podríamos dividir la República...

Pero el maestro Windu, fue interrumpido cuando el Canciller Palpatine golpeó con su puño el escritorio. ― ¡No permitiré que esta Republica Milenaria, se venga abajo en menos de un día!

―Debe de tener en cuenta que, de darse el caso, no hay suficientes Jedi. Somos protectores de la paz, no soldados ―dijo Mace Windu.

―No soy un guerrero, ni un Jedi, maestro Windu ―dijo el Canciller. ―Solo soy un político. No... ―les enseñó una sonrisa. ―La verdad, es que, ni siquiera siendo un Jedi tan poderoso, como usted o el maestro Yoda, ni siquiera en tales términos intentaría yo, buscar que se forme un ejército. Pero espero que puedan entender, que la republica confía en ustedes. Y el ejército sería una esperanza y un medio para llegar a un fin: Ponerle fin a esta guerra, retomar la paz.

―La oscuridad todo controlará, si algo no hacemos. ―Dijo Yoda. ―Si un ejército es necesario, para detener a los Separatistas, un Ejército apoyaré.

Un holograma apareció. ―Canciller, la senadora Amidala ha llegado.

―Por favor, dígale que entre ―pidió el Canciller. Los maestros Jedi se despidieron, las puertas se abrieron, e ingresó el comité de la senadora Amidala. ―Bienvenidos.

―Gracias por recibirnos, Canciller. Maestro Windu, maestro Yoda, maestro Mundi. ―Padme Amidala, hizo una reverencia a todos.

―Maestro Windu, ¿soy demasiado atrevido, al pedir un guardaespaldas Jedi, para la senadora Amidala? ―preguntó el sonrojado Canciller Palpatine.

―Canciller, ya han sido demasiados guardias... ―su mirada se ensombreció, ante el recuerdo sobre lo ocurrido, esa misma mañana. ―Demasiadas muertes...

―Sé cuan renuente se muestra usted, y lo comprendo perfectamente, senadora Amidala. Pero quizás, tener un viejo amigo a su lado, le resulte más cómodo y fácil de manejar. ¿El maestro Kenobi, quizás?

―Es posible ―dijo Mace Windu.

―Canciller...

―Casi la perdemos bajo nuestras propias narices, en nuestro propio territorio. Dormiré más cómodamente, sí sé que estará usted a salvo ―dijo el Canciller Palpatine.

―Maestro Yoda, escuchar ese apellido... ―murmuró Windu. ―Me resulta muy duro. Pensar que su propio alumno acabaría yéndose, y formaría este movimiento político.

― "Bradham Dooku" ―Susurró Yoda. ―La Orden su corazón no llenó. Nuestros ideales para él, insuficientes fueron. Un camino distinto encontró, pero el lado oscuro lo abrazó.

Dooku se había hallado entre los maestros Jedi más importantes, fue respetado en el Consejo. Había seguido algunas filosofías y estilos Jedi de la antigüedad, incluso un estilo arcano, para su estilo de combate en la Forma II: El Makashi.

Pero era todo lo demás. A Windu le preocupaba, que la Republica deseara abarcar demasiado, y se volvió insensible ante las pérdidas de los demás.

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―Pareces nervioso, Anakin ―dijo Obi-Wan, a su hermano de aprendizaje. ―No te veía tan nervioso, desde que caímos en aquel nido Gundark.

Anakin le enseñó una sonrisa. ―Fuiste tú quien cayó en ese camino, yo te saqué de allí mientras el maestro Qui-Gon desviaba a los Gundark.

―Relájate, Anakin ―dijo Obi-Wan sonriente. ―Ya no es una reina.

―Hace diez años, que no la veo ―gruñó Anakin enfadado.

― ¿De quién hablan, maestro? ―preguntó Lin, confundida.

―Una amiga a quien Anakin, no ha visto en diez años ―dijo Obi-Wan con una sonrisa en sus labios.

El ascensor se abrió y fueron recibos por un viejo amigo: Jar-Jar Binns, quien los guio por un pasillo, había otros apartamentos, hasta llegar a una puerta. Al ingresar por la puerta, la mirada azul de Anakin, se encontró con la mirada castaña de Padme.

―Maestro Kenobi, Anakin y... ―fue pronunciando la mujer, fijándose en los tres.

―Soy Lin, la Padawan de Obi-Wan, es un placer conocerla. ―Dijo la pequeña Padawan.

―El placer es mío ―dijo Padme sonriente, quien dio algunos pasos, hasta llegar a donde estaban parados los tres, antes de ser envuelta por los musculosos brazos del chico de cabello castaño, para su gran alegría. ―También te he extrañado, Anakin.

―Perdón por ese abrazo, Senadora ―dijo Anakin, logrando retomar el control sobre sí mismo.

Aquello produjo una alegre risa, por parte de Padme. ―Sin cuidado, también te he extrañado. ―Repitió, y ahora era ella quien lo abrazaba. ―Cómo has crecido.

―Has crecido políticamente, ahora soy más alto. ―Se burló Anakin.

Padme y Anakin, olvidaron que eran una Senadora y un Jedi. Olvidaron todo tipo de reglas, en tales situaciones. Comenzaron a picarse mutuamente, como si solo fueran dos adolescentes. Eran dos viejos amigos.

―En serio, no necesito más seguridad. ―Gruñó Padme, guiándolos a la sala de estar. ―Lo que necesito, es saber quién quiere matarme.

―Hemos venido a protegerla, senadora. No a empezar una investigación ―dijo Obi-Wan.

―Tranquila Padme. Encontraremos a quien está intentando matarte, lo juro. ―Prometió Anakin.

―Hemos sido enviados a protegerla, no a encontrar a su asesino, Anakin. ―Dijo Obi-Wan.

― ¿Por qué? ―preguntó Anakin.

― ¿A qué te refieres? ―preguntó Lin extrañada, mirando a Anakin.

― ¿Realmente creen, que la protección de la Senadora será trasladada, de la fuerza de seguridad local, a los Jedi solo así? ―preguntó Anakin, chasqueando los dedos mientras sonreía burlonamente. ―Por supuesto que no. De ser así, los guardias no estarían aquí. En parte, somos una pantalla de humo.

―Me alegra que estén aquí ―dijo el general Typho. ―En estos momentos, toda seguridad es poca, para la Senadora. El Consejo, parece creer que son los mineros, pero yo creo que hay alguien más allí. ―Typho suspiró. ― "La senadora lidera la oposición a un nuevo ejército para la Republica. Está decidida a enfrentarse a los Separatistas por medio de la negociación y no la fuerza, pero los atentados contra su vida, sólo han conseguido reforzar la oposición de su postura en el Senado"

― "Así que se han quedado sin pistas, ya que los Separatistas no desean la creación, de un ejército" ―susurró Obi-Wan.

Padme se encerró en su habitación, sin entender lo que estaba en su corazón, solo con volver a escuchar a Anakin Skywalker. Al verlo, directo a los ojos.