El Nuevo Lord Protector:
Capítulo 75: Rin, debes presentar a tu cachorro
Alerta: slight angst/lemon en este cap
30 de mayo de 1504 – Calendario juliano:
Rin de despertó al amanecer del día siguiente no porque hubiera descansado ya o porque tuviera hambre o estuviera saliendo el sol como siempre. Sino que más bien porque su pequeño cachorro había decidido que era hora de comer de nuevo, y le daba pequeños cabezazos en el pecho al intentarse escurrir entre sus ropas para llegar a su objetivo, sin lograrlo. Con un suspiro de resignación se abrió un poco la ropa y dejó hacer al pequeño cachorro. Tenía algo más de fuerza que el día anterior y sentía que con cada trato le absorbía la energía y no se sentía capaz de moverse de la cama en cuanto su bebé terminó.
Tenía miedo, no entendía nada. Ya había sido capaz de aceptar, aunque un poco a medias, el hecho de que ese cachorro fuera su hijo. Pero no tenía ni idea de si era normal que nacieron con su forma perruna. Casi nunca los veía con esa forma a los perros demonio que conocía. ¿Y si su bebé había salido mal? ¿Y si era un demonio puro, pero no había salido como era Sesshomaru sino que una especie de bebé monstruoso que se veía adorable ahora y que más adelante se escaparía? Todas y cada una de las cosas que se le iban ocurriendo como posibilidad eran cada vez más descabelladas y cada vez más miedo y vergüenza tenía de mostrarle su bebé a Sesshomaru. ¿Por qué diablos le había dicho que hoy? No estaba preparada en lo absoluto. Se escondió debajo de la manta abrazando a su hijo recién nacido, comenzando a llorar aterrorizada cuando sintió una puerta abrirse. Respiró con algo más de tranquilidad al reconocer los pasos cortos de Atsuko, pero no conseguía parar de hipar.
—Tranquila, Rin, soy yo, Atsuko.
—…lo sé —dijo en cuanto consiguió que le saliera la voz.
—He convencido a Sesshomaru-sama de que espere a entrar a que esté presentable, que sé que se querrá ver bien después de casi un mes sin verse.
—Pero es que tengo miedo. No quiero que vea a mi hijo. No quiero presentarlo aún.
—Vamos, ya está preparado el baño, al menos que te vea de una pieza a ti. —dijo mientras la ayudaba a levantarse y recogía al bebé dormido para ponerlo en una cesta— Que ha sido problemática la marcha de Irasúe-sama, Sesshomaru-sama está completamente convencido de que te ha hecho más daño del que normalmente habrías sufrido por el parto.
Rin se dejó guiar hasta el baño y hasta se metió con su bebé para encargarse de darle el primer baño. Completamente mojado parecía mucho más frágil que antes, y no se lo separó de abrazarlo contra su pecho mientras le lavaban el pelo o la sacaban luego. Se encargó ella misma de secar a su pequeño y envolverlo con sedas como antes y vio como estaba completamente dormido y relajado, relajándose ella también en el proceso, lo que permitió que la vistieron y peinaran más fácilmente.
Pidió que le trajeran el desayuno a la cama, lugar en el que se había atrincherado de nuevo, aunque le habían cambiado ya las sábanas y la colcha mientras esperaba con su bebé en brazos, y algo de comida también para Sesshomaru. Pidió que todo estuviera perfecto igual que ella. Consiguiendo estar tranquila mientras dormía su pequeño.
Se sentó a esperar a su esposo con su cachorro en brazos, mirando a través del panel entreabierto el jardín. Era la primera vez que se sentía relajada de verdad desde que había llegado Irasúe al palacio hacía casi ya un mes. Pero la tranquilidad se vio interrumpida cuando con una leve brisa, supo que su esposo había ingresado con su silencioso andar a la estancia y el cachorro se despertó. Enseguida vio abierto los ojos inyectados en sangre de su hijo desencajados y comenzando a moverse de golpe, y Rin comenzó a sentir terror de que se acercara Sesshomaru. De hecho, cuando su esposo llegó hasta su lado estaba encorvada sobre sí misma tapando a su bebé con sus ropajes y llorando de terror, porque no entendía qué era lo que estaba sintiendo.
—Rin —la llamó Sesshomaru suavemente, consiguiendo sólo parte de su atención para al final constatar que estaba llorando. —Rin, ¿por qué lloras?
—Lo… —hipido —l-lo siento Sesshomaru —más moqueos mientras intentaba infructuosamente calmarse. —No sé ni entiendo que me pasa tengo… miedo…
—¿Miedo?
—Creo que tengo miedo de Sesshomaru-samaaaa —dijo comenzando a llorar de nuevo.
Sesshomaru se la quedó viendo unos instantes, para que después de una ligera brisa ya no estuviera más en la habitación.
5 de junio de 1504 – Calendario Juliano:
Al contrario de lo que hubiera pensado cualquiera tras el último fatídico encuentro entre Sesshomaru y Rin, ella lo dejó pasar a la habitación, recibiéndolo sonriente, encantadora, con sake y comida, los cuales él ignoró, yendo directamente a ella. No demoró demasiado en ir directo a desvestirla intuyendo sus intenciones y Rin se dejó hacer. Se dejó tocar, lamer, besar, morder. Desde aquella fatídica noche que casi la devoró viva tras hacerla suya, no había vuelto a tocarla, y la trataba como si fuera una delicada muñeca de cristal. Pero Sesshomaru era un hombre, su esposo, y Rin sabía eso. Ya habían pasado cerca de diez días desde que dio a luz, y ahora demostraba una capacidad curativa completamente anormal en un humano. Su esposo había sido informado de ello, y sabía que ya se había recuperado del todo. Ahora estaba allí, y ella se había entregado para demostrarle, una vez más, que era suya.
Seguía dejándose hacer, como una muñeca lánguida, no paraba de ver completamente cubierto en su cuna, a su retoño recién nacido. Todavía consideraba peligroso a Sesshomaru, en su irracional miedo de madre que acaba de parir. Nadie excepto las mujeres que habían asistido al parto lo habían visto. No se lo había presentado aún, tenía que complacerlo antes de mostrarle la semejante cosa que había dado a luz. Algo en su instinto le decía que entregarse era la única forma que tenía de garantizar que siguiera viviendo.
Así que tras llorar de miedo la primera vez que la visitó tras el alumbramiento, esta vez procuró recibirlo. Se mostró con una sonrisa para él, y su espectador enseguida captó el mensaje. Ni una sola palabra de por medio. Recordaba que todas esas cosas que le estaba haciendo le habían producido placer en el pasado, pero se sentía desconectada de su cuerpo. Gimió, no sabía si de placer o dolor cuando estrujó uno de sus senos sensibles aún por dar de mamar a su cachorro. La besó de nuevo, ahogando más gritos como ese, mientras ella abría las piernas permitiéndole colocarse entre ellas, pero él le dio bruscamente la vuelta. La acomodó en cuatro patas en el futón para comenzar a embestirla salvajemente. Seguramente no quería mostrarle cómo cambiaban sus facciones en tal acto.
Ahora estaban unidos en un continuo vaivén, en el que él clavaba de nuevo sus garras en la cadera de ella mientras ella gritaba. Gritaba de placer, aunque no lo sentía realmente, gritaba de dolor, que no era nada nada comparado con haber tenido las garras envenenadas de Irasue clavadas en su vientre mientras esperaba el día de dar a luz. Gritaba de miedo, en una súplica sin palabras de que en ese acto de dolorosa entrega pudiera garantizar la supervivencia de su hijo. Cuando por fin terminó, volvió a morderle de nuevo en aquella marca que le había dejado aquella vez que quiso devorarla, sólo que, de forma suave, casi cariñosa, mientras escuchaba un 'mía' en su oído dicho en un gruñido suave, pero gutural y rasposo.
Vio con horror mientras caía desfallecida del cansancio en la suave superficie donde acababa de consumarse con su esposo, que este se levantaba, cerraba el yukata en un hábil y ágil movimiento iba en dirección a la cuna.
—¡Sesshomaru no! —le dijo, en una súplica, mientras él la miraba extrañado. —Por favor, no, no le hagas nada a mi bebé...
—¿Así que por eso toda esta pantomima, Rin? ¿Tienes alguna razón para explicarme por qué debería hacerle daño?
—No... no lo sé, sigo teniendo miedo, por favor, prométeme que...
—No voy a prometer sandeces, Rin.
Y dando por acaba la discusión, destapó al cachorro, y lo sacó de la cuna agarrándolo del colgajo superior del cuello, observándolo meticulosamente. Luego se lo puso con cuidado en su brazo izquierdo, mientras volvía a acercarse a su mujer. Ella veía con horror cómo deslizaba sus garras a lo largo del plateado pelaje, que hacía unas horas se había entretenido acariciando como su fuera una acuosa seda.
Sesshomaru cauteloso e intrigado empezaba a sospechar de cuál sería la habilidad de su hijo que ya había empezado a usar, y si no iba mal encaminado, sería una habilidad bastante molesta si el cachorro no se sentía seguro, así que probablemente tendría que dejar a la madre e hijo solos. Pero no iba a irse sin terminar de hablar con su esposa.
—Rin, contéstame —le dijo serio, sin molestarse en ocultar que tenía sus garras peligrosamente cerca de su hijo. —¿Por qué me tienes miedo? ¿Por qué te entregaste a mí recién si me temes?
—Por favor, dame a mi hijo.
—Cuando me contestes.
—Soy tuya, ya lo sabes, y sé hace mucho que me deseabas para ti de nuevo. Te complací, porque tengo miedo de lo que le pasaría a mi hijo si me negaba ¡DEVUÉLVEMELO!
—No tengo dentro de mis planes de expansión ni forzar a mi mujer ni matar demonios recién nacidos. —lo volvió a recoger del pellejo para dejarlo al lado de su madre, que apenas era capaz de incorporarse. —Toma, tendrá hambre dentro de poco. —Se puso elegantemente de pie, dispuesto a abandonar la estancia —Deberías estar orgullosa, siendo humana, has tenido la capacidad de traer al mundo a un demonio perro sangre pura.
Dicho esto, dejó solos a madre e hijo. Ella llorando, abrazaba a su pequeño cachorro el cual estaba recubierto de un sedoso cabello plateado, y en contados momentos abría los ojos ámbar antes de bostezar y mostrar su mordida sin dientes aún. Era hermoso, adorable, pero apenas podía entender aún cómo algo así podía ser su hijo. Nadie le había confirmado todavía que el niño había nacido normal siquiera. Sus instintos se habían disparado desde la primera vez que le dio de amamantar, reconocía su olor, sus necesidades, y tenía miedo de cualquier cosa contra la que no pudiera protegerlo, y eso incluía a su padre. Quitando ese miedo irracional, se sumaba el que había tenido un hijo muy raro, y tenía miedo de la reacción del padre.
Pero resultó que el que naciera un niño con forma de perro a su padre le había resultado lo más natural del mundo. Con un hipido tras el llanto y un suspiro de cansancio tras ver que el bebé comenzó a removerse, se recostó en la cama, y se preparó para la extenuante tarea de dar otra vez de mamar a su recién nacido.
REVIEWS REVIEWS REVIEWS REVIEWS más de 200 reviews! 3
Hola mi gentecilla bonita! ¿Qué os ha parecido el capítulo? lo siento, pero hasta el siguiente cap la semana que viene no puedo contestar nada aún hasta que no descubra del todo por sí sola las cosas Rin ^^U
respuestas:
arual17: Rin literalmente no sabía qué esperar. Nadie le ha dicho como se ven los demonios perro recién nacidos lol, ella esperaba una versión en miniatura super adorable de su esposo jajaja (sí, tiene una depresión post parto galopante, más algo más que iré revelando el siguiente cap ^^)
marysanty899: si si, ha tenido un cachorrito, en mi cabeza tiene sentido, lo prometo, pero es que tengo que explicar cosas jajaja
Rouen: (respuesta cap 30) espero que me leas esta respuesta en algún momento jajaja En fin, lo de que Rin se criara con humanos fue para seguir el canon de que ella pudiera elegir de verdad cuando fuera mayor, pero no te preocupes, ella sigue aprendiendo a lidiar con todo esto, ya estarás viendo si llegas hasta aquí. SI la comunicación es el gran problema entre ambos, pero ya se están arreglando mucho más ^^
Bueno bebes, esto es todo, muchas gracias por leerme, espero que os haya gustado, un abrazo de oso panda y hasta la próxima! :3
