73. Inspecciones incómodas

Carlisle sabía que para que la situación con Bella fuese la que le habían contado, tenía que haber un motivo justificado. Y una vez cruzó la puerta del aula que buscaba, se encontró a un Charlie insistiendo algo a su hija ante lo cual, ella no hacía otra cosa que negar con la cabeza.

—Bella.

Por la manera en que relajó los hombros, estaba aliviada de verlo.

—Carlisle... —Enseguida su semblante decayó en picado—. Conste que antes yo dije que era la novia de tu hijo, no... lo otro.

Parecía tan avergonzada que tuvo Carlisle tuvo que surprimir una risa.

—Está bien, tranquila —le dijo con ganas de animarla—. Tampoco me molesta la idea de que sea así.

La castaña experimentó un agradable cosquilleo en el estómago en lo que Carlisle se dirigía hacia Charlie y al agente.

—¿Qué ha pasado?

—Se niega a que registremos su móvil.

Y ante aquella respuesta por parte del agente, Carlisle comprendió un poco el panorama.

El colegio no tenía la potestad de confiscar los móviles y revisarlos, pero la policía sí, y había poco que hacer ante ello.

—He dicho que puedo enseñarle la galería si quiere —ofreció Bella—, pero no empezar a leer y revisar lo que se le dé la gana.

—Este es un interrogatorio realizado en base a un delito grave, criatura. —El policía se alzó con los brazos en la mesa—. No le estoy pidiendo permiso, le estoy pidiendo que me lo dé o aténgase a las consecuencias de no acatar la ley.

—Son mis conversaciones privadas —se quejó ella—, datos personales míos y de terceros que se comparten en confianza.

—Isabella, es necesario.

Charlie trató de posar una mano sobre su hombro, pero ella la quitó.

—Edward es mi novio y una víctima de este escándalo. ¿Cree que yo estaría interesada en tener ese vídeo conmigo? ¿O hacerle daño compartiéndolo?

El agente mantuvo una expresión intacta.

—Te recuerdo que su hermana fue la que se encargó de difundirlo.

—¡Y yo no tengo por qué ser como ella! —exclamó.

El policía posó las manos sobre la mesa.

—Si tan segura estás de todo lo que dices, ¿qué tanto te asusta que encuentre? ¿Una infidelidad, quizá? —se mofó—. No somos un programa de cotilleo que te va a dar una golosina o quitártela por eso, no nos importa.

La castaña se contuvo para no mirarlo con desdén, aunque le resultó difícil. Por su parte, a Carlisle se le fueron ocurriendo ideas por su actitud.

—Bella... —intervino con cuidado—. ¿Hay... algún tipo de contenido compartido entre tú y Edward como fotografías comprometedoras o...?

—¡Eh, eh! —Charlie se levantó de un salto, ofendido y morado de la rabia—. ¡Más respeto, que se trata de mi hija!

—Charlie, deja que conteste —le pidió—. Piensa que a su edad...

—¡Mi hija no es así!

La castaña por su lado se dedicó a jugar con su collar.

Si supiera...

—¿Bella? —insistió Carlisle.

Ella tragó con fuerza.

—No, no hacemos eso en particular —se sinceró—. Pero las conservaciones son privadas. Algunas de las que tengo contienen confidencias privadas que solo se cuentan en confianza y... no quiero que se metan terceros.

—¿Acaso no sabes cuántas de tus conversaciones tienen el consentimiento de ser vigiladas por la plataforma? —mencionó el agente, haciéndola rechistar.

—En todo caso no es lo mismo ser vista por un algoritmo entre un billón de usuarios a que las vea alguien que sabe quien soy y...

—Bella —la interrumpió Carlisle, llamando su atención—. Entiende que por más argumentos que digas a tu favor, deben registrar tu móvil.

Ella frunció el entrecejo.

—Pero...

—Trataré de que no se detengan a leer nada que no sea de su incumbencia, ¿está bien? —propuso él.

—Eso no está permitido —señaló el agente.

—Sí lo está si ejerzo el papel como asesor legal para proteger sus derechos.

El hombre entrecerró los ojos.

—¿Tan mala opinión tiene de nosotros?

—Me limitaré a comprobar que su privacidad no está siendo comprometida más de la cuenta. —Se giró hacia la castaña—. ¿Estás de acuerdo?

Y aunque Bella sentía que otros fisgonearan en su teléfono era tan incómodo como desnudarse ahí mismo, Carlisle lograba transmitirle un poco de calma.

El rubio mayor estuvo todo el tiempo al lado del agente mientras iba revisando la galería y las conversaciones. Aparecían conversaciones de adolescentes, de diferentes temas entre Bella y algunos chicos y chicas del colegio... Y por en medio se encontró con intimidades entre ella y su hijo que hubiese preferido no ver.

No había fotografías, pero sí que tuvo que pasar rápido como un rayo alguna que otra conversación subida de tono. Y no era fácil no leer alguna cuando aparecía una que otra charla de ese tipo cada día que hablaban.

En todo ese tiempo, Bella no levantó la mirada del suelo. Aunque por otro lado ella fue un tipo de preparación para Carlisle, ya que un par de interrogatorios después tendría que asesorar del mismo modo a su hijo.

—¿Por qué a mí? —exclamó Edward ofendido—. ¿Acaso no está claro que soy una víctima aquí?

—La única víctima es tu madre, chaval —le comunicó el policía—. Así que vas a tener que dejarnos ver tu móvil.

—Yo no tendría ese vídeo conmigo —replicó con enfado.

—Demuéstrelo a base de pruebas.

Y resultó ser un verdadero martirio para Carlisle tratar de convencerlo, tal cual pasó con Bella.

El agente solo estaba riéndose por ver al abogado ejercer el mismo papel con su hija, un par de alumnos, con su no-del-todo-nuera y con su hijo.

—Realmente me sorprende. —Soltó una risa jocosa en un momento de acabar el interrogatorio—. Usted sí que es un abogado multifacético, señor Cullen.

Carlisle no dijo nada. Por un lado había hecho todo lo posible para ayudarlos, pero por el otro, la carga sobre sus hombros se hacía cada vez más pesada. Y eso solo le dejaba claro que algo no estaba haciendo bien...

nnn

—Buenos días, Carlisle.

La voz aguda de un deje particular lo hizo girar la cabeza en el acto.

—Mer.

Correspondió al saludo con un leve asentimiento. Habían quedado en verse aquella tarde de camino al juzgado para prestar declaración antes del juicio. Esme vestía uno de sus sencillos vestidos a mitad de muslo con una chaqueta de punto, del mismo azul hipnótico de su mirada.

—Podría haberte traído en coche —objetó el rubio mientras ella tomaba asiento en la banca a su lado.

—También sé movilizarme en transporte público —replicó orgullosa—. ¿Cómo estás?

Y esa justo parecía ser la pregunta más difícil de todas...

—Normal.

Se quedó un minuto en silencio, sin saber cómo empezar.

—No me hubiese importado ir a verte a la firma —mencionó Esme con el eco de los pájaros de fondo—. Sé que somos jefes de nuestros empleos, pero tú siempre empiezas temprano por las mañanas.

—Digamos que necesitaba hablar contigo cuanto antes de ir a trabajar.

Ella asintió y él siguió pensando las palabras antes de hablar.

—Lillian también vendrá a decirte lo mismo una vez que deje a Alice en el colegio. Queríamos agradecerte por no levantar cargos contra Rosalie...

—No hace falta...

—Pero a la vez, yo voy a insistirte que lo hagas.

Esme se quedó un segundo helada.

—No voy a denunciar a tu hija.

—Deberías, porque tus derechos no tendrían que quedar opacados por hacerme un favor a mí o a Lillian.

La morena suspiró.

—No es por eso...

—¿Entonces por qué?

—Porque ese vídeo ya fue distribuido en su momento —señaló ella—. Se grabó con ese objetivo, así que yo misma acepté correr el riesgo de que saliese a la luz algún día.

—Aceptaste que se distribuyera en DVD, en esa época, al público que consumía —replicó Carlisle—. No diste tu consentimiento para sacarlo a ojos de cualquiera en las redes sociales y en un momento donde tanto ellas como la web dominan la realidad del mundo.

Ella permaneció en silencio.

—La situación está siendo controlada.

—Tanto como puede estarlo...

—Y no guardo ningún tipo de resentimiento a tu hija —añadió—. Entiende que lo único que no deseo es que aquella parte de mi pasado me alcance. Pero como nada ha pasado a mayores, solo quiero olvidar esto cuanto antes.

A Carlisle le podía la frustración en ese momento.

—Como quieras —acabó soltando a modo de derrota, aunque seguía pensando que no era lo justo.

—Debes estar por tu hija ahora, te necesita.

—Tú eres la prioridad aquí —insistió él.

—Si yo soy tu prioridad, ¿Quien la protege a ella?

—¿Y quién te protege a ti? —replicó Carlisle—. ¿Y a Edward?

Esme negó con la cabeza.

—Que Rose gane o pierda no remediará nada de lo que ha pasado —afirmó con seguridad—. Tampoco nos hará ganar o perder algo más. Nosotros estaremos bien.

—No estoy de acuerdo.

—Carlisle...

—Quiero defender a todos. —Titubeó como seguir—, pero...

—No puedes, los intereses chocan entre sí —le recordó ella—. No te sientas culpable por no poder hacer un imposible. No estás traicionando a tu hija y tampoco me estás traicionando a mí, quiero que entiendas eso.

Él la detalló por encima del hombro.

—¿Todavía te acuerdas?

Esme soltó una ligera risa.

—Era imposible no acordarme de las leyes y frases de abogados que me repetías todo el tiempo.

—Gracias por escucharme.

Ella sonrió. Esme siempre iba a ser una mujer que lo supo entender, eso no iba a cambiar a pesar de los años.

—¿Nunca has... vuelto a tener una relación, Mer?

La pregunta la tomó desprevenida, pero la curiosidad había podido más que él.

—Tuve dos —confesó ella—. La primera con un hombre que conocí cuando Edward tenía entre cuatro y seis años, pero nunca dejé que mi hijo y él se conocieran.

—¿Por qué?

Ella torció una mueca.

—Solo he tenido malas experiencias en ese terreno. No quería llevar ningún abusador a casa.

Carlisle asintió.

—Tú y tu gusto por los chicos malos.

Eso le hizo esbozar una sonrisa lastimera.

—Puede ser que lo lleve en los genes, por más que lo evite —mencionó con desánimo—, así que siempre separé mi vida amorosa de Edward porque quería proteger a mi hijo de eso. Luego tuve otra un año después de que Edward ya viviese contigo. Esta nos duró un par de meses. Era una buena persona, pero yo solo me sentía...

—¿Forzada a querer a la opción correcta?

Y como imaginaba, dijo que sí.

Carlisle no pudo evitar inclinarse con sutileza hacia ella de todos modos. Nunca había dejado de sentirse atraído por sus encantos.

—Sino fuera por eso... realmente nos podríamos haber dado una oportunidad en su momento.

Ella se limitó a apartar la vista.

—No solo fue por mí, Carlisle —murmuró—. Tú buscabas a alguien vital, que fuese... energética y llena de vida. Esa siempre fue Lillian, no yo. Yo soy más de mantener un perfil moderado y a la defensiva, porque crecí aprendiendo a que las actitudes altaneras e impulsivas como mujer eran castigadas a base de golpes, humillaciones o cosas peores.

Las declaraciones se le atravesaron en la garganta.

—No tuviste una vida justa...

—Aprendí a apreciar la vida. —Ella apartó la mirada cuando sintió la humedad acumularse en sus ojos—. Porque en cualquier momento te la pueden arrebatar.

Carlisle sintió un golpe, sabiendo hacia quién hacían referencia esas palabras.

—Eres una mujer admirable, Esmeralda.

Ella se lo agradeció sin más y Carlisle sabía por qué.

—Edward también lo cree.

Ante eso, la morena levantó la mirada.

—Lo niega, pero se lo enseñaste a base de hechos desde que nació —continuó—. Ese niño ha tenido la mejor madre que la vida pudo darle. Y aunque lo quiera negar, tú sabes que te adora y te ama tanto como tú a él.

Ella quiso bajar la mirada, pero Carlisle no le dejó y en cambio, cedió al impulso de abrazarla. Esme escondió la cara en su cuello mientras las lágrimas de frustración por la brecha con su hijo salían a la luz. Casi nunca le pasaba, pero los pocos momentos en que lo hacía, era un gran desahogo para ella.

—No hay aprobación masculina que me importe más que la suya.

—Lo sé. —Y Carlisle la abrazó con más fuerza.

Lillian estaba caminando por la zona del parque que Carlisle le dijo que estarían. Cuando por fin les encontró, Carlisle dejó de abrazar a Esme para buscar un paquete de pañuelos del bolsillo del pantalón y dárselo.

La escena le pareció tan íntima, que ella retrocedió unos pasos y decidió darles su espacio.

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Tyler había notado que la relación de amistad con Edward había dejado de ser la misma desde hacía ya un tiempo. Al principio el hecho de que tuviera novia lo alegraba, no había problema, pero eso fue antes de pararse afectar en cómo afectaría a su amigo en su terreno social. Su tiempo se había basado en ella y, aunque trataba de compensárselo a toda costa, al final del día situaba a Bella por encima de las otras personas.

Otro problema era que, a diferencia de lo que él quería contarle sobre Irina, Edward siempre parecía más reservado a contarle sobre sus experiencias con Bella. No tenía problema en sacarla a colación, cosa que hacía a menudo, pero cuando le indagaban sobre lo que hacían o según qué aspectos, él no parecía tener tantas ganas de hablar. Y eso según qué veces molestaba. No tanto por ahorrarse chistes picantes, sino porque a veces daba la impresión de que no confiara lo suficiente.

Sin embargo, con ella no era la misma historia.

Y justo cuando pensaba en eso, los tortolitos aparecían por una esquina, caminando y dándose piquitos en la boca como si fueran unos dulces pajaritos pasándose la comida vomitada. Porque sí, era eso lo que le causaba a Tyler ya. Edward la mantuvo abrazada a su cuerpo y le estampó un beso fogoso antes de soltarla y decirle adiós. Aunque claro, Tyler también tenía que soportar ver como no sequitaban la mirada de encima mientras se distanciaban.

La mayoría a su alrededor ya pasaba de ellos. Aunque aún así, siempre había algunas chicas o chicos agrupados en las esquinas que seguían observándolos. Unos para hacer el intento de burla sobre su rechazo hacia aquel tipo de noviazgos, y otros para suspirar por su deseo de tener una relación así.

Cuando daba para pensar que era demasiado pegajosa, pasaban días sin verse y Edward seguía viendo a los chicos mientras Bella se pasaba organizando y gestionando grupos en el patio para los trabajos. Y cuando pensabas que tantos días de distanciamiento iba a generar una crisis de pareja, ellos reaparecían de nuevo sin soltarse las manos o la boca. Y de lo dulce, pasaban a ser ojeados por lo candentes que podían ponerse cuando se besaban en los bancos o por las posiciones tan "relajadas" que adoptaban en el césped...

—¿Sigues con eso?

Irina posaba los codos en la parte alta del banco, mirándolo.

Tyler se había sentido aliviado cuando Edward le mencionó meses atrás que no sentía nada por la rubia a su lado. Tyler había podido darse la oportunidad que tanto deseaba tener con ella, pero ni de lejos su relación con Irina iba como la de Bella y Edward. Cada día que pasaba con ella estaba más convencido de que encajaban mejor siendo buenos amigos.

—No es lo que piensas.

—No estoy ciega —replicó Irina—. ¿Estás celoso de Edward, Tyler?

—Es mi amigo.

—Una cosa no quita la otra —canturreó con calma, ante lo que Tyler soltó un bufido.

—No puedo sentir celos de él —dijo con rotundidad—. Lo conozco desde hace años, le tengo una gran estima y me siento feliz por él y por sus logros. ¿Cuándo me has visto no tratar de ayudarlo cada vez que he podido o apoyarlo en sus decisiones?

No mintió en ninguna de sus palabras. Y le partía la idea de poder sentir envidia de Edward, ya que no quería sentir esos sentimientos negativos hacia él después de que su amistad hubiese conseguido ser lo que era entonces. Pero la pregunta era... ¿realmente no sentía ningún deseo de truncar su dicha?

—Con las notas, sé que no —concordó Irina—. Como amigo tampoco... pero si no son celos, tal vez es rabia creciente hacia Bella, pero algo tienes.

—Tal vez me empieza a molestar que ella salga a colación allá donde sea que vaya.

—¡Eureka! —La rubia alzó los brazos, satisifecha de haber dado en el clavo.

—Pero no le deseo mal, tampoco —declaró Tyler—. A ninguno de los dos. Sé que Edward tiene un tipo de relación con ella y de confianza, pero que los amigos siempre van primero al fin y al cabo. Ahora tal vez estamos algo distanciados, pero en cuanto termine con ella o el amor deje de estar en su fase intensa, todo volverá a ser igual.

Ella hizo un sonido de disconformidad.

—Bueno, yo creo que lo mejor es no quedarte esperando un tipo de amistad que de momento no existe. Suena aburrido y tedioso —opinó—. ¿Por qué en lugar de esperar, tratas de buscar una normalidad a partir del que hay ahora? Coméntaselo a Edward o...

—Los chicos no hablamos de esos temas...

—Si que eres sexista, demonios. —Irina se inclinó hacia delante con molestia—. Proponle salir más o quedar. ¿Tú no haces un balance entre mí y el grupo?

—Sí...

—Pues ya está. —Volvió a ponerse derecha y dio una mirada por el patio, para saber donde ir—. Hala, adiós.

—Irina.

—¿Hmm? —Ella detuvo sus pasos, y Tyler martilleó sus dedos con inseguridad.

—Si tienes que elegir entre tus amigas y tu novio, ¿a quién eliges?

Ella sonrió.

—A mis amigas, porque estoy segura de que tú lo harías también.

Y sin más, se dio la vuelta para seguir su camino. Como se quedó con eso en la cabeza, más tarde fue a Jessica a quien pidió su perspectiva.

—¿Sientes miedo a perderlo como amigo, Ty?

Él negó hacia la morena en la entrada del colegio.

—No... ¿Por qué debería de sentir eso?

—Es que más o menos suena como el miedo que yo tuve cuando comenzó con Bella. —Formó una mueca—. Y al final, he sido la que se sintió apartada por no tener pareja desde el principio...

—Lo siento, Jess.

La chica recompuso su sonrisa.

—Tranquilo, nadie tiene la culpa. —La verdad, es que le llevó tiempo autoconvencerse de aquello—. Solo te digo cómo me sentí para que sepas si a ti te pasa lo mismo o no.

Y entonces él se puso a pensar. Jess no había dejado de ser importante para Edward o para él a pesar de sus tener sus respectivos noviazgos, ¿por qué tendría que ser distinto ahora?

—Pese a todo, sientes que tu amistad con nosotros sigue ahí, ¿no?

Ella asintió con énfasis.

—¡Claro!

Y aquel entusiasmo que brotó en Tyler por recuperar la normalidad de su amistad con Edward, finalizaría en el mismo momento en que cometiese la peor idiotez enviando el vídeo. Hay errores de los que nos acabamos arrepintiendo tan pronto los hacemos, como dicen. Tal vez fue producto de una mezcla de sentimientos que sintió en su momento, o a saber... Pero desde entonces, Tyler no había dejado de sentirse herido por perder a un amigo que ni en sus más remotas pesadillas hubiese querido dejar de tener.


💎 Este capítulo y el siguiente van a ir enfocados a retratar los sentimientos de los personajes a raíz de la situación, pero dentro de muy poco volveremos a pasar a la acción.

💎Por si a alguien le quedaba la duda, pues ya sabemos que los traviesitos de Bella y Edward como que les gusta mandarse mensajitos calientes. 🙊 🔥 ¿Os gustan los fragmentos de la relación entre Carlisle y Esme? ¿Qué opináis de ellos? 👀 ¿Y qué os ha parecido el pensamiento de Tyler? La verdad es que es algo difuso, nada concreto en sí, así que todo está abierto a pensamientos, teorías y lo que os venga en gana. 😎

💎Recordad que os iré contestando a vuestros reviews por privado de FF.

Kisses! 😘😘