El Nuevo Lord Protector:

Capítulo 76: Rin, debes un tatami


Rin se despertó un día más en su habitación, como estaba empezando a ser costumbre, al lado de su cachorro. Aunque esta vez no la había despertado pidiendo comida como llevaba haciendo las últimas casi dos semanas desde que dormía con él. Simplemente estaba sentado con una pose perfecta para su adorable tamaño, mirando atento a la ventana. Se semi incorporó para comprobar qué miraba su hijo por la ventana, el jardín se veía más mágico que de costumbre, y estaba lleno de hermosas mariposas cada cual más llamativa. En cuanto notó que estaba despierta, su pequeño la miró fijamente unos instantes, para luego ladrar alegremente y empezar a mover la cola. Le resultaba adorable, pero sentía que algo no le cuadraba, aunque no sabía decir qué. El cachorro comenzó a tirar de su ropa hasta conseguir que lo siguiera, daba una vuelta, trataba, volvía a ella, como cualquier perro demasiado energético esperando salir. Rin con toda la calma del mundo se desperezó, se puso una bata encima de su ropa blanca de dormir, y se puso de pie, directa a abrir la ventana para salir por allí.

Enseguida salieron, siendo rodeados por espíritus mágicos. Rin estaba maravillada con las vistas, encantada con la energía de su hijo, pero no se olvidaba que había algo raro, hasta que cayó en qué era.

—¿Hasta cuando piensas seguir jugando antes de decirme que esto es un sueño?

Su hijo dejó de corretear y se quedó sentado delante de ella, mirándola, mientras ella se arrodillada para intentar estar más a su altura.

—No estoy segura acerca de las mariposas o de que los colores fueran tan brillantes en este jardín, pero este palacio siempre me sorprende. Sin embargo tú —le empezó a decir en tono de regañina aunque era incapaz casi ya de mantener la risa y la seriedad —estás muy grande y correteando demasiado, aunque creces muy rápido todavía no tenías demasiado equilibrio. ¿Por qué te has metido en mi sueño?

Un alegre ladrido como respuesta.

—¿Acaso no tienes nada que mostrarme?

Le respondió con un gruñido de molestia.

—Bueno, apenas tienes dos semanas de haber nacido, no espero que puedas hacer mucho. ¿Qué te parece si quien empieza mostrando cosas soy yo?

Ladrón con alegría y empezó a girar sobre sí mismo emocionado.

—Pues a ver… —cerró los ojos con fuerza para imaginar —siempre me has visto con ropa de dormir porque casi no hemos salido de la cama. Espero que con pensar en las ropas que utilizo para recibir a Sesshomaru, apareceré con ellas…

Y como si fuera arte de magia, abrió los ojos y se encontró vestida con un sobrio kimono color azul marino con un patrón de rosas blancas en la parte del cuello y el final de la falda, y por encima el primer uchitake rojo que le regalo Sesshomaru, su preferido.

—¡Qué fácil! Ojalá vestirme así tan fácil fuera como lo hago siempre. —se agachó a coger en brazos a su hijo y comenzó a caminar adentro —Esta es la ropa que le gusta a mamá. Y ahora, como nunca has estado fuera de la habitación, vamos a recorrer palacio, lo conozco de memoria, así que será como si fuera de verdad. —acabo, con una sonrisa. Su pequeño cachorro no separaba su mirada de admiración de ella.

Con él en brazos, entró de nuevo en la habitación desde la terraza, pasando de largo el futón, el biombo…

—Bueno, la habitación ya la conoces, después de todo recuerdo tener sueños raros en los que recorría la habitación siendo alguien de tu tamaño, así que supondrá que eras tú.

Ladrido como respuesta de nuevo. Siguió caminando, pero en cuanto se acercó a la puerta, su pequeño comenzó a gimotear. Se acurrucada en sus brazos, tenía miedo. ¿Tenía miedo de salir? ¿De lo desconocido?

—¿Qué te da tanto miedo? Estás con mamá y en un sueño nada puede pasarte. —su cachorro seguía gimoteando —abriré la puerta y me mostrarás qué te da tanto miedo.

Así siguió avanzando un per de pasos más, maniobrando para que su hijo no se le escurriera de entre los brazos mientras lo sostenía. De un solo gesto abrió la puerta y pudo verlo: su hijo tenía miedo del monstruo vigilante detrás de la puerta

–¿Sigues de una pieza? ¿Ves que en mi sueño no puede hacerte daño?

Le resultaba gracioso porque su hijo se había imaginado un terrible monstruo, aunque de momento sólo veía un enorme ojo rojo con el iris verde que cubría casi en su totalidad la puerta. Se le quedó viendo, mientras el bebé temblaba. Le resultaba terriblemente familiar. Así que decidió hablarle.

—Creo que no puedes pasar por la puerta. Si te apartas un poco iremos hasta donde te encuentres.

El monstruo la miró fijamente, emitió un gruñido gutural bastante bajo, y se alejó lo suficiente como para que pudieran ver su cabeza. Ahora entendía por qué le resultaba conocido ese ojo. Detrás de la puerta estaba su esposo transformado en su verdadera forma. ¿Acaso su padre guardando la puerta lo había estado asustando todo ese tiempo? Notaba el miedo en su hijo, pero en el sueño ella no tenía miedo, no como antes. Sonrió como siempre le sonreía a su esposo.

—¿Qué te parece si cierras los ojos conmigo unos momentos? Quisiera mostrarte de verdad qué había detrás de la puerta.

Comprobó que su cachorro le hacía caso, cerró los suyos también y recordó a su esposo, cuando se encontraba tranquilo, en paz, cuando casi parecía flotar y brillar. Con los ojos cerrados dio unos pasos adelante, hasta cruzar el marco de la puerta, para luego abrir los ojos de nuevo. Allí estaba, su esposo, hermoso como siempre, de pie delante de ellos, contemplándola. Rin enseguida esbozó una sonrisa de oreja a oreja, y se acercó más. Su cachorro seguía temblando.

—Abre los ojos mi vida, mira —le dijo mientras lo alzaba más alto y lo ponía de cara a mirar lo que tenía delante, y en cuanto abrió sus ojos dorados, continuó: —Es tu papá, siempre estaba detrás de la puerta, cuidándonos, a ti y a mí.

Su bebé seguía temblando, aunque ya menos, y escondía la cola entre las patas. Abusando de que era un sueño y Sesshomaru no podía negarse, le robó un beso. Envolvió a su bebé en sus ropajes y siguió hablando: —No te preocupes, ahora le decimos adiós y se irá, porque no nos hace daño ni lo hará. —dio un besito a su hijo y le levantó una de sus patitas delanteras para que la ayudará a decir adiós —¡Adiós, papá!

Y con ese gesto, Sesshomaru les dio la espalda elegantemente, se fue dejando a madre e hijo solos.

—¿Ves como no pasa nada? Ven, vamos a ver una habitación que me encantaría mostrar a todo el mundo. La montó tu abuela para que pudieras nacer. Los paneles tienen diseños de mis flores favoritas y dibujos de las estrellas que habría en el cielo cuando nacieras. También se puede ver el firmamento desde allí, es muy extraño.

Rin le iba hablando a su pequeño mientras iban recorriendo los pasillos hasta llegar allí. También le contaba más cosas. ¡Qué emoción poder hablar con su hijo! De repente se sentía más animada ahora que por fin se sentía que podía salir de la cama, que Sesshomaru no le había dicho nada malo del niño —que tenía que sentirse orgullosa de haberlo traído al mundo, incluso— y el hecho de que se sentía capaz de controlar ya el miedo irracional que había estado sintiendo hasta ese entonces.

Llegaron ya hasta la habitación en la que había dado a luz, y su bebé estaba asustado de nuevo. Rin enseguida hizo de nuevo su intento para tranquilizarlo. Pero ¿cómo podía estar asustado si nunca había estado allí realmente, excepto por el día en el que nació? Abrió la puerta sin reparos, y lo que encontró fue algo que sí la había aterrorizado a ella también. Todo estaba como lo recordaba, con ella dormida en el centro de la habitación, la luz de media mañana colándose por los paneles, la claridad del cielo, Atsuko, Haru y Fumiko… quizás sólo estaba el detalle de Irasúe: en vez de tener a una elegante mujer abrazándola por detrás, otro perro gigante detrás, con aspecto ponzoñoso la rodeaba por detrás, y tenía sus garras cubriéndola completamente.

Tenía que tranquilizarse. Eso no fue la realidad que había vivido. Pero estaba bastante segura de que, si había sido traumático el parto, también pudo haberlo sido para su bebé. Cerró los ojos, y le pidió a su hijo que cerrara los suyos, como había hecho antes. Hizo lo que pudo para olvidar aquella horrible imagen, y se esforzó por recordar cómo se había encontrado la habitación al principio del todo…

Abrió los ojos y todo lo que vio era hermoso. Tal como quería recordarlo. Aunque fue muy curioso acercarse a ella misma cuando estaba dormida. Se arrodilló al lado de sí misma y de Irasúe, y le dijo a su hijo: —Ya está. Ya puedes abrir los ojos.

Unos ojos dorados vieron con fascinación la estancia. Enseguida de un salto se separó de ella e investigó todo. Olisqueó principalmente a Fumiko ya que no reconocía especialmente su olor. ¿Acaso podía oler en sus sueños? ¿Ella misma recordaba el olor de Fumiko para que su hijo pudiera olerla en su sueño? Pero no tuvo tiempo para plantearse más preguntas, porque Irasúe empezó a hablarle, mirándola a los ojos:

Niña, ¿tanto deseabas hacer padre a mi hijo como para pasar por todo esto? No sé hasta qué punto me escuchas o si recordarás algo de todo esto que te estoy haciendo saber.

No, no era capaz de recordar aquellas palabras. El mes en esa estancia ahora era un recuerdo un tanto borroso.

Arriesgaste primero tu vida sólo por ser su mujer. Muchas veces. A pesar de que estamos malditos seguiste a su lado. Ahora te estás esforzando, y aceptando mis garras venenosas en tu vientre además de un montón de dolor y sufrimiento por la ínfima posibilidad de no traer a un hanyou a este mundo a sufrir por no encontrar su sitio. El cachorro está siendo poderoso, pero no es el caso. ¿Qué te mueve a hacer todo esto? ¿De dónde saliste? Miré en las estrellas mil veces cuál sería el futuro de mi hijo porque me preocupa. Soy su madre después de todo. Fui yo quién lo rescataba cuando hacía las cosas mal, quien lo bañaba de pequeño y quien le enseñó a matar. También siempre estuve ahí para aquellas lecciones de vida que tuviera que aprender. Si hubieras sido una estrella seguramente hubieras escrito el futuro de mi hijo en el cielo. Pero no, eres una simple humana y estás aquí, confiando ciegamente y entregándote a mis brazos para que te ayude a traer a este niño al mundo. ¿Sabes acaso qué clase de monstruo traerás al mundo si no es mitad humano? Traerás a un perro demonio, un ser indomable, una criatura del cielo a la que no podrás seguir el paso y especialmente sanguinaria en las noches sin luna. Traerás al mundo a un niño que seguramente aprenda a matar antes que a escribir, otro ser más que esté condenado al desprecio de los dioses.

¿Irasúe sabía qué clase de monstruo traería al mundo? ¿Lo que le costaría reconocerlo?

Eso es, prefieres a los monstruos antes que a los tuyos, —bueno, tanto como para decirlo así… — y quieres ser madre de un monstruo. Pero escúchame bien. No será fácil en ningún momento del camino. Si consigues lo que quieres, ese niño nacerá siendo un monstruo y no podrás reconocer a tu propio hijo. Te dolerá tenerlo. No entenderás cómo has podido traerlo al mundo ni pasar por todo esto. No te despertará amor, no te despertará compasión, te despertará miedo. El mismo miedo que habrás sentido cuando fuiste arrastrada por los perros del infierno más de una vez.

¡Sabía que le daría miedo! ¡E intentó decírselo! Lloraba de la emoción, en cierto modo se sentía liberada de saber que era lo que tenía que pasar, que era normal, que no era una mala madre.

Si eres capaz de escuchar nada de lo que estoy diciendo, quédate con esto: no esperes amar a tu hijo a primera vista como cualquier madre, y no te olvides de los perros del infierno. Vendrán más veces a por ti, pero sé perfectamente que ya sabes lidiar con perros. Conviértete en su ama, domina a la muerte, y vivirás lo suficiente para ser madre de tu hijo el tiempo que necesites hasta conseguir amarlo, como pasa con las humanas y sus hijos.

—No se equivoque… —le respondió la Rin del sueño, la embarazada —Amaré a mi hijo, no importa qué. Ya no tengo miedo. ¿No lo sabía? Allí afuera, cuando venía de camino aquí los ejércitos no sólo me conocieron como la esposa de Sesshomaru, sino como a la humana sin miedo.

Inmteresante….

Es verdad. Ya no tenía miedo.

Fua a abrazar a Irasúe en agradecimiento, pero no pudo. Sintió que la estaban pinchando con un palo para que despertara…

—¡Oye mocosa! ¿Vas a dormir todo el día? ¡Sesshomaru-sama ha enviado al Gran Jaken a comprobar que estés bien!

—¡Por favor déjela descansar! Tener al niño la ha dejado muy cansada y debe dormir más, además, ¿quién le ha dado permiso a entrar en la habitación y pinchar a la señora con un palo?!

Rin estaba confusa, le resultaba extraño volver a la realidad después de un sueño tan vívido. Pero por primera vez en mucho tiempo se sentía bien, se sentía ella misma, feliz.

—Este es el báculo de dos cabezas, no un palo, impertinente humana, el amo bonito quiere noticias de Rin por mi parte, que no la estoy tratando como una niña cuidándola todo el día aquí

—En realidad siempre me ha tratado como una niña molesta, Jaken-sama jajajaja —le contestó una somnolienta pero sonriente Rin.

Jaken abrió desmesuradamente los ojos de que por fin estaba Rin despierta tras lo que le costó despertarla anteriormente, además de que al contrario de lo que le habían dicho que se encontraría, Rin estaba bien, estaba feliz

—¿Cuándo va a saludar al bebé, abuelo Jaken?

—¿Abuelo Jaken? ¿Me estás queriendo echar más años encima de los que ya tengo, mocosa? —le espetó enfadado (enfado que intentaba ocultar que realmente estaba llorando de felicidad)

—¡Claro! —le dijo Rin rescatando al cachorro de entre las sábanas para sostenerlo en brazos —Jaken-sama hizo de padre para Rin, Rin ha sido mamá, entonces ahora Jaken-sama es el abuelo Jaken!

Jaken estaba sin palabras de la felicidad. ¡Rin lo había llamado abuelo del hijo de su amo! Con una mano temblorosa, guiado por Rin, acarició el sedoso pelaje del cachorro, y se sorprendió al verlo bostezar.

—Rin… ¿de verdad pudiste darle este hijo tu sola al amo?

—Bueno, yo sola no, necesité mucha ayuda y me costó recuperarme, pero ahora ya estoy bien.

—¿Pero de verdad? —preguntó algo preocupada aún Atsuko. Mientras el cachorro meneaba la cola, contento de conocer a Jaken

—¡Por supuesto, además tengo que levantarme, vestirme bien e ir a buscar a Sesshomaru, que le tengo que pedir perdón por no poder presentarle bien a nuestro hijo. Además, le debo un tatami a la señora Kagome.

—No entiendo qué tiene que ver…

—¡No le debes nada a la esposa del pulgoso!

—Jaken, no le diga así a Inuyasha-sama — le dijo prestándole poca atención a Jaken —Atsuko, necesito vestirme bien, quiero alguno de los kimonos que hacen juego con los de Sesshomaru y un Uchitake. No sé si se pudo reparar el primero que me regaló, me gustaría poder ponerme ese. Jaken-sama, ¿qué regalo cree que puede hacerle para llevarle ahora?

—¡Sí señora! —respondió emocionada Atsuko, y se retiró a buscar lo pedido—

—¿Qué más regalo le quieres llevar? Con plantarte ahí mostrando que estás en buen estado y llevándole el mocoso nuevo va a estar más que feliz. Que ha estado enfadado por cómo manejó la situación su honorable madre sin preguntar y preocupado de que tardaras tanto en recuperarte.

Con una sonrisa de oreja a oreja, y emocionada de por fin encontrarse bien y volver a ver a Jaken, Rin se preparó lo más rápido que le permitieron, y fue directa a la terraza con su hijo en brazos a buscar a su marido. Fue seguida por el séquito de Jaken, Atsuko, Fumiko, un par de escobas encantadas que limpiaban el suelo antes de que pisara nada sucio, uno de los encargados de cocina a disposición de darle comida si la necesitaba, unos cuantos miembros del consejo de luciérnagas que tuvieron la suerte de escuchar que presentaría a su hijo, una tejedora que iba haciendo alguna manta por el camino por si el bebé necesitaba alguna más, y una buena cantidad de guardias del palacio intentando contener a sirvientes emocionados que la seguían. A Rin le daba vergüenza ajena el cómo se estaban comportando, pero sabía que no lo podía evitar, y la emoción de todos la hacía más feliz si cabe. Empezó a caminar más rápido en cuanto lo tuvo a la vista, flotando en los cielos.

—¡Sesshomaru no goujishin-samaaaaaa! —lo llamó, alegre.

Enseguida él bajó de los cielos, casi brillando, hasta estar delante de su amada esposa.

—Rin —una mirada suave hasta su querida, un ceño fruncido hacia todos los que la habían seguido que hizo que les dejaran más de veinte metros de espacio personal.

Rin de repente sintió miedo, en cuanto sintió gimotear a su hijo en sus brazos. Su padre lo seguía asustando, pero no podía dejarse llevar por ese sentimiento.

—Mi vida, bebé, no llores, es como el sueño, ¿recuerdas? Es papá, es nuestro guardián y no nos va a hacer daño.

Sesshomaru todavía no se había acercado del todo a Rin, más que nada tras lo que había pasado antes, quería dejar que fuera ella quien terminara de cerrar la distancia entre ambos. Vio con atención como hablaba con el bulto envuelto que tenía en brazos. Olía el miedo en ambos, pero Rin controlándolo perfectamente. Enseguida se acercó a él con una sonrisa, pidiendo disculpas.

—¡Lo siento!, quería hacerlo mejor, pero al bebé le asustas un poco, supongo que notará lo poderoso que eres. ¿Sabías que para él eras el monstruo escondido detrás de la puerta?

—¿Y tú tienes miedo?

—Creo que ya no. Pero me siento mucho mejor hoy. Estuve hablando con mi bebé en un sueño. Gracias a él pude recordar las palabras de consuelo que me dio tu madre, cuando estaba dormida abrazada a ella.

—He sospechado algo así, que se estuviera metiendo en tu sueño y en tu mente sin preguntar constantemente. Por eso compartes su miedo. Es algo bastante molesto, tendrá que aprender a controlarlo —tomó el pequeño tembloroso de los brazos de su madre —Deja de montar escándalo y de asustar a tu madre. No voy a haceros daño.

Dicho esto, de un movimiento se lo colocó —ya más tranquilo— en el hombro y se acercó más a Rin.

—No he tenido las mejores noticias acerca de lo que pasó durante el parto.

—Rin está bien. Eran cosas que tenían que pasar, y tengo el presentimiento de que, aunque fue duro todo fue para bien. Como siempre —le dijo risueña. —¿Va a llevar al bebé así todo el tiempo?

—No veo por qué no. —le respondió inexpresivo mientras el cachorro comenzaba a mordisquearle la armadura.

—Mmmm… pero el bebé está bien? ¿Es así como debe ser? ¿Por qué es un perrito? ¿No debería tener una pinta más de … bebé? Todavía tenemos que ponerle nombre. ¿No le hará daño a la armadura sus babas o al bebé la armadura? Por cierto, le debo un tatami a la señora Kagome.

—Está bien, es como debe ser, todos nacemos así, su pinta está bien Rin, en cuanto al nombre tenemos que esperar. Sabrás cuando es el momento correcto de ponerle uno. Pero no es tiempo aún. No, y no.

—Me ha ignorado lo del tatami.

—Conozco a esa mujer, no te ha pedido un simple repuesto, ¿me equivoco? —dijo comenzando a caminar en dirección a donde no veía gente.

—Mmmm… me dijo que presentía que íbamos a poder superar lo del veneno y que tendríamos descendencia. Así que me hizo prometerle que a cambio de que no dijera ni pío de que le destrozaras el tatami esa noche que la tendríamos que recibir en nuestra casa como ella nos recibió antes cuando tuviéramos nuestro primer hijo.

Sesshomaru bufó con molestia.

—¿Y bien? ¿Cómo debo hacer…?

—De momento no vienen. Hasta que el cachorro no cumpla un año nadie entra ni sale de esta montaña —dijo deteniéndose, y más satisfecho de que se encontraba ahora más a solas con ella. —Espero que no tengas problemas de estar encerrada conmigo durante ese tiempo.

—Ninguno, mi señor —respondió con una sonrisa pícara. —El tiempo está detenido, mi señor y Rin, en un instante, de toda la eternidad.

Y por primera vez en mucho tiempo, Rin recibió un casto y dulce beso de su esposo, y llena de felicidad se dejó acompañar en un paseo por su esposo, dejando a todos los curiosos que querían conocer al niño atrás.


REVIEWS REVIEWS REVIEWS REVIEWS

Hola mi gentecilla bonita! ¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡por fin capítulo bonito! Tenemos un bebé un poco travieso jajajaja

Ya apareció Jaken, ya entendimos el miedo de Rin, ella ha recordado cosas guays y se siente mejor, ya sabemos que los perros demonios nacen así dicho por el propio Sesshomaru yyyyyy juro que no es por pereza eso de que tengan que esperar para ponerle nombre al cachorrito XDDDD

respuestas:

bed 127: siii has acertado en todo jajaja era un poco triste pero tenía que mostrar hasta qué punto le podía afectar a Rin el poder del cachorro. Además se puede ver la paciencia infinita de Sesshomaru con su esposa y eso es bien. En fin, gracias por leerme (y por escribirme, que eso me hace mucha ilu, y la ilusión es lo que me mantiene escribiendo esto :3)

arual 17: si si, ya llegará el dia en el que el bebé sea un mini sesshomaru *.* y sí, es empático, muy fuerte mentalmente, si hasta se ha estado metiendo en los sueños de su madre desde el día uno, el sueño ese raro de ella del cap 74 era el bebé XD

Bueno bebes, esto es todo, muchas gracias por leerme, espero que os haya gustado, un abrazo de oso panda y hasta la próxima! :3