74. Juicio
Por cada día que pasaba, Rose vivía un peor martirio.
Regresar de clases y encargarse de cocinar mientras los demás ya comían lo suyo era un suplicio. Como estaba acostumbrada a preparar raciones pequeñas, no le quedaba nada para la noche, así que tenía que volver a cocinar al poco tiempo también. Lillian tuvo piedad de ella el primer día y libró a Rose de los quehaceres adicionales, pero al día siguiente Carlisle la obligó a ayudar a limpiar antes o después de comer, a pesar de que eso significara llegar a tener que estudiar o cenar sobre la madrugada.
También tenía las horas por las tardes en la firma, los deberes, trabajos, el dolor de no poder ir a extraescolares... Aunque tal vez era mejor mantenerse apartada de su vida social, ya que su círculo había quedado reducido a alguna que otra burla o crítica en redes que nunca faltaba.
Tenía que reconocer que en parte se lo había buscado.
Una vez dejó el cubo del mocho, recogedor y compañía en su sitio, se fue al baño de visitas que estaba a dos pasos de allí para lavarse las manos. Al salir, fue divagando de camino a su habitación mientras agitaba las manos para que se secasen.
—He hablado con el director.
Rose se sobresaltó al oír a su padre, quien apareció de pronto en su camino con una expresión neutra.
—¿Y qué se cuenta? —preguntó ella como si hablara del tiempo.
Sin embargo, su padre no parecía tener ánimos de amenguar la seriedad.
—Te vamos a tener que cambiar de colegio cuanto antes.
Y con aquella frase la dejó helada.
—Está bien.
A pesar de la punzada en el pecho, ella lo asimiló con una expresión serena. Cogió y siguió el camino hacia su cuarto a la vez que Carlisle se dirigía al despacho.
Pero lo cierto es que los brazos empezaron a fallarle a los segundos de haberle contado la última noticia. No era estúpida, se esperaba la noticia desde hacía días... pero era distinto imaginarlo a que se hiciera realidad.
Estaba a mitad de curso, toda su vida la había pasado en ese mismo centro. Salir del Carter's en esas condiciones no la dejaría entrar en ningún colegio de buena reputación ni a lo lejos.
Chocó la mano con la puerta del cuarto y los ojos empezaron a aguársele, la culpa a martillear y una vez entró fue a arrodillarse entre la esquina que daba con el armario.
—¿Rose?
Ella se restregó con fuerza los surcos de las mejillas.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó con un tono acusatorio—. ¿No tenías que estar en tus clases de guitarra?
—No me sentía con ánimos para ir —confesó Alice desde la cama, donde al parecer estaba leyendo un libro—. Nada de esto tendría que haber llegado tan lejos. Con pedirme perdón por lo de Jackson, yo...
Pero la rubia negó sin más.
—De querer decirte algo, ya te lo hubiese dicho.
A Alice le dolió escuchar eso.
—¿Al menos has aceptado que ya fue suficiente? ¿Que no podías con esto tú sola?
—Te dije que no te necesitaba y realmente no lo hago —subrayó su hermana con total seguridad—. Así que en eso gané yo.
—Rose...
—¿Nunca has pensado que lo que me hacía falta era que me soltases? —le cuestionó la rubia—. Piénsalo. Dejarme ser yo misma para darme cuenta de el límite que podía alcanzar sin ninguna supervisión y saber cuándo controlarme en mis locuras...
Alice titubeó, sin saber qué decir.
—Rose, tú venías a mí para...
—Habrías podido aprovechar mucho tiempo en ti, menos en mí, pero decidiste mal y nos afectó a las dos —sentenció convencida—. No vuelvas a ponerme a mí por delante nunca más, por favor.
Alice tragó y asintió.
—De acuerdo. Tal vez llevas razón... en que ambas nos hemos equivocado —concordó—. Tú en apoyarte en mí y yo en ceder. ¿Pero acaso el resultado de todo esto es ganar?
Rose tomó una bocanada de aire.
—Prometí vengarme de Edward por el plan fallido de la primera vez y lo conseguí —señaló—. Si no fuera por ti, tal vez antes me hubiese salido algo mal que solo me afectase a mí. Pero ha ido como ha ido, porque tarde o temprano tenía que pasarme.
—¿Los demás tienen que pagar para que tú aprendas?
—A veces la vida y el universo nos lo enseña así, ¿no ves? —Y a continuación se levantó, para buscar otro lugar en el que poder estar sola.
nnn
Edward entró en un período de paz provisional de cara al juicio.
Desde el interrogatorio, el vídeo había sido borrado del móvil y de la nube de casi todos los que lo habían guardado. Y después de que el agente advirtiese que cualquiera que lo mantuviese en otro dispositivo se arriesgaban a sufrir el mismo castigo de Rosalie o peor, la mayoría de los alumnos también admitió tenerlo en el ordenador o en un pendrive, así que consiguieron eliminar gran parte del rastro del vídeo en cualquier parte.
Por fin aquella imagen había pasado a convertirse en delito. Y desde entonces, el rubio ya no había vuelto a pasar un mal momento escuchando o viendo lo que no quería ver. Como mucho se enteró del virus que habían infectado sus móviles al quererlo volver a descargar y el arrepintimiento de querer volver a conseguirlo.
Era otra de las cosas que Edward tenía que agradecer a Bella.
Él relajó los hombros y se sintió mejor cuando vio a cierta castaña aparecer por el pasillo bien vestida, preparada para el juicio de Rose. Venía con su padre, el cual se había mantenido en silencio absoluto respecto al tema. Con expresión neutral, no volvió a sacarlo a colación.
—Edward.
—Charlie.
Bella omitió esa parte del saludo y directamente se fue a abrazar a Edward.
—¿Estás nervioso?
—Un poco —confesó, separándose para dar una repasada al panorama que había dispersado por el lugar aquel día. Bella hizo lo mismo.
—¿Tus padres dónde están?
Edward le contestó y Charlie pidió hablar con ellos, así que Edward se ofreció a acompañarlo en lo que Bella se separaba de ellos para ir un momento al baño.
Hasta donde ella sabía, la policía había descartado el caso del hombre con los vídeos tras aplicarle una multa, al igual que le pasó al detective novato que ayudó a la hermana de Edward y como pasó con los estudiantes por desconocimiento acerca del tema. Los únicos que iban a necesitar testificar iban a ser las personas que sí trataron el vídeo con mala intención. En otras palabras, Tyler y Rosalie.
En el momento de salir del cubículo, Bella se arreglaba el bajo del vestido mientras Rose estaba frente al espejo, limpiándose otra vez las lágrimas de los ojos.
—Tendría que arrepentirme toda la vida para quitarme la culpa de lo que has hecho.
La niña se giró hacia Bella, quien la miraba con frialdad. Como si disfrutara de verla vulnerable.
—¿Qué quieres?
—Solo desearte que el karma te pague como mereces. —La castaña habló con un tono cargado de rabia—. Me da igual si es con la ley o por pesadillas eternas por el cargo de consciencia, solo espero que algún día sufras igual por la puñalada que te claven por la espalda.
Rose soltó una risa ahogada.
—Te venías conteniendo, ¿no? Ni siquiera cuando hice lo de la foto te afectó tanto.
—Porque me duele más que traten de esta manera a las personas que más quiero y sin ningún motivo —subrayó sin ningún atisbo de duda—. No tienes ni idea del coraje que puedo llegar a sentir por ello.
Rose se sintió demasiado tentada a provocarla.
—Qué pena, porque soy la hermana de tu novio y vas a tener que soportarme como sea.
—Ahora sí te acuerdas de que Edward es tu familia, ¿verdad?
Rose iba a responder, pero en eso alguien más entró al baño. Una mujer de rasgos asiáticos que se dirigió al primer cubículo disponible y, detrás de ella... Esme.
—El juicio va a empezar dentro de unos minutos, lo mejor es ir yendo.
Bella se quedó con las ganas de seguir con la conversación, pero aceptó con frustración y salir pasando por el lado de Esme. Cuando Rose acabó de retocarse con agua los rastros de llanto, quiso seguir los pasos de Bella, pero la mujer de ojos azules la retuvo.
—Quisiera hablar contigo.
Rosalie pasó saliva. Ella a era quien más daño le había ocasionado sin motivo alguno y, sin embargo, la que más le había beneficiado en todo ese proceso. Y era frente a la única que con tan solo estar de pie, se caía la cara de vergüenza.
—Yo... esto. —No sabía ni qué decir—. Sient...
—Experimenté en piel propia lo que era la falta de atención de mis padres a causa de mi hermana —le contó Esme—. No te guardaré rencor, pero ten en cuenta que a diferencia de mi situación, tus padres nunca han dejado de ver por ti y por tus hermanos en la misma medida. Así que quédate con eso.
Rose parpadeó varias veces seguidas, asimilando lo que le dijo, y en eso Lillian también se acercó a la entrada del baño.
¿Qué tenía ese dichoso lavabo que congregaba a todos los presentes?
—El juicio está por comenzar.
—Se lo estaba informando —alegó Esme.
Lillian esbozó una leve sonrisa y cogió a su hija de la mano.
—Vamos.
Rose volteó a ver una vez más a Esme, dándole las gracias, antes de seguir a su madre por el camino a una de las situaciones que más tensión le habían generado en sus cortos años de vida.
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—Edward. ¿Podría hablar contigo?
El rubio no dijo nada. Tyler se había pasado echándole una que otra mirada de reojo desde la silla donde estaba, a la otra esquina, pero solo había elegido el momento en que todos los llamados a su juicio empezaban a entrar para acercársele.
Y qué inteligente de su parte, porque era el único momento donde no podía pararse a pegarle.
—No tenemos nada de qué hablar.
—Yo solo...
Quedó enmudecido de repente, y fue entonces cuando Edward reparó en la llegada de su madre.
—Lo siento, señora —se apresuró a decir Tyler—. De verdad, yo no quería... no era en su contra...
Esme asintió.
—¿Te puedes largar? —preguntó el rubio.
—Edward —le advirtió su madre.
—Ya me voy —dijo Tyler, haciendo una leve inclinación de cabeza hacia Esme—. De verdad que me arrepiento de todo.
Y después de darle una mirada más a su ex amigo, se fue por donde vino.
—No tendrías por qué perdonarle —señaló Edward.
—A mí no me duele ni me deja de doler lo que hizo —se sinceró Esme—. Solo me importa lo que tú hagas y sientas ahora mismo.
Edward apretó la mandíbula y tomó aire.
—Anoche lloré por ti —confesó él—. En realidad, lo hago más veces de lo que quisiera reconocer. Y en medio de todo esto, realmente me dolió por lo que pasara contigo, mamá.
A Esme el corazón le dio un pálpito.
—Solo... quiero que sepas que no te odio —continuó él—. Pero lo que siento por ti me hace mantenerme alejado porque...
Ella lo envolvió entre sus brazos, sintiendo que los ojos se le aguaban.
—Mamá...
—Sé que me quieres, nunca lo he dudado —susurró ella con la voz rota—. Pero agradezco cada momento que te abres, aunque sea un poco.
—El juicio va a comenzar.
—Vamos, Zoi Mou.
Él besó su mejilla y se dispuso a entrar a su lado, mientras echaba una última ojeada a Bella, quien junto a Charlie, Lillian y Alice, se iban a quedar fuera de la sala, esperándolos al salir.
Cuando aún no cerraban las puertas del interior, Bella vio de lejos como Edward abrazaba a su madre por el costado dentro de la sala, y a ella casi le dieron ganas de llorar de la dicha por presenciar una escena así de tierna.
Ojalá pudieran volver a llevarse bien de nuevo.
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El tribunal de menores solo permitiría la entrada a familiares directos dentro del juicio en sí, así que también estaba diseñado para tal. El aspecto era el de un mini tribunal de ensayo, y el procedimiento también se desarrollaba con mucha más diferencia de lo que podían mostrar en televisión.
Rose y Tyler estaban ubicados a la mitad de la sala, sentados. Los padres y familiares a los lados, y el juez con el otro personal en la tribuna del frente.
—Bueno, Rosalie, Tyler, me llamo Walter Crowell, y estos son los tres magistrados que me acompañan. —Iba señalando el juez conforme iba a hablando—. La solicitadora de defensa está a vuestra izquierda, y vuestros padres están a la derecha. Dada a vuestra edad, o la que teníais cuando todo comenzó, podéis estar en un ambiente cómodo para entrar en confianza. Nos tutearemos y me iréis contestando a lo que yo os pregunte, tan fácil como eso. Comenzaremos ahora con el juicio.
Se aclaró la garganta y se giró a Rose.
—Rosalie, ¿te declaras culpable?
—Sí, su señoría.
El juez asintió y pasó al chico a su lado.
—Tyler, ¿Te declaras culpable?
—Sí, su señoría.
—Muy bien.
Hubo un minuto de silencio en lo que volvía a hablar, acentuando la tensión.
—Rosalie Cullen y Tyler Grahamm, ambos estudiantes del Carter's School, distribuyeron material de pornografía infantil, que puede catalogarse de categoría A por una red social a los estudiantes del centro. —Explicó con claridad—. Sin embargo, ellos alegan que no sabían que se trataba de un delito hasta una vez que el vídeo fue distribuido.
Uno de los magistrados se aproximó al pequeño micrófono de enfrente.
—Rosalie, cuéntanos tu versión de los hechos.
—Yo... —decidió reflexionar antes de hablar—, fui la que buscó a un inspector privado y le pedí que me ayudase. Pero ni siquiera a él le conté los verdaderos motivos. Inventé una excusa para que me ayudara a investigar a... Esme y...
—¿Quién es Esme?
—La madre de mi hermano Edward —contestó jugando con las manos.
—¿Entonces mentiste incluso a tu detective? —le preguntaron—. ¿Que fue el que estuvo ayudándote con todo?
—Así es.
Y poco a poco, con intervenciones por parte del juez y los otros magistrados, fue relatándolo todo.
—¿Tyler solo te ayudó cuando tú le impulsaste a hacerlo?
—Sí, su señoría —reconoció Rose.
—¿Utilizaste factores emocionales basadas en experiencias personales para manipularle?
—Se puede decir que también... —murmuró, tratando de mirar a su padre para saber si estaba haciéndolo bien .
—De acuerdo.
Luego le tocó el turno a Tyler.
—¿Alguna intervención más?
—Sí —la defensa de Esme se levantó—. Que aunque aquí la acusada principal sea menor de edad y cuente con trece años, debe hacerse consciente que el delito del que se la culpa no tiene nada de inocente, y por tanto, considero que debe reflexionarse hasta qué punto la pena sea bajada por darle privilegio al menor.
—Su señoría. —Ahora fue la mujer que ayudaría a Rose, según le contó Carlisle, quien se levantó—, solo quiero recordarle a la parte consejera que no se han aplicado cargos contra la acusada y que está en una edad en la cual no se suelen considerar la gravedad de sus errores.
—Entiendo que la señora no ha presentado cargos, pero podría haberlo hecho —volvió a insistir la defensa—, y yo estoy aquí para cerciorarme de que se haga justicia. Además, el coautor de los hechos ya es mayor de edad y debería asumir el castigo del delito cometido sin ningún tipo de atenuante.
Primero fue Rose la que empezó a sentir cierto temblor por lo poco que entendía de lo que hablaban. Y después Tyler empezó a parecer realmente aterrado.
—Está bien, ya he oído las dos partes y las dos opiniones de ustedes dos —dijo el juez—. Pueden sentarse.
Y después que lo hicieron, empezaron los segundos de más tortura para Rosalie.
Sus puños jamás habían apretado con tanto dolor la carne de su piel, y por primera vez, deseaba con todas sus fuerzas no haber cometido un error que podría repercutir fácilmente en el resto de su vida.
Hasta que por fin, el tribunal se levantó para dictar sentencia.
—Tyler Grahamm, al ver que has sido instigado por la acusada a cooperar en el mismo delito, pero en ningún momento fuiste informado de lo que representaba el material y tampoco hay cargos contra ti, te declaro cómplice de la distribución de imágenes indecentes —declaró—. A pesar de que ya cuentas con la mayoría de edad y que se te permitió la excepción de asistir a este tribunal por el tiempo en que transcurrieron los hechos, constará en tu expediente policial, pero eso es todo.
Él asintió mientras su madre inclinaba sus brazos para abrazarlo. Rose sintió que se libraba de una parte de carga de la que sentía. No obstante, no había nada que le preocupase más que lo suyo.
—En cuanto a la señorita Rosalie Cullen, iniciaste una investigación voluntaria contra una mujer familiar de tu medio hermano y buscaste cómplices para distribuir el vídeo, que a pesar de no tener consciencia de su ilegalidad, lo utilizaste con la intención de dañar la imagen de esa persona. Quiero que sepas, tanto tú como tu compañero, que de haber tenido más edad la pena hubiese sido mucho mayor a la que va a ser —hizo el inciso mirándolo a ambos—. Así que, te daré una sentencia de posesión de imágenes indecentes que constará en tu registro policial de ahora en adelante. —Y se oyó el repique del martillo.
Por primera vez en todo el juicio, con tanto manos y pies temblando, Rose pudo por fin levantarse y buscar los brazos de su madre para llorar como lo que todavía era: una niña pequeña.
Todo prosperó con calma en los días siguientes a aquel evento. La próxima semana de exámenes se acercaba, tal y como marcaban las cuatro semanas después de cada temario. Edward pronto tendría que felicitar a Esme por su cumpleaños y Bella aprovecharía en ir a pedirle más infusión para esos días. Sin embargo, la calma pasajera se derrumbó en cuanto Edward pilló un fragmento de lo que estaban transmitiendo en la televisión.
—Esto... ¿Papá?
Él también miró y enseguida se puso a buscar el mando como loco para subir el volumen. Lo hizo en suficiente potencia como para que se oyera lo que decía justo cuando salió en las imágenes lo que le hizo pronunciar el grito del año.
—¡Rosalie!
Información
Y es aquí donde confieso que una abogada de Inglaterra me asesoró con el caso de Rose. 👀Quise que la pena a aplicar fuese la más fiel a la realidad posible. A pesar de eso, recuerdo que esta es una historia ficticia y que hay aspectos que no corresponden del todo a lo que sería un caso real. ❤️
Nota: el tribunal de menores sí que utiliza una gran parte de registro informal con los acusados, por el tema de la edad y lo que dijo Carlisle, que dentro de todo, se intenta dar privilegios a los más jóvenes.
💎¡Hola! Pues se acercan tsunamis de bombas, solo digo. 😎💣 Ya acabamos con el juicio, pero un nuevo problema apareció y algunas tensiones que se plasmaron en estos caps van a volver a manifestarse.
💎 Espero que os hayan gustado los caps. Valoraré cada cosa que tengáis a decir. Nos vemos en la próxima.
Kisses! 😘😘😘
