Capítulo 79 "Vete con ella"

Sabía que desde hace meses se la pasaba viajando por el mundo con su novia, pero jamás imaginó que terminaría encontrándoselo justo ahí.

Su primer impulso al verlo fue ir y hablar de frente con él, preguntarle por su salud, ver si era feliz, quería saber si al fin había encontrado paz y amor con ella. En verdad tuvo ese impulso, pues ya no estaban bajo la mirada del gobierno chino, no mientras estuvieran en Estados Unidos, pero entonces ella apareció, plantándole un beso en los labios y abrazándolo.

Ese beso se veía real, su cariño también. Y aunque Yibo no dejaba de mirarlo a él… Xiao Zhan no pudo evitar sentir que se estaba autoflagelando al seguir mirándolos juntos.

Así fue como sin más se dio media vuelta y salió de ahí, sin ánimos de seguir recorriendo la ciudad, solo con ganas de volver a su hotel y descansar, o quizá tomar una larga siesta.

Mientras caminaba de regreso al hotel, no podía evitar pensar en la posibilidad de que Wang Yibo fuera tras él. Miraba por encima de su hombro de vez en vez, pero nunca lo vio. Yibo no fue por él.

Con el ánimo aún más decaído, llegó a su cuarto de hotel y se tumbó bocabajo en la cama, inmóvil hasta que alguien llamó a su puerta.

Había olvidado dejar el letrero de "No molestar". Decidió dejarlos tocar. No tenía ganas ni siquiera de ir y abrir. Pero insistieron tanto que terminó abriendo con molestia.

—Yibo —murmuró con un hilo de voz. De pronto se le había olvidado cómo respirar.

—Hola, extraño —dio un paso al frente y cerró la puerta tras de sí.

Xiao Zhan iba a preguntarle qué rayos hacía ahí, pero su cerebro dejó de funcionar al ver cómo se relamía los labios, justo antes de tomarlo de la nuca y unir al fin sus bocas.

¡Qué maravilla!

Habían pasado años desde la última vez que experimentaron tan gloriosa conexión, AÑOS. Todo a su alrededor perdió el sentido, nada importaba más que la unión de sus labios, de sus manos aferradas al rostro y a la cintura del otro.

Los carnosos labios de Yibo fueron apresados entre los de Xiao Zhan, ambos se desvivieron en la caricia, aferrándose a sus cuerpos, saboreando sus bocas y recordando viejos tiempos. Se habían extrañado tanto que podían sentir cómo sus cuerpos trémulos reaccionaban al tenerse de nuevo uno junto al otro.

Se pertenecían.

Podrían pasar siglos, y ellos seguirían perteneciéndose mutuamente.

Con manos temblorosas, Wang Yibo tomó de nuevo la nuca de su amado y lo apegó más a él, profundizando el beso, uniendo no solo sus labios y lenguas, sino sus almas.

Xiao Zhan había querido resistirse al principio, pero ni siquiera pudo intentarlo. Su cuerpo actuó por inercia, por necesidad. Abrazó a Yibo por la cintura y tomó el control del beso, jadeando un poco debido a la falta de aliento ante tal emoción.

—No —fue Xiao Zhan quien terminó deteniendo el beso, pero abrazó a Yibo con fuerza, pecho con pecho, sintiendo los latidos locos de sus corazones tan cerca uno del otro—. Vienes con tu novia —le recordó. Sí, no dejaría pasar eso.

Yibo suspiró.

—Sí, es mi novia, pero... —se separó del abrazo solo lo suficiente para mirarlo a los ojos—…Yo te amo a ti, y eso nunca va a cambiar.

El corazón de Xiao Zhan se aceleró como tenía mucho de no ocurrir. Y por alguna extraña razón, no necesitó más explicaciones. Era tanta la necesidad que tenía de él, que nada más importó, ni siquiera el hecho de que lo había visto besarse con su novia hace tan solo unos momentos.

Tenían tanto por hablar y aclarar, tanto qué decir, pero en ese momento lo único que les importó fue sentirse de nuevo.

No tuvieron que decir palabra alguna para hacerle entender al otro lo que necesitaban. Hicieron absolutamente todo a un lado y procedieron a amarse, a sentirse, a disfrutarse.

Yibo le quitó el abrigo y comenzó a desvestirlo con premura, sus manos temblaban por la ansiedad que sentía, quería apretarlo entre sus brazos y jamás dejarlo ir.

—Adorable —dijo Xiao Zhan cuando descubrió el suéter amarillo que Yibo traía debajo de su abrigo—. ¿Acaso es…?

—Lo es, es el que tú me diste.

—Pero fue hace tantos años…

Lo miró con detenimiento, y sí, se veía algo desgastado. Parecía que Yibo usualmente se ponía ese suéter.

No pensó más en ello y mejor se concentró en seguir desvistiendo a su amado, quien no había perdido el tiempo y ya estaba arrancándole la camisa con todo y botones.

Pero cuando Xiao Zhan le sacó el suéter y la camiseta… un desánimo increíble lo invadió. Sintió una opresión en su pecho que no supo describir, incluso dio un paso hacia atrás de manera involuntaria.

Yibo no entendía, hasta que descubrió qué era lo que Xiao Zhan observaba en él.

Marcas de dientes y besos adornaban la piel de su cuello y hombros. ¡¿Cómo pudo olvidarse de eso?!

Por su parte, Zhan Zhan no se esperó encontrar eso. ¿Acaso su relación con ella era verdadera? Se llevó una mano a los labios, limpiando todo rastro de saliva que Yibo pudiese haber dejado. Se sentía traicionado.

—Eso es… —fue interrumpido.

—Zhan Zhan. Por favor… —dio un paso hacia él y lo tomó de la cintura con suavidad, como si temiera que pudiera escaparse ante cualquier movimiento brusco.

Pero el aludido solo extendió su mano y acarició con la punta de sus dedos esas marcas.

—Estas marcas son muy reales —comenzó a sentir que le hervía la sangre. Su temperamento amenazaba con salir a flote, pero su carácter le ayudó a mantenerlo a raya.

—No lo son —se apresuró a decir, comenzaba a sentirse desesperado, el agarre cada vez más fuerte en la cintura de Xiao Zhan lo demostraba.

El mayor soltó una risa llena de sarcasmo.

—Es decir, sí, son reales. Pero no ocurrió lo que imaginas.

—No te puedo recriminar nada. Tu orientación sexual es asunto tuyo. Tampoco te puedo reclamar que estés con alguien más, después de todo… no somos nada —se apartó de él y comenzó a abotonarse la camisa, dándole la espalda. Se exasperó cuando vio que le faltaban varios botones.

Se quedó inmóvil cuando sintió el inesperado abrazo desde atrás. Yibo escondió el rostro en su cuello mientras rodeaba su estómago con ambos brazos, fuerte, muy fuerte.

—Por favor —suplicó en apenas un hilo de voz—. Por favor, Xiao Zhan, por favor.

No tenía más palabras. Solo sabía que estaba hecho un mar de sentimientos, que tenía años de no estar tan cerca del amor de su vida, que sentía un miedo terrible de perderlo de verdad.

El mayor se mantuvo impávido, no correspondió el abrazo, pero tampoco lo alejó. Podía sentir la respiración de Yibo en su cuello, y el latido alocado del corazón de él rebotando contra su espalda.

—Xiao Zhan, por favor. Amémonos. Una vez más, te lo suplico —murmuró en un tono lleno de anhelo que nadie más le había escuchado antes.

A pesar de que Xiao Zhan no le daba señales de aprobación, se arriesgó y comenzó a repartir pequeños y cálidos besos a lo largo de ese cuello tibio y suave.

Xiao Zhan se mordió los labios, su pulso se aceleraba ante esas atenciones. ¡Su corazón se regocijaba al tener a su alma gemela ahí! Pero su mente le gritaba que se alejara antes de que el daño fuera mayor. Él era fuerte, había logrado superar su depresión, pero ahora… teniendo ahí a la causa de su mayor tristeza… no era fácil. Yibo había sido su mayor alegría en la vida, así que al perderlo no pudo más que sentir ese vacío que lo mantuvo en agonía por años.

—Pero... —se estaba perdiendo en el placer de esa boca experta—. …Yibo... ¿Te acostaste con ella?

Xiao Zhan sintió el suspiro de Yibo sobre su piel.

Por más que lo pensaba, no tenía sentido para Xiao Zhan. Sabía que a Yibo no le gustaban las mujeres. Eso lo había mantenido cuerdo luego del anuncio oficial de su relación con Xiao Lian Ji. De alguna forma se había sentido tranquilo al verlo con ella, estaba casi seguro de que era una pantalla para desviar la atención.

Pero ahora… ahora no estaba tan seguro.

Entonces la voz grave de Xiao Zhan interrumpió el profundo silencio que reinaba en la habitación.

—¿Te acostaste con ella? —insistió.

—No.

—Me cuesta creerlo.

—Tienes que creerlo.

—¿Tengo que? —soltó una risa seca y dolorosa.

—Yo te amo —susurró contra la piel de su nuca, erizándola al instante. Xiao Zhan se maldijo por ello—. Y sé que me amas.

—Pero te acostaste con ella.

Sabía que estaba siendo un poco ridículo. Él mismo le había dado permiso a Yibo de hacer su vida con alguien más, y ahora que lo estaba haciendo quería recriminárselo.

—No me he acostado con nadie. Eres el único hombre en mi vida, Xiao Zhan, el único —susurró detrás de su oreja, dándole un pequeño mordisco.

Xiao Zhan no lo aguantó más y soltó un suspiro de placer.

Y a pesar de tener toda la evidencia ante él, Xiao Zhan decidió creerle, necesitaba creerle. Quizás solo necesitaba hacer a un lado esos pensamientos y cualquier obstáculo para poder estar con él de una vez por todas, entregarse sin reparo ni preocupaciones.

Y así fue.

Se rindió.

Giró su cuerpo hacia Yibo y lo atrapó entre sus brazos, asaltando una vez más sus labios, listo para no separarse de él en un buen rato.

No fueron necesarias más palabras. Nada podía compararse al sublime sentimiento de tenerse de nuevo, tan unidos, en cuerpo y alma.

Se desvistieron mutuamente, con prisa, con deseo.

Las caricias compartidas eran ansiosas y necesitadas, pero había en ellas un toque de nerviosismo digno de una primera vez.

Era hora de que los dos memorizaran de nuevo sus cuerpos. Luego de esos años habían cambiado un poco.

Yibo enterró sus manos debajo de la ropa interior de su amado, apretando con suavidad esas dos nalgas que tanto lo enloquecían. ¿Estaban más grandes?

Xiao Zhan se dejó hacer al mismo tiempo que dedicaba toda su atención a la ancha espalda de Yibo. Sus finos dedos acariciaron cada músculo, cada rincón y espacio en él. Besó su cuello con cuidado y con un amor infinito, tratando de borrar esas marcas con sus besos y atenciones, sustituyéndolas con unas mejores, unas que muy pronto hicieron suspirar a Yibo con locura. Solo Xiao Zhan sabía cómo encenderlo, era el único que lo conseguía.

Estimulado por las atenciones que le brindaba, Wang Yibo se aferró al cuerpo ligeramente más robusto de su amado y lo aproximó al suyo con tanta fuerza que parecía querer fundirse en él, absorberlo para nunca más separarse. Podía sentirlo en su interior, podía sentir cómo un torrente de emociones olvidadas lo invadían, llenándolo de impulsos que no estaba seguro de poder manejar.

Sus grandes manos acariciaron todo lo que tenía al alcance mientras usaba sus carnosos labios y dientes para marcar el cuello y los hombros de Xiao Zhan. Le arrancó el pantalón con movimientos torpes y algo bruscos debido a la necesidad de sentir la piel desnuda de Xiao Zhan contra él.

Cuando lo tuvo completamente desnudo, se separó solo un par de segundos para admirar el milagro que era Xiao Zhan desnudo. Miró desde sus lindos pies y subió por sus fuertes piernas, hasta sus caderas, su angosta cintura, esa espalda ligeramente más ancha y esos brazos… vaya, había estado haciendo ejercicio. Esos brazos se le antojaron, perfectos para morderlos y llenarlos de marcas también. Entonces bajó de nuevo su mirada, descendió por ese torso bien trabajado y acabó en su ombligo, en ese característico camino de vellos que se perdía poco a poco hacia abajo. Admiró sus abdominales y solo pudo preguntarse: ¿En verdad ahora hacía tanto ejercicio?

De sus abdominales bajó más la mirada hasta concentrarse en ese punto exacto entre sus caderas que poco a poco estaba de mayor tamaño.

No lo recordaba tan grande…

Tragó en seco y pegó un respingo al sentir un par de dedos de Xiao Zhan bajo su mentón, alzándole el rostro. Y cuando lo miró a la cara, una expresión terriblemente irresistible lo recibió.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó con sorna y sin una pizca de pudor.

Yibo casi pudo jurar que sintió cómo le salía vapor por los oídos. Pensó que era imposible, pero sí, su Zhan Zhan era más sensual e irresistible que antes.

Atrapó la nuca de Xiao Zhan con sus manos y lo arrastró a un beso nada discreto. Su lengua de inmediato le pidió acceso a su boca, Xiao Zhan separó sus labios y dejó que Yibo buscara su lengua con la suya.

Sus alientos se mezclaban deliciosamente, sus pieles desnudas se rozaban con el más mínimo movimiento, y sus corazones… Dios, sus corazones parecían querer salirse de sus pechos.

Ese beso les quemó los labios, les robó el aliento y los dejó más agitados y deseosos que antes.

—Vamos a la cama —suspiró Xiao Zhan entre beso y beso. Ciertamente no aguantaría mucho más de pie. Quería tumbarse en el colchón con él y disfrutar aún más.

—Vamos —lo besó una vez más, pero jadeó al sentir la fuerte mordida que le dio al final. Un pequeño hilo de saliva pendió de sus labios al separarse.

Xiao Zhan le dedicó una dulce sonrisa combinada con ese tono de picardía tan propio de él. Lo tomó de la mano, listo para guiarlo a la cama, pero se detuvo al notar que Yibo miraba su propia entrepierna aún cubierta por su ropa interior. No entendió por qué hacía eso, mucho menos la risa y la amplia sonrisa que le siguieron a aquello.

¿Estaba feliz por ver su propia erección?

Dejó de pensar en esas cosas cuando fue el mismo Yibo quien lo arrastró a la cama y lo tumbó sobre ella antes de echársele encima como animal a su presa.

Xiao Zhan no era el único que había cambiado físicamente. Yibo había dado su último estirón en estatura, además estaba un poco más robusto, su característico abdomen estaba más marcado que antes, la única diferencia era ese fino camino de vellos que descendía hasta perderse debajo de su ropa interior. Era más notable que antes. Todo Yibo era más grande, más maduro, más… delicioso. La sensación de estar con un "jovencito" se perdió por completo y fue sustituida por la pasión de estar con un hombre.

La sangre de Xiao Zhan hirvió en deseo al verlo ante él, de rodillas en la cama quitándose la última prenda que traía puesta.

Apoyando su peso hacia atrás con sus codos, Xiao Zhan lo observó y se mordió los labios mientras sonreía al verlo completamente desnudo. Un cúmulo de emociones se atoraban en su garganta, formando un nudo que lo haría quebrarse si soltaba palabra alguna. Estaba feliz, pero tenía muchas ganas de llorar. Ni siquiera él mismo se entendía.

Yibo dejó caer todo su peso sobre Xiao Zhan y este enredó ambos brazos alrededor del cuello de su amado, atrayéndolo a un profundo beso que cada vez fue más demandante. Los dos jadeaban un poco entre beso y beso, sintiendo su entera desnudez después de tantos años. Xiao Zhan acariciaba la espalda de Yibo con completa devoción, sintiendo cada centímetro de suave piel, desde su nuca hasta su trasero. El menor disfrutaba de las caricias y besaba con completa entrega los labios del amor de su vida, saboreando, succionando y mordiendo tal como en sus sueños.

Poco a poco sus cuerpos comenzaron a llenarse de una pasión que no se molestaron en contener. Yibo estaba ansioso, quería acariciar cada rincón de Xiao Zhan y recrear aquellos bellos momentos en los que ambos se amaron hasta el amanecer. Deseaba hacerlo suyo, y que lo hiciera de él.

Sin despegar sus labios de los de Xiao Zhan, usó una mano para apoyarse en el colchón y la otra para recorrer la piel de uno de sus costados, de su vientre, su pecho; deteniéndose un momento en uno de sus pezones y arrancándole así un par de gemidos que atrapó con su boca.

Mientras tanto, las manos de Xiao Zhan no se estaban quietas. Las descendía sensualmente desde la nuca de Yibo, pasándolas por cada vertebra hasta llegar de nuevo a su trasero. No se cansaba de ese recorrido. De pronto apretó más el trasero de Yibo y lo hizo que dejara todo su peso encima de él.

—Pesas más —se burló el mayor, aligerando un poco el ambiente pesado y sensual del momento, consiguiendo una preciosa sonrisa de Wang Yibo, tan refrescante y juvenil, de esas que no esbozaba desde hace tanto tiempo.

—Cállate —incluso rio y ocultó el rostro en su cuello, llenándolo de besos y mordidas, envolviéndose en el delicioso olor de su amado, seguía oliendo tan bien como siempre.

Entonces movió sus caderas contra las de Xiao Zhan, restregándose con suavidad, frotándose contra él. Como resultado obtuvo un profundo y varonil gemido. Le gustó tanto ese sonido que volvió a frotarse contra él un par de veces más, moviendo sus caderas en un sensual vaivén. Se deleitó al ver cómo Xiao Zhan cerraba sus ojos y una hermosa expresión de placer se instalaba en su faz.

—Yibo… —gimió con ojos cerrados, dejando que su amado devorara su cuello sin recato alguno. Sentía la humedad de sus labios, sus dientes, su aliento y su envolvente aroma tan masculino.

—Shh… —siguió concentrado en su cuello y en el movimiento de sus caderas. Lo único que le importaba era llenarlo de placer—. Conejito —murmuró, separándose un poco para mirarlo a los ojos, pero Xiao Zhan los tenía fuertemente cerrados. Yibo no tenía idea de lo que causaba en él—. Mírame —pidió, acariciando su mejilla—. Mírame, amor.

Xiao Zhan obedeció, sus párpados se abrieron de par en par y el corazón de Yibo se aceleró aún más. El mayor tomó la mano que le acariciaba la mejilla y le sonrió, eso bastó para que sus perfectos dientes se asomaran un poco. Yibo se lo quiso comer ahí mismo. ¿Cómo lograba ser tan adorable?

Tomó una mano de Xiao Zhan y la llevó a su pecho, justo sobre el corazón.

—Te amo, Xiao Zhan.

El aludido pudo sentir el potente latir de ese fuerte corazón. Yibo no mentía.

—Te amo —tomó la mano de Yibo y la besó con cariño. Le dedicó una de esas sonrisas que su amado tanto adoraba.

Conmocionado, Yibo se volvió a acomodar sobre él y lo abrazó con fuerza antes de sentarse sin previo aviso sobre la erección de su amado. Xiao Zhan de inmediato soltó un pesado gemido, en especial al sentir cómo movía sus caderas sobre él.

—Yibo…

—¿Mnh? —murmuró contra su oído.

—Quiero que tú lo hagas.

—¿Estás seguro?

Xiao Zhan asintió.

—Pero sé cuidadoso, hace mucho que yo no… bueno, solo sé cuidadoso.

Yibo besó sus labios, dando rienda suelta a una larga sesión de besos y caricias que terminaron con ambos bastante excitados. Yibo cumplió lo que su amado le pidió y comenzó a prepararlo con paciencia y cuidado. En verdad parecía que había vuelto a ser virgen, tan apretado como la primera vez, tan sensible y cálido.

Mientras Yibo preparaba a Xiao Zhan, era este quien lo hacía gemir con los besos que le daba en los labios. Besaba tan bien, que su prisa por continuar aumentó exponencialmente.

Xiao Zhan lo notó, Yibo estaba muy ansioso

Cuando pudo introducir más de un par de dedos, decidió que era momento de dar el siguiente paso.

—No tengo preservativo —se alarmó de pronto Xiao Zhan.

—Yo tampoco, pero… intentaré no venirme dentro.

—No lo digo por eso, Yibo.

El aludido entendió a qué se refería, así que hizo a un lado su urgencia por seguir y lo miró fijamente a los ojos.

—Xiao Zhan, Xiao Zhan… —suspiró—. No he estado con nadie más, te lo juro.

El otro lo miró a los ojos durante unos segundos, ¿confiaría en él?

Claro que sí.

—Hazlo —dijo al fin—. Hazlo —repitió, suspirando.

Yibo besó sus labios con suavidad, degustando cada momento. Y sin apartarse de él, tomó su miembro e introdujo solo la punta en Xiao Zhan. El pobre se retorció un poco por la incomodidad. Yibo no avanzó más, tomó la mano de Xiao Zhan sobre el colchón y entrelazó sus dedos de una forma tremendamente adorable.

—Lo haré despacio —prometió, sacando autocontrol quién sabe de dónde. En ese momento su prioridad era el bienestar y la satisfacción de su amado, él podría contenerse si era necesario, después de todo ya llevaba años en abstinencia. Un par de minutos más no le harían daño.

Xiao Zhan usó su mano libre para rodear la cintura de Yibo, apretándolo suavemente contra él mientras se empujaba en su interior.

Mentiría si dijera que no dolía, porque dolía, y mucho. Pero a diferencia de la primera vez, ahora Yibo supo qué hacer. Para empezar no se introdujo en él de golpe, lo hizo lento, deslizándose con cuidado mientras lo distraía del dolor llenando su rostro de besos cariñosos, apretando su mano entre la suya. Besó sus labios y descendió a su cuello, sin dejar de introducirse cada vez más en él.

Xiao Zhan soltó un gemido ahogado cuando sintió que ya estaba llegando muy adentro, sus caderas involuntariamente buscaron alejarse del causante de ese dolor, pero Yibo no se lo permitió.

—¿Duele mucho? —preguntó en un íntimo murmullo.

Xiao Zhan lo miraba a los ojos, con un sonrojo adornando todo su rostro y con su pulso por los cielos. Tragó en seco antes de responder.

—Solo un poco —bajó su mano hacia el trasero de Yibo y lo apretó—. Esto ayuda —lo manoseó a su entero antojo.

Inesperadamente Yibo se echó a reír, moviéndose un poco en el acto y haciendo que el pobre de Xiao Zhan soltara un gemido de dolor y placer combinados.

—Lo siento —le dio un tierno beso esquimal con su nariz—. Esperaré un poco más, ¿de acuerdo?

Xiao Zhan asintió, fascinado con ese nuevo Yibo tan comprensivo y cariñoso. Se sentía amado.

Travieso, Wang Yibo deslizó una mano escurridiza por el espacio tan reducido que había entre sus cuerpos, justo entre sus vientres. Ahí pudo encontrar al miembro de Xiao Zhan, completamente alzado, pidiendo algo de atención. Atención que Wang Yibo le dio con gusto.

Supo que Xiao Zhan se encontraba altamente sensible cuando tomó su miembro con la mano y lo acarició de arriba abajo con delicadeza, logrando que un profundo suspiro acompañado de un jadeo rebotara en su cuello.

Sus ruidos. Dios, ¡cuánto había extrañado sus ruidos!

Siguió acariciándolo con paciencia y amor, con toda la devoción que podía ofrecerle. Pero no pudo soportar mucho tiempo en ese estado de "comprensión" y "delicadeza". Había practicado la abstinencia por más tiempo del que le gustaría admitir, así que necesitaba con urgencia sacar un poco de todo lo que tenía acumulado dentro.

—Yibo… —jadeó—. Por favor sigue, no te contengas, ¿de acuerdo?

Lo conocía muy bien, y sabía que se estaba aguantando con todas sus fuerzas.

—¿Estás seguro? —besó su frente antes de volver a conectar sus ojos con esos tan preciosos que había extrañado durante todos esos años.

—Sí.

—Bien, pero no te arrepientas después.

Xiao Zhan comenzó a reír, pero su risa se transformó en un jadeo ahogado cuando sintió que Yibo se deslizaba dentro de él, completo, hasta el fondo.

Ese era el verdadero Yibo.

—Demonios… ah.

—Te lo dije —rio en su cuello, besándolo y mordiendo a su entero antojo.

A partir de ese momento lo tomó con fuerza, profundo y sin paciencia. Xiao Zhan no se quejó, al contrario, lo motivó a seguir más y más.

Ambos habían contenido sus deseos durante muchos años. No habían logrado satisfacer sus necesidades con ninguna otra persona.

Xiao Zhan supo que Yibo no se había acostado recientemente con su novia porque… bueno, se encontraba tan enérgico como cuando años atrás pasaban varios días sin tener sexo.

Sin embargo, esas marcas de mordidas en su cuello le causaban dolor de estómago cada vez que las veía. Decidió opacarlas poniendo nuevas marcas sobre él. Sabía que no era buena idea, que la chica se daría cuenta. ¡Y no solo ella! Sino cualquiera que se le acercara. Pero no le importó; besó, mordió y arañó todo lo que tuvo al alcance.

—Espera —jadeó Xiao Zhan, deteniendo a su amado antes de empujarlo para poder tomar el control de la situación, sentándose sobre el regazo de Yibo.

El menor sonrió amplia y sensualmente al imaginarse lo que estaba a punto de hacer.

Xiao Zhan se sentó con cuidado sobre la erección de su amado, pero este no tuvo tanta paciencia y lo tomó de las caderas fuertemente antes de empujarlo contra su miembro.

—¡Ah! ¡Espera! —suplicó el mayor al sentir la fuerte intromisión. Pero Yibo no lo dejó interrumpir.

—Lo siento, pero sé que quieres esto tanto como yo —dijo entre dientes, enterrando sus manos en las caderas de Xiao Zhan mientras lo penetraba una y otra vez, manteniendo el control a pesar de que se encontraba debajo de él.

Xiao Zhan se dejó hacer. Era verdad que deseaba aquello, necesitaba ese desahogo tanto como Yibo.

Quizás fue por el tiempo de abstinencia, o la urgencia de sentir más. Cualquiera que haya sido el motivo, Xiao Zhan se corrió con fuerza sobre Yibo, y este hizo lo mismo segundos después.

Había sido el encuentro más corto de sus vidas, pero uno de los más deseados.

Repentinamente cansado, Xiao Zhan se dejó caer sobre Yibo y este lo recibió gustoso entre sus brazos. Lo apretó con fuerza e inhaló su inconfundible olor.

—Te extrañé tanto, tanto, tanto —aspiró el aroma de su cuello. Xiao Zhan hizo lo mismo con él, memorizando su nuevo perfume, pero no dijo nada—. Lo siento —murmuró al salir con cuidado de su interior.

—Está bien —se quitó de encima de Yibo para recostarse a su lado y dejar que fuese él quien se acurrucara ahora sobre su pecho, tal como tenía por costumbre hace años.

Algunas cosas simplemente nunca cambiaban.

—¿Te vas a ir ya? —preguntó Xiao Zhan en voz baja.

—¿Quieres que me vaya?

—No.

—Entonces no.

—¿Y tu novia?

—Dejemos de pensar en Lian Ji por un momento.

—No es justo para ella.

—Lo sabe todo. Sabe que te amo, que no me gustan las mujeres.

El otro hizo una expresión de incredulidad imposible de ignorar.

—Hablo en serio.

—¿Entonces por qué está contigo? No tiene sentido.

—No lo sé —si lo sabía. Ella lo amaba de verdad.

—Te ama de verdad —Xiao Zhan no era tonto—. No es justo esto para ella.

—Pero es algo que ambos necesitamos. No, los tres.

—Porque tú y yo no podemos estar juntos, lo sé —suspiró y comenzó a acariciarle el cabello con suma tranquilidad.

—Si haces eso me quedaré dormido.

Xiao Zhan sonrió y siguió haciéndolo.

—Entonces las marcas en tu piel... —no podía quitar el dedo del renglón. Y es que los celos lo carcomían por dentro. Él en verdad no había logrado estar con ninguna otra persona, hombre o mujer.

—Las hizo ella... —admitió al fin. Xiao Zhan dejó de acariciarlo de inmediato.

—¿Entonces...?

—No llegamos a más que eso.

—Me cuesta creerlo.

—Créelo —apoyó su mentón sobre el pecho de Zhan Zhan, podía ver el dolor en sus ojos. Lo había lastimado—. Zhan Zhan, tú... ¿Has estado con alguien más?

El aludido desvío la mirada.

—No —sus ojos se llenaron de lágrimas—. No he podido, nada, nunca, con nadie.

El corazón de Yibo se estrujó.

—Zhan Zhan… —lo obligó a mirarlo a los ojos, besó sus labios y continuó—… Nunca amaré a nadie como te amo a ti, nunca. Tú y yo somos como…

Xiao Zhan esperó a que continuara, pues parecía debatirse entre decirlo o no. Entonces sus mejillas se tornaron rosadas y se mordió el labio inferior antes de decidirse a soltarlo al fin.

—Somos como dos piezas de LEGO. Encajamos a la perfección. Fuimos hechos para estar juntos.

—Pero no lo estamos —estaba conmovido y al mismo tiempo algo molesto—. He estado pensando... Ahora que tienes novia es un hecho que te vas a casar en algún momento.

Yibo pudo sentir cómo la sangre se le fue hasta los pies. ¿Casarse? ¡Nunca! El pánico comenzó a invadirlo, pues ciertamente no había pensado en ello.

—Eso me ha llevado a pensar en que… —continuó Xiao Zhan—… quizá lo mejor sería que también tome nupcias con una mujer. Sería lo más lógico, además, me terminarán presionando hasta que lo haga.

—¡No! ¡No lo hagas, por favor!

Xiao Zhan lo miró con una expresión lastimada en sus ojos.

—Yo no puedo hacerlo, pero tú sí. ¿Verdad?

Touché.

Yibo no pudo responder nada en ese momento, se sintió acorralado.

—Quizás estemos destinados a solo esto —continuo Xiao Zhan, señalándolos a ambos—. A encuentros esporádicos de este tipo.

Nada de eso le estaba agradando a Yibo, la situación se estaba yendo por un rumbo peligroso.

Yibo seguía sin saber qué decir. No tenía cómo defenderse. ¿Qué le diría a Xiao Zhan? No podía simplemente decirle que hacía todo eso por los dos, que mantenía una relación con una mujer solo para que la vida de ambos no corriera riesgo.

Quería decirle tantas cosas y explicarle todos sus motivos, pero sabía que cualquier explicación sonaría a mera excusa o pretexto.

Tragó en seco, presionado y preocupado por no saber qué decir.

¡Piensa rápido, piensa en algo! ¡Di algo! —se reprendía mentalmente una y otra vez.

Entonces su celular comenzó a sonar. Vio el nombre del contacto que lo llamaba y el estómago se le revolvió.

—Respóndele —pidió Xiao Zhan en un tono tremendamente frío mientras se levantaba de la cama sin preocuparse por cubrir su desnudez para ir al baño.

Yibo respondió la llamada y demoró unos momentos en explicarle a su novia que todo estaba bien, que se regresara al hotel y él la alcanzaría más tarde, pero ella estaba tan preocupada por su repentina desaparición que no lo dejó terminar la llamada por varios minutos.

Mientras tanto, Xiao Zhan estaba en el baño. Había entrado con la intención de asearse, pero se entretuvo unos momentos en su teléfono celular, muchos usuarios de Weibo lo mencionaban a él en cientos y cientos de comentarios en decenas de publicaciones.

Entró a ver esos post, la gran mayoría provenían de páginas de chismes, y uno que otro de periódicos un poco más serios. Pero en todos ellos había imagines de la pareja del momento. Los encabezados eran ocupados por el nombre de Wang Yibo y su preciosa novia. En cada artículo hablaban de lo bien que se veían juntos y de lo enamorados que se veían, disfrutando de esas vacaciones casi como si fuesen una luna de miel.

A Xiao Zhan se le revolvió el estómago.

Pero la publicación que más llamó su atención fue una que tenía adjunto un video, y Wang Yibo era mencionado hasta el cansancio, más en ese post que en cualquier otro.

Con una mano temblorosa decidió reproducir el video, y entonces su mundo se derrumbó en ese instante.

El video mostraba la ventana de un hotel, el mismo en dónde Yibo y su novia se quedaban. Esa ventana tenía cortinas traslúcidas y dejaban ver mucho en su interior. Los ocupantes de la habitación no se preocupaban por ello porque… pues se encontraban en un piso alto. Pero nunca contaron con que serían captados desde uno de los tantos edificios adjuntos, con cámaras de largo alcance.

—Demonios —masculló Xiao Zhan con su sangre hirviendo en coraje.

El video no revelaba la identidad de ninguno, pero Xiao Zhan sabía que eran ellos dos, sus ropas fosforescentes destacaban entre las cortinas, y claramente se apreciaba cómo Yibo empotraba a su novia contra el cristal, posición que bien sabía cuánto le gustaba a su amado.

Estaba enojado, indignado, y tremendamente triste.

Salió del baño para ir directo hacia Yibo, quién seguía en llamada con su novia, el pobre se veía en aprietos, pero nada lo preparó para lo que se venía a continuación.

Xiao Zhan le puso el celular justo en frente de su rostro para que mirara el video que se reproducía una y otra vez en automático.

El nivel de palidez en Wang Yibo se volvió preocupante.

—Mentiroso —espetó, sin expresión en su rostro, manteniendo aún el teléfono cerca de su rostro.

Sin previo aviso, Wang Yibo cortó la llamada que mantenía con su novia, y sintiendo un terrible pánico, se preparó para explicar lo sucedido.

—Xiao Zhan… —pero no pudo explicar nada, su amado regresó al baño, encerrándose ahí porque simple y sencillamente no soportaba mirarlo más a los ojos.

—Es mejor que te vayas —le dijo desde el interior.

—Xiao Zhan…

—Hablo en serio, vete.

—Sal de ahí.

—No tengo ánimos para eso, por favor, vete —estaba sentado en la orilla de la bañera, con la espalda recargada en la fría pared del baño.

En verdad no tenía ánimos de enfrentar aquello. Si era verdad o no lo del video, no importaba mucho, pues era evidente que algo había entre esos dos de todas formas.

Yibo se sintió entre la espada y la pared, el deber que tenía cayó sobre sus hombros con un peso aplastante. Sí, había tenido que elegir novia para mantener las apariencias, y la farsa les estaba saliendo tan bien que el público pedía más y más de él y su novia.

Lo hacía por el bien de Xiao Zhan y de él, porque había recibido una amenaza explícita, y lo que menos quería era poner en riesgo al amor de su vida. Por él sería capaz de todo, incluso de mantener esa relación con una mujer, aunque eso significara que a la larga Xiao Zhan terminase odiándolo. Lo prefería vivo antes que nada.

—Déjame aclarar esto, tengo una explicación.

—¿La estampas te por accidente contra el vidrio? Wang Yibo, el video es claro.

—¡No sucedió nada!

Xiao Zhan solo soltó una risa incrédula desde el interior.

—Hablo en serio, vete. Estoy muy molesto y no quiero decir cosas de las que me pueda arrepentir después.

—No me voy a ir sin aclarar esto.

—No es momento.

—¿Por qué?

—¡Porque no quiero hablar! ¡No quiero ni puedo verte a los ojos luego de esto! —se le quebró un poco la voz al final.

Yibo apretó sus puños y golpeó la puerta del baño con uno. Se estaba mordiendo la lengua para no soltar lo que se moría por decir.

Pero no logró contenerlo mucho tiempo.

—¿Qué hay de Fei Fei? —su pregunta hecha en un murmullo rompió el pesado silencio que se había formado.

Xiao Zhan no respondió sino hasta luego de un rato.

—¿Qué tiene que ver ella en esto?

—No te hagas el idiota, sé que sabes a qué me refiero. De pronto se volvieron muy unidos, la llevas como acompañante a todas partes, salen a comer juntos.

—¿Y eso qué tiene de malo?

—Recuerda quién es el bisexual en esta relación. Yo no…

—No digas estupideces. Solo somos amigos.

—Encontraste una amiga idéntica a mí, pero en mujer. ¡Qué afortunado! Y que conveniente para ti —estaba cada vez más molesto—. ¡Abre la maldita puerta!

Como respuesta obtuvo el sonido de la regadera siendo abierta.

Xiao Zhan no le iba a abrir la puerta.

Terminó yéndose de ahí con un tremendo nudo en la garganta. Pidió un taxi y se fue a su hotel. Durante el trayecto estuvo completamente serio, impávido.

Cuando llegó a su habitación, se encontró a su novia esperándolo ahí.

—¡Yibo! ¿Te encuentras bien? Estaba tan preocupada por ti, temí que algo te hubiese pasado.

—Estoy bien. ¿Puedes dejarme a solas unos momentos? —no se detuvo a saludarla, fue directo al baño, llenó la tina y se sumergió en ella por largo rato.

El nudo en su garganta había incrementado, su pecho le dolía por contener tantas emociones. Necesitaba sacarlas, pero simplemente no quería.

Sin embargo, luego de unos minutos en la tina, a solas, recapitulando cada momento de ese encuentro con Xiao Zhan… sus ojos comenzaron a escocer, hasta que finalmente cedió al llanto.

Sus lágrimas resbalaban por sus mejillas hasta acumularse en la punta de su mentón, donde goteaban una a una hasta caer a la bañera, mezclándose con el agua jabonosa.

En medio de su crisis emocional, la puerta del baño se abrió, dejando ver a una Xiao Lian Ji muy preocupada por él.

Al ver que no le reclamaba por la intromisión, se acercó hasta sentarse en el respaldo de la bañera, desde donde comenzó a darle un suave masaje en los hombros. Empezó como una tentativa caricia, preparada para un rechazo inmediato, pero al ver que no hubo rechazo alguno, continuó.

—¿Estás bien? —preguntó ella luego de unos momentos de silencio, ya había notado sus ojos rojos.

Yibo solo asintió con la cabeza, y se acomodó mejor para que ella siguiera dándole ese masaje tan agradable, olvidando por completo las marcas de mordidas, besos y rasguños que tenía esparcidos por toda su piel. Marcas que obviamente ella notó y no reconoció como propias.

Fue ahí donde terminó de atar cabos. Había visto una foto de Xiao Zhan en su cuenta de Weibo, patinando en la pista de hielo del Rockefeller.

Sí, se habían encontrado.

No quiso dar rienda suelta a las emociones que la abrumaban, tales como: celos, tristeza, y hasta un poco de enojo.

Siguió acariciando la espalda de su novio sin decir nada más, hasta que no lo soportó, y habló.

—Lo viste, ¿verdad? Viste a Xiao Zhan.

Notó cómo su espalda se tensó por completo.

—Sí —admitió.

Ahora ella entendía por qué llegó directamente a bañarse y sin decir palabra alguna.

Mientras Yibo estuvo afuera, ella pudo ser testigo de la ráfaga de publicaciones que había en internet sobre su encuentro matutino con su novio. No iba a negar que le daba un poco de vergüenza, pero era mayor su satisfacción al ver lo que imaginaba la gente. Quizás Xiao Zhan sentía lo mismo, ¿o no?

Estaba siendo cruel y egoísta, pero se lo permitiría solo un poco.

—Yibo, ¿estás bien? —preguntó de nuevo. Solo podía mirar su espalda y su nuca.

Él finalmente negó con la cabeza y se llevó ambas manos al rostro para amortiguar su llanto en ellas.

Fue ahí cuando ella se arrepintió de sentir gusto por ese video que se difundió de los dos. No soportaba verlo sufrir, aunque eso significara que el camino le quedaba libre para estar con él, no podía.

—Oh... —lo rodeó con sus brazos y dejó que se desahogara—. Tranquilo, está bien, está bien. Todo va a estar bien.

—No lo estará —su voz salió ronca y cansada—. Nunca podremos estar juntos. ¡Somos unos idiotas que piensan que algún día tendrán la oportunidad de amar de verdad! Pero no podemos, si lo intentamos seríamos una abominación para el país, una deshonra. Y ellos... Ellos podrían atentar contra la vida de él.

—Tal como lo hicieron contigo.

—Así es —sus lágrimas corrían como dos ríos por sus mejillas—. No quiero que le hagan daño, pero tampoco puedo vivir sin él, no puedo —lloró más, hasta que se dio cuenta de a quién le estaba diciendo todo eso—. Lo siento —correspondió el abrazo que ella le daba—. Lo siento de verdad. No debería decirte todo esto. Eres mi novia y...

—Cuando te pedí que fuéramos novios yo estaba consciente de esto, yo acepté meterme en esta situación. No te voy a reprochar nada —acarició su cabello—. Así que no te sientas mal.

Yibo la miró como si fuera un ser de otro mundo. ¿Era posible que existiera alguien así?

—¿Por qué eres tan buena?

—Porque te amo.

—Pero... Yo no, yo...

—Tú ya amas a alguien más, lo sé.

—¿Entonces? ¿Por qué me amas? No es justo para ti.

—Solo déjame permanecer a tu lado —acomodó la cabeza sobre su hombro y le dejó un tierno beso en él.

Ella lo amaba con locura, pero estaba consciente de que al decidir amarlo estaría aceptando que él nunca correspondería igual, además, él ya tenía a quién amar. Aceptar a Yibo era aceptar a Xiao Zhan por consecuencia, aceptar que, incluso si ella se casara con Yibo, este siempre iba a tener su corazón con él.

Permaneció a su lado hasta que el agua de la bañera se enfrió. Lo acompañó en silencio, reconfortándolo, y pensando en mil cosas a la vez.

Era obvio que algo pasó en ese encuentro con Xiao Zhan. Las marcas en su cuerpo decían mucho.

Por un lado, estaba llena de celos y de sentimientos agridulces al pensar en Yibo haciéndole el amor a alguien más. Pero por otro lado… era extraño, pero sentía algo de alivio al ver que su ser amado había liberado algo de su frustración sexual, y qué mejor que con el amor de su vida.

Sí, probablemente se estaba volviendo loca. Esa dualidad de emociones y pensamientos eran dignos de una enferma mental, o eso creía ella.

Tenía muchas dudas, y se moría por llenar a Yibo de preguntas, pero decidió no hacerlo. Ya tenía suficiente con lo que sea que pudiera haber pasado entre él y Xiao Zhan esa tarde.

Permaneció a su lado todo el tiempo que él le permitió, lo acompañó a ver películas mientras comían cantidades exorbitantes de chatarra hasta caer rendidos ante el cansancio.

Días después, tanto Yibo como Xiao Zhan abandonaron Nueva York para volver a sus rutinas comunes de trabajo.

Continuará…

¡Hola, pastelitos!

Les prometo que la tristeza está por terminar. No odien a Xiao Zhan por no querer hablar con Yibo, estaba muy enojado y quizás fue lo mejor. Les falta mucho por hablar y aclarar. Sé que no debieron irse directo a lo carnal, debieron hablar, pero… son humanos, y sus sentimientos y deseos les ganaron. Después de todo tenían AÑOS de no verse. Nos los culpen, pobrecitos.

Y en cuanto a Xiao Lian Ji… bueno, incluso yo tengo mis reservas hacía ella. Hasta ahora ha logrado anteponer las necesidades y sentimientos de Yibo sobre las de ella. Pero como vieron ahora… por un momento quiso ser un poquito egoísta. Seamos sinceras, ¿quién no haría lo mismo en su lugar? Yo sí jajaja quiero a Yibo para mí, pero también para Xiao Zhan.

Otra cosa:

Wang Yibo tiene un pequeño rencor bien guardado, y está dedicado exclusivamente a su prima.

¿Ustedes qué creen que esté sucediendo ahí?

Recuerden que Mao y Fei Fei ya no son novios, y ella se ha visto en público muchas veces con Xiao Zhan. ¿Qué está pazandaaah?

En fin, me retiro para que hagan sus conclusiones. Y recuerden: próximo capítulo en Aspen. Oh sí, oh sí.

25/04/21

4:20 p.m.